martes, 28 de febrero de 2023

AMÉRICO ZORRILLA ROJAS

 



                  

 

 


En el año 1965, siendo Encargado de Organización del Comité Regional Cautín del Partido Comunista, viajé a Santiago. Concurrí a la sede del Comité Central, ubicado en Teatinos 416. Me encontré con Don Américo, entonces Encargado Nacional de Finanzas, a quien no conocía personalmente. Junto con saludarme muy fraternalmente me dijo: “compañero, ¿puede mostrarme su carné partidario?”. Me quería pillar  con las cotizaciones. Se lo pasé con orgullo. Estaba rigurosamente al día.

Entonces le dije: “Perdón, compañero Zorrilla, ¿podría mostrarme el suyo? Sorprendido, pestañó repetidamente -como supe después- era su costumbre ante un problema. En voz baja, titubeando,  me explicó; “Es que… la encargada de finanzas de mi célula se atrasó con las últimas  estampillas”…

Así conocí a ese obrero tipógrafo, gran dirigente comunista chileno. Uno de los pocos al que sus compañeros le han llamado “Don” en señal de respeto y de enorme  cariño.

 

LOS PRIMEROS AÑOS

Américo Zorrilla Rojas nació en Santiago el 22 de febrero de 1910. Su padre, Ramón Zorrilla, era pequeño industrial gráfico; su madre, Benigna Rojas, de origen  campesino.

En 1917 ingresó a una escuela pública en Avenida Matta, entre Chiloé y San Francisco.

Estudió en los liceos Barros Borgoño y Amunátegui. A los 14 años comenzó a trabajar como tipógrafo. Primero en la imprenta de su padre, luego en otras. Ya a los 17 dominaba la profesión de linotipista.

 

COMIENZA SU ACCIÓN SOCIAL

En 1931 participó en la fundación de la Federación de Obreros Gráficos, de orientación comunista. Ese mismo año, sin ser aún militante del Partido Comunista, realizaba tareas de propaganda clandestina de la organización. Por ejemplo, la impresión de volantes en apoyo a la huelga de hambre que llevaban adelante marinos presos en la Penitenciaría por haber tomado parte en la insurrección de la Escuadra de comienzos de septiembre de 1931.

En octubre de 1931 se casó con Dora Álvarez, con quien tuvo dos hijos. 

 

INGRESA AL PARTIDO DE RECABARREN

En 1932 recibió su carné de militante comunista y asistió a su primera reunión de célula.

Así, lo evocaba  el compañero Américo: “Recuerdo nítidamente cuando ingresé al Partido Comunista en junio de 1932. Yo trabajaba como obrero tipógrafo. Ya tenía contacto, yo de alguna manera cooperaba con los comunistas. Pero fui en ese mes de junio de 1932 que asistí por primera vez  a una reunión de célula. Recuerdo perfectamente el lugar donde  se realizó y conservo vivos todos los aspectos de lo que fue esa reunión y de lo que ocurría entonces en el Partido”. (“Don Américo, un chileno comunista”, página 20)

Ese mismo año participó como delegado de la Federación de Obreros de Imprenta en el Soviet de Obreros, Soldados, Campesinos y marinos, que funcionaba en la Casa  Central de la Universidad de Chile, a cuya cabeza estaba Elías Lafertte Gaviño.

Por entonces Chile vivía momentos muy movidos. El 4 de junio de 1932, un golpe de Estado cívico-militar había derrocado el gobierno derechista de Juan Esteban Montero e instaurado la “República Socialista”, que duró sólo doce días.

En 1934, el nombre  de Américo Zorrilla figuraba en las listas negras de los patrones, lo que le impedía conseguir un trabajo en Santiago. Debió trasladarse a Valparaíso, donde logró un puesto de trabajo en una imprenta. Durante su estada en el puerto realizó una intensa actividad en su gremio.

 

EN LA IMPRENTA ANTARES

En 1938, el compañero Américo regresó a la Capital, llamado por el Partido para que hiciera cargo del taller de obras de la Imprenta Antares,

Volodia Teitelboim  recordaba que ese tiempo era  “muy jovencito, delgado, montando imprentas clandestinas en medio de la noche.  Ayudó a la instalación la Empresa Antares, que editó “Frente Popular” –un gran progreso para ese tiempo-, tabloide vespertino que jugó un papel decisivo en el triunfo de 1938. Funcionaba en una casona semiderruida de la cuarta cuadra de San Francisco.

“Tiempo de crisis, de real miseria y de revolucionaria alegría, vales en el restaurant ‘La Hípica’ donde mataban a medias sus hambres nuestros periodistas; meses de salarios inexistentes; días y noches junto a la abigarrada clientela formada por las prostitutas de enfrente, cartilleros, suplementeros trabajadores de amanecida”. (“El Siglo”, 22 de febrero de 1970).

 

UNA IMPRENTA PARA “EL SIGLO”

Era necesario contar con una nueva imprenta, tener una prensa popular. Ello se logró  - según relata Volodia Teitelboim- “con plata del pobre,  quien se sacó un pan de la boca para adquirir por fin lo que él nunca había tenido, una rotativa poderosa y rápida como una locomotora. Salvador Barra Woll, Víctor Cruz aportaron su experiencia en la materia, recogida a la vera de Recabarren. Pero el joven Zorrilla trajo un aliento modernizador, un ritmo dinámico y organizado indispensable para que una mañana los canillitas salieron gritando por las calles el nombre del nuevo diario”.   Fue el 31 de agosto de 1940.

Añade Volodia que la historia de El Siglo “un día dirá el papel del pueblo, del Partido, de los organizadores, de los gráficos, que participaron en ella. Necesariamente tendrá que dedicar una buena página a la labor desplegada por Zorrilla en la articulación de este engranaje complicado que permitió sacar un diario que significó una revolución y una revelación periodística para la época en que apareció” (Ibidem).

En 1940 fue nombrado administrador de “El Siglo”. En 1941 pasó a ser su gerente,  cargo que ocupó hasta 1947.

 

TESTIGO  DE UNA MASACRE

Américo Zorrilla estuvo en la Plaza Bulnes el 28 de enero de 1946, cuando  durante  gobierno del vicepresidente Alfredo Duhalde carabineros perpetraron una masacre donde fueron asesinados seis obreros, entre ellos, Ramona Parra, muchacha comunista.

