Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de
Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Lunes 26 de octubre de 2020.
Son las 22,30 horas. Sintonizo
Canal La Red. Se
inicia el programa “Mentiras Verdaderas”. Conduce Eduardo Fuentes. Cuatro
panelistas muy bien elegidos: la abogada Karina Nohales, vocera de la Coordinadora Femenina
8-M; el periodista y escritor, Pedro Cayuqueo, el estudiante Víctor
Chanfreau vocero de ACES; el profesor de historia Luis Mesina,
vocero de No Más AFP. Tema el Plebiscito del 25 de octubre de 2020.
Me llamó la atención que dos de los cuatro panelistas no
votaron en el plebiscito del 25. El estudiante, vocero de ACES, señaló que
no lo hizo solidarizando con los
excluidos del proceso, por los 2.500 compañeros en prisión… Dijo
que en la noche se sumó a las celebraciones en Plaza de la Dignidad.
Por su parte, Pedro Cayuqueo no participó en el
plebiscito, según explicó, por estar distante de la región donde vota.
Hubo un interesante debate sobre varios temas. En
estas reflexiones deseo referirme a las opiniones sobre los partidos políticos.
En diferentes tonos y formas,
los cuatro panelistas coincidieron en el ataque a los partidos políticos. A
todos los partidos, sin ser capaces o no queriendo ver las enormes diferencias
existentes entre ellos.
Luis Mesina afirmó que la
votación de la segunda (la forma de convención) fue expresión que no querían
nada con los partidos políticos. Agregó que los partidos políticos deben guardar silencio si verdaderamente quieren la paz social como reiteradamente
nos interpelan contra la violencia...
Nuestro movimiento no está contra los partidos, pero
contra estos partidos en general no
sentimos ninguna afinidad con ellos. Con la gran mayoría de ellos. Estos
partidos no han estado a la altura de
los acontecimientos ocurridos hace un
año atrás. (Fue militante del Partido Socialista hasta 1994)
El vocero de No Más AFP lanzó sus ataques contra la
mayoría de los partidos. Es un avance. Por lo menos ya no es contra todos los
partidos. Pero no es capaz de señalar
casos concretos. ¿Considera que el Partido Comunista no ha estado a la
altura de la rebelión popular contra el neoliberalismo?
Naturalmente, independientemente de lo que piense o desee
el profesor de historia, los comunistas no han guardado, guardan ni guardaran silencio. Han denunciado,
denuncian y denunciarán todos los abusos de los grandes patrones y alentarán
las luchas de los trabajadores.
La abogada sentenció: El triunfo de ayer impugna a los
partidos que en 30 años no pudieron terminar con la Constitución de
Pinochet. No especificó cuáles eran esos partidos. Agregó sólo: la mayoría de
los partidos.
Pero en otra parte del panel enfatizó: si hubiera partidos
decentes en Chile…
¿Conoce la abogada la historia de más de 107 años del
Partido Comunista? ¿Podría señalar alguna acción “indecente” del partido
surgido del seno de la clase trabajadora? ¿Sabe la
vocera del 8-M que las primeras organizaciones femeninas en Chile fueron
creadas por mujeres trabajadoras militantes comunistas? ¿Ha escuchada hablar de
Teresa Flores? ¿De los Centros Femeninos Belén de Sárraga surgidos en 1913?
¿Ha estudiado la abogada la historia del MENCH?
El 11 de mayo de 1935 nació el
Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile (MEMCH). Una organización
no gubernamental, creada para contribuir a la igualdad de derechos de las
mujeres en la sociedad, el fortalecimiento y articulación del movimiento de las
mujeres chilenas e impulsar el ejercicio de su ciudadanía.
Pronto el MENCH logró expandirse en distintos sectores del
país como Antofagasta, Tocopilla, Valparaíso, San Antonio, Concepción, Temuco y
Valdivia, entre otros puntos.
Esta capacidad para
desarrollar importantes actividades no
sólo en Santiago, sino también en
diversas provincias, le permitió
al MENCH expandir sus ideales y proyectos a través de todo el territorio
en una época caracterizada por un de fuerte centralismo político. Fue ésta una
de sus características más relevantes
del MEMCH y de otras organizaciones feministas de esa época.
El MEMCH estuvo presente en las distintas etapas de la
historia de la lucha de las mujeres chilenas por alcanzar sus derechos.
Sus fundadoras y militantes
fueron mujeres avanzadas chilenas, entre ellas profesoras, otras profesionales
y obreras. La mayoría comunistas (militantes o simpatizantes): Elena Caffarena,
Olga Poblete, María Marchant, Gabriela Mandujano, Felisa Vergara, Marta
Vergara, Eulogia Román, Domitila Ulloa, Flora Heredia, Evangelina Matte, Aída Parada, María Ramírez, Clara Williams y
Norma Contreras.
