Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
“…La lucha interna da al Partido
fuerza y vitalidad;
la prueba más
grande de
la debilidad de un partido
es la
amorfía y la usencia de fronteras
bien
delimitadas: el partido se fortalece
depurándose…”
(De una carta de
Lassalle a Marx, de
24 de junio de 1852.
Lenin: Epígrafe de “¿Qué hacer?”)
No es casual que Lenin colocara este epígrafe a una de sus más
importantes obras. Lo hizo para subrayar la existencia de la lucha ideológica
al interior del partido y su enorme importancia.
La compañera Gladys Marín señaló en
parte de su intervención en el XIX Congreso Nacional (designado equivocadamente
con “XV”), que se realizó en San Sebastián, en mayo de 1989:
“El Partido será siempre de los que se atreven, de los que desafían, de
los que desordenan... Ha existido un método, un sistema al interior nuestro, de
discusión formal, de temores, de administrar la vida partidaria, de resolver
unos pocos... La unidad del Partido: ¿De qué unidad hablamos? ¿De la unidad
producto de una discusión franca, abierta, valiente, de la unidad que surge de
la confrontación, del choque de ideas? Sí, ¡esa es la unidad! Y ella exige un pensamiento y un accionar
activos. La unidad no es el acatamiento formal que comprime el pensamiento, que
ahoga, que aprisiona... Es que se llegó
a negar las contradicciones que existían al interior del Partido, o sea, se
llegó a negar la fuente de su desarrollo, la dialéctica del Partido”.[1]
Lo afirmado por la compañera Gladys Marín en 1989 tiene plena vigencia
actual. Pero hay quienes trabajaron
junto a ella y la mencionan constantemente, que “excomulgan”, que le niegan El
Siglo y la radio, a los que se
atreven, y que intentan impedir, en la
práctica, la existencia de la lucha
ideológica en el interior del Partido.
Es natural que exista la lucha de ideas dentro del Partido
revolucionario. Ello responde a lo científico, a la ciencia de la dialéctica,
más concretamente a la Ley de la Unidad y Lucha de contrarios.
La ley de la unidad y lucha de
contrarios es la médula y esencia de la dialéctica materialista. Por oposición
a la metafísica, la dialéctica parte del criterio de que las cosas y los
fenómenos de la Naturaleza y de la Sociedad humana llevan implícitas contradicciones
internas, que son la fuente del proceso de desarrollo.
En la Naturaleza siempre hay algo
que nace y se desarrolla, y algo que muere y caduca. La lucha entre lo viejo y
lo nuevo, entre lo que muere y lo que nace, entre lo caduco y lo que se
desarrolla, constituye la ley del proceso de evolución. Lenin llamaba a esta
ley la médula de la dialéctica, puesto que descubre la fuente del
automovimiento y del desarrollo de la materia, y puesto que estudiando los
aspectos contradictorios de los objetos, las tendencias de desarrollo de esas
contradicciones, conocemos los fenómenos en su nacimiento, evolución y muerte.
La unidad de los aspectos contrapuestos no es una unidad inmóvil, sino sujeta a
una lucha interna. Lenin señaló, que la unidad de los contrarios es una unidad
condicional, temporal, relativa, y la lucha entre ellos, absoluta, como
absoluto es el desarrollo, el movimiento. La unidad de los contrarios es al
mismo tiempo su conexión interna, su penetración y su exclusión reciprocas, la
negación mutua, la lucha. Los contrarios se excluyen y se penetran mutuamente
en un solo y mismo tiempo.
“Ambos polos de cualquier
contraposición –lo positivo y lo negativo– son tan inseparables uno del otro
como contrapuestos, y... no obstante todo su carácter
contrapuesto, se penetran mutuamente” (Engels).
El proletariado y la burguesía son
generados por el modo capitalista de producción, en cuyos marcos están a tal
extremo relacionados entre sí que sin alguna de estas clases no es posible el
modo capitalista de producción; pero a la vez se excluyen uno al otro, llevan
una lucha intransigente. Un importante aspecto de esa lucha es la confrontación
ideológica.
(Continuará)
[1] Ediciones El Siglo S.A.: “Intervenciones de delegados al XV Congreso
Nacional del Partido Comunista de Chile realizado en Mayo de 1989”, Santiago,
enero de 1990, páginas 3, 4 y 5
Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Los comunistas
chilenos no vivimos en una burbuja. Vivimos, laboramos y luchamos en el seno de
una sociedad capitalista.
El capitalismo es
un modo de producción (una manera de producir lo que la sociedad necesita) que
se caracteriza básicamente:
1.
porque los medios de producción (fábrica, talleres,
empresas) están en manos de los capitalistas, burguesía, patrones;
2. porque la inmensa mayoría de la población es desposeída (no
posee medios de producción) y para poder sobrevivir debe vender su fuerza de
trabajo, por la que recibe un sueldo o salario;
3. porque las relaciones de producción entre capitalistas y
trabajadores son de explotación.
4.
porque las clases fundamentales son la burguesía y la clase
trabajadora.
CLASES.
LUCHA DE CLASES
Lenin, en su artículo “Una
gran iniciativa” definió el concepto de
clases sociales.
Señaló: “Llamamos clases a
los grandes grupos de personas que se diferencian por el lugar que ocupan en un
sistema de producción social históricamente determinado, por su relación (en la
mayoría de los casos legalmente refrendada) respecto de los medios de
producción, por su papel en la organización
social del trabajo y, por consiguiente, por el modo de obtención y el volumen
de la parte de riqueza social de que disponen. Las clases son grupos de hombres
de los que uno puede apropiarse el trabajo del otro gracias a los diferentes
lugares que ocupan en un determinado sistema de economía social”.
En el “Manifiesto del
Partido Comunista”, escrito por Marx y Engels, y publicado por primera vez en Londres con fecha 24 de febrero de 1848, se dice:
“La historia de todas las
sociedades hasta nuestros días es la
historia de las luchas de clases”.
En el primer programa
del Partido Comunista de Chile,
redactado por Luis Emilio Recabarren en 1912, se sostiene: “Las clases existen.
Son un hecho. Desde que existen clases, existe lucha entre ellas”.
LA MODERNA LUCHA DE CLASES.
Es la que tiene lugar durante el capitalismo, es
decir, la lucha entre obreros y
burguesía. En ella los trabajadores combaten a sus enemigos de clase a
través de tres aspectos.
1.- La
lucha económica. Ésta la
libran los trabajadores para alcanzar objetivos socio-económicos:
mejores salarios, jornadas más cortas, seguridad laboral, vacaciones, etc. En esta lucha los
trabajadores deben contar con una herramienta: el Sindicato clasista. La lucha económica no resuelve los problemas
de fondo de los trabajadores, pero los
educa en la necesidad de la unidad, la organización y la movilización.
2.- La lucha ideológica. Es la confrontación de las ideas revolucionarias
con las ideas de la burguesía y que permite derrotar las posiciones
reaccionarias en las cabezas de los trabajadores, crear la conciencia de
clase en ellos.
Y para eso la educación, cosa
que comprendió muy bien Recabarren, es fundamental. En esta tarea, contamos con un instrumento
formidable: el marxismo-leninismo.
3.- La lucha política. Sólo a través
de ella, los trabajadores podrán
romper sus cadenas, pues tiene por
objetivo la toma del poder por los
desposeídos. Para lograr el triunfo final,
los trabajadores necesitan de un instrumento imprescindible: el Partido
revolucionario.
LENIN: LA IDEOLOGÍA BURGUESA
Lenin señaló. “La clase obrera
tiende al socialismo de manera espontánea; pero la ideología burguesa, la más
difundida (y resucitada sin cesar en las formas más diversas), es, sin embargo,
la que más se impone espontáneamente a los obreros”.
(Lenin: ¿Qué Hacer?, Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 149)
LENIN: IDEOLOGÍA BURGUESA O IDEOLOGÍA
SOCIALISTA
“Puesto que ni hablar se puede de una ideología independiente elaborada
por las propias masas obreras en el
curso mismo de su movimiento, el problema se plantea solamente así: ideología burguesa o ideología socialista. No hay
término medio (pues la humanidad no ha elaborado ninguna “tercera” ideología;
además, en general, en la sociedad desgarrada por las contradicciones de clase
nunca puede existir una ideología al margen de las clases ni por encima de las
clases). Por eso, todo lo que sea
rebajar la ideología socialista, todo lo que sea separarse de ella significa fortalecer la ideología burguesa” (Lenin: “¿Qué hacer?” Obras Escogidas en tres tomos, Tomo Primero,
página 147)
NO VIVIMOS EN UNA BURBUJA
Los comunistas, lo dijimos al iniciar este capítulo, no vivimos en una
burbuja, sino en el seno de la sociedad capitalista. Y recibimos, como les
ocurre a todos los trabajadores, el cotidiano asedio de la ideología
burguesa.
(Continuará)
LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO
(III)
Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
El militante comunista, al igual que el resto de los trabajadores,
recibe la cotidiana avalancha ideológica
de la burguesía. Pero tiene una enorme ventaja: es miembro de un Partido que
tiene una ideología científica, el marxismo-leninismo para interpretar y
estudiar la realidad, y que cuenta con
un método acertado para actuar.
Por ello, aquellos compañeros que militan activamente en una célula (que
se rige por los métodos leninistas de organización y funcionamiento), que
participan en la lucha social y que, por
sobre todo y fundamentalmente, estudian consecuentemente el marxismo-
leninismo, logran escapar de caer bajo la influencia de la ideología burguesa.
Pero otros camaradas que no actúan así y
son influidos por la ideología burguesa y también por la ideología pequeña burguesa.
¿CUÁL ES LA CAUSA DE LA NECESIDAD DE LA
LUCHA INTERNA?
Esta coexistencia en el seno del Partido de distintos formas de
interpretar la realidad y de abordarla,
impide que éste juegue correctamente el rol de vanguardia en la lucha de
clases. Ello hace necesaria y perentoria la lucha ideológica en el seno del
Partido.
Sólo de esa lucha puede salir la justa interpretación de los hechos, la
más adecuada forma de abordarlos y resolverlos positivamente. Sólo una adecuada
lucha interna puede conducir a una consciente unidad de acción.
Esa lucha ideológica aparece como la confrontación entre lo nuevo y lo viejo.
El concepto marxista de nuevo, no es lo último ni lo de moda, sino lo más avanzado. Y lo viejo no es lo más
antiguo, sino lo más reaccionario.
¿QUIENES
REPRESENTAN LO NUEVO EN LA LUCHA IDEOLÓGICA INTERNA DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO?
Lo nuevo es defender a ultranza el estudio y la aplicación
de la teoría científica cuya base echaron Marx, Engels y Lenin. Ser
auténticamente revolucionarios.
Lo nuevo es defender los principios y la herencia de Luis
Emilio Recabarren. No olvidar jamás que
somos el partido de los trabajadores.
Lo nuevo es
ser intransigente defensor de los métodos leninistas de organización y
funcionamiento del Partido. Dedicarse a
tener una fuerte organización.
Con eficientes órganos desde el Comité Central a la célula.
Aplicar correctamente el centralismo-democrático, respetando la
democracia interna y no cayendo en el
autoritarismo.
Aplicar el principio de la Dirección Colectiva, sin personalismo ni
claudillismo.
Utilizar la crítica fraternal y constructiva y la autocrítica sincera.
Llevar a cabo el control revolucionario, control que es una forma de
educación.
Lo nuevo es tener esencial preocupación por el correcto funcionamiento
de las células, para que cumplan su rol de ser escuela de educación comunista y
motor del frente de masas en que actúa.
Es vigilar que todo dirigente
milite activamente en una célula, teniendo en cuenta que la calidad de
militante la otorga el militar en una célula y que sin ser militante,
naturalmente, no se puede ser dirigente.
Lo nuevo es contribuir a que existan fraternales relaciones comunistas,
que el humanismo esté presente en cada acto. No caer en el individualismo ni en
el egoísmo. Emular fraternalmente.
Lo nuevo es estudiar el marxismo-leninismo, la historia de la humanidad, de Chile, del Partido, según el
materialismo histórico.
Lo nuevo es velar por mantener viva la memoria popular. Recordar y
honrar a los revolucionarios que dedicaron la vida entera y, muchas veces, la muerte en aras de los principios del
comunismo.
Tener presente que el Partido nació hace 106 años. En base a esos
estudios mantener siempre el optimismo histórico: el triunfo pertenece a los
comunistas, a todo el pueblo.
¿QUIENES REPRESENTAN LO VIEJO?
Representan lo viejo los incapaces de aplicar al marxismo-leninismo en
la lucha de clases. Los que caen en voluntarismo, en la apatía.
Son los que por acción u omisión dejan de lado las normas leninistas de
organización y funcionamiento. Los que reemplazan el concepto de militante de
Lenin (aceptar el programa del Partido,
cotizar y militar en una célula) por el de Martov.
