martes, 30 de junio de 2020

JUAN SEGUNDO LEIVA TAPIA







                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                               Centro de Extensión e Investigación
                                               Luis Emilio Recabarren, CEILER

                  



Juan Segundo Leiva Tapia nació el 30 de junio de 1897, en el pueblo de Chos Malal, provincia de Neuquén, Argentina. Años más tarde diría: “pero soy chileno por sangre y vecindad”.

Desde que se firmó el tratado de límites con Argentina en 1881 y se definió la línea de las más altas cumbres y la divisoria de aguas como criterio de delimitación, el valle de Lonquimay fue el único lugar que quedo en territorio chileno y que está ubicado al este de la Cordillera de los Andes. Posteriormente se les ofreció a los habitantes del lugar elegir a qué país serían repatriados.

Entre 1896 y 1898 en Chile se dictaron decretos que instalaron a los nuevos colonos. Es en este contexto en que los padres de Juan Leiva Tapia ingresaron a Chile en 1905, por el paso cordillerano del valle de Lonquimay.

Sus padres murieron cuando aún era un niño, quedando al cuidado de doña Candelaria Ramos a quien conoció como madre legítima. Se casó con Valentina Muñoz Sáez, con quien tuvo dos hijos: Renalda y Juan Lenin.

Se trasladó a Santiago. En 1913 ingresó a estudiar Castellano al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, del cual egresó en 1917, como se constata en los libros de Actas de dicha universidad.

Siendo estudiante, se incorporó  al Partido Comunista, en el cual militó hasta su muerte.

El  pulpero Harry Fahrenkrog, empleado de Bruno Ackerman, un comerciante alemán que formó parte del ala derecha del Sindicato Agrícola de Lonquimay y contemporáneo a los hechos, relata sobre Juan Leiva: “Cuando cursaba el 2º año [Leyes], su espíritu inquieto y su inclinación a la rebeldía lo llevaron a participar en una huelga estudiantil, por lo cual fue expulsado de la Universidad. Se estableció en la ciudad de Victoria como profesor primario y a la vez defendía causas ante los tribunales de justicia”.

EL SINDICATO AGRÍCOLA DE LONQUIMAY

El 30 de abril de 1928, Juan Leiva fundó el Sindicato Agrícola de Lonquimay, quedando como Secretario General, lo que nos da un ejemplo del reconocimiento que tenía entre los campesinos pobres e inquilinos asociados al sindicato, los que vivían constantemente hostigados por las ambiciones de los latifundistas de robarles sus tierras.

En esta labor fue ayudado por el obrero de Lota Máximo Alarcón, quien pertenecía a la Federación Obrera de Chile (FOCH), organismo clasista de los trabajadores dirigido por el Partido Comunista.

Juan Leiva fue comisionado por el Sindicato para defender las demandas más sentidas de los pobladores y sus hijos en el valle de Lonquimay. Juan Leiva realizó esta defensa ante muchas instancias, llegando incluso a la máxima autoridad del Estado.

Fue así como el 20 de noviembre de 1928, Juan Leiva se entrevistó con el Presidente Carlos Ibáñez del Campo.  Éste se comprometió con las demandas del sindicato, tales como: tierra, crédito para la compra de ganado y escuelas. No cumplió ninguna.

Por esta fecha, en el diario  El Comercio de Curacautín, aparecen artículos publicados por Juan Leiva, en su calidad de profesor y dirigente sindical, donde denuncia los abusos de los terratenientes, el contrabando de ganado desde Argentina, el constante ataque a los socios del sindicato y defiende la organización sindical y la creación de escuelas.

Durante 1929, en una entrevista para la prensa local donde habla de la importancia de la organización campesina, señala: “¡Bello día, no lejano para los chilenos, en que toda nuestra organización social, económica, política y administrativa descanse sobre la base sólida de la organización social!”

En julio de 1932 el Sindicato Agrícola de Lonquimay, se unió a otras organizaciones locales de la zona, creando el Consejo Social Obrero de Curacautín. Juan Leiva, fue  designado secretario general del naciente organismo, lo que refleja el peso del sindicato y de Leiva en la zona.

El 26 de diciembre de 1932 se inició el segundo gobierno de Arturo Alessandri Palma, en el cual prosiguió con su policía antipopular. Durante este período se perpetraron cuatro masacres.                        

ELÍAS LAFERTTE CONOCE A LEIVA TAPIA

Elías Lafertte, señala que conoció a Juan Leiva en el Congreso de la FOCH de febrero de 1933 celebrado en el Sindicato de Choferes de calle Cumming. Cuenta en sus memorias “Vida de un Comunista” que entre los delegados asistentes de provincia: “se levantó con relieves impresionantes la figura de Juan Segundo Leiva Tapia… aunque vestía como sus compañeros de trabajo,  botas de montar, chaqueta corta y manta de castilla, era un hombre cultivado que argumentaba admirablemente y hablaba con lógica y al mismo tiempo con pasión… conmovido por la miseria de los campesinos, había dedicado a ellos su vida, a organizarlos, a levantarlos y para esta tarea hizo lo que debe hacer un luchador, se identificó plenamente con los campesinos pobres, pasó a ser uno más de ellos”.

La segunda vez que lo vio fue ese mismo año, en la reunión del Comité Anti guerrero que tuvo lugar en el local de la Federación de Maestros, organismo clasista de los profesores del Partido Comunista. Juan Leiva formó parte de la delegación elegida para ir a una Conferencia en Montevideo. Al ingresar a Uruguay fueron detenidos. Pasaron 20 días en la cárcel de Montevideo y se dio la orden de deportación. El 1º de mayo de 1933, en que se conmemoraba el día internacional de los trabajadores, lo pasaron en un calabozo de un barco inglés que los traía a Chile, sin embargo, el presidio no impidió que cantaran la Internacional y que se sumara al canto un obrero griego que también estaba detenido en dicho barco.

Cuando llegaron a Punta Arenas, Juan Leiva fue deportado al puerto de Melinka, en el Archipiélago de las Guaytecas, actual XI Región

PESE A LA REPRESIÓN, CONTINÚA CON MÁS FUERZAS.