El periodista y escritor José Miguel Varas lo entrevistó:

- ¿Y usted conocía a Ramona Parra?

- Sí. Se le veía mucho en el local del Partido o en la oficina del diario, a menudo con una hermana. Una morena, la otra blanca. Llamaban la atención.

Ramona era una muchacha delgada, pálida, de rostro muy agradable. Siempre con una sonrisa a flor de labios. Hay una fotografía que se ha conservado para la historia, en la que ella va detenida entre dos carabineros, a raíz de una de las manifestaciones tan frecuentes en aquellos días. Ella va sonriendo, con su gesto habitual.

- ¿Cómo y por qué se produjo la masacre?

- En mi opinión, la masacre de la Plaza Bulnes fue una acción premeditada. No fue un hecho accidental... En un momento determinado yo presencié desde muy cerca cuando un oficial dio una orden, los carabineros pusieron una rodilla en tierra –toda una hilera de carabineros- y apuntando hacia la masa de gente, empezaron a disparar. Fueron varias descargas, por orden del oficial. Quedaron muchas personas heridas, fueron seis los muertos...Recuerdo haber caminado entre los cuerpos que estaban tendidos en el pavimento. Podría indicar, en la Plaza Bulnes, el sitio exacto en que estaba Ramona Parra, muerta. Estaba en la vereda, pálida. Era la palidez de la muerte. En su sien había un círculo, una perforación nítida, sin que saliera sangre de ella. Al lado, de pie estaba su hermana y uno dos jóvenes más que la miraban.” (Varas, José Miguel: “La piedra del medio”, en “Don Américo un chileno comunista”,  páginas 41 y 42)

 

EN TIEMPOS DE LA INFAMIA

En  1947 el Presidente  González Videla, traicionó el Programa jurado al pueblo y  en octubre de ese año comenzó a perseguir a los comunistas. En 1948 dejó de aparecer “El Siglo”. Entonces,  Américo Zorrilla pasó a cumplir diversas tareas clandestinas como colaborador del Comité Central.

Una de ella fue la  de dirigir una proeza increíble: sacar pieza por pieza la imprenta del Partido y trasladarla, sin que ello fuera descubierto por los agentes de la policía, a diversos lugares de la capital.

En 1949 fue detenido y torturado por la policía. Salió en libertad. En 1950 nuevamente apresado y relegado esta vez a Chiloé.  A su regreso de su relegación en  el sur, realizará otra acción de enorme  audacia.

 

LA EDICIÓN CLANDESTINA DEL “CANTO GENERAL”

Con su característica modestia, Américo Zorrilla relató en 1981: “Tuve conocimiento concreto de esas empresas del Partido en una reunión que a la que se me citó y en la cual participamos tres personas: José Venturelli, un compañero al que llamaré Pérez (se encuentra en Chile) y yo. Aquélla primera reunión tuvo por objeto plantear la tarea por encargo de la Dirección del Partido. Este grupo permaneció en funciones hasta que el libro salió a la circulación. A mí me tocó –agrega- ocuparme de organizar la elaboración técnica, todo lo que se llama impresión del libro. El compañero Pérez representaba, podríamos decir, el papel de editor y tuvo, entre otras, la tarea muy importante de organizar la venta clandestina del libro. José Venturelli, además de ilustrarlo con sus dibujos, dio la orientación artística en cuanto a diagramación y formato.”

Luego explica que, para llevar adelante la impresión del libro, tarea de su  responsabilidad directa, “se organizó otro que funcionaba absolutamente independiente del grupo inicial, en otro plano”.

 

TAMBIÉN PARTICIPÓ DON LUCHO

La tarea que encabezaba el compañero Zorrilla era totalmente nueva para el Partido. Antes se habían publicado periódicos, folletos, volantes, pero un libro era otra cosa y, ahora se agregaba el hecho de hacerlo toda bajo las medidas de la más estricta clandestinidad.

Se trataba ahora de cinco mil ejemplares de un impreso de 468 páginas y de formato grande. Se debían utilizar alrededor de cuatro toneladas de papel.

Luis Corvalán entrega importantes antecedentes de esa acción: “Américo Zorrilla montó un excelente aparato para mover de una parte a otra el personal especializado y material necesario. Los pliegos se doblaban en casa de un cura que tenía una pequeña parcela en Conchalí. Una vez terminado el libro, la edición se distribuyó en diferentes casas y se organizó la venta. La mayor parte se guardó en  un fundo de la cordillera de Santiago, que consiguió Víctor Bianchi. Éste trabajaba en la Sección de Bienes Nacionales del Ministerio de Tierras y había participado eficazmente en la salida clandestina de Neruda hacia territorio argentino, por el sur de Chile. Yo conocí a Bianchi, porque en un tiempo colaboró con  ‘El Siglo’ con caricaturas. Fui encargado de hablar con él  precisamente para guardar el Canto General. También me correspondió ser corrector de pruebas del libro. Junto con Rodolfo Donoso. Parte de este trabajo lo hicimos en un departamento que Olga Urtubia ocupaba en la calle Victoria Subercaseaux, frente al Santa Lucía y al lado de una Comisaría de Carabineros. Viajé, además, hasta Puerto Montt, organizando la venta del libro”. (Corvalán, Luis: “De lo vivido y lo peleado”, página 55)

Precisamente fue el trabajo previo del libro “que iba a llegar de México”, la razón del éxito de la venta de la obra de Neruda.

 

ELUDIENDO LA POLICÍA

Explica  Américo Zorrilla: “Los aparatos represivos estudian atentamente la propaganda clandestina impresa y, a través de la tipografía utilizada,  pueden localizar a menudo el lugar donde se hizo”.

Para evitar ser detectados, se echó mano para imprimir el Canto General de una colección de matrices de linotipia que el Partido tenía arrumbada, sin usar por quince años o más. Se le pudo utilizar sin mayor riesgo.

“La composición mecánica –cuenta Zorrilla- la hizo un solo linotipista... La compaginación la hizo un solo hombre. La impresión estuvo a cargo de Manuel Recabarren”. Este  obrero comunista, mencionado por don Américo, fue detenido por agentes de la dictadura fascista el 30 de abril de 1976 y desde entonces forma parte de la lista de detenidos-desaparecidos.

En varias oportunidades estuvo muy cerca de ser descubierta la Operación Canto General.

