miércoles, 9 de marzo de 2022

FEMINISMO Y LUCHAS DE CLASES (VI)

 



                                                Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                Centro de Extensión e Investigación
                                                Luis Emilio Recabarren,  CEILER

 

 


                                                                  “La historia de toda sociedad

                                                              hasta nuestros días no ha

                                                              sido sino la historia de las

                                                              luchas de clases”

                                                             (K. Marx- F. Engels: “Manifiesto

                                                               del Partido Comunista”)

 

Con el surgimiento de las formas de producción en Chile (hacia la década de los años 30 del siglo XIX) apareció la moderna lucha de clases, la confrontación  entre obreros y  burguesía. En ella los trabajadores combaten a sus enemigos de clase a través de tres aspectos. 

 1.- La lucha económica.   Ésta  la  libran los trabajadores para alcanzar objetivos  económico-sociales: mejores salarios, jornadas más cortas, seguridad  laboral, vacaciones, etc. En esta lucha los trabajadores deben contar con una herramienta:  el Sindicato clasista. Un buen sindicato debe  no sólo conducir al triunfo de las reivindicaciones económicas, sino debe ser,  además, una verdadera escuela de educación clasista.

La lucha económica no resuelve los problemas de fondo de los  trabajadores, pero los educa en la necesidad de la unidad, la organización y la movilización.

2.-La lucha ideológica. Es la confrontación de las ideas revolucionarias con las ideas de la burguesía y que permite derrotar las posiciones reaccionarias en las cabezas de los trabajadores, crear la conciencia de clase  en ellos.

Y para eso la educación,   cosa que  comprendió muy bien Recabarren,   es fundamental.  En esta tarea, contamos con un instrumento formidable: el marxismo-leninismo. 

3.- La lucha política. Sólo a través de ella,  los trabajadores podrán romper  sus cadenas, pues tiene por objetivo  la toma del poder por los desposeídos. Para lograr el triunfo final,  los trabajadores necesitan de un instrumento imprescindible: el Partido revolucionario.

La forma mayormente utilizada es la lucha económica. Los trabajadores confeccionan un pliego de peticiones. Lo presentan a los patrones. Hay negociaciones. Si no se llega a acuerdo, recurren entonces a la huelga. Los gobiernos antipopulares se colocan al lado de los empresarios y, en muchas ocasiones, han transformado un conflicto económico en un hecho político. Utilizaron las fuerzas represivas del Estado (fuerzas armadas  y policía) para reprimir el movimiento de los trabajadores,  perpetrando horrorosas matanzas.

Una de ellas fue la masacre de la Escuela Santa María de Iquique.

 

LA MASACRE DE LA ESCUELA SANTA MARÍA DE IQUIQUE

El  21 de noviembre de 1907, apareció publicado en el periódico “La Voz del Obrero”, de Taltal,  un Pliego de peticiones de los obreros del salitre de la provincia de Tarapacá.

 

Lo que pedían eran cosas mínimas. Por ejemplo:

La elevación de sus salarios de acuerdo con el alza del costo de la vida.

Poner fin a los abusos con las fichas y  las pulperías. Colocar fuera de éstas (que eran almacenes de la misma empresa) una balanza para pesar lo adquirido y un metro.

Tener un mínimo de seguridad en las faenas: rodear con rejas las chancadoras, donde se molía el caliche, y los cachuchos donde se hervía a altas temperaturas el caliche triturado

Disponer  de un local para una escuela nocturna.

Estas justas peticiones  fueron rechazadas por los patrones.

 

 

 

 


Entonces, el  martes 10 de diciembre de 1907 estalló la huelga en la oficina salitrera San Lorenzo.  En los dos días siguientes el movimiento se extendió por toda la pampa de Tarapacá.  De  84 Oficinas salitreras que funcionaban, pararon 76, con un total de 37.141 obreros.

