martes, 18 de agosto de 2020

A 71 AÑOS DE LA “HUELGA O LA REVOLUCIÓN DE LA CHAUCHA”





Se inició el martes 16 de agosto de 1949:



                                                       Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                                        Centro de Extensión e Investigación
                                                         Luis Emilio Recabarren, CEILER






El Gobierno de González Videla  descarga alza tras alza sobre las espaldas de los chilenos. La gente va acumulando rabia. Lo que colma la paciencia popular es el alza de las tarifas de la movilización colectiva. De un peso cuarenta a un peso sesenta. O sea, sube en una ‘chaucha’, nombre que entonces se daba a la moneda de veinte centavos.

LOS ESTUDIANTES A LA CABEZA

Los estudiantes universitarios son los primeros en reaccionar. Salen a la calle. El martes 16 de agosto de 1949 se inician vigorosas y masivas acciones.

Fernando cuenta su experiencia en la ‘huelga de la chaucha’: “Tiempo antes de agosto del 49, los comunistas habíamos logrado sacar un voto de repudio en la FECH a toda posibilidad de alza. Tan pronto se dictó el decreto que autorizaba el alza de los micros en año 49, inmediatamente los comunistas salimos a la calle. Tengo muy vivo en mi memoria las primeras salidas callejeras; éramos no más de cincuenta jóvenes comunistas, uno de ellos, que no he olvidado, porque fue vanguardista, preguntó: ‘Bueno, compañeros: ¿salimos, si somos tan pocos? La respuesta fue que debíamos salir, porque pensábamos que el pueblo iba a acompañarnos; había en esos momentos condiciones reales para desencadenar un gran movimiento de masas, de repudio a la dictadura. Así lo hicimos. Y, efectivamente, no habíamos recorrido una cuadra, cuando el desfile de 50 personas se transformó en una gran manifestación... En aquel instante las Juventudes Comunistas, pasando, incluso, por encima de la FECH, en que dominaban los socialcristianos, llamó a una huelga en la Universidad y la Universidad nos acompañó” (Fernando Ortiz: charla citada, página 42)

INFORMA “EL MERCURIO”

El miércoles 17 de agosto de 1949, ‘El Mercurio’ escribe:
”Bochornosos incidentes se registraron ayer en diversos sectores de la capital... Desde mediodía estudiantes ayudados por otros grupos iniciaron una enérgica acción contra los autobuses.  Por la tarde, elementos comunistas cometieron violentos desmanes... Grupos universitarios organizaron ayer diversos actos de protesta por el alza de las tarifas de los servicios de autobuses y buses destinados a la locomoción colectiva. Los manifestantes iniciaron un desfile al mediodía, avanzando hasta la Plaza de Armas y luego se repartieron por las calles Catedral, compañía, Bandera, Morandé, Teatinos, San Antonio, Huérfanos, Agustinas, Ahumada y Moneda. Los estudiantes iniciaron el desfile pidiendo la derogación de la medida que autorizó el alza de las tarifas, pero luego algunos elementos exaltados empezaron a atacar a los microbuses, lanzando piedras al paso de dichos vehículos por el centro de la ciudad. Esta iniciativa se generalizó y extendió rápidamente a otros puntos...” (‘El Mercurio’, miércoles 17 de agosto de 1949, página 23).


Los establecimientos educacionales no funcionan o lo hacen a media. El Ministerio de Educación amenaza con cancelar la matrícula a los alumnos que no concurran a sus colegios. Ese mismo miércoles 17, alrededor de las 10 y 4º minutos, unas 800 personas avanzan desde la Alameda por calle Morandé. Llegan hasta La Moneda y lanzan piedras contra sus ventanas.
Participan estudiantes universitarios y secundarios, trabajadores y gran cantidad de transeúntes, que se suman espontáneamente a la protesta. La represión, primero realizada por carabineros y luego por soldados del Ejército, dejó a lo menos cuatro muertos y numerosos heridos.

