Querida
compañera,
querido
compañero:
Adjunto
un trabajo leído en el acto organizado por el CEILER el martes 7 de noviembre
de 2017, en el salón Camilo Guzmán Sandoval del ICHIL, en homenaje al centenario de la Revolución
Socialista de Octubre.
Un abrazo,
Iván Ljubetic Vargas
Cuando era muchacho, un muchacho del siglo XX,
hubo un misterio que no pude entender
por algún tiempo: ¿Por qué la Revolución de Octubre se conmemora el 7 de
noviembre?
La respuesta era sencilla. Durante la
Revolución Socialista, en Rusia estaba
vigente el antiguo Calendario Juliano. Según
éste, la Revolución Socialista fue el 25 de octubre de 1917. Posteriormente la
Unión Soviética adoptó el Calendario
Gregoriano, el que utilizamos
hoy. Según éste, el día de esa
Revolución corresponde al 7 de noviembre de 1917.
Todo era cuestión de calendarios. A propósito
de ello, en esta exposición me guiaré cronológicamente por el Calendario
Juliano en uso en Rusia cuando
ocurrieron los hechos que trataremos. El calendario Juliano está 13 días
atrasado con respecto al Gregoriano, que es el que actualmente usamos.
TRES
REVOLUCIONES
Entrando en materia, comienzo por decir que
en Rusia hubo tres revoluciones.
La Primera tuvo lugar entre enero y diciembre
de 1905. Fue derrotada sangrientamente por las tropas del Zar, con un saldo de más de mil muertos.
La Segunda, fue la Revolución de Febrero de
1917. La causa: la guerra y el hambre. Fue derrocado al zar Nicolás II y el
poder pasó a manos de un Gobierno Provisional, encabezado por el príncipe Lvov y Kerensky. Lo
integraban liberales burgueses y “socialistas” moderados.
LENIN:
A PASAR A LA SEGUNDA FASE DE LA REVOLUCIÓN
Al producirse la Revolución de Febrero, Lenin
estaba exiliado en Suiza. Al conocer los sucesos de febrero señaló, que la
Revolución había entrado en su primera fase, la revolución
democrático-burguesa, y que se trataba ahora
de preparar la segunda fase: la Revolución Socialista.
Lenin comprendió la necesidad de regresar a
Rusia. Platten, un dirigente del Partido Socialista suizo, apoyó la idea de
Lenin y presentó a la Embajada Alemana, un Memorándum, con todas las medidas
para que Lenin y sus camaradas pudieran cruzar ese país sin problemas. Alemania
aceptó este plan.
Los viajeros fueron 32: 20 hombres, 10 mujeres
y 2 niños. Al llegar a la estación para
embarcarse, les esperaba un grupo de mencheviques y social-revolucionarios
(ambos pequeño-burgueses), que les gritaban:
“¡Traidores!... ¡vendidos!... ¡espías
alemanes!”.
DE
VUELTA EN LA PATRIA
Después de viajar tres días encerrados a bordo del tren, salieron del
territorio alemán. En barco llegaron a Suecia; en ferrocarril, a Estocolmo. En
la frontera rusa los esperaban 50 personas.
El 3 de abril de 1917 llegaron a Petrogrado. La
Estación Finlandia estaba colmada por una entusiasta multitud de obreros,
soldados, marinos... Apareció Lenin. Una banda interpretó La Marsellesa. Pasó
entre las filas de soldados marcialmente alineados. Lenin gritó: “¡Viva la
Revolución Socialista!”.
Fue llevado en hombros. Lo subieron al techo
de un vehículo militar, donde pronunció su primer discurso después del retorno.
Recibió enormes muestras de adhesión.
LAS
TESIS DE ABRIL
Entre el 4 y 5 de abril de 1917, escribió
Lenin sus Tesis de Abril. En ellas
planteaba el desarrollo pacífico de la revolución.
El Gobierno Provisional inició una
despiadada campaña contra Lenin. Hubo
manifestaciones en su contra.
Vociferaban: “¡Lenin a la cárcel!... ¡Mueran los bolcheviques!”.
