martes, 30 de junio de 2020

SUCEDIÓ PARA “SAN PEDRO”





A 47 años de un golpe frustrado:





                                                 Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                 Centro de Extensión e Investigación
                                                  Luis Emilio Recabarren,  CEILER



          

             
Pablo Rodríguez, John Schaeffer,  Benjamín Matte, Manuel Fuentes y Juan Hurtado, comenzaron a conspirar desde el día mismo en que Salvador Allende triunfó en los comicios  del 4 de septiembre  de 1970.

Perdidas las esperanzas de ganar a la Unidad Popular en  las futuras elecciones presidenciales de 1976, contactaron con elementos sediciosos de las Fuerzas Armadas y  prepararon  un golpe que debía estallar el  viernes 29 de junio de 1973. En la noche del jueves al viernes habían robado ametralladoras pesadas y municiones en los almacenes del Cuartel de Santa Rosa. Simultáneamente, los tenientes René López, Edwin Dimter, Antonio Bustamante, Mario Garay, Carlos Martínez y Raúl Jofré, alistaban los efectivos y el material para iniciar la aventura, con la complicidad del teniente José Gasset Ojeda, hermano de un directivo del grupo terrorista.

ESE DÍA EL GENERAL DESPERTÓ A LAS NUEVE

El viernes 29 de 1973, el general Carlos Prats, comandante en jefe del Ejército –contra lo que era su costumbre- se quedó dormido después que sonó el despertador a las 6,30.    A las 9,  lo despertó  su  teléfono privado, que tenía en el velador.      Era el secretario general de la Comandancia en Jefe, Rigoberto Rubio. Le comunicó que el Batallón Blindado 2 se había sublevado y que los tanques atacaban La Moneda  y el Ministerio de Defensa.       Prats le ordenó que se mantuviera en contacto con los generales Pinochet,   Urbina y Mario Sepúlveda. Luego se dirigió a la Escuela Militar. Allí se reunió con el general   Guillermo Pickering, comandante de los Institutos Militares y con el coronel Floody, director de la  Escuela Militar. Después realizó varios contactos telefónicos y partió en dirección al Regimiento de Artillería Nº 1 “Tacna”. A la salida se encontró con el Ministro de Defensa, José Tohá, a quien informó de lo que ocurría, solicitándole  le comunicara todo esto al Presidente de la República. 

MOVILIZANDO LAS TROPAS

En el “Tacna” encontró que se cumplían las órdenes de avanzar hacia el cuartel del Batallón Blindado y ocuparlo. Pasó a la Escuela de Suboficiales, colindante al “Tacna”. Ahí la oficialidad se negaba a salir a aplastar la subversión. Los reunió, enfrentó y convenció. Salió la Escuela de Suboficiales al mando del  coronel Canessa.

En sus Memorias escribe el General Carlos Prats González: “Yo salgo en mi auto avanzando por calle Dieciocho, delante de los infantes de la columna que encabeza el Coronel Canessa”.


HABÍA QUE DOMINAR RÁPIDO LA SITUACIÓN

“Durante el recorrido de las cuadras hasta la Avenida Bernardo O’Higgins, comprendo con claridad la situación que se vive. No era lógico suponer que el Batallón Blindado 2 estaba solo en su aventura.
                     
Por lo menos parte de otras unidades debían estar también comprometidas o a la expectativa del resultado inicial. También había que considerar la reacción de las guarniciones de provincia. Luego, si no se lograba dominar rápidamente la situación, corría el riesgo de que al Batallón Blindado se plegaran otras unidades y la confusión podría provocar reacciones en provincia. Además surgía el grave peligro de que la prolongación del enfrentamiento desatara manifestaciones populares en defensa del gobierno, y acciones violentistas de los grupos extremistas de izquierda y de la derecha, lo que podría crear una confusa situación de caos generalizado. Me propongo, entonces, usar de todos los recursos para sofocar el motín antes de mediodía”.


VALIENTE Y DECIDIDA ACCIÓN

“Media cuadra antes de llegar a la Avenida Bernardo O’Higgins recibo un llamado telefónico a mi auto, del Secretario General, Coronel Rubio, quien me expresa que se ha presentado el Teniente Gasset, del Batallón Blindado 2 a la Comandancia en Jefe, a expresar que han sido engañados. Le respondo que lo retengan y que el General Urbina esclarezca su versión.

En la esquina de Dieciocho con la Avenida Bernardo O’Higgins. Me bajo del auto, portando subametralladora Thompson y avanzo hacia el este por la calzada sur hasta la esquina de Lord Cochrane, donde espero al Coronel Canessa  y a su columna. Ya se había congregado numeroso público que observaba nerviosamente los movimientos de la tropa. La mayoría aplaude, presumiendo que se trata de efectivos leales al gobierno.

Ordeno al Coronel Canessa que despliegue la Escuela a lo ancho de la avenida y emplace las armas pesadas, mientras yo avanzo para hablar con los amotinados. Es un riesgo calculado inevitable dentro del plan que me trazado, porque si me limito a esperar el ataque de la Escuela, el combate podría prolongarse, con los peligros que había previsto: un volcamiento de la situación. Además el poder de fuego de las armas pesadas y de los tanques, iba a causar muchas bajas, tanto en las tropas como entre los numerosos curiosos civiles, ya que era difícil  hacerlos despejar la zona bajo la eventual acción del fuego.

Decido avanzar, entonces, acompañado sólo por el Subdirector de la Escuela Teniente Coronel Osvaldo Hernández, por el Capitán Roger Vergara y el sargento Primero Omar Vergara. El Capellán Villarroel, muy conmovido nos da la absolución.

