LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO








                                                 Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                Centro de Extensión e Investigación
                                                 Luis Emilio Recabarren, CEILER





                                              “…La lucha interna da al Partido
fuerza y vitalidad; la prueba más
grande de la debilidad de un partido
es la amorfía y la usencia de fronteras
bien delimitadas: el partido se fortalece
depurándose…”
(De una carta de Lassalle a Marx, de
 24 de junio de 1852.
 Lenin: Epígrafe de “¿Qué hacer?”)  
  
No es casual que Lenin colocara este epígrafe a una de sus más importantes obras. Lo hizo para subrayar la existencia de la lucha ideológica al interior del partido y su enorme importancia.
La compañera Gladys Marín señaló en parte de su intervención en el XIX Congreso Nacional (designado equivocadamente con “XV”), que se realizó en San Sebastián, en mayo de 1989:
“El Partido será siempre de los que se atreven, de los que desafían, de los que desordenan... Ha existido un método, un sistema al interior nuestro, de discusión formal, de temores, de administrar la vida partidaria, de resolver unos pocos... La unidad del Partido: ¿De qué unidad hablamos? ¿De la unidad producto de una discusión franca, abierta, valiente, de la unidad que surge de la confrontación, del choque de ideas? Sí, ¡esa es la unidad!  Y ella exige un pensamiento y un accionar activos. La unidad no es el acatamiento formal que comprime el pensamiento, que ahoga, que aprisiona... Es que se llegó a negar las contradicciones que existían al interior del Partido, o sea, se llegó a negar la fuente de su desarrollo, la dialéctica del Partido”.[1]
Lo afirmado por la compañera Gladys Marín en 1989 tiene plena vigencia actual.  Pero hay quienes trabajaron junto a ella y la mencionan constantemente, que “excomulgan”, que le niegan El Siglo y la radio,    a los que se atreven, y que intentan impedir,  en la práctica,  la existencia de la lucha ideológica en el interior del Partido.
Es natural que exista la lucha de ideas dentro del Partido revolucionario. Ello responde a lo científico, a la ciencia de la dialéctica, más concretamente a la Ley de la Unidad y Lucha de contrarios.

La ley de la unidad y lucha de contrarios es la médula y esencia de la dialéctica materialista. Por oposición a la metafísica, la dialéctica parte del criterio de que las cosas y los fenómenos de la Naturaleza y de la Sociedad humana llevan implícitas contradicciones internas, que son la fuente del proceso de desarrollo.
En la Naturaleza siempre hay algo que nace y se desarrolla, y algo que muere y caduca. La lucha entre lo viejo y lo nuevo, entre lo que muere y lo que nace, entre lo caduco y lo que se desarrolla, constituye la ley del proceso de evolución. Lenin llamaba a esta ley la médula de la dialéctica, puesto que descubre la fuente del automovimiento y del desarrollo de la materia, y puesto que estudiando los aspectos contradictorios de los objetos, las tendencias de desarrollo de esas contradicciones, conocemos los fenómenos en su nacimiento, evolución y muerte. La unidad de los aspectos contrapuestos no es una unidad inmóvil, sino sujeta a una lucha interna. Lenin señaló, que la unidad de los contrarios es una unidad condicional, temporal, relativa, y la lucha entre ellos, absoluta, como absoluto es el desarrollo, el movimiento. La unidad de los contrarios es al mismo tiempo su conexión interna, su penetración y su exclusión reciprocas, la negación mutua, la lucha. Los contrarios se excluyen y se penetran mutuamente en un solo y mismo tiempo.
“Ambos polos de cualquier contraposición –lo positivo y lo negativo– son tan inseparables uno del otro como contrapuestos, y... no obstante todo su carácter contrapuesto, se penetran mutuamente” (Engels).
El proletariado y la burguesía son generados por el modo capitalista de producción, en cuyos marcos están a tal extremo relacionados entre sí que sin alguna de estas clases no es posible el modo capitalista de producción; pero a la vez se excluyen uno al otro, llevan una lucha intransigente. Un importante aspecto de esa lucha es la confrontación ideológica.                                      
(Continuará)



[1] Ediciones El Siglo S.A.: “Intervenciones de delegados al XV Congreso Nacional del Partido Comunista de Chile realizado en Mayo de 1989”, Santiago, enero de 1990, páginas 3, 4 y 5





                                          Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                Centro de Extensión e Investigación
                                                 Luis Emilio Recabarren, CEILER






Los comunistas chilenos no vivimos en una burbuja.  Vivimos, laboramos y luchamos en el seno de una sociedad capitalista.
El capitalismo es un modo de producción (una manera de producir lo que la sociedad necesita) que se caracteriza básicamente:

1.    porque los medios de producción (fábrica, talleres, empresas) están en manos de los capitalistas, burguesía, patrones;
2.  porque la inmensa mayoría de la población es desposeída (no posee medios de producción) y para poder sobrevivir debe vender su fuerza de trabajo, por la que recibe un sueldo o salario;
3. porque las relaciones de producción entre capitalistas y trabajadores son de explotación.
4.    porque las clases fundamentales son la burguesía y la clase trabajadora.

CLASES. LUCHA DE CLASES
Lenin, en su artículo “Una gran iniciativa” definió  el concepto de clases sociales.
Señaló: “Llamamos clases a los grandes grupos de personas que se diferencian por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por su relación (en la mayoría de los casos legalmente refrendada) respecto de los medios de producción,  por su papel en la organización social del trabajo y, por consiguiente, por el modo de obtención y el volumen de la parte de riqueza social de que disponen. Las clases son grupos de hombres de los que uno puede apropiarse el trabajo del otro gracias a los diferentes lugares que ocupan en un determinado sistema de economía social”.
En el “Manifiesto del Partido Comunista”, escrito por Marx y Engels, y  publicado por primera vez en Londres  con fecha 24 de febrero de 1848, se dice:
“La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases”.
En el primer programa del  Partido Comunista de Chile, redactado por Luis Emilio Recabarren en 1912, se sostiene: “Las clases existen. Son un hecho. Desde que existen clases, existe lucha entre ellas”.

LA MODERNA LUCHA DE CLASES.
Es  la que tiene lugar durante el capitalismo, es decir, la lucha entre obreros y  burguesía. En ella los trabajadores combaten a sus enemigos de clase a través de tres aspectos.

1.- La lucha económica.   Ésta  la  libran los trabajadores para alcanzar objetivos socio-económicos: mejores salarios, jornadas más cortas, seguridad  laboral, vacaciones, etc. En esta lucha los trabajadores deben contar con una herramienta: el Sindicato clasista.  La lucha económica no resuelve los problemas de fondo de los  trabajadores, pero los educa en la necesidad de la unidad, la organización y la movilización.

2.- La lucha ideológica. Es la confrontación de las ideas revolucionarias con las ideas de la burguesía y que permite derrotar las posiciones reaccionarias en las cabezas de los trabajadores, crear la conciencia de clase  en ellos.
Y para eso la educación,   cosa que  comprendió muy bien Recabarren,   es fundamental.  En esta tarea, contamos con un instrumento formidable: el marxismo-leninismo.

3.- La lucha política. Sólo a través de ella,  los trabajadores podrán romper  sus cadenas, pues tiene por objetivo  la toma del poder por los desposeídos. Para lograr el triunfo final,  los trabajadores necesitan de un instrumento imprescindible: el Partido revolucionario.

LENIN: LA IDEOLOGÍA BURGUESA
Lenin  señaló. “La clase obrera tiende al socialismo de manera espontánea; pero la ideología burguesa, la más difundida (y resucitada sin cesar en las formas más diversas), es, sin embargo, la que más se impone espontáneamente a los obreros”.
(Lenin: ¿Qué Hacer?, Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I,  página 149)

LENIN: IDEOLOGÍA BURGUESA O IDEOLOGÍA SOCIALISTA
“Puesto que ni hablar se puede de una ideología independiente elaborada por las propias masas obreras  en el curso mismo de su movimiento, el problema se plantea solamente así: ideología burguesa o ideología socialista. No hay término medio (pues la humanidad no ha elaborado ninguna “tercera” ideología; además, en general, en la sociedad desgarrada por las contradicciones de clase nunca puede existir una ideología al margen de las clases ni por encima de las clases). Por eso,  todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea  separarse de ella  significa fortalecer la ideología burguesa”   (Lenin: “¿Qué hacer?”  Obras Escogidas en tres tomos, Tomo Primero, página 147)

NO VIVIMOS EN UNA BURBUJA
Los comunistas, lo dijimos al iniciar este capítulo, no vivimos en una burbuja, sino en el seno de la sociedad capitalista. Y recibimos, como les ocurre a todos los trabajadores, el cotidiano asedio de la ideología burguesa.                                                       
(Continuará)



LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (III)


                                         Iván Ljubetic Vargas, historiador del
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                                                 Luis Emilio Recabarren, CEILER




El militante comunista, al igual que el resto de los trabajadores, recibe la  cotidiana avalancha ideológica de la burguesía. Pero tiene una enorme ventaja: es miembro de un Partido que tiene una ideología científica, el marxismo-leninismo para interpretar y estudiar la realidad, y  que cuenta con un método acertado para actuar.
Por ello, aquellos compañeros que militan activamente en una célula (que se rige por los métodos leninistas de organización y funcionamiento), que participan en la lucha social y que, por  sobre todo y fundamentalmente, estudian consecuentemente el marxismo- leninismo, logran escapar de caer bajo la influencia de la ideología burguesa. Pero  otros camaradas que no actúan así y son influidos por la ideología burguesa y también por la  ideología pequeña burguesa.

¿CUÁL ES LA CAUSA DE LA NECESIDAD DE LA  LUCHA INTERNA?

Esta coexistencia en el seno del Partido de distintos formas de interpretar  la realidad y de abordarla, impide que éste juegue correctamente el rol de vanguardia en la lucha de clases. Ello hace necesaria y perentoria la lucha ideológica en el seno del Partido.
Sólo de esa lucha puede salir la justa interpretación de los hechos, la más adecuada forma de abordarlos y resolverlos positivamente. Sólo una adecuada lucha interna puede conducir a una consciente unidad de acción.
Esa lucha ideológica aparece como  la confrontación entre lo nuevo y lo viejo. El concepto marxista de nuevo, no es lo último ni lo de moda, sino  lo más avanzado. Y lo viejo no es lo más antiguo, sino lo más reaccionario.

¿QUIENES REPRESENTAN LO NUEVO EN LA LUCHA IDEOLÓGICA INTERNA DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO?

Lo nuevo es defender a ultranza el estudio y la aplicación de la teoría  científica  cuya base echaron Marx, Engels y Lenin. Ser auténticamente revolucionarios.
Lo nuevo es defender los principios y la herencia de Luis Emilio Recabarren.  No olvidar jamás que somos el partido de los trabajadores.
Lo nuevo es ser intransigente defensor de los métodos leninistas de organización y funcionamiento del Partido. Dedicarse a  tener una  fuerte organización. Con eficientes órganos desde el Comité Central a la célula.
Aplicar correctamente el centralismo-democrático, respetando la democracia interna  y no cayendo en el autoritarismo.                                                 
Aplicar el principio de la Dirección Colectiva, sin personalismo ni claudillismo.
Utilizar la crítica fraternal y constructiva y la autocrítica sincera.
Llevar a cabo el control revolucionario, control que es una forma de educación.
Lo nuevo es tener esencial preocupación por el correcto funcionamiento de las células, para que cumplan su rol de ser escuela de educación comunista y motor del frente de masas en que actúa.
Es vigilar  que todo dirigente milite activamente en una célula, teniendo en cuenta que la calidad de militante la otorga el militar en una célula y que sin ser militante, naturalmente,  no se puede ser dirigente.
Lo nuevo es contribuir a que existan fraternales relaciones comunistas, que el humanismo esté presente en cada acto. No caer en el individualismo ni en el egoísmo. Emular fraternalmente.
Lo nuevo es estudiar el marxismo-leninismo, la historia de  la humanidad, de Chile, del Partido, según el materialismo histórico.
Lo nuevo es velar por mantener viva la memoria popular. Recordar y honrar a los revolucionarios que dedicaron la vida entera y, muchas veces,  la muerte en aras de los principios del comunismo.
Tener presente que el Partido nació hace 106 años. En base a esos estudios mantener siempre el optimismo histórico: el triunfo pertenece a los comunistas, a todo el pueblo.

¿QUIENES REPRESENTAN LO VIEJO?