Lanzaron piedras contra el local del
diario Pravda.
En estas condiciones, Lenin debió luchar por
reganar al Partido.
LENIN:
“ESE PARTIDO EXISTE”
El 3 de junio de 1917 se inició el Primer Congreso de los Soviets de toda
Rusia. Concurrieron 822 delegados. De
éstos, 533 eran mencheviques y socialistas-revolucionarios (ambos con
posiciones pequeño burguesas). Los
bolcheviques, revolucionarios, eran 105;
los trotskistas, menos de 20.
El tema central era la actitud a adoptar
frente al gobierno provisional. El 4 de junio, el ministro socialista
Zeretelli, hizo una apasionada defensa del Gobierno. Afirmó: “Actualmente no hay en Rusia un partido
político capaz de decir: ‘entregadnos el poder; idos y dejadnos que ocupemos
vuestro lugar’. Ese partido no existe”.
Lenin,
que estaba entre los delegados, lo interrumpió y dijo: “Ese partido
existe”. Luego entregó un resumen del programa del Partido bolchevique.
LENIN
EN FINLANDIA
Kerenski, ahora a la cabeza del Gobierno Provisional,
afirmó tener “pruebas irrefutables”
sobre el trabajo conjunto de Lenin con el Alto Mando alemán.
El 6 de julio de 1917 el Gobierno Provisional
ordenó su arresto.
Entonces, el Partido bolchevique decidió
que Lenin se refugiara en
Finlandia.
MOMENTO
DE REFLUJO
En Julio hubo en San Petersburgo espontáneas y
masivas manifestaciones contra el gobierno provisional. Éste intensificó la represión contra los
bolcheviques, que pasaron a la
clandestinidad. Sus imprentas fueron destruidas y quemadas, los periódicos
clausurados.
Julio y agosto de 1917 fueron meses de reflujo
del movimiento revolucionario.
Bajo esas condiciones adversas, los
bolcheviques reanudaron su labor pública de agitación, denunciando la labor de
Kerensky y compañía.
EL VI
CONGRESO DE LOS BOLCHEVIQUES
Entre el 26 de julio y el 3 de agosto de 1917,
tuvo lugar en Petrogrado, el VI Congreso
del Partido Obrero Socialdemócrata ruso (bolchevique), que adoptó la histórica
resolución: de “Impulsar la conquista del poder por el proletariado en alianza
con los campesinos pobres mediante la acción armada”.
Aunque ausente de ese Congreso, triunfó Lenin
con su proposición que planteaba desde junio.
Ese Congreso eligió un Comité para “dirigir la
Revolución de Octubre”.
Pero, de los 21 miembros titulares y 10 suplentes elegidos, sólo Lenin –que
estaba en Finlandia- y otros seis dirigentes del Comité Central, estaban por la
preparación de la insurrección en las próximas semanas. Seis eran contrarios a
ella, entre estos estaban Riazanov, Kámenev y Zinoviev. Por su parte,
Trotski con cuatro de sus adeptos la
veían muy lejana aún. El resto vacilaba.
O sea, el VI Congreso bolchevique aprobó la justa tesis leninista, pero en la
nueva dirección la mayoría estaba contra la aplicación inmediata de la
insurrección armada.
BOLCHEVIQUES
CONQUISTAN LOS SÓVIETS DE PETROGRADO Y MOSCÚ
Los bolcheviques ganaron prestigio y avanzaron
en la preparación de los trabajadores para la insurrección. A fines de agosto
de 1917, los bolcheviques ganaron los sóviets de Petrogrado y Moscú.
Se sucedían las huelgas y las manifestaciones
callejeras. Miles de soldados, que abandonaban las trincheras, se sumaban a los
obreros de las fábricas y a los campesinos llegados a las ciudades. Marinos y
soldados desfilaban con armas.
