sábado, 6 de junio de 2020

LA MASACRE DE LA OFICINA SALITRERA MAROUSSIA



Hace 95 años:



                                                        Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                         Centro de Extensión e Investigación
                                                         Luis Emilio Recabarren,  CEILER





La masacre de Maroussia no es sólo una matanza olvidada. Además, sobre ella hay versiones encontradas. Hay quienes, dando una serie de argumentos y señalando diversas fuentes, niegan rotundamente su existencia. Otros sostienen que en ella se libró una enconada batalla entre los pampinos y sus mujeres contra las fuerzas represivas (Siguiendo esta versión, Patricio Manns escribió la excelente novela “Actas de Marusia” en 1974; al año siguiente, el cineasta Miguel Littin basado en esa obra rodó el film del mismo nombre).

NOSOTROS NOS QUEDAMOS CON DOS TESTIMONIOS

El poeta y escritor antofagastino, Andrés Sabella, en su libro “Norte Grande” editado el año 1945 señala sobre Maroussia: “Y en su derredor el lápiz de la muerte dibujaba las circulares de la venganza : En la oficina Maroussia morían los obreros protegiendo las puertas del local de la Federación Obrera de Chile. Mirad hacía el Cementerio de Huara. Los federados aguardan en filas con los torsos morenos desnudos y las pupilas como granos de hombría. Mientras unos cavan sus fosas , otros a las orillas de las suyas ,ya terminada son baleados y caen, como barcas, trágicamente, silenciosa…”

Existe además el valioso testimonio de un pampino, el obrero Miguel López Rojas, uno de los sobrevivientes  de la masacre de Maroussia, que conocemos gracias a la entrevista realizada por la periodista de “El Siglo”, Adriana Searle,  publicada por ese periódico en 1965.

La masacre de Maroussia existió y fue perpetrada en forma paralela a la de La Coruña, el 5 de junio de 1925.

VIDA DE UN PAMPINO

Miguel López Rojas nació en San Clemente de Talca. A los 14 años llegó a la pampa salitrera. Corría el año 1915. Su primer trabajo fue lavar platos en la fonda de la Oficina Araucana del Cantón Pampa Unión, en Antofagasta. Al poco tiempo, comenzó a  laborar en una chancadora. A los 17 años, fue “carretero” en la Oficina Santa Anita. Luego trabajó como “particular” en la Oficina Ausonia. Por entonces conoció a Recabarren.

Estuvo en la Oficina Constanza donde fue “arrenquín”. Después se trasladó a la Oficina Maroussia.

HUELGA EN LA OFICINA MAROUSSIA

Relata el pampino Miguel López: “La situación era insostenible en 1925. Los abusos de los empresarios y administraciones se pasaban de la raya. Los obreros del salitre querían, a cambio de su trabajo, ‘dinero constante’ y no vulgares fichas de bronce, que los obligaba a comprar en las pulperías de las Oficinas, donde el empresario aumentaba más sus ganancias... Ante la irreductibilidad de los obreros cuyas huelgas se extendían como reguero de pólvora, fue declarado el estado de sitio para la zona norte bajo el mando del jefe militar, Ascanio Rodríguez. Se suspendieron  todos los derechos, hasta el de reunión, con clausura de diarios, allanamientos y relegaciones sin sumarios. Los obreros respondieron con la huelga total del salitre. Los trabajadores de Maroussia se reunieron para estudiar la situación.

LA MASACRE

“Era el 5 de junio de 1925. Habíamos sido citados  los delegados de la Oficina ante el Consejo de Huara. Estábamos en el local de la FOCH, que se encontraba lleno. No habíamos comenzado a discutir la cuenta, cuando a las 8 de la noche sentimos fuertes golpes en la puerta, que habíamos cerrado. Eran carabineros. El secretario dio orden de no abrir. No volvieron a golpear sino que emplazaron una ametralladora y, antes que nos diéramos cuenta de lo que pasaba, lanzaron una descarga cerrada contra el local. Cayeron heridos y muertos en una algarabía horrible. La descarga fue hecha a la altura del pecho y fueron segados todos los trabajadores que estaban de pie. Yo alcancé a atender a Lorenzo Vargas, encargado de finanzas de la FOCH, y lo arrastré hasta una pieza donde lo dejé escondido. Volví al local a reunirme con los míos, cuando sentí que alguien gritaba ‘¡tenderse!’, no sé quien sería, pero me tiré de bruces bajo una banca. En ese momento se produjo una segunda descarga. Ahora más baja, a la altura del estómago...