Una de esas ocasiones se produjo cuando la policía allanó la imprenta en que se imprimía el libro. Relata  Américo Zorrilla: “Buscaban propaganda clandestina. Mientras los agentes  revisaban por todos los rincones, el oficial a cargo de la pesquisa observaba atentamente, afirmado en los pliegos recién impresos del ‘Canto General’, hojas de 55 por 77 centímetros que deben haber formado un bloque de una altura de 1,40  metros más o menos. Los compañeros habían tenido la preocupación de colocar encima varios pliegos de una revista hípica y el policía no tuvo la idea de mirar más abajo”. (Varas, José Miguel: “De la piedra del medio”. Entrevista a Américo Zorrilla en “Don Américo un chileno comunista”. Italia, 1981, páginas 42 a 45).

El Canto General de Pablo Neruda se vendió en forma legal en Chile. Pero, como hemos visto, su impresión fue clandestina. Tenía por pie de imprenta “Imprenta Juárez. México DF”.

 

DIRIGENTE DEL PARTIDO

El 25 de octubre de 1952, una semana antes que el traidor abandone La Moneda, reapareció “El Siglo” y Américo Zorrilla reasumió el cargo de gerente de la empresa.  

El 3 de noviembre de ese año se inició el gobierno del exdictador Carlos Ibáñez del Campo. Hubo algunos meses con cierto clima de democracia en el país. Pero pronto Ibáñez comenzó la represión contra el movimiento obrero. Fue así, como llevó adelante un proceso contra el Partido Comunista. Con motivo de éste, Américo Zorrilla sufrió una breve detención en 1955. Ese mismo año, la Dirección del Partido lo designó Encargado Nacional de Finanzas.

 

RELEGADO EN PISAGUA

En 1956, durante el segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, Américo Zorrilla fue detenido y relegado a Pisagua por algunos meses, junto con Luis Corvalán y otros dirigentes comunistas, del Partido Socialista y otros sectores de oposición.

El escritor y periodista José Miguel Varas, escribe en ’La misma Piedra del Medio’ que otro de los dirigentes comunistas enviados a la caleta convertida en campo de concentración,  Américo Zorrilla, narró algunas de sus experiencias allí:

 

"Eso fue en 1956, un período no muy largo, de algunos meses. Fue una relegación diferente de las del período de González Videla, esta vez no sólo había comunistas, sino también socialistas y militantes de otros partidos de izquierda. Fue una situación que ayudó al proceso unitario... 

 

"Allí en Pisagua –continúa Américo Zorrilla-  nosotros estábamos bajo el control del Ejército. Todas las semanas iba una avioneta desde Iquique y llevaba un médico. A la semana, el médico se iba y venía otro. En eso apareció un médico italiano, que había peleado en la 'División Azul' de Mussolini contra la Unión Soviética. Incluso había estado prisionero de los soviéticos. Hablaba con mucho odio de los comunistas. Buscaba la conversación con la actitud de un verdadero provocador. Al principio varios prisioneros tuvieron violentas discusiones con él, pero al poco tiempo nos dimos cuenta de que era un hombre lleno de contradicciones. Y surgió, extrañamente, una corriente de comunicación. Se llegó a hablar con él con mucha confianza...

"Un día este hombre nos dijo: 'Miren, ustedes están aquí de puros huevones que son'. Le contestamos con aspereza. Pero él insistió: 'Si ustedes quieren salir, yo los saco a todos'. Entonces le entró una especie de locura a este hombre y empezó a declarar enfermos graves a todos los compañeros. Se puso a trabajar como animal, catorce o dieciséis horas diarias... Empezó a despachar informes a Iquique...

"Parece que se dieron cuenta, o a lo menos sospecharon que había algo anormal, porque llegó otro médico en actitud muy dura, que comenzó a llamar a los 'enfermos', entre ellos a mí, para verificar la cosa...

"Yo alcancé a salir por este mismo conducto".

 

UN GRAN ORGANIZADOR REVOLUCIONARIO

Volodia Teitelboim escribió refiriéndose al compañero Américo Zorrilla: “Con todo, pienso que tal vez él pasó demasiado tiempo entre la tinta, linotipias, las prensas y las fresadoras. Nos demoramos quizás demasiado en descubrirlo como un gran organizador de la actividad revolucionaria aplicada en cualquier campo. Cuando el descubrimiento se hizo, contribuyó como nadie a desarrollar en el Partido el concepto de finanzas de masas, a estructurar las entusiastas y bien concebidas campañas económicas anuales. En que cada militante asume el compromiso personal de hacer conciencia en el pueblo de la necesidad de ayudar al combate, contribuyendo a subvenir los gastos de una gran batalla que le interesa a él y a toda la izquierda.

“Ha colaborado sin regatear nunca, en ningún momento, su esfuerzo para dar al mecanismo total del Partido un impulso renovador, más a tono con los tiempos que corren y con las responsabilidades futuras.” (Teitelboim, Volodia, en “El Siglo” del 22 de febrero de 1970)

 

MIEMBRO DEL COMITÉ CENTRAL

En el decimoquinto Congreso Nacional del Partido Comunista, efectuado en Santiago del 18 al 23 de noviembre de 1958, Américo Zorrilla fue elegido miembro del Comité Central y fue ratificado en su cargo de Encargado Nacional de Finanzas. Después del decimosexto Congreso Nacional, que tuvo lugar en Santiago del 13 al 18 de marzo de 1962,  asumió un puesto en el secretariado y en el decimoséptimo Congreso  Nacional celebrado en Santiago del 10 al 17 de octubre de  1965, fue designado  miembro de la Comisión Política del Comité Central.

Volodia Teitelboim se refiere a él, diciendo: “En la Comisión Política y en el secretariado del Comité Central del Partido Comunista, sus intervenciones son breves, exactas. Siempre dice lo estrictamente indispensable. Sin pretensiones, da en el blanco, descubre el ángulo preciso, pone en movimiento el eslabón que llevará la idea sin demora a la práctica

Es absolutamente sencillo. Pero como emana de él un natural señorío de pueblo, muchos compañeros lo llaman ‘Don Américo’.” (Ibidem.)

 

EN EL GOBIERNO POPULAR

Durante la campaña presidencial que culminó con el triunfo del candidato de la Unidad Popular,  Américo Zorrilla tuvo a su cargo el trabajo de propaganda del Partido Comunista.

