martes, 30 de junio de 2020

JUAN SEGUNDO LEIVA TAPIA







                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                               Centro de Extensión e Investigación
                                               Luis Emilio Recabarren, CEILER

                  



Juan Segundo Leiva Tapia nació el 30 de junio de 1897, en el pueblo de Chos Malal, provincia de Neuquén, Argentina. Años más tarde diría: “pero soy chileno por sangre y vecindad”.

Desde que se firmó el tratado de límites con Argentina en 1881 y se definió la línea de las más altas cumbres y la divisoria de aguas como criterio de delimitación, el valle de Lonquimay fue el único lugar que quedo en territorio chileno y que está ubicado al este de la Cordillera de los Andes. Posteriormente se les ofreció a los habitantes del lugar elegir a qué país serían repatriados.

Entre 1896 y 1898 en Chile se dictaron decretos que instalaron a los nuevos colonos. Es en este contexto en que los padres de Juan Leiva Tapia ingresaron a Chile en 1905, por el paso cordillerano del valle de Lonquimay.

Sus padres murieron cuando aún era un niño, quedando al cuidado de doña Candelaria Ramos a quien conoció como madre legítima. Se casó con Valentina Muñoz Sáez, con quien tuvo dos hijos: Renalda y Juan Lenin.

Se trasladó a Santiago. En 1913 ingresó a estudiar Castellano al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, del cual egresó en 1917, como se constata en los libros de Actas de dicha universidad.

Siendo estudiante, se incorporó  al Partido Comunista, en el cual militó hasta su muerte.

El  pulpero Harry Fahrenkrog, empleado de Bruno Ackerman, un comerciante alemán que formó parte del ala derecha del Sindicato Agrícola de Lonquimay y contemporáneo a los hechos, relata sobre Juan Leiva: “Cuando cursaba el 2º año [Leyes], su espíritu inquieto y su inclinación a la rebeldía lo llevaron a participar en una huelga estudiantil, por lo cual fue expulsado de la Universidad. Se estableció en la ciudad de Victoria como profesor primario y a la vez defendía causas ante los tribunales de justicia”.

EL SINDICATO AGRÍCOLA DE LONQUIMAY

El 30 de abril de 1928, Juan Leiva fundó el Sindicato Agrícola de Lonquimay, quedando como Secretario General, lo que nos da un ejemplo del reconocimiento que tenía entre los campesinos pobres e inquilinos asociados al sindicato, los que vivían constantemente hostigados por las ambiciones de los latifundistas de robarles sus tierras.

En esta labor fue ayudado por el obrero de Lota Máximo Alarcón, quien pertenecía a la Federación Obrera de Chile (FOCH), organismo clasista de los trabajadores dirigido por el Partido Comunista.

Juan Leiva fue comisionado por el Sindicato para defender las demandas más sentidas de los pobladores y sus hijos en el valle de Lonquimay. Juan Leiva realizó esta defensa ante muchas instancias, llegando incluso a la máxima autoridad del Estado.

Fue así como el 20 de noviembre de 1928, Juan Leiva se entrevistó con el Presidente Carlos Ibáñez del Campo.  Éste se comprometió con las demandas del sindicato, tales como: tierra, crédito para la compra de ganado y escuelas. No cumplió ninguna.

Por esta fecha, en el diario  El Comercio de Curacautín, aparecen artículos publicados por Juan Leiva, en su calidad de profesor y dirigente sindical, donde denuncia los abusos de los terratenientes, el contrabando de ganado desde Argentina, el constante ataque a los socios del sindicato y defiende la organización sindical y la creación de escuelas.

Durante 1929, en una entrevista para la prensa local donde habla de la importancia de la organización campesina, señala: “¡Bello día, no lejano para los chilenos, en que toda nuestra organización social, económica, política y administrativa descanse sobre la base sólida de la organización social!”

En julio de 1932 el Sindicato Agrícola de Lonquimay, se unió a otras organizaciones locales de la zona, creando el Consejo Social Obrero de Curacautín. Juan Leiva, fue  designado secretario general del naciente organismo, lo que refleja el peso del sindicato y de Leiva en la zona.

El 26 de diciembre de 1932 se inició el segundo gobierno de Arturo Alessandri Palma, en el cual prosiguió con su policía antipopular. Durante este período se perpetraron cuatro masacres.                        