Cinco meses más tarde, en noviembre de 1933, regresó a Curacautín y fue entrevistado por el diario local en su calidad de líder campesino.

Explicó su ingreso a la FOCH de la siguiente manera: “el ingreso del Sindicato Agrícola Lonquimay a la FOCH y mi participación en la directiva es justa y legitima alianza entre campesinos y obreros para defenderse de esos dos poderosos aliados que estrangulan la clase trabajadora de la ciudad y del campo: el capitalismo extranjero (yanqui, inglés, japonés, alemán, etc.) y el latifundio feudal burgués.”

Agregó: “la FOCH procura la entrega de la tierra al verdadero campesino, al que la trabaje. La FOCH respeta y defenderá los intereses del campesino, obrero, de los pequeños ocupantes y colonos y del propietario pobre, medio y aún del rico que administre y cultive su fundo estaría siempre que no sea un enemigo de la transformación económica ni sea con el latifundista feudal para combatir la organización de la clase trabajadora de la ciudad y del campo”.

 En mayo de 1934 fue candidato a diputado por el Partido Comunista en una elección complementaria por Laja, Maullín y Angol.


EL LEVANTAMIENTO DE RANQUIL

Por ese tiempo, siendo Arturo Alessandri Palma presidente de la República, había comenzado el desalojo de campesinos. Carabineros los expulsaban de sus tierras y quemaban sus pertenencias.

Juan Leiva Tapia se puso a la cabeza de la lucha de  campesinos y mapuches.  A ellos se unieron obreros del Túnel Las Raíces y de los lavaderos de oro, más cesantes. Primero fue la resistencia pacífica, luego una breve lucha arma. Un combate de importancia en el Puente Ranquil el 2 de junio de 1934. Fueron derrotados los campesinos. Luego la masacre y persecución  perpetradas por poderosas fuerzas de carabineros.  Más de 600 víctimas.

El profesor Juan Segundo Leiva Tapia  logró salvar su vida ocultándose junto a otros combatientes. Pero fue encontrado por los carabineros.

El periódico “Defensa",  de Temuco, en su edición del 2 de diciembre de 1935, en un artículo titulado "La represión de los campesinos de Lonquimay", afirma que a "Juan Leiva Tapia lo encontraron en su propia casa, durmiendo; lo flagelaron bárbaramente, en seguida lo ataron de un brazo al pigual de un caballo llevándolo al trote, atravesando el río Ranquil, llegando con él hasta la orilla del Llanquén, donde fue asesinado bár¬baramente, torturándolo hasta que exhaló el último suspiro". Tenía 37 años de edad.

Así fue asesinado, una noche de julio de 1934, el  profesor comunista que tuvo por aula las tierras  del Alto Bío-Bío y,  como discípulos, a los pobres y explotados de esa región.






SALVADOR ALLENDE, UN CONSECUENTE INTERNACIONALISTA





En su 112 natalicio:




                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                               Centro de Extensión e Investigación
                                                Luis Emilio Recabarren,  CEILER


                



                                   “Salvador Allende fue un consecuente luchador
                                   antiimperialista e internacionalista. En esta
                                   posición se mantuvo durante su Gobierno  y
                                   hasta el fin de sus días”
                                   (Luis Corvalán: “El Gobierno de Salvador 
                                    Allende”)

Para Salvador Allende,  patriota  e internacionalista,  no hubo causa progresista en el mundo, especialmente revolucionaria, con la cual no haya solidarizado.

En 1954, cuando tenía 46 años y  era Senador representando a las provincias de Tarapacá y Antofagasta, visitó la Unión Soviética y China Popular.

Eran los tiempos  de la guerra fría, en que el imperialismo  tendía una cortina de hielo a los países socialistas. El líder chileno con ese paso desafió al Imperio.

SOLIDARIDAD CON LA REVOLUCIÓN CUBANA

El 1º de enero de 1959 el mundo, y sobre todo América Latina,  fueron  estremecidos con  el triunfo de la Revolución cubana.  Allende, a la fecha Vicepresidente del Senado, viajó de inmediato a entregar su apoyo a los revolucionarios de la Isla.

Llegó a La Habana el 20 de enero. Y le ocurrió un hecho poco conocido. Apenas se había instalado en el hotel, cuando le llamó la atención el bullicio que  venía de afuera. Se asomó. Vio un sorprende espectáculo: al son de una briosa música desfilaban doscientos policías estadounidenses, encabezados por el Alcalde de Miami. Indignado, al creer que ello evidenciaba la influencia de Estados Unidos sobre los líderes cubanos, decidió tomar el avión y regresar a Chile.

Por casualidad se encontró con su viejo amigo, Carlos Rafael Rodríguez, dirigente comunista, que había combatido al mando de Fidel en Sierra Maestra.

- Salvador, ¿qué estás haciendo tú acá?

- Vine a ver esta revolución. Pero no hay tal revolución y me voy.  ¿Qué revolución va a ser ésta cuando la festejan los policías yanquis?
- Cometes  un error, Salvador. En esto no tienen que ver nada los líderes  de la Revolución. Conversa con ellos.

Esa misma tarde recibió una invitación del Che. Acudió a conversar con él. Lo puso en contacto con Raúl Castro. Luego se entrevistó con Fidel.  Quedó todo claro. En ese momento nació una hermosa amistad entre ellos.

DESPUÉS DE  PLAYA  GIRON

Apenas conocida la noticia del ataque de los mercenarios a Cuba, Allende voló inmediatamente a la Isla. No quiso estar ausente en  momentos en que el pueblo cubano había asestado la primera gran derrota al imperialismo estadounidense en América.