El viernes 13,  miles de huelguistas,  mujeres y niños  iniciaron la heroica marcha hacia Iquique. Allí esperaban la solución del conflicto,  con la ayuda del gobierno de Pedro Montt.

De todas las oficinas salitreras en paro salieron caravanas. En la que salió de la oficina Alianza, abundaban las mujeres. Una de ellas, era Águeda Muñoz, que marchaba llevando a sus tres hijos.

 


Marinos conducen las ametralladoras que debutarán en Chile asesinado mujeres, obreros y niños.


Por su parte, el gobierno envío barcos de guerra y soldados a Iquique.

El sábado 21 de diciembre, los pampinos, mujeres y niños estaban en la Escuela Santa María y en la plaza que se encuentra delante de ésta. En las primeras filas se encontraba doña Águeda con sus hijos. Soldados y marinos con fusiles y ametralladoras rodeaban la multitud. 

Se acercó  el General Silva Renard en un  caballo blanco  y, luego de un toque de clarín, gritó una orden. Al mismo tiempo uno de los hijos de doña Águeda se puso a llorar. Quería  hacer pichí. Tanto escándalo hizo que la mamá, abriéndose paso en medio de la apretada masa, fue con sus hijos a los baños de la escuela. Estaban  allí cuando se produjo la salvaje masacre. Quizás el chiquillo con sus gritos les salvó la vida. Entre los tres hijos había una niña. Se llamaba Ángela Henríquez. Tenía tres años.

Relata Elías Lafertte en “Vida de un Comunista”:  El general Silva Renard fríamente dio la orden de fuego. El ruido de los disparos fue ensordecedor. Los fusiles disparaban contra la azotea, mientras las ametralladoras tres veces lanzaron sus cargas de muerte contra el grueso de los pampinos, tres ráfagas, bastantes para llenar la escuela de cadáveres”.

La  matanza de Iquique tuvo dos objetivos:

1. aplastar un pacífico conflicto reivindicativo de los obreros del salitre de Tarapacá;

2. destruir un potente movimiento sindical, que amenazaba los intereses de la burguesía. En el año 1900 habían surgido las Mancomunales, los primeros sindicatos de obreros  Hacia 1907 existían en numerosas ciudades del país, desde el norte salitrero hasta el lluvioso sur de Chile.

En diciembre de 1907, no sólo fueron sepultados los obreros, mujeres y niños  asesinados en la Escuela Santa María.

También desaparecieron las Mancomunales y se abrió un período de reflujo en el movimiento sindical chileno.

 

 

 


Con el correr del tiempo, Ángela siguiendo el ejemplo de doña Ángela, su madre que trabajó con Luis Emilio Recabarren, se incorporó a la causa comunista.

En Iquique conoció a don Marcial Sierra, viejo pampino, autodidacta y simpatizante del partido de Recabarren. Se casaron. Tuvieron siete hijos. Se trasladaron a Santiago. Instalaron su hogar en el barrio Estación Central. Y allí nació Sola Sierra, nieta de doña Ángela,  e hija de esa niña llamada  Ángela,  que 28 años atrás se habían salvado de morir en la masacre de la Escuela Santa María.

 

Como escribió Luis Advis en la Canta Santa María de Iquique:

“A los hombres de la pampa que quisieron protestar,

los mataron como a perros porque había que matar.

No hay que ser pobre, amigo, es peligroso.

No hay ni que hablar, amigo, es peligroso.

Las mujeres de la pampa se pusieron a llorar y también las matarían porque había que matar.

 No hay que ser pobre, amiga, es peligroso.

No hay que llorar, amiga, es peligroso.

Y a los niños de la pampa que miraban, nada más,

también a ellos los mataron porque había que matar”.

 

De esta forma la burguesía criolla aplastó, utilizando una vez más  la violencia, un  pacífico  conflicto económico de los trabajadores. Fue un sangriento capítulo de las luchas de clases de la historia de  Chile.