jueves, 18 de octubre de 2012

La pregunta por el voto











Editorial de El Siglo, edición 1633 del 19 de octubre de 2012


La pregunta por el voto


Estamos en las vísperas de una jornada política en la que lo decisivo será la voluntad ciudadana expresada en la decisión “personal” de cada una y cada uno de los electores.
Como escenario de fondo estarán las valiosas manifestaciones masivas en pro de la educación, la salud y la vivienda justos; las grandes marchas por la defensa del medioambiente y las no menos masivas por la dignidad de las personas, expresadas en la no discriminación a la mujer o a las minorías sexuales; y las innumerables jornadas de quienes protestan ante la indiferencia dolosa que los condena a “habitar” viviendas, por decir lo menos, precarias, y en condiciones de hacinamiento.
El poder del dinero derrochado en múltiples formas de propaganda, invasiva y demagógica, habrá cesado al menos en la forma.
En la cámara secreta, cada una y cada uno deberá hacer su elección: votar por sí mismo, o delegar su voluntad en manos de quienes carecen de todo título para representarlo.
Se ha aducido el carácter “local” de estas elecciones municipales. Se ha venteado la capacidad de gestión de alcaldes salientes o pretendientes al cargo, así como de los candidatos a concejales.
Y es posible que tengan la razón y que los tales alcaldes o alcaldesas sean, efectivamente, buenos administradores. La disyuntiva que deberá enfrentar la ciudadanía este 26 de octubre no es ésa: lo que importa es qué administran.
Porque “la gente” tiene derecho a otro porvenir que el de seguir como clientes de los alcaldes y gobernantes de turno y  continuar como sujetos de algún asistencialismo. Y los ciudadanos lo saben con cada vez mayor lucidez, por lo que no se dejarán engañar una vez más por promesas que a lo más se cumplirán a costa de su dignidad y sus derechos.
Se discute entre nosotros si el voto es un instrumento válido para hacer valer los derechos y para cambiar lo que la mayoría rechaza en el orden institucional y el modelo económico y social imperante.
Se alega, por parte de algunos, que aun no es el tiempo de propuestas transformadoras de fondo, y que lo que se debe hacer es acumular fuerzas “desde la base” para acometer, y sólo entonces, las acciones conducentes a ese objetivo.
Se aprovecha el indudable desprestigio de las instituciones y de los partidos políticos para elevar a la categoría de conducta “activa” la abstención en las elecciones, hasta que “la base” haya dado a luz un programa creíble y construido los instrumentos idóneos para su realización.
Es incuestionable que las grandes exigencias de la aplastante mayoría de chilenas y chilenos requieren de la construcción de un vastísimo movimiento que las impulse con tanta fuerza que termine por imponerlas, como ocurrió en nuestra historia en los casos de la Reforma Agraria y la Nacionalización del Cobre.
También es incuestionable que en las transformaciones de fondo a que aludimos, un papel de la mayor importancia lo jugaron los partidos y coaliciones de izquierda que hicieron de ellas un punto central de sus programas y de su accionar político. Basta para confirmar ello, una mirada a nuestra historia de los últimos decenios del pasado siglo.
Resulta por lo menos extraño que para “preparar” una maduración colectiva de la conciencia que permita alcanzar los propósitos transformadores, se vacíe la cancha para que jueguen en solitario quienes defienden el actual estado de cosas, como lo hacen sin complejo ni disimulo los partidos de la derecha y, por supuesto, el gobierno de Piñera.
“En mi pobreza mando yo”, solía citar Salvador Allende al referirse, admirativamente, a la dignidad con que los trabajadores y la gran masa del pueblo rechazaban el cohecho y las presiones de la derecha y los patrones al momento de emitir su voto.
Y los trabajadores y el pueblo, así lo confirman todos los datos de la historia, jamás han dejado pasar la ocasión de manifestar en las urnas, como lo hacen en las calles y lugares de trabajo, su voluntad de cambio y su instintivo a la vez que razonado rechazo a quienes sostienen las injusticias y proclaman el apoliticismo como conducta a seguir por los explotados.
EL DIRECTOR

 Fuente: pcchile