César Bunster
Fuente:
César Bunster: confesiones políticas y familiares
Hugo Guzmán.
Stgo. 15/10/012) El sociólogo César Bunster Ariztía fue conocido por
chilenas y chilenos cuando la noche del 7 de septiembre de 1986 salió su foto
en toda la prensa, como organizador del atentado al dictador Augusto Pinochet. Ex
alumno del Liceo Manuel de Salas, fue hijo del destacado abogado y penalista
Álvaro Bunster y volvió a estar en la prensa cuando se supo que Claudio
Teitelboim en realidad era hijo también de su padre; César tenía un nuevo
hermano. Dicen que es uno de los mejores intérpretes de inglés en Chile;
trabajó para el Ejército, la Cepal, grandes empresas. Hoy es candidato a
concejal por la comuna de Puente Alto, donde vive, por su organización de
siempre, el Partido Comunista. Aquí, parte de sus confesiones, porque otras
seguirán ocultas un tiempo más.
-¿Te sientes cómodo siendo candidato a concejal?
-La respuesta es mixta. La mejor definición es que sientes que estás
cumpliendo con un deber. Suena como un cliché, pero es la verdad. Tiene que ver
con dar peleas en diferentes ámbitos, diferentes espacios, de acuerdo a la
realidad de nuestro país y de acuerdo a las luchas de nuestro pueblo. Hoy,
luchar por formar parte del Concejo Municipal, es un deber revolucionario. Recalco
lo de revolucionario porque no se trata de hacer más de lo mismo, se trata de
hacer más y de cambiar las cosas, de revolucionar la realidad. Es fácil
decirlo, no es fácil hacerlo. Por ejemplo, hay restricciones, está la Ley
Orgánica Municipal, se limita lo que pueden hacer los concejales, pero así y
todo creo que es un deber porque tenemos que comenzar a cambiar Chile en todos
los frentes. El Municipio es la parte del Estado que está más cercana a la
ciudadanía y debemos estar ahí, por eso creo que me siento cómodo porque es un
deber revolucionario para poder hacer esa tarea.
-¿Cómo se vive el contraste de haber participado en la organización del
atentado a Augusto Pinochet y estar ahora en la lucha electoral?
-Es igual, es la misma pelea, son los mismos sueños, los mismos anhelos, de
buscar una democracia de verdad y participativa, que era con lo que soñábamos
hace unos 26 o 30 años atrás. Ese anhelo se mantiene intacto, vivo. Por lo
tanto, ambas son tareas que van encaminadas en la misma dirección. No tenemos
una dictadura en estos momentos, pero tampoco tenemos la democracia a la cual
aspirábamos y por la cual seguimos luchando.
-¿Cómo se logra ese punto de encuentro, de estar en el Frente Patriótico
Manuel Rodríguez y años después estar en las batallas electorales?
-Lo que permite eso es una lectura acertada de la realidad que vivimos en
un momento determinado. En esa época era necesario, era justo tomar las armas
para luchar contra una dictadura que bañó en sangre a nuestro país, que
transformó el Océano Pacífico que baña nuestras costas en cementerios, donde se
echaron los cuerpos de nuestros compañeros, que eran asesinados todos los días.
Por lo tanto era justo y era válido en ese momento. Hoy una lectura objetiva de
la realidad indica que el camino en el que estamos, es el acertado. Siempre
tuve el convencimiento de que el uso de la fuerza, el uso de la vía armada, era
un último recurso cuando no quedaba otra alternativa para luchar por una
democracia de verdad. Fue una forma de lucha que nos impuso una dictadura. No
fue una forma de lucha que eligiéramos o prefiriéramos, sino que era
absolutamente necesaria dada la realidad concreta de ese momento. Hoy la
realidad es diferente, pero como dije, con las mismas aspiraciones, los mismos
deseos de una democracia participativa y verdadera. Seguimos luchando por lo
mismo, dando cuenta de una realidad distinta a la de 20 ó 30 años atrás.
-¿Compartes que hay que estar en este poder comunal, en esta instancia
municipal? Porque se critica la institucionalidad.