ELÍAS LAFERTTE CONOCE A LEIVA TAPIA

Elías Lafertte, señala que conoció a Juan Leiva en el Congreso de la FOCH de febrero de 1933 celebrado en el Sindicato de Choferes de calle Cumming. Cuenta en sus memorias “Vida de un Comunista” que entre los delegados asistentes de provincia: “se levantó con relieves impresionantes la figura de Juan Segundo Leiva Tapia… aunque vestía como sus compañeros de trabajo,  botas de montar, chaqueta corta y manta de castilla, era un hombre cultivado que argumentaba admirablemente y hablaba con lógica y al mismo tiempo con pasión… conmovido por la miseria de los campesinos, había dedicado a ellos su vida, a organizarlos, a levantarlos y para esta tarea hizo lo que debe hacer un luchador, se identificó plenamente con los campesinos pobres, pasó a ser uno más de ellos”.

La segunda vez que lo vio fue ese mismo año, en la reunión del Comité Anti guerrero que tuvo lugar en el local de la Federación de Maestros, organismo clasista de los profesores del Partido Comunista. Juan Leiva formó parte de la delegación elegida para ir a una Conferencia en Montevideo. Al ingresar a Uruguay fueron detenidos. Pasaron 20 días en la cárcel de Montevideo y se dio la orden de deportación. El 1º de mayo de 1933, en que se conmemoraba el día internacional de los trabajadores, lo pasaron en un calabozo de un barco inglés que los traía a Chile, sin embargo, el presidio no impidió que cantaran la Internacional y que se sumara al canto un obrero griego que también estaba detenido en dicho barco.

Cuando llegaron a Punta Arenas, Juan Leiva fue deportado al puerto de Melinka, en el Archipiélago de las Guaytecas, actual XI Región

PESE A LA REPRESIÓN, CONTINÚA CON MÁS FUERZAS.

Cinco meses más tarde, en noviembre de 1933, regresó a Curacautín y fue entrevistado por el diario local en su calidad de líder campesino.

Explicó su ingreso a la FOCH de la siguiente manera: “el ingreso del Sindicato Agrícola Lonquimay a la FOCH y mi participación en la directiva es justa y legitima alianza entre campesinos y obreros para defenderse de esos dos poderosos aliados que estrangulan la clase trabajadora de la ciudad y del campo: el capitalismo extranjero (yanqui, inglés, japonés, alemán, etc.) y el latifundio feudal burgués.”

Agregó: “la FOCH procura la entrega de la tierra al verdadero campesino, al que la trabaje. La FOCH respeta y defenderá los intereses del campesino, obrero, de los pequeños ocupantes y colonos y del propietario pobre, medio y aún del rico que administre y cultive su fundo estaría siempre que no sea un enemigo de la transformación económica ni sea con el latifundista feudal para combatir la organización de la clase trabajadora de la ciudad y del campo”.

 En mayo de 1934 fue candidato a diputado por el Partido Comunista en una elección complementaria por Laja, Maullín y Angol.


EL LEVANTAMIENTO DE RANQUIL

Por ese tiempo, siendo Arturo Alessandri Palma presidente de la República, había comenzado el desalojo de campesinos. Carabineros los expulsaban de sus tierras y quemaban sus pertenencias.

Juan Leiva Tapia se puso a la cabeza de la lucha de  campesinos y mapuches.  A ellos se unieron obreros del Túnel Las Raíces y de los lavaderos de oro, más cesantes. Primero fue la resistencia pacífica, luego una breve lucha arma. Un combate de importancia en el Puente Ranquil el 2 de junio de 1934. Fueron derrotados los campesinos. Luego la masacre y persecución  perpetradas por poderosas fuerzas de carabineros.  Más de 600 víctimas.

El profesor Juan Segundo Leiva Tapia  logró salvar su vida ocultándose junto a otros combatientes. Pero fue encontrado por los carabineros.

El periódico “Defensa",  de Temuco, en su edición del 2 de diciembre de 1935, en un artículo titulado "La represión de los campesinos de Lonquimay", afirma que a "Juan Leiva Tapia lo encontraron en su propia casa, durmiendo; lo flagelaron bárbaramente, en seguida lo ataron de un brazo al pigual de un caballo llevándolo al trote, atravesando el río Ranquil, llegando con él hasta la orilla del Llanquén, donde fue asesinado bár¬baramente, torturándolo hasta que exhaló el último suspiro". Tenía 37 años de edad.

Así fue asesinado, una noche de julio de 1934, el  profesor comunista que tuvo por aula las tierras  del Alto Bío-Bío y,  como discípulos, a los pobres y explotados de esa región.