Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Junio
de 1932. El reaccionario gobierno de Juan Esteban Montero, iniciado el 3 de
diciembre de 1931, no cesaba la represión
contra los comunistas.
Elías
Lafertte, uno de sus dirigentes, perseguido por
agentes policiales, logró refugiarse en su casa.
"Los
momentos –relata en “Vida de un Comunista”- eran de un enorme interés político,
como para dejarme relegar así no más".
Pidió
ayuda al Partido. Sus compañeros le mandaron a decir que a las 15, 30 lo
rescatarían. A la hora señalada, avanzó por la calle Andrés Bello una
bulliciosa manifestación. "Eran
unos quinientos -añade Lafertte- pero metían un ruido fenomenal, al que
se sumaba el ruido de los aviones rebeldes que volaban haciendo vibrar los
vidrios de las casas de Santiago. Cuando el grupo pasaba frente a mi casa, salí
y me mezclé a los compañeros".
UN LÍDER LLAMADO
MARMADUKE
En
verdad, se vivía entonces una histórica situación en Chile. En el último tiempo
habían aparecido varios grupos políticos que se proclamaban socialistas: Nueva
Acción Pública (NAP), Acción Revolucionaria Socialista, Partido Socialista
Marxista, Orden Socialista Unificado y otras.
Según escribe el historiador soviético J.
Lavretski en su libro “Salvador
Allende”, publicado en 1978: “Este hecho fue tomado en cuenta por la Internacional Comunista,
que en el XII Pleno de su Comité Ejecutivo señaló: "Hace algún tiempo, en
Chile no había ni un solo partido socialista; ahora hay cerca de diez".
Figura
descollante era el coronel Marmaduke Grove, "Don Marma", que desde
hacía diez años tenía una actitud progresista. Por ello, durante la dictadura
de Ibáñez fue desterrado a la
Isla de Pascua. Caído el dictador, regresó. Fue reincorporado
al ejército, nombrado Comodoro del Aire y designado Jefe de la Base Aérea Militar de
El Bosque. Luego, ingresó a la
Nueva Acción Pública y
se declaró, abiertamente, socialista. Rápidamente se transformó en figura central
de la oposición al gobierno de Montero. Este, a través de su Ministro de
Guerra, decretó la destitución de Grove de su cargo de jefe de El Bosque, el 3
de junio. El Coronel no acató esa orden y se declaró en rebeldía.
JUNTA EXIGE
GOBIERNO SOCIALISTA
Se constituyó una Junta Ejecutiva, formada por
el general en retiro A. Puga; el periodista Carlos Dávila, ex Embajador de
Washington de la dictadura ibañista; Eugenio Matte Hurtado, líder de la NAP y Gran Maestro de la
masonería, y el propio Grove. Esta Junta exigió la renuncia de Montero y llamó
a la formación de un gobierno
socialista. Recibió el apoyo de la aviación militar y de una parte de las
unidades terrestres de la capital.
El Presidente Montero, asustado por el cariz
que habían tomado los acontecimientos, solicitó a Arturo Alessandri que se
entrevistara con Grove y lo convenciera que depusiera las armas y acatara la
orden del gobierno. Sin embargo, el emisario hizo todo lo contrario. Le dio el
respaldo al sublevado y le dijo una frase que ha recogido la historia: "No
afloje, mi coronel", incitándole a derrocar a Montero.
UNA INSÓLITA
INVITACIÓN
Ese 3 de junio, un avión sobrevoló Santiago a
baja altura y lanzó volantes, que eran ávidamente leídos por miles de personas. Era una invitación a
participar en “una gran revolución que tendrá lugar hoy 3 de junio a las 5 de
la tarde”. Este insólito acto, quizás único en el mundo, resultó una invitación
frustrada. Ese día no ocurrió revolución alguna. Pero, a la mañana siguiente,
aviones militares aumentaron la tensión y la expectación de los santiaguinos
con su ruidoso volar.
Así
estaban las cosas, cuando marcharon esos quinientos comunistas por las calles
de Santiago y salvaron de la policía al Secretario General de la FOCH.
Este
recuerda: "En la noche (del 4 de junio. Nota del autor) cuando la toma del
poder por Grove estaba consumada, abandoné el refugio y me dirigí a la Universidad...".
NACE LA
“REPÚBLICA SOCIALISTA”
Con
un día de atraso tuvo lugar el golpe de Estado anunciado en el volante lanzado por
el avión rebelde. Unidades militares, que se habían pasado al lado de
Grove, rodearon La Moneda. Los líderes
del movimiento se presentaron ante Montero y le exigieron que se marchara del
Palacio Presidencial. Éste obedeció sin la menor objeción.
