Hoy se cumplen 141 años de la partida física de Carlos Marx. Entregamos a
las y los lectores del Boletín Rojo, un artículo escrito por nuestro Inolvidable
Historiador Iván Ljubetic Várgas.
A poco más de un año de morir su
compañera, el 14 de marzo de 1883, Karl Marx, el principal creador de la
doctrina marxista, se dormía para siempre. Estaba por cumplir los 65 años .
LOS PRIMEROS 25 AÑOS DE MARX (1818 – 1843)
Karl Marx nació en la ciudad
alemana de Trier, (Tréveris, en español), el 5 de mayo de 1818. El padre era un
abogado judío convertido al protestantismo. Su familia era acomodada y culta.
Después de cursar los estudios secundarios en Tréveris, siguió Derecho en las
Universidades de Bonn y de Berlín, dedicándose especialmente a la Historia y a la Filosofía.
En 1818, Marx se encontraba en la Universidad de Bonn,
donde llevó una vida estudiantil particularmente agitada -escribió poemas, fue
sancionado por .la autoridad académica y se batió en un duelo- tras la cual se
trasladó a la Universidad
de Berlín orientado por su padre. Éste le ordenó que estudiara derecho, cosa
que hizo, aunque lo fue sustituyendo por la filosofía. En la capital de Prusia,
Karl Marx cambió de hábitos, leyó vorazmente y alternó poco, mientras seguía
escribiendo versos.
Al finalizar sus estudios
universitarios en 1841, era un idealista hegeliano. En Berlín se incorporó al
Círculo de los “hegelianos de izquierda”, que intentaban sacar de la filosofía
de Hegel conclusiones ateas y revolucionarias. Luego Marx se trasladó a Bonn en
1842 con la intención de ganar una cátedra, lo que no consiguió.
LA GACETA
DEL RIN
Los burgueses radicales renanos
(de la región del Rin), que tenían ciertos puntos de contactos con los
hegelianos de izquierda, fundaron en Colonia un periódico de oposición, la
“Gaceta del Rin”, cuyo primer número salió el 1 de enero de 1842. Uno de sus
principales colaboradores fue Carlos Marx, que en octubre de 1842 fue nombrado
redactor jefe del periódico, trasladándose de Bonn a Colonia. Bajo su dirección
la tendencia democrática y revolucionaria de la “Gaceta del Rin” fue
acentuándose.
El gobierno reaccionario ordenó el
cierre del periódico. Entonces, Marx se dedicó a estudiar economía política.
MARX SE CASA CON JENNY VON WESTPHALEN
Jenny von Westphalen, había nacido
baronesa el 12 de febrero de 1814 en Salzwedel, Reino de Prusia. Se crió en
Tréveris y fue amiga de Marx desde la infancia. Ella pertenecía a una
reaccionaria familia de la nobleza prusiana.
Jenny participaba de las
recepciones que brindaba su aristocrática familia y era conocida como “la reina
de los bailes de Tréveris”.
Pero Jenny abandonó ese estilo de
vida para elegir otro camino: el de la lucha de la clase obrera. Ya desde joven
cuestionaba las ideas de su padre, simpatizando con la “fiesta de Hambach”, una
manifestación de 1832 en la que estudiantes, intelectuales, campesinos y
burgueses liberales proclamaron la unidad de Alemania. Con su hermano Edgar y
su amigo Karl Marx pasaban largas horas hablando sobre la revolución.
Su hermano mayor era el barón
Ferdinand von Westphalen, fue Ministro del Interior de Prusia, durante una de
las épocas más reaccionarias, entre 1850 y 1858. y ordenó el arresto y
deportación de su cuñado, iniciando Marx su largo exilio en Londres.
Jenny y Karl Marx se encontraban
regularmente cuando niños. Ella era cuatro años mayor que él. Durante la
adolescencia se convirtieron en amigos íntimos, ya que ambos eran cultos y
apasionados por la literatura. En el verano de 1835 comenzaron su noviazgo.
Según Marx, quien confesaba estar muy enamorado, ella era la joven más linda de
Tréveris.
El Barón Ludwig von Westphalen,
padre de Jenny, era también amigo de Heinrich, el padre de Marx. El joven Karl
también se convirtió en amigo y admirador del barón; juntos solían realizar
largas caminatas, durante las cuales hablaban de filosofía y de literatura
inglesa.
Jenny y Karl se comprometieron en
1836, un año después él le dedicaría a ella un compendio de numerosos poemas de
amor.