JOHN
REED UN TESTIGO DE EXCELENCIA
John Reed, el genial escritor estadounidense,
testigo presencial de los
acontecimientos, describe en su libro “10 días que conmovieron al mundo”, la
situación en Rusia hacia fines de septiembre de 1917:
Relata: “En
esa atmósfera de corrupción y de
monstruosas verdades a medias, sólo se oía una nota clara, el llamamiento de
los bolcheviques, más penetrante cada día: “¡Todo el poder a los Soviets!”. ¡Todo
el poder a los representantes directos de los millones de obreros, soldados y
campesinos!
¡Tierra
y pan!
¡Que
acabe la guerra insensata!
¡Abajo
la diplomacia secreta, la especulación y la traición!
¡La
Revolución está en peligro, y con ello la causa de todos los pueblos!”
Agrega John Reed: “La lucha entre el proletariado y la burguesía, entre los Soviets y el
Gobierno, comenzada en los primeros días de febrero, iba a alcanzar su punto culminante”.
Más adelante añade: “En los cuarteles, en las fábricas, en las esquinas de las calles,
inacabables oradores soldados exigían el fin de la guerra y declaraban que, si
el gobierno no hacía un enérgico esfuerzo a favor de la paz, los soldados
abandonarían las trincheras y regresarían a sus casas”
DESDE
LEJOS
Lenin, en Finlandia, seguía desde lejos los
acontecimientos. El Comité Central no lo autorizaba retornar a
Rusia, por razones de seguridad.
Escribía cartas y documentos que enviaba al
Comité Central, que ni siquiera eran discutidos.
Lenin insistía: “Los bolcheviques deben tomarse el poder”. “La demora se convierte
absolutamente en un crimen”... “Hay que ir a la insurrección inmediatamente”.
No tenía respuesta alguna. También planteó la
necesidad de retornar a San Petersburgo.
El Comité Central se lo prohibió.
“CARTA
A LOS CAMARADAS”
En la mañana del miércoles 18 de octubre el
periódico bolchevique Rabochi Put (La Voz de los Obreros) comenzó a publicar la
“Carta a los camaradas” de Lenin.
En opinión de John Reed: “éste es uno de los más audaces documentos de agitación que ha conocido
el mundo.
Lenin
aportaba todos los argumentos a favor de la insurrección. Decía: “O bien nos
pasamos al campo de los Lieber y los Dan (dos dirigentes mencheviques) y
abandonamos abiertamente nuestra consigna “Todo el poder a los Soviets”, o bien
nos lanzamos a la insurrección. No hay término medio”.
EL
INSTITUTO SMOLNY
El Instituto Smolny era el cuartel general del
Comité Central de los Soviets de toda Rusia (controlado por mencheviques y
eseristas (ambos pequeño- burgueses) y del Soviet de Petrogrado, dirigido
por los bolcheviques.
John Reed explica: “Ese Instituto había sido un famoso pensionado para señoritas de la
nobleza en el antiguo régimen, patrocinado por la Zarina. Tiene más de un
centenar de amplias piezas.
Por
sus corredores abovedados e iluminados de trecho en trecho por bombillas
eléctricas, discurría una atareada muchedumbre de obreros y soldados, algunos
de ellos doblados bajo el peso de enormes paquetes de periódicos, proclamas y
propaganda impresa de toda clase”.
El Smolny se hallaba a muchas millas del centro, en un extremo de Petrogrado, a
orillas del ancho río Neva.
DOBLEMENTE
CLANDESTINO
Lenin desobedeció la arbitraria orden del
Comité Central. Arriesgando ser detenido por la policía de Kerenski, ayudado
por Rahia, un fiel amigo, y otro bolchevique, cruzó clandestinamente la
frontera, ingresando a Rusia. Nadezda Krupskaia, su compañera, le buscó un refugio seguro. Desde allí escribió varios
documentos. En uno de ellos planteó: “La revolución está perdida si el gobierno
de Kerensky no es derribado en el futuro próximo”.
Se reunió con el Comité Central el 10 de
octubre. Logró que se aprobara una nueva resolución sobre la insurrección
armada, pero sin especificar fecha ni detalles.
