Ascenso y
caída de un candidato al Premio Nobel
Por Volker Hermsdorf
Cuando el cantautor cubano Silvio Rodríguez entona »El Necio«, la mayoría
del público canta junto con él por lo menos el estribillo con mucho entusiasmo:
»Yo me muero como viví.« Un homenaje al
principal logro de la Revolución cubana, es decir a la eliminación de la
dominación extranjera. De una manera
macabra estas líneas se pueden aplicar también a la vida y a la trágica muerte
del »disidente« Oswaldo Payá Sardiñas en un accidente ocurrido el 2 de julio de
2012.
Testigos presenciales informan que Payá, luego de una recepción con el ex
Presidente mexicano Vicente Fox el 14 de enero de 2003, se sentó en la silla de
este cómodamente y bromeó de la siguiente manera: »Yo me siento aquí porque
precisamente aquí se ha sentado un presidente y yo soy el futuro presidente de
Cuba.« Si bien no llegó tan lejos, el
católico devoto, al cual nadie conocía hasta finales de la década del 90, se
sentía unos años más tarde a la altura de los poderosos del mundo.
Además del cristianodemócrata Fox, lo recibieron también los presidentes
ultraderechistas de España (José María Aznar) y de la República Checa (Vaclav
Havel), así como el entonces Secretario de Estado de EE.UU. Colin Powell. La Agencia de los EUA para el Desarrollo
Internacional, USAID, y la Fundación NED
del Congreso, usada para la política exterior, financiaron las actividades del
grupo de Payá solo en el 2003 con más de medio millón de dólares
estadounidenses. Payá pudo incluso
visitar España, Suecia, las Repúblicas Checa y Eslovaca, el Reino Unido,
Francia, los EE.UU., México, la República Dominicana , e incluso al Papa en
Roma a fin de presentar sus planes para una "Cuba diferente". Él era el enemigo número uno indiscutible del
sistema cubano.
Su ascenso había sido nebuloso. Después de que Payá fundara inicialmente en
1987 el grupo "Movimiento Cristiano Liberación" (MCL), el Cardenal de
La Habana le negó un año más tarde el apoyo esperado. Con la ayuda de partidos y fundaciones
extranjeras creó entonces el "Partido Demócrata Cristiano de Cuba"
(PDC) y llamó la atención de los servicios de inteligencia de los EE.UU. que,
de manera sistemática, fueron convirtiendo al inteligente e íntegro hombre en
un líder. Mediante dos campañas en las
que instituciones de Estados Unidos y de partidos y fundaciones europeas
invirtieron una vez más cientos de miles de dólares estadounidenses, Payá
apareció en los titulares en todo el mundo.
Una de estas fue el "Proyecto Varela", cuya principal idea era
lograr un cambio "legal" del sistema mediante la recolección de más de
10 000 firmas. La segunda campaña,
impulsada principalmente por el ultraderechista presidente checo Havel fue la
nominación de Payá como candidato para el Premio Nobel de la Paz. Ambas campañas fracasaron.
Cuando Payá se puso con entusiasmo del lado de los golpistas fascistas en
Venezuela en abril de 2002 y aseguró al
jefe de estos su "más profunda admiración y solidaridad" justo antes
de la liberación del presidente electo Hugo Chávez Frías, declaró que había
perdido todo el apoyo en América Latina.
En Europa, donde el apoyo a golpistas fascistas internacionalmente
aislados (como muestran los ejemplos de Honduras y Paraguay) apenas provocan
escándalos, Paya fue promovido aún más. Además
del Premio Sájarov del Parlamento Europeo dotado con 50 000 euros, se embolsó
también otros premios de Europa y de los EE.UU.
Pero, a pesar de los premios, el "Top Disidente" había dejado su
apogeo atrás. Los financieros de los EE.UU. y Europa habían invertido mucho
dinero y después de años no veían resultados satisfactorios. Ni Payá pudo ampliar el movimiento crítico
del sistema en Cuba, ni hubo conceptos convincentes. Las nuevas directrices de los EE.UU. fueron
entonces ganar las futuras batallas en las guerras cibernéticas, provocar el
cambio de régimen a través de la desinformación virtual, mercenarios y aviones
teledirigidos y no mediante manifestaciones.
Para gente como Payá no hay papeles principales en tales batallas.