Por ejemplo en 1837, Marx escribió
su poema “Amor nocturno”, describiendo la pasión desbordada que sentía por
Jenny. Conozcamos un fragmento de éste:
“Frenético, él la abraza,
y mira oscuramente en sus ojos.
“Ardes dolorosamente, querida,
y en mi respiración suspiras”.
“¡Ah, has bebido de mi alma,
y en verdad mío es tu resplandor!
Mi joya, brillas por entero,
y resplandece tu sangre de
juventud”.
“Tú, la más dulce, tan pálido tu
rostro,
tan maravillosamente extrañas tus
palabras,
ves al través de la gracia de la
música
cómo se deslizan los universos más
elevados”.
Finalmente se casaron el 21 de
mayo 1843 en la iglesia de San Pablo en Kreuznach. Jenny fue la fiel compañera
de Marx.
EL PERÍODO DE PARÍS (OCTUBRE DE 1843 – 1845)
Poco tiempo después, en octubre de
1843, Karl y Jenny se trasladaron a París. y se hicieron amigos del poeta
alemán Henrich Heine.
La idea de Marx era publicar en la
capital francesa una revista de tipo revolucionario. Logró publicar un primer
cuaderno de “Anales Franco Alemanes”. Fue el único que vio la luz.
EL IMPORTANTE ROL DE JENNY WESTPHALEN
Jenny
Jenny, escritora, fue una
importante colaboradora y una significativa interlocutora intelectual de Marx.
Era la primera en leer sus trabajos, escritos en una letra indescifrable,
excepto para su esposa. Por eso, Jenny fue la encargada de “traducir” sus
textos, pasarlos en limpio y enviarlos a la imprenta. Así, se convirtió en una
de las primeras personas en comprender sus ideas. Dedicando su vida a luchar
junto a la clase obrera y participando incluso en las discusiones con el
filósofo Ludwig Feuerbach y los anarquistas Proudhon y Bakunin.
Con razón, Eleanor, su hija menor,
dirá posteriormente: “se casó mi padre con su amiga y camarada.”
En 1844 dos hechos importantes:
nació su hija Jenny y Marx conoció en septiembre a Friedrich Engels. A partir
de ese momento fue su gran amigo y compañero. Ambos participaron en las
actividades de los grupos revolucionarios de la capital francesa.
EL PERÍODO DE BRUSELAS: EL DURO
EXILIO (1845 – 1848)
La familia vivía de préstamos en
Francia. Y la situación se agravó cuando Marx fue expulsado de París por
revolucionario peligroso, en enero de 1845. Se establecieron en Bruselas,
Bélgica.
Jenny siempre se preocupó de pagar
las deudas, empeñando lo poco que tenían; pedía préstamos o adelantos de
herencias a sus familiares. Soportaba las adversidades, las penurias. Ella no
sólo había elegido a Marx como su marido, sino también eligió libre y
conscientemente, la lucha por la revolución proletaria.
EL MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA
En 1847, Marx y Engels se
afiliaron a la Liga
de los Comunistas, una sociedad secreta. Tomaron parte destacada en el II
Congreso de esta organización, celebrado en Londres en noviembre de 1847. Fue
en ese evento cuando se les encargó escribieran el programa de la Liga.
Marx, Engels y Jenny, que fue la
primera mujer militante de la
Liga de los Comunistas, se sumergieron en la tarea. Ella
trascribía, redactaba, opinaba.
El resultado fue el famoso
“Manifiesto del Partido Comunista”, cuya primera edición apareció en Londres,
en alemán, el 24 de febrero de 1848. Es considerado el acta de nacimiento de la
doctrina marxista, que se inicia diciendo:
“La historia de toda sociedad
hasta nuestros días no ha sido sino la historia de las luchas de clase. Hombres
libres y esclavos, patricios y plebeyos, nobles y siervos, maestros artesanos y
jornaleros, en una palabra, opresores y oprimidos, en lucha constante,
mantuvieron una guerra ininterrumpida, ya abierta, ya disimulada; una guerra
que terminó siempre, bien por una transformación revolucionaria de la sociedad,
bien por la destrucción de las dos clases antagónicas”.
“Esta obra –escribió Lenin- expone
con una claridad y una brillantez geniales, la nueva concepción del mundo, el
materialismo consecuente aplicado también al campo de la vida social, la dialéctica
como la más completa y profunda doctrina del desarrollo, la teoría de la lucha
de clases y el papel revolucionario histórico mundial del proletariado como
creador de una sociedad nueva, de la sociedad comunista”. En 1847 nació el hijo
Edward, que moriría en Londres ocho años después.
