Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Cuando se nombra a nuestro compañero Manuel
Guerrero Ceballos se le asocia de
inmediato, y con toda razón, con el
feroz crimen cometido por los agentes de Pinochet en marzo de 1985, cuando él, junto con otros dos profesionales
comunistas, fue degollado.
Pero la vida de este querido luchador tiene otros
capítulos dignos de conocerse.
Nació el 25 de junio de 1948. Muy joven se incorporó a las Juventudes
Comunistas. Estudió en
CONTRIBUYENDO
A
Participó en
la campaña electoral del 70. Así lo recuerda Manuel Guerrero Ceballos:
“La lucha presidencial entraba en tierra derecha.
Los partidos populares, conformados en Unidad Popular, ya tenían candidato
único: Salvador Allende. La unidad alcanzada, el programa y el candidato común
ya eran una importante conquista. A todas partes llegó la palabra de
¡Cuántos jóvenes hicieron su escuela política en
estas acciones!
Las Juventudes Comunistas crecían en número y
madurez. Eran una organización conocida
y admirada y querida por los jóvenes trabajadores, estudiantes, artistas y
pobladores. Los colores amarantos de su camisa florecían y cada jota-jota,
tronaba en las calles con sabor a futuro. A su presencia contribuyeron el
aporte de tantos jóvenes, militantes y dirigentes, que llenaron todo un período
político muy importante de la historia de Chile. Entre estos sobresale la
figura, creatividad política y firmeza revolucionaria de Gladys Marín bajo cuya
égida
El odio de clase de los reaccionarios se sentía a
toda hora y se jugaban por frustrar los anhelos del pueblo. En la campaña
varios compañeros fueron asesinados, golpeados y detenidos. Las bandas de los
pijes agredían a mansalva a nuestros compañeros y la enérgica repuesta dada en
cada oportunidad impidió que prosperara su intento de intimidarnos”.(Manuel Guerrero Ceballos:
“Desde el Túnel”, p. 22)
DURANTE EL
GOBIERNO DE SALVADOR ALLENDE
Relata Manuel Guerrero: “El triunfo de Salvador
Allende en 1970 fue la coronación del sueño y la lucha de largos años de la
clase obrera y del pueblo chileno.
Al conocerse el resultado la juventud se volcó a
las calles manifestando su voluntad de
combate y disposición ante las nuevas tareas que surgían. Las Brigadas Ramona
Parra así como escribieron el nombre de Allende en el mismo instante en que fue
proclamado candidato único de
Durante el Gobierno Popular, Manuel Guerrero
Ceballos tuvo a su cargo
Recuerda
sobre estos. “Grandes tareas eran respaldadas por millares de muchachas
y jóvenes. El trabajo voluntario fue una de las características de su
participación. Estuvimos en la pampa del tamarugal rompiendo con chuzo la
pétrea costra desértica para hacer vivir una diminuta planta que diera
alimentación a ovejas y lograra que esa gigantesca porción de tierra, compuesta
de arena y sal, sirviera al país. En la
inmensidad de la pampa, bajo 40 grados de calor, con una insignificante
hierba verde en las manos, buscábamos la
primavera para Chile.
Las columnas de jóvenes, con sus mochilas al
hombro, que cruzaban la extendida geografía chilena, participaban de la pujanza
de un pueblo que era dueño de su destino.
La juventud construyó represas, canales, casas, escuelas y caminos.
Plantó árboles y extrajo cobre desde las profundidades de la mina. Sacó muelas
y curó enfermedades. Canto. Hizo teatro, pintó y escribió poemas. Formó
brigadas de vanguardia de la producción. Creó
Miles de comités de Apoyo al Rendimiento
Estudiantil. Manejó tractores, camiones y cargó en sus hombros miles de toneladas.
Aseguró el abastecimiento. Peleó contra los reaccionarios que saboteaban. Se
educó y entregó su palabra de adhesión.”
(Manuel Guerrero Ceballos: Obra
citada, p. 24)
EN
Después del golpe fascista, participó en el trabajo clandestino.
Escribe
Manuel Guerrero Ceballos: “La vida en la lucha clandestina es dura,
áspera, sacrificada. Como nunca se debe actuar con resolución y autonomía. Teniendo la orientación
principal clara caminamos por caminos desconocidos. Cada aprendizaje cuesta,
incluso vidas humanas... Las noticias de las detenciones y asesinatos nos
golpeaban y herían, recordábamos a los compañeros con cariño y emoción. Muchas
lágrimas derramadas en silencio, pero la exigencia de continuar combatiendo
hacía más patético cada golpe.”
