Explico algunas cosas. "Las píldoras contra el anticomunismo" son relatos sencillos, basados en hechos reales, que pretenden mostrar cómo somos, sentimos, actuamos y escribimos los militantes comunistas. Es un intento por contribuir a derrotar ese "fantasma del comunismo" creado, usado y abusado por la burguesía criolla, la burguesía internacional (el imperialismo) y su expresión más feroz, el fascismo, para invadir naciones, explotar pueblos, apoderarse del poder y defenderlo.
Los comunistas chilenos somos seres humanos que, al igual que todos los trabajadores de la tierra, nacemos, vivimos, laboramos, sufrimos, gozamos, cantamos, pensamos, lloramos, soñamos, amamos.
Lo que nos diferencia de los demás seres humanos es que pensamos, actuamos, hacemos nuestro lo que el compañero Pablo Neruda proclamó al recibir el Premio Nobel de Literatura 1971:
"Yo escogí el difícil camino de una responsabilidad compartida y, antes de reiterar la adoración hacia el individuo como sol central del sistema, preferí entregar con humildad mi servicio a un considerable ejército que a trechos puede equivocarse, pero que camina sin descanso y avanza cada día enfrentándose tanto a los anacrónicos recalcitrantes como a los infatuados impacientes".
Un abrazo comunista,
Iván
Ljubetic Vargas
PÍLDORAS CONTRA EL ANTICOMUNISMO
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
EL HERMANO
JUAN
El 14 de
agosto de 1994, conversando en Santiago con el periodista obrero Galvarino
Arqueros, Premio Nacional de Periodismo, me relató una anécdota de mi tío Juan
Vargas Puebla, que a éste le gustaba mucho contar.
“Resulta
que durante una huelga de obreros de la construcción en Valparaíso, con grandes
esfuerzos se logra reunir un fondo de resistencia para sostener el movimiento.
Pero uno de los dirigentes se va, llevándose todo el dinero de ese fondo.
Juanito Vargas jura que donde lo encuentre se las tendría que ver con él.
Algún
tiempo después, Juan Vargas, militante comunista, paseaba con una compañera por
La
compañera trata de calmarlo:
-Juan, no
te precipites, no armes un escándalo. No olvides que eres un conocido dirigente
político y sindical.
-Es que se
la tengo jurada. Es ahora o nunca.
Y Juan decidido, se acerca al grupo. El
predicador, al reconocerlo, dice con voz emocionada, lastimera, plena de
arrepentimiento:
-Hermanos,
antes yo era un pecador. Un ladrón. Incluso en una ocasión robé unos dineros a
unos obreros que en Valparaíso estaban en huelga. Pero el Señor me llamó y me
mostró el camino de la verdad. Ahora soy otro. Estoy arrepentido de esa vida de
pecador. Alabado sea el Señor, que me ha enviado al hermano Juan, para que pueda dar testimonio de mi pecado. Alabado
sea el Señor…
Juan se detiene. Vacila. No sabe qué hacer. Se
vuelve. Se aleja, sonriendo por lo bajo, de la picardía de su “arrepentido”
hermano.
Total,
para otra vez será.