Hace 33 años:
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
La capacidad operativa mostrada por el Frente Patriótico
Manuel Rodríguez en el intento de tiranicidio
llevado a cabo el 8 de septiembre de 1986, preocupó seriamente a los
aparatos represivos de la dictadura. Conocedores que la plana mayor
del FPMR se reuniría a comienzos de junio de 1987 en Santiago, los agentes de
la tiranía vieron en ese evento la posibilidad de exterminar a los principales
dirigentes del FPMR.
IDENTIFICACIÓN
DE FRENTISTAS
Datos acumulados gracias a las
torturas y la labor de algunos infiltrados, la CNI logró identificar a algunos de ellos.
A comienzos de 1987 iniciaron
una tenaz labor de seguimientos y de colocar puntos fijos sobre dirigentes del
FPMR. Así preparaban los esbirros de
Pinochet lo que llamaron “Operación Albania”, masacre que perpetrarían el 15 y
16 de junio de 1987.
ASESINATO
DE JOSÉ JOAQUÍN VALENZUELA
Uno de los logros más importantes de los servicios
represivos fue la identificación de José Joaquín Valenzuela Levi, quien había
comandado el intento de tiranicidio con el nombre de “Ernesto”. En los registros
de la CNI
aparecía con el nombre de “Rapa Nui”, pues fue visto por primera vez saliendo
de una vivienda en una calle con ese nombre.
José Joaquín Valenzuela
EL ASESINATO DE IGNACIO VALENZUELA
Por su parte, Ignacio Recaredo Valenzuela era conocido como
"Chaqueta de cuero", por la vestimenta que usaba al momento de su
primera detección.
Ignacio Recaredo Valenzuela Pohorecky era seguido desde
marzo de 1987. Destacado ingeniero y académico en la vida pública; en la
privada, era uno de los seis más altos oficiales del Frente. De gran valentía
había participado en el asalto a una armería y se había enfrentado a
funcionarios de seguridad en varias ocasiones.
Ignacio Recaredo
Valenzuela
El 15 de junio de 1987,
desde las 6 de la mañana, agentes de la CNI lo esperaban afuera de su domicilio, en la
remodelación San Borja. Abandonó su casa. Fue seguido durante horas. Alrededor
del mediodía, agentes le dispararon en la calle Alhué, en Las Condes, desde un
furgón a unos 25 metros de distancia. Recibió tres impactos, uno de
ellos en el tórax, que le resultó mortal; otro en el glúteo y el tercero en el
pie. Además, un árbol tras el cual se
refugió registró cuatro impactos y la casa por donde él iba pasando también
evidenció balazos. Valenzuela
estaba a escasos 30 metros de la casa de su madre, cuando fue interceptado.
Ignacio Recaredo Valenzuela fue asesinado fríamente por
los verdugos de la dictadura.
EL ASESINATO DE PATRICIO ACOSTA
Ese mismo 15 de junio de 1987, seis horas más tarde, otro
numeroso grupo de agentes estaba apostado en calle Varas Mena, en San Joaquín.
Acechaban a Patricio Acosta Castro, un importante oficial del FPMR. Desde
hacía una semana los agentes se desplazaban en automóviles.
Esa tarde, Patricio Acosta salió de su casa cerca de las
18 horas. Era estrechamente vigilado. Se dirigió hacia Santa Rosa. A llegar a esa calle, se devolvió hacia su
casa. Le salieron al paso unos agentes, encabezados por el capitán Zúñiga,
quien le disparó, de improviso, a unos siete metros de distancia. Patricio
Acosta cayó al suelo.
Según testimonios de testigos, la víctima cayó
arrodillada. Entonces lo rodearon alrededor de ocho sujetos, entre
ellos Zuñiga. Ya
reducido, en vez de ser llevado a un centro asistencial, Acosta fue
acribillado. El propio Zuñiga le disparó en la cabeza, mientras otro lo remató
con una ráfaga de metralleta. Una vez muerto, un agente de la CNI le puso en sus manos un
revólver y un gorro pasamontañas. En esa posición lo filmaron y le sacaron
varias fotografías.
Patricio Acosta
Castro
EL ENFRENTAMIENTO DE CALLE VARAS MENA
Esa misma noche del 15 de junio de1986, agentes de la
policía civil llegaron hasta el inmueble de calle Varas Mena 417. Era una de las casas, que la CNI decidió allanar, a las 23
horas de esa noche. Allí se produjo el primer y único enfrentamiento real.
La de Varas Mena 417
era utilizada como casa de seguridad y centro de instrucción del FPMR.