Como se sabe,  el 17 de abril de 1961, 1.400 contrarrevolucionarios preparados, financiados y dirigidos por el Imperio, habían desembarcado en Playa Girón, ubicada en Bahía Cochinos, provincia de Matanzas. Llegaron con fuerte apoyo de mar y aire, pero fueron derrotados en 68 horas. Fracasó el Plan Pluto elaborado por la CIA: crear una cabeza de playa, hacia donde se trasladaría un gobierno gusano, que sería reconocido por Washington, y que solicitaría la intervención militar de Estados Unidos. La aventura les costó a los invasores 200 muertos y  1197  prisioneros, además de muchos dólares al Imperio.


FIDEL SOBRE ALLENDE

El 13 de diciembre de 1972, el comandante Fidel Castro, en un mitin de solidaridad con el pueblo de Chile y con el Presidente Allende, efectuado en la Plaza de la Revolución ‘José Martí’ de La Habana,  dijo:

“Este acto tiene para nosotros un especial significado. Al triunfo de la Revolución en 1959, una de las personalidades que primero que llegó a Cuba fue Salvador Allende, que  ya ocupaba un lugar destacado en la política de su país...
Por eso hemos recibido en estos días –y saludamos en el día de hoy en este magnífico y multitudinario acto- al amigo que supo durante estos años duros permanecer firme y fiel a la causa revolucionaria de nuestro pueblo; al combatiente internacionalista que desde todas las trincheras denunciaba la agresión y el bloqueo contra nuestro país y que uno de sus primeros pasos al asumir la Presidencia de la República fue el establecimiento de las relaciones diplomáticas con nuestro pueblo...”

ALLENDE CONDECORADO

En esa ocasión, Salvador Allende señaló en parte de su discurso:

“Levanto mi voz con profunda emoción en esta Plaza donde tradicionalmente se reúne el pueblo para escuchar la palabra de Fidel y de los dirigentes de la Revolución, frente a la estatua de Martí, que cobra vida y presencia con el calor del pueblo.

Lo hago con el sentimiento agradecido, porque hace unos pocos minutos el Gobierno Revolucionario de Cuba ha honrado a Chile en mi persona, al otorgarme la más alta distinción que pudiera recibir en mi vida de revolucionario: la Medalla de José Martí. Ella pertenece al pueblo chileno, que siempre estuvo y estará junto al pueblo de Cuba y a su proceso revolucionario...”

AMIGO DEL CHE GUEVARA




Más adelante Allende relató:

“Creo que tengo derecho que me honra de decir que fui amigo del Comandante Ernesto Che Guevara. Guardo un ejemplar de su libro Guerra de Guerrillas, que dedicara fraternalmente. Con su espíritu amplio, me decía allí con su letra dibujada por la fraternidad ‘A Salvador Allende, que por otros medios busca lo mismo. Afectuosamente. Che’.”

El líder chileno había conocido al Che en su primer viaje a la Isla después del triunfo de la Revolución en 1959.

Estuvo con él en la Quinta Sesión Plenaria del Consejo Interamericano Económico y Social de la Organización de Estados Americanos, OEA, que se prolongó del  5 al 17 de 1961. Allende había viajado a Uruguay para expresar públicamente la solidaridad del pueblo chileno con Cuba revolucionaria y, junto con el Che,   denunciar el verdadero carácter de la Alianza para el Progreso del gobierno de John Kennedy: un nuevo caballo de Troya mediante el cual el Imperio pretendía frenar el proceso revolucionario  en América Latina.

SOLIDARIDAD LATINOAMERICANA

En julio de 1967, Allende viajó a La Habana, encabezando una delegación compuesta por representantes socialistas, comunistas y de otros partidos de izquierda, para participar en la Conferencia Tricontinental de Solidaridad,  que condenó las acciones agresivas del Imperio. En esa conferencia, Allende presentó la propuesta de crear la Organización Latinoamericana de Solidaridad, OLAS. La iniciativa fue aprobada y en agosto de ese año nació en La Habana este organismo.

APOYO A LOS GUERRILLEROS DEL CHE

El 8 de octubre de 1967 en el combate de la Quebrada del Yuro,  Ernesto Che Guevara fue herido y tomado prisionero. Al día siguiente, asesinado en La Higuera.

La muerte del comandante estremeció a los sectores progresistas. Allende le  tributó un combativo homenaje en el Senado chileno.

Soldados bolivianos, asesorados por agentes estadounidenses, iniciaron una implacable cacería contra los guerrilleros que habían sobrevivido. Estos logran eludir hábilmente la persecución en el difícil territorio boliviano. Los primeros en ofrecer ayuda concreta fueron Allende y los comunistas chilenos.

El 17 de febrero de 1968 cinco guerrilleros, tres cubanos y dos bolivianos, lograron ingresar a Chile. Fueron detenidos por carabineros y enviados a la cárcel de Iquique.

Salvador Allende, entonces Presidente del Senado, se dirigió a ese puerto nortino.
El 22 de febrero los guerrilleros pidieron asilo político.

Allende junto con otros dirigentes de izquierda, se entrevistaron con Edmundo Pérez Zujovic, ministro del Interior de Eduardo Frei Montalva. Finalmente el Gobierno decidió expulsarlos del país, facilitando así el viaje a Cuba. Pero surgieron dificultades: ningún país de América del Sur ni de Europa Occidental les concedió visas de tránsito. El vuelo debió hacerse vía Tahití y Nueva Zelandia. Allende acompañó a los guerrilleros del Che.

Dijo, por entonces: Esto es lo menos que puedo hacer en memoria de Guevara.

SOLIDARIZANDO CON VIETNAM

La gesta vietnamita la sintió como suya. Tuvo especial aprecio y admiración por Ho- Chi-Minh.

En 1968 estuvo en Vietnam durante más de un mes. Poco después, concurrió a la Conferencia de Solidaridad con Vietnam realizada en Canadá.

Cuatro años más tarde, el 4 de mayo de 1972, siendo Presidente de la República, Salvador Allende les  habló a los estudiantes de la Universidad de Concepción de su encuentro con Ho-Chi-Minh:

 “¡Nunca  me olvidaré de su figura, nunca dejaré de recordar la transparencia de su mirada y la bondad de sus palabras! Al saludarnos (yo iba con el compañero Eduardo Paredes), nos dijo: ¡Gracias por venir de tan lejos con tanto sacrificio, a traernos el apoyo moral de su pueblo!”.

