Hoy hace 85 años que nació El Che. Me permito enviarle
unas palabras que pronuncié cuando se cumplieron 80 años de su nacimiento. Los
hechos de su vida siguen teniendo vigencia,
Ciro Oyarzún
EL
CHE
Hoy nos reunimos convocados
por la historia. En días como estos, hace 80 años nació Ernesto Guevara Serna,
conocido para la posteridad como el Che. Este nombre reemplazó al suyo
original, en sintonía con las corrientes
revolucionarias de estos
tiempos, del mismo modo que el Quijote desplazó al nombre del manchego don
Alonso Quijano. Como él, continúa con sus afanes de idealista, es decir, de
revolucionario, luchando por sus utopías y desbaratando entuertos por el mundo,
a través del quehacer de nuevas generaciones que enarbolan su nombre como símbolo
de integridad revolucionaria.
Hoy la historia nos convoca
porque, como en otros lugares de Latinoamérica, conmemoramos un hecho similar
al nacimiento de Bolívar, San Martín u O’Higgins. Cada uno de ellos, a su
manera, se integró a las corrientes emancipadoras de su época, que era la lucha
por la independencia de España. El Che, en su momento histórico, se transformó
en el héroe de la lucha contra el imperialismo.
En la medida que el tiempo
transcurra, la palabra Che se consolidará como la denominación del revolucionario
por antonomasia en las batallas por la justicia y la libertad.
Quienes tuvimos el raro privilegio
de convivir en su entorno y conocerlo en los quehaceres del trabajo cotidiano,
cuando era Ministro de Industrias en Cuba, podemos dar fe de su condición de
hombre adelantado a su época, de
sus dotes de organizador, de
su carácter de trabajador incansable, así como de su sed de conocimientos que
nunca logró saciar.
Respecto de esto último, conocido
es que, terminada la lucha contra la dictadura de Batista, en medio de sus
múltiples tareas como dirigente del Gobierno Revolucionario, destinó muchas horas
de su escaso tiempo al estudio de las matemáticas.
Su afán de conocimientos lo
condujo a estudiar profundamente El Capital de Carlos Marx. Las concepciones
forjadas en ese estudio lo llevaron a asumir posiciones críticas frente a
determinadas prácticas existentes en los paises socialistas. En ese sentido se
adelantó a su tiempo. Algo de esas prácticas tuvieron que ver con el
desmoronamiento del campo socialista, para llevarnos al mundo unipolar en el
que vivimos.
Ahora se han comenzado a
publicar las ideas del Che bajo el título de “Apuntes Críticos a la Economía
Política”.
Como su nombre lo indica son
bosquejos de sus pensamientos, no obra acabada. Corresponde a otros, en estos nuevos
tiempos, profundizar en los mismos para consolidar su contribución al perfeccionamiento
de la teoría revolucionaria, cuya génesis data de hace más de siglo y medio con
los trabajos inaugurales de Carlos Marx y Federico Engels. Es de sobra conocido
que el conjunto teórico del Marxismo no constituye un esqueleto fosilisado. Por
el contrario, debe enriquecerse y modificarse a la luz de la práctica social. A
ello debiera contribuir el estudio de esa epopeya del siglo XX que son la
Revolución Rusa y la Unión Soviética, y de esa otra epopeya que sigue en el siglo
XXI, aquí en nuestra América, la Revolución Cubana.
El Comandante actuaba
siempre con el ejemplo. Lo recuerdo en los trabajos voluntario yendo a los
cortes de caña. Dejaba su auto y su escolta y viajaba mezclado con nosotros,
como un voluntario más, en el camión que nos transportaba.
Tengo grabada también la
imagen de cuando, en la ardua tarea que significa cortar la caña de azucar, le
sobrevenía un ataque de asma, el Che descansaba un momento, si se le puede
llamar descanso a ese agitado reposo de los asmáticos, y continuaba después con
el mismo empecinamiento inicial.
Cuando se habla del Che se
habla de un hombre de profunda sensibilidad.
En sus andares de
guerrillero llevaba en su mochila el Canto General de Pablo Neruda, robando espacio
a las balas necesarias para el combate, y a las medicinas que su crónica asma
le obligaba a llevar consigo.
Ya durante su viaje inicial
por América, egresado estudiante de medicina, al conocer las desigualdades
existentes en nuestros países, el Che definía lo que sería su futuro ineluctable.
En esa temprana etapa de su vida escribió:
“Ya crispo mi cuerpo, listo a
la pelea y preparo mi ser, como un sagrado recinto, para que en él resuene con vibraciones
nuevas y nuevas esperanzas el aullido bestial del proletariado” .
Por Bolivia pasó el Che en
su segundo viaje por América,
En un periplo que lo llevó
finalmente a integrarse a la lucha insurreccional en Cuba. Luego vendría su
invaluable trabajo en la patria de Martí, los avatares guerrilleros en el Congo
y, finalmente, la guerrilla en Bolivia.
Aquí se truncó el sueño de
expandir la lucha guerrillera antimperialista al cono sur de América. Moriría
cobardemente asesinado, por instrucciones del gobierno Norteamericano, a los 39
años de edad, es decir, en la flor de su vida creadora.
Es bueno recordar lo que el
Che decía de la condición que impone la lucha a los revolucionarios, y que lo
retrata en toda su superioridad. Decía el Comandante que hay que endurecerse
pero sin perder jamás la capacidad de ternura.
Vale la pena insistir una
vez más en que el Che siempre predicó con el ejemplo. No le dijo a otros vayan
a pelear por la libertad de América. Lo hizo dejando atrás lo que la mayoría no
deja y al precio de su propia vida. Ese es el mejor monumento a su grandeza.
Muchas gracias.
Ciro Oyarzún