Allí se encontraba cerca de una docena
de combatientes del Frente. Hacía
las veces de dueña de casa Cecilia
Valdés, que estaba acompañada de su hijo, de dos años. La supuesta pareja de Cecilia era
el oficial del Frente Juan Waldemar Henríquez. Los que estaba en la casa ya
sabían de la muerte de Ignacio Recaredo Valenzuela y también la de Patricio
Acosta, a pocas cuadras del lugar.
Cerca de la medianoche la casa fue asaltada por los
agentes. Se produjo un intenso tiroteo entre las fuerzas de
seguridad y dos frentistas que cubrieron la retirada de sus compañeros desde el
interior. Estos fueron Juan Waldemar Henríquez y Wilson Henríquez Gallegos.
Una decena de rodriguistas
lograron escapar en medio de la
balacera. Desde los techos de la casa los dos frentistas encargados de la
defensa del grupo respondían el ataque policial con sus armas. En un momento, la techumbre cedió
y Juan Waldemar Henríquez, ingeniero de 28 años, cayó herido al interior de una
vivienda vecina. Ingresaron los policías al inmueble. Juan Waldemar estaba
tendido en el piso, sin ofrecer resistencia. Fue rematado por ráfagas de
disparos en el mismo lugar. Algunos testigos señalaron que Henríquez se había
rendido y que estaba con los brazos en alto cuando fue ultimado.
Juan Waldemar Henríquez Wilson Henríquez Gallegos
Por su parte, Wilson Henríquez, fue rodeado por los agentes en el patio de
otra casa, donde se había refugiado. En breves momentos fue apresado, golpeado,
y luego fusilado. Su cuerpo, según el protocolo de autopsia, tenía 21 orificios
de bala.
Entre los que escaparon por
los techos de las casas vecinas, para luego ser capturados, se encontraban
Cecilia Valdés, Santiago Montenegro y Héctor Figueroa. Este último era intensamente
buscado por su participación en el
intento de tiranicidio en 1986.
EL ASESINATO DE JULIO GUERRA OLIVARES
Casi simultáneamente a los sucesos de Varas Mena, otro
centenar de agentes y policías rodeó el departamento 213, del block 33 de la Villa Olímpica , en
Ñuñoa. Allí Julio Guerra Olivares,
conocido al interior del Frente como "Guido", arrendaba una pieza a
Sonia Hinojosa. Estaba clandestino desde su participación como fusilero en el
intento de tiranicidio contra Pinochet en septiembre de 1986.
Julio Guerra
Olivares
Alrededor de la medianoche del 15 de junio de 1987, el
agente de la CNI Iván
Cifuentes forzó la puerta del departamento de Julio Guerra y lanzó a su interior
una bomba lacrimógena. Mientras esperaba a que Guerra saliera, llegó
otro del equipo represivo.
Entonces el agente Fernando Burgos, portando una máscara
antigás, llegó hasta el baño del segundo piso. Allí encontró a Julio Guerra, a
quien abatió de cuatro balazos. Posteriormente, el cuerpo fue rematado por otro
agente y lo dejaron en el borde de una escalera.
La autopsia de Julio Guerra demostró que tenía disparos a
corta distancia, siempre de arriba hacia abajo y de atrás hacia adelante. Dos
de ellos en los ojos. Además se comprobó que el frentista no estaba armado.
ASESINATOS EN CALLE PEDRO DONOSO
El último capítulo de la llamada “Operación Albania” por
la dictadura, se escribió en un abandonado inmueble de la calle Pedro Donoso Nº
582, en la comuna de Recoleta.
Hasta allí fueron llevados
siete frentistas, detenidos en las horas previas y que estaban en los cuarteles
de la CNI.
Ellos eran: José Joaquín
Valenzuela Levi, el comandante “Ernesto”, Esther Cabrera Hinojoza, Ricardo
Rivera Silva, Ricardo Silva Soto, Manuel Valencia Calderón, Elizabeth Escobar
Mondaca y Patricia Quiroz Nilo.
Manuel
Valencia Calderón
La orden dada por el general Salas Wenzel fue eliminarlos.
El mayor Álvaro Corbalán le ordenó al agente Iván Quiroz
que eligiera a cinco oficiales para que se hicieran responsables de juntar a su
gente para llevar a cabo la eliminación de los siete detenidos.
La madrugada del 16 de junio de 1987, los detenidos fueron
trasladados en caravana a la casa deshabitada de calle Pedro Donoso 582.
Según versiones de vecinos de la casa de calle Pedro
Donoso las personas que esa noche llegaron detenidas estaban descalzas, con los
brazos atados atrás de la espalda, amarrados y con la vista vendada.