En el acto solemne del 3 de noviembre de 1970, en que asumió Salvador Allende la Presidencia de la República, Américo Zorrilla juró como uno de los catorce ministros que constituyeron el  primer Gabinete del Gobierno Popular.

En esa oportunidad, Allende designó a cuatro ministros obreros. Tres de ellos comunistas:

Américo Zorrilla, en la cartera de Hacienda; Pascual Barraza, Obras Públicas, y José Oyarce, Trabajo y Previsión Social. El cuarto fue el socialista Carlos Cortés, en Vivienda.

El 17 de junio de  1972, Américo Zorrilla fue reemplazado en la cartera de Hacienda  por Orlando Millas. Entonces volvió a retomar sus responsabilidades como miembro de la Comisión Política del Comité Central.

 

EN LA LUCHA CLANDESTINA BAJO LA DICTADURA

Inmediatamente ocurrido el golpe fascista del 11 de septiembre de 1973, el compañero Américo Zorrilla  pasó al trabajo clandestino y se dedicó a restablecer y desarrollar el trabajo de propaganda en las difíciles condiciones del terrorismo de Estado.

En una entrevista, el periodista y escritor  José Miguel Varas,  le pide:

- “Hábleme de Víctor Díaz. ¿Tuvo contacto, reuniones con él?

-“Muchas. Yo trabajé  como encargado de propaganda hasta los  primeros meses de 1974.

-Poco después pasé a ser encargado de organización. Yo era miembro de la Comisión Política. A principios del 74, en condiciones muy riesgosas, tuvimos una primera reunión de la Comisión Política. Desde abril me hice cargo del frente de organización y pasé a formar parte del Secretariado, constituido entonces por Víctor Díaz, Rafael Cortés, Mario Zamorano, Inés Cornejo y yo. Habitualmente nos reuníamos tres. Estuve muchas veces con Víctor Díaz en los años 74 y 75. Aparte de las reuniones a veces nos juntábamos para discutir determinados problemas. En ese tiempo se hicieron algunas reuniones de Comisión Política y regularmente las del Secretariado. Después de la última reunión de Secretariado a la que me tocó asistir, Víctor Díaz me pidió que me quedara con él en la casa, porque quería conversar conmigo una serie de asuntos del Partido antes que yo saliera del país, hecho que estaba en conocimiento de muy pocos compañeros. Llegué a Moscú en los primeros días de febrero de 1976”.

 

EXILIO Y RETORNO

Por razones de seguridad la Dirección del Partido decidió la salida clandestina del país del compañero Américo Zorrilla. Se estableció en Moscú, donde  asumió la responsabilidad de dirigir las grandes campañas de finanzas llevadas a cabo por los comunistas chilenos repartidos por más de treinta países destinadas a  contribuir a las luchas que en Chile se libraba contra de la dictadura fascista.

Retornó a la patria en 1986. Participó en el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista, erróneamente llamado “XV Congreso”, efectuado en mayo de 1989. En éste dejó de pertenecer al Comité Central. Pero siguió militando activamente en la célula Pablo Neruda de San Miguel.

Sin ser miembro de la dirección y habiendo dejado de ser funcionario del Partido iba todos los días, con esa responsabilidad y sencillez  que le fue proverbial, a la sede del Comité Central para   ayudar en lo que fuera  necesario en las tareas partidarias.

Una de sus preocupaciones era cuidar de la tumba de Luis Emilio Recabarren en el Cementerio General.

 

UN CAMARADA EJEMPLAR

Durante el exilio, varias veces estuve con Don Américo. Siempre fraternal, de un especial sentido del humor, alegre, optimista.

Ya de regreso en Chile, tuve un contacto más estrecho con él. Cuando le conté en 1991 que estaba trabajando en un libro sobre Recabarren, me aportó materiales, testimonios y me llevó a conversar con compañeros que habían conocido al fundador del Partido. Entre ellos al exdiputado José Vega Díaz.  Su ayuda fue fundamental para que en junio de 1992 apareciera “Don Reca”.

 

UN MERECIDO HOMENAJE

Don Américo,  militante comunista por 61 años, murió el  20 de agosto de 1992. 

El 22 de agosto de 1992 concurrí al edificio Gabriela Mistral. Allí tuvo lugar  la clausura pública del XXVII Pleno del Comité Central del Partido Comunista, realizado bajo la consigna: “Tierra, Vida, Humanidad. 500 años de dependencia”. Informó Volodia Teitelboim, que inició sus palabras diciendo: 

“Hace poco más de 26 años un hombre grande, de físico pequeño, como Ministro de Hacienda del Gobierno presidido por Salvador Allende, proponía el financiamiento para la construcción del edificio donde hoy estamos reunidos. Hace poco más de 20 días ese mismo hombre grande, de físico pequeño, en nombre del Partido Comunista de Chile  inició las gestiones para que el XXVII Pleno se celebrara en este edificio que él, anónimamente, había contribuido a erigir.

Por los tristes simbolismos de la vida y de la muerte,  una vez que termine esta reunión partiremos a sus funerales.  Permanecerá en nuestras memorias el ejemplo de este obrero de imprenta, de este constructor del futuro que dedicó su existencia entera a la causa del pueblo, del Partido, del socialismo. Nuestro es el dolor de sus familiares. Adiós, querido camarada Américo Zorrilla”. (Citado en Ljubetic Vargas, Iván: “De la Historia del PC de Chile: La crisis que comenzó en los años ochenta”. Santiago, 2002, páginas 133 y 134)

 

UN IMPRESCINDIBLE

Finalizada la sesión nos dirigimos al Cementerio General. Allí, cientos de comunistas, familiares y amigos, lo despedimos en una emotiva ceremonia. Hablaron para rendirle homenaje Luis Corvalán, Clodomiro Almeyda, Jaime Durán, Luis Salinas, Rodrigo Rojas y su sobrino René Zorrilla. 

Con La Internacional, cantada con honda emoción, dijimos hasta siempre al comunista ejemplar, al imprescindible, a Don Américo, que luchó toda su vida por un mañana mejor.

 

 


I.- “EL MANIFIESTO COMUNISTA” Y SU INFLUENCIA EN LOS ORIGENES DEL PENSAMIENTO REVOLUCIONARIO CHILENO

 




                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                               Centro de Extensión e Investigación

                                               Luis Emilio Recabarren,  CEILER

 

            


 

I.- ¿CUÁL FUE EL ORIGEN  DEL “MANIFIESTO”?