A las
20 horas del 4 de junio de 1932, se extendió en La Moneda la partida de
nacimiento de la
República Socialista.
Se
instauró una Junta de Gobierno formada por el general ® Arturo Puga Osorio, el
periodista Carlos Dávila y el líder de la NAP Eugenio Hurtado. Marmaduke Grove ocupó la cartera de Ministro
de Guerra. En el Gabinete lo acompañaron Luis Barriga Errázuriz, Alfredo
Lagarrigue, Pedro Fajardo, Eugenio González Rojas, Víctor Manuel Navarrete,
Carlos Alberto Martínez, Nolasco Cárdenas, Ramón Alvarez Javalquinto, Oscar
Cifuentes Solar y Rolando Merino Reyes.
PROGRAMA DE
REFORMAS
Se
proclamó la
República Socialista y se dio a conocer un Programa de
reformas económico-sociales inaplazable, que entre otras medidas planteaba:
- Establecer
el control sobre la distribución de los alimentos;
-
confiscar las tierras no cultivadas y
entregarlas a los campesinos pobres;
-
crear
industrias estatales del petróleo, el tabaco, el azúcar y otras;
-
socializar los bancos;
-
defender la salud y bienestar de los
trabajadores;
-
asegurar a todos los chilenos el
derecho al trabajo;
-
impedir la paralización de las
actividades productivas;
-
establecer relaciones diplomáticas
con la Unión Soviética;
-
introducir la propiedad colectiva,
junto a la privada, de los medios de producción;
-
amnistiar a los marineros
encarcelados.
De
inmediato, la Junta
ordenó suspender los lanzamientos de las personas, cuyos arriendos eran inferiores
a 200 pesos mensuales. Al mismo tiempo, ordenó la devolución de herramientas de trabajo, enseres
domésticos, ropa de vestir, dejadas en prenda en la Caja de Crédito Popular, sin
el pago del dinero prestado.
LAS MASAS APOYAN LA REPÚBLICA
Relata
José Vega Díaz en su trabajo inédito “La República Socialista”:
El 5 de junio, multitudes desfilaron frente a La Moneda avivando a Grove.
Aviones lanzaban volantes donde se decía:
"...
la instauración de la
República Socialista alentada por un alto espíritu de
nacionalismo constructivo asegura a todos los chilenos el derecho a la vida por
medio del trabajo productor. El hambre y el desempleo que actualmente sumen en
la desesperación a grandes masas de trabajadores, serán subsanados.
"Un
clamor unánime de justicia resuena a lo largo del territorio nacional,
empobrecido por la negligencia culpable de sus dirigentes y el egoísmo de los
privilegiados".
LLEGA UN
DIRIGENTE DE LA
INTERNACIONAL
Cuando
la prensa del 5 de junio informaba sobre la proclamación de la República Socialista
por Marmaduke Grove, llegó a Chile -en calidad de turista- el dirigente de la Internacional Comunista,
Federico Glaubauf. Había realizado un largo viaje en ferrocarril desde Buenos
Aires hacia el sur. Luego, en viejos buses hasta llegar a Bariloche. En barco
por un lago. En autobús hasta el lago de Todos los Santos. En barco nuevamente
y atravesar a caballo, por peligrosos senderos, la cordillera. Entró a Chile,
con la idea de conocer un poco el país para luego contactar, clandestinamente
con el Partido Comunista.
El
periódico austriaco
"Volksstime" (Voz del Pueblo), en su edición correspondiente
al 18-20 de noviembre de 1988, publicó un artículo titulado “Emisario del
Soviet en Chile”, donde señalaba:
"La
tarea de Fritzk Glaubauf consistió
entonces en ayudar al Partido Comunista de Chile a su reorganización después de
la persecución bajo la dictadura de Ibáñez".
Por
su parte Orlando Millas, refiriéndose a ese período, en un artículo titulado
“El estudio de Hernán Ramírez sobre el origen del Partido Comunista de Chile”,
escribió: "Y no hay por qué
silenciar tampoco, las expresiones en esos años, del internacionalismo
proletario que acompañaron y ayudaron en su dura labor a los comunistas
chilenos".
UN PROGRAMA PROGRESISTA
El
Programa de la
República Socialista, sin mencionar el término imperialismo,
se refería a él, cuando planteaba que “la economía chilena
estaba controlada por empresas extranjeras, que obtienen enormes ganancias
explotando las riquezas naturales del país”. Además, exigía la liberación de
Chile del capital extranjero.
