martes, 2 de junio de 2020

LA MASACRE DE LA CORUÑA





Hace 95 años:  





                                                         Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                         Centro de Extensión e Investigación
                                                          Luis Emilio Recabarren,  CEILER






                         “…Tras  una serie de provocaciones patronales,  policiales y
                            autoridades locales,  tuvo lugar la horrenda   masacre de
                            La Coruña en la que con cobardía y ferocidad inigualadas,
                            fuerzas de artillería bombardearon la oficina, mientras las
                            de infantería acribillaban trabajadores”. (Hernán Ramírez
                            Necochea:     “Origen y Formación del Partido Comunista
                            de Chile”)
                                     
El poder del Presidente Arturo Alessandri, que había retornado a La Moneda en marzo de 1925, era  relativo. Quien  en verdad mandaba en el gobierno, era su Ministro de Guerra, el coronel Carlos Ibáñez. Pero, ambos coincidían en una política abiertamente antiobrera. Ella cuadraba perfectamente con los intereses de las empresas imperialistas británicas y norteamericanas.

Los trabajadores del norte minero avanzaban en organización y combates. Las autoridades asediaban y provocaban a los obreros. Simultáneamente reforzaron las tropas estacionadas en la pampa. En abril fueron enviados 500 soldados. A mediados de mayo comenzaron a llegar tropas regulares a las provincias de Tarapacá y Antofagasta.

LAS MANOS DE EE UU

Harry Campbell, Cónsul estadounidense en Iquique, se entrevistó con el comandante de la zona, Florentino La Guerra, agradeciéndole “a nombre de los intereses norteamericanos la pronta y efectiva protección ofrecida por el ejército”. El general chileno le recalcó que “la situación no está suficientemente clara en la pampa y todavía parece haber allí algunos agitadores profesionales que predican doctrinas comunistas por lo cual será necesaria una constante vigilancia durante algún tiempo para prevenir estallidos de grupos ostensiblemente influenciados por los agitadores”.
Otro tanto hizo el embajador estadounidense William Collier, dirigiéndose a los más altos niveles del gobierno de Chile.

LOS TRABAJADORES LUCHAN

Pero las amenazas y presiones no  impidieron las luchas obreras. El 29 de abril se declaró una huelga en el mineral de Chuquicamata. El 1º de mayo paralizó la pampa salitrera en conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores y en solidaridad con los mineros del cobre. El 7 de mayo los portuarios de Antofagasta se negaron a descargar barcos en apoyo a la huelga. Trabajadores marítimos y ferroviarios declararon boicot a las mercancías, barcos y pasajeros estadounidenses.

REPRESIÓN DE PATRONES

Los patrones respondieron con el despido selectivo de dirigentes y activistas en toda la pampa. En protesta contra estas arbitrarias medidas, declararon huelgas los operarios de las oficinas salitreras Santiago, Huara y San Pablo.

Continuó la ola represiva, treinta y cuatro portuarios fueron suspendidos en Caleta Buena.

En mayo de 1925, el Gobierno de Alessandri, de acuerdo con los militares, convocó a una Asamblea Constituyente a la que debían concurrir representantes de todos los partidos. Con ello se violó una promesa realizada por los oficiales que encabezaron el golpe de enero de 1925, en el sentido de reemplazar la Constituyente de 1833 por otra de corte progresista. Con la maniobra de hacer participar a todos los partidos, se entregaba la hegemonía de la Constituyente a los partidos burgueses.

MANIFIESTO DEL PC

Ante esta traición a la palabra dada, el Partido Comunista reaccionó publicando un Manifiesto en que señalaba que la clase obrera debía recuperar su total independencia y “constituir un Frente Único, olvidando ligeras diferencias ideológicas”. Al dar este paso, los comunistas  superaban las  desviaciones, tanto reformistas como de infantilismo revolucionario, en que habían caído al producirse el golpe militar del 23 de enero de 1925.