EL PERÍODO DE COLONIA (1848 – 1849)
La Nueva Gaceta del Rin
Al estallar la revolución de
febrero de 1848, Marx fue expulsado de Bruselas. Se trasladó nuevamente a
París, desde donde, después de la revolución de marzo, pasó a Alemania,
quedándose en Colonia. Desde el 1 de junio de 1848 al 19 de mayo de 1849,
apareció en esta ciudad la “Nueva Gaceta del Rin”, que tenía a Marx como
director jefe. Los planteamientos de Marx fueron confirmados por los
acontecimientos revolucionarios de 1848 y 1849.
El 16 de mayo de 1849 fue
expulsado de Alemania por el hermano mayor de su esposa Jenny, el barón
Ferdinand von Westphalen.
Marx, con su familia, vivió un
breve período en París, de donde fue expulsado después de la manifestación del 13
de junio de 1849. En Alemania, Ferdinand Lassalle, abogado y político
socialista alemán, realizó una colecta en beneficio de Marx. Con lo reunido,
éste pudo cancelar los pasajes para Inglaterra. Entonces, se dirigió con su
familia a Londres, donde pasó el resto de su vida.
EL PERÍODO DE LONDRES (1849 – 1883)
Las condiciones de vida de la
familia de Carlos Marx en el exilio fueron muy penosas. A no ser por la
constante ayuda económica de Friedrich Engels, la familia habría sucumbido bajo
el peso de la miseria. Tres de sus hijos murieron en la infancia, en Londres,
cuando atravesaban extraordinarias dificultades económicas. Sólo sobrevivieron
a esos tiempos difíciles sus hijas Jenny, Laura y Leonor.
EVOCACIONES DE WILHELM LIEBKNECHT
Wilhelm Liebknecht, político
socialista alemán, uno de los fundadores del Partido Socialdemócrata de
Alemania, padre de Karl y Theodor Liebknecht, escribió varias obras sobre Marx.
Una de ellas fue “Por los campos y los eriales”. En ella relata lo siguiente:
“Marx perdió varios hijos, entre
ellos dos varones; el uno, nacido en Londres, murió casi en seguida; el otro,
nacido en París, falleció después de una larga enfermedad crónica: la muerte de
este último fue un terrible golpe para Marx. Recuerdo aún las tristes semanas
de aquella enfermedad, sin esperanza de curación. El chiquillo se llamaba
Edgard, en recuerdo de su tío, pero era más conocido por nosotros con el
sobrenombre de “Mosco”; manifestaba gran inteligencia, pero desgraciadamente
era muy enfermizo: el pobre pequeñito tenía dos ojos espléndidos y una cabeza
que prometía mucho, pero que parecía demasiado pesada para su cuerpo raquítico.
Si el pobre “mosquito” hubiera podido recibir cuidados constantes, a la orilla
del mar o en el campo, tal vez se habría salvado; pero la vida errante, los
viajes continuos y forzados, la existencia miserable que sobrellevó en Londres,
no eran nada apropiados para preservar y proteger aquella frágil naturaleza en
la lucha por la vida; el tierno amor de sus padres y los cuidados infinitos de su
madre, fueron impotentes. “Mosco” murió. Nunca olvidaré esta escena… La madre
abismada en un dolor mudo, inclinada sobre el cadáver de su hijo; Lenchen, de
pie, muy cerca, sacudida por los sollozos; Marx víctima de una terrible
excitación, rehusando duramente, casi con hostilidad, todo consuelo; las dos
chiquillas, llorando dulcemente y estrechándose contra su madre. La madre,
hundida en el dolor, anudaba convulsivamente sus brazos alrededor de las dos
criaturas, como si hubiera querido fundirlas con ella y protegerlas contra la
muerte que acababa de arrebatarle a su hijo”. (Edgard había nacido en 1847 y
falleció en 1855).
