LOS ESPOSOS
ROSENBERG
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Julius Rosenberg nació en
Nueva York el 12 de mayo de 1918. Era ingeniero eléctrico. Ethel nació
en la misma ciudad el 28 de septiembre de 1915. Era aspirante a actriz y
cantante. Ambos formaban parte de la “Young Communist League”, las juventudes
del Partido Comunista de los Estados Unidos.
Se conocieron cuando Julius estudiaba Ingeniería. Habían
asistido a un acto para recoger fondos para la Internacional Seaman ´s
Union, y ella cantó en la parte cultural. Se casaron el
18 de julio de 1939.
En 1940 el matrimonio encontró trabajo en Washington.
En 1941 regresaron a Nueva York. E 10 de marzo de 1943 nace Michael, su primer hijo.
Al mismo
tiempo Julie continuó con las labores políticas, hasta 1945, dirigiendo
sus esfuerzos para obtener la reposición de sus empleos a aquellos
miembros del FAECT que habían sido despedidos por supuestas afiliaciones al
Partido Comunista. Fue despedido por la misma acusación.
En 1946 decidió abrir su propio negocio de maquinarias a
donde va después del licenciamiento del ejecito su cuñado David Greenglass. En
1947 nació su segundo hijo Robby.
Entonces Ethel se dedicó por entero a
las labores domésticas.
Desde el término de la guerra
hasta el año 1950 vivieron una vida tranquila, dedicados a la educación de sus
hijos rodeándolos con cariño de padres amorosos, pero ninguno de los dos pudo
predecir que su vida en este año cambiaría, tomando un peligroso giro que los
llevaría a la separación definitiva de sus hijos, y la injusta muerte.
"Venimos de un medio humilde y somos humildes. De no haber sido por
las acusaciones criminales en contra nuestra, habríamos vivido nuestras vidas
sencillamente, como la mayoría de las personas, desconocidos para el mundo,
salvo para aquellos pocos cuyas vidas se entrecruzaron con las nuestras."
(Fragmento de la Petición de Clemencia
Ejecutiva de los Rosenberg).
UN MONSTRUOSO PROCESO
Todo comenzó el 28 de agosto de 1948, cuando la Unión Soviética
probó su primera bomba atómica. Al año siguiente, un agente de
contrainteligencia del FBI descubrió que el servicio secreto ruso, la KGB , tenía un informe del
Proyecto Maniatan, el plan secreto de los
EE UU para desarrollar la bomba atómica.
Las investigaciones descubrieron una conspiración con
varios implicados, incluyendo a David Greenglass (el cuñado de Julius), el cual
se desempeñaba como mecánico en el proyecto de Los Álamos.
David inculpó a su cuñado y su hermana, a partir de ese
momento los investigadores clasificaron a Julius como el jefe de la red. Así
fue como el 6 de marzo de 1951 comenzó el monstruoso juicio.
El principal pretexto para vincular a Julius Rosenberg fue
haber sido activista de la Liga
de los Jóvenes Comunistas. El juicio a que ambos se vieron sometidos distó
mucho de haber sido justo y la condena surge en virtud del Acta de Espionaje de
1917, que dictaba pena de muerte para este tipo de delitos en tiempo de guerra,
aunque en el momento de haberse cometido el supuesto espionaje, los Estados
Unidos no se encontraban en guerra con la Unión Soviética.
En esos años se
vivía un fuerte ambiente anticomunista, e imperaba en la sociedad americana el
miedo a un inminente enfrentamiento con la Unión Soviética ,
unido al «Mccarthismo». Todos estos aspectos influyeron en el
juicio. A lo anterior se suma la acusación de ser responsables de las numerosas
bajas norteamericanas en Corea.
UN
VERDADERO FRAUDE
Fue un fraude por la total
falta de evidencias sólidas que culpasen al matrimonio. Toda la acusación que
pesaba sobre ellos era las declaraciones de David y su esposa.
Julius y Ethel tenían pocos
amigos por lo que fueron sus propios testigos y eso los afectó en la defensa.
En la petición de clemencia
enviada por Ethel Rosenberg al Presidente de los Estados Unidos, ella declara
abiertamente su inocencia y su valiente posición.
”…No somos mártires ni héroes, ni aspiramos a serlo. No queremos morir. Somos jóvenes, demasiado jóvenes, para la muerte. Ambos anhelamos ver crecer a nuestros
dos pequeños hijos, Michael y Robert, hasta que lleguen a ser hombres. Deseamos,
con cada fibra de nuestro ser, que nos restituyan en algún momento al lado de
nuestros hijos para reanudar la armoniosa vida familiar que disfrutamos antes
de la pesadilla de nuestros arrestos y condenas. Deseamos que nos reintegren
algún día a la sociedad donde podamos contribuir con nuestras energías a
construir un mundo en el que todos tengan paz, pan y rosas.
Sí, aspiramos a vivir, pero con la sencilla dignidad que inviste sólo a
aquellos que han sido honestos consigo mismo y con sus semejantes. Por lo tanto, con honradez, solo podemos decir que somos inocentes de
este crimen.”
