miércoles, 20 de septiembre de 2023

VÍCTOR JARA MARTÍNEZ



 

El 16 de septiembre recién pasado se cumplieron 50 años del asesinato de Victor Jara Martinez, le entregamos a nuestros lectores y lectoras, un artículo escrito  por el compañero historiador Iván Ljubetic Vargas. 

Boletín Rojo.



A 49 años de su asesinato:




                                                        Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                        Centro de Extensión e Investigación

                                                        Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

      

                


 

Víctor Lidio Jara Martínez nació  el 28 de septiembre de 1932 en Quiriquina, localidad ubicada cerca Chillán Viejo.  Su niñez transcurrió  en el lugar campesino de Lonquén, cerca de la ciudad de Talagante, arrullado por el canto de su madre y laborando en las duras faenas campesinas, detrás del arado o en la trilla. Ayudó desde los seis años a su padre,  Manuel, un inquilino que no sabía leer ni escribir. La madre, de nombre Amanda, de estatura baja y gordita, con una bella sonrisa. Eran cuatro hermanos: María, Georgina, Eduardo y Víctor.

Posteriormente nació un quinto, Roberto. 

 

LA MADRE

La madre, el pilar de la casa, se empeñó y logró que sus hijos estudiaran. En la escuela, Víctor se destacó como buen alumno. Posteriormente, la familia se trasladó a la capital, a la Población Los Nogales, cerca de la Estación Central. Víctor y su hermano Eduardo concluyeron sus estudios primarios en una escuela católica de la población. 

La madre consiguió un puesto como cocinera en un pequeño restaurante ubicado frente a la Estación Central. Trabajando muy duro algunos años, logró reunir lo suficiente para comprar un puesto en el mercado. 

                                                                                                                                 

La familia se mudó a una casita en la calle Jotabeche. Como estaba lejos del mercado la madre debía salir a las dos de la madrugada, pues los clientes comenzaban a llegar a las cuatro. Manuel, el padre, ya no vivía con ellos. Víctor, con la idea de poder ayudar a su madre en el negocio, entró a estudiar  contabilidad en un instituto comercial. 

En marzo de 1950, murió la madre de un ataque cardíaco. 


EN EL CORO UNIVERSITARIO

Para Víctor que, por entonces,  tenía 15 años de edad fue un golpe muy duro. Entró al Seminario de la Orden de los Redentoristas en San Bernardo, abandonándolo en 1952. Hizo el Servicio Militar en la Escuela de Infantería de San Bernardo. Terminado éste, volvió en mayo de 1953 a la Población Los Nogales, después de tres años de ausencia. Lo acogió la familia Morgado y un grupo de amigos. Consiguió un puesto de portero en el hospital local. 

Por la prensa se impuso del anuncio de una prueba para ingresar al  Coro Universitario para cantar en ‘Carmina Burana’. Postuló. Fue aceptado como tenor. Participó en la producción de Uthoff en el Teatro Municipal, vestido con un hábito marrón de monje.


 

EN LA ESCUELA DE TEATRO

En 1954 viajó al norte con un grupo de nuevos amigos del coro, para recoger e investigar la música popular de la zona. Al regresar a Santiago, presenció una función de un grupo de  pantomima  recién formado por  Enrique Noiswander. De inmediato habló con éste, quien lo invitó a participar en una  prueba en el estudio donde ensayaba el grupo. Víctor mostró su sentido de movimiento y  expresividad. Entonces le ofrecieron la oportunidad de estudiar en el grupo de mimos. 

En 1955 se matriculó en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. También se incorporó al Conjunto de Cantos y Danzas Folklóricas Cuncumén. 

 

CONOCE A VIOLETA PARRA

En 1957, Víctor cursó el segundo año en la escuela de teatro. Por entonces comenzó  a frecuentar el café Sao Paulo, en el centro de Santiago, donde se reunían a mediodía artistas e intelectuales. Ahí encontró a Violeta Parra, conocida sólo por un pequeño círculo de personas en Chile, pero que acababa de regresar  de su primera visita a Europa.

Violeta vivía por esa época en La Reina en un pequeño bungalow. Víctor la visitaba con frecuencia. Allí conoció a Ángel Parra y se convirtieron en grandes amigos.

 

INGRESA A LAS JUVENTUDES COMUNISTAS 

En 1958 Víctor Jara comenzó a militar en las Juventudes Comunistas de Chile, ello en plena campaña presidencial, en la que el Frente de Acción Popular, FRAP, postulaba como candidato a Salvador Allende. 

En 1959 vivió su primera experiencia como director teatral, dirigiendo “Parecido a la Felicidad” de Alejandro Sieveking. Viajó con esa obra a Argentina, Uruguay, Venezuela y Cuba. 

En 1961 realizó una gira a Europa como director artístico del Cuncumén. Ese mismo año compuso “Paloma quiero contarte”, canción con que inició su trabajo de creación musical y poética. La grabó, junto a otra de sus composiciones, “La canción del minero”, en un LP del Cuncumén.

 

CASA DE LA CULTURA DE ÑUÑOA

En 1963, Gregorio de la Fuente,  director  de la Casa de la Cultura de Ñuñoa, le propuso fundar una Escuela de Folklore. Con ayuda de Maruja Espinoza, una componente del Cuncumén, Víctor  organizó los cursos y enseñó las danzas folklóricas que más le gustaban; Maruja se concentró en la enseñanza de la guitarra. En un par de años  un grupo numeroso y entusiasta  de alumnos  hizo posible la  formación de un conjunto, del que posteriormente, surgieron varios solistas. Víctor trabajó en Ñuñoa hasta 1968.  Desde 1963 a 1970 formó parte del equipo estable de directores del Instituto de Teatro de la Universidad de Chile,  ITUCH.


