domingo, 14 de junio de 2020

LA PRIMERA HUELGA DE HAMBRE





                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                              Centro de Extensión e Investigación
                                               Luis Emilio Recabarren, CEILER






Uno de los hechos más importante en la lucha contra la dictadura lo constituyó la primera huelga de hambre de familiares de detenidos desaparecidos, a cuya cabeza estuvo Sola Sierra.

NO SE DETIENE LA LUCHA

A tres años del inicio de la dictadura fascista y del cotidiano empleo por ésta del terrorismo de Estado, los sectores más consecuentes continuaban la lucha por la democracia.

Hacia fines de abril de  1976, según informa “El Mercurio”, en San Miguel, La Granja, Pudahuel y otras comunas, volantes mimeografiados fueron “distribuidos clandestinamente con ocasión del 1º de Mayo, conteniendo alusiones contra la Junta de Gobierno, la política económica y abogando por la libertad de Luis Corvalán”. (“El Mercurio”, edición internacional, 9 a 15 de mayo de 1976, página 8)

LAS OPERACIONES DE NOCHE Y NIEBLA

La presión de la solidaridad internacional y las denuncias de la Iglesia Católica chilena obligaron a la dictadura a esconder sus garras.  Entonces recurrieron al ejemplo de las “Operaciones de Noche y Niebla” de la policía secreta de Adolfo Hitler, A partir de 1976 los agentes de Pinochet privilegiaron el siniestro método de los detenidos desaparecidos. Por ejemplo, en junio de ese año, el 52% de los patriotas detenidos desaparecieron sin dejar rastros en manos de los órganos represivos.

Con este sistema, la tiranía creyó perpetrar el crimen perfecto. Sin testigos, sin cadáveres de las víctimas, no existían pruebas de sus fechorías.

LA  LUCHA DE LOS FAMILIARES

Pero no contaron los fascistas con la heroica lucha de los familiares de los secuestrados, quienes con ayuda de la Vicaría de la Solidaridad del Arzobispado de Santiago de la Iglesia Católica, presentaron 4.783 recursos de amparo entre 1973 y 1976. De éstos, ninguno fue acogido por la Corte de Apelación o la Corte Suprema de Justicia. (Revista “Hoy” N.º 52, 24 a 30 de mayo de 1978, página 11).

La abierta complicidad de la “Justicia” con los crímenes de la dictadura, no desanimó a los familiares de los secuestrados que continuaron su lucha por saber el destino de sus seres queridos.

El 21 de septiembre de 1976, nuevo crimen de la DINA en el exterior. En las calles de Washington, capital de Estados Unidos, fueron asesinados el ex Ministro y Embajador del Gobierno Popular, Orlando Letelier, junto a su secretaria, la estadounidense Ronnie Moffit.


LA PRIMERA HUELGA DE HAMBRE

El 14 de junio de 1977, en la sede de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas (CEPAL)   se inició la primera huelga de hambre de los familiares de detenidos desaparecidos, que se prolongó hasta el 23 de ese mes. Tomaron parte en ella 26 familiares: 24 mujeres y dos hombres. 

Estando en el exilio en la República Federal Alemana y siendo director de la revista “Don Reca”, que editábamos los comunistas chilenos exiliados, recibimos de Sola Sierra emotivo testimonio sobre la preparación y desarrollo de esa audaz acción:





“La acción fue preparada cuidadosamente, tomando todas las medidas de seguridad. Sólo un pequeñísimo número de mujeres   sabíamos qué tipo de acción se preparaba, dónde y cuándo se efectuaría.

Conversamos individualmente con alrededor de cien familiares de detenidos desaparecidos. Les preguntábamos si estaban dispuestos a participar en una protesta cuya  forma, fecha y lugar les sería comunicados oportunamente. Todos respondieron afirmativamente. La inmensa mayoría eran mujeres. Se  les hizo un chequeo médico. Este descartó a más de la mitad , por no tener las condiciones mínimas de salud requeridas. Los rechazados se sintieron muy apenados con la noticia. Pero pronto se alegraron al saber que todos ellos tendrían importantes labores que desarrollar.