Lenin comprendió que debía recurrir a las bases del Partido. Con ese fin
participó en una Conferencia del Comité Central con representantes de las
organizaciones bolcheviques de Petrogrado.
La Conferencia aprobó la preparación inmediata
de la insurrección por 19 votos, contra 2 y 3 abstenciones.
LA
GENIALIDAD DE UN LÍDER
El sábado 21 de octubre se reunió con los
dirigentes bolcheviques de Petrogrado. Esa
reunión fue decisiva en los acontecimientos inmediatos. Allí Lenin planteó
sobre la fecha de la insurrección:
“El
24 de octubre sería demasiado pronto. Es
necesario que la insurrección se apoye en toda Rusia. Ahora bien, el 24
no habrán llegado todos los delegados al Congreso de los Soviets de toda Rusia.
Por
otra parte, el 26 de octubre sería demasiado tarde. En esa fecha estará
organizado el Congreso y es difícil para una gran asamblea tomar medidas
rápidas y decisivas.
Es
el miércoles 25 de octubre cuando
debemos proceder, o sea, el día de la apertura del Congreso,
con
el fin de poder decir: “Aquí está el poder. ¿Qué váis a hacer con él?”
LENIN
EN EL INSTITUTO SMOLNY
En el Instituto Smolny se vivían horas
agitadas. Ahí estaba el centro revolucionario. Lenin planteó al Comité Central
la necesidad de estar allí presente.
Se lo prohibieron. Al caer la noche del 24 de
octubre, Lenin decidió trasladarse clandestinamente al Smolny y tomar en sus
manos la dirección de la insurrección.
Disfrazado y acompañado del camarada Rahia, luego de caminar varias horas, llegó
poco antes de la medianoche al Smolny. Envió
a Rahia a buscar a Stalin.
Ambos se reunieron en una sala vacía y
pusieron en marcha a las fuerzas insurreccionales que tenía listas el Comité
Militar Revolucionario, pero que no se
atrevía a lanzar todavía a la toma del poder.
Lenin convocó a los jefes militares de
fábricas y regimientos. Decenas de motociclistas se lanzaron hacia los
suburbios...
A partir de la una de la madrugada del 25 de
octubre, destacamentos de soldados salieron de los cuarteles; grupos de obreros
armados abandonaron las fábricas. Iban a apoderarse de los puentes, las
estaciones ferroviarias, los edificios públicos... Todos los puntos
estratégicos de Petrogrado.
“LA
REVOLUCIÓN SE HA REALIZADO...”
Eran las 14 y 35 minutos del miércoles 25 de octubre de 1917, cuando se
inició la sesión extraordinaria del Sóviet de Petrogrado. Presidía León Trotski,
que anunció a Lenin. Cuando la tempestuosa ovación se calmó, éste dijo:
“Camaradas:
la revolución obrera y campesina, de cuya necesidad han hablado los
bolcheviques, se ha realizado...”
SEGUNDO
CONGRESO DE LOS SOVIETS DE TODA RUSIA
John Reed relata: “Logramos entrar en el gran salón de sesiones, abriéndonos camino a
través de la muchedumbre que se agolpaba en la puerta. Apretados contra la
pared, bajo los candelabros blancos, apretujándose en los pasillos y en los
menores rincones, encaramados sobre los antepechos de las ventanas y hasta en
el borde de la tribuna, los representantes de los obreros y soldados de toda
Rusia esperaban, los unos en un silencio lleno de angustia, los otros en un
estado de exaltación indescriptible, que el presidente hiciera sonar la
campanilla.”
BOLCHEVIQUES
PRIMERA MAYORÍA
A las 22,45 del día 25 de octubre, se inició
el Segundo Congreso de los Soviets de
toda Rusia. Hubo acaloradas discusiones. Se eligió un nuevo comité ejecutivo
para reemplazar al nombrado en el
Primer Congreso, efectuado en junio, en que
tenían mayoría los eseristas (social-revolucionarios) y los mencheviques. En
nuevo Comité Ejecutivo quedó formado por 14 bolcheviques, 7 eseristas, 3
mencheviques y 1 internacionalista.