Gracias a Wikileaks se publicaron documentos secretos de la Sección de
Intereses de los EE.UU. en La Habana que muestran cómo cayó la reputación de
Payá y de sus seguidores ante sus patrocinadores. Sin embargo, el 15 de marzo de 2007, el
entonces jefe de la misión de los EE.UU Michael E. Parmly, evaluó en una
comunicación confidencial: "Oswaldo Payá, a nuestro juicio, es el único
que puede movilizar en el país a un millón de cubanos". Apenas dos años más tarde la evaluación había
cambiado radicalmente. El nuevo jefe de
la misión de EE.UU. en la caribeña isla socialista, Jonathan D. Farrar,
telegrafió el 15 de Abril de 2009 a su Departamento de Estado (con copia a la
CIA y al Consejo Nacional de Seguridad) que Payá en realidad tenía
"grandes planes" para organizar un "diálogo nacional", pero
que se veía muy poca actividad. A
diferencia de su predecesor, Farrar expresó ante Washington y la CIA su
escepticismo acerca de los "tradicionales" disidentes y expresó su
rechazo de la siguiente manera: "Ellos tienen muy poca repercusión en la
sociedad cubana y no ofrecen una alternativa política al actual
gobierno". Farrar recomendó abogar
por una generación más joven de "disidentes no tradicionales", tales
como la bloguera Yoani Sánchez, algo
que, según él, era más eficiente “a largo plazo" para lograr un cambio en
el sistema.
Sánchez, colmada actualmente con
premios por un valor total de alrededor de medio millón de dólares
estadounidenses, es probablemente de esta manera no sólo la mujer más rica de
Cuba, sino que también se ha disputado el primer lugar con Payá en cuanto a la
colección de premios. El »tradicional
disidente" que ha luchado por la introducción de la economía de mercado y
el libre empresariado en Cuba tuvo que
aprender por sí mismo cómo aquellos cuya ideología y valores él representaba,
trataban con empleados agotados. Aquel que no aporta lo suficiente cuenta sólo como
un centro de costes que debe ser desmantelado.
La responsabilidad social y el humanitarismo son considerados
"cachivaches sociales." Al
igual que millones de trabajadores en las economías de mercado del mundo, el
que una vez fuera »Top Disidente" galanteado tuvo que experimentar también
la caída súbita.
De este modo, Payá, quien una vez conferenciara con presidentes, finalmente
tuvo que servir como interlocutor para los políticos jóvenes que se iniciaban
en las operaciones subversivas en el extranjero, es decir, pasó de interlocutor
respetado a compañero de entrenamiento para aprendices conservadores de
agentes. En el mes de su muerte, el candidato para el Premio Nobel de la Paz ,
en lugar de ser visitado por el ex interlocutor, el ultraderechista español y
ex presidente Aznar, lo visitó el alumno político de este, Ángel Carromero
Barrios, quien después de todo era el Vicepresidente de la organización juvenil
del gobernante Partido Popular (PP) en Madrid.
Este, de 27 años, y un representante de igual edad de la juventud sueca
de la Democracia Cristiana habían engañado a las autoridades cubanas y entrado
a Cuba camuflados como "turistas".
De hecho, entraron de inmediato en contacto con opositores del sistema -
entre otros con Payá -. Propio de la
edad vincularon las obligaciones de agentes con actividades agradables. Dos días antes de la muerte de Payá,
Carromero envió varios mensajes de Twitter en el que ponía por las nubes las
fiestas, el sudor, Gloria Estefan y a su compañero sueco bailando
Sevillana. Uno de sus últimos mensajes
ligeramente obscenos terminó de la siguiente manera: "¡Eso es demasiado
para mí! Jajajajaja oleeeeee! "
Cuán humillante pudo haber resultado para el devoto católico Payá la dependencia
de sus patrocinadores políticos en esos momentos es algo que solo se puede
entrever. Día y medio después del último
mensaje de fiestas, Payá y su simpatizante Harold Cepero subieron el 22 de
Julio de 2012 al asiento trasero de un Honda Accord azul, alquilado por los
instructores políticos desde Europa. Al
timón se sienta el parrandero Carromero, el cual siente poco respeto por sus
"invitados". Con el
ex-candidato de 60 años al Premio Nobel de la Paz y su colega disidente en el
asiento trasero, el joven político del PP
corre a alta velocidad a través de una carretera llena de baches, cerca
de Bayamo, capital provincial en el oriente cubano. Poco antes de las 13:50 hrs. Carromero, según
informaciones propias, »no ve« una señal
de advertencia para el límite de velocidad, pierde el control del coche y cae
por un terraplén contra un árbol. Payá
muere en el lugar del accidente, el segundo cubano fallece poco después en el
hospital. Los dos extranjeros que habían
venido a Cuba para ayudar en el cambio del sistema sobreviven a su aventura con
heridas leves.
La trágica muerte de Oswaldo Payá Sardiñas y Harold Cepero es un ejemplo de
lo que buscaban ellos mismos, y algo que debe evitar el pueblo cubano: una
situación en la que señores extranjeros conducen el carro hacia un abismo,
dejando morir a los cubanos desamparados en el asiento trasero.