JENNY RELATA UN DÍA EN EL EXILIO
Jenny Westphalen en carta dirigida
a un amigo; Joseph Weydemeyer y fechada en Londres el 20 de mayo de 1850, le
relata un terrible día de 1849:
“Le describiré un día de esta
vida, exactamente –tal como era, y comprenderá usted que pocos emigrantes quizá
han pasado por algo semejante. Como las nodrizas son aquí demasiado caras
decidí alimentar yo misma a mi hijo, a pesar de que sufría de terribles dolores
en el pecho y en la espalda. Pero el pobre angelito bebía tanta preocupación y
acallada ansiedad, que se alimentaba mal y sufría terriblemente de día y de
noche. Desde que vino al mundo no ha dormido una sola noche completa, dos o
tres horas cuando más y eso raramente. Ha sufrido recientemente también de
violentas convulsiones y no ha dejado de estar entre la vida y la muerte. En
medio de su dolor, mamaba tan desesperadamente que mi pecho se irritó, la piel
se agrietó y muchas veces la sangre llenaba su boquita temblorosa. Estaba
sentada con él un día, en estas condiciones, cuando entró nuestra casera. Le
habíamos pagado 250 táleros en el invierno y habíamos acordado que en el futuro
no le entregaríamos el dinero a ella sino a su arrendador, que tenía un auto
judicial contra ella. Negó el acuerdo y exigió cinco libras que todavía le
debíamos. Como no teníamos el dinero en ese momento vinieron dos alguaciles y
me embargaron los pocos objetos que poseía —ropa, camas—, todo, hasta la cuna
de mi pobre hijito y los mejores juguetes de mis hijas, que se pusieron a
llorar amargamente.
Amenazaron con llevarse todo en el
término de dos horas. Habría tenido que dormir sobre el piso, con mis hijas
heladas y mi pecho enfermo. Nuestro amigo Schramm se apresuró a ir al centro de
la ciudad, en busca de ayuda. Subió a un coche, pero los caballos tropezaron y
salió despedido del coche y lo trajeron sangrando a la casa, donde yo me
encontraba en sollozos con mis pobres hijos que temblaban de frío.
Tuvimos que abandonar la casa al
día siguiente. Hacía frío, llovía y estaba oscuro. Mi marido, nos buscaba
acomodo. Cuando mencionaba a los cuatro niños nadie nos aceptaba. Por fin un
amigo nos ayudó, pagamos la renta y rápidamente vendí todas las camas para
pagar al farmacéutico, al panadero, al carnicero y al lechero que, alarmados
ante el embargo, de repente me asediaron con sus cuentas. Las camas que
habíamos vendido fueron sacadas y colocadas en una carretilla. ¿Qué sucedía? Ya
se había puesto el sol. Estábamos contraviniendo las leyes inglesas. El dueño
de la casa nos alcanzó con dos guardias, sosteniendo que podía haber algunas de
sus pertenencias entre nuestras cosas y que queríamos marchamos al extranjero.
En menos de cinco minutos había dos o trescientas personas reunidas, frente a
nuestra puerta: toda la gente de Chelsea. Las camas fueron traídas de nuevo, no
pudieron ser entregadas al comprador sino después de salir el sol, al día
siguiente. Cuando vendimos todas nuestras pertenencias me fui con mis pequeños
a las dos pequeñas habitaciones que ahora ocupamos en el Germán Hotel,
Leicester St., Leicester Square 1. Allí, por 5 libras a la semana se
nos dio una acogida humana”.
DE CÓMO MARX AMABA A SU COMPAÑERA
Marx amó profundamente a Jenny. En
una carta que le escribió el 21 de junio de 1856 le decía:
“Querida mía: De nuevo te escribo
porque me encuentro solo y porque me apena siempre tener que charlar contigo
sin que lo sepas ni me oigas, puedes contestarme… Te veo, siento, toda delante
de mí, como de carne y hueso…
“La separación temporal es útil y
que la comunicación constante origina la apariencia de monotonía que lima las
diferencias entre las cosas. Hasta las torres de cerca no parecen tan altas,
mientras que las menudencias de la vida diaria, al tropezar con ellas, crecen
desmesuradamente. Lo mismo sucede con las pasiones: los hábitos
consuetudinarios que, como resultado de la proximidad se apoderan del hombre
por entero y toman forma de pasión, dejan de existir tan pronto desaparece del
campo visual su objeto directo. Las pasiones profundas, que como resultado de
la cercanía de su objetivo se convierten en hábitos consuetudinarios, crecen y
recuperan su vigor bajo el mágico influjo de la ausencia.
“Así es mi amor. Al punto que nos
separa el espacio, me convenzo de que el tiempo le sirve a mi amor tan solo
para lo que el sol y la lluvia sirven a la planta: para que crezca. Mi amor por
ti, cuando te encuentras lejos de mí, se presenta tal y como es en realidad:
como un gigante; en él se concentra toda mi energía espiritual y todo el vigor
de mis sentimientos.