Representan lo viejo los que pretenden dejar lados los principios
leninistas de organización, como lo hicieron los que redactaron la Convocatoria
al XXV Congreso Nacional del Partido.
Los que pasan a llevar las normas leninistas de funcionamiento, como lo
hizo la bancada de diputados comunistas
el jueves 26 de noviembre de 2015 al votar cada uno por su cuenta el tema del
reajuste salarial del sector público. Bancada en que estaban el Presidente y
Secretario General del Partido, quienes agravaron su responsabilidad, al
intentar justificar ese antileninista procedimiento a través de las ondas Radio
Nuevo Mundo.
Representan lo viejo los dirigentes incapaces de estimular las
iniciativas creadoras de las células u otros órganos partidarios. Los que dar
instructivos u órdenes en vez de convencer.
Representan lo viejo los que son incapaces de mantener apareciendo “El
Siglo” de papel, traicionando la gloriosa herencia de Recabarren.
Representan lo viejo los pesimistas, los individualistas, los engreídos,
los dirigentes sin audacia ni iniciativa, los que no se atreven.
LA NECESARIA LUCHA
IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (IV)
Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
En los 106 años de Historia del
Partido Comunista de Chile miles y miles de compañeros han impulsado lo nuevo.
Fueron sencillos militantes,
especialmente proletarios (yo conocí en Llo-Lleo, cuando ingresaba a las
Juventudes Comunistas hacia fines de los años 40 del siglo XX, a un viejo
obrero de la construcción que, teniendo
poca educación formal, mostraba una admirable claridad política. Se llamaba Pío
Bustos). También han aportado en la lucha contra lo viejo dentro del Partido
esclarecidos dirigentes. Uno de ellos fue Luis Emilio Recabarren.
Entre sus relevantes y positivos
ejemplos tenemos su tenacidad en estudiar. Había nacido el 6 de julio de 1876 en Valparaíso en el Cerro Playa Ancha. Estudió cuatro años
en una escuela primaria de ese puerto. Su familia se trasladó a Santiago. En la
capital, a la edad de 14 años, comenzó a trabajar como obrero en una imprenta.
Pronto aprendió el oficio de tipógrafo. A
pesar de ser duramente explotado, con largas jornadas, bajos salarios,
agotadoras labores, tuvo la fuerza y la responsabilidad de leer, de estudiar.
Fue un autodidacta que, capacitándose por su cuenta, se transformó en uno de
los grandes intelectuales que ha tenido
nuestro país.
Pero, más importante que eso,
¡puso sus conocimientos al servicio de sus hermanos de clase, los trabajadores!
Recabarren impulsó al Partido Comunista desde su fundación, el 4 de junio
de 1912, a la educación de las masas. En 1912,
por ejemplo, lleva adelante una importante labor de educación política en
Tarapacá. Las conferencias efectuadas “pasan de 60, con unos 20 oradores. Temas: explicación de la doctrina socialista,
medios de lucha, organización obrera, cooperativas, crítica, anticlericalismo,
antimilitarismo. Entre los oradores de
que dispone la organización obrera se cuenta una niña de 14 años, Rebeca
Barnes, y una joven de 22 M. Teresa
Flores... Las conferencias, la prensa y
los folletos van produciendo buenos resultados en la formación de la
conciencia”. (Luis Emilio Recabarren: “Informe a la Internacional
Comunista”, publicado en “El Despertar de los Trabajadores”. Iquique,18 de
febrero de 1913).
Recabarren dio importancia a todos los medios para educar, para librar
la lucha ideológica, fundó 11 periódicos y escribió en 50; utilizó el teatro,
las conferencias, las canciones de moda, las conversaciones personales. Fue el
más grande educador de masas de la historia de Chile.
Recabarren practicó la democracia interna del Partido. Ello lo demostró
en la primera crisis sufrida por el
Partido.
Los días 18 y 19 de septiembre de 1924 tuvo
lugar, en Viña del Mar, el Sexto
Congreso del Partido Comunista de Chile. Un grupo fraccional, que actuaba
en el Partido en Santiago, logró una precaria mayoría en la Sección de la
capital, eligiendo sus delegados al Sexto Congreso. Ya en el desarrollo del
evento, en un golpe de audacia y, aprovechándose que los delegados de las otras
17 secciones del país no conocían su proceder, quedaron en mayoría al elegirse
el Comité Ejecutivo Nacional.
Esto provocó la
primera crisis al interior del Partido. Para superarla, Recabarren, fiel a su
espíritu democrático, planteó superar la crisis a través de la elección de un nuevo Comité Ejecutivo Nacional, a
través de una votación directa en que participaran todos los militantes.
La votación se llevó a cabo el 13 de diciembre
de 1924. Fueron elegidos siete probados revolucionarios. Uno de ellos fue
Recabarren. Pero él nunca lo supo, pues se suicidó el viernes 19 de diciembre
de 1924, antes de conocerse los resultados de esa votación.
Carlos
Contreras Labarca, que fue Secretario General del Partido entre 1931-1946,
rompiendo todo tipo de sectarismos logró ganar primero al Partido y luego a las
fuerzas de izquierdas para construir el Frente Popular en Chile en 1936. Fue
una acción en que imperó lo nuevo.
Ricardo
Fonseca Aguayo (Secretario General del Partido entre 1946 y 1949), durante los
duros momentos de la persecución del traidor González Videla, se opuso a la
posición sectaria de Luis Reinoso, y ganó al Partido para participar en las
elecciones parlamentarias de 1949. Planteó la justa posición que “la abstención no es política de los
comunistas”. Fue un enorme aporte a lo
nuevo.
Con
ocasión de realizarse el 16 de enero del
2000 la segunda vuelta o balotaje de las elecciones presidenciales de 1999, la
mayoría de los miembros del Comité Central, en el VII Pleno de la Dirección
Nacional, efectuado el sábado 18 de diciembre de 1999, llamó a NO votar por
Ricardo Lagos, candidato de la Concertación. Fue esa una acción en que primó la
ideología burguesa, lo viejo. Sin embargo, la mayoría de los militantes y simpatizantes
comunistas (tomando partido por lo nuevo) entregaron su voto en la segunda
vuelta al candidato de la Concertación, lo que fue decisivo en la derrota del abanderado de la
derecha, Joaquín Lavín. Fue en esa ocasión donde se dio la lucha entre lo nuevo
y lo viejo. Y la militancia comunista mostrando su conciencia de clase impuso
lo nuevo.
(Continúa)
LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO
(V)
Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Lo nuevo dentro del Partido revolucionario es la defensa
intransigente del marxismo-leninismo.
He llegado a la convicción que en las filas del Partido existen
dirigentes que, por acción u omisión, contribuyen a deteriorar la organización
y funcionamiento de nuestra colectividad
según las normas leninistas.
CONTINUOS Y PELIGROSOS
ANUNCIOS DE “FLEXIBILIZACIÓN” DE LA COMISIÓN NACIONAL DE ORGANIZACIÓN
En la Hoja Informativa Nº 630, correspondiente a Octubre de 2015, de la
Comisión Nacional de Organización, se plantearon conceptos sobre la
organización del Partido que son preocupantes.
Allí se dice: “Las formas orgánicas para incorporar a este
contingente deben ser las adecuadas a
sus niveles de conciencia” En otra parte se sostiene: “Hay que cambiar todo lo
que se necesita para dar paso a formas orgánicas que, efectivamente, den
prioridad a estos ámbitos de la lucha política e ideológica”.
Hoy, como entonces, lo preocupante
es que sea la propia Comisión Nacional de Organización del Partido que
-en vez de examinar autocríticamente las deficiencias orgánicas existentes en
el Partido, en donde observamos un abandono cada vez mayor de los métodos
leninistas de organización y
funcionamiento- plantea
cuestiones que pueden ser consideradas una ratificación del proceso de
alejamiento de los principios leninistas.
En 2015, por ejemplo: al referirse al trabajo orgánico del Partido se
dijo que “hay que cambiar todo lo que se necesite, para dar paso a
formas orgánicas que, efectivamente, den prioridad a estos ámbitos de la lucha
política e ideológica”.
¿Qué límites tiene “todo lo que se necesite”?
Nos preguntamos, ¿acaso los miembros de la Comisión Nacional de
Organización no consideran adecuadas para llevar adelante las tareas que
tenemos las formas orgánicas
leninistas? ¿Acaso puede haber,
por ejemplo, un mejor medio que una buena célula para la lucha política e
ideológica? El asunto está en que muchas
células no funcionan de acuerdo a las normas leninistas. Y en ello la Comisión
Nacional de Organización tiene la principal responsabilidad. Otro tanto ocurre
con la mayoría de las Direcciones Regionales y Comunales.
¡Y LOS MISMOS CONCEPTOS
APARECIERON EN LA CONVOCATORIA AL XXV CONGRESO NACIONAL!
En la “Convocatoria al XXV Congreso Nacional Partido Comunista de
Chile”, página 15, debajo del subtítulo ‘El necesario crecimiento del Partido’.
Se dice:
“Se trata de un crecimiento cuantitativo, ojalá en el menor tiempo
posible, en el espesor del seno de las masas, tal como realmente son, reduciendo
al máximo las “exigencias” para su adhesión, militancia y compromiso
partidario”.
Este párrafo es muy confuso. Se habla de reducir al máximo las
‘exigencias’ para la adhesión, militancia y compromiso partidario. Adhesión no es lo mismo que militancia.
Desde luego, el militante se forma en el Partido, fundamentalmente en su
célula, que debe ser una escuela de educación comunista.
Más adelante se dice en la Convocatoria, siempre en página 15, “No
tenemos otra opción. Las formas orgánicas para incorporar a este contingente
deben ser las adecuadas a sus niveles de conciencia. No hay otra
‘exigencia’ ante quienes dan el paso de incorporarse a esta bella tarea, pero
también es compleja y difícil”.
En la segunda columna de la página 16 se puede leer:
“El Partido debe reordenar sus formas de trabajo político para dar
prioridad a estos aspectos de la realización de su política. Esto
necesariamente se debe reflejar en el trabajo orgánico del Partido, en todos
sus niveles. Hay que cambiar todo lo que se necesite, para dar paso a formas
orgánicas que, efectivamente, den prioridad a estos ámbitos de la lucha
política e ideológica”.
¿CONTINUAR ABANDONANDO EL
LENINISMO?
Queridos compañeros, me he permitido subrayar algunas frases. No se
necesita ser un gran teórico para concluir que lo que plantea, tanto la
Comisión Nacional de Organización y la Convocatoria al XXV Congreso Nacional
-que representa la posición del Comité
Central o de la mayoría de éste- es realizar cambios orgánicos. Es decir,
seguir con el paulatino abandono de los métodos leninistas.
¡INTENTAN SACARSE EL PILLO!
En el
XXV Congreso Comunal de Ñuñoa, la compañera que saludó ese evento en
nombre del Comité Central, enfatizó que no se había ni siquiera pensado en
abandonar los métodos leninistas.
En la Comisión en que trabajé compañeros afines a la Dirección saliente
y uno del Comité Regional, desviaron la discusión hacia el reclutamiento, a
quienes admitir en el Partido, etc.,
eludiendo discutir lo que realmente se plantea en la Convocatoria.
NO LO PUEDEN BORRAR CON EL CODO
Tampoco pueden decir: “aquí no pasó nada. No hubo ni siquiera una
intención de cambiar nada”. Porque ahí está lo escrito en las páginas 15 y 16
de la Convocatoria. ¿Fue un gol que pasó la tendencia antileninista que, sin
duda existe, y tiene uno de sus nidos en la Comisión Nacional de Organización?
¿O es la posición del Comité Central que quiso pasar de contrabando esas
posiciones antileninistas?
Esta actitud de tirar la piedra y esconder la mano es ya una posición
antileninista.
Lenin escribió: “La actitud de un partido político ante sus errores es
uno de los criterios más importantes y más seguros para juzgar la seriedad de
ese partido y del cumplimiento efectivo de sus deberes para con su clase y para con las masas
trabajadoras.
“Reconocer abiertamente un error, poner al desnudo las causas, analizar
la situación que lo ha engendrado y discutir atentamente los medios de
corregirlo; eso es lo que caracteriza a un partido serio; en eso consiste el
cumplimiento de sus deberes; eso es educar e instruir a la clase y, después, a
las masas”. (Lenin: “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el
comunismo”. Obras Escogidas en tres tomos. T. III, p. 382)
NO ES LA PRIMERA VEZ
Ha habido (y existen)
diversos intentos por “flexibilizar” a Lenin. Por ejemplo, en una entrevista
publicada en “El Siglo” en su edición de la semana del 8 al 13 de abril de
1995, Oscar Azócar, entonces Encargado de Nacional de Organización, señaló: “En
el Pleno vimos que era fundamental desarrollar métodos de trabajo más flexibles
para incorporar a otros compañeros. Lo fundamental para medir al militante, es
que trabaje con las orientaciones del Partido, que contribuya en forma concreta
para ponerlas en práctica. Lo más importante es la actividad que cada militante
desarrolla, y la célula tiene que ser
capaz de llegar hasta estos compañeros”. Y
¡atención! agregaba más adelante: “Buscar otras formas, además de la
célula, para incorporarse a la actividad”.