 

UN ARTISTA CONSECUENTE

Realiza múltiples actividades artísticas, sin olvidar sus tareas políticas. En 1969 es figura principal en el Mitin Mundial de Jóvenes por Vietnam, realizado en Helsinki, Finlandia. Ese año obtiene el principal premio en el Primer Festival  de la Nueva Canción Chilena con “Plegaria a un labrador” 

En 1970 se dedicó de lleno a la campaña presidencial de la Unidad Popular, 

Durante el Gobierno de Salvador Allende laboró en el Departamento de Comunicaciones de la Universidad Técnica del Estado, UTE. En 1971 viajó a distintos países como embajador cultural de Chile. Se editó ese año su LP “La Población”. 


EL ACTO QUE NO SE REALIZÓ

Entre 1972 y 1973 compuso la música de continuidad de Televisión Nacional. Viajó a la Unión Soviética y Cuba. Participó en trabajos voluntarios y en la campaña parlamentaria que culminó el 4 de marzo de 1973. 

El martes 11 de septiembre de 1973 Víctor estaba en la UTE. Debía participar en un acto en que el Presidente de la República se dirigirá a todo el país comunicando su decisión de llamar a un plebiscito para salir de la crisis política provocada por la oposición. Se produjo el golpe fascista. Soldados del ejército rodearon la Universidad. Al día siguiente invadieron el recinto universitario.

 

EN EL ESTADIO CHILE

Tomaron prisioneros a  los profesores, funcionarios y alumnos que se encontraban ahí. Fueron conducidos al Estadio Chile. Víctor iba entre ellos. 

Las torturas las comienza a sufrir  el jueves 13 de septiembre: 

“¡A ese hijo de puta me lo traen para acá! Repitió, iracundo el oficial. ¡A ese huevón!...  ¡A ese!!  El soldado lo empujó sacándolo de la fila. 

¡No me lo traten como señorita, carajo!  Ante la orden, el soldado levantó su fusil y le dio un feroz culatazo en la espalda de Víctor. Cayó de bruces, casi a los pies del oficial. 

¡Ch’é tu madre! ... Vos soy el Víctor Jara huevón. El cantor marxista, ¡El cantor de pura mierda!


 

EL HORROR DEL FASCISMO   

Y, entonces, su bota se descargó furibunda una, dos, tres, diez veces en el cuerpo, en el rostro de Víctor, quien trata de protegerse la cara con sus manos. - 

Víctor, herido, ensangrentado, permaneció bajo custodia en uno de los pasillos del Estadio Chile. Sentado en el suelo de cemento, con prohibición de moverse. Desde ese lugar, contemplaba el horror del fascismo.

Allí permaneció la noche del Miércoles 12 y parte del Jueves 13, sin ingerir alimento alguno, ni siquiera agua. Víctor tenía varias costillas rotas, uno de sus ojos casi reventado, su cabeza y rostro ensangrentados y hematomas en todo su cuerpo.

 

CRUELMENTE TORTURADO

El 15 de septiembre de 1973, cerca del mediodía se supo que saldrán en libertad algunos compañeros de la UTE. Los prisioneros empezaron a escribirles a esposas, madres, diciéndoles que estaban vivos.  Víctor pidió lápiz y papel. Comenzó a escribir precipitadamente. De improviso, dos soldados lo tomaron y lo arrastraron violentamente hasta un sector alto del Estadio, donde su ubica un palco, gradería norte. Los soldados recibieron orden de golpearlo y comenzaron con furia a descargar las culatas de sus fusiles en el cuerpo de Víctor. Dos veces alcanzó a levantarse Víctor, herido, ensangrentado. Luego no volvió a levantarse.

 

EL TESTIMONIO DE BORIS NAVIA

Relata Boris Navia: “Esa misma noche, ya en el Nacional, lleno de prisioneros, al buscar una hoja para escribir, me encontré en mi Libreta, que Víctor me lanzó al ser arrastrado por los soldados, no con una carta, sino con los últimos versos de Víctor, con su último canto, que escribió unas horas antes de morir y que el mismo tituló “Estadio Chile”, conteniendo todo el horror y el espanto de aquellas horas. Inmediatamente acordamos guardar este poema”. 

Y  logró salvar el último poema de Víctor Jara para estremecer con sus versos a la humanidad: 

 

 

ESTADIO CHILE

 

“Somos cinco mil 

En esta pequeña parte de la ciudad. 

Somos cinco mil. 

¿Cuántos seremos en total 

en las ciudades y en todo el país?

 

¡Cuánta humanidad 

hambre, frío, pánico, dolor, 

presión moral, terror y locura! 

Somos diez mil manos menos 

que no producen!

 

¿Cuántos somos en toda la Patria? 

La sangre del compañero Presidente 

golpea más fuerte que bombas y metrallas 

Así golpeará nuestro puño nuevamente.


Canto que mal me sales 

cuando tengo que cantar espanto 

espanto como el que vivo 

como el que muero, espanto”.

 

Víctor Jara fue asesinado cruelmente  el   16 septiembre de 1973, lo acribillaron con 44 balazos. 

 

MARTES 18 DE SEPTIEMBRE DE 1973 

Joan Jara, la compañera de Víctor, relata en “Víctor Jara un Canto Truncado”: 

“Martes 18 de septiembre. Aproximadamente una hora después de levantarse el toque de queda, oigo el ruido del portón, como si alguien intentara entrar. Todavía está cerrado con llave. Me asomo a la ventana del cuarto de baño y veo a un joven afuera. Parece inofensivo y me decido a abrirle. Me dice con voz baja: 

-Estoy buscando a la compañera de Víctor Jara. ¿Vive aquí? Por favor, confíe en mí. Soy un amigo –me muestra su carné-¿Puedo entrar un minuto? Tengo que hablar con usted –parece nervioso y preocupado. Me dice en un susurro-: Soy miembro de las Juventudes Comunistas.

 

Abro la puerta para que entre y nos sentamos en la sala. 

-Lo siento, tenía que encontrarla... Lamento decirle que Víctor ha muerto... Encontramos su cuerpo en la morgue. Un compañero que trabaja allí lo reconoció. Le ruego que sea valiente y que me acompañe para identificarle. ¿Llevaba calzoncillos azul oscuro? Tiene que venir, porque su cadáver lleva allí más de cuarenta y ocho horas y, si nadie lo reclama, se lo llevarán y lo enterrarán en una fosa común.

