LA VICTORIA Y LOS DESAFIOS DE UNA
AUTENTICA REVOLUCION
(Por Juan Andrés Lagos)
En Venezuela votaron más de 17 millones de personas, de un universo
electoral de casi 19 millones con derecho a sufragar.
Record histórico e inédito, en un país en donde el voto es voluntario.
En ese contexto, y con un apoyo político-electoral de más de ocho millones
de votos, a muy pocas horas de conocido el resultado, el Presidente Hugo
Chávez anunció “un nuevo ciclo para Venezuela”.
En dos líneas simultáneas, luego que el Consejo Nacional Electoral (CNE)
diera oficialmente el resultado, el mandatario fijó sus objetivos estratégicos
para el nuevo período:
1) Mantener y profundizar la independencia nacional.
2) Avanzar hacia el “socialismo democrático y bolivariano del siglo
veintiuno”.
El líder indiscutido de Venezuela, de 58 años, mejorado de un fuerte cáncer
que lo afectó por meses, una vez más, ha salido victorioso de la contienda
electoral “más decisiva” de las que ha enfrentado hasta ahora. Tomando en
cuenta que, de las catorce elecciones en las que ha participado, sólo una vez
fue derrotado en una consulta para modificar la constitución política.
No son muchos los años, es muy corto el tiempo histórico, en que Venezuela
fue sacudida por grandes explosiones sociales y populares, en medio de una
crisis económico-social que desplomó a la cuarta república administrada sin
contrapeso por el bipartidismo de dos fuerzas neoliberales que, por décadas,
ejercieron el poder del estado.
Tampoco es mucho el tiempo para dimensionar, en profundidad, el inédito
surgimiento en Venezuela del liderazgo de Hugo Chávez, un Teniente Coronel
formado en el rigor de las fuerzas especiales del Ejército de su país, y que se
levantó en armas junto a otros cuarteles militares, para exigir “justicia
social y nuevos tiempos para mi pueblo”.
Muy pocos entendían lo que ocurría. Chávez no atacó los símbolos del poder
político. No ordenó disparar a los civiles. En rigor, en jerga militar, lo que
hizo fue un acuartelamiento de presión.
Pero, Chávez se quedó muy sólo en cuanto a apoyo político nacional e
internacional. Las izquierdas lo consideraron un golpe militar, y por la
dramática historia de Venezuela y América, el dispositivo de compresión
política se orientó en esa dirección.
El centro y las derechas, que comenzaban su proceso de simulación y
aggornamiento, después de haber impulsado golpes y dictaduras en todo el
continente, también descalificaron la acción de Chávez y de los militares
venezolanos.
Washington observó con atención.
En esos dramáticos momentos, Chávez levantó su voz para exigir dignidad
para un pueblo aplastado en un sesenta por ciento de pobreza dura, extrema, sin
futuro.
Y ese pueblo, mayoritariamente, conectó con el movimiento militar que
surgía, y con su líder. Volvió a creer, luego de haber perdido toda certeza en
el bipartidismo político, en la institucionalidad política de una corrupta
“democracia representativa”, y en caudillos de diferentes tonos y colores.
En pocos años, todo cambió en forma vertiginosa. Las fuerzas de izquierda
respaldaron el proceso emergente; el pueblo tomó la iniciativa, Chávez fue
elegido Presidente de Venezuela y, desde el gobierno, convocó a una Asamblea
Constituyente para formar una nueva institucionalidad política y participativa,
y una nueva carta magna.
Las Fuerzas Armadas no solo respaldaron el proceso, en verdad, se hicieron
parte de él.
Y, salvo un proceso electoral, todos Chávez los ganó con porcentajes sobre
el 50%.
Las reformas sociales han calado profundo en el país. Venezuela disminuyó
su pobreza, del sesenta por ciento a una cifra que es la más baja de toda su
historia social. Es la nación con la mayor cantidad de universidades y
universitarios en el continente. Posee una plataforma tecnológica relevante. La
vivienda puede ser completada en los próximos quince años. Sobre la base de una
reserva petrolera para los próximos doscientos años, PEDEVESA se ha
diversificado y abrió mercados y contratos comerciales con Rusia, la india,
Brasil y China. Su peso específico la hace influir en forma determinante en el
precio internacional del petróleo.