He subrayado esa frase
porque en 1995 fueron más explícitos que ahora los que promueven las ideas de
superar la organización y métodos leninistas.
La práctica mostró que hubo
“flexibilización” de los métodos leninistas de organización y funcionamiento
partidario, pero la organización y funcionamiento del Partido es deficiente.
VOLVER
A ESTUDIAR A LENIN
Cuando
aparecen intentos directos o disimulados por pasarse a llevar los métodos
leninistas, es bueno volver a estudiar a Lenin, quien puso las bases para el
funcionamiento y organización del partido revolucionario moderno. En el tomo 3
de las Obras Escogidas de Lenin en tres tomos, encontramos su obra “Un paso
adelante, dos pasos atrás (una crisis en nuestro Partido)”, escrita en
febrero-mayo de 1904.
¿ES POSIBLE
RECUPERAR PLENAMENTE EL LENINISMO DENTRO
DEL PARTIDO?
Ésta es la pregunta que nos hacemos muchos comunistas.
¿Cuál debe ser el camino para lograrlo?
¡Seguir el ejemplo de
Luis Emilio Recabarren: recurrir a las bases del Partido!
Lenin en su obra “La socialdemocracia
y las elecciones a la Duma”,
escribió:
“Todos los asuntos del Partido deben ser manejados –directamente o por
medio de representantes- por todos los miembros del Partido en un plano de
igualdad de derechos, sin excepción”. (Lenin: Obras Completas, tomo 14, p. 253; citado por Otto Kussiner y otros en “Comunismo
Científico. Diccionario”, Editorial Progreso, Moscú, 1981, p. 122)
LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO
(VI)
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Una vez más, desde la Comisión
Nacional de Organización asoma, como ocurrió en vísperas del XXV Congreso
Nacional, la cabeza de una tendencia o
fracción antileninista, típicamente burguesa, representante de lo viejo.
Por eso saludamos la actitud leninista,
representando lo nuevo, del compañero
Leo Fonseca, quien junto con enviar la Hoja Informativa 730, del jueves 7 de
junio de 2018, escribió lo siguiente:
“Estimados compañeros: Adjunto
como de costumbre la Hoja Informativa de la Comisión de Organización: En la
editorial de dicha hoja donde se hace homenaje a nuestro Partido en sus 106
años, hay un párrafo que llama la atención: “Y el Partido fundado por obreros
del salitre hace 106 años sigue construyéndose, adoptando las estructuras orgánicas más adecuadas para
enfrentar cada etapa” .
Esto se puede entender de varias
maneras, como una real necesidad de organizar mejor el partido para mejorar la
correa de trasmisión que es Organización o cambiar, unificar orgánicas,
fusionar regionales, etc. de acuerdo a las necesidades de la etapa que se vive,
lo cual me parece correcto. Pero otra cosa es cambiar la estructura leninista
para, en la función de crecer, se transformen las células, que constituyen el motor del partido, en asambleas o
logias abiertas donde no se obligue a los militantes a pertenecer a un
organismo partidario, cumplir con los acuerdos del mismo y financiar al partido
como está establecido en nuestros estatutos y declaraciones de principios.
Muchos partidos comunistas
importantes como el italiano y otros, se “aggiornaron” y pasaron a una
estructura de asambleas muy grandes que a la larga no fueron capaces de
enfrentar los cataclismos y desaparecieron.
Espero que quienes redactaron la
editorial no piensen terminar con la
estructura leninista del Partido”.
Coincido plenamente con lo
expuesto por el compañero Fonseca. Con una diferencia: yo pienso que los que
están detrás de ese editorial están por lo viejo, por seguir alejando al
Partido de las normas leninistas. Vuelen por antileninistas andadas como lo hicieron en el
2015.
Por lo cual, tal como lo hicimos
en vísperas del XXV Congreso Nacional hay que salirles al paso. Levantar las
banderas de lo nuevo, que en cuanto a formas de organización y funcionamiento
del Partido, son las normas leninistas.
Esperamos que esta vez, a
diferencia de lo ocurrido en el XXV Congreso, el Comité Central, salga a tiempo
con su opinión al respecto. Recordemos que en la Convocatoria a ese Congreso se
repitieron los mismos conceptos antileninistas antes expresados por la Comisión
de Organización. Luego sólo se dedicaron a explicar que no se decía en la
Convocatoria lo que cualquier persona podía leer.
Y sería bueno que quienes
concuerdan con estos conceptos antileninistas dieran la cara, para no votar por ellos en la
próxima elección del nuevo Comité Central, en que participaremos todos los
militantes comunistas.
Este muy reciente hecho de la
Hoja Informativa 730, del jueves 7 de junio de 2018, nos muestra que la lucha
ideológica en nuestro Partido no es cosa del pasado, sino por el contrario y,
aún más importante que ayer, lo es del
presente. Y en esta lucha no se puede ser neutral ni buscar una tercera
posición. O se está por lo nuevo o se arrima a lo viejo.
Reiteramos lo dicho por Lenin:
“El problema se plantea solamente así: ideología burguesa o ideología
socialista. No hay término medio (pues la humanidad no ha elaborado ninguna
“tercera” ideología; además, en general, en la sociedad desgarrada por las
contradicciones de clase nunca puede existir una ideología al margen de las
clases ni por encima de las clases). Por eso,
todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea separarse de ella significa fortalecer la ideología
burguesa” (Lenin: “¿Qué hacer?” Obras Escogidas en tres tomos, Tomo Primero,
página 147)
Y volvemos a insistir: la
ideología marxista representa lo nuevo; la burguesa, lo viejo.
LA NECESARIA LUCHA
IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (VII)
Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Para librar la lucha ideológica en
el Partido revolucionario es imprescindible tener los conocimientos necesarios
del marxismo-leninismo. Leer, estudiar. Organizar el estudio colectivo y
estimular y controlar el estudio personal.
Por ello hay que recurrir a las obras de Marx, Engels y Lenin. En
cuanto a la organización y funcionamiento del Partido debemos estudiar a quien
creó las bases del partido revolucionario moderno: Lenin. Sólo así podremos
detectar qué es lo nuevo y lo viejo en esos temas.
LENIN
Y LA ORGANIZACIÓN DEL PARTIDO
Lenin en su obra
“Un paso adelante, dos pasos atrás” señala: “…Expreso de un modo
perfectamente claro y preciso mi deseo, mi exigencia de que el partido, como
destacamento de vanguardia de la clase, esté lo más organizado posible y
sólo acoja en su seno a aquellos elementos que admitan un mínimo de
organización”. (Los subrayados son de Lenin.
Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, páginas 316-317)
Sobre el mismo tema agrega Lenin: “Para ser de verdad
intérprete consciente, el Partido debe saber establecer unas relaciones de
organización que aseguren determinado nivel de conciencia y eleven
sistemáticamente este nivel… Ya que nos hemos agrupado en un partido para una
trabajo metódico, debemos preocuparnos de asegurar que sea metódico” (Lenin:
“Un paso adelante, dos pasos atrás” Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I,
páginas 342 y 343)
Lenin advierte: “El retraso de la organización del
trabajo, en comparación con su contenido, es nuestro punto flaco… El estado
rudimentario y efímero de la forma no permite seguir haciendo progresos serios
en el desarrollo del contenido, provoca una estancamiento vergonzoso, lleva a
malgastar las fuerzas y hace que los actos no correspondan a las palabras”.
(Lenin: “Un paso adelante, dos pasos atrás” Obras Escogidas en tres tomos. Tomo
I, página 431)
Lenin subraya: “Las unidad en cuestiones de Programa y
en cuestiones de táctica es una condición indispensable, pero aún insuficiente
para la unificación del partido, para la centralización del trabajo del
partido. Para esto último es necesaria,
además, la unidad de organización, inconcebible en un partido que salga, por
poco que sea, de los límites de un círculo de familia, sin Estatutos aprobados,
sin subordinación de la minoría a la mayoría, si subordinación de la parte al
todo” (Lenin: “Un paso adelante, dos pasos atrás” Obras Escogidas en tres
tomos. Tomo I, páginas 440-441)
Lenin, siempre en su obra “Un paso adelante, dos pasos
atrás” señala: “Ridiculización de la disciplina, autonomismo, anarquismo, tal
es la escalera por la que ora baja ora sube nuestro oportunismo en materia de
organización, saltando de peldaño en peldaño y evitando hábilmente toda
definición precisa de sus principios” (Tomo I, página 457)
LA
VIEJA POLÉMICA SOBRE EL MILITANTE
En la ya citada obra “Un paso adelante, dos pasos atrás”, uno de los
tesoros del marxismo-leninismo, se refiere Lenin a los hechos ocurridos en el
II Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) realizado del
17 (30) de julio al 10 (23) de agosto de 1903 y reunido primero en Bruselas y
después en Londres. Este Congreso aprobó un Programa revolucionario y los
Estatutos elaborados por Lenin, con la sola excepción del punto o artículo primero, en que los oportunistas en
cuestiones de organización lograron que se aprobara el proyecto formulado por
Martov.
El punto uno de
Martov señalaba: “se considerará perteneciente al Partido Obrero
Socialdemócrata de Rusia a todo el que, aceptando su Programa, trabaje
activamente para llevar a la práctica sus tareas bajo el control y dirección de
los órganos(¡sic!) del partido”. (Lenin: “Un paso adelante, dos pasos
atrás”, Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página
306)
Comenta Lenin:
“La idea del artículo primero de Martov sólo aparece al plantearse la cuestión
de si pueden los órganos del partido llevar a la práctica su dirección respecto
a aquellos miembros del mismo que no forman parte de ninguna de las
organizaciones del partido”. (Tomo I, página 306)
La proposición
del artículo primero de Lenin (que fue aprobado después en el III Congreso del
POSDR realizado en 1905) señala: “Se considerará miembro del Partido todo el
que acepte su Programa y apoye al Partido tanto con recursos materiales, como
con su participación personal en una de las organizaciones del mismo” (Tomo I,
página 316)
Refiriéndose
siempre al artículo primero de los Estatutos, Lenin escribió en la obra ya
citada: “Cuanto más fuertes sean nuestras organizaciones del Partido,
integradas por socialdemócratas efectivos, cuanto menos vacilación e inconstancia haya dentro del
Partido, tanto más amplia y polifacética, tanto más rica y fructuosa será
influencia del Partido en los elementos de las masas obreras que lo
rodean y que él dirige. Porque, en verdad, no se puede confundir al Partido
como destacamento de vanguardia de la clase obrera con toda la clase” (Lenin: “Un paso adelante, dos pasos
atrás” Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, páginas 318- 319. Los subrayados son de Lenin).
EN ÑUÑOA NOS IMPUSIERON EL MARTOVISMO EN
2012
Un ejemplo de la
deformación de las normas de funcionamiento y organización leninista fue lo
ocurrido, a partir del mes de julio de 2012 en Ñuñoa.
El Comité Comunal
Ñuñoa del Partido Comunista convocó a las doce células que funcionaban a esa
fecha (6 de junio de 2012): las que se reunían, sus militantes pagaban
cotizaciones y realizaban las tareas planteadas por la Dirección Comunal, el
Comité Regional Jorge Muñoz y del Comité Central. Acordó como plazo máximo para
ponerse al día hasta mayo, condición para participar en la Conferencia, el 10
de junio de 2012.
El
Comité Regional Capital impuso la
orden de “flexibilizar” el Reglamento de la Conferencia,
pasando a llevar los Estatutos del
Partido y los principios leninistas-
para permitir la incorporación a la Conferencia de cuatro “células” que
no funcionaban, que no tenían militantes reales.
El martes 26 de junio el Secretariado hizo un
balance de lo acontecido en la preparación para la Conferencia y, ante la posición del Comité
Regional Capital de pasar a llevar el Reglamento aprobado por toda la Dirección
Comunal, el peligro que se cernía de una posible división
del Partido en Ñuñoa y defendiendo las normas leninistas, decidió presentar su
renuncia al Comité Central con copia al CR.
Al conocerse la decisión del Secretariado Comunal, otros cinco
dirigentes de la Dirección presentaron su renuncia en notas dirigidas al Comité
Central.
O sea, sólo quedaban 4 de
los 13 miembros de la Dirección Comunal Ñuñoa.
ARBITRARIA INTERVENCIÓN POR UN
COMITÉ REGIONAL
El compañero Manuel
Hernández, SP del CRC, intervino el Comunal.
Al CC y al CRC sólo les preocupó realizar lo más pronto posible la
Conferencia, aunque se violara
Reglamento, Estatutos y las normas leninistas, con el fin de reemplazar
a la Dirección leninista, que tantos éxitos había logrado en su desempeño.