El MEMCH permaneció activo
durante dieciocho años y jugó un protagónico papel en las luchas que libraron
las mujeres de esa época. Su rechazo al fascismo como ideología política y la cercanía
ideológica de sus integrantes a la izquierda chilena, en particular al Partido
Comunista, vinculó estrechamente al MENCH con el Frente Popular.
Las abogadas Elena Caffarena y Flor Heredia presentaron un
proyecto al presidente Pedro Aguirre Cerda en 1941. Fue rechazado por el Senado
con mayoría de derecha. Ello no detuvo las acciones de las organizaciones feministas. La presión de
ellas siguió creciendo. En la vanguardia
estaban el Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile (MEMCH) y la Federación Chilena
de Instituciones Femeninas (FECHIF), con la radical Amanda Labarca y la
comunista Julieta Campusano a la cabeza.
A partir de 1946, las campañas por el sufragio femenino se
intensificaron y se volvieron una tarea de educación a la sociedad sobre las
ventajas que implicaba la obtención de este derecho.
La llegada de Gabriel González Videla a la presidencia de la República y la traición
perpetrada a un año de asumir el mandato complicó las cosas. Levantando la
bandera pirata del anticomunismo persiguió con saña a los militantes comunistas
o sospechosos de serlo. Ello significó un duro golpe para la
FECHIF.
Pero, a pesar de la represión la lucha de las feministas
continuó. Fue así como el 8 de enero de
1949 se firmó el proyecto de ley N. 9.292, que concedió derechos políticos
plenos a las mujeres de nuestro país, en un acto público celebrado en el Teatro
Municipal de Santiago. El proyecto había dormido por casi una década en el
Congreso.
El anticomunismo de González Videla llegó al extremo de no
invitar al acto del Municipal a la
feminista Elena Caffarena, figura trascendental de la lucha por el
sufragio femenino, debido a sus ideas
políticas y cercanía con el Partido Comunista.
Las mujeres chilenas
lograron votar por primera vez en la elección presidencial de 1952,
donde resultó electo Carlos Ibáñez del Campo. Desde entonces, la participación
se irá ampliando hasta alcanzar la paridad con los votantes masculinos en 1970.
El MENCH se disolvió en 1953.
En julio de 1983 renació el
MEMCH como instancia de coordinación de organizaciones de mujeres. Participaron
en su refundación dos importantes dirigentes y fundadoras del antiguo MEMCH,
Elena Caffarena y Olga Poblete, junto a Julieta Kirkwood. El nacimiento de este nuevo MEMCH, se dio en
plena dictadura, como culminación de un proceso de búsqueda por parte de las
mujeres para encontrar caminos de unidad y convergencia que les permitieran
enfrentar los difíciles momentos que se vivían en Chile.
Esta instancia se originó en el marco de la presentación
de una “Antología del MEMCH”, escrita precisamente por Olga Poblete y Elena
Caffarena y para diferenciarla de MEMCH de los años 1930, se le denomina MEMCH
83. Por largo tiempo el MEMCH 83 articuló a más de catorce
organizaciones de mujeres
En el negro período de la
dictadura fascista, el drama más doloroso vivido por miles de mujeres fue el
asesinato de sus seres queridos, en especial el siniestro método aprendido de
Hitler, de los detenidos-desaparecidos. Entonces valientes mujeres enfrentaron
al terrorismo de estado de la tiranía. Entre ellas destacó una comunista, que,
con el apoyo de su Partido, se convirtió en el símbolo de la lucha por la Verdad y la Justicia: Sola Sierra
Henríquez. Reconocida como una de las mujeres más importantes a nivel mundial
en la lucha por los Derechos Humanos.
Como se puede comprobar, el movimiento feminista no nació
con la gigantesca movilización del 8 de marzo de 2019 y en su historia, el
Partido Comunista de Chile ha jugado un papel muy “decente”.
Volvamos al Panel. El estudiante aseguró: El apruebo es
del pueblo y no de los partidos políticos. Se ha
excluido a los partidos políticos de las manifestaciones de la revuelta. Los partidos políticos institucionalizados
están aislados del pueblo.
Pedro Cayuqueo sostuvo: No sé si los partidos se han hecho la autocrítica necesaria. No
especificó cuáles partidos, ni sobre
qué.
Afirmó que la clase política está desprestigiada, que el
pacto de noviembre de 2019 fue de la clase política. Una vez más puso a todos
los partidos en el mismo saco. No sabe o no quiso aclarar que el viernes 15 de
noviembre de 2019 firmaron ese pacto las
colectividades de gobierno, los tres partidos socialdemócratas (PS, PPD y PR)
, la DC y tres
partidos del Frente Amplio (Revolución Democrática, Comunes y Liberal), más
Gabriel Boric. Pero que no lo hicieron el Partido Comunista, el Partido
Humanista, Convergencia Social, la Federación Regionalista
Verde Social, el PRO y el Partido Igualdad.
