Iván
Ljubetic Vargas, historiador
CAPÍTULO
XXXI: “UNA INSISTENCIA NECESARIA”
Con fecha 9 de noviembre “El Siglo” publicó el
siguiente Editorial:
El 19 de noviembre lo que se juega son
proyectos de país, más que el perfil de una o un candidato.
Esta no es una elección de rostros, de
carismas, de formas. Es un proceso de profundas características políticas y
estratégicas, y que tendrá un enorme impacto en el pueblo, en la mayoría de los
ciudadanos.
El del 19 de noviembre es de aquellos comicios
en que, realmente, lo que se juega son proyectos de país, más que el perfil de
una o un candidato, u opciones más o menos parecidas en la profundidad de las
propuestas.
Esta vez, dicho de manera muy concreta, la
disyuntiva es elegir a quien puede continuar ampliando y profundizando reformas
y transformaciones, o a quien desea frenar, impedir y retroceder en el proceso
de cambios operado en Chile.
En eso, en lo consistente y real, no hay
dobles lecturas. En estos momentos, más allá de características personales, es
claro que hay quien representa seguir el camino de nuevas realidades en el
país, y quien representa una marcha atrás en el camino, preservando realidades
negativas.
Los que vayan a votar y también quienes no
concurran a sufragar, estarán dando el voto y la ventaja a uno u otro camino.
Es una realidad de que, en ese marco,
Alejandro Guillier está sosteniendo las ideas, las iniciativas y los
compromisos para seguir con reformas y cambios en diversidad de ámbitos, y es
quien, de acuerdo a los análisis y diversidad de sondeos, tiene la mayoría de
respaldo en el mundo progresista y de izquierda. Y que Sebastián Piñera, quien
aparece con ventaja frente al otro candidato de la derecha, defiende y promueve
contenidos programáticos destinados a reforzar el actual esquema económico e
institucional, no asumir procesos e iniciativas de cambios y reformas, y
granjearse el apoyo de la derecha, de las posturas conservadoras y de los
sectores contra-reformistas.
Es imprescindible establecer que lo que se juega
no es solo en el ámbito presidencial, también a nivel parlamentario. Quienes
deseen avanzar en transformaciones más o menos profundas en distintos ámbitos,
deben reconocer que ello requiere de una correlación de fuerzas democrática,
progresista y transformadora en el Parlamento, lo que abre el desafío de elegir
la mayor cantidad de diputados de esos sectores políticos y sociales.
Hay un elemento que se saca al debate, y es la
profundidad de las transformaciones, las características de las reformas, los
problemas en concretar cambios genuinos, la profundidad de lo que se hace. No
se desconocen dificultades y problemas en el camino. Es más, desde las posturas
progresistas y de izquierda se plantea, en efecto, que hay que avanzar mucho
más, en muchas materias. El tema es que, en esta coyuntura electoral, el
triunfo de una candidatura democrática que está a favor de proseguir las
transformaciones, posibilita seguir avanzando, hacer correcciones, ir más allá,
dar la pelea por la profundización y ganar la batalla en la disputa
programática; eso abre perspectiva. Un avance de la derecha cierra todas esas
posibilidades, anula el proceso de reformas, levanta un muro a la ampliación de
derechos sociales y ciudadanos. Esto es parte de lo que sitúa esta elección en el
énfasis político y estratégico.
Chile y la sociedad chilena han operado en los
últimos años enormes y significativos cambios. Sobre todo, tienen que ver con
nuevas demandas del pueblo y de las mayorías, desde tener garantizado el acceso
a la educación, pasando por justos derechos laborales, hasta la consagración de
derechos de la diversidad sexual. Nadie bien documentado y honesto, podrá negar
que el actual Gobierno, con el aporte de los parlamentarios y el apoyo del
movimiento social, logró avances sustantivos, al punto que hoy todos los
sectores políticos tienen en el eje de sus planteamientos el proceso de
reformas y los cambios que requiere el país. Nadie bien informado podrá negar
que todo sufrirá un retroceso y un congelamiento con un hipotético gobierno de
derecha.
El pueblo, los ciudadanos, la sociedad civil
en su conjunto, tienen en sus manos -nadie más- el decidir el resultado de la
próxima elección, el decidir si el país sigue por el camino transformador y
democratizador, o entra en un ciclo contra-transformador
y regresivo. Por tanto, más allá de carismas o formas, el ciudadano tiene en
sus manos una decisión estratégica, de la mayor importancia por el camino que
transite Chile.