CLAMOR GENERALIZADO POR EL ALZA
 
El lunes 15 de agosto de 1949, “El Mercurio” trae en su página 43 una información titulada “Unánime protesta por el alza de tarifas que agrava el problema de la locomoción”, donde señala:  “Estudiantes, gremios de obreros y de empleados expresan su desacuerdo ante la medida que adoptó la Dirección del Tránsito.  –Burla de los choferes de microbuses.
– Personal de la Beneficencia expone delicada situación.  – Reunión de los universitarios”

Reproduce en esa crónica una Protesta de los Consejos directivos nacionales y provinciales de la Confederación de Sindicatos de Beneficencia, que en una de sus partes dice:

“4.-  Que dado lo inconsecuente y lo arbitrario que significa para toda la clase trabajadora el alza sorpresiva que se ha autorizado y que despedaza los escasos presupuestos de los trabajadores se adhiere a la protesta de la Confederación de Trabajadores de Chile y se pone a sus órdenes con todos sus efectivos para efectuar un movimiento de protesta pública...”[1]

El gobierno, a través de la Dirección del Tránsito ha elevado las tarifas nocturnas a $3 (tres pesos) y las diurnas en veinte centavos.
El martes 16, se inician vigorosas y masivas acciones callejeras, bautizadas como la “huelga de la chaucha”, (chaucha se llama a la moneda de veinte centavos).  Son las más grandes y combativas contra el gobierno de González Videla.

“EL MERCURIO” CAMBIA DE DIRECCIÓN

Ante el estallido del movimiento de protesta, “El Mercurio” cambió de posición.  El miércoles 17 tituló:  “Bochornosos incidentes se registraron ayer en diversos sectores de la capital”.  Agrega:  “Desde mediodía, estudiantes ayudados por otros grupos iniciaron una enérgica acción contra los microbuses.-  Por la tarde, elementos comunistas cometieron violentos desmanes”.
Detalla:  “Grupos universitarios organizaron ayer diversos actos de protesta por el alza de las tarifas de los servicios de autobuses y micros destinados a la locomoción colectiva.  Los manifestantes iniciaron un desfile al mediodía, avanzando hasta la Plaza de Armas y luego se repartieron por las calles Catedral, Compañía, Bandera, Morandé, Teatinos, San Antonio, Huérfanos, Agustinas, Ahumada y Moneda.  Los estudiantes iniciaron el desfile pidiendo la derogación de la medida que autorizó el alza de tarifas, pero luego algunos elementos exaltados empezaron a atacar a los microbuses, lanzando pedradas al paso de dichos vehículos por el centro de la ciudad.  Esta iniciativa se generalizó y extendió rápidamente a otros puntos, hasta el extremo de que centenares de personas se vieron obligadas a abandonar esos servicios de locomoción para regresar a pie, en automóvil o por otros medios a sus hogares.
“Más tarde, cuando la reacción de los grupos adquirió caracteres de gravedad, con el volcamiento de algunos microbuses y otros atentados, los dirigentes de ese gremio optaron por paralizar el servicio en las líneas principales, quedando en movimiento solamente los tranvías y trolebuses”.

PARTE POLICIAL

Luego, el diario de los Edwards entrega el parte policial que informa sobre micros apedreadas, detenidos, heridos, etc.  Por ejemplo, anota:  “Por la noche, un grupo de aproximadamente 500 personas apedreó el edificio del Sindicato de Dueños de Autobuses, ubicado en Avenida Bernardo O’Higgins 1948 y quebró los vidrios de sus puertas y ventanas.  Como se hicieron algunos disparos, Carabineros se vieron obligados a hacer uso de sus armas.  Desde el interior del local, dispararon también hacia los manifestantes”.[2]
En esa misma edición se informa:  “Fuerza pública resguardará la circulación de microbuses”.  Bajo ese título se reproduce una declaración del Ministerio del Interior, que manifiesta: 
“El Gobierno hace saber al país que el Partido Comunista, unido a elementos que son sus aliados y cómplices, intentan producir, como ya se había previsto, la subversión del orden público, atacando a personas y a la propiedad privada y agrediendo también a la fuerza pública.

“Se trata –agrega la Declaración– de una agitación que se provoca por el comunismo, valiéndose, además, de los estudiantes que pertenecen a esos sectores, todo lo que corresponde a un plan sedicioso de que el Gobierno está impuesto en todos sus detalles...  Se trata del cumplimiento servil de las consignas mundiales que el Partido Comunista ha impartido a sus secuaces y de las cuales se tienen informaciones concluyentes.  El pretexto ha servido a los elementos comunistas para alentar y explotar la actual agitación, es el alza de $0.20 para la locomoción colectiva”.[3]