Se planteó que
estar al día en las cotizaciones era algo flexible, que no se podía impedir la
participación de un militante o célula en la Conferencia por no estar al día en sus cotizaciones o no
participar en su célula.
De las doce células funcionando al momento que la
Dirección Comunal convocó a la Conferencia, sólo seis enviaron delegados
oficiales a ese evento.
El compañero Manuel
Hernández y quienes compartieron sus posiciones, realizaron la Conferencia Comunal de Ñuñoa
del 8 de julio de 2012, aplicando la fórmula de Martov: no es necesario que
participar en una
célula ni cancelar las cotizaciones mensualmente para ser
considerado militante comunista.
Fue una Conferencia muy
especial. La nueva Dirección Comunal fue propuesta por el CR y quedó encabezada
por el miembro del CC, Iván Rodríguez, que no era militante de la Comuna, en
calidad de “interventor”. Todo ello violando los Estatutos, pasando a llevar el
Reglamento que había aprobado el Comité Comunal y tirando por la borda los
métodos leninistas.
Ello con el visto bueno del
Comité Central.
En esa oportunidad triunfó
lo viejo. Fueron aplastados los compañeros que defendían lo nuevo, los métodos leninistas.
¿Cuál fue el resultado de
esa intervención autoritaria en Ñuñoa?
Ello se puede apreciar por el trabajo realizado por el Comunal desde
entonces y por la última Conferencia Comunal que efectuó. Sería bueno conocer
los hechos, los porfiados hechos.
LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO
(VIII)
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Sin tener los conocimientos mínimos,
a lo menos los principios fundamentales del marxismo-leninismo, un militante
del partido revolucionario no pude jugar conscientemente un rol activo, no
piensa con cabeza propia, no posee el necesario espíritu crítico. Todo lo espera “desde arriba”. No
puede darse cuenta de la diferencia entres lo nuevo (lo positivo) de lo viejo
(lo reaccionario). No participa, por tanto,
en la lucha ideológica que se libra, sin que él lo perciba, en el seno
del Partido. Y al permanecer neutral ayuda inconscientemente a lo viejo, a lo
retardatario.
Por ello, la educación
político-ideológica es fundamental. Es un deber del Comité Central, de los
órganos intermedios y de la célula, organizar el estudio colectivo y promover y
controlar el estudio personal.
EN TORNO AL
CENTRALISMO DEMOCRÁTICO
Lenin en su obra “¿Qué hacer?” escribió: “Sólo un Partido dirigido por
una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia”
(Lenin: “¿Qué hacer?”: Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 135) y
“Sin teoría revolucionaria tampoco pude haber movimiento revolucionario”(Ídem,
página 134)
.
De acuerdo al pensamiento leninista, todo lo referente a nuestro Partido
debemos estudiarlo desde el punto de vista de nuestra doctrina marxista-leninista.
El creador teórico y práctico del Partido revolucionario planteó, en
diferentes trabajos, que uno de los principios fundamentales del funcionamiento
de nuestra organización era el centralismo democrático.
EL CENTRALISMO DEMOCRÁTICO ES UNA CONTRADICCIÓN DIALÉCTICA
El marxismo entiende por contradicción dialéctica la existencia en un
fenómeno o proceso de aspectos contrarios, que se excluyen mutuamente, que al
mismo tiempo se presuponen uno a otro y que dentro del fenómeno dado existen
únicamente en relación recíproca.
El centralismo democrático es un método formado por dos elementos
contrarios, opuestos: centralismo y democracia. Si se elimina uno de los dos,
el centralismo democrático deja de existir.
¿QUÉ SIGNIFICA EL CENTRALISMO?:
- - Que el Partido tiene un solo Programa y unos Estatutos
únicos y que son obligatorios para todas sus organizaciones y militantes:
-
Que su Dirección es única.
- Que los organismos inferiores deben cumplir
incondicionalmente las decisiones de los órganos superiores:
- Que en el Partido existe una sola disciplina; la minoría se
supedita a la mayoría.
Lenin en su libro “Un paso adelante, dos pasos atrás” señaló: “No someterse a la dirección de los
organismos centrales equivale a negarse a seguir en el Partido, equivale a
deshacer el Partido, no es una medida de persuasión, sino de destrucción. Y
precisamente esta sustitución de la
persuasión con la destrucción demuestra falta de firmeza de principios, falta
de fe en las ideas propias” (Lenin: “Un paso adelante, dos pasos atrás”. Obras
Escogidas en tres tomos. Tomo I, p, 420).
En esa misma obra, sostiene más adelante: “Ahora somos un Partido
organizado, y esto entraña la creación de un poder, la transformación del prestigio de las ideas
en el prestigio del poder, la sumisión de los organismos inferiores a los
organismos superiores del Partido”. (Id. P. 423)
El centralismo y la observancia incondicional de la disciplina son
necesarios para que el Partido tenga una voluntad común y asegure la unidad de
acción. Al mismo tiempo, esta voluntad
puede lograrse por la vía democrática, es decir, discutiendo conjuntamente los
problemas fundamentales y aprobando los acuerdos obligatorios para todos.
LA DISCIPLINA COMUNISTA
Mientras no se ha tomado una decisión, en el Partido pueden existir
opiniones diversas, distintos puntos de vista, pero una vez que se ha adoptado
un acuerdo, todos los comunistas obran como un solo hombre.
Tal es la esencia de la disciplina
del Partido, que exige la subordinación de la minoría a la mayoría y la
obligatoriedad incondicional de las decisiones una vez acordadas.
La disciplina proporciona al Partido la organización debida y orienta
todos sus actos hacia el fin que se ha propuesto.
Esto no puede darlo una disciplina ciega. La fuerza de la disciplina del
Partido reside en que es consciente, puesto que se basa en la cohesión
ideológica de los comunistas, en la aprobación consciente de las
decisiones del Partido, que son
elaboradas con activa participación de sus miembros.
La disciplina del Partido no exige que nadie renuncie a su opinión
propia si esta opinión no va contra los principios del marxismo leninismo.
LOS PRINCIPIOS DEMOCRÁTICOS SIGNIFICAN:
-
Que el Programa y los Estatutos, así como las decisiones más
importantes, son aprobadas luego de ser discutidas por todos los miembros del
Partido;
-
Que los organismos dirigentes tienen carácter electivo
y deben rendir cuenta periódicamente;
- Que todos los militantes participan activamente en la vida
del Partido.
-
Lenin en su obra “La
socialdemocracia y las elecciones a la
Duma”, escribió:
“Todos los asuntos del Partido deben
ser manejados –directamente por medio de representantes- por todos los miembros
del Partido en un plano de igualdad de derechos, sin excepción”. (Lenin: Obras
Completas, tomo 14, p. 253, citado por
Otto Kussiner y otros en “Comunismo Científico. Diccionario”, Editorial
Progreso. Moscú, 1981, p. 122)
En ese mismo Diccionario se señala:
“La democracia del Partido consiste
también en que en las reuniones, conferencias y congresos y en la prensa del
Partido cada comunista puede discutir libremente cualesquieras cuestiones de la
actividad política tanto de su organización como del Partido en su totalidad,
puede criticar a cualquier comunista independientemente del puesto que ocupe”.
VELAR POR LA JUSTA APLICACIÓN DEL CENTRALISMO DEMOCRÁTICO
El centralismo democrático es el más eficaz método de trabajo conocido
hasta ahora.
Pero es muy vulnerable si los comunistas no están atentos a su correcta
aplicación. No es fácil lograr el adecuado equilibrio entre sus dos
contradictorios elementos.
Absolutizar el centralismo engendraría
el burocratismo, debilitaría la iniciativa de los comunistas. El
burocratismo mata todo. (Una concreta expresión de autoritarismo fue la
intervención sufrida por el Comunal Ñuñoa en 2012).
Por otra parte. La democracia sin una dirección centralizada, nos
llevaría al anarquismo en el terreno de la organización, al surgimiento de
fracciones y grupos. Debilitaría y destruiría la disciplina del Partido, éste
se convertiría en un club de discusiones.
En la aplicación del centralismo
democrático se da, naturalmente, la lucha entre lo nuevo (su correcta
aplicación) y lo viejo (la vulneración de éste, por ejemplo a través del método
de la prelación en las elecciones en los órganos partidarios, donde prima la
decisión de la dirección saliente sobre la democracia interna).
LA NECESARIA LUCHA
IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (IX)
Iván Ljubetic Vargas, historiador
del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
No sólo el dirigente, no sólo “los de arriba”, deben conocer las normas de
funcionamiento del Partido. Es un derecho y un deber de cada militante saberlas
y practicarlas.
Otro de los métodos leninistas es la
Dirección Colectiva. Esta se compone de dos elementos: 1) la discusión colectiva
y 2) la responsabilidad individual de todos los miembros que comprenden el
colectivo respectivo (Secretariados, Órganos de Dirección, Comisiones, Células).
DISCUSIÓN COLECTIVA
La discusión colectiva debe tener
por base un esquema con proposiciones concretas. Esto es responsabilidad del
compañero que encabeza el colectivo. Sin ello, el debate será poco productivo,
extenso, con el riesgo de alargarse la
discusión en detalles. Una sesión con una buena guía del debate será siempre más
efectiva, creadora y con resoluciones más claras. (Por ejemplo en la célula la
pauta la entrega el Informe del secretariado)
En la discusión deben intervenir
todos los asistentes. Es importante que
ellos conozcan de antemano los
principales temas que se van a tratar, para que puedan llegar lo mejor preparados posible.
Hay que educar a los compañeros en
la necesidad de saber sintetizar sus ideas, no se trata de evitar o limitar la
discusión, sino precisamente todo lo contrario: que cada compañero tenga la
posibilidad de expresar todas sus opiniones.
Hay que educar a los compañeros en
no repetir lo dicho por otros; también en que no se repitan ellos mismos.
Es fundamental que cada compañero sepa tomar notas de las proposiciones
de cada participante. El compañero que
preside debe ser especialmente cuidadoso en ello para poder entregar, al
término de la reunión, en forma clara las resoluciones. Un defecto en que se
cae corrientemente, es abrir una nueva discusión en el momento de sacar las resoluciones. Estas
deben ser el resumen de la discusión.
Cuando existan dos o más opiniones
sobre un punto, el compañero que preside
deberá hacer votación. No es necesaria la unanimidad, se requiere
conocer la opinión mayoritaria. Y ella es la resolución acordada.
Todo esto permitirá realizar
reuniones que no sean kilométricas, sino
operativas y atrayentes.
Las resoluciones deben ser
concretas: deben entregar las tareas, los plazos para cumplirlas y quiénes son
los responsables de llevarlas a cabo.
RESPONSABILIDAD PERSONAL
Lo anterior es esencial para que se
cumpla la segunda parte del concepto de Dirección Colectiva: el cumplimiento
por cada miembro de sus responsabilidades individuales.
Sin que se realice esto, la
discusión colectiva habrá sido una inútil pérdida de tiempo.
UNIR TEORÍA Y PRÁCTICA
En la Dirección Colectiva se debe
aplicar la máxima: “sin teoría revolucionaria, la práctica es ciega; sin
práctica revolucionaria, la teoría es
muerta”.
Nuestra tarea es unir teoría y práctica; discusión y realización.
EL CONTROL
Un dirigente debe tener siempre en
cuenta que el control de las tareas es una parte inseparable de la labor
organizativa que asegura la aplicación de la política del Partido.
Lenin escribió: “Controlar al
militante y verificar el cumplimiento concreto de la tarea: en esto una vez
más, sólo en esto, reside ahora la clave de toda la labor, de toda la
política”.(Lenin: “Obras completas”. Editora Política. La Habana, 1963. Tomo
33, página 207)
El Partido, gracias al control
sistemático, eleva la responsabilidad y actividad de los cuadros dirigentes y
de todos los comunistas en la realización del Programa y observancia de los Estatutos; previene los
posibles errores y descubre oportunamente las insuficiencias que puedan haber
en el trabajo.
Con el control el Partido educa dirigentes y militantes disciplinados.
Sobre la Dirección Colectiva, el ex
Subsecretario General del PC, compañero José González escribió:
“¿Cómo debemos entender la dirección colectiva?
¿Cuál es la forma correcta de aplicarla? Debemos entenderla, por una parte,
como un contacto permanente entre los miembros de la dirección, de modo que
planifiquen en conjunto el trabajo del Partido y de la propia dirección y
controlen, también, colectivamente el cumplimiento de las tareas y la actividad
de cada uno de los miembros de la dirección...
Sólo
existe una verdadera dirección colectiva cuando el organismo dirigente coopera
a que se movilicen a coordinen su trabajo las células comunistas, cuando sabe
ganar al Partido en su conjunto para el trabajo, cuando se consulta con
frecuencia a los organismos de base, aconsejándose con sus militantes, haciendo
que éstos intervengan, planteen sus problemas, sus ideas: esta es una verdadera
democracia interna”.