El Presidente Allende se extendió, explicando a los estudiantes sobre la vida y la lucha del pueblo vietnamita.

LA MEDALLA “JULIOT CURIE”

El 4 de octubre de 1972 se efectuó en Santiago un  solemne acto en que una delegación del Movimiento Mundial de Partidarios  por la Paz, encabezada por su secretario general Romesh Chandra, le entregó a Salvador Allende  la Medalla “Juliot Curie”, que le había otorgado ese organismo por su contribución a la paz mundial y a la solidaridad con los pueblos.

En su discurso de saludo, el Presidente de Chile señaló:

“Como mejor homenaje y como agradecimiento personal, por la alta distinción que al pueblo de Chile se le ha conferido en mi persona, a todos aquellos que han luchado y luchan por la paz, rindo homenaje al pueblo de Vietnam. Pienso que  interpreto el sentimiento de ustedes cuando rindo este homenaje... Mi admiración pues, mi respeto y cariño al pueblo vietnamita, que al luchar por su independencia y dignidad, lucha también por la independencia y dignidad de todos los pueblos del mundo... Al hablar de Vietnam –porque estuve allí y conviví con su pueblo –sé mejor que muchos-  de su sacrificio heroico y sencillo de todos los días. Tuve además el honor de ser uno de los políticos  latinoamericanos que pudiera hablar Ho-Chi-Minh, el sencillo estadista, el soldado, el guerrero, el poeta, el luchador incansable por la independencia de su patria. Fue toda su vida un ejemplo”.

EXITOSA  POLÍTICA  INTERNACIONAL

Una de las primeras medidas adoptadas por el compañero Presidente  fue ampliar las relaciones diplomáticas a todos los países del mundo. El Gobierno Popular tuvo  una activa participación en el Pacto Andino y un exitoso manejo de las relaciones internacionales. Allende  visitó a países como Argentina, Ecuador,  Perú, Colombia, México, Cuba,  Unión Soviética, Argelia.

El 4 de diciembre de 1972 pronunció  un histórico discurso en  las Naciones Unidas, donde los delegados a la Asamblea General ovacionaron de pie al Presidente de Chile.

En parte de su alocución señaló: “Por eso resulta tanto más doloroso tener que venir a esta tribuna a denunciar que mi país es víctima de una grave agresión. Habíamos previsto dificultades y resistencia externas para llevar a cabo nuestro proceso de cambios, sobre todo frente a la nacionalización de nuestros recursos naturales. El imperialismo y su crueldad tienen un largo y ominoso historial en América Latina, y está muy cerca la dramática y heroica experiencia de Cuba. También está la del Perú, que ha debido sufrir las consecuencias de su decisión de disponer soberanamente de su petróleo... somos víctima de una nueva manifestación del imperialismo. Más sutil, más artera, y terriblemente eficaz, para impedir el ejercicio de nuestros derechos de Estado soberano.”

Agregó: “Una vez más, la actuación solidaria internacional de los trabajadores deberá enfrentar a un adversario común: el Imperialismo”.

Denunció “El asedio y la persecución contra Cuba; la explotación colonial; la ignominia del racismo y del apartheid”.

Dijo: “No hay paz para Indochina, pero tendrá que haberla. Llegará la paz para Vietnam”.

Finalizó: “Es nuestra confianza en nosotros lo que incrementa nuestra fe en los grandes valores de la humanidad, en la certeza de que esos valores tendrán que prevalecer. ¡No podrán ser destruidos!” 

                          ************

¿Pueden posar de allendistas, quienes en vez de solidarizar, como lo hizo Allende, con los pueblos que luchan por su liberación, se unen a los planes agresivos del imperialismo?

Allende solidarizó con Cuba y Vietnam. Hoy estaría también con Venezuela, Nicaragua e Irán.














SUCEDIÓ PARA “SAN PEDRO”





A 47 años de un golpe frustrado:





                                                 Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                 Centro de Extensión e Investigación
                                                  Luis Emilio Recabarren,  CEILER



          

             
Pablo Rodríguez, John Schaeffer,  Benjamín Matte, Manuel Fuentes y Juan Hurtado, comenzaron a conspirar desde el día mismo en que Salvador Allende triunfó en los comicios  del 4 de septiembre  de 1970.

Perdidas las esperanzas de ganar a la Unidad Popular en  las futuras elecciones presidenciales de 1976, contactaron con elementos sediciosos de las Fuerzas Armadas y  prepararon  un golpe que debía estallar el  viernes 29 de junio de 1973. En la noche del jueves al viernes habían robado ametralladoras pesadas y municiones en los almacenes del Cuartel de Santa Rosa. Simultáneamente, los tenientes René López, Edwin Dimter, Antonio Bustamante, Mario Garay, Carlos Martínez y Raúl Jofré, alistaban los efectivos y el material para iniciar la aventura, con la complicidad del teniente José Gasset Ojeda, hermano de un directivo del grupo terrorista.

ESE DÍA EL GENERAL DESPERTÓ A LAS NUEVE

El viernes 29 de 1973, el general Carlos Prats, comandante en jefe del Ejército –contra lo que era su costumbre- se quedó dormido después que sonó el despertador a las 6,30.    A las 9,  lo despertó  su  teléfono privado, que tenía en el velador.      Era el secretario general de la Comandancia en Jefe, Rigoberto Rubio. Le comunicó que el Batallón Blindado 2 se había sublevado y que los tanques atacaban La Moneda  y el Ministerio de Defensa.       Prats le ordenó que se mantuviera en contacto con los generales Pinochet,   Urbina y Mario Sepúlveda. Luego se dirigió a la Escuela Militar. Allí se reunió con el general   Guillermo Pickering, comandante de los Institutos Militares y con el coronel Floody, director de la  Escuela Militar. Después realizó varios contactos telefónicos y partió en dirección al Regimiento de Artillería Nº 1 “Tacna”. A la salida se encontró con el Ministro de Defensa, José Tohá, a quien informó de lo que ocurría, solicitándole  le comunicara todo esto al Presidente de la República. 

