Editorial de El Siglo, edición 1608 del 27 de abril de 2012

“Por la unidad de las luchas sociales”

Así, como titulamos este editorial, define la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) su convocatoria a conmemorar una vez más el Día Internacional de los Trabajadores (y no “del trabajo”, como dicen algunos para falsificar el carácter y sentido de esa fecha).

Se trata, inequívocamente de lo que desde la derecha –y su gobierno, por cierto- se califica como una “intromisión indebida” de la máxima organización de los trabajadores en asuntos que no le incumben: “la política”.

Es el mismo tipo de descalificaciones que utilizan para deslegitimar las movilizaciones estudiantiles, agregando en ese caso que se trata de personas que por su “extrema juventud” no estarían capacitadas para opinar de asuntos reservados a “la clase política”.

Y es que en un medio enrarecido por la proliferación de “expertos” y consejeros financiados por el estado para aportar “excelencia” en las labores legislativas, disuenan las voces que desde el “estado llano” se permiten intervenir en materias de por sí complejas como el presupuesto de la nación y el sistema tributario; el sistema político, con su binominalismo y otras aberraciones que al menos limitan la participación ciudadana; la soberanía nacional en materia de riquezas básicas; la preservación del ecosistema; la salud y la previsión y otros terrenos en que prevalecen los intereses privatizadores y que integran un largo etcétera de todos conocido.   

Pero, en el caso de los trabajadores en una dimensión ciertamente mayor que en el de los estudiantes, es lícito aducir que conforman ellos la inmensa mayoría de la población, y que “nada de lo humano les es ajeno”, por la simple y aplastante razón de que no hay esfera de la actividad productiva de la que no sean los protagonistas fundamentales. E imprescindibles, no estaría demás consignar.

Y qué decir de los ámbitos de la vivienda, de la salud, de la previsión social, de la educación, en los que constituyen la inmensa mayoría de los “usuarios”, generalmente maltratados y postergados.

Y, entonces, ¿por qué y cómo no tendrían opinión y derecho a expresarla y movilizarse tras ella?

Lo anómalo sería, ciertamente, lo contrario: que encerrados en el margen importante aunque estrecho de sus problemas y reivindicaciones específicas, no se elevaran hasta la comprensión de los estrechos vínculos de sus condiciones de vida con la institucionalidad política y el carácter de clase de los sucesivos gobiernos e instituciones del estado.

¿O es que se podría negar, con un mínimo de buena fe, que tanto los salarios como la seguridad laboral dependen estrecha y decisivamente de “la política”?

Y es por eso que este 1º de Mayo convocan en conjunto la CUT y la Mesa Social para un Nuevo Chile, agrupación ésta de la que forma parte la misma multisindical. Y por eso es que su llamado constituye un programa para las grandes mayorías, una hoja de ruta –como se dice ahora- a la que en forma natural y con pleno derecho se suman miles y millones de ciudadanas y ciudadanos, esos que algunos llaman “la gente” y que no son, al fin de cuentas, sino el mismo “pueblo” que tantas páginas de lucha ha protagonizado en beneficio de todos.

Así, pues, que sea una movilización de masas que hagan oír sus voces desde Arica hasta Magallanes, porque no hay nadie –con las sabidas excepciones de quienes son los grandes beneficiarios del modelo neoliberal- que no estén representados en estas demandas de un ¡Grande, Combativo y Feliz 1º de Mayo!

El Director