 

UN JOTOSO LLAMADO HÉCTOR

Joan Jara continúa relatando en su libro “Víctor Jara un canto truncado”: 

“Héctor –así se llamaba- había estado trabajando en la morgue, el depósito de cadáveres municipal durante la última semana, tratando de identificar cuerpos anónimos que llegaban diariamente. Era un muchacho amable y sensible y había corrido un gran riesgo yendo a buscarme. En su condición de empleado tenía una tarjeta especial y, después de mostrarla en la entrada, me introdujo por una pequeña puerta lateral del edificio, a pocos metros de los portales del Cementerio General...

 

LO ENCUENTRA SU COMPAÑERA

“Bajamos un oscuro pasadizo y entramos en una enorme sala. Mi nuevo amigo me apoya la mano en el codo para sostenerme mientras contemplo las filas y filas de cuerpos desnudos que cubren el suelo, apilados en montones, en su mayoría con heridas abiertas, algunos con las manos todavía atadas a la espalda. Hay jóvenes y viejos... cientos de cadáveres... en su mayoría parecen trabajadores... cientos de cadáveres que son seleccionados... 

“Nos envían a la planta superior. El depósito está tan repleto que los cadáveres llenan todo el edificio, incluyendo las oficinas. Un largo pasillo, hileras de puertas y, en el suelo, una larga fila de cadáveres, estos vestidos, algunos con aspectos de estudiantes, diez, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta... y en la mitad de la fila descubro a Víctor.

 

MIRABA DESAFIANTE

“Era Víctor, aunque le vi delgado y demacrado. ¿Qué te han hecho para consumirte así en una semana? Tenía los ojos abiertos y parecía mirar al frente con intensidad y desafiante, a pesar de una herida en la cabeza y terribles moratones en la mejilla. Tenía la ropa hecha jirones, los pantalones alrededor de los tobillos, el jersey arrollado bajo las axilas, los calzoncillos azules, harapos alrededor de las caderas, como si hubieran sido cortados por una navaja o una bayoneta... el pecho acribillado y una herida abierta en el abdomen... las manos parecían colgarle de los brazos en extraño ángulo, como si tuviera rotas las muñecas... pero era Víctor, mi marido, mi amor”. 

 

SUS FUNERALES

El martes 18 de septiembre de 1973 fueron los funerales de Víctor Jara. Relata  su compañera: 

“La caminata hasta el lugar del cementerio donde Víctor sería enterrado debió llevarnos entre veinte y treinta minutos. El carrito chirriaba y rechinaba sobre el pavimento irregular. Caminamos y caminamos... mi nuevo amigo Héctor a un lado, mi viejo amigo Héctor al otro. Sólo cuando el ataúd de Víctor desapareció en el nicho que nos habían asignado estuve al punto de desplomarme. Pero estaba vacía de sentimientos o sensaciones y sólo se mantenía viva la idea que Manuela y Amanda esperaban en casa, preguntándose qué ocurría, dónde estaba yo”.


VENCIÓ SOBRE SUS VERDUGOS

Al día siguiente el diario La Segunda publicó un breve párrafo en el que informaba de la muerte de Víctor: “El funeral fue de carácter privado y sólo asistieron los familiares”. 

Después todos los medios recibieron la orden de no volver a mencionar a Víctor. Pero en la televisión  alguien arriesgó su vida insertando unos pocos compases de “La Plegaria” sobre la banda sonora de una película norteamericana. 

Los verdugos asesinaron al cantor, pero sus canciones siguen emocionando y motivando. Son inmortales. 

Fue así como Víctor,  el heroico joven comunista, venció sobre sus verdugos. A 49 años de su asesinato sigue combatiendo.

 








Septiembre.

 


Comentario radial y escrito.

 

 


 

Caminamos a través de una extraña y maldita tormenta de arena; ni el olfato, menos la vista, nos han permitido en su totalidad a orientarnos por y en una misma idea; esto viene desde los arrastres primarios y más tarde, con 250 mil millones de años a cuesta, seguimos desengañando a curiosos pirgüines. 

El aceptar la soberbia infame, la arrogancia, la codicia entre los habitantes del mundo, es sencillamente renunciar a ese humanismo, es arrebatar de un solo manotazo la aleación histórica, biológica y química de lo que somos hecho. 

Se me asoman en mi insomnio esos pirgüines saliendo del mar, orillando en patota, por primera vez. 

Los veo ayudándose, unos con otros. 

El desafío es muy grande. 

Transformarse, adaptarse al medio es un tiempo de galaxias, de movimientos, es una pega más que gigante, pareciera imposible. 

Sin embargo, aquí estamos, matándonos unos a otros, como que si el pan y el agua, no alcanzara para todos. 

Que traición más grande. 

Ay, dios mío de los coloraos, para que poseer entonces en reserva, un Instinto social, ese que te golpea a la puerta esperanzado, ese que existe incrustado, evolutivo en un consciente chiquitito, ese que alumbra en penumbras los intelectos, los orígenes, la cultura para continuar la vida. 

Es como andar jugando a la pirinola cargada. “Pone uno, pone cuatro, pone todo…Y ni un saca” 

Ay, exilio de los coloraos, tan diferente septiembre. 

Ay, patriotas que se quedaron envueltos en raíces de violetas, de guayacán, de coligue y tusilagos. 

Que septiembre más manoseado, tan de pilastras y tan mentido. 

¡Bailemos cueca que huea! 

Escucho las noticias, cierro los ojos, los abro, observo y no me la creo. 

Vamos, a pesar de todo construyendo andenes, se nos quedó el camarada Guillermo en un histórico anden… Ese quedarse en la memoria revolucionaria me trae a Estocolmo a la siempre viva Gladys Marín. 

Eso de asomar, siento a Luis Corvalán y el deber y derecho a la rebelión popular, me trae a Volodia Teitelboim floreciendo las araucarias. 

Me abrazo a José Duran y al otro José, el Temuco. El “pelao” Buschmann” me desentiende y el viejo Andrés Chaves, me mira y ríe. Atilio y el otro Atilio me miran tristes. Marta, Regina, Johanna, viven a cada rato, escucho a Olegario hablando mi palabra. 