Exiliados alemanes que vivían en París fundaron en 1834 la Liga de los Proscritos, una sociedad secreta democrático-republicana. En 1836, sus elementos más avanzados dieron vida a la Liga de los Justos.

A mediados de 1847 esta asociación realizó en Londres su Primer Congreso, al que asistió Federico Engels.

En este evento efectuado en la más estricta clandestinidad, se produjo el cambio de su nombre por el de Liga de los Comunistas.

Entre fines de noviembre y comienzos de diciembre de 1847, se celebró, también en Londres y clandestinamente, el Segundo Congreso de la Liga de los Comunistas. Concurrieron Carlos Marx y Federico Engels, que expusieron y defendieron la teoría que habían creado. Estos nuevos principios fueron aprobados por unanimidad. El viejo lema de “Todos los hombres son hermanos”, fue reemplazado por el de “Proletarios de todos los países, uníos”.

El Segundo Congreso de la Liga encargó a Marx y Engels la redacción de un programa.

Tal fue el origen del Manifiesto del Partido Comunista.

El 24 de febrero de 1848 se publicó en Londres, en idioma alemán, la primera edición del Manifiesto del Partido Comunista, redactado por Marx y Engels.

 

II.- SOBRE EL MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA.

Es un texto breve. Su primera edición tenía sólo 23 páginas.

Esta obra –pequeño libro que vale por tomos  enteros, al decir de Lenin- consta de una Introducción y cuatro partes.

Se inicia con la famosa frase: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”.

Agregando: “Ya es hora que los comunistas expongan a la faz del mundo entero sus conceptos, sus fines y sus tendencias, que opongan a la leyenda del fantasma del comunismo un manifiesto del propio partido”

La primera parte tiene por título “Burgueses y Proletarios”. Y allí se expone de entrada su tesis central: “La historia de todas  las sociedades hasta nuestros días, ha sido la historia de la lucha de clases”.

En esa parte Marx y Engels  escribieron (atención, pues parece que no  fue escrito hace ya 170 años)  “Mediante la explotación del mercado mundial,  la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países... Ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas  y están destruyéndose continuamente... En lugar del antiguo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban a sí mismas, se establece un intercambio universal... Los bajos precios de sus mercancías constituyen la artillería pesada que derrumba todas las murallas de China...”

La segunda parte: “Proletarios y Comunistas”, aplican a la práctica los enunciados de la Primera Parte.

La Tercera Parte: “Literatura Socialista y Comunista”, se realiza la crítica a los diferentes corrientes socialistas y comunistas existentes en esa época (mediados del siglo XIX).

La Cuarta Parte: “Actitud de los comunistas respecto de los diferentes partidos de oposición”, finaliza proclamando:

”Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por  la violencia  todo el orden social existente. Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los Proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar. ¡Proletarios de todos los países, uníos!”

  

 

III.-  EN CHILE, CATORCE AÑOS ANTES DEL MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA

En 1834, catorce años antes de que se publicara la primera edición del Manifiesto de Marx y Engels, los obreros del mineral de Plata de Chañarcillo, ubicado cerca de Copiapó llevaron a cabo la primera huelga obrera  en nuestro país.

Según el investigador Roberto Hernández “El alzamiento de peones de 1834  se repitió más tarde, causando con ello una enorme intranquilidad en Copiapó mismo, en donde la población llamada La Placilla era como una amenaza constante”. (Hernández, Roberto: “Juan Godoy o el descubrimiento de Chañarcillo”. Valparaíso, 1932. Tomo I, p. 69).

Lo de Chañarcillo fue una acción espontánea, una elemental reacción a la superexplotación. El trabajo en ese mineral era inhumano.

Ocho años después de esa explosión proletaria, el escritor José Joaquín Vallejo, que usaba el seudónimo de Jotabeche, escribió en “El Mercurio” sobre las labores en Chañarcillo:

”A la vista de un hombre medio desnudo que aparece en su bocamina, cargando a la  espalda 8, 10 y 12 arrobas de piedras ( una arroba equivale 11,5 kilos, por tanto, estamos hablando de 92, 115 y 138 kilos), después de subir con tan enorme peso por aquella larga sucesión de galerías, de piques y de frontones; al oír el alarido penoso que lanza cuando llega a respirar el aire libre, imaginamos que el minero pertenece a una raza más maldita que la del hombre, nos parece un habitante que sale del otro mundo menos feliz que el nuestro, y que el suspiro tan profundo que arroja al hallarse entre nosotros es una reconvención amarga dirigida al cielo por haberlo excluido de la especie humana.

“El espacio que media entre la bocamina y la cancha, en donde deposita el minero los metales, lo baña con el sudor copioso que brota por todos sus poros; cada uno de sus acompasados pasos v acompañado de un violento quejido; su cuerpo encorvado, su marcha difícil, su respiración apresurada, todo en fin, demuestra lo mucho que sufre”. (“El Mercurio”, 5 de febrero de 1842)

 

 

IV.-  ORIGENES Y DESARROLLO DEL PROLETARIADO CHILENO.

A partir de los años 20 del siglo XIX, Chile experimentó importantes cambios en su economía.  Luego de haber roto la dependencia al rey español, nuestro país pudo vender cobre y plata a Inglaterra. Con los recursos recibidos, se ampliaron los minerales, se mejoraron y se construyeron caminos, puentes, puertos; se empleó el ferrocarril. En todas esas faenas, que eran formas capitalistas de producción,  laboró un  trabajador de nuevo tipo.  Así surgió la clase obrera chilena. Los primeros destacamentos de  ella, aparecieron en la región de Atacama.

Desde su nacimiento hasta comienzos del siglo XX, el proletariado chileno alcanzaba la categoría  que Marx llamó   “una clase en sí”. O sea, existía objetivamente, pero carecía de conciencia de clase y de organizaciones propias en lo social y en lo político.

Tenía, eso sí, una capacidad de lucha por reivindicaciones económico-sociales, como lo demostró Chañarcillo y otras numerosas huelgas llevadas a cabo en el siglo XIX.

Al publicarse en  Londres el Manifiesto Comunista, Chile contaba con una población de algo más de un millón de habitantes, de los cuales 30 mil eran obreros,  estando la mitad de ellos ocupados en la minería.