Representan lo viejo los incapaces de aplicar al marxismo-leninismo en la lucha de clases. Los que caen en voluntarismo, en la apatía.
Son los que por acción u omisión dejan de lado las normas leninistas de organización y funcionamiento. Los que reemplazan el concepto de militante de Lenin (aceptar el  programa del Partido, cotizar y militar en una célula) por el de Martov.
Representan lo viejo los que pretenden dejar lados los principios leninistas de organización, como lo hicieron los que redactaron la Convocatoria al XXV Congreso Nacional del Partido.
Los que pasan a llevar las normas leninistas de funcionamiento, como lo hizo la bancada  de diputados comunistas el jueves 26 de noviembre de 2015 al votar cada uno por su cuenta el tema del reajuste salarial del sector público. Bancada en que estaban el Presidente y Secretario General del Partido, quienes agravaron su responsabilidad, al intentar justificar ese antileninista procedimiento a través de las ondas Radio Nuevo Mundo.
Representan lo viejo los dirigentes incapaces de estimular las iniciativas creadoras de las células u otros órganos partidarios. Los que dar instructivos u órdenes en vez de convencer.
Representan lo viejo los que son incapaces de mantener apareciendo “El Siglo” de papel, traicionando la gloriosa herencia de Recabarren.
Representan lo viejo los pesimistas, los individualistas, los engreídos, los dirigentes sin audacia ni iniciativa, los que no se atreven.


LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (IV)

                                         Iván Ljubetic Vargas, historiador del
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                                                 Luis Emilio Recabarren, CEILER




En los 106 años de Historia del Partido Comunista de Chile miles y miles de compañeros han impulsado lo nuevo. Fueron  sencillos militantes, especialmente proletarios (yo conocí en Llo-Lleo, cuando ingresaba a las Juventudes Comunistas hacia fines de los años 40 del siglo XX, a un viejo obrero  de la construcción que, teniendo poca educación formal, mostraba una admirable claridad política. Se llamaba Pío Bustos). También han aportado en la lucha contra lo viejo dentro del Partido esclarecidos dirigentes. Uno de ellos fue Luis Emilio Recabarren.

Entre sus relevantes y positivos ejemplos tenemos su tenacidad en estudiar. Había nacido  el 6 de julio de 1876  en Valparaíso  en el Cerro Playa Ancha. Estudió cuatro años en una escuela primaria de ese puerto. Su familia se trasladó a Santiago. En la capital, a la edad de 14 años, comenzó a trabajar como obrero en una imprenta. Pronto aprendió el oficio de tipógrafo.  A pesar de ser duramente explotado, con largas jornadas, bajos salarios, agotadoras labores, tuvo la fuerza y la responsabilidad de leer, de estudiar. Fue un autodidacta que, capacitándose por su cuenta, se transformó en uno de los grandes  intelectuales que ha tenido nuestro país.

Pero, más importante que eso,  ¡puso sus conocimientos al servicio de sus hermanos de clase,  los trabajadores!

Recabarren impulsó al Partido Comunista desde su fundación, el 4 de junio de 1912,  a la educación de las masas.  En 1912, por ejemplo, lleva adelante una importante labor de educación política en Tarapacá.  Las conferencias efectuadas “pasan de 60, con unos 20 oradores.  Temas: explicación de la doctrina socialista, medios de lucha, organización obrera, cooperativas, crítica, anticlericalismo, antimilitarismo.  Entre los oradores de que dispone la organización obrera se cuenta una niña de 14 años, Rebeca Barnes, y una joven de 22 M.  Teresa Flores...  Las conferencias, la prensa y los folletos van produciendo buenos resultados en la formación de la conciencia”. (Luis Emilio Recabarren: “Informe a la Internacional Comunista”, publicado en “El Despertar de los Trabajadores”. Iquique,18 de febrero de 1913).

Recabarren dio importancia a todos los medios para educar, para librar la lucha ideológica, fundó 11 periódicos y escribió en 50; utilizó el teatro, las conferencias, las canciones de moda, las conversaciones personales. Fue el más grande educador de masas de la historia de Chile.
Recabarren practicó la democracia interna del Partido. Ello lo demostró en la primera crisis sufrida por  el Partido.
Los días 18 y 19 de septiembre de 1924 tuvo lugar,  en Viña del Mar, el Sexto Congreso del Partido Comunista de Chile. Un grupo fraccional, que actuaba en el Partido en Santiago, logró una precaria mayoría en la Sección de la capital, eligiendo sus delegados al Sexto Congreso. Ya en el desarrollo del evento, en un golpe de audacia y, aprovechándose que los delegados de las otras 17 secciones del país no conocían su proceder, quedaron en mayoría al elegirse el Comité Ejecutivo Nacional.

Esto provocó la primera crisis al interior del Partido. Para superarla, Recabarren, fiel a su espíritu democrático, planteó superar la crisis a través de la elección  de un nuevo Comité Ejecutivo Nacional, a través de una  votación    directa en que participaran  todos los militantes.

La votación se llevó a cabo el 13 de diciembre de 1924. Fueron elegidos siete probados revolucionarios. Uno de ellos fue Recabarren. Pero él nunca lo supo, pues se suicidó el viernes 19 de diciembre de 1924, antes de conocerse los resultados de esa votación.

Carlos Contreras Labarca, que fue Secretario General del Partido entre 1931-1946, rompiendo todo tipo de sectarismos logró ganar primero al Partido y luego a las fuerzas de izquierdas para construir el Frente Popular en Chile en 1936. Fue una acción en que imperó lo nuevo.

Ricardo Fonseca Aguayo (Secretario General del Partido entre 1946 y 1949), durante los duros momentos de la persecución del traidor González Videla, se opuso a la posición sectaria de Luis Reinoso, y ganó al Partido para participar en las elecciones parlamentarias de 1949. Planteó la justa posición  que “la abstención no es política de los comunistas”.  Fue un enorme aporte a lo nuevo.

Con ocasión de realizarse el 16 de enero del 2000 la segunda vuelta o balotaje de las elecciones presidenciales de 1999, la mayoría de los miembros del Comité Central, en el VII Pleno de la Dirección Nacional, efectuado el sábado 18 de diciembre de 1999, llamó a NO votar por Ricardo Lagos, candidato de la Concertación. Fue esa una acción en que primó la ideología burguesa,  lo viejo. Sin  embargo,  la mayoría de los militantes y simpatizantes comunistas (tomando partido por lo nuevo) entregaron su voto en la segunda vuelta al candidato de la Concertación, lo que fue  decisivo en la derrota del abanderado de la derecha, Joaquín Lavín. Fue en esa ocasión donde se dio la lucha entre lo nuevo y lo viejo. Y la militancia comunista mostrando su conciencia de clase impuso lo nuevo.   
                                                                        (Continúa)




LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (V)


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Lo nuevo dentro del Partido revolucionario es la defensa intransigente del marxismo-leninismo.

He llegado a la convicción que en las filas del Partido existen dirigentes que, por acción u omisión, contribuyen a deteriorar la organización y  funcionamiento de nuestra colectividad según las normas leninistas.

CONTINUOS Y PELIGROSOS ANUNCIOS DE “FLEXIBILIZACIÓN” DE LA COMISIÓN NACIONAL DE ORGANIZACIÓN

En la Hoja Informativa Nº 630, correspondiente a Octubre de 2015, de la Comisión Nacional de Organización, se plantearon conceptos sobre la organización del Partido que son preocupantes.

Allí se dice: “Las formas orgánicas para incorporar a este contingente  deben ser las adecuadas a sus niveles de conciencia” En otra parte se sostiene: “Hay que cambiar todo lo que se necesita para dar paso a formas orgánicas que, efectivamente, den prioridad a estos ámbitos de la lucha política e ideológica”.

Hoy, como entonces, lo preocupante  es que sea la propia Comisión Nacional de Organización del Partido que -en vez de examinar autocríticamente las deficiencias orgánicas existentes en el Partido, en donde observamos un abandono cada vez mayor de los métodos leninistas de organización y  funcionamiento-  plantea cuestiones que pueden ser consideradas una ratificación del proceso de alejamiento de los principios leninistas.

En 2015, por ejemplo: al referirse al trabajo orgánico del Partido se dijo que “hay que cambiar todo lo que se necesite, para dar paso a formas orgánicas que, efectivamente, den prioridad a estos ámbitos de la lucha política e ideológica”.

¿Qué límites tiene “todo lo que se necesite”?
Nos preguntamos, ¿acaso los miembros de la Comisión Nacional de Organización no consideran adecuadas para llevar adelante las tareas que tenemos las formas orgánicas  leninistas?  ¿Acaso puede haber, por ejemplo, un mejor medio que una buena célula para la lucha política e ideológica?  El asunto está en que muchas células no funcionan de acuerdo a las normas leninistas. Y en ello la Comisión Nacional de Organización tiene la principal responsabilidad. Otro tanto ocurre con la mayoría de las Direcciones Regionales y Comunales.

¡Y LOS MISMOS CONCEPTOS APARECIERON EN LA CONVOCATORIA AL XXV CONGRESO NACIONAL!

En la “Convocatoria al XXV Congreso Nacional Partido Comunista de Chile”, página 15, debajo del subtítulo ‘El necesario crecimiento del Partido’. Se dice:
“Se trata de un crecimiento cuantitativo, ojalá en el menor tiempo posible, en el espesor del seno de las masas, tal como realmente son, reduciendo al máximo las “exigencias” para su adhesión, militancia y compromiso partidario”.
Este párrafo es muy confuso. Se habla de reducir al máximo las ‘exigencias’ para la adhesión, militancia y compromiso partidario.  Adhesión no es lo mismo que militancia.
Desde luego, el militante se forma en el Partido, fundamentalmente en su célula, que debe ser una escuela de educación comunista.
Más adelante se dice en la Convocatoria, siempre en página 15, “No tenemos otra opción. Las formas orgánicas para incorporar a este contingente deben ser las adecuadas a sus niveles de conciencia. No hay otra ‘exigencia’ ante quienes dan el paso de incorporarse a esta bella tarea, pero también es compleja y difícil”.
En la segunda columna de la página 16 se puede leer:
“El Partido debe reordenar sus formas de trabajo político para dar prioridad a estos aspectos de la realización de su política. Esto necesariamente se debe reflejar en el trabajo orgánico del Partido, en todos sus niveles. Hay que cambiar todo lo que se necesite, para dar paso a formas orgánicas que, efectivamente, den prioridad a estos ámbitos de la lucha política e ideológica”.

¿CONTINUAR ABANDONANDO EL LENINISMO?
Queridos compañeros, me he permitido subrayar algunas frases. No se necesita ser un gran teórico para concluir que lo que plantea, tanto la Comisión Nacional de Organización y la Convocatoria al XXV Congreso Nacional -que representa la posición  del Comité Central o de la  mayoría de éste-  es realizar cambios orgánicos. Es decir, seguir con el paulatino abandono de los métodos leninistas.

¡INTENTAN SACARSE EL PILLO!
En el  XXV Congreso Comunal de Ñuñoa, la compañera que saludó ese evento en nombre del Comité Central, enfatizó que no se había ni siquiera pensado en abandonar los métodos leninistas.
En la Comisión en que trabajé compañeros afines a la Dirección saliente y uno del Comité Regional, desviaron la discusión hacia el reclutamiento, a quienes admitir en el Partido, etc.,  eludiendo discutir lo que realmente se plantea en la Convocatoria.

NO LO PUEDEN BORRAR CON EL CODO
Tampoco pueden decir: “aquí no pasó nada. No hubo ni siquiera una intención de cambiar nada”. Porque ahí está lo escrito en las páginas 15 y 16 de la Convocatoria. ¿Fue un gol que pasó la tendencia antileninista que, sin duda existe, y tiene uno de sus nidos en la Comisión Nacional de Organización? ¿O es la posición del Comité Central que quiso pasar de contrabando esas posiciones antileninistas?
Esta actitud de tirar la piedra y esconder la mano es ya una posición antileninista.
Lenin escribió: “La actitud de un partido político ante sus errores es uno de los criterios más importantes y más seguros para juzgar la seriedad de ese partido y del cumplimiento efectivo de sus deberes  para con su clase y para con las masas trabajadoras.
“Reconocer abiertamente un error, poner al desnudo las causas, analizar la situación que lo ha engendrado y discutir atentamente los medios de corregirlo; eso es lo que caracteriza a un partido serio; en eso consiste el cumplimiento de sus deberes; eso es educar e instruir a la clase y, después, a las masas”. (Lenin: “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”. Obras Escogidas en tres tomos. T. III, p. 382)

NO ES LA PRIMERA VEZ
Ha habido (y existen) diversos intentos por “flexibilizar” a Lenin. Por ejemplo, en una entrevista publicada en “El Siglo” en su edición de la semana del 8 al 13 de abril de 1995, Oscar Azócar, entonces Encargado de Nacional de Organización, señaló: “En el Pleno vimos que era fundamental desarrollar métodos de trabajo más flexibles para incorporar a otros compañeros. Lo fundamental para medir al militante, es que trabaje con las orientaciones del Partido, que contribuya en forma concreta para ponerlas en práctica. Lo más importante es la actividad que cada militante desarrolla, y la  célula tiene que ser capaz de llegar hasta estos compañeros”. Y  ¡atención! agregaba más adelante: “Buscar otras formas, además de la célula, para incorporarse a la actividad”.
He subrayado esa frase porque en 1995 fueron más explícitos que ahora los que promueven las ideas de superar la organización y métodos leninistas.
La práctica mostró que hubo “flexibilización” de los métodos leninistas de organización y funcionamiento partidario, pero la organización y funcionamiento del Partido es deficiente.