LOS PACOS ENTRARON POR  UN PROSTÍBULO

“Todos los trabajadores se dispersaron hacia el interior del local. Yo, con dos obreros, nos escondimos en un water, donde echamos todos los papeles de propaganda. En ese momento, por el lado  Este, por un prostíbulo, le dieron entrada a los carabineros y los obreros comprendimos que no teníamos escapatoria. Estábamos rodeados. Llegaron carabineros y nos sacaron y nos juntaron con otros detenidos. El cuadro en aquel momento era horroroso, como para no olvidarlo jamás. A la vista nuestra, muertos y heridos eran lanzados a un camión, todos revueltos, camión que partió hacia un rumbo desconocido y del cual nunca más supimos. De pronto, estábamos todos alineados, unos gemidos nos hicieron ver al compañero Hidalgo que era sacado a la rastra, desangrándose. Y se lo llevaron. Hasta el día de hoy no se ha vuelto a saber más de él…

NOS AMARRARON CON ALAMBRES

“Acto seguido, todos fuimos amarrados con cordeles, las manos atrás. Cuando faltó el cordel fuimos amarrados con alambre sacados de los fardos de pasto. Cuando yo era sacado,  tropecé y caí al suelo. Un carabinero me lanzó un puntapié que me partió el cráneo y me hizo perder la visión de un ojo. Otro me pegó un culatazo que me quebró la clavícula, y un tercero, otro puntapié que provocó un tumor en la ingle.

“Atropellados, vejados y flagelados, nos trasladaron al cuartel de Carabineros de Huara, donde fuimos lanzados al patio de las caballadas y después a los calabozos...

ÉRAMOS CIENTOS LOS PRISIONEROS

“En estos calabozos nos encontrábamos cientos de trabajadores  de diferentes Oficinas que habían sido concentrados juntos con los de la Oficina Constanza... Noche a noche eran sacados uno o dos de nuestros compañeros. Nosotros los seguíamos con el oído alerta. A los pocos momentos sentíamos los disparos. Y todos prorrumpíamos en insultos contra los carajos que habían llevado a nuestros compañeros al cementerio de Huara, a la entrada a mano izquierda, frente a una fosa cavada especialmente, eran fusilados... La tragedia que empezara el 5 de junio nos tuvo seis días presos en Huara. Al cabo de ese tiempo, llegó la orden de traslado a Iquique, lo que hicieron en carros para animales de ferrocarriles. Fuimos echados sin consideración alguna, siempre amarrados con las manos atrás, como los peores delincuentes.

CANTANDO LA INTERNACIONAL

“En Iquique fuimos llevados al Velódromo, donde la única comida que recibimos fueron porotos. Después, sesenta de nosotros fuimos llevados a la cárcel pública... Y sólo el 18 de septiembre de 1925 salimos en libertad, custodiados por los cuatro costados para que no tuviéramos contacto con nadie y trasladados directamente al muelle, al lanchón que nos esperaba. En estos momentos un obrero gritó:

-Ya que no han permitido a nadie que se acerque a nosotros, hablemos nosotros en nuestro idioma: cantemos ‘La Internacional’. Y todos lo hicimos  llorando, a pulmón lleno. Un marino comentó:

-Si después de tantos sufrimientos lo rebelde no se les quita, es que no hay nada que hacer. No hay remedio...”

(Testimonio recogido por la periodista Adriana Searle y publicado en “El Siglo”, el viernes 30 de abril de 1965, páginas 20 y 21)
 
HOMENAJE A LAS VÍCTIMAS DE MAROUSSIA

 Con la señalización de la fosa en el Cementerio de Huara donde estarían sepultados los mártires de la Masacre de la Oficina Maroussia , las organizaciones  comunales  culturales  de este pueblo inician el programa “Los Cien Años de Maroussia”.

La ceremonia se realizó este 1 de Noviembre a las 12 horas, en el lugar donde los antiguos residentes reconocen el lugar donde está la fosa de los mártires.

Las organizaciones pretenden con ello rescatar la memoria histórica de los hechos, ocurridos en la ex oficina  Maroussia  y agradecen  el apoyo del Departamento de Aseo y ornato de la Municipalidad de Huara.


Son siete kilómetros los que unen Huara y la ex oficina Maroussia.  


Huara hacia 1925

         Cementerio de Huara,  señalizando fosa de los mártires de Maroussia