¿Cuántos órganos del Partido cumplen con llevar a la práctica la norma
leninista del trabajo colectivo? ¿Cuáles órganos y cuáles dirigentes realizan
el control revolucionario de las tareas?
Usted, querida compañera, querido compañero, tiene la palabra, Usted
también debe cumplir con el deber de controlar. ¡Y este control es necesario
desde el Presidente del Partido hasta el “simple” militante de célula!
LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO
(X)
Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
¿Por qué debemos salir al paso a los
intentos por eliminar la organización en célula de la militancia? Porque ella
es el mejor instrumento para que el Partido revolucionario cumpla su rol de
vanguardia en la lucha de clase contra la burguesía.
SIN
CÉLULAS VIVAS EL PARTIDO NO EXISTE
Sin células vivas, el Partido no existe.
Cuando más es una secta. Es un grupo de camaradas que, entregando sus
sacrificados esfuerzos, crean la ilusión de que el Partido funciona. Ese puñado
lo hace todo, lo que en la realidad, es
casi nada. No crecen. Sus lazos con las masas son prácticamente nulos. No
constituyen un aporte electoral.
EL MÁS
IMPORTANTE ÓRGANO DEL PARTIDO
La célula es el órgano más importante de nuestro Partido.
¿Por
qué? Porque a través de las células se
llevan a cabo (o se debieran llevar a
cabo) todas las actividades del Partido: crecimiento, campaña de finanzas,
trabajo hacia las masas, propaganda, acciones con los aliados, campañas
electorales, atención de los militantes,
contacto con amigos y ayudistas, etc. Además, es en la célula donde todo militante recibe
su carné y debe cancelar mensualmente sus cotizaciones.
Los otros organismos (CC, CR, Comités Comunales y sectoriales) son órganos
de dirección. Los dirigentes de todas esas instancias deben militar y
cumplir tareas en su respectiva célula.
La calidad de militante la entrega el participar en una célula. Además el
dirigente tiene la obligación de ser un
ejemplo de buen militante.
A
ellos hay que aplicarles eso de: “¡Dime cómo está tu célula y te diré que clase
de dirigente eres!”.
La comisión de Cuadros y la de Organización deben tener una visión muy clara y
actualizada al respecto.
¿QUÉ ES
UNA CÉLULA VIVA?
Es una célula que cuenta con militantes,
que se reúnen, cumplen con las tareas,
están con sus cotizaciones al día.
Es una célula que cumple con sus dos funciones principales: ser escuela de
educación comunista y ser motor en un
frente de masas concreto.
¿QUÉ SE
NECESITA PARA QUE UNA CÉLULA TENGA VIDA?
Requiere de dirigentes, los miembros del
secretariado, que piensen en la célula, que tengan presente sus tareas, que
propongan ideas creadoras, que controlen correctamente las tareas aceptadas por
los militantes en cada reunión.
El secretariado debe ser el verdadero motor de la célula, que
realice una dirección colectiva, según las normas leninistas. Cuando ello no
ocurre, no se puede aceptar que la irresponsabilidad del secretariado frene las actividades de la célula. Los militantes más conscientes deben empujar
y ayudar al secretariado de la célula a cumplir sus funciones. Papel muy
importante en este aspecto lo debe jugar el Comité Comunal respectivo.
¿Cuáles son las funciones del secretariado?
a)
preparar las reuniones de célula, tanto en lo que respecta al informe, como en citar y asegurar la asistencia de
todos los militantes;
b) conversar telefónicamente o en forma
personal con aquellos militantes que no asistieron a una reunión, a los cuales
también se les debe haber asignado
tareas;
c) controlar a tiempo (es decir no
esperando que el plazo se haya cumplido) el cumplimiento de las tareas dadas en
la reunión de la célula;
d) llevar muy claramente definidas las
tareas para la reunión, indicando objetivos, responsables, plazos, etc.
e) proponer presidente para la sesión.
También es
importante la atención y ayuda de la Dirección Comunal y sus frentes hacia las
células. La Comisión de Organización debe tener el control al respecto.
¿QUÉ
SIGNIFICA SER ESCUELA DE EDUCACIÓN COMUNISTA?
Una célula debe educar a sus militantes, a
través de todas las formas posibles y
sobre todo lo necesario para mantener en alto la moral combativa, para lograr
que cada militante esté conscientemente ganado y que esté en condiciones de
enfrentar la dura lucha ideológica que se libra cada día.
¿Cómo hacerlo? Con buenos informes
políticos, con charlas breves e interesantes, con conversaciones personales de
los más capacitados con aquellos que aún no lo están, con recomendaciones de la
lectura de buenos libros o de artículos interesantes, con el estímulo para que
participen en cursos, charlas, actos y
todas las actividades en que puedan educarse.
Es fundamental conocer que es lo que leen los militantes. Hay quienes defienden su
derecho (que nadie se los niega) a leer “de todo”. Ello a veces significa que
no dedican el tiempo necesario para leer
libros de nuestros clásicos o literatura que les ayude a entender mejor el
Partido.
Uno de los deberes de un militante es
estudiar. Y éste debe ser controlado.
Es
necesario confeccionar una lista de lectura, que vaya desde novelas importantes
(como “Así se templó el acero”, Nicolai Ostrovski; “La madre”, de Máximo Gorki; “Pisagua”, de
Volodia Teitelboim; “La base”, de Luis Enrique Délano; etc); biografías ( “Vida
de un Comunista”, de Elías Lafertte; “Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar”,
de Luis Corvalán; “De lo vivido y lo peleado”, de Luis Corvalán; “Chacón”, de
José Miguel Varas; “Un muchacho del siglo XX”, de Volodia Teitelboim; “Don
Reca”, de I. Ljubetic); libros sobre nuestra historia (como “El Partido
Comunista de Chile, un joven combatiente de más de cien años, de I.
Ljubetic), hasta obras de los clásicos
(“El Manifiesto del Partido Comunista”, de Marx y Engels; “El ‘izquierdismo’
enfermedad infantil del comunismo, de Lenin;
“Del socialismo utópico al socialismo científico”, de F. Engels; “El Estado y la Revolución”, de Lenin; etc.
etc.).
TRABAJAR
CON LAS MASAS
No hay dudas que actuar en un frente de
masas nos obliga a responder y nos muestra en la práctica la manera en que la
gente aprecia nuestro trabajo. Nunca es inútil el trabajo social.
Sin actuar en un frente de masas, una
célula es sólo una secta en que sus militantes se pasan la mayor parte del
tiempo enfrascados en problemillas internos, casi siempre de índole personal.
El contacto con la gente, nos permite ganar
nuevos combatientes. Hay que estimular a los que rompen el cascarón del
internismo y traen nuevo oxígeno al Partido.
LA
“VANGUARDIA” DE LA VANGUARDIA
Mario Zamorano siempre decía que en todo
organismo del Partido existe un grupo de compañeros que va a la cabeza, que
siempre marca la pauta al resto de los militantes. Le llamaba “la vanguardia de
la vanguardia”. Nosotros le podríamos denominar el activo del Partido. Son los
camaradas que van a todas las paradas, independientemente del cargo que tengan.
Son los que empujan el trabajo de su célula, aportan con iniciativas creadoras
y con trabajo, son optimistas, contagian con su entusiasmo al resto de los
militantes.
Ellos son la sal de la tierra. Son el alma
de la célula. Siempre están en la
primera fila. Aportan con ideas y
esfuerzos. Buscan la solución a las dificultades.
NADIE ESTÁ
DE MÁS EN EL PARTIDO
El ganar o reganar a un militante es una
tarea harto difícil. Muy pocos compañeros se hacen el propósito, se dan el tiempo, tienen la paciencia y saben
utilizar los mejores métodos para la importante tarea de hacer crecer al Partido.
Pero hay camaradas a los que les resulta
muy fácil, demasiado fácil, borrar militantes, no se preocupan de conversar con
los que no asisten y pero saben usar la
goma que purifica.
Actúan, sin saberlo o sabiéndolo, de
acuerdo a una vieja, absurda y ya
derrotada tesis de “pocos pero buenos”, que durante un tiempo fue levantada por
los sectarios de siempre dentro del Partido.
Cada militante puede ayudar en alguna
forma. Hay que tener en cuenta sus condiciones personales, de edad, salud,
trabajo, problemas familiares, etc. y buscar la manera en que él o ella se
sienta útil al Partido. Ello significa practicar el humanismo comunista, la
solidaridad militante.
De cada cual según sus posibilidades y a
cada cual, el reconocimiento de sus
esfuerzos.
Entre más numerosa sea la célula, más
grande será el Partido y más amplios serán los sectores en que podamos actuar e
influir.
LA FUERZA
DEL EJEMPLO
Somos muy dados a la crítica de lo
negativo. Muchos ponen esto al centro de las discusiones. Pero somos muy malos
para levantar y sacar brillo a los logros positivos, a los éxitos alcanzados.
Hay compañeros medio acomplejados o sufren de cierto pesimismo que pretenden disfrazar de
“realismo”.
Los comunistas debemos ser optimistas.
Nuestro optimismo histórico tiene por base
el saber que el triunfo final
pertenece al pueblo.
Debemos, por todos los medios
posibles, proclamar nuestros avances,
nuestros éxitos. Ello es muy importante,
porque sirve de ejemplo para otras células, para otros compañeros. Y
como muy bien señalaba Lenin, la fuerza
del ejemplo es, muchas veces, determinante.
No olvidar nunca la crítica y la autocrítica; pero, al mismo tiempo, debemos saber estimular,
felicitar a todos quienes han sido los artífices de los avances, de los
progresos, de los éxitos. No podemos ser
tacaños en eso, sobre todo cuando vivimos en un medio en que nos atacan cotidianamente, directa o cínicamente, a
través de la televisión, de la inmensa
mayoría de las radioemisoras y de la prensa escrita. En cada informe, se
deben mencionar los éxitos obtenidos y quienes con su audacia, consecuencia y
espíritu comunista los han conquistado.
Debemos partir siempre de lo positivo
porque sobre ello nos basamos para seguir avanzando. Hay que mostrar nuestras
debilidades y errores para superarlos.
Y en cada uno de los aspectos que hemos
señalado, está la permanente lucha ideológica en el Partido. Lo nuevo
representado por quienes se esfuerzan por llevar a la práctica la teoría
marxista y los métodos leninistas. Lo viejo, que agrupa a los que les ponen el
codo a ellos.
¿Cuál es tu posición en la lucha entre lo nuevo y lo viejo?
LA NECESARIA LUCHA
IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (XI)
Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Querida compañera, querido compañero:
En los diez capítulos anteriores
hemos intentado contribuir a dejar establecido que la lucha en el interior del
partido revolucionario existe, que se da entre lo nuevo y lo viejo, que lo
nuevo está representado por el marxismo-leninismo y lo viejo por la ideología
burguesa y la oposición a seguir las normas leninistas de organización y
funcionamiento.
En el capítulo V citamos parte de
una entrevista aparecida en El Siglo de la semana del 8 al 13 de abril de
1995, al entonces secretario de
Organización del Comité Central, Óscar
Azócar, donde éste informaba
sobre la realización de un Pleno de ese organismo, realizada en abril de
1995.
Ahora ampliamos esa cita. Señaló el
compañero Azócar:
“También hubo una discusión
interesante relacionada con el concepto de militante que estamos aplicando, y
que el propio Informe Central contenía. Ya el Congreso dijimos tener una
cantidad de militantes en base a aquellos compañeros que estaban al día en sus
cotizaciones, pero se ha ido desarrollando la convicción de que son muchos más los
comunistas que quieren participar en la
actividad del Partido, y que no siempre tenemos la capacidad de producir
esa incorporación.
“En el Pleno vimos que era
fundamental desarrollar métodos de trabajo más flexibles para incorporar a
otros compañeros. Lo determinante no debiera ser la asistencia a las
reuniones de célula. Lo fundamental para medir al militante, es que trabaje
con las orientaciones políticas del
Partido, que contribuya en forma concreta para ponerlas en práctica. Lo más importante es la actividad que cada
militante desarrolla, y la célula tiene que ser capaz de llegar hasta estos
compañeros.
“Esto no equivale a una
relativización de la organización
celular del Partido. Simplemente partir de una realidad, porque en medio de
este modelo neoliberal se ha irradiado toda una ideología y que también ha
penetrado en el Partido, porque nosotros no somos islas, y es una
ideología del individualismo, la falta
de solidaridad. Claro que en nosotros se ha reflejado en otra forma, como la
comodidad y la tendencia a la rutina…”
Ese Pleno planteó buscar
“estilos flexibles de trabajo, con grandes asambleas y otras formas, pero que
estén centradas en actividad. “Buscar
otras formas, además de la célula, para incorporarse a la actividad” (Los
subrayados son nuestros. I.L,)
Parece increíble que esto haya sido
resuelto por el Comité Central del
Partido Comunista de Chile en la sesión plenaria de abril de 1995.