VOLVER A ESTUDIAR A LENIN
Cuando aparecen intentos directos o disimulados por pasarse a llevar los métodos leninistas, es bueno volver a estudiar a Lenin, quien puso las bases para el funcionamiento y organización del partido revolucionario moderno. En el tomo 3 de las Obras Escogidas de Lenin en tres tomos, encontramos su obra “Un paso adelante, dos pasos atrás (una crisis en nuestro Partido)”, escrita en febrero-mayo de 1904.
¿ES POSIBLE RECUPERAR PLENAMENTE  EL LENINISMO DENTRO DEL PARTIDO? 
Ésta es la pregunta que nos hacemos muchos comunistas.

¿Cuál debe ser el camino para lograrlo?
¡Seguir el ejemplo de Luis Emilio Recabarren: recurrir a las bases del Partido!
Lenin en su obra “La socialdemocracia  y las elecciones a la Duma”,  escribió:
“Todos los asuntos del Partido deben ser manejados –directamente o por medio de representantes- por todos los miembros del Partido en un plano de igualdad de derechos, sin excepción”. (Lenin: Obras Completas, tomo 14, p.  253; citado por  Otto Kussiner y otros en “Comunismo Científico. Diccionario”, Editorial Progreso, Moscú, 1981,  p. 122) 




LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (VI)


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Una vez más, desde la Comisión Nacional de Organización asoma, como ocurrió en vísperas del XXV Congreso Nacional, la cabeza  de una tendencia o fracción antileninista, típicamente burguesa, representante de lo viejo.

Por eso saludamos la actitud leninista, representando  lo nuevo, del compañero Leo Fonseca, quien junto con enviar la Hoja Informativa 730, del jueves 7 de junio de 2018, escribió lo siguiente:

“Estimados compañeros: Adjunto como de costumbre la Hoja Informativa de la Comisión de Organización: En la editorial de dicha hoja donde se hace homenaje a nuestro Partido en sus 106 años, hay un párrafo que llama la atención: “Y el Partido fundado por obreros del salitre hace 106 años sigue construyéndose, adoptando  las estructuras orgánicas más adecuadas para enfrentar cada etapa” .

Esto se puede entender de varias maneras, como una real necesidad de organizar mejor el partido para mejorar la correa de trasmisión que es Organización o cambiar, unificar orgánicas, fusionar regionales, etc. de acuerdo a las necesidades de la etapa que se vive, lo cual me parece correcto. Pero otra cosa es cambiar la estructura leninista para, en la función de crecer, se transformen las células, que constituyen el motor del partido, en asambleas o logias abiertas donde no se obligue a los militantes a pertenecer a un organismo partidario, cumplir con los acuerdos del mismo y financiar al partido como está establecido en nuestros estatutos y declaraciones de principios.

Muchos partidos comunistas importantes como el italiano y otros, se “aggiornaron” y pasaron a una estructura de asambleas muy grandes que a la larga no fueron capaces de enfrentar los cataclismos y desaparecieron.

Espero que quienes redactaron la editorial  no piensen terminar con la estructura leninista del Partido”.

Coincido plenamente con lo expuesto por el compañero Fonseca. Con una diferencia: yo pienso que los que están detrás de ese editorial están por lo viejo, por seguir alejando al Partido de las normas leninistas. Vuelen por antileninistas andadas como lo hicieron en el 2015.

Por lo cual, tal como lo hicimos en vísperas del XXV Congreso Nacional hay que salirles al paso. Levantar las banderas de lo nuevo, que en cuanto a formas de organización y funcionamiento del  Partido, son las normas leninistas.

Esperamos que esta vez, a diferencia de lo ocurrido en el XXV Congreso, el Comité Central, salga a tiempo con su opinión al respecto. Recordemos que en la Convocatoria a ese Congreso se repitieron los mismos conceptos antileninistas antes expresados por la Comisión de Organización. Luego sólo se dedicaron a explicar que no se decía en la Convocatoria lo que cualquier persona podía leer.

Y sería bueno que quienes concuerdan con estos conceptos antileninistas dieran  la cara, para no votar por ellos en la próxima elección del nuevo Comité Central, en que participaremos todos los militantes comunistas.

Este muy reciente hecho de la Hoja Informativa 730, del jueves 7 de junio de 2018, nos muestra que la lucha ideológica en nuestro Partido no es cosa del pasado, sino por el contrario y, aún  más importante que ayer, lo es del presente. Y en esta lucha no se puede ser neutral ni buscar una tercera posición. O se está por lo nuevo o se arrima a lo viejo.

Reiteramos lo dicho por Lenin: “El problema se plantea solamente así: ideología burguesa o ideología socialista. No hay término medio (pues la humanidad no ha elaborado ninguna “tercera” ideología; además, en general, en la sociedad desgarrada por las contradicciones de clase nunca puede existir una ideología al margen de las clases ni por encima de las clases). Por eso,  todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea  separarse de ella  significa fortalecer la ideología burguesa”   (Lenin: “¿Qué hacer?”  Obras Escogidas en tres tomos, Tomo Primero, página 147)

Y volvemos a insistir: la ideología marxista representa lo nuevo; la burguesa, lo viejo.



LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (VII)

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Para librar la lucha ideológica en el Partido revolucionario es imprescindible tener los conocimientos necesarios del marxismo-leninismo. Leer, estudiar. Organizar el estudio colectivo y estimular y controlar el estudio personal.

Por ello hay que recurrir  a las obras de Marx, Engels y Lenin. En cuanto a la organización y funcionamiento del Partido debemos estudiar a quien creó las bases del partido revolucionario moderno: Lenin. Sólo así podremos detectar qué es lo nuevo y lo viejo en esos temas.

LENIN Y LA ORGANIZACIÓN DEL PARTIDO

Lenin en su obra  “Un paso adelante, dos pasos atrás” señala: “…Expreso de un modo perfectamente claro y preciso mi deseo, mi exigencia de que el partido, como destacamento de vanguardia de la clase, esté lo más organizado posible y sólo acoja en su seno a aquellos elementos que admitan un mínimo de organización”.  (Los subrayados  son de Lenin.  Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, páginas 316-317)

Sobre el mismo tema agrega Lenin: “Para ser de verdad intérprete consciente, el Partido debe saber establecer unas relaciones de organización que aseguren determinado nivel de conciencia y eleven sistemáticamente este nivel… Ya que nos hemos agrupado en un partido para una trabajo metódico, debemos preocuparnos de asegurar que sea metódico” (Lenin: “Un paso adelante, dos pasos atrás” Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, páginas 342 y 343)

Lenin advierte: “El retraso de la organización del trabajo, en comparación con su contenido, es nuestro punto flaco… El estado rudimentario y efímero de la forma no permite seguir haciendo progresos serios en el desarrollo del contenido, provoca una estancamiento vergonzoso, lleva a malgastar las fuerzas y hace que los actos no correspondan a las palabras”. (Lenin: “Un paso adelante, dos pasos atrás” Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 431)

Lenin subraya: “Las unidad en cuestiones de Programa y en cuestiones de táctica es una condición indispensable, pero aún insuficiente para la unificación del partido, para la centralización del trabajo del partido.  Para esto último es necesaria, además, la unidad de organización, inconcebible en un partido que salga, por poco que sea, de los límites de un círculo de familia, sin Estatutos aprobados, sin subordinación de la minoría a la mayoría, si subordinación de la parte al todo” (Lenin: “Un paso adelante, dos pasos atrás” Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, páginas 440-441)

Lenin, siempre en su obra “Un paso adelante, dos pasos atrás” señala: “Ridiculización de la disciplina, autonomismo, anarquismo, tal es la escalera por la que ora baja ora sube nuestro oportunismo en materia de organización, saltando de peldaño en peldaño y evitando hábilmente toda definición precisa de sus principios” (Tomo I, página 457)

LA VIEJA POLÉMICA SOBRE EL  MILITANTE

En la ya citada obra “Un paso adelante, dos pasos atrás”, uno de los tesoros del marxismo-leninismo, se refiere Lenin a los hechos ocurridos en el II Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) realizado del 17 (30) de julio al 10 (23) de agosto de 1903 y reunido primero en Bruselas y después en Londres. Este Congreso aprobó un Programa revolucionario y los Estatutos elaborados por Lenin, con la sola excepción del   punto o artículo  primero, en que los oportunistas en cuestiones de organización lograron que se aprobara el proyecto formulado por Martov.

El punto uno de Martov señalaba: “se considerará perteneciente al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia a todo el que, aceptando su Programa, trabaje activamente para llevar a la práctica sus tareas bajo el control y dirección de los órganos(¡sic!) del partido”. (Lenin: “Un paso adelante, dos pasos atrás”,  Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 306)

Comenta Lenin: “La idea del artículo primero de Martov sólo aparece al plantearse la cuestión de si pueden los órganos del partido llevar a la práctica su dirección respecto a aquellos miembros del mismo que no forman parte de ninguna de las organizaciones del partido”. (Tomo I, página 306)

La proposición del artículo primero de Lenin (que fue aprobado después en el III Congreso del POSDR realizado en 1905) señala: “Se considerará miembro del Partido todo el que acepte su Programa y apoye al Partido tanto con recursos materiales, como con su participación personal en una de las organizaciones del mismo” (Tomo I, página 316)

Refiriéndose siempre al artículo primero de los Estatutos, Lenin escribió en la obra ya citada: “Cuanto más fuertes sean nuestras organizaciones del Partido, integradas por socialdemócratas efectivos, cuanto menos vacilación  e inconstancia haya dentro del Partido, tanto más amplia y polifacética, tanto más rica y fructuosa será influencia del Partido en los elementos de las masas obreras que lo rodean y que él dirige. Porque, en verdad, no se puede confundir al Partido como destacamento de vanguardia de la clase obrera con toda la clase” (Lenin: “Un paso adelante, dos pasos atrás” Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, páginas 318- 319.  Los subrayados son de Lenin).   

EN ÑUÑOA NOS IMPUSIERON EL MARTOVISMO EN 2012

Un ejemplo de la deformación de las normas de funcionamiento y organización leninista fue lo ocurrido, a partir del mes de julio de 2012 en Ñuñoa.

El Comité Comunal Ñuñoa del Partido Comunista convocó a las doce células que funcionaban a esa fecha (6 de junio de 2012): las que se reunían, sus militantes pagaban cotizaciones y realizaban las tareas planteadas por la Dirección Comunal, el Comité Regional Jorge Muñoz y del Comité Central. Acordó como plazo máximo para ponerse al día hasta mayo, condición para participar en la Conferencia, el 10 de junio de 2012.

El Comité  Regional Capital impuso la orden  de “flexibilizar” el  Reglamento de la Conferencia, pasando a llevar  los Estatutos del Partido y los principios leninistas-  para permitir la incorporación a la Conferencia de cuatro “células” que no funcionaban, que no tenían militantes reales. 

El martes 26 de junio el Secretariado hizo un balance de lo acontecido en la preparación para la Conferencia y, ante la posición del Comité Regional Capital de pasar a llevar el Reglamento aprobado por toda la Dirección Comunal,  el  peligro que se cernía de una posible división del Partido en Ñuñoa y defendiendo las normas leninistas, decidió presentar su renuncia al Comité Central con copia al CR.  Al conocerse la decisión del Secretariado Comunal, otros cinco dirigentes de la Dirección presentaron su renuncia en notas dirigidas al Comité Central.
O sea, sólo quedaban 4 de los 13 miembros de la Dirección Comunal Ñuñoa.

ARBITRARIA INTERVENCIÓN POR UN COMITÉ REGIONAL

El compañero Manuel Hernández, SP del CRC, intervino el Comunal.  Al CC y al CRC sólo les preocupó realizar lo más pronto posible la Conferencia, aunque se violara  Reglamento, Estatutos y las normas leninistas, con el fin de reemplazar a la Dirección leninista, que tantos éxitos había logrado en su desempeño.

Se planteó que estar al día en las cotizaciones era algo flexible, que no se podía impedir la participación de un militante o célula en la Conferencia por  no estar al día en sus cotizaciones o no participar en su célula.