 

V.- LA INFLUENCIA DEL SOCIALISMO UTÓPICO EN CHILE

Hacia  mediados del siglo XIX, algunos núcleos obreros habían alcanzado la madurez suficiente para acoger ideas del socialismo utópico. Este había surgido en Europa en la primera mitad de ese siglo.

Sus representantes fueron los primeros en criticar en forma apasionada y convincente las injusticias del régimen capitalista.

Su doctrina era socialista, porque aspiraba a crear una sociedad nueva. A instaurar, según decían  ellos, “el reino de la razón y de la justicia eterna”

Era utópico, porque resultaba  incapaz de mostrar el camino para alcanzar la sociedad que proponían. Ello, debido a que  sus exponentes no comprendían que el motor del desarrollo de la sociedad  es la lucha de clases.

Los  teóricos más destacados del socialismo utópico son los franceses  Henri Saint-Simon y Charles Fourier,  junto con el inglés Robert Owen.

En Chile el escritor y periodista Martín Palma publicó en febrero de 1858  “El Cristianismo Político o Reflexiones sobre el Hombre y las Sociedades”. Es la primera obra que en nuestro país planteó las ideas del socialismo utópico.

En 1864 Ramón Picarte Mujica concibió una organización llamada “Sociedad Trabajo para Todos”,   con el fin de  ayudar a la gente necesitada. Para ello recurrió a la  clase adinerada. No recibió apoyo alguno.

Mayor efecto tuvieron las ideas del socialismo utópico en el espíritu de innumerables obreros y artesanos semiproletarizados, que iniciaron la crítica social y pusieron la base a los primeros anhelos reivindicativos.

El 18 de septiembre de 1853, surgió en Chile la primera Sociedad de Socorros Mutuos, llamada también  Mutual.

Las mutuales, sin ser una organización de la clase obrera, tuvieron entre sus socios a importantes sectores obreros. Era un grupo de personas, que reunían un fondo social, a través del pago de cuotas, que se utilizaba para ayudar a los socios enfermos y a los familiares de los fallecidos. No eran entidades para llevar adelante la lucha de clase del Proletariado. Por el contrario,  representaban la tendencia de conciliación de clases. En su seno podían coexistir patrones y obreros, pero sobre todo la constituían artesanos.

 

VI.- EL MARXISMO LLEGA A NUESTRO PAIS.

Después de la Guerra del Salitre (1879 – 1883) la clase obrera chilena experimentó un notable desarrollo. Ello, entre otras razones, por la incorporación al proletariado nacional de los pampinos que laboraban la industria del salitre, que hasta ese conflicto estuvo en manos del Perú (Tarapacá) y Bolivia (Antofagasta). Hacia 1883 eran unos 4.500.

Se inició  el período   del conocimiento del marxismo en Chile, que se prolongó hasta el primer decenio del siglo XX.

Surgieron núcleos de obreros que conocían el movimiento sindical europeo, sus luchas, las ideas que sustentan. Es por entonces frecuente, que se mencionara a Marx y se citaran párrafos del Manifiesto Comunista.

Veamos algunos ejemplos.

El periódico “El Pueblo”, de Valparaíso, en su edición del 31 de agosto de 1892 publicó un Manifiesto de la Sociedad Marítima de Socorros Mutuos, donde se sostenía:

”No olvidéis las palabras del gran socialista Karl Marx: la gente de trabajo de todas partes del mundo debe ser hermana. Ellas deben hacer causa común con los demás. Ellas tienen un mundo que ganar y sólo las cadenas que perder”.

Ese mismo periódico, trae el 12 de agosto de 1893 un artículo titulado “La Sociedad del Futuro”, en el cual se hacen acertadas referencias a Karl Marx.

En febrero de 1896 se fundó en Santiago el Centro Social Obrero, que en noviembre de ese año comenzó a editar su órgano oficial “El Grito del Pueblo”, que difunde los principios del socialismo científico. Con fecha 6 de diciembre proclama: “Somos socialistas. ¡Ya no somos un pueblo ignorante!

El 29 de diciembre aparece en sus páginas el artículo “El Socialismo en Chile”. Lo firma alguien con el seudónimo  Karl Marx, que sostiene:

“Las ideas para esparcirse no respetan nada... Atraviesan soberbias cordilleras como los Andes, para sentar sus reales en el indolente Chile y convertir en hijos del pueblo, acostumbrados a besar la mano del verdugo que los azota, en hombres libres que luchan sin miedo por emanciparse del yugo burgués”.

Hacia 1896, uno de los dirigentes  de la Agrupación Fraternal Obrera, llamado Luis Olea se declara marxista. En una carta publicada en “El Proletario”, de Santiago, el 20 de septiembre de 1897 afirma:
”Diviso en esos temas al gladiador temerario que desafiando las fieras humanas esgrime con la seguridad del éxito las armas de la razón templadas en el yunque de las teorías de Marx... Tiemble ya la burguesía por su porvenir, que el día fatal de la vindicación llegará al fin, y entre los escombros de todo un régimen se alzará triunfante el sol del socialismo”.
 

El 10 de octubre de 1897, “El Proletario” trae un artículo firmado por una mujer, Úrsula Bello, donde se señala:

”Nosotras, las que hemos cifrado nuestro porvenir y bienestar en la ruda labor de los hombres de trabajo, las que soportamos las injusticias y desigualdades del actual régimen social, nos adherimos entusiastas a la falange de los nuevos redentores de la humanidad: los socialistas”.

En esa misma edición, A. Araya  escribe: “Adelante compañeros de sufrimientos en la grande idea del socialismo; unámonos como un solo hombre para rechazar esta sociedad explotadora. ¡Viva el Socialismo! ¡Viva la Revolución Social!”

 

“El Proletario” en su número del 17 de octubre de 1897  proclama:
”La lucha de clases, desconocida hasta ayer en Chile, se empeñará desde hoy, frente a frente proletarios y burgueses, artistas y profanos, reformadores y reaccionarios, víctimas y verdugos”.

En octubre de 1897 se funda en Santiago la Unión Socialista, que plantea tener por objeto “implantar el Socialismo en Chile”.  Como respuesta al ataque realizado a una asamblea de socios por una turba de matones enviados por la Intendencia de Santiago, se transformó el 8 de diciembre de 1897 en el Partido Socialista. Este tendrá una existencia de no más de dos años.

