miércoles, 24 de octubre de 2012

César Bunster: confesiones políticas y familiares



César Bunster




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César Bunster: confesiones políticas y familiares  

Hugo Guzmán.

Stgo. 15/10/012) El sociólogo César Bunster Ariztía fue conocido por chilenas y chilenos cuando la noche del 7 de septiembre de 1986 salió su foto en toda la prensa, como organizador del atentado al dictador Augusto Pinochet. Ex alumno del Liceo Manuel de Salas, fue hijo del destacado abogado y penalista Álvaro Bunster y volvió a estar en la prensa cuando se supo que Claudio Teitelboim en realidad era hijo también de su padre; César tenía un nuevo hermano. Dicen que es uno de los mejores intérpretes de inglés en Chile; trabajó para el Ejército, la Cepal, grandes empresas. Hoy es candidato a concejal por la comuna de Puente Alto, donde vive, por su organización de siempre, el Partido Comunista. Aquí, parte de sus confesiones, porque otras seguirán ocultas un tiempo más.



-¿Te sientes cómodo siendo candidato a concejal?

-La respuesta es mixta. La mejor definición es que sientes que estás cumpliendo con un deber. Suena como un cliché, pero es la verdad. Tiene que ver con dar peleas en diferentes ámbitos, diferentes espacios, de acuerdo a la realidad de nuestro país y de acuerdo a las luchas de nuestro pueblo. Hoy, luchar por formar parte del Concejo Municipal, es un deber revolucionario. Recalco lo de revolucionario porque no se trata de hacer más de lo mismo, se trata de hacer más y de cambiar las cosas, de revolucionar la realidad. Es fácil decirlo, no es fácil hacerlo. Por ejemplo, hay restricciones, está la Ley Orgánica Municipal, se limita lo que pueden hacer los concejales, pero así y todo creo que es un deber porque tenemos que comenzar a cambiar Chile en todos los frentes. El Municipio es la parte del Estado que está más cercana a la ciudadanía y debemos estar ahí, por eso creo que me siento cómodo porque es un deber revolucionario para poder hacer esa tarea.

-¿Cómo se vive el contraste de haber participado en la organización del atentado a Augusto Pinochet y estar ahora en la lucha electoral?

-Es igual, es la misma pelea, son los mismos sueños, los mismos anhelos, de buscar una democracia de verdad y participativa, que era con lo que soñábamos hace unos 26 o 30 años atrás. Ese anhelo se mantiene intacto, vivo. Por lo tanto, ambas son tareas que van encaminadas en la misma dirección. No tenemos una dictadura en estos momentos, pero tampoco tenemos la democracia a la cual aspirábamos y por la cual seguimos luchando.

-¿Cómo se logra ese punto de encuentro, de estar en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez y años después estar en las batallas electorales?

-Lo que permite eso es una lectura acertada de la realidad que vivimos en un momento determinado. En esa época era necesario, era justo tomar las armas para luchar contra una dictadura que bañó en sangre a nuestro país, que transformó el Océano Pacífico que baña nuestras costas en cementerios, donde se echaron los cuerpos de nuestros compañeros, que eran asesinados todos los días. Por lo tanto era justo y era válido en ese momento. Hoy una lectura objetiva de la realidad indica que el camino en el que estamos, es el acertado. Siempre tuve el convencimiento de que el uso de la fuerza, el uso de la vía armada, era un último recurso cuando no quedaba otra alternativa para luchar por una democracia de verdad. Fue una forma de lucha que nos impuso una dictadura. No fue una forma de lucha que eligiéramos o prefiriéramos, sino que era absolutamente necesaria dada la realidad concreta de ese momento. Hoy la realidad es diferente, pero como dije, con las mismas aspiraciones, los mismos deseos de una democracia participativa y verdadera. Seguimos luchando por lo mismo, dando cuenta de una realidad distinta a la de 20 ó 30 años atrás.

-¿Compartes que hay que estar en este poder comunal, en esta instancia municipal? Porque se critica la institucionalidad.