De las doce células funcionando al momento que la Dirección Comunal convocó a la Conferencia, sólo seis enviaron delegados oficiales a ese evento. 

El compañero Manuel Hernández y quienes compartieron sus posiciones,  realizaron la Conferencia Comunal de Ñuñoa del 8 de julio de 2012, aplicando la fórmula de Martov: no es necesario que participar en una célula ni cancelar las  cotizaciones mensualmente para ser considerado militante comunista. 

Fue una Conferencia muy especial. La nueva Dirección Comunal fue propuesta por el CR y quedó encabezada por el miembro del CC, Iván Rodríguez, que no era militante de la Comuna, en calidad de “interventor”. Todo ello violando los Estatutos, pasando a llevar el Reglamento que había aprobado el Comité Comunal y tirando por la borda los métodos leninistas.
Ello con el visto bueno del Comité Central.

En esa oportunidad triunfó lo viejo. Fueron aplastados los compañeros que defendían lo nuevo, los métodos leninistas.

¿Cuál fue el resultado de esa intervención autoritaria en Ñuñoa?  Ello se puede apreciar por el trabajo realizado por el Comunal desde entonces y por la última Conferencia Comunal que efectuó. Sería bueno conocer los hechos, los porfiados hechos.


LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (VIII)


                                         Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                Centro de Extensión e Investigación
                                                 Luis Emilio Recabarren, CEILER





Sin tener los conocimientos mínimos, a lo menos los principios fundamentales del marxismo-leninismo, un militante del partido revolucionario no pude jugar conscientemente un rol activo, no piensa con cabeza propia, no posee el necesario espíritu  crítico. Todo lo espera “desde arriba”. No puede darse cuenta de la diferencia entres lo nuevo (lo positivo) de lo viejo (lo reaccionario). No participa, por tanto,  en la lucha ideológica que se libra, sin que él lo perciba, en el seno del Partido. Y al permanecer neutral ayuda inconscientemente a lo viejo, a lo retardatario.
Por ello, la educación político-ideológica es fundamental. Es un deber del Comité Central, de los órganos intermedios y de la célula, organizar el estudio colectivo y promover y controlar el estudio personal.

EN TORNO AL CENTRALISMO DEMOCRÁTICO

Lenin en su obra “¿Qué hacer?” escribió: “Sólo un Partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia” (Lenin: “¿Qué hacer?”: Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 135) y “Sin teoría revolucionaria tampoco pude haber movimiento revolucionario”(Ídem, página 134)
.
De acuerdo al pensamiento leninista, todo lo referente a nuestro Partido debemos estudiarlo desde el punto de vista de nuestra doctrina marxista-leninista.
El creador teórico y práctico del Partido revolucionario planteó, en diferentes trabajos, que uno de los principios fundamentales del funcionamiento de nuestra organización era el centralismo democrático.

EL CENTRALISMO DEMOCRÁTICO ES UNA CONTRADICCIÓN  DIALÉCTICA

El marxismo entiende por contradicción dialéctica la existencia en un fenómeno o proceso de aspectos contrarios, que se excluyen mutuamente, que al mismo tiempo se presuponen uno a otro y que dentro del fenómeno dado existen únicamente en relación recíproca.
El centralismo democrático es un método formado por dos elementos contrarios, opuestos: centralismo y democracia. Si se elimina uno de los dos, el centralismo democrático deja de existir.


¿QUÉ SIGNIFICA EL CENTRALISMO?:

-               -          Que el Partido tiene un solo Programa y unos Estatutos únicos      y que son obligatorios para  todas sus organizaciones y militantes:

-       Que su Dirección es única.

-    Que los organismos inferiores deben cumplir incondicionalmente las decisiones de los órganos superiores:

-  Que en el Partido existe una sola disciplina; la minoría se supedita a la mayoría.

Lenin en su libro “Un paso adelante, dos pasos atrás”  señaló: “No someterse a la dirección de los organismos centrales equivale a negarse a seguir en el Partido, equivale a deshacer el Partido, no es una medida de persuasión, sino de destrucción. Y precisamente esta sustitución de  la persuasión con la destrucción demuestra falta de firmeza de principios, falta de fe en las ideas propias” (Lenin: “Un paso adelante, dos pasos atrás”. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, p, 420).

En esa misma obra, sostiene más adelante: “Ahora somos un Partido organizado, y esto entraña la creación de un poder,  la transformación del prestigio de las ideas en el prestigio del poder, la sumisión de los organismos inferiores a los organismos superiores del Partido”. (Id. P. 423)

El centralismo y la observancia incondicional de la disciplina son necesarios para que el Partido tenga una voluntad común y asegure la unidad de acción.  Al mismo tiempo, esta voluntad puede lograrse por la vía democrática, es decir, discutiendo conjuntamente los problemas fundamentales y aprobando los acuerdos obligatorios para todos.


LA DISCIPLINA COMUNISTA

Mientras no se ha tomado una decisión, en el Partido pueden existir opiniones diversas, distintos puntos de vista, pero una vez que se ha adoptado un acuerdo, todos los comunistas obran como un solo hombre.
Tal es la esencia de la disciplina  del Partido, que exige la subordinación de la minoría a la mayoría y la obligatoriedad incondicional de las decisiones una vez acordadas.
La disciplina proporciona al Partido la organización debida y orienta todos sus actos hacia el fin que se ha propuesto.
Esto no puede darlo una disciplina ciega. La fuerza de la disciplina del Partido reside en que es consciente, puesto que se basa en la cohesión ideológica de los comunistas, en la aprobación consciente de las decisiones  del Partido, que son elaboradas con activa participación de sus miembros.
La disciplina del Partido no exige que nadie renuncie a su opinión propia si esta opinión no va contra los principios del marxismo leninismo.

LOS PRINCIPIOS DEMOCRÁTICOS SIGNIFICAN:  
-       
    Que el Programa y los Estatutos, así como las decisiones más importantes, son aprobadas luego de ser discutidas por todos los miembros del Partido;
-       Que los organismos dirigentes tienen carácter electivo y  deben rendir cuenta periódicamente;
-      Que todos los militantes participan activamente en la vida del Partido.
-        
Lenin en su obra “La socialdemocracia  y las elecciones a la Duma”,  escribió:

“Todos los asuntos del Partido deben ser manejados –directamente por medio de representantes- por todos los miembros del Partido en un plano de igualdad de derechos, sin excepción”. (Lenin: Obras Completas, tomo 14, p.  253,  citado por  Otto Kussiner y otros en “Comunismo Científico. Diccionario”, Editorial Progreso. Moscú, 1981,  p. 122) 

En ese mismo Diccionario se señala: “La democracia  del Partido consiste también en que en las reuniones, conferencias y congresos y en la prensa del Partido cada comunista puede discutir libremente cualesquieras cuestiones de la actividad política tanto de su organización como del Partido en su totalidad, puede criticar a cualquier comunista independientemente del puesto que ocupe”.

VELAR POR LA JUSTA APLICACIÓN DEL CENTRALISMO DEMOCRÁTICO

El centralismo democrático es el más eficaz método de trabajo conocido hasta ahora.
Pero es muy vulnerable si los comunistas no están atentos a su correcta aplicación. No es fácil lograr el adecuado equilibrio entre sus dos contradictorios elementos.
Absolutizar  el centralismo  engendraría  el burocratismo,  debilitaría  la iniciativa de los comunistas. El burocratismo mata todo. (Una concreta expresión de autoritarismo fue la intervención sufrida por el Comunal Ñuñoa en 2012).

Por otra parte. La democracia sin una dirección centralizada, nos llevaría al anarquismo en el terreno de la organización, al surgimiento de fracciones y grupos. Debilitaría y destruiría la disciplina del Partido, éste se convertiría en un club de discusiones. 

En la aplicación del centralismo democrático se da, naturalmente, la lucha entre lo nuevo (su correcta aplicación) y lo viejo (la vulneración de éste, por ejemplo a través del método de la prelación en las elecciones en los órganos partidarios, donde prima la decisión de la dirección saliente sobre la democracia interna).



LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (IX)

                                         Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                Centro de Extensión e Investigación
                                                 Luis Emilio Recabarren, CEILER




No sólo el dirigente, no sólo “los de  arriba”, deben conocer las normas de funcionamiento del Partido. Es un derecho y un deber de cada militante saberlas y practicarlas.

Otro de los métodos leninistas es la Dirección Colectiva. Esta se compone de dos elementos: 1) la discusión colectiva y 2) la responsabilidad individual de todos los miembros que comprenden el colectivo respectivo (Secretariados, Órganos de Dirección, Comisiones,  Células).

DISCUSIÓN COLECTIVA

La discusión colectiva debe tener por base un esquema con proposiciones concretas. Esto es responsabilidad del compañero que encabeza el colectivo. Sin ello, el debate será poco productivo, extenso, con el riesgo de  alargarse la discusión en detalles. Una sesión con una buena guía del debate será siempre más efectiva, creadora y con resoluciones más claras. (Por ejemplo en la célula la pauta la entrega el Informe del secretariado)

En la discusión deben intervenir todos los asistentes. Es  importante que ellos conozcan  de antemano los principales temas que se van a tratar, para que puedan llegar  lo mejor preparados posible.

Hay que educar a los compañeros en la necesidad de saber sintetizar sus ideas, no se trata de evitar o limitar la discusión, sino precisamente todo lo contrario: que cada compañero tenga la posibilidad de expresar todas sus opiniones.

Hay que educar a los compañeros en no repetir lo dicho por otros; también en que no se repitan ellos mismos.

Es fundamental que cada compañero sepa tomar notas de las proposiciones de cada participante.  El compañero que preside debe ser especialmente cuidadoso en ello para poder entregar, al término de la reunión, en forma clara las resoluciones. Un defecto en que se cae corrientemente, es abrir una nueva discusión  en el momento de sacar las resoluciones. Estas deben ser el resumen de la discusión.

Cuando existan dos o más opiniones sobre un punto, el compañero que preside  deberá hacer votación. No es necesaria la unanimidad, se requiere conocer la opinión mayoritaria. Y ella es la resolución acordada.

Todo esto permitirá realizar reuniones que no sean kilométricas, sino  operativas y atrayentes.

Las resoluciones deben ser concretas: deben entregar las tareas, los plazos para cumplirlas y quiénes son los responsables de llevarlas a cabo.

RESPONSABILIDAD PERSONAL

Lo anterior es esencial para que se cumpla la segunda parte del concepto de Dirección Colectiva: el cumplimiento por cada miembro de sus responsabilidades individuales.

Sin que se realice esto, la discusión colectiva habrá sido una inútil pérdida de tiempo.

UNIR TEORÍA Y PRÁCTICA

En la Dirección Colectiva se debe aplicar la máxima: “sin teoría revolucionaria, la práctica es ciega; sin práctica revolucionaria,  la teoría es muerta”.

Nuestra tarea es unir teoría y práctica; discusión y realización.

EL CONTROL

Un dirigente debe tener siempre en cuenta que el control de las tareas es una parte inseparable de la labor organizativa que asegura la aplicación de la política del Partido.

Lenin escribió: “Controlar al militante y verificar el cumplimiento concreto de la tarea: en esto una vez más, sólo en esto, reside ahora la clave de toda la labor, de toda la política”.(Lenin: “Obras completas”. Editora Política. La Habana, 1963. Tomo 33, página 207)

El  Partido, gracias al control sistemático, eleva la responsabilidad y actividad de los cuadros dirigentes y de todos los comunistas en la realización del Programa y  observancia de los Estatutos; previene los posibles errores y descubre oportunamente las insuficiencias que puedan haber en el trabajo.

Con el control el Partido educa dirigentes y militantes disciplinados.
Sobre la Dirección Colectiva, el ex Subsecretario General del PC,  compañero José González escribió:

“¿Cómo debemos entender la dirección colectiva? ¿Cuál es la forma correcta de aplicarla? Debemos entenderla, por una parte, como un contacto permanente entre los miembros de la dirección, de modo que planifiquen en conjunto el trabajo del Partido y de la propia dirección y controlen, también, colectivamente el cumplimiento de las tareas y la actividad de cada uno de los miembros de la dirección...

Sólo existe una verdadera dirección colectiva cuando el organismo dirigente coopera a que se movilicen a coordinen su trabajo las células comunistas, cuando sabe ganar al Partido en su conjunto para el trabajo, cuando se consulta con frecuencia a los organismos de base, aconsejándose con sus militantes, haciendo que éstos intervengan, planteen sus problemas, sus ideas: esta es una verdadera democracia interna”.