 

En Punta Arenas se fundó en 1897 la Unión Obrera. En su periódico “El Obrero” proclamó con fecha 2 de enero de 1898:

“La lucha de clases  se desarrolla donde quiera que existan burgueses y proletarios”. 

En febrero de 1898 se creó en Santiago el Partido Obrero Francisco Bilbao, que el 26 de ese mes afirmó en su periódico “El Trabajo”:

“El obrero no debe esperar nada de tantos falsos apóstoles. Su emancipación social, política y económica debe ser obra del obrero mismo y esto lo conseguirá mediante la unión que hace la fuerza, formando el partido de los explotados”.

En 1907 escribió  Luis Emilio Recabarren:

“La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos, ha dicho Karl Marx hace 60 años en Alemania y esta frase inmortal es el faro que nos guía y vivirá unida con otra del mismo autor: ¡Proletarios de todos los países, uníos!”. 

 

VII.-  SE INICIA EL PERÍODO DE LA APLICACIÓN DEL MARXISMO A CHILE

Hacia  1910 se inició el período de la aplicación del marxismo a la realidad chilena, con la aparición de obras marxistas en el propio país.

Luis Emilio Recabarren Serrano (1876 – 1924) es el primer autor marxista en nuestro país y uno de los tres primeros de América Latina, junto al cubano Julio Antonio Mella (1903 – 1929) y al peruano José Carlos Mariátegui (1894 – 1930).

Recabarren  escribió en 1910 tres obras de carácter marxista:

-          “La huelga de Iquique en diciembre de 1907. La teoría de la Igualdad”;

-          “Pobres y ricos a través de un siglo de vida republicana” y

-          “Mi Juramento”.

 

Son éstas las primeras expresiones en el país de la doctrina elaborada por Marx y Engels.

Por entonces el proletariado nacional vivía un momento muy importante de su historia.

Las ideas del marxismo han sido acogidas por no pocos sectores obreros. La labor de educador de masas de Recabarren está dando sus frutos. Madura la conciencia de clase en importantes núcleos proletarios.

En 1900  habían surgido las Combinaciones Mancomunales Obreros, las primeras organizaciones de carácter sindical en el país, que desaparecieron con la masacre de la Escuela Santa María de Iquique, perpetrada el 21 de diciembre de 1907. Pero, gracias a la tenaz labor de Recabarren y otros revolucionarios, el movimiento sindical de clase se ha ido reconstruyendo. 

1912 es un año de trascendencia muy grande en la Historia de Chile. Entonces ya se han creado las condiciones objetivas y subjetivas para el surgimiento del Partido revolucionario de los trabajadores chilenos.

Y en ello, la influencia del Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels publicado en Londres el 24 de febrero de 1848, fue muy grande.

 

Bibliografía:

 

- Engels, Federico: “Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico” 

- Marx, Carlos y Engels, Federico: “Manifiesto del Partido Comunista”

- Ramírez Necochea, Hernán:   “Historia del Movimiento Obrero en Chile”

- Ramírez Necochea, Hernán:   “Origen y Formación del Partido Comunista  de Chile”

- Ljubetic Vargas, Iván: “Breve Historia del Partido Comunista de Chile”

- Ljubetic Vargas, Iván:       “Don Reca”

- Ljubetic Vargas, Iván: “El Manifiesto cruza mares y cordilleras”    en revista “Alternativa” Nº 7, ICAL,  enero-febrero-marzo 1998, pp. 54 a 64.

 

 

 


domingo, 26 de febrero de 2023

Cría cuervos y te sacarán…

 

 

Comentario radial y escrito.

 


 

 


 

Me preguntan por qué digo “Ay dios mío de los coloraos”. 

Muy buena pregunta. 

“El dios de los coloraos”, no es otra cosa, que el intelecto del pueblo al servicio y abrigo de la lucha de clases. 

“Mi dios de los coloraos” nos protege de los mercenarios de clase. 

Además, en tiempos de tempestades y cocinas selectivas, se asoman copias de la clase trabajadora, que, sin ser, ni poder ser, una relevancia en su clase originaria, se transforman en mercenarios de clases. 

Tengo el privilegio de ser profesor primario y de haber contribuido en el plan de alfabetización de la Unidad Popular. 

Digo esto, para poder explicarme mejor. 

Para enseñar a leer y escribir aplicaba el método audiovisual. 

Eso sí, a la pinta mía. 

El mostrar láminas de una pala, de un arado, de la tierra, de un surco; emitir su sonar, mostrar la enredadera de su escritura; escuchando bajito, La pala, de Víctor, era y es para mí, la mejor interpretación de “Ay mi Dios de los coloraos.” 

Se entraba despacito a una conciencia social, de clase, y se vestía con ella. 

La pala, el arado, no serían un yugo, era la contribución personal y colectiva, de poder sembrar y cosechar un país hermoso, diferente. 

Han pasado más de 54 años; habrán madurado los damascos, se habrá llenado el tacho de uva en la vendimia. 

No tengo idea como pudimos llegar a esta acuarela sufriente; tantos gritos mudos y sordos me enrostran. Yo, ladrón, detrás del juez me pillaron con las manos en los bolsillos 

La cuestión es triste, cruel, impía, el enterarse del curso de la guerra. Duele inmensamente la memoria, el conocimiento, la vida, el nacer, el amar. 

Más de 18.000 muertes, más 7 millones de civiles arrancando. 

Matan sin asco a la moral, traicionan mil veces a ese desconcertado, curioso y vulnerable pirgüín. 

¡Quizás, la larvita podría decir…! ¡Que he hecho, dios mío de los coloraos! 

Para poder entender la vida, sus huecos y rellenos sanguinolentos, sus mosaicos, me obligo a caminar herido, altivo, agresivo, porfiado, iracundo, insatisfecho y agradecido. 

Y me da un miedo grande. 

El viernes 24 de febrero, los noticieros en el mundo entero, conmemoraban un año de guerra y muerte. 

Y me avergüenza, que en la boca del fascismo se pronuncie la palabra VENCEREMOS. 

Se podía ver en el noticiero sueco, y en el mundo entero, están coludidos, al guerrero ucraniano Zelenski, agradeciendo al mundo por el apoyo prestado, pero exigía que los líderes de occidente hicieran su “tarea para la casa” y le mandaran armas realmente mortíferas. Única alternativa para derrotar a los invasores rusos. 