“Adiós, querida mía, te mando a ti
y a nuestras hijas miles y miles de besos. Tu Carlos”.
“EL CAPITAL”: EL MÉTODO DE TRABAJO DE MARX
Unánimemente considerada como la
obra esencial de Karl Marx, “El Capital” es un magno tratado en tres volúmenes.
El primero se publicó en Hamburgo en 1867; el segundo y el tercero fueron
publicados por Engels después de la muerte del autor, respectivamente en 1885 y
en 1894.
Karl Marx se sobrepuso a las
persecuciones y a la agobiante situación económica y escribió numerosas obras,
entre ellas El Capital. Pero también actuó en la práctica como un
revolucionario.
La forma en que Marx enfrentó el
trabajo de “El Capital” nos sirve para conocer su método de estudio, de
investigación científica.
Antes de publicar el primer tomo
de esta obra monumental, la más importante de todas las que escribió, laboró
una serie de grandes trabajos preliminares a modo de monografías. Éstas no
estaban destinadas a ser publicadas, sino que le servían al propio Marx para
dominar las cuestiones a tratar. Estas monografías llenaban siete cuadernos.
Esta gigantesca labor previa de
investigación científica la inició el año 1843 y sólo en 1853 se lanzó a la
tarea de redactar “El Capital”.
Marx consideró posible publicar el
trabajo “Contribución a la crítica de la Economía Política”,
que constituye los dos primeros capítulos del primer tomo, sólo después de 15
años de estudio y elaboración crítica de la literatura económica.
Y 24 años después de haber
iniciado sus investigaciones científicas publicó “EL Capital”.
Debemos tener en consideración la
difícil existencia material de la familia de Marx, lo que le exigía ganarse el
sustento; además tenía la enorme tarea de ser el jefe y organizador del partido
revolucionario, junto a ello, la constante y tenaz lucha contra las corrientes
pequeñoburguesas hostiles al partido. Todo esto le ocupaba mucho tiempo y
energías, por lo que parece imposible que la enorme labor preparatoria de “El
Capital” haya sido hecha por una sola persona. Pero, sin embargo, Marx la hizo.
Y para entender lo gigantesco de esta labor, digamos que datos incompletos
indican que estudió y resumió más 1.500 libros para su obra “EL Capital”.
Marx se pasaba trabajando diez
horas diarias en la biblioteca del Museo Británico.
Jenny fue una importante
colaboradora en la transcripción de los originales de El Capital, que la sabía
una obra que marcaría la historia, desenmascarando a la burguesía y mostrando a
los trabajadores la existencia finita de un sistema de explotación que los
oprime a diario. Por eso ayudó a promocionarlo, escribiendo cartas a diferentes
redactores de periódicos alemanes. También se encargó de la correspondencia de la Asociación Internacional
de Trabajadores, la
Primera Internacional.
PAUL LAFARGUE: DE CÓMO ESTUDIABA MARX
Paul Lafargue, periodista, médico,
miembro de la
Primera Internacional, revolucionario franco-español de
origen cubano, se casó con Laura una de las hijas de Karl Marx. Escribió un
libro titulado “Recuerdos sobre Marx”, en donde relata sobre la forma en que
trabajaba Karl Marx. Señala;
“A pesar de que se acostaba muy
tarde, Marx se levantaba siempre entre las ocho y las nueve de la mañana,
tomaba un poco de café negro, leía los periódicos y se dirigía a su estudio,
donde trabajaba hasta las dos o tres de la madrugada. Sólo interrumpía su
trabajo para comer y, cuando lo permitía el tiempo, para dar un paseo por
Hampstead Heath al atardecer. Durante el día dormía algunas veces una o dos
horas en el sofá.
En su juventud trabajaba con
frecuencia toda la noche. Marx sentía pasión por el trabajo. Se absorbía tanto
en él que muchas veces se olvidaba de comer. Frecuentemente había que llamarlo
varias veces para que fuera al comedor y apenas había terminado con el último
bocado cuando regresaba a su estudio. Comía muy poco y hasta sufría de falta de
apetito. Trataba de vencerlo con alimentos muy condimentados: jamón, pescado
ahumado, caviar, pepinillos. Su estómago tenía que resentir la enorme actividad
de su cerebro. Sacrificaba todo su cuerpo al cerebro”.