¿Cuántos órganos del Partido cumplen con llevar a la práctica la norma leninista del trabajo colectivo? ¿Cuáles órganos y cuáles dirigentes realizan el  control revolucionario de las tareas?

Usted, querida compañera, querido compañero, tiene la palabra, Usted también debe cumplir con el deber de controlar. ¡Y este control es necesario desde el Presidente del Partido hasta el “simple” militante de célula!

LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (X)

                                         Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                Centro de Extensión e Investigación
                                                 Luis Emilio Recabarren, CEILER




¿Por qué debemos salir al paso a los intentos por eliminar la organización en célula de la militancia? Porque ella es el mejor instrumento para que el Partido revolucionario cumpla su rol de vanguardia en la lucha de clase contra la burguesía.

SIN CÉLULAS VIVAS EL PARTIDO NO   EXISTE

Sin células vivas, el Partido no existe. Cuando más es una secta. Es un grupo de camaradas que, entregando sus sacrificados esfuerzos, crean la ilusión de que el Partido funciona. Ese puñado lo hace todo, lo que en la realidad,  es casi nada. No crecen. Sus lazos con las masas son prácticamente nulos. No constituyen un aporte electoral.

EL MÁS IMPORTANTE ÓRGANO DEL PARTIDO

La célula es el órgano más importante  de nuestro Partido.

¿Por qué?  Porque a través de las células se llevan a cabo  (o se debieran llevar a cabo) todas las actividades del Partido: crecimiento, campaña de finanzas, trabajo hacia las masas, propaganda, acciones con los aliados, campañas electorales, atención de los militantes,  contacto con amigos y ayudistas, etc. Además,  es en la célula donde todo militante recibe su carné y debe cancelar mensualmente sus cotizaciones.

Los otros organismos (CC, CR,  Comités Comunales y sectoriales) son órganos de dirección. Los dirigentes de todas esas instancias deben militar y cumplir  tareas en su respectiva célula. La calidad de militante la entrega el participar en una célula. Además el dirigente tiene la obligación de ser   un ejemplo de   buen militante.

A ellos hay que aplicarles eso de: “¡Dime cómo está tu célula y te diré que clase de dirigente eres!”.

La comisión de Cuadros  y la de Organización  deben tener una visión muy clara y actualizada al respecto.

¿QUÉ ES UNA CÉLULA VIVA?

Es una célula que cuenta con militantes, que se reúnen,  cumplen con las tareas, están con sus cotizaciones al día.

Es una célula que cumple con  sus dos funciones principales: ser escuela de educación comunista y ser motor  en un frente de masas concreto.

¿QUÉ SE NECESITA PARA QUE UNA CÉLULA TENGA VIDA?

Requiere de dirigentes, los miembros del secretariado, que piensen en la célula, que tengan presente sus tareas, que propongan ideas creadoras, que controlen correctamente las tareas aceptadas por los militantes en cada reunión.

El secretariado  debe ser el verdadero motor de la célula, que realice una dirección colectiva, según las normas leninistas. Cuando ello no ocurre,  no se puede aceptar que la  irresponsabilidad  del secretariado frene  las actividades de la célula.  Los militantes más conscientes deben  empujar  y ayudar al secretariado de la célula a cumplir sus funciones. Papel muy importante en este aspecto lo debe jugar el Comité Comunal respectivo.

¿Cuáles son las funciones del secretariado?

 a) preparar las reuniones de célula, tanto en lo que respecta al informe,  como en citar y asegurar la asistencia de todos los militantes;
b) conversar telefónicamente o en forma personal con aquellos militantes que no asistieron a una reunión, a los cuales también se les debe haber  asignado tareas;
c) controlar a tiempo (es decir no esperando que el plazo se haya cumplido) el cumplimiento de las tareas dadas en la reunión de la célula;
d) llevar muy claramente definidas las tareas para la reunión, indicando objetivos, responsables, plazos, etc.
e) proponer presidente para la sesión.
También es importante la atención y ayuda de la Dirección Comunal y sus frentes hacia las células. La Comisión de Organización debe tener el  control al respecto.

¿QUÉ SIGNIFICA SER ESCUELA DE EDUCACIÓN COMUNISTA?

Una célula debe educar a sus militantes, a través de todas las formas posibles  y sobre todo lo necesario para mantener en alto la moral combativa, para lograr que cada militante esté conscientemente ganado y que esté en condiciones de enfrentar la dura lucha ideológica que se libra cada día.

¿Cómo hacerlo? Con buenos informes políticos, con charlas breves e interesantes, con conversaciones personales de los más capacitados con aquellos que aún no lo están, con recomendaciones de la lectura de buenos libros o de artículos interesantes, con el estímulo para que participen en cursos,  charlas, actos y todas las actividades en que puedan educarse.

Es fundamental conocer que es lo que  leen los militantes. Hay quienes defienden su derecho (que nadie se los niega) a leer “de todo”. Ello a veces significa que no dedican el  tiempo necesario para leer libros de nuestros clásicos o literatura que les ayude a entender mejor el Partido.

Uno de los deberes de un militante es estudiar. Y éste debe ser controlado.

Es necesario confeccionar una lista de lectura, que vaya desde novelas importantes (como “Así se templó el acero”, Nicolai Ostrovski;  “La madre”, de Máximo Gorki; “Pisagua”, de Volodia Teitelboim; “La base”, de Luis Enrique Délano; etc); biografías ( “Vida de un Comunista”, de Elías Lafertte; “Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar”, de Luis Corvalán; “De lo vivido y lo peleado”, de Luis Corvalán; “Chacón”, de José Miguel Varas; “Un muchacho del siglo XX”, de Volodia Teitelboim; “Don Reca”, de I. Ljubetic); libros sobre nuestra historia (como “El Partido Comunista de Chile, un joven combatiente de más de cien años, de I. Ljubetic),  hasta obras de los clásicos (“El Manifiesto del Partido Comunista”, de Marx y Engels; “El ‘izquierdismo’ enfermedad infantil del comunismo, de Lenin;  “Del socialismo utópico al socialismo científico”, de F. Engels;  “El Estado y la Revolución”, de Lenin; etc. etc.).

TRABAJAR CON LAS MASAS

No hay dudas que actuar en un frente de masas nos obliga a responder y nos muestra en la práctica la manera en que la gente aprecia nuestro trabajo. Nunca es inútil el trabajo social.

Sin actuar en un frente de masas, una célula es sólo una secta en que sus militantes se pasan la mayor parte del tiempo enfrascados en problemillas internos, casi siempre de índole personal.

El contacto con la gente, nos permite ganar nuevos combatientes. Hay que estimular a los que rompen el cascarón del internismo y traen nuevo oxígeno al Partido.

LA “VANGUARDIA”  DE  LA VANGUARDIA

Mario Zamorano siempre decía que en todo organismo del Partido existe un grupo de compañeros que va a la cabeza, que siempre marca la pauta al resto de los militantes. Le llamaba “la vanguardia de la vanguardia”. Nosotros le podríamos denominar el activo del Partido. Son los camaradas que van a todas las paradas, independientemente del cargo que tengan. Son los que empujan el trabajo de su célula, aportan con iniciativas creadoras y con trabajo, son optimistas, contagian con su entusiasmo al resto de los militantes.

Ellos son la sal de la tierra. Son el alma de la  célula. Siempre están en la primera fila. Aportan con ideas y  esfuerzos. Buscan la solución a las dificultades.

NADIE ESTÁ DE MÁS  EN EL PARTIDO

El ganar o reganar a un militante es una tarea harto difícil. Muy pocos compañeros se hacen el propósito,  se dan el tiempo, tienen la paciencia y saben utilizar los mejores métodos para la importante tarea de hacer crecer al Partido.

Pero hay camaradas a los que les resulta muy fácil, demasiado fácil, borrar militantes, no se preocupan de conversar con los que no asisten y pero saben   usar la goma que purifica.

Actúan, sin saberlo o sabiéndolo, de acuerdo a una vieja, absurda  y ya derrotada tesis de “pocos pero buenos”, que durante un tiempo fue levantada por los sectarios de siempre dentro del Partido.

Cada militante puede ayudar en alguna forma. Hay que tener en cuenta sus condiciones personales, de edad, salud, trabajo, problemas familiares, etc. y buscar la manera en que él o ella se sienta útil al Partido. Ello significa practicar el humanismo comunista, la solidaridad militante.

De cada cual según sus posibilidades y a cada cual,  el reconocimiento de sus esfuerzos.

Entre más numerosa sea la célula, más grande será el Partido y más amplios serán los sectores en que podamos actuar e influir.

LA FUERZA DEL EJEMPLO

Somos muy dados a la crítica de lo negativo. Muchos ponen esto al centro de las discusiones. Pero somos muy malos para levantar y sacar brillo a los logros positivos, a los éxitos alcanzados. Hay compañeros medio acomplejados o sufren de cierto  pesimismo que pretenden disfrazar de “realismo”.

Los comunistas debemos ser optimistas. Nuestro optimismo histórico tiene por base  el saber que el triunfo final  pertenece al pueblo.

Debemos, por todos los medios posibles,  proclamar nuestros avances, nuestros éxitos. Ello es muy importante,  porque sirve de ejemplo para otras células, para otros compañeros. Y como muy bien señalaba Lenin,  la fuerza del ejemplo es, muchas veces, determinante.

No olvidar nunca la crítica y  la autocrítica; pero,   al mismo tiempo, debemos saber estimular, felicitar a todos quienes han sido los artífices de los avances, de los progresos, de los éxitos. No podemos  ser tacaños en eso, sobre todo cuando vivimos en un medio en que nos atacan  cotidianamente, directa o cínicamente, a través de la televisión, de la inmensa  mayoría de las radioemisoras y de la prensa escrita. En cada informe, se deben mencionar los éxitos obtenidos y quienes con su audacia, consecuencia y espíritu comunista los han conquistado.

Debemos partir siempre de lo positivo porque sobre ello nos basamos para seguir avanzando. Hay que mostrar nuestras debilidades y errores para superarlos.

Y en cada uno de los aspectos que hemos señalado, está la permanente lucha ideológica en el Partido. Lo nuevo representado por quienes se esfuerzan por llevar a la práctica la teoría marxista y los métodos leninistas. Lo viejo, que agrupa a los que les ponen el codo a  ellos.

¿Cuál es tu posición en la lucha  entre lo nuevo y lo viejo?



LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (XI)

                                          Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                Centro de Extensión e Investigación
                                                 Luis Emilio Recabarren, CEILER





Querida compañera, querido compañero:

En los diez capítulos anteriores hemos intentado contribuir a dejar establecido que la lucha en el interior del partido revolucionario existe, que se da entre lo nuevo y lo viejo, que lo nuevo está representado por el marxismo-leninismo y lo viejo por la ideología burguesa y la oposición a seguir las normas leninistas de organización y funcionamiento.

En el capítulo V citamos parte de una entrevista aparecida en El Siglo de la semana del 8 al 13 de abril de 1995,  al entonces secretario de Organización del Comité Central, Óscar  Azócar, donde éste informaba  sobre la realización de un Pleno de ese organismo, realizada en abril de 1995.

Ahora ampliamos esa cita. Señaló el compañero Azócar:

“También hubo una discusión interesante relacionada con el concepto de militante que estamos aplicando, y que el propio Informe Central contenía. Ya el Congreso dijimos tener una cantidad de militantes en base a aquellos compañeros que estaban al día en sus cotizaciones, pero se ha ido desarrollando la convicción de que son muchos más los comunistas que  quieren participar en la actividad del Partido, y que no siempre tenemos la capacidad de producir esa incorporación.
“En el Pleno vimos que era fundamental desarrollar métodos de trabajo más flexibles para incorporar a otros compañeros. Lo determinante no debiera ser la asistencia a las reuniones de célula. Lo fundamental para medir al militante, es que trabaje con las orientaciones políticas  del Partido, que contribuya en forma concreta para ponerlas en práctica.  Lo más importante es la actividad que cada militante desarrolla, y la célula tiene que ser capaz de llegar hasta estos compañeros.
“Esto no equivale a una relativización  de la organización celular del Partido. Simplemente partir de una realidad, porque en medio de este modelo neoliberal se ha irradiado toda una ideología y que también ha penetrado en el Partido, porque nosotros no somos islas, y es una ideología  del individualismo, la falta de solidaridad. Claro que en nosotros se ha reflejado en otra forma, como la comodidad y la tendencia a la rutina…”

Ese Pleno planteó buscar “estilos flexibles de trabajo, con grandes asambleas y otras formas, pero que estén centradas en actividad.  “Buscar otras formas, además de la célula, para incorporarse a la actividad” (Los subrayados son nuestros. I.L,)

Parece increíble que esto haya sido resuelto por el Comité Central del  Partido Comunista de Chile en la sesión plenaria de abril de 1995. Resumamos:

1. En forma claudicante el Comité Central, en vez de emprender la necesaria lucha ideológica en el Partido, da por perdida la lucha ideológica frente a  la ideología burguesa, aceptando como un mal  necesario la comodidad y la tendencia a la rutina.