PARA VARIAR, “EL MERCURIO” MIENTE

Miente el Gobierno.  Miente “El Mercurio”.  No hay tal plan subversivo.  Menos, consignas mundiales.  Esas acciones, por lo demás, se contraponen a la orientación de la Kominform.  El alza de las tarifas en una chaucha es la gota que colma la paciencia de estudiantes, trabajadores y pobladores, que sufren dos años una política antipopular de alzas y represión.  La violencia es desata por los carabineros.  El jueves 18, “El Mercurio” entrega la nómina de los heridos hospitalizados en la Posta Central de la Asistencia Pública.  Son 19. Diez en estado grave.  Nueve de mediana gravedad.  Todos jóvenes; varios menores de 20 años.  Todos heridos a bala.  Además, informa que en ese centro asistencial se atendieron otros heridos de menor gravedad.  También entrega antecedentes sobre tres muertos:  dos jóvenes de 17 y 20 años, asesinados por la policía en la esquina de Diez de Julio con Portugal;  la tercera víctima es un cadete de la Escuela de Aviación, alcanzado por una bala de carabineros cuando se encontraba en el Café “Don Bosco” de la Alameda.

En esa misma edición, “El Mercurio” publica la amenaza de la cancelación de matrícula a los alumnos que no concurran a sus establecimientos.  Explica que “según informaciones proporcionadas por fuentes allegadas al Ministerio de Educación, los colegios de esta capital funcionaron ayer (miércoles 17) con un 40% del profesorado y del alumnado y muchos directores autorizaron a sus alumnos a volverse a sus casas a fin de evitar cualquier accidente en los disturbios de las calles céntricas”.[4]
Ello da una pauta del enorme ausentismo de maestros y estudiantes.  De ahí, la amenaza de la cancelación de matrícula a los que continúen protestando.

FACULTADES EXTRAORDINARIAS

El día 17, el gobierno solicita la dictación de Facultades Extraordinarias al Congreso.  Son otorgadas por la mayoría del Parlamento.  Al mismo tiempo, González Videla se ve obligado a derogar el alza de las tarifas nocturnas, aunque mantiene el aumento de veinte centavos de la diurna.

Ese mismo miércoles 17, el general Santiago Danús Peña asume el mando de la Plaza de la capital.  A los carabineros se unen fuerzas del Ejército en la represión de la protesta popular.  Ello no aminora las acciones.  Fracasan los esfuerzos de las autoridades por normalizar, el servicio de  micros, resguardados por militares y carabineros.  Sólo circulan unos pocos.  Ello –según “El Mercurio”– por “la actitud hostil de los manifestantes, apostados en puntos estratégicos de la ciudad para atacar los microbuses de las diversas líneas”.  No hay clases en la mayor parte de los establecimientos primarios y secundarios.  A la vez, se resienten sensiblemente las actividades comerciales y de las oficinas públicas.




OBREROS EN LA PELEA

Según parte de la policía, a las 10:10 horas del miércoles 17, “un grupo numeroso de obreros, impiden la entrada del resto de los trabajadores a la Hilandería Nacional, ubicada en calle San Nicolás esquina de Gran Avenida”.  Nótese la hora:  10:10.  O sea, no es en el momento de la entrada a las labores.
Otro informe policial:  Alrededor de las 10:40 a.m., cerca de 800 personas armadas de palos y piedras avanzaron desde la Alameda Bernardo O’Higgins, por Morandé, y luego lanzaron pedradas a las ventanas del Palacio de Gobierno.  Las acciones se desarrollan hasta en la propia Moneda.  Los manifestantes sobrepasan a las fuerzas represivas.
Nuevo ejemplo de la combatividad de las masas la entrega un parte policial:  Alrededor de la una de la tarde, en Rosas esquina Morandé, varias personas liberan a un detenido conducido por carabineros.
Las propias informaciones oficiales hablan de heridos graves de los disparos de miembros del Ejército.


NO SÓLO EN SANTIAGO FUE UN COMBATIVO AGOSTO

Aún no logra el gobierno aplastar totalmente la rebelión popular en la capital, cuando el sábado 20 de agosto estalla la protesta contra las alzas y la represión en la zona del carbón.
En la mañana de ese día, 1.100 mineros – que componen el primer turno – se apoderan del Pique Grande de Lota, donde se atrincheran.  A mediodía, otro turno – formado por 1.200 obreros – se pliega al movimiento.
En Lirquén, los trabajadores del primer turno, se toman la maestranza y la mina.  De inmediato, parte en dirección de ese mineral el Regimiento de Artillería Silva Renard.
Otro tanto hace el Regimiento Chacabuco, que se dirige hacia Lota.

No conforme con esas movilizaciones, el gobierno ordena a la Escuadra  que se dirija a toda máquina a la zona del carbón, para colaborar en la tarea de reprimir a los mineros.

