jueves, 28 de octubre de 2021

ULDARICO DONAIRE CORTEZ: UN HÉROE ANTIFASCISTA

 


En su 97 natalicio:

 

 

                                          Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                         Centro de Extensión e Investigación

                                         Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

                       


 

Uldarico Donaire Cortez nació el 28 de octubre de 1924 en la Oficina Salitrera de Huara, ubicada cerca de Iquique. Su padre Silverio Donaire Castro era minero del salitre. Su madre, Juana Cortez Alvarado, dueña de casa, que daba  pensión a trabajadores de la pampa. Uldarico tuvo siete hermanos. Vivió sus primeros años en la Oficina Salitrera Mapocho, una de las más grandes de la región. Cursó sus estudios primarios en la Escuela de Hombres de esa oficina. Parte de los secundarios, en la escuela de Artesanos de Iquique.

En su infancia adolescencia se caracterizó por ser muy reservado e introvertido.

Su padre militó junto con Luis Emilio Recabarren en el Partido Demócrata y  le acompañó en la fundación del Partido Comunista en 1912.

 

INGRESA A LAS JUVETUDES COMUNISTAS 

En una Conferencia de las Juventudes Comunistas, efectuada en la Oficina Buena Ventura, Uldarico y su amigo Melquiades González, concurrieron como delegados de la Oficina Mapocho. Allí ambos se integraron oficialmente a las JJ CC.

En 1943, Uldarico Donaire fue elegido dirigente del poderoso sindicato que agrupaba a las oficinas de San José, Mapocho y La Santiago. Junto con él fueron elegidos los compañeros José González, Jacinto Salas y Melquiades González.

En 1945, fue elegido presidente del Sindicato de Trabajadores del Salitre. Por entonces tenía 21 años. Fue el más joven de los candidatos que postularon a ser dirigentes del sindicato.

 

PERSEGUIDO EN TIEMPOS DEL TRAIDOR 

En 1947, durante el gobierno del traidor González Videla, tanto Uldarico Donaire, como su padre, sufrieron la represión. Fueron detenidos,  llevados a Huara y luego al campo de concentración de Pisagua. El resto de la familia fue deportada al sur. Llegaron a Quillota, donde  recibieron la solidaridad de los sindicatos del lugar.

Un amigo les cedió un pequeño terreno en La Calera. Allí, la familia se dedicó al trabajo agrario. A ella se sumaron Uldarico y su padre, una vez que fueron liberados de Pisagua.

 

EL COMPAÑERO RAFAEL CORTEZ 

Uldarico Donaire muy pronto reanudo sus actividades políticas clandestinas. Se trasladó a Santiago. En 1950 fue designado funcionario del Partido a tiempo completo. A partir de ese momento usó la chapa de Rafael Cortez. Fue miembro de la comisión de organización del CC. En el XIV Congreso Nacional del Partido Comunista, realizado en Cartagena, en abril de 1956, pasó a encabezar la Comisión de Control y Cuadros del CC, formando parte de su Comisión Política.

En los años 60 viajó a China, Cuba y la Unión Soviética.

Uldarico Donaire fue un autodidacta. Se casó con Marta de las Mercedes Pérez, con quien tuvo cuatro hijos.

 

EN LA PRIMERA DIRECCIÓN CLANSESTINA

Después del golpe cívico-militar del 73, formó parte de la primera dirección clandestina del Partido Comunista, ocupando los cargos de Sindical, Cuadros y Seguridad. Utilizó la chapa de “Julio”.

Fue detenido en calle Conferencia 1587, el 5 de mayo de 1976. Tenía 52 años de edad.

Los  héroes de la primera dirección clandestina del Partido Comunista detenidos en la “ratonera” de calle Conferencia, más Víctor Díaz, fueron conducidos al cuartel  de Simón Bolívar 8630,  de la Brigada Lautaro de la DINA, lugar de exterminio,  donde fueron salvajemente torturados y asesinados. 

 

 


           

Juani, la hija mayor de Uldarico Donaire, lo recuerda así:

“En la niñez nos llevaba tomados de la mano a la escuela, su ayuda con las tareas escolares, estar atento a ofrecernos un libro, llevarnos de paseo las tardes de domingo, al parque, al cine, el ballet, el circo, a tomar once o simplemente comprarnos dulces o pasteles para comerlos en la casa mientras resolvíamos crucigramas o conversábamos.” (Carmen Hertz, Apolonia Ramírez y Manuel Salazar: “Operación Exterminio”, página 202)