Son 50 septiembres que tienen en su matriz a seres humanos que pagaron con dolores atroces, vengativos, ignorantes, su vida, el delinquir al amar y querer vestir diferente a un país entero. 

Y son miles de miles. 

El golpe fascista subvencionado por el imperialismo gringo, orquestado por el fascismo militar y la cobardía civil, destrozo, mato a casi toda una joven generación, poseedora de ideales humanistas extraordinarios, que podrían hoy en vida, ser tijerales, paredes, pizarrones de un hermoso país en vías al socialismo. 

Tengo miedo; este septiembre 2023 ha obligado abrir las ventanas y puertas, a buscar en paredes y suelos, a hermanos obligados al silencio, a lo oscuro. 

Tengo miedo. 

El fascismo de hoy sigue siendo burdo, chato, criminal, servil; está exigiendo cada vez más privilegios. Hablan diferentes, siguen siendo abogados, médicos, lumpen, ingenieros, ignorantes, poderosos por herencia y por crimen. 

Sin embargo, cuando cierta parte del pueblo se rebela, se sacude, los laberintos de un estado fáctico pueden, para seguir la mentira, construir muros como Punta Peuco. 

Hoy, no se sulfuran, hablan calmo, no pierden el control, mienten por la cara, roban la palabra y la visten a su libre albedrio. 

Hablan del socialismo como algo maléfico, estático. Decir marxismo, leninismo, comunismo es hablar de terrorismo. 

Camino hediondo de picao, odio no; picao. 

Entiendo el complicado caminar de mi vivienda, que no es otro que la enseñanza, el educar, el formar conciencia, entender que no tiene por qué existir la pobreza crónica y dialéctica; estado, instancia, que es el origen aberrante de toda la injusticia social en el mundo entero. 

El educar en una geografía en que los medios de difusión, el pilastrerio, el conocimiento, la tecnología estén en manos del capitalismo, el educando se puede transformar en tu peor enemigo. 

Hace mucho daño. 

Y digo pobreza crónica y dialéctica porque se van acomodando, adecuando en las sociedades de acuerdo con el desarrollo y bienestar de estas. 

No te inflan. Y si te inflan las necesidades ya son otras. 

Observen cualquier país europeo y entenderán lo que digo…O creen que las demostraciones en Francia, el intento fascista en Alemania, el pueblo en las calles de Londres. 

Creerán si digo que en nuestro paisito lindo la cúpula castrense y la civil utilizaron el fascismo para agilizar, habilitar a mercaderes de armas, al narcotráfico. 

Se acuerdan 20/ 15 años atrás, en las cámaras legislativas la clientela hacia nata.   Que sentirán si les digo que esos nobles soldados vendían infancia, la prostituían. 

Ser habitante de nuestra casa ideológica, esa casa en la que Luis Emilio Recabarren planto el primer ladrillo significa ser enemigo inclaudicable de la pobreza. 

No hay medias tintas y el riquerio lo sabe…Por eso los 44 agujeros en la ternura de Víctor; por eso la felonía vergüenza de un General de Ejército Joaquín Lagos con “La caravana de la muerte”: 

“No quise entregar los cuerpos, declaraba, porque estaban hechos pedazos, yo quería juntarlos, darle una forma humana. Le sacaban los ojos, los fusilaban de a poco, una pierna, un brazo, testículos, luego el tiro de gracia” 

“Me daba vergüenza entregar sus cuerpos.” 

El golpe de estado, esos horrorosos acontecimientos eran inevitable, se tenia que detener la barbarie marxista. 

Lo escucho estos días, justifican la cara en llamas de Carmen Gloria, el cuerpo humeante, inerte de Rodrigo. 

Se tiene una tristeza muy grande, lo que paso y lo que no se sabe, necesita estar en los libros de estudios, en las aulas universitarias, en el breviario y en el cadalso. 

El derecho a la libre expresión la violentan como cualquier pederasta. 

Como podemos hablar de democracia, de justicia social, de soberanía, de entendimientos, de cultura, de recuerdos, de estadios llenos gritando “Para que nunca más” y rechazan un trabajo constitucional con olor a pueblo y de alamedas abiertas. 

Como podemos crecer si todavía, después de 50 años, aún, tiene la derecha como la izquierda pobrerío, mayoría en las cámaras legislativas. 

Y nos los culpo, solamente me dan tristes arcadas. 

Estoy hasta la tusa con los politólogos; sin embargo, me atrevo a decir que ser comunista no significa creer en el socialismo inmediato, tener esas ideas a estas alturas del partido es “pedirle peras al olmo”. 

Por el momento sé tiene que jugar con las reglas y cartas imprimidas por el riquerio. El peldaño descansa en la fuerza propia. 

Y en los recreos, ir a los barrios y casas, explicarle al pueblo que, mientras exista la propiedad privada en los medios estratégicos de producción, estamos fritos. 

Y si vienen hablar de soberanías y democracia, de libre mercado, llévenlos a mirar nuestras poblaciones marginales. 

El lograr una justicia social soberana, es un camino largo. 

Hablamos de 17 años en 50…Y yo me voy en 213 años mentido. 

Al sur del Biobío, la dominación, el robo, la usurpación continua, pero también la sublevación de sus oriundos. 

Aquí me quedo, quiera el “dios de los coloraos” que no es otra cosa que la conciencia de clase habitando como retazos en cierto sector del pueblo asalariado. Esa conciencia debe volver a su pueblo. 

¡Ahí está el poder popular!

 

Alejandro Fischer Alquinta. 

Estocolmo 20230916

 

 


jueves, 14 de septiembre de 2023

RECORDANDO A DON LUCHO CORVALÁN EN SU 107 NATALICIO

 



Al cumplirse hoy, 107 años del nacimiento de Luis Corvalán Lepe, quién fuera ex Secretario General del Partido Comunista de Chile, le entregamos a nuestros lectores y lectoras, un artículo escrito  por el compañero historiador Iván Ljubetic Vargas. 