-Por eso te digo que no queremos hacer más de lo mismo, sumarnos a una
institucionalidad que refleja lo que fue la dictadura. Los Municipios se rigen
en gran medida por las leyes que estableció la dictadura, el poder casi
monopólico que tiene el alcalde para hacer y deshacer, es algo que hay que
cambiar. El Concejo Municipal tiene que transformarse en una entidad
democrática y el papel de los concejales no puede limitarse a tratar de
fiscalizar las acciones que realiza el alcalde. Tenemos que transformar la
administración municipal en un gobierno municipal. Eso sólo se logra a través
de una participación real, activa, comprometida y organizada de la comunidad. La
creación de poder local involucra tener municipios de nuevo tipo.
-Hay gente, estudiantes, que están llamando a abstenerse, a no votar.
-La campaña que inició un sector importante de estudiantes secundarios, que
ellos denominaron “Yo no presto el voto” es, en mi opinión, completamente
equivocada. Jamás señalaría que esta vía que tenemos en este momento, que esta
posibilidad de votar, en las municipales o en cualquier elección, es un camino
equivocado. Creo que no está reñida la elección, el voto, en el Chile de hoy,
con la movilización social, con la lucha en las calles, con el desarrollo de
las organizaciones sociales y de diversas expresiones de la ciudadanía. Creo
que Aysén, Magallanes, Freirina, que el movimiento estudiantil y el movimiento
social, deben considerar estas elecciones como una forma de lucha adicional y
no contradictoria a los movimientos sociales en todas sus expresiones.
-Estudiaste sociología en el Reino Unido. Eres considerado uno de los
mejores intérpretes de inglés que hay en Chile. ¿Por qué no te dedicaste a eso,
por qué no ser sociólogo o un intérprete reconocido y tener una mejor vida
económica, familiar, personal? Vienes de una destacada familia de
intelectuales, académicos, artistas, pudo ser otro el rumbo de tu vida.
-Todos tenemos opciones en la vida. Es curioso, pero llegué a ser
intérprete precisamente por haber estado involucrado en la lucha contra la
dictadura, si no, sería sociólogo. Fue la actividad que tuve que asumir porque
estaba ilegal. Bueno, y si hubiera sido sociólogo me habría desarrollado ahí. Todo
es hipotético, porque si a lo mejor no hubiera existido la dictadura, yo no
habría estudiado sociología, no habría sido intérprete, quien sabe qué pasa en
nuestras vidas. El Chile que soñamos quizá estaría más cerca sin ese Golpe de
Estado. Como otros, pude haber optado por centrar toda mi vida en el desarrollo
personal, profesional, de la familia, pero cuando uno asume un compromiso
político es para toda la vida. Ahora, ese compromiso político abarca el
comportamiento individual, el desarrollo profesional, inclusive las relaciones
que tiene uno con la familia, es un todo.
-¿Qué fue lo que más influyó en que entraras a militar a las Juventudes
Comunistas y después al Partido Comunista?
-Como tú decías, yo vengo de una familia, y no hablo sólo de la familia más
directa, como mi padre, sino de mis tíos, de mis primas y mis primos,
comprometida con Chile. No todos eran militantes de partidos políticos, pero lo
que sí tenían todos era un compromiso con el desarrollo de nuestro país, con el
bienestar de nuestro pueblo, en diferentes ámbitos. En mi familia, especialmente
desde el mundo cultural y académico. Todos comprometidos con un valor superior
que es nuestro pueblo. De ahí vengo. La razón por la cual yo ingresé a la Jota,
es porque desde joven me llamó la atención sumarme a ese gran ejército, por así
decirlo, a ese gran contingente de lucha junto, con y para el pueblo. Fue una
cosa más o menos normal, mi incorporación fue en el año 1976, tenía 18 años y
entré a las Juventudes Comunistas. Desde entonces no he tenido ninguna razón
para pensar que esa decisión fue equivocada. Las mismas desigualdades, las
mismas carencias del pueblo, las mismas razones que eran válidas en esa época,
son válidas hoy para estar en el Partido Comunista.
-¿Te dio miedo entrar al Frente Patriótico?
-Miedo no me dio. Cuando entré era mayor de edad y estaba plenamente
consciente de lo que eso podía significar. A esa altura sabíamos lo que se
pagaba si uno caía en manos de la CNI o de los organismos represivos de la
dictadura. Significaba casi segura la muerte y antes de eso la tortura y haber
terminado amarrado a un riel para ser arrojado al mar, como ocurrió con muchos
compañeros. Más que miedo, sentía las ganas de, una vez por todas, terminar con
la dictadura. Contribuir desde el ámbito de la lucha armada para poder
recuperar una democracia de verdad. No primaba tanto el miedo, sino el deseo de
aportar.