Según la CNI ,
esa noche había cerca de un centenar de agentes, carabineros y detectives
dentro y fuera de la casa. La orden para que los efectivos asignados a cada
víctima percutasen sus armas se dio lanzando un ladrillo en el techo, mientras
el resto de los agentes disparó al aire y gritó para dar a los vecinos la idea
de un enfrentamiento. Alrededor de las 5.30, los siete frentistas fueron
acribillados. Después, entró en acción el capitán Francisco Zúñiga, quien
procedió a rematar a cada una de las víctimas.
En el primer dormitorio quedaron los cuerpos de Ricardo
Rivera Silva, con cinco impactos recibidos a mediana distancia, y de José
Joaquín Valenzuela Levi, con 16, efectuados a corta distancia.
En el primer pasillo fue muerto Manuel Valencia Calderón,
con 14 disparos hechos desde unos tres metros, en ráfaga. Del informe balístico
y de la autopsia se concluye que fue colocado al final de este pasillo, donde
había una puerta abierta, y fusilado.
El cuerpo de Ester Cabrera Hinojosa, con cinco impactos de
bala, fue encontrado en el interior de la cocina. En ese lugar no hay huellas
de disparos. Del análisis de los peritajes se concluye que la víctima fue
fusilada en un pasillo lateral y que, posteriormente, su cuerpo fue dejado en
la cocina.
El cuerpo de Ricardo Silva Soto presentaba 10 impactos de
bala. De acuerdo con los informes periciales, fue baleado dentro del segundo
dormitorio y rematado en el suelo, según revelan varios impactos en el piso de
la pieza. Un detalle significativo de que no hubo enfrentamientos es el hecho
de que Ricardo Silva presentaba heridas de bala en las palmas de sus dos manos,
en un intento instintivo de protegerse, desde el suelo, de las balas con que
finalmente lo mataron.
Muy cerca del cuerpo de Ricardo Silva fue encontrado el de
Elizabeth Escobar Mondaca, con 13 impactos de bala, 10 de los cuales fueron
efectuados a muy corta distancia, según la autopsia. La joven, igual que
Ricardo Silva, fue baleada primero dentro del segundo dormitorio y,
posteriormente, rematada a menos de un metro de distancia, con varias ráfagas,
contra un muro de una habitación deshabitada. El cuerpo de Patricia Quiroz Nilo
apareció al fondo del extenso pasillo interior de la casa de Pedro Donoso y
presentaba 11 impactos de bala.
Un policía que estuvo en todos los lugares donde murieron
las personas en la
Operación Albania , declaró en el proceso que todos los sitios
del suceso estaban profundamente alterados y que al llegar a ellos los impactos
de bala en los muros habían sido removidos. También
declaró que "todas las armas de las víctimas estaban colocadas en la mano
izquierda".
EL
PROCESO N.º 39. 122-87
Estos hechos fueron
investigados en el proceso judicial rol N.º 39.122-87.
El 28 de enero de 2005 el
ministro en visita Hugo Dolmestch condenó en primera instancia a cadena perpetua
al ex director de la CNI Hugo
Salas Wenzel, por los asesinatos cometidos en el marco de la llamada Operación
Albania. Asimismo,
sentenció a quince años de prisión al ex jefe operativo de ese disuelto
organismo Álvaro Corbalán, y a diez años al ex oficial de Carabineros Iván
Quiroz, quien fue pieza clave de esta operación. Este último permaneció prófugo
de la justicia desde el momento de conocerse el fallo de última instancia, en
septiembre de 2007, siendo apresado por la policía el día 23 de enero de 2008
en Concepción, e ingresado al día siguiente en la Cárcel de Punta Peuco.
En el fallo dictado por el ministro en visita se señaló
que Salas Wenzel fue condenado a la pena de presidio perpetuo como coautor de
los delitos de homicidio simple
de los doce frentistas
asesinados en junio de 1987.
NO AL
OLVIDO
La dictadura fascista fue un
régimen en que junto a los militares, estuvieron muchos civiles. Ocuparon
cargos decisivos en el Gobierno: Ministros, asesores, etc. No pocos de ellos
están ahora en el Gobierno de Piñera y en el Parlamento. Han pasado piola. Jamás han enfrentado
un juicio. Se visten con ropaje democráticos. Son de la UDI y no sólo de ahí.
Ellos, con todo cinismo se
atreven a hablar contra los comunistas, contra la ejemplar democracia
venezolana, contra la Cuba heroica, se lanzan
contra los exonerados políticos y todas las víctimas de la dictadura.
No podemos olvidar crímenes
tan terribles como los perpetrados en junio de 1987 ni a los asesinos y sus
cómplices.
Recordemos a los doce héroes
masacrados por luchar contra la tiranía y por la democracia.
Y, en su homenaje, continuemos
sin claudicar la lucha de clases, castiguemos a la derecha que tiene una
historia manchada con sangre patriota.