-Por eso te digo que no queremos hacer más de lo mismo, sumarnos a una institucionalidad que refleja lo que fue la dictadura. Los Municipios se rigen en gran medida por las leyes que estableció la dictadura, el poder casi monopólico que tiene el alcalde para hacer y deshacer, es algo que hay que cambiar. El Concejo Municipal tiene que transformarse en una entidad democrática y el papel de los concejales no puede limitarse a tratar de fiscalizar las acciones que realiza el alcalde. Tenemos que transformar la administración municipal en un gobierno municipal. Eso sólo se logra a través de una participación real, activa, comprometida y organizada de la comunidad. La creación de poder local involucra tener municipios de nuevo tipo.

-Hay gente, estudiantes, que están llamando a abstenerse, a no votar.

-La campaña que inició un sector importante de estudiantes secundarios, que ellos denominaron “Yo no presto el voto” es, en mi opinión, completamente equivocada. Jamás señalaría que esta vía que tenemos en este momento, que esta posibilidad de votar, en las municipales o en cualquier elección, es un camino equivocado. Creo que no está reñida la elección, el voto, en el Chile de hoy, con la movilización social, con la lucha en las calles, con el desarrollo de las organizaciones sociales y de diversas expresiones de la ciudadanía. Creo que Aysén, Magallanes, Freirina, que el movimiento estudiantil y el movimiento social, deben considerar estas elecciones como una forma de lucha adicional y no contradictoria a los movimientos sociales en todas sus expresiones.

-Estudiaste sociología en el Reino Unido. Eres considerado uno de los mejores intérpretes de inglés que hay en Chile. ¿Por qué no te dedicaste a eso, por qué no ser sociólogo o un intérprete reconocido y tener una mejor vida económica, familiar, personal? Vienes de una destacada familia de intelectuales, académicos, artistas, pudo ser otro el rumbo de tu vida.

-Todos tenemos opciones en la vida. Es curioso, pero llegué a ser intérprete precisamente por haber estado involucrado en la lucha contra la dictadura, si no, sería sociólogo. Fue la actividad que tuve que asumir porque estaba ilegal. Bueno, y si hubiera sido sociólogo me habría desarrollado ahí. Todo es hipotético, porque si a lo mejor no hubiera existido la dictadura, yo no habría estudiado sociología, no habría sido intérprete, quien sabe qué pasa en nuestras vidas. El Chile que soñamos quizá estaría más cerca sin ese Golpe de Estado. Como otros, pude haber optado por centrar toda mi vida en el desarrollo personal, profesional, de la familia, pero cuando uno asume un compromiso político es para toda la vida. Ahora, ese compromiso político abarca el comportamiento individual, el desarrollo profesional, inclusive las relaciones que tiene uno con la familia, es un todo.

-¿Qué fue lo que más influyó en que entraras a militar a las Juventudes Comunistas y después al Partido Comunista?

-Como tú decías, yo vengo de una familia, y no hablo sólo de la familia más directa, como mi padre, sino de mis tíos, de mis primas y mis primos, comprometida con Chile. No todos eran militantes de partidos políticos, pero lo que sí tenían todos era un compromiso con el desarrollo de nuestro país, con el bienestar de nuestro pueblo, en diferentes ámbitos. En mi familia, especialmente desde el mundo cultural y académico. Todos comprometidos con un valor superior que es nuestro pueblo. De ahí vengo. La razón por la cual yo ingresé a la Jota, es porque desde joven me llamó la atención sumarme a ese gran ejército, por así decirlo, a ese gran contingente de lucha junto, con y para el pueblo. Fue una cosa más o menos normal, mi incorporación fue en el año 1976, tenía 18 años y entré a las Juventudes Comunistas. Desde entonces no he tenido ninguna razón para pensar que esa decisión fue equivocada. Las mismas desigualdades, las mismas carencias del pueblo, las mismas razones que eran válidas en esa época, son válidas hoy para estar en el Partido Comunista.

-¿Te dio miedo entrar al Frente Patriótico?

-Miedo no me dio. Cuando entré era mayor de edad y estaba plenamente consciente de lo que eso podía significar. A esa altura sabíamos lo que se pagaba si uno caía en manos de la CNI o de los organismos represivos de la dictadura. Significaba casi segura la muerte y antes de eso la tortura y haber terminado amarrado a un riel para ser arrojado al mar, como ocurrió con muchos compañeros. Más que miedo, sentía las ganas de, una vez por todas, terminar con la dictadura. Contribuir desde el ámbito de la lucha armada para poder recuperar una democracia de verdad. No primaba tanto el miedo, sino el deseo de aportar.