Los que pasaron el examen médico fueron avisados de los detalles sólo poco antes de iniciarse la operación. Se trataba de poder ingresar a la sede de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas), ubicada en Vitacura. No eran pocos los obstáculos a vencer”.

Sola Sierra cuenta su personal experiencia:

“Yo iba en el micro rumbo al lugar indicado. Estaba harto asustada. Me parecía que toda la gente se fijaba en mí y se daba cuenta hacia dónde iba y que allí, en la bolsa, llevaba el lienzo que habíamos pintado la noche anterior. Para disimular mi nerviosismo, miraba por la ventana como si lo que había afuera  me interesara mucho.

Llegamos al lugar donde debía bajarme. Y al pararme me di cuenta que las piernas me temblaban. Del paradero  me dirigí hasta la puerta de control en la entrada del edificio de la Naciones Unidas. Sentía miedo, pero apechugué. En la puerta un carabinero me preguntó qué es lo que deseaba. Le contesté que iba a hablar con el señor…(di el  nombre de un funcionario que ahí trabajaba, el que antes había averiguado).El policía me miró. Yo transpiraba helado. Después de unos segundos, que me parecieron horas, me dijo: pase usted.

Pocas veces me ha perecido un camino  más largo que el que tuve que recorrer entre la puerta de control y el edificio. Ya dentro de éste, me fui reuniendo con los otros que también habían logrado entrar. Éramos 24 mujeres y dos hombres. Esperamos un rato por si llegaba alguien más, lo que no ocurrió. Luego nos dirigimos a hablar con los responsables de la CEPAL, les informamos de nuestra decisión: Hemos venido para quedarnos y llevar a cabo una huelga de hambre exigiendo que el gobierno responda por la suerte corrida por los  detenidos desaparecidos. Los funcionarios nos miraban sin creer lo que escuchaban. Al comprender que hablábamos en serio, intentaron convencernos que abandonáramos esa idea: es un suicidio, nos dijeron, hay otras formas de  más adecuadas para con seguir lo que desean…

Al comprobar nuestra resolución, nos llevaron a la sala de conferencias N.º 2, donde iniciamos nuestra acción de protesta.

A esa misma hora, grupos de mujeres, también familiares de detenidos desaparecidos entregaban simultáneamente a 16 órganos de información una declaración donde  se señalaba el inicio de la huelga de hambre y sus objetivos.

Chile fue conmovido por la noticia. Pronto la prensa y la radio informaron del hecho.

 En las calles se distribuyeron volantes y aparecieron rayados en las murallas  La solidaridad se hizo presente: hubo declaraciones públicas de juristas, personalidades políticas y sociales, se ofrecieron misas en su respaldo.  En el mundo se  levantó una gran ola solidaria: Declaraciones, huelgas de hambre en apoyo.

Pinochet se vio obligado a reconocer, por primera vez, la existencia de detenidos desaparecidos, comprometiéndose  ante el entonces Secretario General de Naciones Unidas, Kurt Walheim, a entregar información sobre los 36 parientes de los participantes en la huelga”.

(Sola Sierra: “La primera huelga de hambre”, “Don Reca”, N. 33, Fráncfort del Meno, marzo de 1983, páginas 16 y 17. Reproducido en “Sola Sierra, una imprescindible”, de nuestra autoría, páginas 68 y 69)

Naturalmente, el tirano no cumplió. Pero, esta huelga de hambre marcó el inicio de una nueva etapa en las luchas contra la dictadura. Estas ya no serán protagonizadas sólo por los sectores más consecuentes, sino que adquirirán un carácter de masas.

Por otra parte, la solidaridad internacional alcanzó un momento muy alto, precisamente en respuesta al valiente episodio llevado a cabo en la sede de la CEPAL en Santiago, que contribuyó a convertir el “crimen perfecto” tramado por el dictador, en un bumerang contra él.