-Tu padre fue un destacado jurista, un reconocido penalista, Secretario
General de la Universidad de Chile, embajador de Salvador Allende, de Chile, en
el Reino Unido, ¿influyó él en ti?, porque te pudo llevar por ese camino
académico, él no fue militante del Partido Comunista.
-Mi papá efectivamente nunca fue militante del Partido Comunista, pero
tenía un tremendo respeto por el Partido Comunista de Chile, siempre lo tuvo. Desde
el mundo académico él tuvo muchos vínculos con comunistas y por lo tanto en mi
casa nunca hubo anticomunismo, al revés, hubo tremendo respeto, se hablaba bien
de los comunistas. Ya siendo adulto, yo conversaba con él y le preguntaba,
“oiga papá, con todo lo que usted nos dice siempre, ¿por qué nunca ingresó al
Partido Comunista?” Así de cercana era la visión que él tenía de los
comunistas. La influencia de él es más que nada el inmenso cariño por el pueblo
de Chile, el deseo y el anhelo profundo de contar con un país donde todo
nuestro pueblo tuviera una calidad de vida digna, con acceso a la cultura, a la
educación, a la salud, a la vivienda. Esa es su influencia: un respeto hacia
los comunistas, un tremendo cariño al pueblo chileno y un compromiso con el
destino de nuestro pueblo.
-Tu tío Patricio Bunster sí fue comunista.
-Sí, fue militante de toda la vida, murió siendo integrante del Comité
Central, cumplió tareas importantes para el Partido, fue un destacado
coreógrafo y profesor de danza, creó el Centro Espiral, fue un ejemplo no sólo
para mi como sobrino y como militante, sino para muchos chilenos. No es casual
que hay muchos jóvenes que se acuerdan con cariño de Patricio, que veneran, en
el buen sentido de la palabra, el trabajo realizado por él, la obra que él dejó,
hay células del Partido que llevan su nombre. Constituye un ejemplo por su
sacrificio, su sencillez, y por sus cualidades artísticas, profesionales y de
militante.
-¿Qué sentiste cuando se produjo la situación con Claudio Bunster, que se
supo que no era hijo de Volodia Teitelboim sino de tu padre, cómo viviste las
reacciones?
-Lo de Claudio estalló, por decirlo de alguna manera, un año después de que
había fallecido mi padre. Fue por lo tanto en un momento de mucha tristeza para
nosotros porque llevábamos recién un año desde que había fallecido mi padre. Había
una tristeza en mis otros dos hermanos y en mi familia. Y de repente se da a
conocer que, efectivamente, Claudio era hermano nuestro. Para mi fue una gran
felicidad poder reencontrarnos con este hermano. Es increíble, además, la
similitud, no sólo física, sino en cuanto al sentido del humor, la forma de
ser, que Claudio tiene con nuestro padre. Es, sin lugar a dudas, en términos
físicos y en otros aspectos, el más similar a nuestro padre, de todos los
hermanos, de todos los hijos de nuestro padre. Considerando que soy el único
que está en Chile, de mis hermanos Álvaro y Julián, el poder tener un hermano
acá en Chile, con quien hay una afinidad sorprendente, es para mi algo que me
hace feliz. Y hemos mantenido relaciones permanentes, compartimos muchos puntos
de vista, nos reímos de las mismas cosas, es un verdadero hermano, a pesar de
que nos conocimos hace poco tiempo.
-Tú estas en una lista donde están el PPD, el PRSD, la IC, el PC hizo
además un pacto por omisión donde están el PS y la DC. Hay una propuesta
programática y también mucho debate. El PC se ve más instalado en la realidad
del país.