MOVILIZANDO LAS TROPAS

En el “Tacna” encontró que se cumplían las órdenes de avanzar hacia el cuartel del Batallón Blindado y ocuparlo. Pasó a la Escuela de Suboficiales, colindante al “Tacna”. Ahí la oficialidad se negaba a salir a aplastar la subversión. Los reunió, enfrentó y convenció. Salió la Escuela de Suboficiales al mando del  coronel Canessa.

En sus Memorias escribe el General Carlos Prats González: “Yo salgo en mi auto avanzando por calle Dieciocho, delante de los infantes de la columna que encabeza el Coronel Canessa”.


HABÍA QUE DOMINAR RÁPIDO LA SITUACIÓN

“Durante el recorrido de las cuadras hasta la Avenida Bernardo O’Higgins, comprendo con claridad la situación que se vive. No era lógico suponer que el Batallón Blindado 2 estaba solo en su aventura.
                     
Por lo menos parte de otras unidades debían estar también comprometidas o a la expectativa del resultado inicial. También había que considerar la reacción de las guarniciones de provincia. Luego, si no se lograba dominar rápidamente la situación, corría el riesgo de que al Batallón Blindado se plegaran otras unidades y la confusión podría provocar reacciones en provincia. Además surgía el grave peligro de que la prolongación del enfrentamiento desatara manifestaciones populares en defensa del gobierno, y acciones violentistas de los grupos extremistas de izquierda y de la derecha, lo que podría crear una confusa situación de caos generalizado. Me propongo, entonces, usar de todos los recursos para sofocar el motín antes de mediodía”.


VALIENTE Y DECIDIDA ACCIÓN

“Media cuadra antes de llegar a la Avenida Bernardo O’Higgins recibo un llamado telefónico a mi auto, del Secretario General, Coronel Rubio, quien me expresa que se ha presentado el Teniente Gasset, del Batallón Blindado 2 a la Comandancia en Jefe, a expresar que han sido engañados. Le respondo que lo retengan y que el General Urbina esclarezca su versión.

En la esquina de Dieciocho con la Avenida Bernardo O’Higgins. Me bajo del auto, portando subametralladora Thompson y avanzo hacia el este por la calzada sur hasta la esquina de Lord Cochrane, donde espero al Coronel Canessa  y a su columna. Ya se había congregado numeroso público que observaba nerviosamente los movimientos de la tropa. La mayoría aplaude, presumiendo que se trata de efectivos leales al gobierno.

Ordeno al Coronel Canessa que despliegue la Escuela a lo ancho de la avenida y emplace las armas pesadas, mientras yo avanzo para hablar con los amotinados. Es un riesgo calculado inevitable dentro del plan que me trazado, porque si me limito a esperar el ataque de la Escuela, el combate podría prolongarse, con los peligros que había previsto: un volcamiento de la situación. Además el poder de fuego de las armas pesadas y de los tanques, iba a causar muchas bajas, tanto en las tropas como entre los numerosos curiosos civiles, ya que era difícil  hacerlos despejar la zona bajo la eventual acción del fuego.

Decido avanzar, entonces, acompañado sólo por el Subdirector de la Escuela Teniente Coronel Osvaldo Hernández, por el Capitán Roger Vergara y el sargento Primero Omar Vergara. El Capellán Villarroel, muy conmovido nos da la absolución.

Nos encaminamos resueltamente hacia el tanque más próximo, ubicado cerca de la esquina de Teatinos con la  Avenida Bernardo O’Higgins. El comandante del tanque nos apunta con su ametralladora, pero no dispara. Le ordeno bajar e identificarse, y le ordeno que se entregue a la Escuela de Suboficiales. Sucesivamente repito mi gesto  con otros tanques  y   carros de combate, ubicados en el lado sur de La Moneda... Algunos huyen en dirección sur, en vez de rendirse.”

EL ABRAZO DE UN TRAIDOR

Desde el Ministerio de  Defensa llegaron a donde estaba el Comandante en Jefe del Ejército el Almirante Montero y el General Ruiz y les expresaron su adhesión en nombre de la Armada y de la Aviación. Prats les informó de lo ocurrido. Quedaba sólo lograr la rendición del Comandante Souper del Batallón Blindado 2.  Este permanecía con un grupo de tanques y de carros en el lado norte de La Moneda. De pronto emprendió rápida marcha por Teatinos hacia el sur, seguidos por tanques y carros. Prats ordenó entonces que avance la Escuela de Suboficiales y tome el control del sector sur del Palacio de Gobierno. Se produjo entonces un intercambio de fuego con individuos apostados en la torre de Entel y en otros edificios circundantes. Son prontamente acallados.

Prats hizo abrir las puertas sur y norte de La Moneda. “En ese momento –relata el general Prats-  alcanzan la calzada de  calle Moneda, frente a la puerta principal del Palacio de Gobierno, efectivos del Regimiento “Buin”, que tenían la misión de atacar a los amotinados desde el norte. Los encabeza el General Augusto Pinochet, Jefe del Estado Mayor General del Ejército, en uniforme de combate, y el General Geiger, comandante de la unidad. Pinochet me abraza.”




                       El general Prats, el Ministro Tohá. A su lado, el traidor


FINAL  DEL “ENSAYO GENERAL”
 
Pronto llegó el Presidente Salvador Allende. Aún se escuchaban disparos aislados. El general Prats le informó de los sucesos, después se dirigió a su oficina del Ministerio de Defensa Nacional.

Desorientado, el comandante Souper recorrió  con su columna el sector oriente de Avenida Matta y por último decidió  ingresar violentamente al cuartel de su unidad, que estaba rodeado por los efectivos del “Tacna”. Después se rindió. No hay dudas que  hubo elementos que estaban comprometidos en el complot que a última hora acobardaron.