2. Tiene un concepto errado de Militante comunista. ¿Acaso no tenían idea de la polémica entre Lenin y Martov de 1903?

Lenin planteó: “Se considerará miembro del Partido todo el que acepte su Programa y apoye al Partido tanto con recursos materiales, como con su participación personal en una de las organizaciones del mismo” (Lenin: “Un paso adelante, dos pasos atrás”. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 316).

Martov sostuvo: “Se considerará perteneciente al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia a todo el que, aceptando su Programa, trabaje activamente para llevar a la práctica sus tareas bajo el control y dirección de los órganos(¡sic!) del partido”. (Citado por Lenin: “Un paso adelante, dos pasos atrás”,  Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 306. Los subrayados son nuestros. I.L.))
Podamos afirmar que, sin lugar a dudas,  el Comité Central en 1995 tenía una concepción martoviana del militante comunista.

3. Los miembros que componían el Comité Central en 1995 no comprendían (en base a su concepción martoviana) la diferencia entre militante y simpatizante. No conocían lo escrito por Lenin en su obra “Un paso adelante, dos pasos atrás”:

“Olvidar las diferencias que existe entre el destacamento de vanguardia y toda la masa que gravita hacia él, olvidar el deber constante que tiene el destacamento de vanguardia de elevar a sectores más amplios  cada vez a un nivel superior sería únicamente engañarse a sí mismo, cerrar los ojos ante la inmensidad de nuestras tareas, restringir nuestras tareas. Y precisamente en ese cerrar los ojos y en ese olvidar se incurre cuando se borra la diferencia existente entre los que se adhieren y los que ingresan, entre los conscientes y los activos, por una parte, y los que ayudan, por otra”. (Lenin: “Un paso adelante, dos pasos atrás”. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 319)

4.- Flexibilización antileninista. El Pleno de 1995 abogó por buscar  “otras formas orgánicas”.

5.- En una cosa tiene razón el Pleno del 95: “En medio de este modelo neoliberal se ha irradiado toda una ideología y que también ha penetrado en el Partido”. Y penetró en el Comité Central. Una prueba de ello es el Pleno del cual informa el compañero Azócar.

No faltarán aquellos  que me dirán: pero  eso es lo que  pensaba un Comité Central de hace 23 años atrás, formado por dirigentes elegidos en el XX Congreso.

Entonces yo replicaré: Han pasado cinco Congresos. Pero, con el antidemocrático sistema de la prelación para designar a la Dirección Nacional, no es muy osado suponer que una buena cantidad de los del 95 aún están en el actual Comité Central.

Que los de mejor memoria, hagan el ejercicio de ver quienes se han estado repitiendo el plato. ¿A cuántos conoce usted?

Lo que realmente interesa saber es,  si han mejorado en  sus conocimientos y aplicación del marxismo-leninismo. O, si continúan pensando igual que en 1995  y son los que plantean en el Comité Central y en la Comisión Nacional de Organización la flexibilización antileninista.  ¿Quiénes son quiénes?

¿Llegará el día en que los simples militantes de célula como yo, conozcamos los entretelones de lo que ocurre en el Comité Central? ¿O sólo, debemos seguir conformándonos, como les ocurre a los católicos, con ver si el  humo,  que lanzan los altos dirigentes en sus conclaves,   es blanco, negro, rojo o jaspeado?

Me tiene chato el secretismo.

Sea como sea, seguiremos levantando las rojas banderas del marxismo-leninismo en la lucha ideológica dentro y fuera del Partido Comunista de Chile.



LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (XII)

                                         Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                Centro de Extensión e Investigación
                                                 Luis Emilio Recabarren, CEILER





Si algo distingue al Partido Comunista de Chile es su capacidad de realizar un correcto análisis de la realidad  y, en base a ello, elaborar una justa línea estratégica para cada período.

En una primera etapa, que hemos denominado “Con el nombre de Partido Obrero Socialista”, que  abarca desde 1912 a 1921, esto fue posible gracias especialmente  a la genialidad  de Luis Emilio Recabarren.

En una segunda etapa, que hemos llamado “Con la línea del Frente Único Proletario”, de 1922 a 1933, se produce un momento excepcional en la estrategia del Partido Comunista.  Porque, al adherirse a la Internacional Comunista, debió asumir como propia la línea estratégica de ella, que era totalmente inadecuada a las condiciones existentes en nuestro país, pues planteaba como objetivo estratégico inmediato la revolución socialista.

Sin embargo, primó en el Partido fundado por Recabarren el sentido común y, en la práctica, no aplicó esa línea. Dos ejemplos: en las elecciones presidenciales del 24 de octubre de 1925, el Partido Comunista para oponerse a la candidatura de Emiliano Figueroa Larraín,  que era  apoyado por los partidos Conservador, Liberal, Radical y Democrático, organizó una amplia coalición, la “Unión Social Republicana de Asalariados de Chile”, que reunió a trabajadores, comerciantes, profesionales, pequeños industriales, y  que levantó como candidato independiente al médico del Ejército José Santos Salas.

En base a un escandaloso fraude electoral  triunfó el reaccionario Emiliano Figueroa que, según las cifras oficiales, obtuvo 186.187 votos (71,53%). José Santos Salas habría logrado 74.091 preferencias (28,47%). El fraude electoral fue tan evidente que en su repudio tuvo lugar un paro de los trabajadores.

Otro ejemplo: Durante la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo, el Partido Comunista, en vez de plantear como objetivo la revolución socialista, llamó a constituir un amplio frente antifascista para derrocar al dictador.

En una tercera etapa, que hemos titulado “Con la línea de la revolución democrático-burguesa (1933-1956) el Partido Comunista de Chile comenzó a utilizar consecuentemente el marxismo en su análisis de la realidad nacional.  A mediados de ese año, tuvo lugar en Santiago una Conferencia Nacional del Partido Comunista, que -en la historia del Partido- ­alcanza mayor significación que varios de sus Congresos. Fue la Conferencia Nacional de Julio de 1933.

En ella, se adoptó como objetivo  estratégico  la revolución democrático-burguesa, antiimperialista, antifeudal y antioligár­quica; que tiene por objetivo terminar con la dominación de los monopolios internacionales y del gran latifundio, nacionalizando las empresas en manos de los imperialistas, entregando la tierra a los campesinos que la trabajan, estableciendo relaciones con el mundo socialista; o sea, creando las bases materiales para el desarrollo de una industria independiente, la democratización del país y la lucha ulterior por el socialismo.

Afirma Luis Corvalán:
"Con anterioridad el Partido venia planteando la revolución social en términos generales, o la re­volución socialista, sin tomar debidamente en cuenta el carácter semicolonial y semifeudal del país y el hecho de que, para lle­gar al socialismo, no se pueden saltar etapas..." (Luis Corvalán: “Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar”, página 92)

Esta justa  línea estratégica tuvo entre sus éxitos, la formación del Frente Popular, en marzo de 1936, y la victoria de su candidato Pedro Aguirre Cerda en las elecciones presidenciales del 25 de octubre de 1938.

Una cuarta etapa que hemos nombrado “Con la línea del Frente de Liberación Nacional” abarca desde 1956 a 1973.

Se inició con el XIV Congreso, que  sesionó clandestinamente a orillas del Pacífico, en el balneario de Cartagena, en la casa de veraneo de  la Escuela Domingo Faustino Sarmiento. Por entonces el Presidente Carlos Ibáñez, seguía aplicando –igual que su antecesor González Videla– la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, que puso fuera de la ley al Partido Comunista.

Los 25 delegados presentes escucharon el Informe del Comité Central que leyó Galo González, Secretario General del Partido. Fue crítico y autocrítico. Planteaba la necesidad de aprobar un nuevo Programa; precisar más la línea política, el carácter de la revolución chilena y cuáles eran sus fuerzas motrices.

El XIV Congreso aprobó un nuevo Programa del Partido, que trazaba el objetivo de la Revolución nacional-liberadora, antiimperialista, antimonopolista y antifeudal.

Señalaba, que para lograr la liberación económica, política y social, era imprescindible producir cambios de fondo como la nacionalización de la riqueza en manos de monopolios imperialistas; poner fin al latifundio a través de una radical reforma agraria; liquidar los monopolios nacionales; mejorar las condiciones de vida de los trabajadores; desarrollar la industria pesada, dando – además – fuerte impulso a la liviana; democratizar el país y llevar la cultura a las masas populares.

Este Programa sostenía que la contradicción principal era la existente entre el imperialismo norteamericano, la oligarquía latifundista y los grandes capitalistas criollos, de una parte, y la inmensa mayoría del país, de la otra.

Afirmaba, además, la posibilidad de que la clase obrera y el pueblo chileno conquistaran el Gobierno por una vía que no sea la insurrección armada. Señalaba que para obtener lo anterior era fundamental la unidad de socialista-comunista y contar con un Partido Comunista de masas.

La importancia histórica del XIV Congreso Nacional del PC de Chile fue haber elaborado el Programa de Liberación Nacional, que  sirvió de guía para conquistar el Gobierno Popular, que encabezó Salvador Allende, línea estratégica   que estuvo vigente  hasta 1973.

Una quinta etapa, fue la lucha antifascista, en que el Partido Comunista planteó como línea estratégica derrotar la dictadura y reconquistar la democracia.

Para una sexta etapa, iniciada con el XX Congreso de agosto de 1994, el Partido Comunista plantea como línea estratégica la Revolución Democrática, cuyo objetivo estratégico es conquistar un Chile realmente democrático en todos sus aspectos.

En sus 106 años de historia, el Partido Comunista de Chile no ha tenido contradicciones internas en cuanto a su línea estratégica.

Los problemas en el Partido  han surgido en torno  a cuestiones tácticas, de organización,  funcionamiento y en cuanto a la política de alianzas.  Cuestiones fundamentales para un partido revolucionario.  No por casualidad,  Lenin dedicó tanto tiempo en escribir sobre estos temas especialmente  en obras como “¿Qué hacer?” y “Un paso adelante, dos pasos atrás”.

Actualmente en lo que parece una embestida de las posiciones antileninistas en las filas del Partido Comunista de Chile, salta a un primer plano la lucha ideológica entre lo nuevo y lo viejo en su seno.


LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (XIII)



                                          Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                Centro de Extensión e Investigación
                                                 Luis Emilio Recabarren, CEILER





SOBRE  POLÍTICA DE ALIANZAS

Desde los tiempos de Recabarren –salvo algunos muy  breves momentos- los comunistas han tenido y tienen una profunda vocación unitaria. Por ejemplo, en las elecciones parlamentarias de marzo de 1921 el entonces pequeño Partido Comunista enfrentó esos comicios con la Alianza  Liberal, constituida por partidos de la clase media y   de la burguesía y esto no significó que se apartara un milímetro de sus posiciones de clase el Partido Comunista. En esa ocasión, los comunistas eligieron dos diputados: Luis Emilio  Recabarren y Luis Víctor Cruz.

Otro ejemplo. El PC de Chile ha participado en 17 elecciones presidenciales y en 12 de ellas ha trabajado y votado por candidatos que no son de sus filas. En las otras 5 se vio obligado a llevar candidato propio, ante la imposibilidad de lograr la creación de  coaliciones populares.

Es que, por encima de sus intereses partidarios, los comunistas hemos privilegiado siempre los intereses  del pueblo chileno.

Nos queremos referir a uno de los escasísimos momentos  que el Comité Central del Partido Comunista adoptó una posición sectaria, “izquierdista” . Fue con ocasión de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 1999-2000.

ELECCIONES PRESIDENCIALES DEL 12 DE DICIEMBRE DE 1999

Se inscribieron seis candidatos, los que obtuvieron en los comicios del 12 de diciembre de 1999 las siguientes cantidades y porcentajes de votos:

Ricardo Lagos Escobar, de la Concertación,                        3.383.339 (47,96%)
Joaquín Lavín Infante, Alianza por Chile,                              3.352.199 (47,51%)
Gladys Marín Millie,  La Izquierda, PC de Chile,                       225.224  ( 3,19%)
Tomás Hirsch Goldschmidt, Partido Humanista,                         36.235  ( 0,51%)
Sara Larraín Ruiz-Tagle, Ecologista,                                           31.319  ( 0,44%)
Arturo Frei Bolívar, Independiente,                                              26.812  ( 0.38%).