De
acuerdo con su Programa, la
Junta dictó varios decretos. Uno de ellos, el número 520,
reconocía el derecho del Gobierno a requisar las empresas que producían
artículos de primera necesidad o de importancia estratégica, si sus
propietarios las paralizaran. Ninguno de estos decretos alcanzó a ser utilizado
por la breve República Socialista. Pero tampoco fueron anulados con posteridad
al derrocamiento de ésta. (El Decreto o Ley Excepcional Nº 520 fue utilizado
por el Gobierno Popular de Salvador Allende para asumir el control de algunos
monopolios industriales, especialmente del sector textil)
OTRAS
MEDIDAS EN FAVOR DEL PUEBLO
Entre
las obras realizadas por la
Junta hay algunas, además de las ya señaladas, cuya
importancia no se puede desconocer. Uno de sus grandes logros -como testimonia José Vega Díaz en su obra
inédita “La
República Socialista de Grove”- fue haber dado “satisfacción
a un mínimo de necesidades de la población que no tenía trabajo, ni comida, ni
vivienda... Los cesantes tuvieron dos comidas diarias y pan".
Con
plena razón, este exparlamentario comunista concluía que antes de esa
República, "en un cuarto de siglo, gobierno alguno realizó tal política a
favor de los pobres".
La Junta, además,
prohibió la intervención de la fuerza pública en las universidades; dictó
amnistía para todos los presos por causas políticas, lo que permitió la salida de las cárceles de los
marineros participantes en el alzamiento de comienzos de septiembre de 1931 y
el regreso de los revolucionarios confinados
en la Isla Mocha;
disolvió el Congreso Termal, designado por Ibáñez, cerrándole el camino al
dictador que pretendía retomar el poder.
SE GANA EL APOYO POPULAR
Estas
y otras obras le ganaron a la
República de Grove el cariño y el apoyo de amplios sectores
populares, de la mayor parte de la clase trabajadora.
El
escritor González Vera narra en “Cuando Era Muchacho”, publicada en 1951:
"La republiquita atraía. Llegaban al centro a caballo, en carretas, en vehículos
inverosímiles adornados con guirnaldas de papel. Los rostros no eran
habituales. Estos hombres parecían la reencarnación de aquellos que crearon la Comuna de París. Algunos
daban miedo. Era el pueblo de los barrios lejanos. En la expresión de esos chilenos,
que se dejaban ver tan poco y que son tan escépticos, brillaba la fe. Sentíase
algo nuevo y promisor”.
DÍAS AGITADOS
Los
días que corrían eran agitados, tensos, de enorme conmoción; de un permanente
ajetreo en las calles, interminables concentraciones, desfiles, mítines en cada
esquina. Las masas se habían transformado en bullicioso actor.
El
socialismo estaba de moda. Amplios sectores exigían socializar empresas: los
ferrocarriles, la educación.
Incluso "El Mercurio", cuyo director
era Agustín Edwards Mac Clure, informaba de la “voluntaria socialización de la
empresa de acuerdo a la doctrina de la nueva República, dando cabida en su
consejo a dos representantes de los obreros y empleados”.
El
PC seguía actuando en el medio obrero,
pero había cobrado también fuerza entre
estudiantes y profesores. Influía decisivamente en el Grupo Avance y en la Federación de Maestros.
Planteaba la
Revolución Social.
EL PC Y LA REPÚBLICA SOCIALISTA
Los
comunistas desconfiaban de la
Junta, porque "estaba dirigida por jefes militares como
Grove; por el Gran Maestro de la
Masonería, Eugenio Matte; y por Carlos Dávila, un servidor de
Ibáñez, que se jactaba de ser hombre de Washington". No creía en su
socialismo. Por eso al acercarse el amanecer del 5 de junio, el Grupo Avance se
tomó la Casa Central
de la Universidad
de Chile. Colocó allí un lienzo convocando a constituir los "Soviets de
Obreros, Campesinos, Mineros, Soldados y Marinos".
En
Declaración Pública, el PC demandaba: subsidio de cesantía, aumento de sueldos
y salarios, disolución de la policía política, entrega de armas al
proletariado, formar el ejército del pueblo.