Resumamos:
1. En forma claudicante el Comité
Central, en vez de emprender la necesaria lucha ideológica en el Partido, da
por perdida la lucha ideológica frente a
la ideología burguesa, aceptando como un mal necesario la comodidad y la tendencia a la
rutina.
2. Tiene un concepto errado de Militante
comunista. ¿Acaso no tenían idea de la polémica entre Lenin y Martov de 1903?
Lenin planteó: “Se
considerará miembro del Partido todo el que acepte su Programa y apoye al
Partido tanto con recursos materiales, como con su participación personal en
una de las organizaciones del mismo” (Lenin: “Un paso adelante, dos pasos
atrás”. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 316).
Martov sostuvo: “Se
considerará perteneciente al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia a todo el
que, aceptando su Programa, trabaje activamente para llevar a la práctica
sus tareas bajo el control y dirección de los órganos(¡sic!) del partido”.
(Citado por Lenin: “Un paso adelante, dos pasos atrás”, Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página
306. Los subrayados son nuestros. I.L.))
Podamos afirmar que, sin lugar a
dudas, el Comité Central en 1995 tenía
una concepción martoviana del militante comunista.
3. Los miembros que componían el
Comité Central en 1995 no comprendían (en base a su concepción martoviana) la
diferencia entre militante y simpatizante. No conocían lo escrito por Lenin en su obra “Un paso adelante, dos pasos atrás”:
“Olvidar las diferencias que existe entre el
destacamento de vanguardia y toda la masa que gravita hacia él, olvidar el
deber constante que tiene el destacamento de vanguardia de elevar a
sectores más amplios cada vez a un nivel
superior sería únicamente engañarse a sí mismo, cerrar los ojos ante la
inmensidad de nuestras tareas, restringir nuestras tareas. Y precisamente en
ese cerrar los ojos y en ese olvidar se incurre cuando se borra la diferencia
existente entre los que se adhieren y los que ingresan, entre los conscientes y
los activos, por una parte, y los que ayudan, por otra”. (Lenin: “Un paso
adelante, dos pasos atrás”. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I, página 319)
4.- Flexibilización antileninista. El Pleno de 1995
abogó por buscar “otras formas
orgánicas”.
5.- En una cosa tiene razón el Pleno del 95: “En medio de este modelo
neoliberal se ha irradiado toda una ideología y que también ha penetrado en el
Partido”. Y penetró en el Comité Central. Una prueba de ello es el Pleno del
cual informa el compañero Azócar.
No faltarán aquellos que me dirán: pero eso es lo que pensaba un Comité Central de hace 23 años
atrás, formado por dirigentes elegidos en el XX Congreso.
Entonces yo replicaré: Han pasado cinco Congresos.
Pero, con el antidemocrático sistema de la prelación para designar a la
Dirección Nacional, no es muy osado suponer que una buena cantidad de los del
95 aún están en el actual Comité Central.
Que los de mejor memoria, hagan el ejercicio de ver
quienes se han estado repitiendo el plato. ¿A cuántos conoce usted?
Lo que realmente interesa saber es, si han mejorado en sus conocimientos y aplicación del
marxismo-leninismo. O, si continúan pensando igual que en 1995 y son los que plantean en el Comité Central y
en la Comisión Nacional de Organización la flexibilización antileninista. ¿Quiénes son quiénes?
¿Llegará el día en que los simples militantes de
célula como yo, conozcamos los entretelones de lo que ocurre en el Comité
Central? ¿O sólo, debemos seguir conformándonos, como les ocurre a los
católicos, con ver si el humo, que lanzan los altos dirigentes en sus
conclaves, es blanco, negro, rojo o
jaspeado?
Me tiene chato el secretismo.
Sea como sea, seguiremos levantando
las rojas banderas del marxismo-leninismo en la lucha ideológica dentro y fuera
del Partido Comunista de Chile.
LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO
(XII)
Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Si algo distingue al Partido
Comunista de Chile es su capacidad de realizar un correcto análisis de la
realidad y, en base a ello, elaborar una
justa línea estratégica para cada período.
En una primera etapa, que hemos denominado “Con el nombre de
Partido Obrero Socialista”, que abarca
desde 1912 a 1921, esto fue posible gracias especialmente a la genialidad de Luis Emilio Recabarren.
En una segunda etapa, que hemos llamado “Con la línea del
Frente Único Proletario”, de 1922 a 1933, se produce un momento excepcional en
la estrategia del Partido Comunista.
Porque, al adherirse a la Internacional Comunista, debió asumir como
propia la línea estratégica de ella, que era totalmente inadecuada a las
condiciones existentes en nuestro país, pues planteaba como objetivo
estratégico inmediato la revolución socialista.
Sin embargo, primó en el Partido fundado
por Recabarren el sentido común y, en la práctica, no aplicó esa línea. Dos
ejemplos: en las elecciones presidenciales del 24 de octubre de 1925, el Partido Comunista para oponerse a la candidatura de Emiliano Figueroa
Larraín, que era apoyado por los partidos Conservador,
Liberal, Radical y Democrático, organizó una amplia coalición, la “Unión Social
Republicana de Asalariados de Chile”, que reunió a trabajadores, comerciantes,
profesionales, pequeños industriales, y
que levantó como candidato independiente al médico del Ejército José
Santos Salas.
En base a
un escandaloso fraude electoral triunfó
el reaccionario Emiliano Figueroa que, según las cifras oficiales, obtuvo 186.187
votos (71,53%). José Santos Salas habría logrado 74.091 preferencias (28,47%).
El fraude electoral fue tan evidente que en su repudio tuvo lugar un paro de
los trabajadores.
Otro ejemplo: Durante la dictadura
de Carlos Ibáñez del Campo, el Partido Comunista, en vez de plantear como
objetivo la revolución socialista, llamó a constituir un amplio frente antifascista
para derrocar al dictador.
En una tercera etapa, que hemos
titulado “Con la línea de la revolución democrático-burguesa (1933-1956) el
Partido Comunista de Chile comenzó a utilizar consecuentemente el marxismo en
su análisis de la realidad nacional. A
mediados de ese año, tuvo lugar en Santiago una Conferencia Nacional del
Partido Comunista, que -en la historia del Partido- alcanza mayor
significación que varios de sus Congresos. Fue la Conferencia Nacional de Julio
de 1933.
En ella, se adoptó como objetivo estratégico
la revolución democrático-burguesa, antiimperialista, antifeudal y
antioligárquica; que tiene por objetivo terminar con la dominación de los
monopolios internacionales y del gran latifundio, nacionalizando las empresas
en manos de los imperialistas, entregando la tierra a los campesinos que la
trabajan, estableciendo relaciones con el mundo socialista; o sea, creando las
bases materiales para el desarrollo de una industria independiente, la
democratización del país y la lucha ulterior por el socialismo.
Afirma Luis Corvalán:
"Con anterioridad el Partido venia
planteando la revolución social en términos generales, o la revolución
socialista, sin tomar debidamente en cuenta el carácter semicolonial y
semifeudal del país y el hecho de que, para llegar al socialismo, no se pueden
saltar etapas..." (Luis Corvalán: “Ricardo Fonseca, combatiente
ejemplar”, página 92)
Esta justa línea estratégica tuvo entre sus éxitos, la
formación del Frente Popular, en marzo de 1936, y la victoria de su candidato
Pedro Aguirre Cerda en las elecciones presidenciales del 25 de octubre de 1938.
Una cuarta etapa que hemos nombrado “Con la línea del
Frente de Liberación Nacional” abarca desde 1956 a 1973.
Se inició con el XIV Congreso, que sesionó clandestinamente a orillas del
Pacífico, en el balneario de Cartagena, en la casa de veraneo de la Escuela Domingo Faustino Sarmiento. Por
entonces el Presidente Carlos Ibáñez, seguía aplicando –igual que su antecesor
González Videla– la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, que puso fuera
de la ley al Partido Comunista.
Los 25 delegados presentes escucharon el Informe del Comité Central que
leyó Galo González, Secretario General del Partido. Fue crítico y autocrítico.
Planteaba la necesidad de aprobar un nuevo Programa; precisar más la línea
política, el carácter de la revolución chilena y cuáles eran sus fuerzas
motrices.
El XIV Congreso aprobó un nuevo Programa del Partido, que trazaba el
objetivo de la Revolución nacional-liberadora, antiimperialista,
antimonopolista y antifeudal.
Señalaba, que para lograr la liberación económica, política y social,
era imprescindible producir cambios de fondo como la nacionalización de la
riqueza en manos de monopolios imperialistas; poner fin al latifundio a través
de una radical reforma agraria; liquidar los monopolios nacionales; mejorar las
condiciones de vida de los trabajadores; desarrollar la industria pesada, dando
– además – fuerte impulso a la liviana; democratizar el país y llevar la
cultura a las masas populares.
Este Programa sostenía que la contradicción principal era la existente
entre el imperialismo norteamericano, la oligarquía latifundista y los grandes
capitalistas criollos, de una parte, y la inmensa mayoría del país, de la otra.
Afirmaba, además, la posibilidad de que la clase obrera y el pueblo
chileno conquistaran el Gobierno por una vía que no sea la insurrección armada.
Señalaba que para obtener lo anterior era fundamental la unidad de
socialista-comunista y contar con un Partido Comunista de masas.
La importancia histórica del XIV Congreso Nacional del PC de Chile fue
haber elaborado el Programa de Liberación Nacional, que sirvió de guía para conquistar el Gobierno
Popular, que encabezó Salvador Allende, línea estratégica que estuvo vigente hasta 1973.
Una quinta etapa, fue la lucha antifascista, en que el
Partido Comunista planteó como línea estratégica derrotar la dictadura y
reconquistar la democracia.
Para una sexta etapa, iniciada con el XX Congreso de agosto de
1994, el Partido Comunista plantea como línea estratégica la Revolución
Democrática, cuyo objetivo estratégico es conquistar un Chile realmente
democrático en todos sus aspectos.
En sus 106 años de historia, el
Partido Comunista de Chile no ha tenido contradicciones internas en cuanto a su
línea estratégica.
Los problemas en el Partido han surgido en torno a cuestiones tácticas, de organización, funcionamiento y en cuanto a la política de
alianzas. Cuestiones fundamentales para
un partido revolucionario. No por casualidad, Lenin dedicó tanto tiempo en escribir sobre
estos temas especialmente en obras como
“¿Qué hacer?” y “Un paso adelante, dos pasos atrás”.
Actualmente en lo que parece una
embestida de las posiciones antileninistas en las filas del Partido Comunista
de Chile, salta a un primer plano la lucha ideológica entre lo nuevo y lo viejo
en su seno.
LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO
(XIII)
Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
SOBRE POLÍTICA DE ALIANZAS
Desde los tiempos de Recabarren
–salvo algunos muy breves momentos- los
comunistas han tenido y tienen una profunda vocación unitaria. Por ejemplo, en
las elecciones parlamentarias de marzo de 1921 el entonces pequeño Partido
Comunista enfrentó esos comicios con la Alianza
Liberal, constituida por partidos de la clase media y de la burguesía y esto no significó que se
apartara un milímetro de sus posiciones de clase el Partido Comunista. En esa
ocasión, los comunistas eligieron dos diputados: Luis Emilio Recabarren y Luis Víctor Cruz.
Otro ejemplo. El PC de Chile ha
participado en 17 elecciones presidenciales y en 12 de ellas ha trabajado y
votado por candidatos que no son de sus filas. En las otras 5 se vio obligado a
llevar candidato propio, ante la imposibilidad de lograr la creación de coaliciones populares.
Es que, por encima de sus intereses
partidarios, los comunistas hemos privilegiado siempre los intereses del pueblo chileno.
Nos queremos referir a uno de los
escasísimos momentos que el Comité
Central del Partido Comunista adoptó una posición sectaria, “izquierdista” .
Fue con ocasión de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de
1999-2000.
ELECCIONES PRESIDENCIALES DEL 12 DE
DICIEMBRE DE 1999
Se inscribieron seis candidatos, los que obtuvieron en los comicios
del 12 de diciembre de 1999 las siguientes cantidades y porcentajes de votos:
Ricardo Lagos Escobar, de la
Concertación,
3.383.339 (47,96%)
Joaquín Lavín Infante, Alianza por
Chile,
3.352.199 (47,51%)
Gladys Marín Millie, La Izquierda, PC de Chile, 225.224 ( 3,19%)
Tomás Hirsch Goldschmidt, Partido
Humanista,
36.235 ( 0,51%)
Sara Larraín Ruiz-Tagle,
Ecologista,
31.319 ( 0,44%)
Arturo Frei Bolívar,
Independiente,
26.812 ( 0.38%).
La situación en Chile cambió la
noche del 12 de diciembre de 1999. Así lo sostuvo ‘El Siglo’, tanto en su Editorial, titulado “Nuevo cuadro político” y
en una crónica que bajo el título “El escenario político tras la primera
vuelta”, afirma: “El resultado de las elecciones presidenciales han provocado
un cambio sustantivo en el cuadro político chileno y deja abierta la
posibilidad de que el gran empresariado y la derecha, en conjunto con el
pinochetismo, lleguen a La Moneda por la vía electoral”
Más claro echarle agua, sin
embargo, la mayoría del CC se quedó en
el pasado.