Según “El Mercurio”, “las informaciones llegadas de la zona del carbón han permitido establecer que la rapidez con que obró el gobierno permitió aislar totalmente la zona del carbón”.  Agrega que “el general Vásquez, jefe de la zona de Concepción, aseguró esta noche (sábado 20) que la situación está controlada y que los antecedentes que ha recogido en la zona del carbón le han permitido estableces que este paro revolucionario estaba sincronizado desde Santiago por la JUNECH, la cual se ha puesto al servicio de la causa revolucionaria de los comunistas”.[5]

Miente el general.  Mejor dicho, se ciñe al esquema de González Videla:  dar carácter “revolucionario” a un movimiento contra las alzas; responsabilizar a los comunistas de esas acciones, cuando en verdad no participan en ellas sólo comunistas.

“El Mercurio” insiste:  “De las informaciones llegadas desde Lota se desprende que, dirigentes comunistas que estuvieron relegados en Pisagua, fueron los que en Lota prepararon el movimiento”.  No hay dudas que allí el PC dirige la huelga.  Pero no de la manera que dice el diario de los Edwards.  Al referirse a los mineros que se toman el Pique Grande de Lota, afirma que “la mayoría de ellos, por los antecedentes recogidos, fueron obligados por el terror a atrincherarse en la mina”.[6]

Pero la rebelión no se limita sólo a la capital y la zona del carbón. 
“El Mercurio” informa:  “Sincronizado con este movimiento revolucionario en el carbón, los comunistas hicieron estallar hoy (sábado 20) un movimiento en la Oficina Salitrera Prosperidad del Cantón de El Toco.  800 obreros declararon que estaban dispuestos a resistir a la fuerza pública, aún a costa de derramamiento de sangre, para impedir que se adoptase cualquiera medida contra los dirigentes obreros”.[7]

GOBIERNO HABLA DE UN “PLAN REVOLUCIONARIO”

“El Mercurio” es incansable.  Repite una vez más:  “El gobierno  tiene ya en su poder los hilos completos del plan revolucionario y está en conocimiento de los agentes que están actuando en las zonas del salitre”.  Agrega:  “El Presidente de la República impartió telefónicamente instrucciones al general Andrés Poblete a Antofagasta para que ordene detener a todos los dirigentes comunistas sindicales que han promovido esta situación revolucionaria en el salitre y en el cobre, a los cuales se les aplicará las facultades extraordinarias”.[8]

La labor de la prensa de derecha es clara:  Justificar con el fantasma de una subversión comunista la represión brutal, con mano militar, de las protestas contra la carestía y los abusos de la autoridad.
Para facilitar la acción represiva, el gobierno dicta, el sábado 20, decretos declarando zona de emergencia a las provincias de Arauco, Concepción, O’Higgins, Atacama, Antofagasta y Tarapacá.  Ello, según “El Mercurio”, “para afrontar los conflictos obreros estimulados por los comunistas en centros vitales de la nación”.
Lo anterior da una idea de la extensión del movimiento de protesta.

LA IGLESIA CATÓLICA JUSTIFICA REPRESIÓN

La Iglesia Católica respalda al gobierno y la represión por él desatada.  A lo menos lo hace el Cardenal Arzobispo de Santiago, José María Caro Rodríguez.  En Carta Pastoral, de fecha 20 de agosto de 1949, señala:
“En cumplimiento de los deberes de nuestro cargo pastoral, nos dirigimos a nuestros amados fieles, con motivo de los graves acontecimientos que han amenazado y amenazan la paz pública y la estabilidad de nuestras instituciones democráticas.
“Sin desconocer la angustia económica, que tantos sacrificios impone a todos los ciudadanos y particularmente a los más menesterosos, por cuya suerte nos hemos preocupado constantemente, es necesario que veamos con toda claridad un mal mucho mayor, que se cierne sobre todo el país, sobre el bienestar de sus ciudadanos, sobre la mantención de sus libertades, sobre la existencia misma del Estado y sobre la misión sagrada de la Iglesia, cual es el asalto de las fuerzas comunistas.
“La experiencia de lo acontecido en otros países y las fidedignas informaciones de lo que se prepara en el nuestro, nos mueven a declarar que nos encontramos ante un grave peligro, por lo cual todos los católicos, posponiendo cualesquiera asuntos de otra índole, ahora como deber supremo, la defensa de nuestras instituciones fundamentales y del orden constituido.