Nos encaminamos resueltamente hacia el tanque más próximo, ubicado cerca de la esquina de Teatinos con la  Avenida Bernardo O’Higgins. El comandante del tanque nos apunta con su ametralladora, pero no dispara. Le ordeno bajar e identificarse, y le ordeno que se entregue a la Escuela de Suboficiales. Sucesivamente repito mi gesto  con otros tanques  y   carros de combate, ubicados en el lado sur de La Moneda... Algunos huyen en dirección sur, en vez de rendirse.”

EL ABRAZO DE UN TRAIDOR

Desde el Ministerio de  Defensa llegaron a donde estaba el Comandante en Jefe del Ejército el Almirante Montero y el General Ruiz y les expresaron su adhesión en nombre de la Armada y de la Aviación. Prats les informó de lo ocurrido. Quedaba sólo lograr la rendición del Comandante Souper del Batallón Blindado 2.  Este permanecía con un grupo de tanques y de carros en el lado norte de La Moneda. De pronto emprendió rápida marcha por Teatinos hacia el sur, seguidos por tanques y carros. Prats ordenó entonces que avance la Escuela de Suboficiales y tome el control del sector sur del Palacio de Gobierno. Se produjo entonces un intercambio de fuego con individuos apostados en la torre de Entel y en otros edificios circundantes. Son prontamente acallados.

Prats hizo abrir las puertas sur y norte de La Moneda. “En ese momento –relata el general Prats-  alcanzan la calzada de  calle Moneda, frente a la puerta principal del Palacio de Gobierno, efectivos del Regimiento “Buin”, que tenían la misión de atacar a los amotinados desde el norte. Los encabeza el General Augusto Pinochet, Jefe del Estado Mayor General del Ejército, en uniforme de combate, y el General Geiger, comandante de la unidad. Pinochet me abraza.”




                       El general Prats, el Ministro Tohá. A su lado, el traidor


FINAL  DEL “ENSAYO GENERAL”
 
Pronto llegó el Presidente Salvador Allende. Aún se escuchaban disparos aislados. El general Prats le informó de los sucesos, después se dirigió a su oficina del Ministerio de Defensa Nacional.

Desorientado, el comandante Souper recorrió  con su columna el sector oriente de Avenida Matta y por último decidió  ingresar violentamente al cuartel de su unidad, que estaba rodeado por los efectivos del “Tacna”. Después se rindió. No hay dudas que  hubo elementos que estaban comprometidos en el complot que a última hora acobardaron.

Los principales caudillos de “Patria y Libertad” se asilaron en la Embajada de Ecuador. Desde esa sede diplomática dan a conocer un  comunicado, en donde asumieron la responsabilidad del fallido golpe de Estado. Además proclamaron que habían sido “traicionados”.

Hay quienes aseguran que la aventura del día de San Pedro del 73 habría sido una especie de ensayo general para el golpe fascista del 11 de septiembre de 1973.

JUNIO FINALIZA COMPLICADO  

De inmediato, el Gobierno pidió al Congreso Nacional la implantación del Estado de Sitio para enfrentar la sedición en marcha. A las 19 horas se realizó una masiva concentración pública en la Plaza de la Constitución, donde habló Salvador Allende.

Prats relata: “Los Comandantes en Jefe somos citados previamente a La Moneda y el Presidente nos pide sucesivamente que nos asomemos al balcón junto a él, lo que en ese momento no pudimos eludir, ya que habríamos preferido no exhibirnos en ese acto, después de los trágicos sucesos del día. Supe que algunos oficiales habían censurado ‘nuestra presencia en un acto político’. Sin embargo, la intención del Presidente con ese gesto era precisamente diluir el sentimiento de aversión popular contra la totalidad de las F.F.A.A.”

Sábado 30, 20,30 horas. “Asistimos –escribe Carlos Prats-  con Montero y Ruiz a la reunión de cinco generales (y Almirantes) por Institución. Los generales de la FACH y los almirantes exponen su preocupación por los mismos graves problemas que vive el país, y que los Comandantes en Jefe habíamos ya manifestado al  Presidente. En lo que a mí atañía, este planteamiento había sido reiterado. Un almirante expresa claramente que la oficialidad joven simpatizaba con la causa del Batallón Blindado 2”.

De ser verdad la afirmación del almirante, la situación era mucho más complicada que lo que se podía imaginar.

LA CLARIDAD DE UN MILITAR PROGRESISTA 

El Comandante en Jefe del Ejército, comprendiendo las peligrosas tendencias existentes en los altos mandos de las Fuerzas Armadas,  intentó en esa reunión del sábado 30 disuadir a los generales y almirantes asistentes de lo terrible que sería una solución militar a la crisis.

Él lo cuenta en sus Memorias: “Les expreso largamente mi opinión de que el grave momento que vive el país es un problema ‘político’ que deben resolver los políticos, a través de un acuerdo entre los Poderes del Estado, que posibilite una tregua para evitar el enfrentamiento armado. Señalo los peligros de una presión militar. Cualquier forma que adopte ella, arrastraría a las FF.AA, sin retroceso posible, a imponer una tiranía con gran derramamiento de sangre. Montero y Ruiz manifiestan su conformidad con lo que he expresado”.

Lo que pensaban los otros generales y almirantes presentes se conocerá 73 días después. Y no todos coincidirán con el preclaro general Carlos Prats González.

Ese mismo sábado 30  la oposición derechista-democratacristiana, que  era mayoría  en el Congreso Nacional, rechazó la petición del Ejecutivo de implantar el Estado de Sitio.