Una vez más verdades a medias. Mentiras a medias.
Pero Cayuqueo dijo:
Los partidos deben abrir sus espacios a independientes de la sociedad
civil, a los ciudadanos del mundo territorial. Los partidos políticos no han
estado a la altura del pueblo que dicen representar. (En el ese panel se supo
que va a ser constituyente en la lista del Partido Socialista. Explicó que los
independientes que postulen fuera de los partidos políticos, en su opinión,
tiene muy poca posibilidad de ser elegidos).
Agregó en otra parte del panel: Los mapuches hemos sido
quienes con mayor fuerza y mayor dolor hemos experimentado el comportamiento
errático de los partidos. Como fue una característica común de los panelistas,
desconoció lo ocurrido antes de los 30 años. Al parecer el periodista y
escritor no conoció o no reconoce como positivo lo realizado, por ejemplo, el
gobierno popular de Salvador Allende en
lo referente al pueblo mapuche.
Apenas iniciado el gobierno de la Unidad Popular, se
inició una política destinada a resolver la demanda de tierras mapuches. Esta
política se inauguró y adquirió su máxima expresión cuando el conjunto de los
organismos del agro, encabezados por el ministro de agricultura, Jacques
Chonchol, se trasladaron en su totalidad a la ciudad de Temuco, donde actuaron
en permanente contacto con los dirigentes mapuches y el Consejo Directivo Provincial de la Central Única de
Trabajadores de Chile.
Lo primero era la restitución de las tierras
usurpadas, que era un proceso difícil y
complejo, ya que la ley indígena vigente en ese momento no consideraba la
restitución de las tierras usurpadas. Entonces
el Presidente Allende planteó resolver el problema de la restitución de tierras
a través de la aplicación de la Ley de Reforma Agraria.
Entonces, cuando se expropiaba
un fundo en la Araucanía,
lo primero que se hacía era restituir las tierras a las comunidades que habían
sido usurpadas. En base a esta premisa se diseñó un plan de Emergencia, que
llevó a los organismos del agro a instalarse en Temuco. A este plan se le dio el nombre de “Cautinazo”.
Fue así como en los meses de
enero y febrero de 1970, se restituyeron alrededor de 80.000 hectáreas a las
comunidades mapuches de tierras usurpadas y que estaban en manos de grandes
propietarios. No se
restituyó todo lo que se pedía. Pero fue un primer y muy importante paso.
Durante la Unidad Popular,
la Dirección
de Asuntos Indígenas, dependiente del Ministerio de Tierras y Colonización, se
transformó en el Instituto de Desarrollo
Indígena (IDI), organismo autónomo, descentralizado, y que se relacionaba con
el Gobierno a través del Ministerio de Agricultura.
Paralelamente a ello,
por instrucciones del Presidente de la República, se creó la
“Comisión de Restitución de Tierras Usurpadas” a cargo de Daniel Colompil,
instancia dependiente del IDI (Instituto de Desarrollo Indígena).
Por otro lado, desde el año 1966 se había comenzado a
discutir con la
Confederación Nacional Mapuche, que agrupaba a todas las
organizaciones indígenas, un anteproyecto de ley indígena que pusiese fin a los
Juzgados de Indios, vistos como los responsables de no acoger la demanda
mapuche por la restitución de sus tierras usurpadas, en esa fecha calculadas en
150.000 hectáreas.
El denominado “cautinazo” dejó, a lo menos,
tres consecuencias inmediatas:
a) se logró una
importante restitución de tierras;
b) se produjo un
fortalecimiento organizacional mapuche, que crea la Confederación Nacional
Mapuche, la que ejercerá una fuerte presión para cambiar la Ley 14.511, proceso que
terminará con,
c) la promulgación de la Ley Indígena de 1972,
N. 17.729.
EL Ejecutivo
envió el proyecto de una nueva
ley indígena al Congreso Nacional, con
fecha 14 de septiembre sé 1971. En su mensaje se señalaba:
“El problema indígena es preocupación esencial del
gobierno popular y debe serlo también de todos los chilenos ... la problemática
de los grupos indígenas es distinta a la del resto del campesinado, por lo que
debe ser observada y tratada con procedimientos también distintos y no siempre
el legislador ni el ciudadano común lo entendieron, agravando con ello el
problema. Como es diversa su escala de valores lo es también su conducta. En
cuanto tiene conciencia que por centenares de años ha sido el dueño de la
tierra su actitud es la de quien se siente desposeído de algo que en justicia
le pertenece, en tanto, para los restantes campesinos, el logro de la tierra
constituye una conquista. Su bandera de lucha es la
recuperación, mientras para los demás, es la distribución para quienes mejor la
trabajen”.
