A 47 años de un golpe frustrado:
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Pablo Rodríguez, John Schaeffer, Benjamín Matte, Manuel Fuentes y Juan
Hurtado, comenzaron a conspirar desde el día mismo en que Salvador Allende
triunfó en los comicios del 4 de
septiembre de 1970.
Perdidas las esperanzas de ganar a la Unidad Popular
en las futuras elecciones presidenciales
de 1976, contactaron con elementos sediciosos de las Fuerzas Armadas y prepararon
un golpe que debía estallar el
viernes 29 de junio de 1973. En la noche del jueves al viernes habían
robado ametralladoras pesadas y municiones en los almacenes del Cuartel de
Santa Rosa. Simultáneamente, los tenientes René López, Edwin Dimter, Antonio
Bustamante, Mario Garay, Carlos Martínez y Raúl Jofré, alistaban los efectivos y
el material para iniciar la aventura, con la complicidad del teniente José
Gasset Ojeda, hermano de un directivo del grupo terrorista.
ESE DÍA EL GENERAL DESPERTÓ A LAS
NUEVE
El viernes 29 de 1973, el general Carlos Prats, comandante
en jefe del Ejército –contra lo que era su costumbre- se quedó dormido después
que sonó el despertador a las 6,30. A
las 9, lo despertó su
teléfono privado, que tenía en el velador. Era el secretario general de la
Comandancia en Jefe, Rigoberto Rubio. Le comunicó que el Batallón Blindado 2 se
había sublevado y que los tanques atacaban La Moneda y el Ministerio de Defensa. Prats le ordenó que se mantuviera en
contacto con los generales Pinochet,
Urbina y Mario Sepúlveda. Luego se dirigió a la Escuela Militar. Allí se
reunió con el general Guillermo
Pickering, comandante de los Institutos Militares y con el coronel Floody,
director de la Escuela Militar. Después
realizó varios contactos telefónicos y partió en dirección al Regimiento de
Artillería Nº 1 “Tacna”. A la salida se encontró con el Ministro de Defensa,
José Tohá, a quien informó de lo que ocurría, solicitándole le comunicara todo esto al Presidente de la
República.
MOVILIZANDO LAS TROPAS
En el “Tacna” encontró que se cumplían las órdenes de avanzar
hacia el cuartel del Batallón Blindado y ocuparlo. Pasó a la Escuela de
Suboficiales, colindante al “Tacna”. Ahí la oficialidad se negaba a salir a
aplastar la subversión. Los reunió, enfrentó y convenció. Salió la Escuela de
Suboficiales al mando del coronel
Canessa.
En sus Memorias escribe el General Carlos Prats González:
“Yo salgo en mi auto avanzando por calle Dieciocho, delante de los infantes de
la columna que encabeza el Coronel Canessa”.
HABÍA QUE DOMINAR RÁPIDO LA SITUACIÓN
“Durante el recorrido de las cuadras hasta la Avenida
Bernardo O’Higgins, comprendo con claridad la situación que se vive. No era
lógico suponer que el Batallón Blindado 2 estaba solo en su aventura.
Por lo menos parte de otras unidades debían estar también
comprometidas o a la expectativa del resultado inicial. También había que
considerar la reacción de las guarniciones de provincia. Luego, si no se
lograba dominar rápidamente la situación, corría el riesgo de que al Batallón
Blindado se plegaran otras unidades y la confusión podría provocar reacciones
en provincia. Además surgía el grave peligro de que la prolongación del
enfrentamiento desatara manifestaciones populares en defensa del gobierno, y
acciones violentistas de los grupos extremistas de izquierda y de la derecha,
lo que podría crear una confusa situación de caos generalizado. Me propongo,
entonces, usar de todos los recursos para sofocar el motín antes de mediodía”.
VALIENTE Y DECIDIDA ACCIÓN
“Media cuadra antes de llegar a la Avenida Bernardo
O’Higgins recibo un llamado telefónico a mi auto, del Secretario General,
Coronel Rubio, quien me expresa que se ha presentado el Teniente Gasset, del
Batallón Blindado 2 a
la Comandancia en Jefe, a expresar que han sido engañados. Le respondo que lo
retengan y que el General Urbina esclarezca su versión.
En la esquina de Dieciocho con la Avenida Bernardo
O’Higgins. Me bajo del auto, portando subametralladora Thompson y avanzo hacia
el este por la calzada sur hasta la esquina de Lord Cochrane, donde espero al
Coronel Canessa y a su columna. Ya se
había congregado numeroso público que observaba nerviosamente los movimientos
de la tropa. La mayoría aplaude, presumiendo que se trata de efectivos leales
al gobierno.
Ordeno al Coronel Canessa que despliegue la Escuela a lo
ancho de la avenida y emplace las armas pesadas, mientras yo avanzo para hablar
con los amotinados. Es un riesgo calculado inevitable dentro del plan que me
trazado, porque si me limito a esperar el ataque de la Escuela, el combate
podría prolongarse, con los peligros que había previsto: un volcamiento de la
situación. Además el poder de fuego de las armas pesadas y de los tanques, iba
a causar muchas bajas, tanto en las tropas como entre los numerosos curiosos
civiles, ya que era difícil hacerlos
despejar la zona bajo la eventual acción del fuego.
Decido avanzar, entonces, acompañado sólo por el
Subdirector de la Escuela Teniente Coronel Osvaldo Hernández, por el Capitán
Roger Vergara y el sargento Primero Omar Vergara. El Capellán Villarroel, muy
conmovido nos da la absolución.