EL SOVIET
FUNCIONA EN LA UNIVERSIDAD
"La Universidad -relata
Elías Lafertte en “Vida de un Comunista”- era en esos momentos un hervidero humano,
una especie de Smolny (un Instituto para señoritas de la aristocracia de
Petrogrado, en donde funcionó el Comité Revolucionario Bolchevique en noviembre
de 1917) en miniatura.... Los estudiantes iban y venían , llegaban los
socialistas, la radio llamaba al pueblo constantemente y las prensas llegaban a
echar chispas imprimiendo propaganda revolucionaria. Constituimos ahí el
CROC o Comité Revolucionario de Obreros y Campesinos, al cual se incorporaron
estudiantes y trabajadores. También llegaron socialistas y anarquistas, pero
luego se retiraron disgustados porque el Presidente del CROC era yo... Las
sesiones se realizaban en el Salón de Honor de la Universidad, mientras
la radio, manejada por Chamúdez, explicaba los planteamientos de nuestro
organismo, cuyo objetivo era enderezar los rumbos del gobierno que se había
instalado en La Moneda.
Puesto que se decía 'República Socialista', era necesario que
escuchara a la clase obrera y que marchara realmente por un camino revolucionario.
En las prensas universitarias, nuestro periódico 'Bandera Roja', clausurado por
el gobierno de Montero, se imprimía en papel couché, porque no encontramos otro
de menor calidad...”
CON LA LÍNEA DEL FRENTE ÚNICO
PROLETARIO
"El
sentimiento revolucionario crecía, añade Lafertte. Algunos compañeros demasiado
optimistas habían instalado en La
Legua un 'soviet' de obreros y cesantes... Las calles, permanentemente
estaban llenas de manifestantes que pedían a gritos que el gobierno
'socialista' cumpliera como tal. Nuestra gente participaba en todos los
mítines, planteaban las resoluciones del CROC, que había acordado apoyar al
gobierno, pero exigirle que realmente ayudara al pueblo, mediante realizaciones
útiles y populares".
(Recuerdo que cuando escribía “Don Reca”, el compañero
Américo Zorrilla me acompañó a conversar en varias ocasiones con el camarada
José Vega Díaz. En una de esas oportunidades, concretamente el 9 de abril de
1992, les pregunté sobre el Soviet de Santiago.
"En
1932, unos compañeros -afirmó José Vega Díaz- cometieron la locura de formar un
soviet en la Universidad
de Chile".
"Yo
participé en ese soviet -respondió Américo Zorrilla- pero, posteriormente
reconocí en una reunión del Comité Central del Partido, que había sido un error
esa acción").
El PC
vivía en ese tiempo la etapa del "Frente Único Proletario", según
orientación emanada de la Internacional Comunista. Ello, unido a la falta
de un efectivo conocimiento de la realidad nacional, lo hizo caer en errores.
No tenía claridad sobre el carácter y los objetivos inmediatos de la revolución
en Chile, ni cuál era la etapa que se transitaba en ese tiempo.
Por
esos años, opina Luis Corvalán, "se planteaba lisa y llanamente como
objetivo inmediato la implantación del socialismo. Concretamente, se propició
entonces la implantación de los soviets y, bajo ese nombre, se crearon algunos
organismos del Frente Único que presumieron de ser órganos de un nuevo poder,
del poder revolucionario de los obreros y los campesinos. Estos errores separaban
al Partido de las grandes masas y no ayudaban a conducir los acontecimientos
hacia adelante".
ENTREVISTA CON GROVE
El
Comité Revolucionario de Obreros y Campesinos acordó sostener una entrevista
con Marmaduke Grove, con el fin de darle a conocer sus puntos de vista. Se
designaron unos treinta delegados: representantes de los estudiantes, de los
mineros de Sewell, del Partido
Comunista, de la Federación
de Maestros y de otros organismos. Se designó Presidente de la delegación a
Elías Lafertte y a Carlos Contreras Labarca para informar a Grove los puntos de
vista del CROC
La
delegación ingresó a La Moneda
por Morandé 80. No se encontraba allí Grove. Un joven secretario les propuso
que se entrevistaran con otro miembro de la Junta o algún Ministro. Lafertte señaló:
"Venimos a ver al Compañero Grove,
y si él no está, nos vamos".
Luego
de alguna espera, apareció el Ministro de Guerra; los treinta delegados entraron
con él al Salón Rojo, donde se llevó a cabo la entrevista.