Los principales caudillos de “Patria y Libertad” se asilaron en la Embajada de Ecuador. Desde esa sede diplomática dan a conocer un  comunicado, en donde asumieron la responsabilidad del fallido golpe de Estado. Además proclamaron que habían sido “traicionados”.

Hay quienes aseguran que la aventura del día de San Pedro del 73 habría sido una especie de ensayo general para el golpe fascista del 11 de septiembre de 1973.

JUNIO FINALIZA COMPLICADO  

De inmediato, el Gobierno pidió al Congreso Nacional la implantación del Estado de Sitio para enfrentar la sedición en marcha. A las 19 horas se realizó una masiva concentración pública en la Plaza de la Constitución, donde habló Salvador Allende.

Prats relata: “Los Comandantes en Jefe somos citados previamente a La Moneda y el Presidente nos pide sucesivamente que nos asomemos al balcón junto a él, lo que en ese momento no pudimos eludir, ya que habríamos preferido no exhibirnos en ese acto, después de los trágicos sucesos del día. Supe que algunos oficiales habían censurado ‘nuestra presencia en un acto político’. Sin embargo, la intención del Presidente con ese gesto era precisamente diluir el sentimiento de aversión popular contra la totalidad de las F.F.A.A.”

Sábado 30, 20,30 horas. “Asistimos –escribe Carlos Prats-  con Montero y Ruiz a la reunión de cinco generales (y Almirantes) por Institución. Los generales de la FACH y los almirantes exponen su preocupación por los mismos graves problemas que vive el país, y que los Comandantes en Jefe habíamos ya manifestado al  Presidente. En lo que a mí atañía, este planteamiento había sido reiterado. Un almirante expresa claramente que la oficialidad joven simpatizaba con la causa del Batallón Blindado 2”.

De ser verdad la afirmación del almirante, la situación era mucho más complicada que lo que se podía imaginar.

LA CLARIDAD DE UN MILITAR PROGRESISTA 

El Comandante en Jefe del Ejército, comprendiendo las peligrosas tendencias existentes en los altos mandos de las Fuerzas Armadas,  intentó en esa reunión del sábado 30 disuadir a los generales y almirantes asistentes de lo terrible que sería una solución militar a la crisis.

Él lo cuenta en sus Memorias: “Les expreso largamente mi opinión de que el grave momento que vive el país es un problema ‘político’ que deben resolver los políticos, a través de un acuerdo entre los Poderes del Estado, que posibilite una tregua para evitar el enfrentamiento armado. Señalo los peligros de una presión militar. Cualquier forma que adopte ella, arrastraría a las FF.AA, sin retroceso posible, a imponer una tiranía con gran derramamiento de sangre. Montero y Ruiz manifiestan su conformidad con lo que he expresado”.

Lo que pensaban los otros generales y almirantes presentes se conocerá 73 días después. Y no todos coincidirán con el preclaro general Carlos Prats González.

Ese mismo sábado 30  la oposición derechista-democratacristiana, que  era mayoría  en el Congreso Nacional, rechazó la petición del Ejecutivo de implantar el Estado de Sitio.










domingo, 28 de junio de 2020

LAS RELACIONES ENTRE ALLENDE Y LOS COMUNISTAS





A  112 años de su nacimiento:





                                                  Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                   Centro de Extensión e Investigación
                                                   Luis Emilio Recabarren,  CEILER

                        



                              “A través de tantos años de lucha por los intereses
                               de los  trabajadores se estableció entre Allende y 
                               el Partido Comunista una sólida amistad”.
                                (Luis Corvalán: “El Gobierno de Salvador Allende”)



ALLENDE CONTRA LA “LEY MALDITA”

Corría junio de 1948. En el Senado se discutía el proyecto de Ley de Defensa Permanente de la Democracia, enviado por  Gabriel González Videla.  El 18 de ese mes, levantó  Salvador Allende su voz en la sala y denunció el carácter antidemocrático de la ley en discusión. Defendió el derecho del partido de los comunistas a la vida legal, tanto como las demás colectividades políticas.

Dijo: “Lucharemos como socialistas, como siempre lo hemos hecho, con honradez y cariño, con emoción chilena, por el engrandecimiento y el progreso de nuestra patria. Lucharemos dentro de los cauces democráticos y combatiremos tenazmente esta ley que, tarde o temprano, tendrá que derogarse, para que vuelva la democracia a imperar en nuestra querida patria.”

Como lo señaló Luis Corvalán, esta actitud consecuentemente democrática nunca ha sido olvidada por los comunistas.

Diez días después de la intervención de Allende, el 28 de junio de 1948, fue aprobado el proyecto. Votaron a favor: liberales, radicales, conservadores, radicales democráticos, agrarios laboristas y el militante socialista Domínguez.

En contra lo hicieron los comunistas  Carlos Contreras Labarca, Elías  Lafertte y Guillermo Guevara; el conservador Eduardo Cruz-Coke; los socialistas  Salvador Allende,  Marmaduque Grove y Carlos A. Martínez y el radical-democrático Alfredo Duhalde. Se abstuvieron, los radicales Rudecindo Ortega y Gustavo Jirón.


EL FRENTE DEL PUEBLO

La traición de González Videla, elegido Presidente  por una alianza de izquierda, liderada por la burguesía, hizo comprender a muchos trabajadores que no se podía seguir confiando sus destinos a personeros burgueses. Salvador Allende, y también  los comunistas,  asumieron  a plenitud esta experiencia. Comprendieron la necesidad de forjar un movimiento dirigido a conquistar el poder, generar un gobierno distinto, dentro del cual la clase obrera, los trabajadores, debían ser los actores principales.

Allende se propuso encabezar un nuevo movimiento social y político con ese objetivo.

Fue así, como el 13 de noviembre de 1951 el ilegal Partido Comunista y el pequeño Partido Socialista de Chile  liderado por Allende, suscribieron un pacto político que dio vida al Frente del Pueblo.