SU HIJA LEONOR RECUERDA LA ACTIVIDAD DE MARX EN EL MOVIMIENTO OBRERO
En la biografía escrita por su
hija Eleonor Marx titulada “Mi Padre” escribe:
“El movimiento obrero llegaba a
tener tal importancia que Marx pensó en realizar el proyecto que tanto le
interesaba: organizar una Internacional Obrera a base de los países más
adelantados de Europa y América. En abril de 1864, los trabajadores de
distintos países se reunieron para manifestar sus simpatías por Polonia. En
aquel acto se acordó fundar la
Internacional, llevándose a efecto en Saint Martin’s Hall
(Londres) el 28 de septiembre de 1864, bajo la presidencia del profesor Beesly.
Se eligió un Comité o Consejo
provisional y Marx redactó un llamamiento inaugural y unos Estatutos que no
eran aún definitivos. En tal llamamiento pinta Marx la miseria de la clase
obrera, miseria que se manifiesta incluso en épocas de prosperidad comercial, y
pide la unión de esfuerzos a los obreros de todos los países. Como diez años
antes en el ‘Manifiesto Comunista’, el llamamiento contenía esta frase de Marx:
‘¡Proletarios de todos los países, uníos!’.
Puntualizar la actividad de Marx
en la Internacional,
equivaldría a escribir la historia de ésta. Fue mi padre Secretario de las
secciones proletarias de Alemania y Rusia en la Internacional y
animador de los Congresos sucesivos. Los manifiestos, con excepción de uno o
dos, desde el llamamiento inaugural a ‘La Guerra Civil en
Francia’, fueron redactados por Marx.”
MARX Y LOS NIÑOS
Recuerdos de su hija Eleanor Marx:
“Era en su relación con los niños
donde Marx era quizás más encantador. No ha habido compañero de juegos más
agradable para los niños. El recuerdo más antiguo que tengo de él data de mis
tres años, y “Mohr” (Moro es español) un
viejo apodo familiar, me llevaba cargada sobre sus hombros alrededor de nuestro
pequeño jardín en Grafton Terrace poniéndome flores en mis cabellos castaños.
Mohr era, en opinión de todos nosotros, un espléndido caballo. Antes —yo no
recuerdo aquellos días, pero me lo han contado— mis hermanas y mi hermanito
—cuya muerte poco después de mi nacimiento fue una pena de toda la vida para
mis padres— “arreaban” a Mohr, atado a unas sillas sobre las que se “montaban”
y que él tenía que arrastrar… Personalmente —quizás porque no tenía hermanas de
mi edad— prefería a Mohr como caballo de montar. Sentada sobre sus hombros,
agarrada a su gran crin de pelo, negro por aquella época, apenas con un poco de
gris, me dio magníficos paseos por nuestro pequeño jardín y por los terrenos
—ahora construidos— que rodeaban nuestra casa de Grafton Terrace”.
MARX Y SUS HIJAS
Recuerdos de Paul Lafargue:
“Marx se pasaba horas jugando con
sus hijas. Éstas recuerdan todavía las batallas marítimas en una gran tina de
agua y el incendio de las flotas de barcos de papel que les hacía y a los que
prendían fuego después para su gran entusiasmo.
Los domingos sus hijas no lo
dejaban trabajar; les pertenecía por todo el día. Si el tiempo era bueno, toda
la familia iba a dar un paseo por el campo. En el camino, se detenían en alguna
posada modesta a comprar pan, queso y cerveza de jengibre. Cuando sus hijas
eran pequeñas les hacía sentir más corto el camino durante un largo paseo
contándoles interminables historias fantásticas que inventaba en medio de la
marcha, desarrollando y haciendo más tensas las complicaciones de acuerdo con
la distancia que tenían que recorrer, de modo que las pequeñas se olvidaran del
cansancio al escucharlo. Tenía una imaginación incomparablemente fértil”.
RECUERDOS DEL OBRERO FRIEDRICH LESSNER
“La casa de Marx estuvo abierta
para todos los compañeros; nunca olvidaré las horas agradables que he pasado yo
y otros en compañía de su familia. ¡Cómo brillaba allí la incomparable señora
Marx! Alta, de apariencia distinguida, de una rara belleza, pero tan
extraordinariamente buena, amable y espiritual y tan desprovista de todo
orgullo, de toda displicencia, que uno se sentía en casa de ella como al lado
de una madre o de una hermana. Toda ella hacía evocar los versos del poeta
popular escocés, Robert Burns: “Mujer, encantadora mujer, el cielo te ha
destinado para suavizar al hombre”. Plena de entusiasmo por el movimiento
obrero, se sentía transportada de alegría ante cada victoria obtenida en la
lucha contra la burguesía.