-Yo creo que Chile cambió, sobre todo hace más de un año. Estuvo el
movimiento estudiantil, pero la gente ya no sólo comenzó a cuestionar cosas
puntuales, como la colusión de las farmacias, o el alza del gas en Magallanes,
o el olor pestilente en Freirina, sino que la gente empezó a darse cuenta que
hay que cambiar este sistema. Y que para cambiarlo, la gente tiene que
participar. Ese es un cambio importante, porque una vez que alguien toma
conciencia, es imposible que esa conciencia desaparezca, es algo que queda. Eso
produce que el Partido Comunista despierte simpatía creciente entre nuestra
población, porque es un Partido que nunca se sumó a los negociados, no formó
parte del tema económico, social, cultural, mediático del neoliberalismo. Además,
siempre fue marginado porque sus planteamientos fueron los mismos de ahora, de
que hay que cambiar este sistema y la gente ahora se ha dado cuenta de eso. Muchos
sectores, mucha gente, se acerca con fuerza creciente al Partido. Si uno
analiza la historia del Partido, siempre ha luchado por crear grandes mayorías
y por hacer grandes transformaciones que sean producto de la suma de los
esfuerzos de la gran mayoría de nuestro país que se componen de distintas
fuerzas políticas. Por lo tanto, lo que ahora intenta hacer el PC, en el
sentido de crear una mayoría para hacer un cambio profundo en el país, está
reflejado en este pacto con el Partido Radical, el PPD y la Izquierda Ciudadana
para llevar lista conjunta de concejales, para sumar fuerzas. También apunta en
ese sentido el pacto por omisión en la elección de alcaldes.
-Hay sectores de la sociedad, jóvenes, gente de izquierda, que no les gusta
mucho esto de la cercanía con la Concertación.
-Mira, el concepto de unidad es algo que la gente entiende con mucha
facilidad. No es necesario leer muchos libros, ser un ideólogo, para comprender
la necesidad de unirse para hacer los cambios. Nosotros no nos estamos uniendo
para sumar números, nos estamos uniendo en base a ideas concretas, a un
programa común, eso es fundamental. No es la unidad por la unidad, es la unidad
para hacer los cambios. Esos cambios están expresados en los programas que
hemos acordado conjuntamente con otras fuerzas. En esto es importante que
estamos hablando fundamentalmente de la gente, de lo que algunos llaman la base
concertacionista, gente honesta y que quiere cambios. Lo vemos aquí en Puente
Alto, cuando conversamos con la gente, cuando les entregamos información que la
prensa oculta, cuando hablamos del programa, cuando desenmascaramos la
caricatura que se hace de que le estamos tirando un salvavidas a la
Concertación. Explicamos que estamos construyendo una unidad para tener mayoría
para grandes cambios. Nosotros no estamos por un nuevo gobierno de la
Concertación. No estamos por sumarnos a la Concertación, estamos por sumarnos
al conjunto de fuerzas opositoras, a la ciudadanía, al movimiento social, al
pueblo.
-Tú vas de candidato a concejal en una de las comunas más grandes del país.
Aquí están presentes muchos de los problemas y realidades de Chile. ¿Dónde
están los ejes de tu propuesta?
-Hay cosas que no significan redescubrir la rueda. Hay temas de educación,
de salud, de vivienda, temas que se relacionan con lo que se denomina
erróneamente seguridad ciudadana, porque no se ha logrado ni seguridad ni
tampoco se aborda con mirada ciudadana. Igual esto de la delincuencia, de la
droga, de la lucha contra el narcotráfico, son temas importantes y tenemos que
abordarlos de una manera preventiva y eficaz. Hay muchos problemas sociales, de
los jóvenes, de los trabajadores, de infraestructura, de cómo invertir más en
cultura y deporte. Le hemos planteado a la gente que para resolver los
problemas y concretar los planes, necesitamos de la participación activa y
real, organizada, de la comunidad. La gente es la que sabe donde aprieta el
zapato, pero sabe también, por decirlo de alguna manera, cómo aflojar los
cordones para que el zapato no apriete mucho. La gente sabe de sus problemas
porque los vive y los siente, pero además tiene ideas factibles, realistas, de
cómo resolver esos problemas y eso no sólo se ve en esta comuna, se ve en
muchas otras comunas del país. Lo que planteaba el pueblo en Aysén, y que costó
semanas de peleas, de represión, como en Magallanes, en Freirina, en Calama, y
que al final producto de sus movilizaciones hubo salidas y opciones, y tuvieron
que ser aceptadas las soluciones que ellos planteaban, porque eran realistas y
factibles y este gobierno de empresarios tuvo que aceptarlas. Nuestros ejes
programáticos giran en torno de grandes problemas nacionales que son los que
tiene Puente Alto, y lo principal es cómo resolver las cosas y eso surge, en
gran medida, de lo que la gente nos plantea.
-El Partido Comunista presenta hoy liderazgos jóvenes y renovados a nivel
nacional, una joven militante, mujer, ganó la presidencia de la CUT. Pero
siguen las críticas de que el PC es rígido, que no tiene discusión interna, que
impone.