Más adelante Ethel hace un
análisis de todo el proceso y la debilidad de las pruebas presentadas, y acota:
”Solicitamos las conmutaciones de unas sentencias que producirían la
indecible tragedia de la destrucción de nuestra pequeña familia, así como
habrían de sentar un precedente para el abandono, en Norteamérica, de la
apreciación civilizada del valor de la vida humana (…)”
EL
ASESINATO LEGAL
En cárcel Sing-Sing cientos de
policías vigilaban. Era el ocaso del viernes 19 de junio de 1953.
Fuera de la
Casa Blanca , en Washington, pequeños grupos de
manifestantes portaban feroces pancartas que rezaban: "¡Muerte a las ratas
comunistas!".
A unos 50 kilómetros al sur,
en la Union Square de Nueva York,
una multitud de miles de personas se reunió para pedir clemencia.
Los esposos Rosenberg fueron
finalmente ejecutados en la silla eléctrica el 19 de junio de 1953. Julius
murió a la primera descarga; su esposa Ethel, a pesar de ser una mujer más
pequeña y supuestamente frágil, resistió hasta tres descargas eléctricas antes
de fallecer. Dejaron dos hijos pequeños de 3 y 7 años respectivamente.
El famoso filósofo
existencialista francés Jean Paul Sastre llamó a la ejecución de los Rosenberg:
un linchamiento legal que mancha de sangre a todo un país.
SE
COMPROBÓ QUE ERAN INOCENTES
Trece años después del crimen,
David Greenglass, el hermano de Ethel confesó públicamente que la acusación que
les hiciera y los llevara a la cárcel fue falsa.
David había sido obligado a
firmar una declaración, en junio de 1950, en la que aceptaba haber sido
cómplice de Harry Gold, un químico de Filadelfia que confesó al Buró Federal de
Investigaciones (FBI) ser el contacto en los Estados Unidos de Klaus Fuch,
científico inglés acusado de espionaje a beneficio de los "rojos".
El hermano de Ethel, en busca
de reducir su condena y presionado por los hombres del traje negro, incriminó a
Julius y Ethel, y dijo que su cuñado lo captó para formar parte de una red
espía de Moscú. Ironías de la vida: fue
la única acusación que tuvieron los Rosenberg, pero de la cual emergió la
arquitectura del laberinto de mentiras que les costó la vida.
En 1970, el FBI desclasificó documentos probatorios de la
gran farsa que constituyó aquel juicio histórico, del cual tan mal parados
salieron la supuesta democracia americana, el derecho y, sobre todo, la
justicia.
Tres décadas más tarde, la Asociación Americana
de Abogados reconstruyó durante dos días el proceso a los Rosenberg, y arribó a
la certeza concluyente de que los dos eran inocentes de las acusaciones por las
que fueron achicharrados en la silla eléctrica: literalmente en el caso de
Ethel, pues debió recibir, incluso, el tormento postrero de requerir tres
cargas para morir porque —explicaron los verdugos— el engendro letal no se
ajustaba a su cuerpo pequeño de mujer.
CARTAS
DE AMOR DE DOS INOCENTES CONDENADOS A MORIR EN LA SILLA ELÉCTRICA
Un amor que trasciende la muerte.
Sábado 12 de agosto
de 1950
Queridísima Ethel,
Anoche oí la noticia por la radio y después de agotadores
esfuerzos por verte o comunicarme contigo, me han dado permiso para escribir
esta carta. Hazme saber lo antes posible como te sientes. ¿Cómo están los
niños? ¿Se ha dispuesto algo para ellos? Conserva la serenidad. Con todo mi
amor,
Tu Julius."
Sábado 12 de agosto
de 1950
Mi querido Julie,
Ya debes saber lo que me ha
ocurrido y por qué te escribo desde la cárcel de mujeres. Querido desearía poder decirte que
me mantengo serena, tranquila y ecuánime, pero la realidad es que he derramado
muchas lágrimas de angustia por los niños… Mi corazón clama por ti y por los
niños… Ahora todo resulta más duro que antes porque ambos sabemos que ninguno
de los dos está libre para cuidar de nuestros seres queridos. … Cariño,
todas las noches antes de dormirme hablo contigo y lloro porque no puedes
oírme. … Para ti,
amadísimo mío, todo mi amor y mis más fervientes pensamientos.
Te amo.
Ethel".
Sábado 28 de octubre de 1950
Querido mío,
Hoy me siento muy débil en lo que atañe a mi
comportamiento emocional; perdóname, por favor. Esta
situación hace estragos en mí cuando de los niños se trata. Piensa que este
viernes hará once semanas que vi a nuestros hijos por última vez. Increíble,
inimaginable, descorazonador. ¿Qué hemos hecho para merecer semejante desdicha?