La situación en Chile cambió la noche del 12 de diciembre de 1999. Así lo sostuvo ‘El Siglo’, tanto en su  Editorial, titulado “Nuevo cuadro político” y en una crónica que bajo el título “El escenario político tras la primera vuelta”, afirma: “El resultado de las elecciones presidenciales han provocado un cambio sustantivo en el cuadro político chileno y deja abierta la posibilidad de que el gran empresariado y la derecha, en conjunto con el pinochetismo, lleguen a La Moneda por la vía electoral”
Más claro echarle agua, sin embargo, la mayoría del CC se  quedó en el pasado.

El  VII Pleno del Comité Central del PC, efectuado el sábado 18 de diciembre de 1999, llamó a NO votar por Ricardo Lagos.
La resolución del VII Pleno del Comité Central, en lo referente a la segunda vuelta, expresa: “Tampoco podemos llamar a votar por Lagos, que respalda las privatizaciones, que no invertirá más recursos del Estado para resolver la desocupación y que mantendrá la impunidad.  Cada uno de nuestros adherentes podrá poner en práctica este criterio absteniéndose, votando nulo o votando en blanco. No obstante, comprendemos las opiniones de aquellos que ven en el voto  por Lagos una manera de parar a Lavín y que, al mismo tiempo, siguen adhiriendo a la izquierda, comprometidos con su desarrollo futuro como proyecto alternativo”.

PERO NO OCURRIÓ ASÍ
Las cosas no se dieron al gusto de la mayoría  del Comité Central. Muchos miles de comunistas –militantes y simpatizantes- se decidieron a votar contra Lavín. Unos lo declararon francamente en sus organismos partidarios. Otros lo hicieron calladamente.
Ellos enfocando el problema de acuerdo al marxismo-leninismo, con un criterio de clase, contribuyeron decisivamente  a derrotar las pretensiones de la derecha, de los empresarios, del pinochetismo, del militarismo y del siniestro Opus Dei.
Los resultados del balotaje del 16 de enero de 2000 fueron:
Ricardo Lagos Escobar   3.683.158 preferencias   (51,31%) y Joaquín Lavín Infante   3.495.569 sufragios        (48,69%).

El domingo 16 de  enero del 2000, la compañera Gladys enfatizó ante las cámaras de televisión, al momento de sufragar,había  anulado el voto.
Por la noche, después de conocerse el triunfo de Lagos, “dirigentes socialistas, pepedé y radicales comentaban: ‘aquí los que pusieron toda la carne sobre la parrilla fueron los comunistas’.” (‘Las Últimas Noticias’, martes 18 de enero de 2000, página 12)
‘El Mercurio’,  en su edición del lunes 17 de enero, en página  A 12, escribió:
“El incremento en el caudal de votos de Lagos se justifica –según los analistas- en que esta vez recibió el apoyo de gran parte del 3% de personas que, en la primer vuelta, dieron su respaldo a la candidata comunista Gladys Marín”. Agregando: “Un caso que grafica este traspaso de votos del PC a Lagos es el de la Comuna de Canela, donde Gladys Marín obtuvo su más alta votación  con un 9,12% de los sufragios en la primera vuelta. Ahí el abanderado socialista sacó el 62.31% en esa oportunidad y ayer Canela le dio el 71,76%. Allí bajaron los sufragios nulos y blancos, pese a que el PC en una instrucción inicial llamó a anular el voto”.

Ese mismo lunes 17, Gladys reconoció ante la prensa:
“Una parte y muy importante –no voy a pontificar el porcentaje-, pero muy importante (de los comunistas), naturalmente estuvo en la votación de Ricardo Lagos en la primera vuelta y estuvo en la votación de Lagos en la segunda vuelta. Eso significa  que la gente nuestra tiene un gran sentido de responsabilidad en cuanto a que aquí el peligro de la derecha es una cosa muy fuerte”. (‘El Mercurio’, martes 18 de enero de 2000, página C 2)



UN DOCUMENTO QUE ESCRIBÍ EN FEBRERO DEL 2000

Lo escribí después de la segunda vuelta de las elecciones Presidenciales de enero de 2000 y a raíz de conocer  las resoluciones del VII Pleno del Comité Central.
Mi intención era enviarlo, como lo hice por esos años con otras cartas y documentos, a un Pleno del Comité Central.  Lo comenté con un viejo y querido compañero,  Me lo pidió para leerlo. Se lo pasé con todas las reservas del caso.  Sin mi autorización le  sacó fotocopias. Una  de ellas se la prestó a una compañera del Comunal de La Granja,  quien la llevó entre sus papeles a una Conferencia de ese Comunal. Y en ese evento, con fecha sábado 11 de marzo del 2000,  fueron “descubiertas” mis “Reflexiones” por una “curiosa” dirigente del Comité Regional Metropolitano, quien se las entregó al entonces Secretario del CRM, Lautaro Carmona, presente en ese evento. Éste  de inmediato hizo estallar   un escándalo, denunciando falsamente que yo había enviado ese documento para ser leído en esa Conferencia.
Reproduzco algunas de mis reflexiones, que pienso pueden tener valor actualmente.

UNA TÁCTICA ERRÓNEA

En mi opinión, esta resolución trazó una táctica errónea, con una evidente influencia ultraizquierdista y carente de un enfoque marxista-leninista de nuestra realidad.
En primer lugar, a pesar de lo ocurrido en las elecciones del 12 de diciembre de 1999, el Comité Central continuó teniendo una visión voluntarista de la realidad. Visión que llevó a la compañera Gladys a sostener en entrevista publicada –antes de la primera vuelta- por la revista ‘Punto Final’ Nº 460 de diciembre de 1999, en página 7: “La izquierda que estoy representando, obtendrá una votación importante, el 7% o más, lo que sería muy significativo”. Asegurando más adelante: “Lavín no ganará en primera ni en segunda vuelta”.

NO PERDER DE VISTA AL ENEMIGO PRINCIPAL
En segundo término, el VII Pleno no consideró la recomendación leninista de tener siempre en cuenta al enemigo principal.
Lenin, a comienzos de 1909, escribe en su artículo ‘En Ruta’: “La autocracia continúa siendo el enemigo principal del proletariado y de toda democracia. Pero sería un error pensar que la autocracia es lo que era” (Lenin: ‘Obras Escogidas en tres tomos. Editora Progreso. Moscú, 1979. Tomo I, página 590)
La resolución adoptada nos hace pensar que en la mayoría de los miembros del Comité Central siguió pesando lo reiterado durante la campaña presidencial: “Lagos y Lavín son dos caras de la misma moneda neoliberal”

CARGANDO TINTAS

A veces me pareció que se marcaban mucho las tintas contra la candidatura Lagos y la Concertación. Por ejemplo, la compañera Gladys en declaraciones a ‘La Segunda’, aparecidas el 30 de noviembre de 1999, Gladys expresó: “¿Por qué tenemos que aguantarle a Ricardo Lagos esa prepotencia? ¡No se lo aceptamos al dictador, tampoco se lo aceptaremos a él! ¿Qué se cree, que viene a plantear que aquí él no conversa, no llega a acuerdos con la gente? Nosotros no somos vasallos de Lagos ni de nadie

EL PINOCHETISMO, EL EMEMIGO PRINCIPAL

El VII Pleno no supo distinguir cual es en estos momentos el enemigo principal. Ello, a pesar de que Gladys sólo tres día antes de su realización, el miércoles 15 de diciembre, en una cena que le ofrecieron profesionales de izquierda en el Audax Italiano había definido correctamente al candidato de la reacción: “Lavín es un hombre del Opus Dei. Fue un hombre del pinochetismo, que se oculta tras de mil caretas, pero es la derecha”. (‘El Siglo’, del 17 al 23 de diciembre de 1999, página 4)
LAVÍN, MILITARISMO Y FASCISMO
Lavín es también representante del militarismo.
Nuestro fundador, Luis Emilio Recabarren, escribió en 1924: “Hemos sido, somos y seremos siempre antimilitarista, porque estamos convencidos que el militarismo es la afrenta de toda civilización, es la carga más inútil y pesada que soportan los pueblos, y es la amenaza permanente a todos sus derechos... El militarismo será siempre la fuerza opresora con que la clase capitalista explote al pueblo” (Periódico ‘Justicia’. Santiago, 5 de octubre de 1924)
Tengo la impresión  que en los análisis que se han hecho –supongo que se han realizado-  hay subestimación ante el peligro del fascismo.
EL GRAN CAPITAL NO SE EQUIVOCA
Muy pocos empresarios se pronunciaron a favor de Lagos. El más importante de ellos fue Fernando Léniz Cerda, ex ministro de Economía de Pinochet y empresario maderero, que luego le retiró el apoyo.
En cambio, la inmensa mayoría de los personeros del gran capital no sólo entregaron su respaldo a Lavín, sino que le aportaron una cantidad que según los lavinistas habría llegado a más de 20 millones de dólares.
Según la revista ‘Capital’, al menos 500 empresas figuran como donantes de Lavín. Las más grandes entregaron cuotas de un millón de dólares; las chicas y medianas entre 50 mil y 500 mil dólares. Estos enormes aportes son sólo una migaja comparados con las fortunas que manejan. Solamente las 32 más grandes empresas privadas del país tienen un patrimonio que sobrepasa los 10 mil millones de dólares. Por tanto, sus aportes a la campaña del candidato pinochetista representó menos del 0,2% de sus haberes. (Ver: ‘Punto Final’ Nº 462, 7 alo 20 de enero del 2000, páginas 6 y7)
Apoyaron a Lavín los dos monopolios de la prensa escrita: el Grupo Edwards (‘El Mercurio’, ‘La Cuarta’, ‘Las Últimas Noticias’, y ‘La Segunda’, más una  cadena de diarios regionales) y COPESA (‘La Tercera’. ‘La Hora’, ‘Qué Pasa’) El  ‘camaleón’  Lavín tuvo buen cuidado de ocultar sus vínculos con los patrones, así como negó a Pinochet en los últimos tramos de la campaña presidencial.
EL VII PLENO NO CONSIDERÓ LAS CONTRADICCIONES EXISTENTES EN LA CONCERTACIÓN
 No realizó un análisis marxista. Actuó como si el ‘laguismo’ fuera un bloque compacto, homogéneo, sin contradicciones. Incluso, creo que la mayoría del Comité Central jamás se imaginó que en la noche del 16 de enero 70 mil partidarios de Lagos exigieran a viva voz: “¡juicio a Pinochet!”, “¡juicio a Pinochet!”.
La compañera Gladys había señalado en Septiembre de 1999: “Y tenemos que abrirnos a esa posibilidad de trabajar con la base de la Concertación, no sólo en el mundo social, sino también desde el punto de vista político... La izquierda va a inclinar los acontecimientos, y ello tiene que ver con todos los objetivos estratégicos: la nueva mayoría, la construcción de izquierda, el nuevo estado democrático” (‘El Siglo’, 7 a 13 de enero del 2000, página 12).
Nuestra candidata tenía plena razón. Y la ocasión para llevar a cabo esta acción se presentó después del 12 de diciembre. Entonces el Partido debió, con audacia, llamar a votar por Lagos y constituir comités de la izquierda en su apoyo, en donde se levantaran esas cuatro reivindicaciones tan justas: nueva Constitución Política, nuevas leyes laborales, redistribución del ingreso, no a la impunidad. Trabajar en ellos con los sectores más consecuentes del laguismo.


UN LLAMADO SIN DESTINATARIO NI DESTINO
El martes 14 de diciembre, dos días después de la derrota electoral, la Izquierda planteó en una Declaración del Comando Nacional:
“5. Llamamos al mundo democrático y progresista de la Concertación a generar las condiciones para parar a la derecha, para permitir que se restituya la senda democratizadora que debió iniciarse en 1988. Para ello proponemos los siguientes compromisos...”     Se señalaban los cuatro puntos ya citados.
Esta Declaración fue publicada por ‘EL Siglo’ en su edición correspondiente a la semana del 17 al 23 de diciembre de 1999, en páginas 12 y 13. En la portada del semanario se leía un gran título: “Segunda vuelta: La propuesta de la Izquierda para frenar a Lavín”.
Un llamado justo. Pero, ¿cuál era el destinatario? ¿Qué sector de la Concertación podría responder? Allí se volvía a cometer el error táctico de meter a toda la Concertación en un mismo saco. A toda ella se le culpaba de los malos gobiernos de Aylwin y Frei. Se partía, una vez más, de la falsa premisa  de que sectores de base de la Concertación  apoyaban a regañadientes a Lagos.
Por otra parte, ¿era realista esperar a esa altura de los acontecimientos un cambio en el Programa de Lagos?
Utopía. Desconocimiento absoluto de la realidad.
Al día siguiente, miércoles 15 de diciembre, la compañera Gladys, en su discurso pronunciado en el acto que le ofrecieron profesionales de izquierda en el Audax  Italiano,
Refiriéndose a esa Declaración señaló: “No hemos planteado condiciones, sino que hemos dicho que tiene que haber una reflexión sobre un mínimo democrático, por el bien del país. No son condiciones –como la prensa, interesadamente ha dicho-, que hemos puesto condiciones para votar por Ricardo Lagos. Hemos llamado a la reflexión, porque la base de la Concertación tiene que asumir su responsabilidad”. (‘El Siglo’, 17 a 23 de diciembre de 1999, página 3)
En verdad, no me imagino cómo pudo hacerlo.
Con este documento la Izquierda mostró su incapacidad para comprender el mensaje del día 12, día en que Chile cambió. Pero hubo quienes no lo percibieron claramente.

