El Círculo Virtual de
Estudios Histórico-Políticos entrega una breve reseña de un poeta que dedicó un
hermoso poema a su padre, un comunista de toda la vida.
Carlota Espina
Editora
UN MAESTRO POETA: JORGE TEILLIER SANDOVAL
Iván
Ljubetic Vargas
El poeta y educador Jorge Teillier Sandoval.
Nació en Lautaro, provincia de Cautín, Novena Región, el 24 de junio de 1935,
el mismo día que moría Carlos Gardel en el accidente de Medellín.
LAUTARO
Conocí a Jorge Teillier a comienzos de los
años 60 del siglo XX en casa de su
padre, Fernando Teillier Morin, de la calle Colón de Lautaro. Una ciudad muy
larga y angosta, cortada longitudinalmente por
la línea ferroviaria que iba de Santiago a Puerto Montt.
El poeta-maestro recuerda este hecho cuando escribe: “porque
los trenes caminos y ríos simbolizan el paso del tiempo y me recuerdan la
infancia en un pueblo con el corazón atravesado por un tren”.
EN
CASA DE SUS PADRES
El padre, era descendiente de agricultores franceses que habían llegado desde Burdeos y
se habían radicado en ese lugar. Era de profesión contador y de militancia
comunista. Ibamos continuamente a su hogar, donde nos atendía con gran amabilidad, la madre del poeta, doña Sara
Sandoval Matus, que había nacido en
Chillán.
Allí llegaba desde Santiago Jorge con su
esposa Sybila Arredondo y sus hijos. El era muy delgado, quitado de bulla, lo
contrario de su padre, que con su sonora risa celebraba cualquier broma.
EDUCADOR
POR POCO TIEMPO
Jorge Teillier había estudiado Historia en el Instituto Pedagógico de la Universidad
de Chile. Era director de “Clío”,
revista de Historia y Geografía de la Universidad. Más tarde sería director del
Boletín de la Universidad de Chile, cargo que ejerció hasta renunciar al
producirse el golpe fascista encabezado por Pinochet.
Ejerció como educador por algún tiempo. Decía
que no era un buen profesor porque “sólo me fijaba en los buenos alumnos”.
SUS
PRINCIPALES OBRAS
Es considerado uno de los importantes poetas
de la llamada “generación del 50”. Entre sus libros figuran “Para Ángeles y gorriones”, escrito en 1956;
“El cielo cae con las hojas” (1958); “Para un
pueblo fantasma” (1978).
Escribió artículos para diversos periódicos y
publicaciones. Entre ellos “El Siglo”, “El Mercurio”, “La Nación”,
“Boletín de la Universidad de Chile”, “Atenea”, de Concepción; “El
Diario Austral”, de Temuco.
UN COMUNISTA
NO PODÍA SER BOMBERO
En una entrevista le preguntaron si su padre
había sido bombero. Respondió:
“Sí, mucho tiempo, pero después lo echaron
cuando salió la ley de defensa de la democracia, en tiempos de Videla, le
prohibieron a todos los comunistas ser bomberos”.
Y fue al compañero Fernando Teillier Morín,
quien sería Gobernador de Lautaro, durante el Gobierno Popular, presidido por
Salvador Allende, a quien Jorge Teillier le dedicó un hermoso poema, que tituló
“RETRATO DE MI PADRE,
MILITANTE COMUNISTA”
En las tardes de invierno,
cuando un sol equivocado busca a
tientas
los aromos de primaveras perdidas,
va mi padre en su Dodge 30
por los caminos ripiados de la Frontera
hacia aldeas que parecen guijarros o perdices echadas.
O llega a través de barriales
a las reducciones de sus amigos mapuches
cuyas tierras se achican cada día,
para hablarles del tiempo en que las tierras
se multiplicarán como los panes y los peces
y será de verdad para todos.
Desde hace treinta años grita “Viva la Reforma Agraria”
y canta “Arriba los pobres del mundo,
de pie los esclavos sin pan”
con su voz desafinada, en planicies
barridas por el puelche, en sindicatos
o locales clandestinos, rodeado de campesinos
y obreros y maestros y estudiantes
arroja un puñado de semillas para que crezcan
los árboles del mundo nuevo.
Honrado como una manta de castilla,
lo recuerdo defendiendo al
Partido y a la Revolución
sin esperar ninguna recompensa,
así como Eddie Polo, su héroe de la infancia.
Porque su esperanza ha sido hermosa
como ciruelos florecidos para siempre a orillas de un camino,
pido que llegue a vivir en el
tiempo que siempre ha esperado,
cuando las calles cambien su nombre y se llamen
Luis Emilio Recabarren o Elías Lafertte
(a quien conoció una mañana lluviosa de 1931 en Temuco,
cuando al Partido sólo entraban los héroes).
Que pueda cuidar siempre los patos y gallinas
y ver crecer los manzanos que ha
destinado a sus nietos,
que siga por muchos años cantando “La Marsellesa”
el 14 de julio en homenaje a sus padres que llegaron de Burdeos,
que sus días lleguen a ser tranquilos
como una laguna cuando no hay viento
y se pueda reunir con sus amigos,
de cuyas bromas se ríe más que nadie,
a jugar al tejo y comer asado al palo
en el silencio interminable de los campos.
UN MODESTO HOMENAJE
Rendimos nuestro homenaje a
este poeta- profesor de historia y poesía, que nació el día en que el pueblo
mapuche celebra la llegada de un nuevo año, y
que falleció en Viña del Mar, un 22 de abril de 1996.