El círculo Virtual de Estudios Histórico-Políticos recuerda, uno de los intentos fascistas por derrocar el Gobierno Popular de Salvador Allende.Este ocurrio hace 40 años,el 29 de junio de 1973.
Carlota Espina
Editora
A 40 años de un golpe frustrado:
SUCEDIÓ PARA “SAN PEDRO”
Iván Ljubetic Vargas
Pablo Rodríguez, John Schaeffer,
Benjamín Matte, Manuel Fuentes y Juan Hurtado, comenzaron a conspirar
desde el día mismo en que Salvador Allende triunfó en los comicios del 4 de septiembre de 1970.
Perdidas las esperanzas de ganar a la Unidad Popular en las futuras elecciones presidenciales de
1976, habían contactado con elementos sediciosos de las Fuerzas Armadas y preparaban
un golpe que debía estallar el
viernes 29 de junio de 1973.
En la noche del jueves al viernes habían robado ametralladoras pesadas y
municiones en los almacenes del Cuartel de Santa Rosa. Simultáneamente, los
tenientes René López, Edwin Dimter, Antonio Bustamante, Mario Garay, Carlos
Martínez y Raúl Jofré, alistaban los efectivos y el material para iniciar la
aventura, con la complicidad del teniente José Gasset Ojeda, hermano de un
directivo del grupo terrorista.
ESE DÍA EL GENERAL DESPERTÓ A LAS 9 HORAS
El viernes 29, el general Carlos Prats, comandante en jefe del Ejército
–contra lo que era su costumbre- se quedó dormido después que sonó el
despertador a las 6,30. A las 9, lo
despertó su teléfono privado, que tenía en el velador. Era
el secretario general de la Comandancia en Jefe, Rigoberto Rubio. Le comunicó
que el Batallón Blindado 2 se había sublevado y que los tanques atacaban La
Moneda y el Ministerio de Defensa. Prats
le ordenó que se mantuviera en contacto con los generales Pinochet, Urbina y
Mario Sepúlveda. Luego se dirigió a la Escuela Militar. Allí se reunió con el
general Guillermo Pickering, comandante de los Institutos Militares y con el
coronel Floody, director de la Escuela
Militar. Después realizó varios contactos telefónicos y partió en dirección al
Regimiento de Artillería Nº 1 “Tacna”. A la salida se encontró con el Ministro
de Defensa, José Tohá, a quien informó de lo que ocurría, solicitándole le comunicara todo esto al Presidente de la
República. En el “Tacna” encontró que se cumplían las órdenes de avanzar hacia
el cuartel del Batallón Blindado y ocuparlo. Pasó a la Escuela de Suboficiales,
colindante al “Tacna”. Ahí la oficialidad se negaba a salir a aplastar la
subversión. Los reunió, enfrentó y convenció. Salió la Escuela de Suboficiales
al mando del coronel Canessa.
ENFRENTANDO A LA MUERTE
El general Prats, mientras avanzaba en su auto por calle Dieciocho,
reflexionó sobre los sucesos de esa mañana y llegó a la conclusión que el
Batallón Blindado 2 no estaba solo en el intento de golpe. Por tanto, era
urgente dominar la situación rápidamente. Si ésta se prolongaba, otras fuerzas
podían plegarse al movimiento subversivo. Había que actuar audazmente...
“En la esquina de Dieciocho con la avenida Bernardo O’Higgins –relata Carlos Prats en sus Memorias- me bajo del auto, portando una
subametralladora Thompson y avanzo hacia el este por la calzada sur, hasta la
esquina de Lord Cochrane, donde espero al Coronel Canessa y su columna. Ya se
había congregado numeroso público que observaba nerviosamente los movimientos
de la tropa. La mayoría aplaude, presumiendo que se trata de efectivos leales
al gobierno.
“Ordeno al Coronel Canessa que
despliegue la Escuela a lo ancho de la avenida y emplace las armas pesadas,
mientras yo avanzo para hablar con los amotinados... Decido avanzar, entonces, acompañado sólo
por el Subdirector de la Escuela, Teniente Coronel Osvaldo Hernández, por el
Capitán Roger Vergara y el Sargento Primero Omar Vergara. El Capellán
Villarroel, muy conmovido, nos da la absolución.
“Nos encaminamos resueltamente hacia el tanque más próximo, ubicado
cerca de la esquina de Teatinos con la Avenida Bernardo O’Higgins. El
comandante del tanque nos apunta con su ametralladora, pero no dispara. Le
ordena bajar e identificarse, y le ordeno que
se entregue a la Escuela de Suboficiales. Sucesivamente repito mi
gesto con otros tanques y carros de combate, ubicados en el lado sur
de La Moneda... Algunos huyen en dirección sur, en vez de rendirse.”