Relata: “Caminaba por Bellavista en dirección a Pío
Nono. Serían las cuatro o cinco de la tarde. Bajo el brazo al medio de un
diario doblado, llevaba una reciente declaración del Partido. Doblé por Pío
Nono hacia Alameda y me encontré frente a una patrulla militar que pedía identificación, revisaba papeles y
bolsillos de los transeúntes. La
garganta se me apretó, el corazón dio un brinco y las manos transpiraron. Si
retrocedo o cruzo igual me pararán y llamo más su atención, pensé. Con
resolución avancé.
- Alto!
El grito me hizo estremecer.
Me detuve.
- Su identificación
Cambié el diario de mano, apretándolo con fuerza.
Saqué el carnet y se lo extendí. Lo miró atentamente.
- Dónde trabaja.
- En una
escuela.
Me observó, dio vuelta el carnet y vio la
dirección. Me la preguntó. Dudé varios segundos, me costaba recordarla,
finalmente lo hice y se la dije.
- Separe los brazos.
Con el diario en la mano derecha levanté los
brazos. Torpemente sus manos iban chequeando el cuerpo.
Me angustiaba sólo pensar que me quitara el diario
y lo abriera, cuando expresó:
- Está bien, siga no más...” (Manuel Guerrero Ceballos: “Desde el
Túnel” pp. 29 y 30)
Manuel Guerrero Ceballos relata como cayó en manos
del siniestro Comando Conjunto en 1976:
“Eran cerca de las 10 de la mañana del 14 de junio. Iba al trabajo y mi compañera iría a buscar al hijo, que
había estado sábado y domingo con los abuelos. Caminábamos con despreocupación hacia el paradero del
microbús....
“Llevaba en la mano izquierda el bolsón escolar de
mi hijo que orgulloso daba los primeros pasos en la lectura. Verónica, mi
compañera, decía algo referente a la guagua que vendría o a la débil salud de
nuestro hijo...
“Escuchamos a nuestras espaldas un vehículo que
avanzaba a gran velocidad. Sin saber me estremecí y presentí el peligro. El
vehículo se detuvo al costado nuestro. Bajaron dos individuos jóvenes a la
carrera. Grité a mi compañera: ¡cuidado!
“Ya recibía golpes de pies y manos, era agredido.
Por reflejo opuse resistencia. Mi compañera irrumpió en gritos y fugazmente vi
que blandía su cartera en el aire...
Todo era un torbellino. De pronto escuché un
estrépito y sentí un fuerte impacto en el pecho. Parecía que un caballo me
hubiese dado una coz de lleno. Caí doblado y sentí que en vilo era arrojado
dentro del auto. Mi cabeza se estrelló
en la puerta lateral derecha violentamente. Un dolor desconocido
horadaba mi estómago y tronco. Quemaba, consumía. Los oídos zumbaban y la
cabeza se aprestaba a estallar.
Las manos me las esposaron a la espalda... La
primera certeza de la situación la tuve al sonar, atrasadamente en mis oídos,
el aullido angustiado de Verónica- ‘son de
-¡ Cagué! – pensé.” (Manuel Guerrero Ceballos: obra citada, p.
13)
Respondiendo
a una pregunta del periodista y escritor José Miguel Varas, dijo:
“Yo, en ese momento, cuando iba en el vehículo,
empecé a sentir sangre que me cubría mi
piel, y comencé a tener dificultades para respirar, por lo que presumí que la
herida –y posteriormente se confirmó- había sido en el pecho. La bala me
ingresó por el costado inferior de la tetilla derecha, para quedar alojada, sin
salida, bajo la axila izquierda, es decir, me atravesó todo el pecho...” (Entrevista realizado por José Miguel Varas,
en Europa en marzo de 1977)
“Las últimas ideas fueron de muda despedida de la
vida y de cómo encarar el
interrogatorio. No debía perjudicar a nadie con mis respuestas. El
precio de la vida no lo iba a pagar con
la confesión o la traición. Pensé en mi hijo. Si vivía quería mirarlo de
frente.
El viaje llegó a su fin. Mentiría si no dijese que
un miedo glacial me acompañaba. No cantaba ante la muerte, templaba; pero
estaba dispuesto a resistir.” (Manuel
Guerrero Ceballos: “Desde el Túnel”,
p. 14)
LOS CHACALES
ACTÚAN.
Manuel Guerrero Ceballos escribe sobre las torturas
a que fue sometido:
“Aguardé el
golpe que podía venir de cualquier
lugar.