-Tu padre fue un destacado jurista, un reconocido penalista, Secretario General de la Universidad de Chile, embajador de Salvador Allende, de Chile, en el Reino Unido, ¿influyó él en ti?, porque te pudo llevar por ese camino académico, él no fue militante del Partido Comunista.

-Mi papá efectivamente nunca fue militante del Partido Comunista, pero tenía un tremendo respeto por el Partido Comunista de Chile, siempre lo tuvo. Desde el mundo académico él tuvo muchos vínculos con comunistas y por lo tanto en mi casa nunca hubo anticomunismo, al revés, hubo tremendo respeto, se hablaba bien de los comunistas. Ya siendo adulto, yo conversaba con él y le preguntaba, “oiga papá, con todo lo que usted nos dice siempre, ¿por qué nunca ingresó al Partido Comunista?” Así de cercana era la visión que él tenía de los comunistas. La influencia de él es más que nada el inmenso cariño por el pueblo de Chile, el deseo y el anhelo profundo de contar con un país donde todo nuestro pueblo tuviera una calidad de vida digna, con acceso a la cultura, a la educación, a la salud, a la vivienda. Esa es su influencia: un respeto hacia los comunistas, un tremendo cariño al pueblo chileno y un compromiso con el destino de nuestro pueblo.

-Tu tío Patricio Bunster sí fue comunista.

-Sí, fue militante de toda la vida, murió siendo integrante del Comité Central, cumplió tareas importantes para el Partido, fue un destacado coreógrafo y profesor de danza, creó el Centro Espiral, fue un ejemplo no sólo para mi como sobrino y como militante, sino para muchos chilenos. No es casual que hay muchos jóvenes que se acuerdan con cariño de Patricio, que veneran, en el buen sentido de la palabra, el trabajo realizado por él, la obra que él dejó, hay células del Partido que llevan su nombre. Constituye un ejemplo por su sacrificio, su sencillez, y por sus cualidades artísticas, profesionales y de militante.

-¿Qué sentiste cuando se produjo la situación con Claudio Bunster, que se supo que no era hijo de Volodia Teitelboim sino de tu padre, cómo viviste las reacciones?

-Lo de Claudio estalló, por decirlo de alguna manera, un año después de que había fallecido mi padre. Fue por lo tanto en un momento de mucha tristeza para nosotros porque llevábamos recién un año desde que había fallecido mi padre. Había una tristeza en mis otros dos hermanos y en mi familia. Y de repente se da a conocer que, efectivamente, Claudio era hermano nuestro. Para mi fue una gran felicidad poder reencontrarnos con este hermano. Es increíble, además, la similitud, no sólo física, sino en cuanto al sentido del humor, la forma de ser, que Claudio tiene con nuestro padre. Es, sin lugar a dudas, en términos físicos y en otros aspectos, el más similar a nuestro padre, de todos los hermanos, de todos los hijos de nuestro padre. Considerando que soy el único que está en Chile, de mis hermanos Álvaro y Julián, el poder tener un hermano acá en Chile, con quien hay una afinidad sorprendente, es para mi algo que me hace feliz. Y hemos mantenido relaciones permanentes, compartimos muchos puntos de vista, nos reímos de las mismas cosas, es un verdadero hermano, a pesar de que nos conocimos hace poco tiempo.

-Tú estas en una lista donde están el PPD, el PRSD, la IC, el PC hizo además un pacto por omisión donde están el PS y la DC. Hay una propuesta programática y también mucho debate. El PC se ve más instalado en la realidad del país.

