Editorial de El Siglo, edición 1669 del 28 de junio de 2013
Los pies en
la calle o las manos en la masa
Pone el grito en el cielo nuestra encantadora derecha política, porque
“sospecha” que si el Partido Comunista llega a formar parte del próximo
gobierno o al menos lo apoya luego de haber contribuido a su elección, tendrá
“un pie en la calle”, apoyando –o, en su lenguaje, “azuzando”- las
movilizaciones por demandas sociales que infaltablemente continuarán
recorriendo el país en tanto no se hagan realidad las legítimas aspiraciones de
sectores tan variados, aunque unidos por una causa común y superior, como los
movimientos por la educación, por derechos de los trabajadores, los reclamos de
género, las urgencias mediodioambientales, las reformas políticas, las
necesidades de las regiones, las reivindicaciones de los usuarios de la salud y
los prisioneros del sistema previsional, el programa de vastos sectores por un
rescate de las riquezas nacionales entregadas a la voracidad del gran capital,
particularmente extranjero, etc.
Y acusan un “doble estándar”. Que no se puede, vociferan, estar con un pie
dentro del gobierno y el otro en… la calle.
Acostumbrados como están a hacer caso omiso de las opciones mayoritarias de
la población, les parece natural y lógico que al asumir el poder se establezcan
prioridades totalmente de espalda a los compromisos asumidos en las campañas
electorales. Y, como se sabe, si alguien es ducho en ofertones es precisamente
la derecha.
Quisieran hacer pagar a los partidos de izquierda, como precio por
participar de una u otra forma del poder político, el que abandone sus
principios y lo que los ha caracterizado a lo largo de su existencia. Para
ellos, el estatus de “respetable” sólo se obtiene dando pruebas de un “realismo
político” consistente en el olvido de sus convicciones y la consiguiente
traición a sus propios postulados, su
composición social e ideario político.
Por eso, en cuanto a la derecha ¿cómo andamos por casa?
Llega al poder la derecha política –el último ejemplo es el de la coalición
piñerista-y gobierna desde La Moneda. Es su “pie republicano”. Pero, ¿y qué
pasa con su otra pata, la empresarial? ¿Deja esa derecha, sus partidos, sus
ministros y altos funcionarios, incluso el propio jefe de Estado, de moverse en
lo más hondo de los directorios de las grandes empresas que monopolizan vastos sectores de la producción, las
finanzas y el comercio?
¿O los vemos, más bien, compartiendo un elaborado libreto, apoyándose,
aconsejando o imponiendo todo cuanto vaya en la lógica de sus intereses?
¿No será la hora de preguntarles por su “otro pie” o, más bien, por “sus
manos en la masa”?
Pero, es claro y habrá que
reconocerlo, en su particular ideología, los señorones –y señoronas- de la
derecha tienen como algo natural el que así sea: ¿qué tendría eso de malo,
puesto que -“como se sabe”- los intereses de la inmensa mayoría de chilenos y
chilenas dependen estrechamente de cómo les vaya, de bien, a ese 10 ó 1 por
ciento de privilegiados… “Lo que es bueno para la Ford, es bueno para los
Estados Unidos”, reza una sentencia empresarial que estuvo muy en boga y
todavía no pierde vigencia en “el gran país del norte. Su autor se llamaba
Henry y casualmente su apellido era Ford. ¿No es, acaso, lo mismo entre
nosotros?
Y es esa perversión la que aventará la Nueva Mayoría que, partiendo por las
primarias de este domingo, expulsará a los mercaderes del Templo, el que no es
casualidad –como en el caso de Míster Ford- se llama “La Moneda”.
EL DIRECTOR