"Contreras
Labarca -recuerda Lafertte- expuso los planteamientos del CROC: había que
defender el movimiento, en primer término, armando a los obreros, pero no a
tontas y a locas, sino organizadamente, hasta constituir una fuerza mixta de
soldados, obreros y campesinos; los sindicatos debían participar en un gran
organismo destinado a poner en práctica medidas inmediatas para reducir el
costo de la vida y dar impulso a las industrias; era preciso dar subsidio a los
cesantes, mientras se les iba enrolando en las nuevas obras públicas o en las
nuevas industrias; era preciso ocupar de inmediato las tierras inactivas y dar
a los campesinos créditos, semillas y herramientas.
UN DIÁLOGO DE SORDOS
"Grove
escuchaba con aire escéptico, agrega Lafertte.
"-Esas
cosas no se pueden hacer, Compañero, dijo finalmente. Yo les pido a ustedes
apoyo incondicional para el gobierno socialista, que está muy bien inspirado...
Además les pido que abandonen la Universidad..."
Fue un diálogo de sordos. Grove
insistiendo en que su gobierno era socialista, pero rechazando medidas que
correspondían a una República democrática avanzada. Los comunistas pidiéndole
peras al olmo. Pretendiendo llevar a la práctica una revolución socialista, lo
que en 1932 era imposible, pues no existían las condiciones objetivas, menos
las subjetivas para ella. Ni el PC., tampoco la Junta de Grove, estaban en
condiciones de encabezar un proceso de ese tipo.
Grove
tenía una actitud reformista. Los comunistas, un infantilismo revolucionario.
Lo
positivo era que éstos, a pesar de las
discrepancias con la política de la República Socialista,
la apoyaban.
El 11 de junio participaron en la
constitución de la Alianza Revolucionaria
de Trabajadores, en que junto a los profesores, sindicatos industriales, el
Partido Socialista Marxista, la Confederación Nacional
de Cooperativas, obreros de la construcción y choferes, se unieron en un
intento de defender y respaldar al sector más consecuente y decidido de la Junta.
La República de
Grove, con sus defectos y vacilaciones, fue una valiosa experiencia de la cual
es necesario extraer valiosas lecciones.
No es posible subestimar sus aspectos positivos.
LOS ENEMIGOS DE LA REPÚBLICA SOCIALISTA
El
imperialismo estadounidense, la oligarquía y las jerarquías militares se
alzaron como los enemigos del Gobierno liderado por Marmaduke Grove.
Carlos
Maldonado en “Las milicias republicanas. Historia de un ejército civil en
Chile. 1932-1936”, sostiene: "... las medidas populistas a
favor de las masas trabajadoras que efectuó la República Socialista,
sumadas al establecimiento de relaciones
con la Unión Soviética,
provocó el pánico de la oligarquía chilena y la inquietud de los Estados
Unidos, por posibles nacionalizaciones".
José
Vega Díaz, actor y testigo de esos acontecimientos, afirma en “La República Socialista
de Grove” que la experiencia socialista "produjo pánico en los círculos
financieros en Estados Unidos". Y cita un mensaje transmitido por el
Embajador yanqui en Santiago, Mr. Culberston, a Washington: "En la Junta dominan los
extremistas; graves peligros se ciernen sobre el país".
El
Gobierno chileno, intentando desvirtuar las aseveraciones de ser un instrumento
de la URSS,
emite una Declaración en que expresaba:
"El
régimen oligárquico ha sido depuesto, el nuevo Gobierno lejos de las
influencias de cualquier imperialismo, sea
éste de la banca extranjera o del sovietismo ruso".
Clara
posición internacional que, aunque colocaba en un mismo plano a los países capitalistas
y a la Unión Soviética,
planteaba la independencia de Chile en el aspecto internacional, definiéndose
antiimperialista. Así lo entendieron las principales potencias burguesas:
Estados Unidos e Inglaterra no reconocieron a la Junta y, más aún, le
amenazaron con todo tipo de sanciones.
LAS COLONIAS EXTRANJERAS
En
consonancia con las actitudes de sus respectivos gobiernos, las colonias
extranjeras, que en septiembre de 1931 constituyeron piquetes de autodefensa
con motivo de la insurrección de la marinería, ahora -en junio de 1932-
realizaron lo mismo. Posteriormente, el Consulado de Estados Unidos en Santiago
informará:
"...
las emociones de las clases bajas se estaban encendiendo y era posible esperar
estallidos de violencia. La comunidad americana
(es decir, los residentes estadounidenses en Chile) tenía depósitos de
alimentos en el 'Santiago College' y había tomado medidas para la autodefensa
en caso que las autoridades perdieran el control de la situación".