-Yo creo que Chile cambió, sobre todo hace más de un año. Estuvo el movimiento estudiantil, pero la gente ya no sólo comenzó a cuestionar cosas puntuales, como la colusión de las farmacias, o el alza del gas en Magallanes, o el olor pestilente en Freirina, sino que la gente empezó a darse cuenta que hay que cambiar este sistema. Y que para cambiarlo, la gente tiene que participar. Ese es un cambio importante, porque una vez que alguien toma conciencia, es imposible que esa conciencia desaparezca, es algo que queda. Eso produce que el Partido Comunista despierte simpatía creciente entre nuestra población, porque es un Partido que nunca se sumó a los negociados, no formó parte del tema económico, social, cultural, mediático del neoliberalismo. Además, siempre fue marginado porque sus planteamientos fueron los mismos de ahora, de que hay que cambiar este sistema y la gente ahora se ha dado cuenta de eso. Muchos sectores, mucha gente, se acerca con fuerza creciente al Partido. Si uno analiza la historia del Partido, siempre ha luchado por crear grandes mayorías y por hacer grandes transformaciones que sean producto de la suma de los esfuerzos de la gran mayoría de nuestro país que se componen de distintas fuerzas políticas. Por lo tanto, lo que ahora intenta hacer el PC, en el sentido de crear una mayoría para hacer un cambio profundo en el país, está reflejado en este pacto con el Partido Radical, el PPD y la Izquierda Ciudadana para llevar lista conjunta de concejales, para sumar fuerzas. También apunta en ese sentido el pacto por omisión en la elección de alcaldes.

-Hay sectores de la sociedad, jóvenes, gente de izquierda, que no les gusta mucho esto de la cercanía con la Concertación.

-Mira, el concepto de unidad es algo que la gente entiende con mucha facilidad. No es necesario leer muchos libros, ser un ideólogo, para comprender la necesidad de unirse para hacer los cambios. Nosotros no nos estamos uniendo para sumar números, nos estamos uniendo en base a ideas concretas, a un programa común, eso es fundamental. No es la unidad por la unidad, es la unidad para hacer los cambios. Esos cambios están expresados en los programas que hemos acordado conjuntamente con otras fuerzas. En esto es importante que estamos hablando fundamentalmente de la gente, de lo que algunos llaman la base concertacionista, gente honesta y que quiere cambios. Lo vemos aquí en Puente Alto, cuando conversamos con la gente, cuando les entregamos información que la prensa oculta, cuando hablamos del programa, cuando desenmascaramos la caricatura que se hace de que le estamos tirando un salvavidas a la Concertación. Explicamos que estamos construyendo una unidad para tener mayoría para grandes cambios. Nosotros no estamos por un nuevo gobierno de la Concertación. No estamos por sumarnos a la Concertación, estamos por sumarnos al conjunto de fuerzas opositoras, a la ciudadanía, al movimiento social, al pueblo.

-Tú vas de candidato a concejal en una de las comunas más grandes del país. Aquí están presentes muchos de los problemas y realidades de Chile. ¿Dónde están los ejes de tu propuesta?

-Hay cosas que no significan redescubrir la rueda. Hay temas de educación, de salud, de vivienda, temas que se relacionan con lo que se denomina erróneamente seguridad ciudadana, porque no se ha logrado ni seguridad ni tampoco se aborda con mirada ciudadana. Igual esto de la delincuencia, de la droga, de la lucha contra el narcotráfico, son temas importantes y tenemos que abordarlos de una manera preventiva y eficaz. Hay muchos problemas sociales, de los jóvenes, de los trabajadores, de infraestructura, de cómo invertir más en cultura y deporte. Le hemos planteado a la gente que para resolver los problemas y concretar los planes, necesitamos de la participación activa y real, organizada, de la comunidad. La gente es la que sabe donde aprieta el zapato, pero sabe también, por decirlo de alguna manera, cómo aflojar los cordones para que el zapato no apriete mucho. La gente sabe de sus problemas porque los vive y los siente, pero además tiene ideas factibles, realistas, de cómo resolver esos problemas y eso no sólo se ve en esta comuna, se ve en muchas otras comunas del país. Lo que planteaba el pueblo en Aysén, y que costó semanas de peleas, de represión, como en Magallanes, en Freirina, en Calama, y que al final producto de sus movilizaciones hubo salidas y opciones, y tuvieron que ser aceptadas las soluciones que ellos planteaban, porque eran realistas y factibles y este gobierno de empresarios tuvo que aceptarlas. Nuestros ejes programáticos giran en torno de grandes problemas nacionales que son los que tiene Puente Alto, y lo principal es cómo resolver las cosas y eso surge, en gran medida, de lo que la gente nos plantea.

-El Partido Comunista presenta hoy liderazgos jóvenes y renovados a nivel nacional, una joven militante, mujer, ganó la presidencia de la CUT. Pero siguen las críticas de que el PC es rígido, que no tiene discusión interna, que impone.