“A ningún católico le es lícito en estas circunstancias, adoptar una actitud pasiva, ni menos, por cierto, ahora ni nunca, cualquiera cooperación o ayuda al comunismo ateo, repetidas veces condenado por los Sumos Pontífices y últimamente con redoblada energía por S.S. Pío XII, ante la extensión de su poderío tiránico y la persecución desencadenada contra la Iglesia en numerosas naciones..."[9]

La Carta Pastoral hace merecedor al Cardenal Caro de una visita de González Videla.  Tiene lugar el mismo sábado 20 de agosto, a las 21:30 horas.  Acompañado de su edecán militar, coronel Santiago Robles Videla, el Presidente le agradece a Monseñor Caro su “enérgica condena al movimiento sedicioso comunista”.

SOLIDARIDAD INTERNACIONAL

Se hace presente la solidaridad internacional.  Desde Argentina llega un cable que dice:
“Buenos Aires, 20 de agosto.-  Señor Presidente de Chile don Gabriel González Videla, Santiago:  Le hacemos llegar nuestra protesta por la sangrienta represión del movimiento obrero democrático que lucha por la paz, la libertad  y la justicia social.  Repudiamos la concesión de facultades extraordinarias que anula los derechos humanos, garantizados por la Declaración de las Naciones Unidas y ofenden la conciencia democrática americana, por la Liga Argentina de los Derechos del Hombre, Emilio Troise, presidente, Francisco Pitta, secretario”.[10]

EL PARTIDO COMUNISTA IMPULSÓ LA PROTESTA

Estas acciones de agosto de 1949 son impulsadas por el Partido Comunista.  Al respecto Volodia Teitelboim afirma:
“Eso fue una cosa muy nuestra.  Yo era miembro de la Comisión Política.  Era lo que andábamos buscando nosotros:  la movilización de masas como respuesta, las huelgas y las protestas.  No teníamos una posición de inercia.  Había que derrotar a González Videla, y su política feroz.  Y, por lo tanto, llevar a la gente a la acción.  Y eso fue justamente.  Y en eso estuvo el Partido.  Nosotros oponíamos una resistencia de masas, pero éramos contrarios a las acciones individuales desesperadas.
“Hubo mucha participación obrera y mucha participación estudiantil.  Fue una rebelión popular que cambió las cosas.  Que determinó la crisis de una fórmula política del gobierno de González Videla.  Y se impuso el ‘Gobierno de la Sensibilidad Social. Y se limitó la represión.  No hubo un cambio de 180 grados, pero hubo un cambio”.[11]

LOS EMPLEADOS VAN A LA LUCHA

La marea social continua en aumento.  Las organizaciones obreras han salido duramente golpeadas por la represión.  Por eso, son los empleados, encabezados por la Junta Nacional de Empleados de Chile, JUNECH, que están en mejores condiciones para dar lucha por sus reivindicaciones.

El 23 de enero de 1950, varios gremios declaran una huelga exigiendo el pago de una gratificación anual.  Son los empleados telefónicos y de la Empresa Chilena de Electricidad, ambas en manos de monopolios estadounidenses, y de la Empresa Nacional de Transportes.  Los huelguistas reciben el apoyo de la Confederación de Empleados Particulares de Chile, CEPCH.  Durante doce días se efectúan disciplinados paros escalonados.  Uno tras otro,  van paralizando sus actividades laborales los sindicatos afiliados a la CEPCH.  Se llevan a cabo, además, paros solidarios en las provincias de Santiago, Valparaíso y Concepción.  El movimiento abarca el 40% de los trabajadores del país.
La unidad, combatividad y acertada táctica de los empleados , obligan al gobierno a acceder a sus demandas.  Los huelguistas alcanzan el triunfo el 4 de febrero de 1950.

Pero esas luchas laborales logran otra victoria aun más significativa.  Derriban el Gabinete de “Concentración Nacional”, - formado por radicales, conservadores, liberales y socialistas -, con que gobernaba González Videla desde la salida de los comunistas.  Es reemplazado por el Gabinete de “Sensibilidad Social”, incorporándose a él ministros de la Falange Nacional.




[1] "El Mercurio", 15 de agosto de 1949, p. 43
[2] "El Mercurio", 17 de agosto de 1949, p. 23
[3] Ibidem.
[4] "El Mercurio", 18 de agosto de 1949, p. 21
[5] "El Mercurio", 21 de agosto de 1949, p. 25
[6] Ibidem.
[7] Ibidem.
[8] Ibidem.
[9] "El Mercurio", 21 de agosto de 1949, p. 25
[10] Ibidem.
[11] Teitelboim, Volodia: Conversación con el autor. Santiago, 13 de enero de 1994