El gobierno bolivariano ha sido determinante en la integración continental,
y es activo patrocinante del ALBA, UNASUR, CELAC, MERCOSUR, y en la idea matriz
y gruesa de ir a la formación de un bloque de naciones integradas sobre la base
de incluir las asimetrías de cada una.
Pero los fenómenos de corrupción no han terminado. La delincuencia sigue
siendo un problema serio y profundo. El proceso demoró en avanzar en la
construcción de un instrumento político, y finalmente emergió el nuevo Partido
Socialista Unido de Venezuela, PSUV, el cual, junto a otras fuerzas históricas,
como es el Partido Comunista de Venezuela, forman la matriz política del
proceso.
Las fuerzas políticas de centro y derecha, desplomadas por la crisis y los
estallidos sociales, demoraron en recomponerse.
Pero su mayor debilidad, radicó en desconocer, rechazar y descalificar todo
el proceso político y electoral que emergió y llevó a la presidencia a Chávez.
Apostaron por años a la desestabilización; no participaron en varias y
sucesivas elecciones; intentaron un golpe militar apoyados por los Estados
Unidos.
Nada les resultó.
Entonces, muy recientemente, giraron, y lo hicieron con convicción.
Participaron en las elecciones; se involucraron en la institucionalidad
política de la nueva Venezuela; se aprestaron a realizar una campaña electoral
para estas presidenciales, en la cual su ley motiv fue: “mejorar lo que hay, con
propuestas”.
Aún así, un sector de esa derecha mantiene su postura y sostiene una
alianza con el peligroso sector narco-paramilitar que tiene sus bases en
Colombia y, su líder, el ex Presidente de ese país, Álvaro Uribe.
Ese peligro es latente.
Sin embargo, en el proceso electoral reciente, esta derecha se decidió por
un camino, y lo adoptó.
Fue entonces una confrontación política, ideológica, cultural tensionada al
máximo. Los dos modelos se enfrentaron, por primera vez, en la cancha que el
proceso revolucionario encabezado por Chávez ha construido.
Y el resultado electoral para esta derecha no es malo: Poco más de seis
millones e votos, poco más del 44% de la votación nacional, en la cancha del
chavismo.
Venezuela es un complejo, intenso y apasionante laboratorio de una
revolución auténtica, genuina, sin moldes posibles.
Su principal fortaleza, es una parte del pueblo, mayoritaria, que sigue
firme construyendo su destino. El desafío es incidir en esos seis millones de
venezolanos que sufragaron por la derecha y su candidato.
Ciertamente, el proceso debe ahora mirar su futuro, y un factor de extrema
relevancia es el liderazgo de Hugo Chávez.
En sí representa una inmensa fortaleza, porque Chávez es un militar con
gran capacidad táctica; con una definición estratégica sólida; con un liderazgo
en las Fuerzas Armadas indiscutido. Es un conductor político.
Y el proceso requiere de esa conducción, y abrir camino a nuevos y futuros
liderazgos.
Capriles, el líder de la derecha, tiene poco más de 40 años. Su capital
político es haber sacado a la derecha de la postración; del violentismo atávico
y golpista, para entrar en el juego electoral que les ha dado un buen
resultado. Y mira hacia el futuro.
Pero es una derecha que, en el sentido programático, no ofrece nada más que
lo mismo que postulan los neoliberales de todo el continente. Y eso, en
Venezuela, es su principal debilidad.
Como es su naturaleza, el Presidente Chávez ha tomado la iniciativa, y
junto con impulsar cambios en la propia conducción del estado y del gobierno,
ha formulado llamados al diálogo nacional.
Capriles y la derecha, formalmente, lo han aceptado.
Pero las correlaciones electorales y políticas determinarán en buena medida
el tono, la forma y los contenidos de ese diálogo, porque en Venezuela, en
Diciembre, habrá elecciones de gobernadores en todo el país, y a comienzos del
próximo año, elecciones municipales.
Habrá que estar atentos.