Relata John Reed: “Después que los antiguos dirigentes abandonaron la Tribuna y se vio
subir a Trotski, Kámenev, Lunacharski, Alejandra Kollontai, Noguin… La sala se
puso de pie en medio de una tempestad de aplausos. ¡Qué camino habían recorrido
estos bolcheviques, esta secta despreciada y perseguida menos de cuatro meses
antes, llegados ahora al cargo supremo, al timón de la gran Rusia en plena
insurrección!”
LLAMADO
DEL SEGUNDO CONGRESO
Eran las 3 y 10 minutos de la madrugada del 26
de octubre, cuando el presidente del Congreso anunció que el Palacio de
Invierno acababa de ser tomado por los revolucionarios.
Poco después la Asamblea acordó el siguiente
llamado, dirigido a los obreros, soldados y campesinos de toda Rusia:
“Obreros,
Soldados, Campesinos,
El
Segundo Congreso de los Sóviets de Diputados obreros y soldados de toda Rusia
comienza sus tareas. Representa a la gran mayoría de los Soviets. Toman parte
en él, asimismo, cierto número de delegados de los Sóviets campesinos. Apoyándose
en la voluntad de la inmensa mayoría de
los obreros, soldados y campesinos y en la victoria de los obreros y la
guarnición de Petrogrado, el Congreso toma en sus manos el poder.
El
gobierno provisional queda derrocado; la mayor parte de los miembros del
gobierno provisional ya ha sido detenida.
El
poder soviético propondrá una paz democrática inmediata a todas las naciones y
un armisticio inmediato en todos los frentes.
Procederá
a entregar a los comités campesinos los bienes de los terratenientes, de la
Corona y de la Iglesia.
Defenderá
los derechos de los soldados y llevará a cabo la total democratización del
ejército.
Implantará
el control obrero sobre la producción. Asegurará
la convocatoria a la Asamblea Constituyente en la fecha fijada.
Tomará
todas las medidas necesarias para abastecer de pan a las ciudades y a los
pueblos de géneros alimenticios de primera necesidad.
Asegurará
a todas las nacionalidades que vivan en Rusia el derecho absoluto a disponer de
su propia existencia…”
Firmaba: El Congreso de los Sóviets de
Diputados obreros y soldados de toda Rusia”.
Escribe John Reed; “Fue así como Lenin y los obreros de Petrogrado llevaron a la victoria
la insurrección, y el Sóviet de Petrogrado derrocó al Gobierno provisional y colocó al Congreso de los Sóviets ante el
hecho consumado del golpe de Estado. Ahora se trataba de ganar a toda la
inmensa Rusia.”
EL
GRAN LENIN
Jueves 26 de octubre de 1917. Prosigue el
Congreso de los Sóviets de Diputados obreros y soldados de toda Rusia. El gran salón de sesiones está abarrotado.
Escribe John Reed: “Eran las ocho y cuarenta exactamente cuando una tempestad de
aclamaciones anunció la entrada del Buró, con Lenin, el gran Lenin.
Era
hombre de baja estatura, fornido, la gran cabeza redonda y calva hundida en los
hombros, ojos pequeños, nariz roma, boca grande y generosa, el mentón pesado. Estaba completamente afeitado, pero
ya su barba, tan conocida antes, y que ahora sería eterna, comenzaba a
erizar sus facciones.
Su
chaqueta estaba raída, los pantalones eran demasiado largos para él. Aunque no
se prestaba mucho, físicamente, para ser el ídolo de las multitudes, fue
querido y venerado como pocos jefes en el curso de la historia. Un extraño jefe
popular, que lo era solamente por la potencia del espíritu. Sin humor, intransigente y frío, sin ninguna
particularidad pintoresca, pero con el
poder de explicar ideas profundas en términos sencillos, de analizar
concretamente las situaciones, y dueño de la mayor audacia intelectual”.
AHORA
A CONSTRUIR EL SOCIALISMO
En la asamblea, presidida por Kámenev, intervinieron varios oradores.
