viernes, 7 de enero de 2022

LA CONTRARREVOLUCIÓN DE 1891

 


Hace 131 años:




Iván Ljubetic Vargas, historiador

                                                  Centro de Extensión e Investigación

                                                  Luis Emilio Recabarren,  CEILER

 

 

 

                        

 

 Presidente José Manuel Balmaceda (1886-1891)

 

 

El  7 de enero de 1891 el capitán de navío, Jorge Montt Álvarez,  tomó el control de la marina y se sublevó   contra el gobierno de José Manuel Balmaceda.  Se inició así  la Guerra Civil del 91, que costó la vida de 10 mil chilenos

El 18 de septiembre de 1886 el liberal José Manuel Balmaceda asumió la Presidencia de la República. Era un terrateniente con patrióticas ideas.

Comprendiendo que era negativo basar el futuro del país sólo en el salitre, expresó: “Atesoraremos en ferrocarriles y construcciones públicas los 20 millones en que la renta ordinaria excede actualmente a los gastos”.

Así lo hizo. En su gobierno construyó: 1.200 kilómetros de líneas férreas; 1.000 kilómetros de caminos; más de 300 puentes; 1.500 kilómetros de líneas telegráficas; más de cien escuelas, con capacidad para 35.000 alumnos,   20 centros penales. Se dotó de agua potable a 20 ciudades; se canalizó el  Mapocho. Fueron habilitados 10 puertos. Se crearon 350 escuelas: primarias,  normales, agrícolas,  de minas, una técnica femenina;  liceos  y el Instituto Pedagógico.

Contrario  al monopolio británico sobre el salitre, sostuvo: “El Estado habrá de conservar siempre la propiedad salitrera suficiente para resguardar, con su influencia,  la producción y venta, y frustrar en toda eventualidad la dictadura industrial en Tarapacá”.

Agregó: “Espero que en época próxima todos los ferrocarriles de Tarapacá serán propiedad nacional”.

John Thomas North, era un ciudadano británico que, en base a sucios manejos,  adquirió durante la Guerra del Salitre (1879-1883) yacimientos de salitre,  los ferrocarriles de Tarapacá,  empresas de variado tipo: agua potable, fábrica de ladrillos, etc.  Se le llamó el Rey del Salitre. Tuvo propiedades en varios países. Fijó su residencia en Inglaterra, donde incluso, compró un Regimiento.

 

John Thomas North, el “rey del salitre”

 

Estando en Londres, John Thomas North conoció los patrióticos planes de Balmaceda, los que herían sus intereses. Viajó a Chile.  Llegó a Valparaíso el 21 de marzo de 1889. Se entrevistó con el Presidente. No consiguió sus objetivos.

Entonces recurrió al numeroso grupo de chilenos que, pagados por él, actuaban contra los intereses de la patria. Había abogados, periodistas, parlamentarios.  Connotadas figuras políticas como Carlos Walker Martínez, líder del Partido Conservador, varias veces parlamentario; Julio Zegers, dirigente del Partido Liberal, diputado y ministro de Hacienda en 1878; Enrique Mac Iver, patriarca del Partido Radical, parlamentario durante 46 años, ministro en dos ocasiones y Gran Maestre de la Masonería. 

Gran cantidad de parlamentarios eran empleados a sueldo de North. Con toda razón Balmaceda escribió en 1891: “El Congreso es un  haz de corrompidos. Hay un grupo a quien trabaja el oro extranjero y que ha corrompido a muchas personas”. 

Cuando  los medios pacíficos fracasaron, North y sus cómplices chilenos echaron mano a la violencia reaccionaria.

El Ejército no escuchó los llamados de los contrarrevolucionarios y se mantuvo leal al gobierno constitucional.


El golpista Jorge Montt Álvarez

 

Un capitán de navío golpista, llamado Jorge Montt Álvarez,  tomó el control de la marina, que se sublevó  el 7 de enero de 1891, contra el gobierno de José Manuel Balmaceda.  Se inició la Guerra Civil del 91, que costó la vida a 10 mil chilenos.

Fue la respuesta violenta, contrarrevolucionaria, a la política  patriótica  de Balmaceda.  La llevaron a cabo  los sectores perjudicados con ella: el imperialismo británico, los latifundistas y la oligarquía financiera criolla.

Fue una contrarrevolución, porque en nuestro país se estaban produciendo cambios de carácter verdaderamente revolucionarios desde el término de la Guerra  del Salitre. Se buscaba el avance hacia formas más democráticas de convivencia; se procuraba el establecimiento y desarrollo del capitalismo industrial; se pretendía reducir y anular la influencia del imperialismo. 

Los promotores de esa guerra civil estaban empeñados en impedir en desarrollo de una revolución como esa. 

Derrotado militarmente, José Manuel Balmaceda se asiló en  la Legación Diplomática argentina. Esperó hasta que se cumpliera su período presidencial y el 19 de septiembre de 1891 puso fin a su vida con un disparo en su sien derecha. 

Los contrarrevolucionarios lo empujaron al suicidio. Murió el presidente-mártir. Pero no pudieron matar su ejemplo, sus elevados ideales. 

Como expresó  el  historiador Hernán Ramírez Necochea: “Recojamos el legado de Balmaceda, adaptémoslo a las condiciones de nuestra época  y así tendremos una enseña más, que nos guiará en el cotidiano esfuerzo por contribuir a la grandeza de Chile y a la felicidad de nuestro pueblo”. 

Existen muchas similitudes entre la vida, pasión y muerte de José Manuel Balmaceda y Salvador Allende. Sus vidas fueron ejemplo de patriotismo, su pasión fue amar a Chile y a su pueblo, sus muertes –ocurridas en ambos casos en septiembre--  fue el precio que pagaron por la lealtad a sus elevados  ideales. 

Seamos dignos herederos de ellos y, como ellos,  luchemos contra los enemigos de siempre el imperialismo, ayer británico hoy estadounidense y el fascismo, su expresión más siniestra.