Este es uno de los hitos más importantes en la historia de la Izquierda chilena.
En 1954, Allende escribió un artículo titulado “La lucha del pueblo de Chile por la Independencia Nacional”, publicado en el periódico soviético Pravda. En él afirmó:

“El Frente del Pueblo es un movimiento profundamente patriótico que lucha por la liberación política y económica de nuestro país. No se trata de una unión temporal, transitoria de las fuerzas populares. Se trata de una organización permanente en la que cada partido, conservando su independencia, ha contraído un solemne compromiso ante el pueblo chileno.”

SEMBRANDO PARA EL FUTURO

Consultado por un periodista años después, de por qué  entró en alianzas con los comunistas en 1951, Allende respondió:

“Considero que la revolución antiimperialista y  antioligárquica debe basarse principalmente en la unidad de la clase obrera que en Chile está representada por el Partido Comunista y el Socialista... La alianza con los comunistas en 1951 no perseguía la victoria electoral por cuanto el Partido Comunista se hallaba entonces en la clandestinidad; pero yo perseguía un objetivo más importante: la creación de un verdadero instrumento de liberación de la clase obrera y de Chile”. (J. Lavretski: “Salvador Allende”. Editorial Progreso. Moscú, 1978, páginas 64 y 65).

Allende fue proclamado candidato a la Presidencia de la República por el Frente del Pueblo. Volodia Teitelboim  relató en una conversación con el historiador Lavretski:

“Recuerdo bien esta campaña electoral. Éramos un pequeño grupo. Salvador Allende sabía que no triunfaría en aquellas elecciones, que incluso lograría pocos votos. Pero aquello era sembrar para el futuro. Entonces se manifestó con particular claridad un importantísimo rasgo de su carácter: la tenacidad en la lucha contra las dificultades, que en su vida abundaron más que las victorias”. (Ibidem. Página  66)

UNIDAD DE LOS TRABAJADORES

Allende perdió, como era de esperarse, en los comicios  del 4 de septiembre de 1952. Pero ni él ni los partidos que lo apoyaban dejaron de luchar. Continuaron en sus esfuerzos por crear la más importante central nacional de los asalariados chilenos. No fue en vano. El 12 de febrero de 1953, sólo a cinco meses de las elecciones presidenciales, surgió la Central Única de Trabajadores de Chile, CUT.

Al Congreso Constituyente de la CUT, efectuado en el Teatro Coliseo de Santiago, entre el 12 y el 16 de febrero de 1953, concurrieron todas las corrientes ideológicas existentes entonces en el movimiento sindical.

Para designar su Consejo Directivo Nacional postularon cinco listas. Fue elegido Clotario Blest como Presidente; de  los 24 dirigentes restantes, cinco eran comunistas, 4 socialistas populares, 3 socialistas de Chile, 3 socialistas disidentes, 3 anarcosindicalistas, 2 falangistas, 2 radicales y 2 independientes.

Al nacer la CUT, en Chile había 284.418 trabajadores organizados, lo que correspondía al 12,5% del total de asalariados.

COINCIDENCIA EN LO FUNDAMENTAL

Orlando Millas escribió sobre las relaciones entre Allende y los comunistas:

“Lo conocimos y nos conoció. Nuestras relaciones fueron de gran intimidad política, amistosa y de mutuo respeto. Nos unió no sólo el antiimperialismo y la lucha por las libertades y las reivindicaciones y los derechos de la clase obrera y del pueblo, sino además la aspiración del socialismo para Chile. Naturalmente, siendo un hombre de otra formación ideológica y de otro partido, aunque prevalecieron abrumadoramente las concordancias con él, también hubo desacuerdos, no siempre pensábamos lo mismo ante determinados acontecimientos. Y, en tales casos, no transigimos él ni nosotros, mantuvimos nuestros respectivos puntos de vista; pero con la necesaria deferencia y poniendo el acento en el inmenso margen de nuestros criterios coincidentes sobre asuntos fundamentales”. (Orlando Millas: “De O’Higgins a Allende”. Ediciones Michay. Madrid, 1988, p. 366).

ELEGIDO SENADOR CON VOTOS DEL PC

A partir de 1951 la amistad entre Allende y los comunistas se fortaleció día a día.   En 1953, Elías Lafertte no podía ir a la reelección como senador por la Circunscripción de Tarapacá y Antofagasta, pues se lo impedía la Ley Maldita. El PC  pudo   designar candidato a un militante no conocido como comunista.  Pero desistió de esa idea y, viendo que era probable que Allende no  fuera reelecto sólo con el apoyo de su partido,  le  propuso  que postulara como candidato por el Norte Grande.  Esto, porque consideraba de vital importancia que el líder del Frente del Pueblo siguiera en el primer plano de la política nacional.

Salvador Allende fue elegido Senador por una importante mayoría en marzo de 1953.


LÍDER DEL FRENTE DE ACCIÓN POPULAR

Los esfuerzos unitarios de Allende y los comunistas por ampliar el Frente del Pueblo culminaron exitosamente.  El 29 de febrero de 1956 se fundó el Frente de Acción Popular, FRAP. Lo constituyeron los partidos Comunista, Socialista de Chile, Socialista Popular, del Trabajo, del Pueblo, Radical Doctrinario, de Intransigencia Radical Antiimperialista, la Alianza Nacional del Trabajo y la Vanguardia Nacional del Pueblo.

A comienzos de julio de 1957 tuvo lugar el Congreso Unitario del Partido Socialista, que en su conjunto aprobó la línea de Allende en cuanto a la alianza con el PC.

El FRAP levantó en dos ocasiones la candidatura de Salvador Allende a la Presidencia de la República: en 1958, cuando se impuso el abanderado de la derecha Jorge Alessandri, y en 1964, donde triunfó Eduardo Frei Montalva de la Democracia Cristiana.