-Vuelvo al tema de que Chile cambió. Eso para nosotros como partido
revolucionario, significa que tenemos que ponernos a tono con esa nueva
realidad. Los tiempos políticos, por ejemplo, cambiaron. Los tiempos para
responder a la gente se aceleraron, la gente pide soluciones, planteamientos,
respuestas con mucha mayor rapidez. Miran a los comunistas como no los habían
mirado hace tiempo y eso para nosotros es una tremenda responsabilidad. Tenemos
que ponernos a tono con la realidad del país y con la velocidad de respuesta a
las demandas sociales y de la gente. Tenemos que ser capaces no sólo de
criticar lo malo, sino tener planteamientos y soluciones reales. No basta con
criticar, debemos levantar alternativas en todos los ámbitos. Indudablemente
que todo eso implica que tenemos que ajustar la forma en que trabajamos como
comunistas.
-En este contexto, ¿cómo ves lo de las candidaturas presidenciales?
-Es buena la pregunta, porque una de las cosas positivas de las campañas es
que te obligan por una cosa natural a un contacto dinámico con la gente. Te
obliga a establecer contacto con las organizaciones en el menor tiempo posible.
Se escucha, se discute, se intercambia, como no se hace en otros tiempos. Lo
que hemos visto en esta campaña es que hay un descontento generalizado con el
gobierno de Sebastián Piñera, la gente no quiere más a la derecha en el
gobierno. Bueno, eso se está viendo en estos años en todas las encuestas. Es
increíble que mucha gente te dice “yo voté por este gobierno pero nunca más lo
haré”, lo resaltan, lo subrayan. La gente te dice que esto no puede seguir así,
que hay que hacer un cambio, pero de verdad. Creo que la gente no está buscando
volver atrás, volver a un gobierno de la Concertación como hemos tenidos en los
últimos 20 años. Lo que se quiere es sacar a la derecha y crear algo que de
verdad empiece a dar respuesta a un Chile nuevo que surgió en el movimiento por
la educación sin lucro, pública y de calidad. Lo de los candidatos se verá
después, y está sujeto a esto que te digo y a un programa.
-A propósito de candidaturas, hubo una foto tuya saliendo de la casa de
Michelle Bachelet, de una actividad familiar. Ella fue al velorio de Patricio
Bunster. ¿Hay un vínculo o fueron cosas puntuales?
-Mira, lo de esa foto, fue en la época en que apareció en nuestras vidas mi
hermano Claudio. Es conocido que Claudio tuvo y creo que mantiene una relación
muy estrecha de amistad con Michelle Bachelet y por lo tanto ella nos hizo una
invitación, a mi familia, justo el día antes de las elecciones, a su casa, a
una cosa familiar, de amistad. Creo que fue solamente producto del hecho de que
ella quería, de esa forma, acercarse a la familia a Claudio, creo que fue una
muestra de cariño hacia Claudio, invitando a esta nueva familia con la que él
se encontraba. Ahora, la asistencia de ella al velorio de Patricio en parte se
debe a la misma razón. Pero también a que Patricio era una figura nacional, de
la cultura chilena, de la estatura de Víctor Jara, de Violeta Parra, de Pablo
Neruda, dentro de su arte que era la danza. Por lo tanto la presencia de ella
en esa ocasión obedece a eso.
-¿Crees que será buena candidata a la presidencia?
-Lo que nosotros vemos en la campaña es que sin lugar a dudas hay un
tremendo cariño hacia ella, de la mayoría de la gente de Puente Alto. Tengo la
percepción de que eso pasa en el resto del país. La ven a ella como la futura
Presidenta de Chile, eso es incuestionable. Sin embargo, a nosotros nos
preocupa, principalmente, no tanto la figura de quien vaya a ser el futuro
Presidente de Chile, sino qué es lo que va a hacer ese Presidente o esa
Presidenta cuando asuma. Nos interesa, por lo tanto, el programa, los cambios
que se harán. Porque de lo contrario, podría llegar una Presidenta como
Michelle Bachelet, gozando de mucho cariño de la gente, pero rápidamente la
gente podría verse defraudada, frustrada, si los sueños, las esperanzas, los
anhelos, las demandas que tiene el pueblo, respecto a su candidatura, no se
cumplen.
-¿Qué significó para ti estar en ese episodio del atentado a Augusto
Pinochet?