Nos encaminamos resueltamente hacia el tanque más próximo,
ubicado cerca de la esquina de Teatinos con la
Avenida Bernardo O’Higgins. El comandante del tanque nos apunta con su
ametralladora, pero no dispara. Le ordeno bajar e identificarse, y le ordeno
que se entregue a la Escuela de Suboficiales. Sucesivamente repito mi
gesto con otros tanques y
carros de combate, ubicados en el lado sur de La Moneda... Algunos huyen
en dirección sur, en vez de rendirse.”
EL ABRAZO DE UN TRAIDOR
Desde el Ministerio de
Defensa llegaron a donde estaba el Comandante en Jefe del Ejército el
Almirante Montero y el General Ruiz y les expresaron su adhesión en nombre de
la Armada y de la Aviación. Prats les informó de lo ocurrido. Quedaba sólo
lograr la rendición del Comandante Souper del Batallón Blindado 2. Este permanecía con un grupo de tanques y de
carros en el lado norte de La Moneda. De pronto emprendió rápida marcha por
Teatinos hacia el sur, seguidos por tanques y carros. Prats ordenó entonces que
avance la Escuela de Suboficiales y tome el control del sector sur del Palacio
de Gobierno. Se produjo entonces un intercambio de fuego con individuos
apostados en la torre de Entel y en otros edificios circundantes. Son
prontamente acallados.
Prats hizo abrir las puertas sur y norte de La Moneda. “En
ese momento –relata el general Prats-
alcanzan la calzada de calle
Moneda, frente a la puerta principal del Palacio de Gobierno, efectivos del
Regimiento “Buin”, que tenían la misión de atacar a los amotinados desde el
norte. Los encabeza el General Augusto Pinochet, Jefe del Estado Mayor General
del Ejército, en uniforme de combate, y el General Geiger, comandante de la
unidad. Pinochet me abraza.”
El general Prats, el Ministro Tohá. A su lado, el traidor
FINAL
DEL “ENSAYO GENERAL”
Pronto llegó el Presidente Salvador Allende. Aún se
escuchaban disparos aislados. El general Prats le informó de los sucesos,
después se dirigió a su oficina del Ministerio de Defensa Nacional.
Desorientado, el comandante Souper recorrió con su columna el sector oriente de Avenida
Matta y por último decidió ingresar
violentamente al cuartel de su unidad, que estaba rodeado por los efectivos del
“Tacna”. Después se rindió. No hay dudas que
hubo elementos que estaban comprometidos en el complot que a última hora
acobardaron.
Los principales caudillos de “Patria y Libertad” se
asilaron en la Embajada de Ecuador. Desde esa sede diplomática dan a conocer
un comunicado, en donde asumieron la
responsabilidad del fallido golpe de Estado. Además proclamaron que habían sido
“traicionados”.
Hay quienes aseguran que la aventura del día de San Pedro
del 73 habría sido una especie de ensayo general para el golpe fascista del 11
de septiembre de 1973.
JUNIO FINALIZA COMPLICADO
De inmediato, el Gobierno pidió al Congreso Nacional la
implantación del Estado de Sitio para enfrentar la sedición en marcha. A las 19
horas se realizó una masiva concentración pública en la Plaza de la
Constitución, donde habló Salvador Allende.
Prats relata: “Los Comandantes en Jefe somos citados
previamente a La Moneda y el Presidente nos pide sucesivamente que nos asomemos
al balcón junto a él, lo que en ese momento no pudimos eludir, ya que habríamos
preferido no exhibirnos en ese acto, después de los trágicos sucesos del día.
Supe que algunos oficiales habían censurado ‘nuestra presencia en un acto
político’. Sin embargo, la intención del Presidente con ese gesto era
precisamente diluir el sentimiento de aversión popular contra la totalidad de las
F.F.A.A.”
Sábado 30, 20,30 horas. “Asistimos –escribe Carlos
Prats- con Montero y Ruiz a la reunión
de cinco generales (y Almirantes) por Institución. Los generales de la FACH y
los almirantes exponen su preocupación por los mismos graves problemas que vive
el país, y que los Comandantes en Jefe habíamos ya manifestado al Presidente. En lo que a mí atañía, este
planteamiento había sido reiterado. Un almirante expresa claramente que la
oficialidad joven simpatizaba con la causa del Batallón Blindado 2” .
De ser verdad la afirmación del almirante, la situación
era mucho más complicada que lo que se podía imaginar.
LA CLARIDAD DE UN MILITAR
PROGRESISTA
El Comandante en Jefe del Ejército, comprendiendo las
peligrosas tendencias existentes en los altos mandos de las Fuerzas
Armadas, intentó en esa reunión del
sábado 30 disuadir a los generales y almirantes asistentes de lo terrible que
sería una solución militar a la crisis.
Él lo cuenta en sus Memorias: “Les expreso largamente mi
opinión de que el grave momento que vive el país es un problema ‘político’ que
deben resolver los políticos, a través de un acuerdo entre los Poderes del
Estado, que posibilite una tregua para evitar el enfrentamiento armado. Señalo
los peligros de una presión militar. Cualquier forma que adopte ella,
arrastraría a las FF.AA, sin retroceso posible, a imponer una tiranía con gran
derramamiento de sangre. Montero y Ruiz manifiestan su conformidad con lo que
he expresado”.
Lo que pensaban los otros generales y almirantes presentes
se conocerá 73 días después. Y no todos coincidirán con el preclaro general
Carlos Prats González.
Ese mismo sábado 30
la oposición derechista-democratacristiana, que era mayoría
en el Congreso Nacional, rechazó la petición del Ejecutivo de implantar
el Estado de Sitio.