Hace
56 años:
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Los obreros de El Salvador conducen por el desierto
a sus compañeros caídos.
El 1º de
enero de 1966, los mineros de El Teniente declararon una huelga exigiendo
aumento de sus remuneraciones.
PARO SOLIDARIO
En el
mineral de El Salvador el paro fue total. Los trabajadores actuaron con disciplina y responsabilidad. Un Comando de Huelga dirigía las
actividades. Diversas comisiones tenían
a su cargo tareas concretas: la olla común para los huelguistas y familiares,
competencias deportivas, actos artísticos - culturales, cuidado de los niños,
disciplina, etc. El centro de todas
estas acciones era la sede del Sindicato.
El entonces
ministro de Defensa de Eduardo Frei Montalva, Juan de Dios Carmona, ordenó la
ocupación militar de El Salvador. No
había razón alguna para ello: allí
reinaba la tranquilidad y el orden. El operativo tuvo lugar el 11 de marzo de
1966. Fue realizado por efectivos del Ejército.
TODO ESTABA TRANQUILO
Eran
alrededor de las 14 horas. En la sede
social, trabajadores, mujeres y niños habían almorzado recién. Algunos jugaban a las cartas, otros leían o
conversaban. También hubo quienes
dormitaban. Una comisión lavaba platos y
servicios; otra, ordenaba mesas y bancas.
Los niños, incansables, correteaban alegremente.
PROVOCACIÓN
De pronto
alguien dio la voz de alarma: soldados habían rodeado el local. Los pequeños, asustados, corrieron a donde
estaban sus padres. Hombres y mujeres se
inquietaron.
El oficial a cargo de la tropa, prepotente y altanero, ordenó desalojar la sede. La gente se negó. No había motivo para ello: estaban en su local y no molestaban a nadie. Los trabajadores intentaron dialogar. La respuesta fue brutal. Los uniformados rompieron los vidrios de las ventanas y arrojaron bombas lacrimógenas al interior. El aire se hizo irrespirable. Gritos de desesperación y de ira.
CON BALAS DE GUERRA
Todos
salieron corriendo. Unas mujeres se
envolvieron con banderas chilenas, como buscando en el pabellón patrio una
protección.
El capitán
Alejandro Alvarado Gamboa dio una orden.
Y el estrépito de una descarga se elevó por encima de los gritos y el
ruido de las carreras.
Los soldados
dispararon contra la gente indefensa.
Cayeron algunos. Otros siguieron
corriendo. Una nueva descarga. Gritos y quejidos.
Un sobreviviente, Iván Ardiles tenía
entonces 7 años
Para Iván Ardiles, un sobreviviente que en ese entonces tenía 7 años, esta es una escena que no olvidará. “Yo me acuerdo de que el sindicato estaba lleno de humo y lloraba mucho porque eran bombas lacrimógenas las que caían y no se veía nada. Yo le decía a mi mamá que prendiera la luz porque me dolían los ojos y ella me decía que no se podía mientras me mantenía escondido debajo de un escritorio metálico. Más tarde, cuando salimos de allí - ya que los trabajadores habían abierto las latas de las paredes del sindicato para escapar - a mi mamá le pasó una bala”.
DOS MUJERES ASESINADAS
Una mujer, que
llevaba una bandera chilena fue asesinada.
Se llamaba Leopoldina Chaparro Castillo.
Tenía 36 años y estaba en avanzado estado de embarazo. Cerca de ella cayó otra: Marta Egurrola de
Miles, madre de tres hijos y otro por nacer.
Estas dos
mujeres proletarias eran igual a esa
que utilizó la propaganda democratacristiana en
Y SEIS OBREROS
También cayeron asesinados seis obreros. Entre ellos dos comunistas: Ramón Santos Contreras y Raúl Monardes.
Ramón Santos Contreras había llegado al mineral de El Salvador
cuando aún no cumplía los 19 años. Era militante de las Juventudes
Comunistas. Se incorporó a la base Camilo Cienfuegos.
Conoció y se hizo inseparable amigo del
obrero Raúl Monardes, dirigente del Partido Comunista. Ambos realizaron una
incansable labor de revolucionarios. Ello, a pesar de laborar en una empresa imperialista estadounidense,
Ocho muertos
y cuarenta heridos fue el saldo de la masacre.
Y, como siempre, después de una matanza se pretendió culpar a las
víctimas.
UNA VEZ MÁS AL CRIMEN SE UNE
El gobierno
de Frei Montalva, a través de un comunicado oficial, suscrito por el Ministro
de Defensa Carmona y el Subsecretario del Interior, Juan Hamilton, sostuvo que:
“Elementos
especialmente adiestrados, a las 14 horas de hoy, realizaron un ataque masivo
con armas de fuego y otros medios de agresión en contra de la fuerza pública”.
Esta
falsedad fue desmentida por el propio oficial a cargo del operativo, el capitán
de ejército Alejandro Alvarado Gamboa.
Este declaró haber dicho al coronel Pinochet:
“Si usted
quiere que yo cumpla la orden que usted me dio de tomarme el Sindicato, tengo
que disparar a matar y ahí va a quedar la carnicería...”
CON PREMEDITACIÓN
Por lo demás,
la masacre del 11 de marzo de 1966 fue la culminación de una serie de
provocaciones llevadas a cabo por el coronel Pinochet. Días antes, había prohibido la entrada al
mineral de comerciantes ambulantes. A
los establecidos, les ordenó no otorgar créditos a los huelguistas
amenazándoles que, si desobedecían lo dispuesto, serían detenidos, cancelados
sus permisos y expulsados del campamento.
Su plan era cercar por el hambre a los trabajadores y sus familias. Cuando comprobó que esas maniobras no surtían
efecto, ordenó la detención y traslado de dirigentes y algunos obreros. Aisló el Mineral y luego vino la masacre.