- Sáquenle la ropa.
Abrieron las esposas, me sobé las muñecas. Me
empezaron a sacar la ropa. Seguí con la vista vendada.
Fui empujado hasta el borde de una tarima, camastro
liso o mesa.
-‘Súbete’.
Con trabajo lo hice. Quedé tendido de espalda.
Desnudo, con los ojos vendados, acostado sobre una cubierta fría y dura –como
de latón o baldosas- terriblemente dolido. Mi angustia se desbordó. A pesar de
mi oposición, las lágrimas rodaban por las mejillas. El cuerpo brincaba, me
estremecía...
“Un golpe de puño, seco, recibí en la herida.
-‘Cuenta ahora, concha de tu madre’
Grité de dolor. Mordiendo las palabras contesté
preguntado.
-‘¿Qué quieren les cuente?’
-‘Todo pu’s huevón’
-‘No tengo nada que contar’
Esperé otro golpe. Llegó y fue más violento. Del
pelo a los pies me sobrecogió el dolor. La herida manaba más sangre.
La desnudez me hacía sentirme desamparado, más estando con los ojos
vendados y amarrado al mesón. A indefensión absoluta se unía la duda lacerante
de ignorar que venía a continuación, de dónde venía y a donde iría el castigo
siguiente.” (Obra citada, p. 18)
FUE UN
DETENIDO DESAPARECIDO DURANTE UN MES
Lo continúan torturando. La gravedad de su estado
obliga a los esbirros de la dictadura a conducirlo a un establecimiento, que
según él calcula fue el Hospital de Carabineros de Santiago.
Lo ingresaron con nombre falso. Lo atendieron para evitar que la hemorragia
interna terminara con su vida antes de lograr que entregara las informaciones
que requerían. Lo siguieron torturando en ese hospital.
Fue conducido a Cuatro Álamos. Allí seguía con los
ojos vendados, continuaban con los ‘interrogatorios’, acompañados de golpes y
uso de corriente eléctrica.
Después se le trasladó a Tres Álamos, donde ya no tuvo incomunicado.
Allí supo lo ocurrido con su compañera Verónica. No estaba detenida. Ello, como
producto de la conmoción pública que
tanto la detención como el baleo generó en el sector y la cantidad de testigos
que presenciaron esos hechos.
Eso
impidió la detención de Verónica y le salvó la vida a él. A pesar que el Ministerio del Interior negó
su detención, ante un recurso de amparo presentado por su compañera, la
dictadura no pudo seguir negando que estaba preso. Ya no era un desparecido.
VOLVIENDO A
Relata el paso de Cuatro Álamos a Tres Álamos,
el paso de ser desaparecido a la vida.
Lo sacaron de la celda de incomunicación dos
agentes de
-‘Te vai de aquí, tení cueva, te salvaste del balazo primero y de ésta
ahora’ ...
No me dijo nada más. Me entregaron mi carnet de
identidad, me revisaron completamente y me obligaron a seguirlos.
Salimos caminando por el pasillo, cruzamos la
siniestra puerta de fierro y caminamos por oscuros senderos de tierra. Me
hicieron ingresar a una oficina y cuanta no sería mi sorpresa de ver en ella a
carabineros con su característico uniforme. Hasta me alegré de verlos...
El funcionario de
-‘Nosotros ya hicimos el pase, es huevá de ustedes
como se las arreglan, y sin más se dio media vuelta y se fue. Quedé entre los
carabineros.”
Estos lo condujeron
y lo hicieron golpear en una casucha que estaba en patio. Entró. Había
una cantidad de personas. Les dijo:
-“Soy un preso, vengo recién llegando de Cuatro
Álamos”. Fue recibido con alegría y enorme solidaridad.
Cuenta: “Ese día los compañeros me cuidaron y
atendieron como a un niño...”
Pasó el tiempo. “Llegó el esperado día de visita.
Los amigos me prestaron un poncho blanco y un gorro pasa montaña. Esperé como
colegial que me llamaran por la lista. Los presos iban saliendo de uno a uno,
donde estaban sus familiares sentados en unas bancas...
Por fin me llamaron. Salí caminando lentamente,
mirando todo con verdadera emoción e interés, buscando entre todos esos rostros
anhelantes mis seres queridos. No los vi. Me empecé a desesperar. Miraba y
miraba. Y entre la muchedumbre asomó el rostro lloroso de mi compañera con su
guata, cual banderola en el aire, acompañada de mi padre, mi madre y mi suegro.