Relata John Reed: “Finalmente Lenin se puso en
pie. Manteniéndose en el borde de la tribuna, paseó sobre los asistentes sus
ojillos semi cerrados, aparentemente insensible a la inmensa ovación, que se
prolongó durante varios minutos. Cuando ésta hubo terminado, dijo simplemente:
-Ahora,
procederemos a la edificación del orden socialista.
Nuevamente
se produjo en la sala un fuerte rugido humano”.
LOS
BOLCHEVIQUES CONMOVIERON AL MUNDO Y A CHILE
El historiador Hernán Ramírez Necochea
escribe:
“La
Revolución y los dramáticos sucesos que siguieron a la conquista del poder por
el proletariado ruso despertaron la atención de la clase obrera, la conmovieron
profundamente; en la prensa popular y en las reuniones políticas y sindicales,
se expresaba fervorosa admiración por el pueblo soviético y se daban muestras
de incontenible entusiasmo por el advenimiento del primer Estado que dirigía la
clase trabajadora”.
Por su parte, el dirigente sindical Juan
Vargas Puebla, afirma:
“El
nacimiento del primer estado dirigido por el proletariado, fue saludado por las
organizaciones clasistas chilenas y no pocos políticos e intelectuales. Los
estudiantes universitarios lo saludaron en diversos artículos publicados en su
periódico Claridad”.
Hacia 1918 en el mineral de El Teniente, los
trabajadores seguían con enorme atención los acontecimientos de la Revolución
Rusa. Fue así como los mineros obligaban
a Galo González, que por entonces tenía 24 años, y a otro obrero de apellido Meza a subirse a
una plataforma de madera que estaba en la ladera de un cerro y a leerles en voz
alta las noticias sobre la lucha de los maximalistas rusos. Y cuando éstas eran
buenas, los mineros entusiasmados arrojaban sus gorros al aire.
RECABARREN
ESCRIBE DESDE BUENOS AIRES
Al producirse la Revolución de Octubre,
Recabarren se encontraba en Buenos Aires. Apenas conoció los acontecimientos que sacudían Rusia,
escribió el 23 de diciembre de 1917:
“Doy
sin vacilar mi voto de adhesión a los maximalistas rusos, que inician el camino
de la paz y de la abolición del régimen burgués, capitalista y bárbaro.
Quien
no apoye a esta causa sostendrá el régimen capitalista con todos sus horrores”.
En otros artículos publicados en la prensa
argentina, y reproducidos por el
periódico “Adelante”, de Talcahuano, en febrero de 1918, Recabarren
señaló:
“El sueño, la utopía de esos locos llamados
socialistas pasa a ser hoy no sólo una realidad, sino la fuente de todo
progreso y felicidad humana. Esto era lo más temido por la clase capitalista de
Rusia y de todos las países”.
“¡Rusia
maximalista, es la antorcha del mundo!
Salud
a esa Rusia.
Rusia
revolucionaria, librando al mundo de la guerra, es el más poderoso baluarte de
la democracia; de la democracia del pueblo honrado y trabajador”.
RECABARREN
SOLIDARIO
Recabarren regresó a Chile en abril de 1918.
Salvador Ocampo evoca la actividad solidaria
desarrollada por el maestro en Antofagasta:
“Yo
recuerdo perfectamente que Recabarren salió a la calle con nosotros en 1918 a
celebrar los triunfos de los bolcheviques y a proclamar que ese era el camino
que tenía que seguir el proletariado...”
Así era Luis Emilio Recabarren Serrano, padre del movimiento obrero chileno, fundador
del Partido Comunista de Chile, reconstructor del movimiento sindical de clase,
impulsor de la prensa y cultura proletaria.
¡Recabarren,
era un obrero capaz de ver con claridad
lo que ocurría a más de 13 mil 200 kilómetros de distancia y, más
importante aún, era un revolucionario
dispuesto a entregar en las calles, su decidida solidaridad a los
obreros, soldados y campesinos rusos, que hace cien años, abrían las
anchas puertas de la historia, para que la humanidad entrara a
una nueva etapa.
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER