sábado, 15 de enero de 2011

RICARDO FONSECA combatiente ejemplar

Luis Corvalán


INTRODUCCIÓN NECESARIA

Este libro apareció en 1952., como elaborado por la Comisión de Estudios Históricos del Comité Central. El Partido se hallaba todavía en la ilegalidad y el compañero Corvalán tenia entonces a su cargo el aparato de propaganda, razón por la cual se estimó conveniente que no apareciera la firma del autor. Su nombre se dio a conocer por primera vez en El Siglo del día 10 de enero de 1956.

Han transcurrido casi 20 años desde que se publicó la primera edición de "Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar". En este período se han producido significativos cambios en la situación social y política del país, en la gravitación de las clases y capas sociales, en la composición y la linea de los partidos populares. Por esto, algunas referencias y apreciaciones que se hacen en estas páginas no corresponden a la situación de hoy.

El mismo Partido Comunista ha tenido no pocos cambios cualitativos. Por ejemplo, hace ya algunos años no enfoca la revolución chilena, tal cual lo hacía en 1952, como un proceso revolucionario "democrático burgués" y tiene una opinión distinta a la expresada en ese tiempo respecto del papel de Stalin. No obstante, se ha considerado preferible mantener en todo el texto primitivo de este libro, salvo en unas pocas frases que se han eliminado o han tenido correcciones de detalle.

La reedición de este libro se venia haciendo necesaria porque a través de la vida y de la lucha de Ricardo Fonseca aparece un buen trozo de la historia del Partido Comunista y en estas páginas se ha recogido gran parte de la experiencia revolucionaria chilena.


Los Editores.


Prólogo de

GALO GONZALEZ DIAZ

A la Primera Edición


El presente libro corresponde a la vida y la lucha de un gran revolucionario, de un combatiente de primera línea de la vanguardia de la clase obrera y el pueblo, el Partido Comunista. En sus páginas surgen los rangos esenciales de la personalidad del inolvidable camarada Ricardo Fonseca, su afición por el estudio, su perseverancia, su firmeza revolucionaria, su carácter cordial con sus compañeros de Partido, su profundo odio hacia los enemigos del pueblo, su inconmovible fe en las fuerzas de la paz, de la democracia y del socialismo, que encabeza la gran Unión Soviética.

En 1932, después de salir en libertad los que asistimos al "Congreso de Lo Ovalle" -Congreso que cayó íntegro en poder de la policía debido a una delación de elementos trotskistas-, estuve algunos días hospedado en la casa del camarada Fonseca. Fue entonces cuando lo conocí, habiendo seguido desde esa época paso a paso su vida revolucionaria de combatiente verdaderamente ejemplar. De esta vida surgen valiosas enseñanzas para todos los militantes de nuestro partido, enseñanzas que se consignan en esta obra que ha sido redactada, bajo la dirección del Secretariado, por la Comisión de Estudios Históricos Anexa al Comité Central.

La vida de Ricardo Fonseca es un ejemplo de amor y perseverancia en el estudio. Desde sus primeros años de escolar se distinguió por su anhelo de aprender y su constancia para estudiar. Asi logró formarse una vasta cultura, ampliando inmensamente sus conocimientos generales que había recibido en la Escuela Normal. Cuando se incorporó a la lucha social y llegaron a sus manos los primeros textos marxistas, este afán por el estudio se transformó en él en una verdadera pasión. El camarada Fonseca comprendió en toda su profundidad el valor de la teoría como un guía para la acción. Comprendió ampliamente la verdad del axioma leninista de que "no hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria". Por eso, cuanto más aumentaban sus responsabilidades en el Partido, más tiempo le dedicaba al estudio para cumplir mejor esas responsabilidades. Por eso, fue siempre un adversario irreconciliable del practicismo e hizo una aportación histórica a la gran tarea de elevar el nivel ideológico y político de nuestro Partido, encabezando las iniciativas prácticas que permitieran poner a disposición de nuestros militantes los medios para capacitarse: diarios, revistas, escuelas centrales y regionales, editorial, etc. Especial importancia asignó, en este sentido, a la "Historia del Partido Comunista (b) de la URSS", organizando múltiples cursos especiales, incluso en la Dirección Central para estudiar este genial compendio staliniano de la teoría y la práctica del marxismo -leninismo.

El camarada Fonseca poseía una inteligencia extraordinaria. Pero fue, sin duda, su estudio profundo, serio y constante del marxismo, lo que le permitió desarrollar ampliamente esa inteligencia e ir más lejos que todos los demás dirigentes del Partido que fuimos sus compañeros de lucha.

Con ser importante y decisivo, no fue sin embargo el estudio el único factor que le permitió al camarada Fonseca escalar peldaño a peldaño las diversas responsabilidades dirigentes del Partido hasta llegar a la Secretaría General. Junto a su devoción por el estudio, otras magníficas cualidades de revolucionario le permitieron forjarse como un gran cuadro de tipo bolchevique. Entre esas cualidades está su permanente e incansable actividad práctica, su perseverancia en el cumplimiento de las tareas, su responsabilidad en el cumplimiento de sus deberes de militante del Partido. Como se señala en esta obra, el camarada Fonseca cumplió siempre, con abnegación y entusiasmo, todas las tareas partidarias, desde cuando era simple militante del Partido y tenia que salir, en las noches, bajo la dictadura de Ibáñez, a distribuir volantes, pegar carteles o hacer rayado mural, hasta cuando, como Secretario General, cumplía ejemplarmente sus funciones de tal y, al mismo tiempo, sus deberes de militante en su respectiva célula.

Y fue precisamente esta constancia revolucionaria en el cumplimiento de todas las tareas y deberes de miembro del Partido lo que, unido al estudio y a su labor de masas, le permitió irse modelando, dejando de lado los prejuicios pequeñoburgueses provenientes del medio del cual surgió y del medio en que vivió antes de llegar al Partido, hasta identificarse plenamente con la clase obrera, hasta transformarse en un combatiente proletario, activo y abnegado, en un gran dirigente del comunismo.

Otro de los grandes méritos del camarada Fonseca fue su preocupación por los cuadros. En el campo del magisterio, en la Juventud Comunista, en el periodismo, en todos los frentes en que le correspondió actuar, supo formar valiosos cuadros del Partido. El camarada Ricardo Fonseca, sin atolondramientos pequeño-burgueses, sin suficiencia personal, jamás acaparó para si la realización de las tareas creyendo -como suelen creer muchos de nuestros cuadros dirigentes- que son mejores y más pronto realizadas cuando uno, que tiene más experiencias y capacidad, las realiza personalmente. Convencido de que la más grande obra que puede realizar un dirigente es formar nuevos dirigentes, darle al Partido nuevos cuadros, formar un gran Partido verdaderamente comunista, el camarada Fonseca sabia repartir las tareas, formar amplios equipos de activistas, incorporar al trabajo a numerosos cuadros y, pacientemente, enseñarles y ayudarles a vencer las dificultades, a progresar en su formación. La clase obrera, el Partido, eran para el camarada Fonseca fuentes inagotables de nuevos y nuevos dirigentes. El sabía buscarlos, descubrir a los más activos y abnegados, a los que enseñaba y estimulaba a cada momento. Sabía ver en los cuadros los lados fuertes y los lados flacos, ayudando a los más débiles a superarse en el trabajo, corrigiendo fraternalmente a los nuevos, a los que cometían errores por inexperiencia. Cuando algún militante joven o inexperto hacía un planteamiento equivocado por falta de capacidad política, el camarada Fonseca, fraternalmente, animosamente, le decía: "¡A ver, a ver, cómo es la cosa, camarada!". Inducía al compañero a pensar dos veces en lo que estaba afirmando, para lograr que comprendiera que su planteamiento era equivocado y que, por si solo, casi sin darse cuenta de la ayuda recibida, procediera a corregirlo. ¡Cómo cambiaba, sin embargo, cuando no se trataba de cuadros jóvenes e inexpertos, sino de viejos dirigentes del Partido, si éstos caían en errores que evidenciaban en ellos influencias extrañas al proletariado! Entonces el camarada Fonseca era como un martillo que golpeaba inertemente la conciencia de esos camaradas para tratar de corregirlos y evitar que sus desviaciones hicieran escuela. Así Ricardo Fonseca fue siempre un adversario tenaz de los oportunistas, tanto de derecha como de izquierda, que han surgido en la vida del Partido. Así durante toda su vida dio una gran contribución personal a la, vigilancia revolucionaria -y a la lucha por la línea del Partido. Este aporte fue especialmente valioso en la Décima Sexta Sesión Plenaria de nuestro Comité Central y en el Trece Congreso, en el cual el camarada Fonseca encabezó una enérgica lucha contra el oportunismo de derecha que entonces, bajo la influencia del browderismo y de los sectores burgueses con los cuáles se marchaba en aquellos años, atentó contra la línea independiente del Partido y trató de llevar a éste por el camino de la conciliación con los enemigos y el seguidismo respecto a la burguesía.