Boletín Rojo.




RECORDANDO A DON LUCHO CORVALÁN EN SU 107 NATALICIO

 

                                                                    Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                                    Centro de Extensión e Investigación

                                                                    Luis Emilio Recabarren, CEILER

 


 

 


 

EL PASO MÁS IMPORTANTE

Luis Corvalán Lépez nació cuando la primavera ya se anunciaba, un 14 de septiembre de 1916, en Pelluco, Puerto Montt. En 1921 su familia se trasladó a Tomé. Allí ingresó al Partido Comunista. 

En sus Memorias ‘De lo vivido y lo peleado’ relata: “Hice migas con un zapatero remendón, el maestro Palmita, que era miembro del Partido... Cierta vez, Palmita me invitó a una reunión comunista que se llevó a cabo en una casa del Cerro Estanque. En  tal ocasión di el paso más importante de mi vida: ingresé al Partido. Fue en 1932, creo que en el mes de febrero”.  Por entonces tenía 16 años y estudiaba en la Escuela Normal de Chillán. 

 

DOS LLAMADOS  A SANTIAGO

Su primera designación como profesor fue  para la Escuela Santa María de Iquique, la misma en donde se había perpetrado  la masacre del 21 de diciembre de 1907.                                                                                                                                       Al año de haber iniciado su labor como maestro, en agosto de 1936, sufrió la exoneración.  Gobernaba, por segunda vez, Arturo Alessandri Palma. 

Abandonó entonces Iquique y se dirigió a Concepción, donde vivía su familia. Se dedicó de lleno al trabajo partidario. Pocos meses después fue citado a la capital, donde participó en un pleno del Comité Central de la Federación Juvenil Comunista, a cuya cabeza estaba Luis Hernández Parker, quien poco después fue reemplazado por Ricardo Fonseca.  Regresó a Concepción. Luego volvió a viajar a Santiago. 

Así lo explica en sus Memorias: “A fines de año (1937) fui llamado a la capital para trabajar como secretario de Carlos Contreras Labarca, Secretario General del Partido, y desempeñar, al mismo tiempo, algunas tareas en el Comité Central de la Federación de Juventudes Comunistas”.


 

SE CASA CON LA COMPAÑERA LILY

El 25 de octubre de 1938 triunfó Pedro Aguirre Cerda, candidato del Frente Popular.                     

Trabajó en varios periódicos obreros. Enviado por el Partido, volvió a Iquique, donde se hizo cargo de la dirección de “El Despertar de los Trabajadores”, que Recabarren había fundado en enero de 1912. Más tarde laboró   en El Siglo, del cual fue designado director en 1946. 

El 14 de diciembre de ese año contrajo matrimonio con la compañera Lily Castillo. Escribe Luis Corvalán: “En Lily hallé un tipo de mujer que no había conocido. Además de buena moza y simpática, encontré que su afiliación a la causa comunista le salía de adentro”. 

Tuvieron cuatro hijos: María Victoria, Viviana, Lily y Luis Alberto.


 

ENCARGADO DE PROPAGANDA

En 1948 pasó a la clandestinidad, adoptando el nombre de Luis Correa. Encabezó la Comisión de Propaganda que estaba formada por Carlos Rosales, Eugenio Vallejos y el doctor Hernán Sanhueza. Eran los momentos más duros de la represión de González Videla. Ocupaba el cargo de Secretario General del Partido el obrero Galo González, que asumió esa responsabilidad a la muerte de Ricardo Fonseca, el 21 de julio de 1949.  En 1950 Luis Corvalán fue designado miembro del Comité Central. Narra don Lucho: “Con Galo me veía dos veces a la semana. Juntos trabajamos en informes y artículos. Editamos clandestinamente la revista del Comité Central ‘Principios’.”

 

CUANDO LO CONOCÍ

El 4 de septiembre de 1952 el exdictador Carlos Ibáñez ganó, por un impresionante margen, las elecciones presidenciales. Ese año fui designado miembro del Comité Regional Santiago de las Juventudes Comunistas, del cual era Secretario Político Mario Zamorano. Me encomendaron la tarea de ser responsable de la revista ‘Principios’. En esa calidad fui citado a una reunión clandestina del Frente de Propaganda del Partido.  No recuerdo el lugar donde sesionamos. Pero sí del compañero que hizo un extenso, interesante y didáctico informe. Era bajo de estatura, muy flaco, de nariz pronunciada, con un bigotito debajo de ésta, de mucho fumar y de convincente hablar. Se llamaba Luis Correa. Tiempo después supe que se trataba de don Lucho. Así lo conocí, en una reunión de Propaganda, eludiendo la represión del gobierno del “paco” Ibáñez.

 

SECRETARIO GENERAL

En el XIV Congreso del Partido, efectuado clandestinamente en Cartagena, en la Casa de Veraneo de la Escuela Faustino Sarmiento, en el mes de abril de 1956, fue nombrado miembro de la Comisión Política y del Secretariado del Comité Central.

El 8 de marzo de 1958, falleció el Secretario General del PC, el obrero Galo González, “El Comité Central –escribe Luis Corvalán en “De lo vivido y lo peleado”- me eligió su secretario general.  Galo González, en su lecho de muerte, había alcanzado a decir a José González que, en su opinión, yo debería sucederlo. Julieta Campusano fue la primera en expresar su acuerdo: 

-Corvalán –dijo- es un revolucionario formado por el Partido. Y se explayó en otras consideraciones y palabras elogiosas que no puedo repetir.” 

Al respecto, Julieta Campusano dijo hacia 1975: “Corvalán recuerda siempre que fui la que lo propuse para secretario general del Partido, y se reía porque dije que lo proponía porque lo consideraba el más equilibrado de todos. Según mi concepto él aparecía indiscutiblemente como el compañero que debía suceder al compañero Galo...”