Las hijas de Marx estaban
acostumbradas, desde niñas, a sentir un profundo interés por el movimiento
obrero. Y se explica, pues éste era el principal tema de conversación en casa
de Marx, y las relaciones entre él y sus hijas eran lo más tiernas y libres que
se puede imaginar. Sus hijas lo trataban como se trata a un hermano o a un
amigo, pues Marx desdeñaba todos esos atributos exteriores de la autoridad
paterna. Era el camarada de sus hijos cuando tenía tiempo de jugar con ellos, y
en los asuntos serios era su consejero. Decía que lo que más le gustaba del
Cristo de la Biblia
era su amor por los niños. Cuando no tenía nada que hacer en la calle y se iba
de paseo por Hampstead Heath, podía verse con frecuencia al autor de El Capital
jugar a la ronda con una banda de pilluelos.
Marx apreciaba siempre todo
esfuerzo sincero y toda posición independiente; como todos los hombres
verdaderamente superiores, estaba desprovisto de vanidad. Ya he dicho que tenía
inmenso interés por la opinión de los más simples obreros y que venía con
frecuencia a mi casa por las tardes y me llevaba a pasear y a discutir toda
clase de cuestiones. Naturalmente, yo lo dejaba hablar tanto como era posible,
pues se experimentaba un gran placer escuchándolo y viendo cómo desenvolvía sus
ideas, y su conversación me apasionaba de tal modo que lo dejaba con pena. Era
un compañero tan agradable que atraía y encantaba, podría decir, a todo el que
se le aproximaba. Tenía una risa cordial y una ironía que respiraba franqueza.
Cuando se tenían noticias del éxito de nuestros camaradas en un país
cualquiera, manifestaba su alegría en la forma más bullanguera, arrastrando con
él a todos los que lo rodeaban. ¡Y se alegraba tanto del más insignificante
éxito electoral de nuestros camaradas de Alemania, de toda huelga ganada, como
se hubiera alegrado hoy de las manifestaciones monstruosas de mayo último! En
cuanto a los ataques de sus adversarios, no hacía sino reír y había que ver con
qué ironía, con qué sarcasmo hablaba de ellos”.
LAS RESPUESTAS DE MARX
En un manuscrito de Laura, una de
las hijas de Marx, en inglés, de puño y letra suyos encontramos las respuestas
que Karl Marx había dado a un cuestionario preparado por sus jóvenes hijas en
una especie de juego cultural, y que son las que aquí se reproducen:
Virtud favorita: La sencillez.
Virtud favorita en el hombre: La
fortaleza.
Su rasgo principal: La unidad de
propósito.
Idea de la felicidad: Luchar.
Idea de la desgracia: La sumisión.
El vicio que más excusa: La
credulidad.
El vicio que más detesta: El
servilismo.
Ocupación favorita: Ratón de
biblioteca.
Poeta favorito: Shakespeare, Esquilo, Goethe.
Prosista favorito: Diderot.
Héroe favorito: Espartaco, Kepler.
Flor favorita: Dafne.
Color favorito: Rojo.
Nombre favorito: Laura, Jenny.
Plato favorito: Pescado.
Máxima favorita: Nada de lo humano
me es ajeno.
Lema favorito: Hay que dudar de
todo.
MUERE JENNY Y POCO DESPUÉS KARL
El 2 de diciembre de 1881 murió en
Londres, víctima de un cáncer hepático su heroica y abnegada esposa, Jenny von
Westphalen. Fue un golpe terrible para Marx. Éste, que desde su juventud fue
aficionado a escribir poesías, al fallecer su compañera le dedicó
“Soneto Final a Jenny”:
Una cosa, pequeña, debo aún
decirte:
gozoso acabo esta canción de adiós
las últimas ondas de plata van a
buscar
el aliento de Jenny para encontrar
su alma.
Saltando alegres por rocas y
torres,
corriendo a través de torrentes y
lluvias,
mientras las horas con el pulso
vital
buscan consagrar en ti su
plenitud.
Envuelto en el amplio manto de mi
ardor
elevado y brillante el corazón de
orgullo,
triunfalmente libre de fuerzas y
presiones.
Recorro con firmeza el espacioso
terreno,
el dolor se deshace ante tu cara
luminosa
y del árbol de la vida brotan los
sueños.