-Vuelvo al tema de que Chile cambió. Eso para nosotros como partido revolucionario, significa que tenemos que ponernos a tono con esa nueva realidad. Los tiempos políticos, por ejemplo, cambiaron. Los tiempos para responder a la gente se aceleraron, la gente pide soluciones, planteamientos, respuestas con mucha mayor rapidez. Miran a los comunistas como no los habían mirado hace tiempo y eso para nosotros es una tremenda responsabilidad. Tenemos que ponernos a tono con la realidad del país y con la velocidad de respuesta a las demandas sociales y de la gente. Tenemos que ser capaces no sólo de criticar lo malo, sino tener planteamientos y soluciones reales. No basta con criticar, debemos levantar alternativas en todos los ámbitos. Indudablemente que todo eso implica que tenemos que ajustar la forma en que trabajamos como comunistas.

-En este contexto, ¿cómo ves lo de las candidaturas presidenciales?

-Es buena la pregunta, porque una de las cosas positivas de las campañas es que te obligan por una cosa natural a un contacto dinámico con la gente. Te obliga a establecer contacto con las organizaciones en el menor tiempo posible. Se escucha, se discute, se intercambia, como no se hace en otros tiempos. Lo que hemos visto en esta campaña es que hay un descontento generalizado con el gobierno de Sebastián Piñera, la gente no quiere más a la derecha en el gobierno. Bueno, eso se está viendo en estos años en todas las encuestas. Es increíble que mucha gente te dice “yo voté por este gobierno pero nunca más lo haré”, lo resaltan, lo subrayan. La gente te dice que esto no puede seguir así, que hay que hacer un cambio, pero de verdad. Creo que la gente no está buscando volver atrás, volver a un gobierno de la Concertación como hemos tenidos en los últimos 20 años. Lo que se quiere es sacar a la derecha y crear algo que de verdad empiece a dar respuesta a un Chile nuevo que surgió en el movimiento por la educación sin lucro, pública y de calidad. Lo de los candidatos se verá después, y está sujeto a esto que te digo y a un programa.

-A propósito de candidaturas, hubo una foto tuya saliendo de la casa de Michelle Bachelet, de una actividad familiar. Ella fue al velorio de Patricio Bunster. ¿Hay un vínculo o fueron cosas puntuales?

-Mira, lo de esa foto, fue en la época en que apareció en nuestras vidas mi hermano Claudio. Es conocido que Claudio tuvo y creo que mantiene una relación muy estrecha de amistad con Michelle Bachelet y por lo tanto ella nos hizo una invitación, a mi familia, justo el día antes de las elecciones, a su casa, a una cosa familiar, de amistad. Creo que fue solamente producto del hecho de que ella quería, de esa forma, acercarse a la familia a Claudio, creo que fue una muestra de cariño hacia Claudio, invitando a esta nueva familia con la que él se encontraba. Ahora, la asistencia de ella al velorio de Patricio en parte se debe a la misma razón. Pero también a que Patricio era una figura nacional, de la cultura chilena, de la estatura de Víctor Jara, de Violeta Parra, de Pablo Neruda, dentro de su arte que era la danza. Por lo tanto la presencia de ella en esa ocasión obedece a eso.

-¿Crees que será buena candidata a la presidencia?

-Lo que nosotros vemos en la campaña es que sin lugar a dudas hay un tremendo cariño hacia ella, de la mayoría de la gente de Puente Alto. Tengo la percepción de que eso pasa en el resto del país. La ven a ella como la futura Presidenta de Chile, eso es incuestionable. Sin embargo, a nosotros nos preocupa, principalmente, no tanto la figura de quien vaya a ser el futuro Presidente de Chile, sino qué es lo que va a hacer ese Presidente o esa Presidenta cuando asuma. Nos interesa, por lo tanto, el programa, los cambios que se harán. Porque de lo contrario, podría llegar una Presidenta como Michelle Bachelet, gozando de mucho cariño de la gente, pero rápidamente la gente podría verse defraudada, frustrada, si los sueños, las esperanzas, los anhelos, las demandas que tiene el pueblo, respecto a su candidatura, no se cumplen.

-¿Qué significó para ti estar en ese episodio del atentado a Augusto Pinochet?