 

CUANDO LO ESCUCHÉ POR SEGUNDA VEZ

El 8 de marzo de 1958 recibimos en Temuco la triste noticia del fallecimiento del camarada Galo González, Secretario General del Partido. Reunido el Comité Regional se adoptaron dos medidas: realizar esa noche una salida de propaganda callejera con la consigna “Viva Galo González, PC” con la hoz y el martillo. La segunda medida fue designar una delegación de cuatro dirigentes que viajara esa misma noche a Santiago para participar en los funerales del compañero Galo. Uno de los que formó esa delegación fui yo, en mi calidad de Secretario del Comité Regional Cautín de las Juventudes Comunistas de Chile. Viajamos en tren toda la noche. Llegamos a Santiago a las 7 de la mañana del 9 de marzo. Nos dirigimos al Sindicato Sicchel, ubicado en Catedral 2789, esquina de Sotomayor. Allí estaba la capilla ardiente. Hicimos, como otros cientos, una guardia de honor junto a la urna donde estaban los restos mortales del compañero Galo. 

En la tarde del 10 de marzo fueron los funerales. Los cuatro  de Cautín formamos parte del río de banderas rojas, puños y consignas. 

“¡Compañero Galo González...! ¡Presente... Ahora y Siempre!”  “Y que fue... y que fue... Aquí estamos otra vez!” 

En la Plazoleta del Cementerio General un mitin de despedida. Allí habló el nuevo Secretario General del Partido. Dijo: “Hoy la ilegalidad del Partido Comunista ha terminado de hecho para siempre”. 

En ese triste y combativo momento  escuché por segunda vez al compañero Luis Corvalán.

 

CONQUISTADA LA LEGALIDAD 

A comienzos de 1958, se constituyó un amplio Bloque de Saneamiento Democrático que tenía dos objetivos: derogar la Ley de Defensa de la Democracia y modificar la ley electoral para impedir el descarado cohecho, la compra del voto, que realizaba la derecha. 

El 2 de agosto de 1958, el Presidente Ibáñez promulgó la ley que derogaba la Ley Maldita, engendro liberticida que había utilizado en gran parte de su segundo gobierno.


SU INFLUENCIA EN EL PARTIDO

La conquista de la legalidad determinó, entonces, una importante transformación al interior de la vida del Partido Comunista. 

Como sostuvo el escritor y periodista José Miguel Varas en 1975, "el cambio de 'clima' dentro del Partido fue muy notable, y se debió a la legalidad, pero no sólo a ello. Hubo algo muy personal en Corvalán que influyó a crear una sensación de gran confianza en la posibilidad de criticar, de que cada cual pudiera dar su opinión sobre cualquier materia, unido todo ello a la idea de que el Partido no era un club de debates, de que de todas maneras había que ser muy firme en las cosas fundamentales...” 

Y agregaba José Miguel Varas: "Hasta la llegada de Corvalán a la Secretaría General, el Partido era en mucho un Partido de obreros endurecidos, golpeados, resistiendo al enemigo. Y Corvalán planteó la perspectiva completamente distinta, aunque lógicamente ello no era sólo cuestión de él, sino que correspondía también a un cambio en la situación: 'Son ellos, los enemigos, los que tienen que estar a la defensiva. Ahora nosotros nos abrimos, ahora nosotros vamos a ser los dueños de la iniciativa aquí".

 

SENADOR

En marzo de 1961, don Lucho fue elegido Senador por la Séptima Agrupación Provincial (Ñuble, Concepción y Arauco). 

Jugó un rol destacado en la convergencia de las fuerzas de izquierda, tanto en el FRAP, como en la Unidad Popular. 

El marzo de 1969 resultó electo Senador por la Tercera Agrupación Provincial (Aconcagua y Valparaíso) 

En 1964 se publicó el folleto del compañero Corvalán titulado ‘Nuestra Vía Revolucionaria’.

 

UN GRAN CONDUCTOR DEL PARTIDO

Durante los 31 años que Luis Corvalán fue el Secretario General del Partido, éste tuvo una amplia política de alianzas y fue un factor decisivo en la unidad de las fuerzas democráticas y populares. 

Era mediado de 1969. La derecha ya había designado a su abanderado para las elecciones presidenciales de 1970. Era Jorge Alessandri Rodríguez. Otro tanto hizo la Democracia Cristiana, nombrando a Radomiro Tomic. 

Los partidos de Izquierda  comenzaron a presentar sus candidatos. La Acción Popular Independiente, API, proclamó a Rafael Tarud, que recibió el apoyo del Partido Socialdemócrata; el Partido Radical postuló al senador Alberto Baltra Cortés; el MAPU presentó a Jacques Chonchol. 

En el Partido Socialista, luego de una dramática sesión, en que la mayoría de sus miembros se abstuvo, el Comité Central del PS proclamó a Salvador Allende. 

Ante la carencia de candidato único de la izquierda, el Partido Comunista decidió proclamar como abanderado a Pablo Neruda, el martes 30 de septiembre.

 

SURGE  LA UNIDAD POPULAR

El 9 de octubre de 1969 fue un día histórico: se fundó la Unidad Popular. La constituyeron partidos marxistas: el Comunista y el Socialista; colectividades socialdemócratas: el Partido Radical, Socialdemócrata, la Acción Popular Independiente y un partido de raíz cristiana, el MAPU. 

Don Lucho  jugó un  importante  rol en la  constitución de la Unidad Popular, en la elaboración y aprobación del Programa Básico del Gobierno Popular, del Pacto de Gobierno, donde se establecieron las pautas por las cuales se regiría la administración de la Unidad Popular, y del documento sobre el Estilo de la Campaña presidencial.

 

BUSCANDO AL CANDIDATO ÚNICO

La creación del Comité Coordinador de la Unidad Popular, la aprobación del Programa de Gobierno y de los otros documentos de la coalición de Izquierda, hicieron  pensar que pronto habría acuerdo sobre el candidato. Pero no fue así. 

Se inició 1970, el año de los comicios electorales. Poco a poco se fue aclarando el panorama. Renunciaron Jacques Chonchol, Alberto Baltra, Pablo Neruda. Pero aún quedaban dos: Rafael Tarud y Salvador Allende. Ninguno con visas de ceder. 