Hemos vivido una existencia honrada, constructiva. (…) ¿Sabes tú lo mucho que te
quiero?, Te suplico cielo mío, que seas fuerte por mí…
Amorosamente,
Ethel"
Sábado 4 de noviembre de 1950
Amor de mi vida,
(…) Me conmoví hasta las lágrimas al escuchar
cartas tan tiernas y compasivas de gentes buenas con sentimientos humanos. (…)
Me siento muy cerca de ti, y te amo con todos mis sentidos. En esta hora de
nuestra mayor necesidad, es realmente inspirador ver la prueba visible de un
apoyo concreto de tantas personas sencillas. Es cierto que no estamos solos.
Hay una tremenda reserva de gente buena en nuestra tierra, quienes velaran
porque se conozca la realidad y por qué se nos haga la justicia a que tenemos
derecho… ¡Cuanto
ansían mis brazos tenerte! Que afortunado soy en tener por esposa a una mujer
tan apreciada y maravillosa como tú. Estoy orgulloso de ti, y es
por tu bien que quiero que estemos en casa con nuestros hijos.
Julius"
Domingo 27 de mayo de 1951
Queridísimo Julie:
Jamás podremos olvidar la
turbulencia y la lucha, la alegría y la belleza de los primeros años de
nuestras relaciones cuando me enamorabas. Juntos tratábamos de encontrar
repuesta a todos los enigmas aparentemente insolubles que nos presentaba una
sociedad compleja y endurecida. Esas respuestas han soportado la prueba del tiempo y el
cambio."
Domingo 30 de
diciembre de 1951
Mi adorable esposa,
Cuando recibas esta carta un año muy malo para nosotros
habrá pasado a ser historia. Se ha logrado cierto progreso al organizar una
campaña para que se nos haga justicia, pero ese progreso aún es muy poco y muy
lento. Como soy realista, estoy plenamente consciente del gran esfuerzo que se
requiere para contrarrestar la inercia paralizante que el Departamento de
Justicia ha infundido al pueblo norteamericano. Con coraje, al que se suman
confianza y esperanza, te deseo un feliz Año Nuevo, mi amor. (…) Amor mío,
resarciremos a nuestros hijos de todo lo que les ha sido negado. Te repito una
vez más que en el año entrante seguiré viendo en ti mi sostén, mi inspiración y
todo lo que es hermoso para mí en la vida. Con todo mi corazón,
1952-MIS MEJORES DESEOS – AMOR – FELICIDADES – LIBERTAD -
¡PAZ!
Julie.
Martes 26 de febrero de 1952
Cariño,
Amor mío, anoche a
las 10 en punto oí la espantosa noticia. En estos instantes, carente casi por
completo de elementos a los cuales atenerme, me resulta difícil hacer
algún comentario, como no sea una
expresión de horror ante la prisa con que el Gobierno parece estar presionando
para precipitar nuestra muerte. No cabe duda que esto demuestra que todo el
análisis hecho por nosotros en relación con la naturaleza política de nuestro
caso ha sido asombrosamente correcto. …; mientras tanto estoy tan atormentada,
como también debes estarlo tú. Cariño si tan solo pudiera consolarte de verdad.
Te amo tanto. … Tu fiel esposa,
Ethel.
Domingo 31 de mayo de 1953
Ethel querida,
¿Qué le escribe uno a su amada
cuando se enfrenta a la siniestra realidad de que se ordenó quitarles la vida
en dieciocho días, en el 14 aniversario de sus bodas? La proximidad de la hora
más negra de nuestras penas y el grave peligro que nos amenaza exigen todo el
esfuerzo de nuestra parte para evitar la histeria y el falso heroísmo… (…) Todo
el amor que hay en mí es tuyo,
Julie.
Jueves 11 de junio de 1953 (8 días antes de asesinatos)
(…) Haz algo, Manny, haz el esfuerzo. Me parece imposible
que nuestro aniversario de bodas se permita una crudeza tan monstruosa como
nuestra ejecución. Pero, en fin, soy una persona incurable tonta que no puede
comprender como los hombres pueden parecer hombres ¡y no ser más que demonios
sádicos disfrazados (…)
Ethel.
POEMA:
“SI MORIMOS”
Ethel Rosenberg dejó a sus
pequeños hijos en 1953 este poema.
"Si morimos"
Vosotros sabréis, hijos míos,
sabréis
porqué dejamos las canciones
sin hacer
los libros sin leer, el trabajo sin hacer
para descansar bajo la grama.
No más lamentos hijos míos, no más
porque las mentiras y las
calumnias fueron montadas
las lágrimas que derramamos y
el dolor que nos penetra
para todos deberá ser
proclamado.
La tierra sonreirá, hijos
míos, sonreirá
y el verde sobre nuestro lugar
de reposo crecerá
el crimen finalizará, el mundo
se regocijará en hermandad y
paz.
Trabajad y construid, hijos
míos
construid un monumento al amor
y a la alegría
al valor humano, a la fe que
guardamos por vosotros,
mis hijos, por vosotros”.
UNA VEZ MÁS
En el vientre del salvaje imperialismo se repite la vieja
historia de crímenes. Luego de haber
sido asesinados se comprueba su inocencia. Así ocurrió con los mártires de
Chicago, con Sacco y Vanzetti. También con los esposos Rosenberg.
¡Y así hablan de la
democracia del país de Trump!