El
VII Pleno del Comité Central del PC, efectuado el sábado 18 de diciembre
de 1999, llamó a NO votar por Ricardo Lagos.
La resolución del VII Pleno del
Comité Central, en lo referente a la segunda vuelta, expresa: “Tampoco podemos
llamar a votar por Lagos, que respalda las privatizaciones, que no invertirá
más recursos del Estado para resolver la desocupación y que mantendrá la
impunidad. Cada uno de nuestros
adherentes podrá poner en práctica este criterio absteniéndose, votando nulo o
votando en blanco. No obstante, comprendemos las opiniones de aquellos que ven
en el voto por Lagos una manera de parar
a Lavín y que, al mismo tiempo, siguen adhiriendo a la izquierda, comprometidos
con su desarrollo futuro como proyecto alternativo”.
PERO NO OCURRIÓ ASÍ
Las cosas no se dieron al gusto de
la mayoría del Comité Central. Muchos
miles de comunistas –militantes y simpatizantes- se decidieron a votar contra
Lavín. Unos lo declararon francamente en sus organismos partidarios. Otros lo
hicieron calladamente.
Ellos enfocando el problema de
acuerdo al marxismo-leninismo, con un criterio de clase, contribuyeron
decisivamente a derrotar las
pretensiones de la derecha, de los empresarios, del pinochetismo, del
militarismo y del siniestro Opus Dei.
Los resultados del balotaje del 16
de enero de 2000 fueron:
Ricardo Lagos Escobar 3.683.158 preferencias (51,31%) y Joaquín Lavín Infante 3.495.569 sufragios (48,69%).
El domingo 16 de enero del 2000, la compañera Gladys enfatizó
ante las cámaras de televisión, al momento de sufragar,había anulado el voto.
Por la noche, después de conocerse
el triunfo de Lagos, “dirigentes socialistas, pepedé y radicales comentaban:
‘aquí los que pusieron toda la carne sobre la parrilla fueron los comunistas’.”
(‘Las Últimas Noticias’, martes 18 de enero de 2000, página 12)
‘El Mercurio’, en su edición del lunes 17 de enero, en
página A 12, escribió:
“El incremento en el caudal de
votos de Lagos se justifica –según los analistas- en que esta vez recibió el
apoyo de gran parte del 3% de personas que, en la primer vuelta, dieron su
respaldo a la candidata comunista Gladys Marín”. Agregando: “Un caso que
grafica este traspaso de votos del PC a Lagos es el de la Comuna de Canela,
donde Gladys Marín obtuvo su más alta votación
con un 9,12% de los sufragios en la primera vuelta. Ahí el abanderado
socialista sacó el 62.31% en esa oportunidad y ayer Canela le dio el 71,76%.
Allí bajaron los sufragios nulos y blancos, pese a que el PC en una instrucción
inicial llamó a anular el voto”.
Ese mismo lunes 17, Gladys
reconoció ante la prensa:
“Una parte y muy importante –no
voy a pontificar el porcentaje-, pero muy importante (de los comunistas),
naturalmente estuvo en la votación de Ricardo Lagos en la primera vuelta y
estuvo en la votación de Lagos en la segunda vuelta. Eso significa que la gente nuestra tiene un gran sentido de
responsabilidad en cuanto a que aquí el peligro de la derecha es una cosa muy fuerte”. (‘El Mercurio’, martes 18 de
enero de 2000, página C 2)
UN DOCUMENTO QUE ESCRIBÍ EN FEBRERO DEL 2000
Lo escribí después de la segunda
vuelta de las elecciones Presidenciales de enero de 2000 y a raíz de
conocer las resoluciones del VII Pleno
del Comité Central.
Mi intención era enviarlo, como lo
hice por esos años con otras cartas y documentos, a un Pleno del Comité
Central. Lo comenté con un viejo y
querido compañero, Me lo pidió para
leerlo. Se lo pasé con todas las reservas del caso. Sin mi autorización le sacó fotocopias. Una de ellas se la prestó a una compañera del
Comunal de La Granja, quien la llevó
entre sus papeles a una Conferencia de ese Comunal. Y en ese evento, con fecha
sábado 11 de marzo del 2000, fueron
“descubiertas” mis “Reflexiones” por una “curiosa” dirigente del Comité
Regional Metropolitano, quien se las entregó al entonces Secretario del CRM,
Lautaro Carmona, presente en ese evento. Éste de inmediato hizo estallar un escándalo, denunciando falsamente que yo
había enviado ese documento para ser leído en esa Conferencia.
Reproduzco algunas de mis
reflexiones, que pienso pueden tener valor actualmente.
UNA
TÁCTICA ERRÓNEA
En mi opinión, esta resolución trazó una táctica errónea, con una
evidente influencia ultraizquierdista y carente de un enfoque
marxista-leninista de nuestra realidad.
En primer lugar, a pesar de lo ocurrido en las elecciones del 12 de
diciembre de 1999, el Comité Central continuó teniendo una visión voluntarista
de la realidad. Visión que llevó a la compañera Gladys a sostener en entrevista
publicada –antes de la primera vuelta- por la revista ‘Punto Final’ Nº 460 de
diciembre de 1999, en página 7: “La izquierda que estoy representando, obtendrá
una votación importante, el 7% o más, lo que sería muy significativo”.
Asegurando más adelante: “Lavín no ganará en primera ni en segunda vuelta”.
NO PERDER DE VISTA AL ENEMIGO PRINCIPAL
En segundo término, el VII Pleno no consideró la recomendación leninista
de tener siempre en cuenta al enemigo principal.
Lenin, a comienzos de 1909, escribe en su artículo ‘En Ruta’: “La
autocracia continúa siendo el enemigo principal del proletariado y de toda
democracia. Pero sería un error pensar que la autocracia es lo que era” (Lenin:
‘Obras Escogidas en tres tomos. Editora Progreso. Moscú, 1979. Tomo I, página
590)
La resolución adoptada nos hace
pensar que en la mayoría de los miembros del Comité Central siguió pesando lo
reiterado durante la campaña presidencial: “Lagos y Lavín son dos caras de la
misma moneda neoliberal”
CARGANDO
TINTAS
A veces me pareció que se marcaban
mucho las tintas contra la candidatura Lagos y la Concertación. Por ejemplo, la
compañera Gladys en declaraciones a ‘La Segunda’, aparecidas el 30 de noviembre
de 1999, Gladys expresó: “¿Por qué tenemos que aguantarle a Ricardo Lagos esa
prepotencia? ¡No se lo aceptamos al dictador, tampoco se lo aceptaremos a él!
¿Qué se cree, que viene a plantear que aquí él no conversa, no llega a acuerdos
con la gente? Nosotros no somos vasallos de Lagos ni de nadie
EL
PINOCHETISMO, EL EMEMIGO PRINCIPAL
El VII Pleno no supo distinguir cual
es en estos momentos el enemigo principal. Ello, a pesar de que Gladys sólo
tres día antes de su realización, el miércoles 15 de diciembre, en una cena que
le ofrecieron profesionales de izquierda en el Audax Italiano había definido
correctamente al candidato de la reacción: “Lavín es un hombre del Opus Dei.
Fue un hombre del pinochetismo, que se oculta tras de mil caretas, pero es la
derecha”. (‘El Siglo’, del 17 al 23 de diciembre de 1999, página 4)
LAVÍN, MILITARISMO Y FASCISMO
Lavín es también representante del militarismo.
Nuestro fundador, Luis Emilio
Recabarren, escribió en 1924: “Hemos sido, somos y seremos siempre antimilitarista,
porque estamos convencidos que el militarismo es la afrenta de toda
civilización, es la carga más inútil y pesada que soportan los pueblos, y es la
amenaza permanente a todos sus derechos... El militarismo será siempre la
fuerza opresora con que la clase capitalista explote al pueblo” (Periódico
‘Justicia’. Santiago, 5 de octubre de 1924)
Tengo la impresión que en los análisis que se han hecho –supongo
que se han realizado- hay subestimación
ante el peligro del fascismo.
EL GRAN CAPITAL NO SE EQUIVOCA
Muy pocos empresarios se pronunciaron a favor de Lagos. El más
importante de ellos fue Fernando Léniz Cerda, ex ministro de Economía de
Pinochet y empresario maderero, que luego le retiró el apoyo.
En cambio, la inmensa mayoría de los personeros del gran capital no sólo
entregaron su respaldo a Lavín, sino que le aportaron una cantidad que según
los lavinistas habría llegado a más de 20 millones de dólares.
Según la revista ‘Capital’, al menos 500 empresas figuran como donantes
de Lavín. Las más grandes entregaron cuotas de un millón de dólares; las chicas
y medianas entre 50 mil y 500 mil dólares. Estos enormes aportes son sólo una
migaja comparados con las fortunas que manejan. Solamente las 32 más grandes
empresas privadas del país tienen un patrimonio que sobrepasa los 10 mil
millones de dólares. Por tanto, sus aportes a la campaña del candidato
pinochetista representó menos del 0,2% de sus haberes. (Ver: ‘Punto Final’ Nº
462, 7 alo 20 de enero del 2000, páginas 6 y7)
Apoyaron a Lavín los dos monopolios
de la prensa escrita: el Grupo Edwards (‘El Mercurio’, ‘La Cuarta’, ‘Las
Últimas Noticias’, y ‘La Segunda’, más una
cadena de diarios regionales) y COPESA (‘La Tercera’. ‘La Hora’, ‘Qué
Pasa’) El ‘camaleón’ Lavín tuvo buen cuidado de ocultar sus vínculos
con los patrones, así como negó a Pinochet en los últimos tramos de la campaña
presidencial.
EL VII PLENO NO CONSIDERÓ LAS
CONTRADICCIONES EXISTENTES EN LA CONCERTACIÓN
No realizó un análisis marxista. Actuó como si
el ‘laguismo’ fuera un bloque compacto, homogéneo, sin contradicciones.
Incluso, creo que la mayoría del Comité Central jamás se imaginó que en la
noche del 16 de enero 70 mil partidarios de Lagos exigieran a viva voz:
“¡juicio a Pinochet!”, “¡juicio a Pinochet!”.
La compañera Gladys había señalado
en Septiembre de 1999: “Y tenemos que abrirnos a esa posibilidad de trabajar
con la base de la Concertación, no sólo en el mundo social, sino también desde
el punto de vista político... La izquierda va a inclinar los acontecimientos, y
ello tiene que ver con todos los objetivos estratégicos: la nueva mayoría, la
construcción de izquierda, el nuevo estado democrático” (‘El Siglo’, 7 a 13 de
enero del 2000, página 12).
Nuestra candidata tenía plena
razón. Y la ocasión para llevar a cabo esta acción se presentó después del 12
de diciembre. Entonces el Partido debió, con audacia, llamar a votar por Lagos
y constituir comités de la izquierda en su apoyo, en donde se levantaran esas
cuatro reivindicaciones tan justas: nueva Constitución Política, nuevas leyes
laborales, redistribución del ingreso, no a la impunidad. Trabajar en ellos con
los sectores más consecuentes del laguismo.
UN LLAMADO SIN DESTINATARIO NI
DESTINO
El martes 14 de diciembre, dos
días después de la derrota electoral, la Izquierda planteó en una Declaración
del Comando Nacional:
“5. Llamamos al mundo democrático
y progresista de la Concertación a generar las condiciones para parar a la
derecha, para permitir que se restituya la senda democratizadora que debió
iniciarse en 1988. Para ello proponemos los siguientes compromisos...” Se señalaban los cuatro puntos ya citados.
Esta Declaración fue publicada por
‘EL Siglo’ en su edición correspondiente a la semana del 17 al 23 de diciembre
de 1999, en páginas 12 y 13. En la portada del semanario se leía un gran
título: “Segunda vuelta: La propuesta de la Izquierda para frenar a Lavín”.
Un llamado justo. Pero, ¿cuál era
el destinatario? ¿Qué sector de la Concertación podría responder? Allí se
volvía a cometer el error táctico de meter a toda la Concertación en un mismo
saco. A toda ella se le culpaba de los malos gobiernos de Aylwin y Frei. Se
partía, una vez más, de la falsa premisa
de que sectores de base de la Concertación apoyaban a regañadientes a Lagos.
Por otra parte, ¿era realista
esperar a esa altura de los acontecimientos un cambio en el Programa de Lagos?
Utopía. Desconocimiento absoluto
de la realidad.