Ante la demora por la designación del abanderado, el Partido Comunista convocó a una concentración pública en Santiago para el 22 de enero de 1970 y advirtió: si para el inicio de ese acto no hay acuerdo, el Partido Comunista proclamará definitivamente a Pablo Neruda.

 

SALIÓ HUMO BLANCO

Y ocurrió lo tan esperado. Poco antes del plazo señalado, el Comité Coordinador de la Unidad Popular llegó a un acuerdo. Fue así como al comenzar la concentración, Luis Corvalán pudo decir:

 

“Salió humo blanco. Ya hay candidato único. Es Salvador Allende.” 


Estalló la alegría. La emoción pobló los corazones. La multitud llenó la Plaza Bulnes y sus alrededores con aplausos y una consigna: “El pueblo, unido... jamás será vencido... El pueblo unido... “ 

Fue así, como desde el 22 de enero de 1970, faltando sólo 225 días para las elecciones presidenciales, la Unidad Popular – por fin – tuvo candidato. Era la cuarta vez que Salvador Allende postulaba como abanderado popular a la Presidencia de la República. 

Con  Luis Corvalán a la cabeza,  los comunistas  entregamos una contribución fundamental para alcanzar la victoria popular del 4 de septiembre de 1970   y fuimos gran aporte durante el  gobierno presidido por Salvador Allende. 

 

EN EL GOBIERNO POPULAR

En el Gobierno de Salvador Allende, los comunistas participamos en el Gabinete con tres ministros y estuvimos a la cabeza de la batalla por la producción. 

Del 30 de marzo al 9 de abril, Don Lucho participó en el XXIV Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. 

El 4 de abril habían tenido lugar las elecciones municipales en que la Unidad Popular logró el 50,86% de los votos. 

El 11 de julio, se nacionalizó la gran minería del cobre. 

En agosto apareció el libro de Corvalán ‘Camino de Victoria’. 

El 2 de enero de 1972, presidió el gran acto de masas que el Partido realizó en el Estadio Nacional. 

 

DERROTADAS DOS INTENTONAS

Trabajadores y soldados constitucionalistas derrotaron el intento de derrocar el Gobierno Popular a través del Paro Patronal  de Octubre. 

En noviembre, Luis Corvalán integró la comitiva  del Presidente Allende en la visita oficial realizada a la Unión Soviética.  Ocupó el cargo de Vicepresidente el general Carlos Prats, a la fecha Ministro del Interior del Gobierno Popular. 

En las elecciones parlamentarias del 4 de marzo de 1973 la Unidad Popular obtuvo el 44% de los votos, impidiendo con ello que se impusiera el llamado Golpe Blanco.  

 

PRISIONERO POLÍTICO

El 11 de septiembre de 1973 los fascistas asaltaron el poder. Bombardearon y atacaron La Moneda, en donde murió el compañero Presidente. 

Después del golpe fascista, Luis Corvalán fue detenido el 27 de septiembre de 1973. Estuvo como prisionero político en la Escuela Militar, en la Escuela de Infantería de San Bernardo, en Isla Dawson, Ritoque y Tres Álamos. Mientras estuvo en manos de la dictadura, envió mensajes plenos de fuerza y optimismo. Proclamó: “No temo por mí. Amo la vida, pero no temo la muerte si fuera necesario caer por mi causa”. Por su parte, la compañera Lily se jugó por entero por su vida y su libertad. 

Fue liberado por la solidaridad internacional, en especial de la Unión Soviética, el 17 de diciembre de 1976. Realizó una gran actividad en el exilio. 

 

MI ENCUENTRO CON DON LUCHO EN BONN

El 11 de mayo de 1978 viajé a Bonn a un Encuentro organizado por el Comité de Solidaridad Antiimperialista de la RFA (ASK) de las organizaciones de la  solidaridad con Chile, los chilenos exiliados con el camarada Luis Corvalán que realizaba una gira por diversos países, luego de haber sido arrancado de las garras fascistas por la solidaridad internacional el 17 de diciembre de 1976. Allí tuve la oportunidad de abrazar al querido compañero Luis Corvalán Lépez, a quien considero el más grande dirigente comunista chileno después de Luis Emilio Recabarren. 

Una foto aparecida en la contraportada de la edición Nº 7-8 de 1978, de la revista “Boletín Antiimperialista  de Información” (AIB), ha dejado plasmado ese abrazo,  con la lectura: “Alegre reencuentro: Iván Ljubetic y Luis Corvalán en el evento organizado por el ASK el 11 de mayo de 1978”. 

El 3 de septiembre de 1980 proclamó en un acto en Moscú la Política de Rebelión Popular de Masas. 

El 20 de agosto de 1983 ingresó clandestinamente a Chile. 

 

EL “XV” CONGRESO CLANDESTINO

Era mayo de 1989. Hacía casi un mes que yo  había llegado a Santiago. Concurrí  al local de “Chile, ríe y canta”, donde habíamos sido citados.  Nos reunimos gran cantidad de compañeros. Algunos viejos conocidos con los que no nos veíamos 16 o 30 años. Otros nuevos. Escuchamos el Informe del Comité Central al Congreso. 

Después los delegados del exterior fuimos concentrados en un punto de Santiago, en donde nos entregaron copias del Informe para que lo estudiáramos durante un día. 

A la mañana siguiente, en una esquina del centro, nos pasó a buscar una camioneta en la que partimos rumbo a la costa. Llegamos a una gran casa cerca del Pacífico, en San Sebastián. 

Desde el comienzo yo estaba admirado de la eficaz manera en que todo funcionaba y las adecuadas medidas de seguridad. 

Allí nos encontramos con muchos otros camaradas. Conversábamos alegremos. Trataba de reconocer a viejos amigos. De pronto se me acercó alguien que no ubicaba. Me dijo: “¿No me saluda, compañero Iván?”.  Por su voz supe que era don Lucho. 

  

DE SU INTERVENCIÓN

En ese Congreso, el compañero Corvalán hizo buena intervención, junto a la de la compañera Julieta, en mi opinión, las mejores. 