-Cuando regresé a Chile, cuando pude hacerlo legalmente, porque antes no me entregaban pasaporte, lo hice desde México porque en Inglaterra -donde mi papá había sido embajador- la embajada no me daba pasaporte, pese a que yo llegué a ese país como a los 13 años, que no había sido militante ni parte de un gobierno, pero me negaban ese derecho. Finalmente me lo dieron en la embajada en México. Yo volví a sumarme a la lucha contra la dictadura, era militante de las Juventudes Comunistas y mi tarea era sumarme a esa lucha, no sólo armada, sino multifacética, la de los estudiantes, de los pobladores, de las mujeres, de los trabajadores de la cultura, los sindicatos, todos luchando por recuperar la democracia. Por lo tanto, yo sabía que tendría que ocupar un puesto donde pudiera hacer un aporte. Cuando llegué me contacté con el Partido y me ofrecieron la posibilidad de sumarme al trabajo del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Yo sabía cuáles eran los peligros, pero me alegró el tener esa posibilidad. Sabía que esa forma de lucha era necesaria contra la dictadura y las brutalidades que se estaban cometiendo. Para mi fue un momento de nerviosismo, sabía que uno podía cometer errores y las cosas había que hacerlas bien, había normas de seguridad que cumplir. No fue algo sencillo pero me sentí bien porque estaba cumpliendo con un papel que era necesario.

-¿Y esos días del atentado?

-Yo, como todos los compañeros, tenía una función y una tarea bien clara que cumplir y lo principal era concentrarse en la tarea que se te había asignado de la mejor forma posible. Fueron días en que uno trataba de esmerarse, no ignorar las señales de peligro, no dejar tareas de lado, andar alerta permanentemente, super tenso. Yo tenía que encargarme, como se sabe, de logística, de conseguir la casa, de varias cosas necesarias para la operación.

-Tuviste que actuar con tu identidad.

-Era necesario para cumplir bien las tareas.

-Y luego vino la clandestinidad y ser uno de los más buscados por la dictadura.

-Así fue, al igual que otros compañeros. Teníamos que seguir nuestras tareas y la lucha contra esa atroz dictadura.

-¿Cómo fue eso de perder tu identidad? Porque en tu caso eso siguió hasta después de la dictadura, ni tus hijos sabían tu identidad, ellos no sabían quién era realmente su padre. ¿No fue muy duro todo eso?

-Te voy a contar que hay psicólogos con los que he conversado y me miran como estudio de caso, y quieren conversar como caso de análisis, como un bicho raro. Yo no soy el único, hay muchas chilenas y muchos chilenos que han pasado por esa experiencia, la mía no es una experiencia única. En lo personal, yo pude recuperar mi identidad el 2004, cuando legalicé mi situación, y en ese momento mis hijos, que ahora tienen 22 y 19 años, cuando Camila tenía 15 años y Cristian tenía 11 años, se enteraron realmente quién era su padre, el nombre real de su padre, que el nombre que usaba no era real, que la imagen física era diferente -en esa época yo tenía el pelo crespo, usaba lentes- y eso, claro, no fue normal. En todos esos años no pude establecer contacto con mi familia, mis amigos me conocían con otra identidad, mis hijos tampoco sabían de esa familia y recién la conocieron el 2004. Mi compañera sí sabía todo y juntos afrontamos esa situación. La verdad que significó costos, anormalidades, tenía que cuidarme de no visitar ciertos lugares, a algunas amistades, no podía participar en actividades políticas, a mis amigos de toda la vida no los podía visitar. Pero a pesar de todo eso, mi vida fue la de un chileno normal, tenía que trabajar, levantarme temprano, llevar a mis hijos al colegio, compartir con mi compañera, tener plata para pagar el dividendo, y en ese sentido la vida fue normal. Lo único que podría decir que me afectaba era no tener vida partidaria, no estar en las actividades del Partido.

-¿Qué es lo que más detestas?

-Las injusticias.

-Tu momento más feliz en la vida.

-Cuando nacieron mis hijos.

-¿El más triste?

-Cuando murió mi padre.

-En la militancia política, ¿el momento más difícil?

-Lo más difícil, por la tarea que yo cumplía, y el círculo que de militantes que me rodeaban y con los que convivía, fue la época en que se dividió el Frente Patriótico.-