No me reconocieron hasta estar muy cerca. Nos
fundimos en un todo de abrazos, lágrimas, suspiros y sobre todo, vida”. (Obra citada, pp. 87 y 88)
Así termina su narración Manuel Guerrero Ceballos,
cuando va saliendo “desde el túnel”.
Fue
liberado el 19 de noviembre de
1976. Fue el único detenido por el
Comando Conjunto que salvó vivo de sus
garras.
EN EL
EXILIO
A fines de noviembre de 1976 viajó a Suecia.
Permaneció seis años en ese país. En el
destierro participó activamente en las
labores de solidaridad con la lucha del pueblo chileno. Además, escribió su
desgarrador testimonio “Desde el Túnel”.
En sus “Palabras iniciales” explica: ”La idea de hacer esta narración
nació de la angustia. Me explico. Encontrándome como preso político
desaparecido, secuestrado por
Me decidí a hacerlo por dos razones centrales. El tiempo pasa y la memoria es frágil. Es necesario que las nuevas generaciones conozcan lo que ha hecho y, lamentablemente, aún hace el fascismo en nuestra Patria. Y una segunda razón es que hay muchos hechos ignorados, más allá de lo que todos creemos, por nuestra propia población chilena. Es más de lo imaginado lo que no se conoce de la represión y la barbarie de los fascistas, como del heroísmo de muchas gentes simples y modestas de nuestro pueblo, en especial de la lucha juvenil y el papel relevante que han jugado en ella, las Juventudes Comunistas, conformadas por rostros y vidas concretas, muchas de las cuales no están físicamente con nosotros... Que ninguno de ellos se nos olvide, recordemos sus vidas y aportes. Ellos estarán presentes en los caminos por los que transitamos hoy, estarán presentes en la hora de la victoria.” (Manuel Guerrero Ceballos: “Desde el Túnel”, p. 5)
RETORNO
A
Regresó a Chile en noviembre de 1982. De inmediato
se incorporó a la lucha clandestina y a
las labores de su gremio, el Magisterio.
Un año
antes, el 27 de noviembre de 1981, un grupo de 31 educadores de las
Regiones Metropolitana, Quinta, Séptima y Octava, habían constituido
Al llegar al país, Manuel Guerrero Ceballos encontró al profesorado en lucha contra la
dictadura, que no sólo reprimía a los maestros, sino que imponía la municipalización
de la educación.
Pronto se distinguió por su claridad política, por
su valentía y responsabilidad. Fue elegido Presidente del Consejo Metropolitano
de
Una profesora que lo conoció personalmente en ese
tiempo, lo recuerda como una persona muy jovial, querida y respetada por sus colegas;
elocuente y convincente en sus intervenciones; preocupado siempre por el lado
humano de la gente, de gran consecuencia
entre su pensar, lo que decía y
lo que hacía.
Un dirigente del Magisterio, que trabajó junto a
él, señala que, entre sus enormes cualidades,
estaba su profundo respeto por
los compañeros de otros partidos. En
DETENCIÓN Y MUERTE DE TRES COMBATIENTES EJEMPLARES
El 28 de marzo de 1985, Santiago Nattino,
publicista de militancia comunista, fue secuestrado en plena vía pública en el sector alto de la
capital.
En la noche, agentes de la dictadura llevaron a
cabo un operativo en la sede de
El 29 de marzo, a tempranas horas de la mañana, fue
secuestrado, en momentos en que llevaba su hija al Colegio Latinoamericano de
Integración, José Manuel Parada Maluenda, quien se desempeñaba como Jefe del
Departamento de Análisis de
Familiares y compañeros de los detenidos se
movilizaron. Interpusieron un recurso de amparo, donde incluso indicaban el lugar en que podrían estar
detenidos: el cuartel de
El 30 de marzo de 1985 fueron encontrados los
cuerpos degollados de los tres
militantes comunistas en el camino que une Quilicura con el Aeropuerto de
Pudahuel.
Pinochet y sus secuaces intentaron negar su
participación en ese monstruoso crimen.
El Informe Rettig señaló: “De los antecedentes
narrados y los reunidos en la
investigación judicial,
Manuel Guerrero Ceballos es uno de esos heroicos combatientes del
pueblo que, como él mismo escribió, “están presentes en los caminos por los
que transitamos hoy y estarán presentes
en la hora de la victoria”.
Honor y gloria a los héroes y las heroínas que han
luchado y han sido leales hasta el
último segundo de su existencia.