LAS MILICIAS REPUBLICANAS
Por su
parte, la reacción chilena no permaneció neutral. Desde antes del 4 de junio y,
comprendiendo el peligro que para sus intereses representaba el movimiento
encabezado por Grove, creó las Milicias Republicanas, organizadas en base a las
Guardias Cívicas.
Un miembro
de esas milicias, Víctor Robles, en “Sobre la Milicia Republicana.
Reflexiones”, recuerda:
"...
en los días (finales) del gobierno del señor Juan Esteban Montero se vio la
necesidad de un organismo que defendiera el gobierno constitucional: los sucesos
del 4 de junio son su prueba. La guardia blanca manifestación de buena voluntad
de los ciudadanos, no pudo armarse, como eran los deseos del gobierno en ese
día negro".
TARTUFISMO DE EL
MERCURIO
La
oligarquía, por un lado conspiraba contra la República Socialista;
por el otro intentaba aparecer apoyándola. Era el caso de "El Mercurio", su principal vocero.
Con
fecha 9 de junio de 1932, este diario publicó en su edición santiaguina, un
artículo digno de una antología del cinismo. Escribió:
"En
los primeros momentos del golpe de Estado (del 4 de junio de 1932. Nota del autor) que ha traído
el cambio de gobierno, no hemos queridos
perturbar el ambiente.
"La Avanzada ha cambiado de
nombre, pero su naturaleza es la misma.
"Este
diario no es oligarca ni demagogo, no representa ni pretende defender otros
intereses que los de la colectividad, seguirá con solicitud serena y patriótica
la evolución del momento; no le tememos a los cambios, porque los socialistas
de hoy son los radicales de ayer y los liberales de anteayer.
"Orden,
prudencia y patriotismo; así y no de otra manera alcanzaremos el progreso de la República al cual aspiramos
todos".
LAS ANTIGUAS JERARQUÍAS DE LAS FF AA
Las
jerarquías militares, desplazadas del poder, calificaban a Grove de "comunista"
y repudiaban la experiencia "socialista". El capitán de ejército
Mario Bravo Lavín, refleja el pensamiento que entonces tenía la alta
oficialidad. Escribe en “Chile frente al socialismo y al comunismo”, publicado en
1934 :
"El
5 de junio, la Universidad
del Estado (se refiere a la
Casa Central de la Universidad de Chile. Nota del autor) se
transforma en cuartel general comunista y el pueblo desfila por las calles de
Santiago, agitando la bandera roja. Se vive un período de amenaza inminente de desbordes
populares, se forma el 'Consejo de Obreros y Campesinos'... Marca la República Socialista
el período de mayor descrédito de Chile en
Sudamérica y en el mundo, de mayor desconfianza, desconcierto y ruina en
el interior".
FIN DE UNA
VALIOSA EXPERIENCIA
Todas
estas presiones repercutieron en el seno de la Junta, donde no tardaron en surgir serias
contradicciones. El periodista Carlos Dávila, el hombre de los Estados Unidos
en ella, mostró posiciones cada vez más de derecha, oponiéndose a medidas que podían
afectar los intereses del imperialismo o de la oligarquía. Conspiró contra
Grove y Matte Hurtado y terminó por abandonar el gobierno el 12 de junio.
El 16
de junio, tuvo lugar frente a La
Moneda una masiva manifestación en apoyo a la República Socialista.
Más de 100 mil personas avivaron hasta
enronquecer a los líderes de ella, especialmente a Marmaduke Grove.
A esa
misma hora de la tarde, se puso en marcha el golpe de Estado, encabezado por
Carlos Dávila. Unidades de la guarnición de Santiago, que le apoyaban, tomaron la Base Aérea de El Bosque
y el edificio del Ministerio de Guerra.
Cuando
recién los últimos manifestantes se habían retirado, soldados rodearon La Moneda. Al darse cuenta
de la acción, Grove se abrió paso pistola en mano. En un pasillo del Palacio
Presidencial, tropezó con el general golpista Agustín Moreno, acompañado por el
coronel Pedro Lagos y Merino Benítez, quienes lo obligaron a rendirse. De allí
lo condujeron al regimiento Dragones, en calidad de preso. Posteriormente, junto
a Eugenio Matte Hurtado, fueron desterrados a la lejana Isla de Pascua.
Así
finalizó la breve República Socialista, que tuvo una existencia de sólo doce
días. A pesar de ello, esta República tuvo -como afirma el historiador
soviético José Lavretski- una importante consecuencia para las futuras batallas
sociales en Chile: generó el Partido Socialista, cuyo líder fue Grove".