Al día siguiente, miércoles 15 de
diciembre, la compañera Gladys, en su discurso pronunciado en el acto que le
ofrecieron profesionales de izquierda en el Audax Italiano,
Refiriéndose a esa Declaración
señaló: “No hemos planteado condiciones, sino que hemos dicho que tiene que
haber una reflexión sobre un mínimo democrático, por el bien del país. No son
condiciones –como la prensa, interesadamente ha dicho-, que hemos puesto
condiciones para votar por Ricardo Lagos. Hemos llamado a la reflexión, porque
la base de la Concertación tiene que asumir su responsabilidad”. (‘El Siglo’,
17 a 23 de diciembre de 1999, página 3)
En verdad, no me imagino cómo pudo
hacerlo.
Con este documento la Izquierda
mostró su incapacidad para comprender el mensaje del día 12, día en que Chile
cambió. Pero hubo quienes no lo percibieron claramente.
EL COMITÉ CENTRAL SE QUEDÓ EN EL
PASADO
En ese discurso de Gladys del
Audax Italiano hubo algo que me abrió
esperanzas. Fue cuando dijo: “Porque es cierto, yo, como candidata, en sus
discursos –y también en el Programa- hemos dicho que Lavín y Lagos son dos
caras de la misma moneda neoliberal, y lo seguimos manteniendo. Son dos caras
de un mismo modelo. También dijimos durante la campaña, cuando empezó la
posibilidad de que hubiera segunda vuelta, que ante esa situación no votaríamos
por ningún candidato que representara el neoliberalismo y la impunidad... Yo
creo que hicimos bien, pero tenemos que analizar las cosas al calor del nuevo cuadro
político”. (‘El Siglo’, 17
al 23 de diciembre de 1999, página 5).
Fue una esperanza frustrada. Una
ilusión de tres noches de fines de primavera.
¿Qué ocurrió en el intertanto?
¿Por qué el VII Pleno no tuvo en cuenta lo dicho por Gladys?
Me queda la impresión de que allí
se pecó de soberbia, de falta de modestia, que no se siguió para nada la sabia
advertencia de Lenin de tender a “la labor autocrítica, poniendo
despiadadamente al descubierto sus propias deficiencias, que de un modo
necesario e inevitable serán corregidas por el desarrollo del movimiento
obrero”. (Lenin: ‘Un Paso Adelante, dos atrás’, en Obras Escogidas en tres tomos. Editorial
Progreso, Moscú. Tomo I, página 284)
Lenin planteó también que “es
necesario comenzar inmediatamente a aprender, aprender de errores
cometidos...No debemos ocultar nuestros errores, ante el enemigo. Quien tema
esto no es revolucionario” (Lenin: ‘El trabajo del Partido entre las masas’.
Editorial Progreso, Moscú, páginas 153 y 154)
LA RESOLUCIÓN DEL VII PLENO AISLÓ
MÁS AL PARTIDO
El VII Pleno no tuvo en cuenta lo
planteado por Lenin en su famosa obra ‘La enfermedad infantil del
‘izquierdismo’ en el comunismo’, escrita en 1920, donde llama a los
revolucionarios a “trabajar sin falta allí donde están las masas”. (Obras Escogidas entres tomos. Editorial Progreso, Moscú,
1970. Tomo III, página 378)
Tampoco recurrió a las valiosas
experiencias vividas por el Partido en sus casi 88 años de existencia. Jamás en
una elección presidencial –desde 1920 hasta ahora- el Partido Comunista de
Chile llamó a anular el voto, abstenerse o votar en blanco. Incluso en 1949, cuando
“Reinoso pretendió en esa época llevar al Partido al aislamiento, a la pérdida
de su papel de vanguardia, planteando que debía abstenerse de participar en las
elecciones (parlamentarias de marzo de 1949), Ricardo (Ricardo Fonseca Aguayo,
entonces secretario general del Partido) y junto a él la Dirección del Partido
sostuvo que la abstención no es política de los comunistas”. (Luis Corvalán;
‘Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar’.
Imprenta Horizonte,. Santiago, 1971, página 217)
Después del tremendo impacto que
significó el virtual empate entre Lagos y Lavín y el enorme crecimiento de la
derecha pinochetista, la mayoría de los chilenos vivimos 35 días plenos de
expectación y agitación. Amplios sectores democráticos se esforzaron por
impedir la llegada de la reacción a La Moneda.
¿Qué hacía mientras tanto el
Partido Comunista? Se auto marginaba, se
aislaba, dejaba de influir totalmente en un proceso electoral que antes había
calificado de muy importante. Ni hablar de jugar el rol de vanguardia. Marchaba a la
retaguardia de los acontecimientos.
Se sometía –según la resolución
del VII Pleno- a ser simple espectador. Se sentaba en la puerta de su casa a
esperar pasar el cadáver de su enemigo. ¿De cuál de los dos? De cualquiera.
Total daba lo mismo. Eran –según definición del Comité Central- dos caras de la
misma moneda.
El VII Pleno condenó a los
militantes comunistas a ser ciudadanos de segunda categoría, sin derecho a
decidir quién debía ser Presidente de la República durante los próximos seis
años. O peor aún, a darle el paso para ese cargo al mal mayor.
Esa sensación de
aislamiento, de estar fuera de la historia, se hizo más patética la tarde y la
noche del 16 de enero. Cuando fui a votar, vi en las paredes de
Irarrázaval consignas pintadas por manos
que no eran nuestras: “Lavín = Pinochet”.
Luego de conocerse la victoria de
Lagos tuve que contemplar cientos de
vehículos que pasaban por Avenida Grecia, muchos de ellos entonando con sus
bocinas “Y va a caer” ... “Y va a caer”. Peor
aún, cuando ante el televisor vimos y escuchamos a esas 70 mil personas
que gritaban “El pueblo unido jamás será vencido”, que guardaban silencio o
pifiaban los arranques consensuales del candidato, ya presidente electo, o
exigían “Juicio a Pinochet”.
Allí debiéramos haber estado, con
nuestras consignas, con nuestras rojas banderas, aunque le causara molestia a
Lagos y al sector reaccionario de la concertación.
Nosotros lejos de ahí, lejos de
quienes tienen que llegar a las filas de la Izquierda para abrir las grandes
alamedas.
Este documento lo firmé: “Iván
Ljubetic Vargas”. Y le puse fecha: “Ñuñoa, 12 de febrero del 2000”. Y lo envié
al VIII Pleno del
Comité Central, realizado el 1 y 2 de abril del 200. Jamás recibí una respuesta.
LA NECESARIA LUCHA IDEOLÓGICA EN EL
INTERIOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO (XIV)
Iván Ljubetic Vargas,
historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
ELECCIONES PRESIDENCIALES DE 2005
Pasaron
seis años. El 11 de diciembre de 2005 tuvieron lugar nuevas elecciones
presidenciales. Sus resultados fueron:
Votos escrutados: 7.156.554
Votos válidamente emitidos:
6.893.538
Michelle Bachelet 3.167.939 (45,95%)
Sebastián Piñera 1.751.866 (25,41%)
Joaquín Lavín
1.601.169 (23,22%)
Tomás Hirsch 372.609 (
5,40%)
Conocidos estos resultados, teniendo
en cuenta que existía una posibilidad cierta de que se impusiera la derecha,
pues sus dos candidatos reúnen el 48,63% contra el 45,95% de la abanderada de
la Concertación, el XIII Pleno del Comité Central del Partido Comunista de
Chile, realizado el 26 de diciembre de 2005, resuelve llamar a
votar por Michelle Bachelet, en base al compromiso de la candidata y la
Concertación de contemplar en su Programa cinco puntos: cambio al sistema
binominal; el derecho a la negociación colectiva y a huelga de los trabajadores
y trabajadoras, la situación de las pensiones, los problemas del desempleo; los
derechos de los pueblos originarios; el resguardo del medio ambiente; la verdad
y justicia y respeto a los derechos humanos.
En la Declaración Pública emitida
por el Pleno, con el título de “El Partido Comunista ante la segunda vuelta
presidencial”, se señaló:
“Como es de público conocimiento esta
contienda electoral tiende a definirse por una estrecha distancia de votos, lo
que abre una coyuntura política que, de aprovecharse con visión de futuro,
puede incidir en el rumbo de la lucha social
y política del pueblo en el próximo período.
“Frente a tal situación, en nuestro
intercambio, hemos visto dos alternativas: anular el voto o tratar de
comprometer a la candidatura de la Concertación con cambios que, en mayor o
menor medida, podrían establecer mejores condiciones para el desenvolvimiento
de la acción social y política del pueblo. El Partido Comunista optó por esta
segunda posibilidad.”
Más adelante agregó la Declaración: “De los
intercambios públicos sostenidos entre nuestro Partido y el comando de Michelle
Bachelet, aparecen compromisos por parte de su candidatura con diversos grados
de claridad y certeza. El más débil es el referido a los derechos de los
trabajadores.
“Si debemos destacar que tiene
significativa importancia el que de los compromisos y de los hechos políticos
recientes se vayan creando condiciones para la conformación de un gran
movimiento dirigido a imponer el cambio del sistema electoral binominal por
otro proporcional, representativo y no excluyente. El compromiso ya señalado de
Michelle Bachelet de enviar un proyecto de reforma en tal sentido, en el primer
mes de su gobierno, a pesar del rechazo que este tendría en la derecha, puede
tener resultados positivos si se generaliza la unidad y la movilización
ciudadana. La consulta al pueblo, más allá de que sea vinculante o no, es
fundamental”.
En otra parte, el Comité Central
sostuvo:
”Es claro que somos y seremos fuerza de
oposición quienquiera sea quien encabece el Gobierno. Nuestra tarea seguirá
siendo el fortalecimiento de una fuerza alternativa al neoliberalismo
fortaleciendo y ampliando el Juntos Podemos Más y avanzando a la construcción de
un amplio movimiento contra la exclusión
que debe comenzar desde ya. Asimismo, continuaremos promoviendo la movilización
social y la lucha como el recurso principal para abrir paso a los cambios que
el país requiere.”
Insistió en este planteamiento, cuando
finalizó diciendo:
“Todo ello depende de nuestra lucha y la del
pueblo”.
La decisión del Pleno del 26 de
diciembre de 2005 fue una justa medida táctica, que superó una etapa de la historia del PC, caracterizada por una táctica
sectaria, que contribuyó a mantener su aislamiento y que no le ayudó a crecer
como era imprescindible.
Como en todos los cambios, éste no
fue sin dolor. Hubo sectores dentro del Partido, afortunadamente pequeños, que
no entendieron la correcta aplicación de la política leninista de alianzas en
el período de la Revolución Democrática.
La justeza de la decisión del Pleno
del Comité Central del Partido Comunista se comprueba con los hechos:
a) El decisivo aporte del electorado
comunista al triunfo de Bachelet, claramente demostrado por los resultados de la segunda vuelta, llevada
a cabo el 15 de enero de 2006:
Total votos escrutados: 7.142.004;
Votos válidamente emitidos: 6.939.982,
Votos Michelle Bachelet 3.712.587 (53,49%) y
Votos Sebastián Piñera, 3.227.395
(46,50%).
En los comicios más cercanos a la
segunda vuelta, las elecciones a diputados del 11 de diciembre de 2005, el PC
obtiene 339.547 votos (el 5,14% del
total de sufragios válidamente emitidos).
b) El otro
hecho, el ningún eco encontrado por los
llamados de los “izquierdistas” a votar
nulo. Según los cómputos oficiales, los votos nulos en vez de aumentar con ese
llamado, disminuyeron. De 179.112 (2,50%) en la primera vuelta bajaron a
154.314 (2,16%), en la segunda vuelta. Otro tanto ocurrió con los votos en
blanco: 83.859 (1,17%) en la primera,
disminuyeron a 47.708 (0,66%) en la segunda.
Una vez más, los votos conscientes
de la Izquierda rechazaron lo que Lenin
bautizó como “izquierdismo”, la enfermedad infantil, que tiene como base
social la pequeña burguesía.
Tanto en el XXIII Congreso Nacional,
como en otros eventos del PC, se valoró muy positivamente la decisión del
Comité Central para la segunda vuelta.
Los “porfiados hechos” dieron la
razón al Pleno.
La sabia decisión de ese Pleno del
26 de diciembre de 2005 abrió un nuevo momento en la política de alianzas del
Partido Comunista de Chile. Permitió que, en base a un acuerdo entre el Juntos
Podemos y la Concertación, el 13 de
diciembre de 2009 tres comunistas, a pesar de la vigencia de la ley maldita del
binominalismo, hayan podido ser elegidos diputados.
Y algo más. Suponemos que, después
que nuestro pueblo ha sufrido las penurias del gobierno de Piñera y los
herederos de Pinochet, aquellos que objetaron y condenaron la justa posición
comunista, en la segunda vuelta presidencial de enero de 2006, se habrán hecho
una autocrítica por su actitud sectaria y poco visionaria.
Por último, , no es aventurado
pensar que en la justa decisión del XIII pleno del Comité Central del Partido Comunista,
haya pesado la consecuente posición de clase de la mayoría de los militantes y simpatizantes comunistas en la
segunda vuelta del año 2000.
El 11 de marzo se inició el
Gobierno de Michelle Bachelet