EL ABRAZO DE UN JUDAS
Desde el Ministerio de Defensa
llegaron a donde estaba el Comandante en Jefe del Ejército el Almirante Montero
y el General Ruiz y les expresaron su adhesión en nombre de la Armada y de la
Aviación. Prats les informó de lo ocurrido. Quedaba sólo lograr la rendición
del Comandante Souper del Batallón Blindado 2.
Este permanecía con un grupo de tanques y de carros en el lado norte de
La Moneda. De pronto emprendió rápida marcha por Teatinos hacia el sur,
seguidos por tanques y carros. Prats ordenó entonces que avance la Escuela de
Suboficiales y tome el control del sector sur del Palacio de Gobierno. Se
produjo entonces un intercambio de fuego con individuos apostados en la torre de
Entel y en otros edificios circundantes. Son prontamente acallados.
Prats hizo abrir las puertas sur y norte de La Moneda. “En ese momento
–relata el general Prats- alcanzan la
calzada de calle Moneda, frente a
la puerta principal del Palacio de Gobierno,
efectivos del Regimiento “Buin”, que tenían la misión de atacar a los
amotinados desde el norte. Los encabeza el General Augusto Pinochet, Jefe del
Estado Mayor General del Ejército, en uniforme de combate, y el General Geiger,
comandante de la unidad. Pinochet me abraza.”
EL FIN DEL “ENSAYO GENERAL”
Pronto llegó el Presidente Salvador Allende. Aún se escuchan disparos
aislados. El general Prats le informa de los sucesos, después se dirigió a su
oficina del Ministerio de Defensa Nacional.
Desorientado, el comandante Souper recorrió con su columna el sector oriente de Avenida
Matta y por último decidió ingresar
violentamente al cuartel de su unidad, que estaba rodeado por los efectivos del
“Tacna”. Después se rindió.
No hay dudas que hubo elementos que estaban comprometidos en el
complot que a última hora acobardaron.
Los principales caudillos de “Patria y Libertad” se asilaron en la
Embajada de Ecuador. Desde esa sede diplomática dan a conocer un comunicado, en donde asumieron la
responsabilidad del fallido golpe de Estado. Además proclamaron que habían sido
“traicionados”.
Hay quienes aseguran que la aventura del día de San Pedro del 73 habría
sido una especie de ensayo general para el golpe fascista del 11 de septiembre
de 1973.
JUNIO FINALIZA COMPLICADO
De inmediato, el Gobierno pidió al Congreso Nacional la implantación del
Estado de Sitio para enfrentar la sedición en marcha. A las 19 horas se realizó
una masiva concentración pública en la Plaza de la Constitución, donde habló
Salvador Allende. Prats relata: “Los Comandantes en Jefe somos citados
previamente a La Moneda y el Presidente nos pide sucesivamente que nos asomemos
al balcón junto a él, lo que en ese momento no pudimos eludir, ya que habríamos
preferido no exhibirnos en ese acto, después de los trágicos sucesos del día.
Supe que algunos oficiales habían censurado ‘nuestra presencia en un acto
político’. Sin embargo, la intención del Presidente con ese gesto era
precisamente diluir el sentimiento de aversión popular contra la totalidad de
las F.F.A.A.”.
Sábado 30, 20,30
horas. “Asistimos –escribe Carlos Prats-
con Montero y Ruiz a la reunión de cinco generales (y Almirantes) por
Institución. Los generales de la FACH y los almirantes exponen su preocupación
por los mismos graves problemas que vive el país, y que los Comandantes en Jefe
habíamos ya manifestado al Presidente.
En lo que a mí atañía, este planteamiento había sido reiterado. Un almirante
expresa claramente que la oficialidad joven simpatizaba con la causa del
Batallón Blindado 2”.
De ser verdad la afirmación del almirante, la situación era mucho más
complicada que lo que se podía imaginar.
LA CLARIDAD DE UN MILITAR PROGRESISTA
El Comandante en Jefe del Ejército, comprendiendo las peligrosas
tendencias existentes en los altos mandos de las Fuerzas Armadas, intentó en esa reunión del sábado 30 disuadir
a los generales y almirantes asistentes de lo terrible que sería una solución
militar a la crisis.
Él lo cuenta en sus Memorias: “Les expreso largamente mi opinión de que
el grave momento que vive el país es un problema ‘político’ que deben resolver
los políticos, a través de un acuerdo entre los Poderes del Estado, que
posibilite una tregua para evitar el enfrentamiento armado. Señalo los peligros
de una presión militar. Cualquier forma que adopte ella, arrastraría a las FF
AA, sin retroceso posible, a imponer una tiranía con gran derramamiento de
sangre. Montero y Ruiz manifiestan su conformidad con lo que he expresado”.
Lo que pensaban los otros generales y almirantes presentes se conocerá
73 días después. Y no todos coincidirán con el preclaro general Carlos Prats
González.
Ese mismo sábado 30 la oposición
derechista-democratacristiana, que era
mayoría en el Congreso Nacional, rechazó
la petición del Ejecutivo de implantar el Estado de Sitio.