-Cuando regresé a Chile, cuando pude hacerlo legalmente, porque antes no me
entregaban pasaporte, lo hice desde México porque en Inglaterra -donde mi papá
había sido embajador- la embajada no me daba pasaporte, pese a que yo llegué a
ese país como a los 13 años, que no había sido militante ni parte de un
gobierno, pero me negaban ese derecho. Finalmente me lo dieron en la embajada
en México. Yo volví a sumarme a la lucha contra la dictadura, era militante de
las Juventudes Comunistas y mi tarea era sumarme a esa lucha, no sólo armada,
sino multifacética, la de los estudiantes, de los pobladores, de las mujeres,
de los trabajadores de la cultura, los sindicatos, todos luchando por recuperar
la democracia. Por lo tanto, yo sabía que tendría que ocupar un puesto donde
pudiera hacer un aporte. Cuando llegué me contacté con el Partido y me
ofrecieron la posibilidad de sumarme al trabajo del Frente Patriótico Manuel
Rodríguez. Yo sabía cuáles eran los peligros, pero me alegró el tener esa
posibilidad. Sabía que esa forma de lucha era necesaria contra la dictadura y
las brutalidades que se estaban cometiendo. Para mi fue un momento de
nerviosismo, sabía que uno podía cometer errores y las cosas había que hacerlas
bien, había normas de seguridad que cumplir. No fue algo sencillo pero me sentí
bien porque estaba cumpliendo con un papel que era necesario.
-¿Y esos días del atentado?
-Yo, como todos los compañeros, tenía una función y una tarea bien clara
que cumplir y lo principal era concentrarse en la tarea que se te había
asignado de la mejor forma posible. Fueron días en que uno trataba de
esmerarse, no ignorar las señales de peligro, no dejar tareas de lado, andar
alerta permanentemente, super tenso. Yo tenía que encargarme, como se sabe, de
logística, de conseguir la casa, de varias cosas necesarias para la operación.
-Tuviste que actuar con tu identidad.
-Era necesario para cumplir bien las tareas.
-Y luego vino la clandestinidad y ser uno de los más buscados por la
dictadura.
-Así fue, al igual que otros compañeros. Teníamos que seguir nuestras
tareas y la lucha contra esa atroz dictadura.
-¿Cómo fue eso de perder tu identidad? Porque en tu caso eso siguió hasta
después de la dictadura, ni tus hijos sabían tu identidad, ellos no sabían
quién era realmente su padre. ¿No fue muy duro todo eso?
-Te voy a contar que hay psicólogos con los que he conversado y me miran
como estudio de caso, y quieren conversar como caso de análisis, como un bicho
raro. Yo no soy el único, hay muchas chilenas y muchos chilenos que han pasado
por esa experiencia, la mía no es una experiencia única. En lo personal, yo
pude recuperar mi identidad el 2004, cuando legalicé mi situación, y en ese
momento mis hijos, que ahora tienen 22 y 19 años, cuando Camila tenía 15 años y
Cristian tenía 11 años, se enteraron realmente quién era su padre, el nombre
real de su padre, que el nombre que usaba no era real, que la imagen física era
diferente -en esa época yo tenía el pelo crespo, usaba lentes- y eso, claro, no
fue normal. En todos esos años no pude establecer contacto con mi familia, mis
amigos me conocían con otra identidad, mis hijos tampoco sabían de esa familia
y recién la conocieron el 2004. Mi compañera sí sabía todo y juntos afrontamos
esa situación. La verdad que significó costos, anormalidades, tenía que
cuidarme de no visitar ciertos lugares, a algunas amistades, no podía
participar en actividades políticas, a mis amigos de toda la vida no los podía
visitar. Pero a pesar de todo eso, mi vida fue la de un chileno normal, tenía
que trabajar, levantarme temprano, llevar a mis hijos al colegio, compartir con
mi compañera, tener plata para pagar el dividendo, y en ese sentido la vida fue
normal. Lo único que podría decir que me afectaba era no tener vida partidaria,
no estar en las actividades del Partido.
-¿Qué es lo que más detestas?
-Las injusticias.
-Tu momento más feliz en la vida.
-Cuando nacieron mis hijos.
-¿El más triste?
-Cuando murió mi padre.
-En la militancia política, ¿el momento más difícil?
-Lo más difícil, por la tarea que yo cumplía, y el círculo que de
militantes que me rodeaban y con los que convivía, fue la época en que se
dividió el Frente Patriótico.-