La Ley Indígena N.
17.729 abordaba, entre otros aspectos, los siguientes:
a) En cuanto al aspecto
social, el proyecto deseaba asegurar la tenencia de la tierra, a través de la
inembargabilidad de las tierras de indígenas;
con la prohibición de enajenar o gravar las citadas tierras, salvo a
favor de otros indígenas, de las cooperativas o empresas del Estado; con las
limitaciones de las facultades para arrendar y entregar en mediería u otra
forma a terceros; con la eliminación de los Juzgados de Indios y
establecimiento de un procedimiento judicial verbal ante el Juzgado de letras
de Mayor Cuantía ubicado más próximo a la reducción; con la organización de
cooperativas y participación activa de los campesinos en las organizaciones
comunitarias, e indirecta en el Consejo de Desarrollo Indígena.
b) En el aspecto económico se
desea aumentar en forma considerable las tierras de los indígenas, a través de la devolución de
aquellas que fueran usurpadas, las que por antecedentes que se entregaron en el
seno de la Comisión
serían alrededor de 50.000 hectáreas; expropiación de tierras que formaron
parte de títulos de merced y que se encuentran en poder de los particulares, la
que constituiría una extensión aproximada de 100.000 hectáreas; incorporación
efectiva del campesino indígena al proceso de reforma agraria y, también, a
actividades industriales y comerciales, previa la capacitación necesaria.
El gran mérito de la Ley N. 17.729 es que, por
primera vez en la historia de Chile, se
contaba de medios jurídicos efectivos para la restitución de las tierras
indígenas usurpadas. Esta
legislación se constituyó, así, en el máximo logro alcanzado por el movimiento
mapuche -indígena en general- en su relación con el Estado chileno.
Con el Gobierno Popular se superó la injusta relación del Estado de Chile y los pueblos
indígenas, concretamente, con el Pueblo Mapuche. Un Estado que
históricamente actuó contra los
indígenas, como por ejemplo en la “pacificación de la Araucanía”, ahora bajo
la conducción de la Unidad
Popular reconoció la injusticia y la usurpación hacia los
mapuches. No se quedó en las palabras. Inició
un proceso de reparación del daño a través de políticas orientadas a la
resolución de las demandas y reivindicaciones indígenas.
Durante el Gobierno de
Allende, los mapuches comprobaron que, por primera vez, estaban frente a
autoridades que efectivamente se los escuchaba y se comprendían las injusticias
cometidas contra ellos. Podría decirse que en ese período los mapuches
confiaban en ellas.
Como resultado del proceso de
Reforma Agraria llevado a cabo durante la Unidad Popular,
entre el 4 de noviembre de 1970 y el 11 de septiembre de 1973 se expropiaron en
la Araucanía
574 fundos, con una superficie de 636.288,3 hectáreas. Los predios expropiados
a favor de comunidades mapuches o con participación mapuche fueron 138, con una
superficie total de 132.115, 78 hectáreas físicas, equivalentes a 7.407,77
hectáreas de riego básico. Durante este período se restituyeron tierras
consideradas usurpadas de los títulos de merced y también tierras reivindicadas
como territorio ancestral. Dichas expropiaciones se llevaron a cabo casi en la
totalidad de las comunas de las Provincias de Malleco y Cautín.
Como todos los cambios
revolucionarios llevados a cabo por el Gobierno de Salvador Allende, fueron
destruidos, ferozmente aplastados, por la dictadura fascista que se instauró
con el golpe del 11 de septiembre de 1973.
¿Verdad que los cuatro
panelistas fueron muy bien elegidos? Cuatro voces intentando confundir sobre el
papel de los partidos políticos, sobre
sus profundas diferencias, disparando al boleo, no comprendiendo que los
partidos defienden los intereses de
determinadas clases o sectores sociales. Por tanto, haciéndole el juego a la derecha y a sus cómplices de todos los
pelajes.
Y algo más. Ese mismo lunes 26
de octubre de 2020, no podía faltar el aporte anticomunista del canal de todos
los chilenos. En una
entrevista realizada por 24 horas de TVN, por la inefable Karla Zunino al
Presidente Piñera, ésta le preguntó si
temía que aumentara la violencia, agregando, porque el Partido Comunista ha
llamado a continuar con las manifestaciones.
Cuánto veneno en una frase: los comunistas son los que
causan los ataques violentos y las manifestaciones pacíficas son las que llevan
a cabo los asaltos al comercio, los incendios…
Los medios controlados por los super ricos ya no dan
noticias ni informan, se dedican hacer
propaganda y propaganda negra la mayor de las veces.
La tarea de las fuerzas democráticas es la cotidiana lucha
por la verdad. Es la imprescindible lucha ideológica.