Se pudo ver, yo “anonadado”, al primer ministro sueco, Ulf Kristersson, metralla en mano encaramado en un tanque alemán, Leopardo 2 rumbo, a Kiev. 

Rambo una alpargata. 

¿Por qué, el solo hecho de ser un receptor circunstancial, voluntario y manipulado; sin arte ni parte, tenga que morir violento, ¿para que otros sigan viviendo el “descueve y a la pinta? 

El viernes 24 de febrero entrevistaban a jóvenes suecos, con fusil en mano, contentos de ir al frente de muerte y hacer algo significativo por la vida. 

Mi paisito de agua, una potencia en todo, tendría que velar más por esa juventud que encuentra sus valores y principios en la guerra, en la muerte y no en los análisis. 

Brillaba en la filmación el yatagán… Sabrán el dolor que provoca la hoja de acero rompiendo carne, pulmón, venas… En el reportaje, se podían ver, tanques blindados de combate confeccionados durante la Guerra Fría; genuina forma de expresar un periodo de intrigas y de planificación integral, selectiva e ignorante de exterminio. 

Los portales cinematográficos, los que nos ayudaron en los confinamientos por la pandemia, les dan como caja a nuestros entendimientos; ciudades destruidas, un puñado de humanos arrancando, escondiéndose de, no sé de qué; venusianos, neptunianos, zombis. 

Nos acechan formas parecidas a Lagartos, que hablan y ríen, salen de hoyos negros, vienen de otras constelaciones, de otros infinitos. 

Son entrenamientos para los tiempos de Guerra Fría… 

Para que te vayas acostumbrando. La teoría de la relatividad es un asomo a la indiferencia. 

Si hoy una niña, un niño, ve una vaca volando, lo encuentra normal y sonríe. 

Que hemos aprendido desde el arrastre del pirgüín. 

Pá adonde se fue la cognitiva. 

Ahí está: Unos re pocos, mirando para abajo y una inmensidad mirando para arriba. “Chemimare. 

Tengo la desdicha de andar relacionando, comparando cosas; es mi cilicio para entender. 

Cuando vi al primer ministro sueco, Ulf Kristersson, metralla en mano, se me asomo Salvador Allende, erguido, leal, rebelde a las puertas de la Moneda, metralla en mano defendiendo la soberanía, la dignidad de su pueblo. 

La moral, el humanismo, están encadenados por el conservadurismo. 

Estas aberraciones se ven por todos lados y por todos lados aparecen los abogados del diablo, justificando la desesperación del Imperio al ver sus privilegios cambiándose de clase. 

En mi paisito de los Andes, prostituyen el fuego aprendido y lo usan quemando la vida del árbol… 

No dejan vivir a Nicaragua, arrinconan a degüello al pueblo de Cesar Vallejos. 

En Ecuador, la corrupción tiene su tiempo contado. 

La delincuencia, consecuencia y escuela de la codicia, del ego, crea caos por todos lados, son miles y miles, millones los victimarios… 

Creen que unos millones más en Eurasia, no se notara. 

Quien nos sabe de Espartaco, el esclavo y gladiador, vivió muchos años antes de Cristo; ha cambiado la pertenencia del pan o del cuaderno. 

Pa` ná. 

El caos social, las transformaciones, la cultura, ha servido, con algunas excepciones, a fortalecer y mantener los privilegios del riquerio. 

El caos, la guerra, la muerte, las injusticias atornillan aún más al neoliberalismo. 

O acaso creen ustedes que la revolución francesa le dio nísperos al pueblo hambriento todavía… 

O quizás la Primera y Segunda Guerra Mundial se inventó para mitigar el hambre y la ignorancia. 

Mire usted, Londres, en la Segunda Guerra Mundial, ofrendo la vida de más de 50 000 civiles en los bombardeos nazis a la ciudad. Inmensos edificios fueron ladrillos calcinados, alfombrando suelos de triste miseria. 

Sin embargo, hoy, es Inglaterra la que más sopla la llama de la muerte en el conflicto criminal Ucrania Rusia. 

Lo mismo sucede con Francia. 

La Alemania, Berlín, no se olvida del Ejército Rojo, no extraña tampoco lo de España; la Unión Europea se viste con los calzoncillos largos de Franco. 

Polonia, Hungría, se olvidan del exterminio. La Varsovia ocupada por la inhumanidad de la guerra, lo olvido la cruz. 

El Pearl Harbor de hoy, es Crimea o lo es Donbas, ha sido mortíferamente actualizado, aplicado, tuerto y altanero. 

Le tengo miedo a la fobia, es una actitud de odio acumulada en una olla a presión. Ha dejado desnudos a los habitantes en los campos de concentración y de exterminio nazi. 

Hoy, tratan de asociar como sea el comunismo de la Unión Soviética con la federación rusa, no lo es ni en pintura, pero habría sido maravilloso si fuera cierto. Por desgracia no lo es. Sin embargo, el pueblo es el mismo, el pueblo es el mismo, tiene la misma mentalidad de aquellos que lucharon y murieron en Leningrado. 

El mundo entero, especialmente Europa debería tener, solo gratitud, admiración y respeto por ese pueblo ruso. 

Los soviéticos ofrendaron la vida de más de 20 millones de habitantes y soldados para liberar a Europa del fascismo alemán. 

En el tiempo de la Unidad Popular, nos tildaban de pais comunistas, no lo fuimos ni por olor, pero apaleábamos los caminos con ideas socialistas, humanistas…Nos truncaron igual. 

Los grandes consorcios imperiales desencadenan una fobia rusa descontrolada y criminal, inmoral, que puede sin asco ver a ese pueblo bueno destruido…Y con él, planeta entero. 

Es la misma fobia del capital y locura fascistoide existida en contra de gitanos, judíos, incapacitados, homosexuales, comunistas. 

Cría cuervos y te sacaran los ojos. 

¿Quién está ganando en esta guerra parricida? 

Cachuo estoy con los fabricantes y transportadores de armas. 

Cachuo estoy con el poder de las religiones, traen muchas muertes empobrecidas. 

Como dijo el misógino Einstein: 

“¡Triste época la nuestra!” 

“Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.

 

Alejandro Fischer Alquinta. 

Estocolmo 20230226.