También en mayo de 1925 recrudecieron las protestas de los trabajadores en la provincia de Tarapacá.

         



PROVOCACIONES DEL GOBIERNO

A fines de ese mes, el gobierno, presionado por el Cónsul estadounidense en Iquique, autorizó al Gobernador del Departamento de Pisagua y al Intendente de Tarapacá a adoptar medidas contra dirigentes sindicales. El 31 de mayo, treinta y tres de ellos fueron detenidos en Pisagua y embarcados rumbo al sur. El 3 de junio,  clausuraron dos periódicos comunistas, entre ellos “El Despertar de los Trabajadores” de Iquique, cuyo editor fue  encarcelado; siendo  ambas imprentas requisadas.

LOS TRABAJADORES RESPONDEN

Ese mismo día, tuvo lugar una masiva concentración en el Alto de San Antonio, organizada por el Consejo Industrial de la FOCH, que agrupaba a numerosas oficinas de la zona. Se produjo un enfrentamiento entre los pampinos y policías, en que cayeron muertos dos de estos últimos.

Como respuesta a esa provocación montada por las autoridades, la FOCH llamó a una huelga general en el Cantón. El paro se extendió rápidamente a toda la provincia de Tarapacá.

El 4 de junio el puerto de Iquique amaneció paralizado. Estaban en huelga los obreros marítimos, ferroviarios y conductores de carretas.

PREPARANDO LA MASACRE

Tras  los sucesos ocurridos en el Alto de San Antonio, que forman parte de un plan de provocación y aniquilamiento del movimiento sindical por parte del gobierno, los trabajadores y sus familiares de esa área –aprovechando que los administradores han  viajado a Iquique-  se apoderan de las oficinas Galicia y La Coruña, con el fin de distribuir entre los habitantes los víveres que allí existían.

Entonces, el comandante general de armas y jefe de la guarnición de Iquique, Recaredo Amengual, comunicó al ministro de guerra, coronel Carlos Ibáñez que, “en la pampa había estallado la revolución soviética”.

Éste, convertido ya en hombre fuerte del gobierno, le ordenó que mandara tropas a la pampa y sometiera por la fuerza a los obreros.


LA CORUÑA, UNA OFICINA SALITRERA

En la oficina salitrera  La Coruña se habían reunido miles de trabajadores y sus familiares. Se cobijaron allí, buscando un lugar seguro ante las noticias de que los soldados, premunidos de ametralladoras, tenían orden de aniquilar a quienes, abandonando las oficinas, marcharan por la pampa.

La Coruña era, para las autoridades, la gran ocasión de culminar la campaña anti obrera. Y la aprovecharon bien.

El general Florentino La Guarda fue comisionado por el ministro de Guerra para llevar adelante la masacre.


                                     Oficina salitrera La Coruña


CON ARTILLERÍA

El 5 de junio de 1925 el ejército, con ferocidad, bombardeó la oficina de La Coruña con artillería y utilizó ametralladoras contra los trabajadores. Los resultados fueron sangrientos. Pero era sólo el comienzo. Durante 60 días y sus noches prosiguieron las matanzas. Miles de pampinos fueron encerrados en el Velódromo de Cavancha y  en el crucero O’Higgins, surto en la bahía. En las noches eran sacados hacia los cerros, obligados a cavar su propia tumba y muertos con tiro de fusil o a culatazos.

EL “PALOMEO DE ROTOS”

“Los que habían escapado a la redada –escribe Luis Corvalán, en su libro ‘Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar’-, vivían en los hoyos de las calicheras. Pero hasta allí llegaba la persecución. Al ir en las noches de uno a otro hoyo de las calicheras, los pampinos, con sus ‘cotas’ blancas, eran avistados por los piquetes del ejército, que disparaban contra ellos.  Los masacradores llamaban a este crimen ‘el deporte del palomeo de rotos’, porque al ser alcanzados por las balas, los pampinos caían –según ellos- como palomas  cazadas en vuelo”.