A poco más de un año de morir su
compañera, el 14 de marzo de 1883, Marx, el principal creador de la doctrina
marxista, se dormía para siempre. Estaba por cumplir los 65 años .
LO DESPIDE SU AMIGO Y CAMARADA FRIEDRICH ENGELS
Los funerales de Karl Marx se efectuaron
en el Cementerio de Highgate, Londres, el 17 de marzo de 1883. Ante su tumba,
su amigo y camarada, Friedrich Engels, pronunció un histórico discurso, en
donde dijo:
“El 14 de marzo, a las tres menos
cuarto de la tarde, dejó de pensar el más grande pensador de nuestros días.
Apenas lo dejamos dos minutos solo, y cuando volvimos, lo encontramos dormido
suavemente en su sillón, pero para siempre.
Es de todo punto imposible
calcular lo que el proletariado militante de Europa u de América y la ciencia
histórica han perdido con este hombre. Muy pronto se dejará sentir el vacío que
ha abierto la muerte de esta figura gigantesca.
Así como Darwin descubrió la ley
del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo
de la historia humana; el hecho, tan sencillo, pero oculto hasta él bajo la
maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber,
tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte,
religión, etc.; que, por tanto la producción de los medios de vida inmediatos,
materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo
de un pueblo o de una época es la base a partir de la cual se han desarrollado
las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e
incluso las ideas religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por
tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se venían haciendo.
Pero no es esto sólo. Marx
descubrió también la ley específica que mueve el actual modo de producción
capitalista y la sociedad burguesa creada por él. El descubrimiento de la
plusvalía iluminó de pronto estos problemas, mientras que todas las
investigaciones anteriores, tanto las de los economistas burgueses como las de
los críticos socialistas, habían vagado en las tinieblas…”
“Marx era ante todo un
revolucionario. Cooperar, de este o del otro modo, al derrocamiento de la
sociedad capitalista y de las instituciones políticas creadas por ella,
contribuir a la emancipación del proletariado moderno, a quien él había
infundido por primera vez la conciencia de su propia situación y de sus
necesidades, la conciencia de las condiciones de su emancipación: tal era la
verdadera misión de su vida. La lucha era su elemento. Y luchó con una pasión,
una tenacidad y un éxito como pocos”.
“Marx era el hombre más odiado y
calumniado de su tiempo. Los gobiernos, lo mismo los absolutistas que los
republicanos, le expulsaban. Los burgueses, lo mismo los conservadores que los
ultras demócratas, competían a lanzar difamaciones contra él. Marx apartaba
todo esto a un lado como si fueran telas de araña, no hacía caso de ello; sólo
contestaba cuando la necesidad imperiosa lo exigía. Y ha muerto venerado,
querido, llorado por millones de obreros de la causa revolucionaria, como él,
diseminados por toda Europa y América, desde las minas de Siberia hasta
California.
Y puedo atreverme a decir que, si
pudo tener muchos adversarios, apenas tuvo un solo enemigo personal. Su nombre
vivirá a través de los siglos, y con él su obra”.
Así finalizó sus palabras,
Friedrich Engels, su amigo y compañero, el 17 de marzo de 1883, en el
Cementerio Highgate, en Londres.
Principales Obras de Karl Marx
• — 1845 Tesis sobre Feuerbach.
• — 1847 Trabajo asalariado y
capital.
• — 1847 La miseria de la
filosofía.
• — 1848 Discurso sobre el libre
cambio.
• — 1849 Trabajo asalariado y
capital.
• — 1850 Las luchas de clases en
Francia de 1848 a
1850.
• — 1851-1852 El dieciocho
brumario de Luis Bonaparte.
• — 1859 Contribución a la Crítica de la Economía Política.
• — 1864 Manifiesto inaugural de la Asociación Internacional
de los Trabajadores.
• — 1865 Salario, precio y
ganancia.
• — 1867 El Capital.
• — 1871 La guerra civil en
Francia.
• — 1874 Acotaciones al libro de
Bakunin El Estado y la
Anarquía.
• — 1875 Crítica al Programa de
Gotha.
Obras escritas en colaboración con
Engels
• — 1845 La ideología alemana.
• — 1845 La sagrada familia.
• — 1848 Manifiesto del Partido
Comunista.
• — 1850 Circular del Comité
Central a la Liga
Comunista.
• — 1872 Las pretendidas
escisiones de la
Internacional.