LA DURA DERROTA DE 1964

Se tenía la ilusión de que “la tercera era la vencida”. La derrota tuvo el efecto de un sismo en sectores de populares. Adonis Sepúlveda, dirigente del PS, escribió:

“La derrota de la campaña presidencial de 1964 provocó en cada partido popular un recio balance autocrítico... Los socialistas pensamos que no había otro camino que organizar una estrategia de poder que debía culminar en el derrocamiento de la burguesía y el ascenso al poder de la clase obrera y sus aliados”. (Adonis Sepúlveda: “Partido Socialista: vanguardia del pueblo chileno”)

En el XXI Congreso del PS, efectuado en Linares del 26 al 29 de junio de 1965, se acordó la Tesis sobre la lucha armada. Esta señalaba: “Nuestra estrategia descarta de hecho la vía electoral como método para alcanzar nuestro objetivo de toma del poder”. (Julio César Jobet: “El Partido Socialista de Chile”)

En su XXII Congreso, realizado en Chillán del 24 al 26 de noviembre de 1967, el PS  resolvió que: “Las formas pacíficas o legales de lucha (reivindicativas, ideológicas, electorales, etc) no conducen por sí mismas al poder. El Partido Socialista las considera como instrumentos  limitados de acción, incorporados al proceso político que nos lleva a la lucha armada”. (Alain Labrousse: “La experiencia chilena”. Gijalbo. Madrid,1973)

En ese mismo evento se acordó la Tesis del Frente de Trabajadores, que en la práctica descartaba todo entendimiento con el Partido Radical.

LA VÍA ELECTORAL SIGUE VIGENTE

Para Allende y los comunistas, la vía electoral para llegar a La Moneda seguía vigente. Además, estaban convencidos que para triunfar era necesario ampliar el FRAP con  radicales y otras fuerzas que no estaban incorporadas en el Frente de Acción Popular.

Dentro del PC no había mayores problemas. Pero Allende los tenía en su partido. La mayoría de los delegados al XXII Congreso se habían pronunciado por la vía armada y en contra de aceptar al PR en el bloque de las fuerzas de izquierda.

“Pero Allende seguía sin desanimarse por la incomprensión de la mayoría  de los dirigentes, de la mayoría de sus cuadros jóvenes, de sus dirigentes intermedios, seguía discutiendo con cada uno, convenciendo, recorriendo el país, los regionales de su partido, explicando sus concepciones ante las bases y así fue ganando al Partido para la política que él planteaba” (Rolando Calderón: “Discurso en el 68 aniversario del nacimiento de Salvador Allende, Berlín, RDA, 22 de junio de 1976)

ALLENDE Y LA CAMPAÑA DE 1970

En las tres ocasiones anteriores, la candidatura de Allende fue considerada desde el comienzo como indiscutible. En 1969 no ocurrió así. En su partido, la mayoría del Comité Central estaba por postular a Aniceto Rodríguez. Además las otras colectividades de izquierda tenían sus propios candidatos: Rafael Tarud,  del API y el PSD; Jacques Chonchol, del MAPU; Alberto Baltra, del PR, y Pablo Neruda del PC.

El 29 de agosto, un Pleno del Comité Central del PS acordó presentar la postulación de Salvador Allende.

Personeros de los diversos partidos de izquierda hacían críticas a éste. Decían que estaba muy repetido, que había perdido en alguna medida su antiguo encanto, que podía parecer como “fracasado”.

El PC no podía menospreciar los aspectos negativos del candidato socialista. Una comisión del Comité Central conversó francamente con él. Allende comprendió.

Luis Corvalán recordando ese tiempo dijo: “pensábamos que de los precandidatos no comunistas, Salvador Allende era el mejor por muchas razones... En un momento decisivo, retiramos la candidatura de Neruda y dimos una opinión categórica a favor de Allende”.

Salvador Allende fue proclamado abanderado de la Unidad Popular en un acto convocado por el PC el 22 de enero de 1970. Resultó un excelente candidato. Tomó en cuenta las opiniones críticas formuladas por los dirigentes comunistas.

La campaña electoral fue breve pero a la ofensiva. Se constituyeron 14.800 comités bases de la UP, de los cuales –según el historiador estadounidense Mark Falcoff-  el 80% estaban dirigidos por comunistas. (Mark Falcoff: “Modern Chile 1970-1989. A Critical history. New Jersey, 2000).

El PC fue la única colectividad que apoyó a Allende en las cuatro campañas presidenciales.

EN LOS MIL DIAS

En su informe al Pleno del Comité Central del PC, efectuado el 27 de noviembre de 1970, Luis Corvalán sostuvo: “Nada hay más revolucionario que luchar por el éxito del Gobierno Popular”.

Durante la administración Allende, las relaciones entre él y los comunistas continuaron siendo de mutua franqueza y comprensión. Según Corvalán,
“Existió una gran coincidencia en la línea gruesa, especialmente en cuanto al carácter de la revolución, a sus etapas, a la política de alianzas, a la combinación de la presión de masas desde abajo con la actividad del Gobierno desde arriba para llevar a la práctica el programa que teníamos el deber de cumplir” (Luis Corvalán: “El Gobierno de Salvador Allende”, páginas 150 y 151).

El compañero  Presidente y el PC estuvieron siempre por no salirse el programa de Gobierno de la UP y rechazaron las actitudes provocadoras de algunos sectores de la coalición de izquierda.

EL PC SIEMPRE LEAL A SALVADOR ALLENDE

En enero de 1972, en un acto de masas del PC realizado en el Estadio Nacional, Allende afirmó:

“Hoy el Partido Comunista comparte responsabilidades de Gobierno, y sus personeros más destacados cumplen a cabalidad y con plausible eficiencia las tareas que el pueblo y el Presidente de Chile les han encomendado... Sé que en la lucha en que estamos empeñados seguiré contando con la lealtad del partido de Recabarren...”

En septiembre de 1973 el PC fue una de las cuatro colectividades de la UP, junto con el PR, MAPU Obrero-Campesino y el API, apoyaron la iniciativa de Allende de llamar a un plebiscito. Se opusieron el PS, la IC y el MAPU.

Durante todo el Gobierno Popular hubo tres ministros comunistas.

La lealtad del Partido Comunista con Allende se ha prolongado más allá de su heroica muerte. Es un partido que se mantiene fiel a la herencia,  pensamiento y  obra del querido compañero Presidente.