Comenzó diciendo: “Esta es la primera reunión con más de diez personas en que participo desde mi ingreso al suelo patrio. He sentido una inmensa alegría al ver con mis propios ojos el gran Partido que tenemos.” 

Más adelante enfatizó: “Entre las concepciones obsoletas está la exaltación  de la llamada pureza de la línea, en custodia de la cual más de algún compañero ha creído buenamente, tener una misión predestinada. La línea del Partido está en constante confrontación con la práctica y, por tanto, no es nunca pura ni exacta; está sujeta a  rectificaciones y perfecciones de uno u otro volumen y, como se ha remarcado en el Congreso, el Partido es una organización viva que tiene sus propias contradicciones y es campo de lucha permanente entre lo nuevo y lo viejo.” 

Agregó: “Yo estuve seis años y medio en el exilio. El mayor tiempo el trabajo del Partido estuvo encabezado afuera por el compañero Volodia. Quiero expresar que, a mi juicio, tanto él como los compañeros Américo Zorrilla, Orlando Millas y otros hicieron un gran trabajo en varios aspectos, preocupados de ayudar al Partido del interior.” 

 

TAMBIÉN JULIETA

Por su parte, la siempre mesurada  compañera Julieta Campusano, sostuvo: “Nadie, considero, tiene un puñal debajo del poncho para destruir el baluarte seguro de la dirección que tiene el pueblo de Chile. Este Partido tiene raíces profundas y sólidas, fue formado por Recabarren, por la fe de Ricardo Fonseca, por Galo González y, por qué no decirlo, por el compañero Luis Corvalán. Lo diferente de este Congreso con los anteriores, con varios de ellos, es que se realiza en una etapa nunca vivida antes por el Partido: bajo una tiranía fascista”. 

En ese Congreso clandestino de mayo de 1989, Don Lucho dejó la  secretaría general del PC,  siendo reemplazado por el compañero Volodia Teitelboim, pero  siguió como miembro del Comité Central.


DESPUÉS DEL RETORNO 

Regresé a Chile el 23 de octubre de 1990. Me quedé a vivir en Ñuñoa. Visité varias veces al compañero Corvalán en San Bernardo. Siempre me recibió muy fraternalmente, como lo hacía con todos los compañeros. Me ayudó mucho cuando escribía ‘Don Reca’ y otros libros. Me entregaba  informaciones y opiniones. Me prestó y regaló folletos y  libros suyos. Uno de estos fue ‘Camino de Victoria’, que me lo dedicó con hermosas palabras: “A mi viejo y querido compañero Iván Ljubetic Vargas dejo en sus manos, ¡en buenas manos! este ejemplar de un libro que recoge la posición y la experiencia del Partido en un buen trecho de su vida. Luis Corvalán. San Bernardo, 11 de noviembre de 1998”. 

Después se trasladó a Ñuñoa. Seguí visitándolo. Cuando no lo hacía me invitaba a hacerlo. Estuvimos juntos en muchos actos y reuniones. Siempre era de gran interés escucharlo. Era uno de esos dirigentes, como quedan pocos, dedicados a transmitir sus experiencias y conocimientos. Aprendí mucho de él. Fue un gran maestro. 

Cuando tuve problemas con algunos dirigentes del Partido, él siempre me aconsejó sabiamente. Fue muy solidario conmigo.

En julio de 2010, pocos días antes su fallecimiento, fue la última vez que estuve con él. 

Nos reunimos en su casa de calle Francisco Villagra junto con David Mc Conell, para intercambiar opiniones sobre un libro que deseaba escribir. Lo noté muy cansado.  Pero jamás pensé que sería la última ocasión que estaríamos juntos.


LA HERENCIA TEÓRICA DE DON LUCHO

Escribió muchos artículos, informes, comentarios. Todos plenos de riqueza ideológica.  Entre sus libros tenemos:

 

‘Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar’ (1952), 

‘Camino de Victoria’ (1971), 

‘Algo de mi vida’ (1978),

‘Chile: 1970 – 1973’ (1978), 

La Rebelión Popular se abre camino en Chile’ (1981), 

‘Tres Períodos de nuestra línea revolucionaria’ (1982),

‘Santiago-Moscú-Santiago’ (1983), 

‘El derrumbe del poder soviético’ (1993) 

‘De lo Vivido y lo Peleado. Memorias’ (1997),

‘El Gobierno de Salvador Allende’ (2003) y 

‘Los comunistas y la democracia’ (2008).

  

 

HACE DOCE AÑOS

Hace doce años  escribí: “Los comunistas de Ñuñoa inclinamos nuestras banderas  en homenaje a un compañero ejemplar, don Lucho Corvalán, cuyo corazón dejó de latir hoy, miércoles 21 de julio de 2010, a las 8 horas. 

Luis Corvalán Lépez es uno de los  más grandes dirigentes del Partido Comunista de Chile. Hasta sus últimos días siguió militante en su célula, la Santiago Aguilar, del Comunal Ñuñoa. 

Hasta el final de su existencia  estuvo preocupado del Partido, de su historia, de sus aportes a la democracia en Chile.  Para mañana jueves 22 de julio, nos había citado, junto con el compañero David  Mc Conell, para una nueva conversación sobre un libro que estaba escribiendo”. 

“Una pena muy grande nos invade al sufrir esta pérdida irreparable para el pueblo chileno. Pero al mismo tiempo, nos embarga el  sano orgullo y la alegría  de haberlo conocido, compartido con él en múltiples ocasiones. Siempre estuvo presente en las reuniones de su  célula y en todo acto que realizamos en Ñuñoa; siempre feliz cuando en nuestras fiestas de confraternidad entregábamos carné a nuevos camaradas. Siempre insistiendo en la necesidad de crecer, de tener un Partido más grande. 

Don Lucho fue la sencillez y la fraternidad comunista hecha persona.  Ocupó los más altos cargos en el Partido, pero mantuvo siempre esa modestia que sólo los grandes seres humanos pueden mostrar. 

Don Lucho seguirá junto a nosotros. En su homenaje los comunistas continuaremos trabajando por lograr un Partido como él lo planteaba, un Partido de masas”.