LAS MATANZAS SUMAN Y SIGUEN

Pero la crueldad de los militares no terminó con esto.

James Petras afirma que “quizás más espantosos todavía fueron los informes de que cientos de los arrestados en el norte habían sido ‘fondeados’ en el mar”. Entrega antecedentes de una carta cifrada, escrita por el Cónsul estadounidense en Arica con fecha 27 de junio de 1925, donde señala: “Se dice que cien huelguistas embarcados en el O’Higgins en Iquique fueron declarados desaparecidos al día siguiente y también se han usado ametralladoras contra los huelguistas de la pampa matando a mil de ellos“.

LA PAMPA CONVERTIDA EN CEMENTERIO

El historiador Hernán Ramírez sostiene, en  su obra ‘Origen y Formación del Partido Comunista de Chile’,  que en La Coruña, “en una acción comparable a la de la escuela Santa María de Iquique, fueron asesinados alrededor de tres mil obreros, mujeres y hasta niños”. 

                          

Según un informe presentado al Séptimo Congreso Nacional del Partido Comunista, realizado en Santiago en diciembre de 1925, por la delegación de Iquique, se denuncia que el general La Guarda “emprendió en la pampa Salitrera una campaña de fusilamientos y matanzas colectivas en las que cayeron los dirigentes que más se habían distinguido en los sindicatos legales constituidos en conformidad a la ley respectiva, dejando la pampa transformada en un vasto y macabro cementerio”.

AGRADECIENTOS POR LA MASACRE

El historiador Ricardo Donoso en su obra ‘Alessandri, agitador y demoledor’, sostiene que el Presidente Arturo Alessandri agradeció a las fuerzas armadas “los dolorosos esfuerzos y sacrificios patrióticamente gastados para restaurar el orden público y para defender la propiedad y la vida injustamente atacadas por instigadores de espíritus extraviados o perversos”. Otro tanto hizo el Coronel Ibáñez.
El general La Guarda sabedor a quienes benefició con la masacre, tuvo el descaro de sugerir al “vicecónsul de su Majestad que los servicios que había prestado a los intereses británicos podrían ser adecuadamente reconocidos con el otorgamiento de una condecoración inglesa”.

A PEDIDO DE LOS IMPERIALISTAS

Según James Petras “una reciente investigación en los archivos nacionales de Estados Unidos proporciona evidencia documental de los estrechos vínculos y la colaboración existente entre el gobierno de Arturo Alessandri Palma y los intereses mineros británicos y norteamericanos. Los archivos revelan que Arturo Alessandri provocó y ordenó –deliberadamente- la masacre de trabajadores salitreros en la pampa en  junio de 1925, para satisfacer las demandas de los hombres de negocios y los diplomáticos ingleses y estadounidenses”.

ALESSANDRI RECONOCE HABER PROVOCADO LA MASACRE

El embajador británico Hohler relató que, en una conversación sostenida con Alessandri  a comienzos de junio de 1925, éste se vanaglorió de haber provocado la masacre, pues le dijo muy claramente que él mismo había provocado la crisis... que sus agentes se habían estado ocupando durante un par de meses de investigar el sentimiento popular, las actividades de los comunistas y el estado de ánimo de los soldados. Conociendo estos tres elementos, Alessandri se había decidido actuar considerando que la mejor defensa era el ataque. La acción a la cual se refirió fue el cierre de la prensa comunista en el norte, lo que precipitó los ataques en las oficinas.




PRETENDIERON  DESTRUIR EL MOVIMIENTO OBRERO

Ante la intensificación del conflicto de clase entre los trabajadores chilenos y el capital foráneo, Alessandri y el alto mando militar, pretendieron destruir el movimiento obrero en el centro mismo de su poder, para consolidar sus lazos con el capital extranjero.

Elías Lafertte, enviado por la directiva nacional de la FOCH a investigar la masacre de La Coruña, fue detenido en el norte y permaneció largo tiempo en la cárcel.