Esta lucha por la línea independiente del Partido -lucha que llevó más tarde, con ejemplar energía, frente a las tentativas del Presidente González Videla, por arrastrarnos a una colaboración incondicional a su gobierno y, luego, a la pasividad y la conciliación ante su política pro-yanqui y pro-oligárquica- sería suficiente, si no hubiera otros motivos, para que el nombre de Ricardo Fonseca figure en las páginas de oro de la historia de nuestro Partido.

Estas cualidades y aportes del camarada Fonseca están desarrollados en el présente libro, lo que hace de éste una fuente de estudio de primer orden para todos nuestros militantes.

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http://www.salvador-allende.cl/Biblioteca/Luis%20Corvalan/Ricardo_Fonseca_combatiente_ejemplar.pdf

viernes, 7 de enero de 2011

NOTAS SOBRE RICARDO FONSECA AGUAYO



Ricardo Fonseca Aguayo.

Por Leo Fonseca

Introducción.

Sobre Ricardo Fonseca se ha escrito una biografía y muchos artículos, especialmente en los años posteriores a su desaparición el 21 de julio de 1949. Con el tiempo el ritmo de recuerdos disminuyó de tal manera que cuando se cumplieron 100 años de su nacimiento en el 2006 no se escribió nada y tres años después al cumplirse 60 años de su muerte, fue recordado por dos artículos que circularon en internet, uno del historiador Iván Ljuvetic y otro del “Colectivo Antiimperialista Mauricio Arenas”.

Por ello me decidí a escribir algo que tomara algunos aspectos no dichos de su vida, tal vez presentarlo un tanto menos el dirigente que fue y más la persona con la cual me tocó compartir un corto tramo de mi vida. Corto pues falleció cuando yo había cumplido 13 años, por lo tanto los recuerdos son escasos si descontamos la primera infancia, o sea los primeros 5 ó 6 años de vida donde se tienen conceptos difusos sobre los padres.

Otro problema. Posterior a esa primera infancia, hablamos de los años 41-42, él era Director de El Siglo, es decir llegaba a casa muy tarde debido al cierre del diario, además era diputado por la Provincia de Tarapacá, lugar muy lejano en esos tiempos aunque se viajara en avión. Entre Santiago e Iquique se demoraba unas 9 horas en unos aviones pequeños anteriores a los DC3. En tren eran tres días y tres noches entre Santiago e Iquique y en barco unos 5 a 6 días desde Valparaíso. Recuerdo que permanecía un mes o más en su distrito en el trabajo político.



Ricardo Fonseca, director del diario El Siglo, junto al personal en 1942.



Cuando fue promovido a Secretario General del Partido sus tareas fueron más complejas aunque siempre destinó tiempo y atención a su familia y al hogar. Por ello, sin haber sido un padre permanentemente presente como en la mayoría de las familias tampoco puede calificarse como uno ausente.

Mi madre, Elena Pedraza, también era activa trabajadora al ser la sostenedora principal del hogar, además de militante y dirigente sindical. Ricardo ganaba como los diputados y senadores comunistas es decir un sueldo de obrero especializado pagado por el Partido, la “dieta” de todos los parlamentarios las cobraba Finanzas y se destinaba al funcionamiento de la organización.

En casa él debió atender diferentes tareas domésticas como comprarme zapatos y ropa, matricularme en la escuela todos los años, en 1942 se dio tiempo para enseñarme a leer y escribir y las operaciones de suma y resta reactivando sus conocimientos de profesor primario. Por lo tanto ingresé a segundo año, en 1943, estando bien preparado para el curso al cual llegaba.

La casa y la fraternidad comunista

El primer recuerdo de casa era la de un cité en la calle Dardignac, nº 191 casi esquina de Loreto, ocupábamos la casa Nº 4. A ese hogar llegaron muchos compañeros del Partido. Algunos de visita y otros a pasar días con nosotros. Tenía tres piezas y un pequeño patio. Los que llegaban era básicamente comunistas tanto chilenos como de otros países. Uno que pasó un tiempo largo con nosotros fue un camarada boliviano, militante del PIR antecesor del PC de ese país. También llegaban profesores ya que Ricardo fue dirigente del magisterio. Vivieron con nosotros compañeros obreros del norte quienes después fueron destacados dirigentes. Recuerdo que permanecieron con nosotros por años las dos hijas de un camarada profesor, viudo, que estaba enfermo de tuberculosis y debió partir al sanatorio, creo que era de apellido Ibáñez.

En esta primera casa llegaban compañeros como Ulriksen, conocido como “el gringo” y su esposa Tola, amiga de mi madre. También Bernardo Ibáñez Aguila, condiscípulo en la Escuela Normal de Victoria y dirigente socialista. Este traicionó en enero de 1946, después de la masacre de la Plaza Bulnes donde murió Ramona Parra, incorporándose al gobierno de Duhalde (Vicepresidente de la República) el masacrador; además, dividió a la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCH). Después Bernardo Ibáñez fue recompensado con cargos internacionales en la OIT y Washington.

Entre las amigas de mi madre recuerdo a Saray Cortés, destacada agitadora de masas y miembro del Comité Central de esa época (figura en la foto que está en la sala del CC); a la “Pollo” que le decían así por ser chica; a Carmen Guerrero proveniente del “clan” de viejos luchadores que llevan ese apellido y su esposo el “negro” Alvarez obrero ferroviario, etc.

El compartir lo que había era también una tradición en el Partido. La comida en la mesa y lo que hubiera para comer, una cama donde descansar cuando llegaban de provincias, la solidaridad con los enfermos, el buscar soluciones a problemas familiares. Los comunistas se consideraban una familia grande y muy solidaria.

Cuando nos mudamos a una casa mejor en el mismo barrio, Purísima nº 305 esquina Santa Filomena, segundo piso, siguieron viniendo a vivir con nosotros compañeros o visitas. En una oportunidad se realizó allí una reunión importante, me parece que de la Comisión Política con Vitorio Codovilla, el hombre de la Tercera Internacional, dirigente italo-argentino que en ese momento estaba exiliado en Chile. Sólo sé que hubo un gran revuelo doméstico.

Era un hogar bastante elástico en cuanto a visitas prolongadas, incluso después de que Ricardo falleciera, entonces se transformó en una casa donde venían jotosos de otros países y dirigentes femeninas desde Argentina las cuales debían salir por Chile hacia Europa por la persecución a los comunistas argentinos en tiempos de Perón.

La moral y el dinero.

Económicamente no andábamos mal recuerdo que no nos faltó nada básico. A mi me mandaron varias veces al Comité Central en Moneda 712 esquina Mac Iver, en los altos de El Siglo, a buscar un adelanto del sueldo de Ricardo. Subía al segundo piso e iba a la oficina del encargado de finanzas, creo que era Arnulfo Rubilar. El abría una gran caja de fondos que tenía detrás de su escritorio y sacaba un billete rojo de $100.- que me entregaba. Al volver a la casa me mandaban a comprar mantequilla para las onces.

El sueldo de un diputado comunista era, como señalé, el de un obrero especializado, correspondía a una tradición de los funcionarios de la revolución pero que no era comprendida por los no comunistas. Un día en mi escuela primaria, la Nº 162 del barrio Bellavista, la profesora preguntó por las remuneraciones de los padres, yo le dije que creía que $ 800, algo así había escuchado; ella me rebatió, los diputados reciben $4.000 de sueldo, me dijo, lo cual en realidad no era verídico para nosotros pero de difícil comprensión para otros.

Los fondos del Partido y de las organizaciones donde participaban los comunistas eran sagrados, supe de compañeros que fueron expulsados públicamente, sin remedio, cuando se apropiaron de pocos o muchos recursos de la organización o del sindicato. Ese Partido era inflexible en ese aspecto, tal vez era una de las causas del respeto que gozaba en su base social.

Puedes ver o descargar documento completo en pdf:

http://www.scribd.com/doc/46499179