EL COMITÉ CENTRAL SE QUEDÓ EN EL PASADO
En ese discurso de Gladys del Audax Italiano hubo algo que me  abrió esperanzas. Fue cuando dijo: “Porque es cierto, yo, como candidata, en sus discursos –y también en el Programa- hemos dicho que Lavín y Lagos son dos caras de la misma moneda neoliberal, y lo seguimos manteniendo. Son dos caras de un mismo modelo. También dijimos durante la campaña, cuando empezó la posibilidad de que hubiera segunda vuelta, que ante esa situación no votaríamos por ningún candidato que representara el neoliberalismo y la impunidad... Yo creo que hicimos bien, pero tenemos que analizar las cosas al calor del nuevo cuadro político”. (‘El Siglo’, 17 al 23 de diciembre de 1999, página 5).
Fue una esperanza frustrada. Una ilusión de tres noches de fines de primavera.
¿Qué ocurrió en el intertanto? ¿Por qué el VII Pleno no tuvo en cuenta lo dicho por Gladys?
Me queda la impresión de que allí se pecó de soberbia, de falta de modestia, que no se siguió para nada la sabia advertencia de Lenin de tender a “la labor autocrítica, poniendo despiadadamente al descubierto sus propias deficiencias, que de un modo necesario e inevitable serán corregidas por el desarrollo del movimiento obrero”. (Lenin: ‘Un Paso Adelante, dos atrás’, en  Obras Escogidas en tres tomos. Editorial Progreso, Moscú. Tomo I, página 284)
Lenin planteó también que “es necesario comenzar inmediatamente a aprender, aprender de errores cometidos...No debemos ocultar nuestros errores, ante el enemigo. Quien tema esto no es revolucionario” (Lenin: ‘El trabajo del Partido entre las masas’. Editorial Progreso, Moscú, páginas 153 y 154)

LA RESOLUCIÓN DEL VII PLENO AISLÓ MÁS AL PARTIDO
El VII Pleno no tuvo en cuenta lo planteado por Lenin en su famosa obra ‘La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo’, escrita en 1920, donde llama a los revolucionarios a “trabajar sin falta allí donde están las masas”. (Obras Escogidas entres tomos. Editorial Progreso, Moscú, 1970. Tomo III, página 378)
Tampoco recurrió a las valiosas experiencias vividas por el Partido en sus casi 88 años de existencia. Jamás en una elección presidencial –desde 1920 hasta ahora- el Partido Comunista de Chile llamó a anular el voto, abstenerse o votar en blanco. Incluso en 1949, cuando “Reinoso pretendió en esa época llevar al Partido al aislamiento, a la pérdida de su papel de vanguardia, planteando que debía abstenerse de participar en las elecciones (parlamentarias de marzo de 1949), Ricardo (Ricardo Fonseca Aguayo, entonces secretario general del Partido) y junto a él la Dirección del Partido sostuvo que la abstención no es política de los comunistas”. (Luis Corvalán; ‘Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar’.  Imprenta Horizonte,. Santiago, 1971, página 217)
Después del tremendo impacto que significó el virtual empate entre Lagos y Lavín y el enorme crecimiento de la derecha pinochetista, la mayoría de los chilenos vivimos 35 días plenos de expectación y agitación. Amplios sectores democráticos se esforzaron por impedir la llegada de la reacción a La Moneda.
¿Qué hacía mientras tanto el Partido Comunista?  Se auto marginaba, se aislaba, dejaba de influir totalmente en un proceso electoral que antes había calificado de muy importante. Ni hablar de jugar  el rol de vanguardia. Marchaba a la retaguardia de los acontecimientos.
Se sometía –según la resolución del VII Pleno- a ser simple espectador. Se sentaba en la puerta de su casa a esperar pasar el cadáver de su enemigo. ¿De cuál de los dos? De cualquiera. Total daba lo mismo. Eran –según definición del Comité Central- dos caras de la misma moneda.
El VII Pleno condenó a los militantes comunistas a ser ciudadanos de segunda categoría, sin derecho a decidir quién debía ser Presidente de la República durante los próximos seis años. O peor aún, a darle el paso para ese cargo al mal mayor.

Esa sensación de aislamiento, de estar fuera de la historia, se hizo más patética la tarde y la noche del 16 de enero. Cuando fui a votar, vi en las paredes de Irarrázaval  consignas pintadas por manos que no eran nuestras: “Lavín = Pinochet”.


Luego de conocerse la victoria de Lagos tuve que  contemplar cientos de vehículos que pasaban por Avenida Grecia, muchos de ellos entonando con sus bocinas “Y va a caer” ... “Y va a caer”. Peor  aún, cuando ante el televisor vimos y escuchamos a esas 70 mil personas que gritaban “El pueblo unido jamás será vencido”, que guardaban silencio o pifiaban los arranques consensuales del candidato, ya presidente electo, o exigían “Juicio a Pinochet”.
Allí debiéramos haber estado, con nuestras consignas, con nuestras rojas banderas, aunque le causara molestia a Lagos y al sector reaccionario de la concertación.
Nosotros lejos de ahí, lejos de quienes tienen que llegar a las filas de la Izquierda para abrir las grandes alamedas.


Este documento lo firmé: “Iván Ljubetic Vargas”. Y le puse fecha: “Ñuñoa, 12 de febrero del 2000”. Y lo envié al  VIII Pleno del Comité Central, realizado el 1 y 2 de abril del 200.  Jamás recibí una respuesta.



LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (XIV)

                                          Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                 Centro de Extensión e Investigación
                                                  Luis Emilio Recabarren, CEILER




ELECCIONES PRESIDENCIALES DE 2005

Pasaron seis años. El 11 de diciembre de 2005 tuvieron lugar nuevas elecciones presidenciales. Sus resultados fueron:

Votos escrutados:                           7.156.554
Votos válidamente emitidos:           6.893.538
Michelle Bachelet                            3.167.939  (45,95%)
Sebastián Piñera                             1.751.866  (25,41%)
Joaquín Lavín                                  1.601.169  (23,22%)
Tomás Hirsch                                     372.609   (  5,40%)

Conocidos estos resultados, teniendo en cuenta que existía una posibilidad cierta de que se impusiera la derecha, pues sus dos candidatos reúnen el 48,63% contra el 45,95% de la abanderada de la Concertación, el XIII Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Chile,  realizado el  26 de diciembre de 2005, resuelve llamar a votar por Michelle Bachelet, en base al compromiso de la candidata y la Concertación de contemplar en su Programa cinco puntos: cambio al sistema binominal; el derecho a la negociación colectiva y a huelga de los trabajadores y trabajadoras, la situación de las pensiones, los problemas del desempleo; los derechos de los pueblos originarios; el resguardo del medio ambiente; la verdad y justicia y respeto a los derechos humanos.

En la Declaración Pública emitida por el Pleno, con el título de “El Partido Comunista ante la segunda vuelta presidencial”, se señaló:

“Como es de público conocimiento esta contienda electoral tiende a definirse por una estrecha distancia de votos, lo que abre una coyuntura política que, de aprovecharse con visión de futuro, puede incidir en el rumbo de la lucha social  y política del pueblo en el próximo período.

“Frente a tal situación, en nuestro intercambio, hemos visto dos alternativas: anular el voto o tratar de comprometer a la candidatura de la Concertación con cambios que, en mayor o menor medida, podrían establecer mejores condiciones para el desenvolvimiento de la acción social y política del pueblo. El Partido Comunista optó por esta segunda posibilidad.”

Más adelante agregó la Declaración: “De los intercambios públicos sostenidos entre nuestro Partido y el comando de Michelle Bachelet, aparecen compromisos por parte de su candidatura con diversos grados de claridad y certeza. El más débil es el referido a los derechos de los trabajadores.

“Si debemos destacar que tiene significativa importancia el que de los compromisos y de los hechos políticos recientes se vayan creando condiciones para la conformación de un gran movimiento dirigido a imponer el cambio del sistema electoral binominal por otro proporcional, representativo y no excluyente. El compromiso ya señalado de Michelle Bachelet de enviar un proyecto de reforma en tal sentido, en el primer mes de su gobierno, a pesar del rechazo que este tendría en la derecha, puede tener resultados positivos si se generaliza la unidad y la movilización ciudadana. La consulta al pueblo, más allá de que sea vinculante o no, es fundamental”.

En otra parte, el Comité Central sostuvo:

”Es claro que somos y seremos fuerza de oposición quienquiera sea quien encabece el Gobierno. Nuestra tarea seguirá siendo el fortalecimiento de una fuerza alternativa al neoliberalismo fortaleciendo y ampliando el Juntos Podemos Más y avanzando a la construcción de un  amplio movimiento contra la exclusión que debe comenzar desde ya. Asimismo, continuaremos promoviendo la movilización social y la lucha como el recurso principal para abrir paso a los cambios que el país requiere.”

Insistió en este planteamiento, cuando finalizó diciendo:

Todo ello depende de nuestra lucha y la del pueblo”.

La decisión del Pleno del 26 de diciembre de 2005 fue una justa medida táctica, que superó una etapa  de la historia del PC, caracterizada por una táctica sectaria, que contribuyó a mantener su aislamiento y que no le ayudó a crecer como  era imprescindible.

Como en todos los cambios, éste no fue sin dolor. Hubo sectores dentro del Partido, afortunadamente pequeños, que no entendieron la correcta aplicación de la política leninista de alianzas en el período de la Revolución Democrática.

La justeza de la decisión del Pleno del Comité Central del Partido Comunista se comprueba con los hechos:

a) El decisivo aporte del electorado comunista al triunfo de Bachelet, claramente demostrado por  los resultados de la segunda vuelta, llevada a cabo el 15 de enero de 2006:

Total votos escrutados:           7.142.004; 
Votos válidamente emitidos:    6.939.982,
Votos  Michelle Bachelet         3.712.587  (53,49%) y
Votos  Sebastián Piñera,         3.227.395  (46,50%). 

En los comicios más cercanos a la segunda vuelta, las elecciones a diputados del 11 de diciembre de 2005, el PC obtiene 339.547 votos  (el 5,14% del total de sufragios válidamente emitidos).

b) El otro hecho, el ningún eco encontrado  por los llamados  de los “izquierdistas” a votar nulo. Según los cómputos oficiales, los votos nulos en vez de aumentar con ese llamado, disminuyeron. De 179.112 (2,50%) en la primera vuelta bajaron a 154.314 (2,16%), en la segunda vuelta. Otro tanto ocurrió con los votos en blanco: 83.859 (1,17%) en la primera,  disminuyeron a 47.708 (0,66%) en la segunda.

Una vez más, los votos conscientes de la Izquierda rechazaron lo que Lenin  bautizó como “izquierdismo”, la enfermedad infantil, que tiene como base social la pequeña burguesía.

Tanto en el XXIII Congreso Nacional, como en otros eventos del PC, se valoró muy positivamente la decisión del Comité Central para la segunda vuelta.

Los “porfiados hechos” dieron la razón al Pleno.

La sabia decisión de ese Pleno del 26 de diciembre de 2005 abrió un nuevo momento en la política de alianzas del Partido Comunista de Chile. Permitió que, en base a un acuerdo entre el Juntos Podemos y la Concertación,  el 13 de diciembre de 2009 tres comunistas, a pesar de la vigencia de la ley maldita del binominalismo, hayan podido ser elegidos diputados.

Y algo más. Suponemos que, después que nuestro pueblo ha sufrido las penurias del gobierno de Piñera y los herederos de Pinochet, aquellos que objetaron y condenaron la justa posición comunista, en la segunda vuelta presidencial de enero de 2006, se habrán hecho una autocrítica por su actitud sectaria y poco visionaria.

Por último, , no es aventurado pensar que en la justa decisión del XIII pleno del Comité Central del Partido Comunista, haya pesado la consecuente posición de clase de la mayoría de los  militantes y simpatizantes comunistas en la segunda vuelta del año 2000.

El 11 de marzo se inició el Gobierno de Michelle Bachelet