Hace
68 años:
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e
Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Inmediatamente
después del asalto al Cuartel Moncada del 26 de julio de 1953, la
dictadura reaccionó con una brutal
represión. Batista decretó el estado de sitio en Santiago de Cuba y la
suspensión de las garantías constitucionales en todo el territorio nacional;
clausuró el periódico «Noticias de Hoy», órgano del partido socialista popular,
y aplicó la censura a la prensa y la radio de todo el país. Creaba así las
condiciones para lanzar a los cuerpos represivos con violencia y sin riesgo de
publicidad contra la rebeldía popular.
En
relación con los asaltantes del Moncada, Batista ordenó que se asesinara a diez
revolucionarios por cada soldado muerto en combate. Excepto unos pocos
combatientes que pudieron escapar ayudados por el pueblo, casi todos los demás
fueron capturados y gran parte de ellos asesinados en los días sucesivos. Sólo
seis asaltantes de los dos cuarteles habían perecido en la lucha; pero las
fuerzas represivas del régimen asesinaron a 55, y a dos personas ajenas a los
acontecimientos.
FIDEL DENUNCIA LOS CRÍMENES
Además, a diferencia del trato humano dado por
los revolucionarios a los militares que cayeron en su poder, los asaltantes
prisioneros fueron torturados antes de ser ultimados, y después se les presentó
como caídos en combate. Más tarde,
ante el tribunal que lo juzgaba, Fidel Castro denunció el crimen:
“No
se mató durante un minuto, una hora o un día entero, sino que en una semana
completa, los golpes, las torturas, los lanzamientos de azotea y los disparos
no cesaron un instante como instrumento de exterminio manejados por artesanos
perfectos del crimen. El cuartel Moncada se convirtió en un taller de tortura y
muerte, y unos hombres indignos convirtieron el uniforme militar en delantales
de carniceros". Los crímenes cometidos en esos días por el régimen los
denunció Fidel Castro en su alegato de autodefensa La historia me absolverá. Allí
Fidel pasó de acusado a acusador y denunció todos los males que hacían sufrir
al pueblo cubano”.
IMPORTANCIA HISTÓRICA DEL ASALTO
El
asalto al cuartel Moncada terminó en una derrota militar; sin embargo, tuvo una
trascendencia extraordinaria para el pueblo cubano y para el movimiento de
liberación nacional que se iniciaba. En 1961, el entonces comandante Raúl
Castro Ruz y Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), al
referirse a la importancia histórica de este acontecimiento manifestó:
“...En
primer lugar inició un período de la lucha armada que no terminó hasta la
derrota de la tiranía. En segundo lugar, creó una nueva dirección y
organización que repudiaba el quietismo y el reformismo, que eran combatientes
y decididos y que en el propio juicio levantaban un programa con más
importantes desmanes de la transformación socioeconómica y política exigida por
la situación de Cuba... Como expresó Fidel: El Moncada nos enseñó a convertir los
reveses en victorias”
“
“Termino mi defensa, no lo haré como hacen
siempre todos los letrados, pidiendo la libertad del defendido; no puedo
pedirla cuando mis compañeros están sufriendo ya en Isla de Pinos ignominiosa
prisión. Enviadme junto a ellos a compartir su suerte, es inconcebible que los
hombres honrados estén muertos o presos en una república donde está de
presidente un criminal y un ladrón.
A
los señores magistrados, mi sincera gratitud por haberme permitido expresarme
libremente, sin mezquinas coacciones; no os guardo rencor, reconozco que en
ciertos aspectos habéis sido humanos y sé que el presidente de este tribunal,
hombre de limpia vida, no puede disimular su repugnancia por el estado de cosas
reinantes que lo obliga a dictar un fallo injusto. Queda todavía a
En
cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no la ha sido nunca para nadie,
preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no
temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos.
Condenadme, no importa. La historia me absolverá”,
Fidel
pronunció estas palabras el 16 de octubre de 1953. Han pasado 67 años de
entonces. Y no cabe duda alguna que la
historia no sólo absolvió al revolucionario cubano, sino que dio plena razón a sus pensamientos y accionar.