miércoles, 31 de marzo de 2021

RECORDANDO A MI MAESTRO Y CAMARADA HERNAN RAMIREZ NECOCHEA

 

 

                                                         Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                         Centro de Extensión e Investigador

                                                          Luis Emilio Recabarren,  CEILER

 

                             


 

    

El 29 de marzo de 1917 nació el historiador comunista, Hernán Ramírez Necochea.

 

SU PRIMER LIBRO

Corría 1951. Por entonces yo estudiaba en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Ese año se publicó el libro “La Guerra Civil  de 1891. Antecedentes Económicos”.

Su autor, era el profesor Hernán Ramírez Necochea, que a la fecha tenía 34 años.

 

En 1934   ingresó al Partido Comunista de Chile, en el que militó hasta su muerte y, en ese mismo año,  comenzó a estudiar en el Instituto Pedagógico. En 1938  recibió el título de Licenciado en Filosofía con mención en Historia.

Realizó estudios en Estados Unidos, Inglaterra, España, Unión Soviética y Checoslovaquia.

Ejerció como profesor de historia en liceos de Santiago. En 1945 comenzó  a trabajar en  el Instituto Pedagógico, como ayudante de cátedra del profesor Juan Gómez Millas.

En 1952,  fue profesor fundador de la cátedra de Historia Económica y Social.

                              

                             




UNA LECCIÓN DE AMPLITUD

Al  leer  La Guerra Civil de 1891”, me sorprendió constatar que el extenso prólogo llevaba la firma de uno de mis profesores, don Guillermo Feliú Cruz.

Mi  sorpresa era causada porque el historiador Feliú Cruz, un liberal de viejo cuño, que nada tenía que ver con el marxismo, prologaba el libro de un conocido comunista, además,  en tiempos en que  estaba en vigencia la mal llamada ley de defensa de la democracia,  la bien bautizada “Ley Maldita”.

 

               

Guillermo Feliú Cruz


Con su actitud, don Guillermo Feliú Cruz,  no sólo dio una lección de amplitud a sectarios como yo, sino que en ese prólogo hizo gala de erudición y una emocionante modestia.

Refiriéndose a Hernán Ramírez, relató: “Me tocó conocerlo y apreciarlo  en el Departamento de Historia en la época en que fue mi alumno. Era casi un niño. Dentro de una seriedad desconcertante, disciplinado, estudioso, fino y delicado en su trato, Hernán Ramírez poseía un temperamento ardiente, apasionado y reflexivo. Un profundo don de observación le distinguía de sus compañeros”.

“En Hernán Ramírez –continuaba don Guillermo Feliú Cruz- me ha parecido ver, por la claridad del pensamiento y la disciplina de su espíritu, un artista embebido en los estudios históricos. El don de la armonía me parece su más acentuada característica intelectual”.

Finalizaba  su prólogo  afirmando: “Lo que yo no había conocido y nunca consideré un factor decisivo en las causas de la Revolución de 1891, era la acción de esta aristocracia, mejor dicho, ahora con precisión, de una plutocracia al servicio de intereses que no fueran los permanentes del país... Esta es una conclusión desafortunada a la que  he llegado después de la lectura de este libro.”

 

MI PROFESOR GUÍA

Ya en esa, su primera obra, Hernán Ramírez Necochea, demostró sus  notables cualidades: un historiador serio, documentado y muy riguroso que, utilizando el marxismo, desentrañó las claves para explicar muchos momentos de la historia de Chile.

En 1952 fui su alumno en la cátedra de Historia Social y Económica. Al  conocerlo no tuve duda alguna: él debía dirigir mi Memoria de Prueba. Ya había elegido el tema: “Origen y desarrollo del proletariado chileno en el siglo XIX”. Cuando hablé con él me acogió con una amabilidad, exenta de paternalismo.

Me alentó en mi proyecto, trazó  las líneas generales del trabajo,  entregándome  una extensa bibliografía.

Al despedirnos, me dijo entre serio y sonriente: “Tómelo como una tarea de Partido”.

 

UN BUEN TRABAJO, PERO...

Cuando llevaba algunos meses leyendo libros y la  prensa de la época, le  presenté   las fichas confeccionadas. Las revisó cuidadosamente. Me dijo: “Ha hecho un trabajo de investigación muy prolijo. Tiene prácticamente reunido todo el material disponible sobre la minería en el siglo XIX. Pero le falta sobre la industria y el comercio. Hay una compañera de su curso que ha realizado una investigación excelente en esos aspectos que a usted le faltan. Ella trabaja sobre el tema del artesanado en el siglo XIX. He pensado que, si ustedes unieran sus investigaciones, tendríamos un panorama completo sobre el siglo XIX, porque –además-  es posible y bueno que trabajen dos personas en una Memoria.”

 

IR POR LANA...

No me gustó para nada la idea. Pero no me quedó más que preguntarle: ¿quién es esa compañera?  Marcia Ortiz, me contestó. Le repliqué con mi mejor sectarismo de jotoso: Pero... ¡Es que ella no es comunista!   Me miró y no dijo nada. No insistió. Seguimos hablando sobre mi tesis...

Al día siguiente me dijeron en la Universidad: Marcia Ortiz te anda buscando. Nos encontramos en un corredor del Pedagógico. Antes de saludarme me dijo: ¡No pienso trabajar contigo!

¡Menos yo!, le respondí. Y ella me desafió: vamos al tiro a la casa de don Hernán para decirle lo que pensamos. Vamos,  repliqué con digna decisión.

Y fuimos. Tocamos el timbre salió a abrirnos, siempre cariñosa,  la profesora Matilde Aguirre, esposa de Hernán Ramírez. Nos hizo pasar. 

 








Hernán Ramírez Necochea: “Vuestro trabajo me servirá para un libro que estoy preparando

 

El compañero Ramírez nos saludó  amablemente: Tomen asiento, ¿se sirven algo?  Y empezó a exponernos su idea del trabajo conjunto. No tuvimos la posibilidad de decir ni pío. Al despedirnos del profesor guía ya teníamos el plan de trabajo listo. Además, una gran responsabilidad, pues el profesor e historiador nos dijo que nuestro trabajo  le serviría para un libro que estaba preparando. Esto, seguramente, para estimularnos.

 

LA UNIDAD POR LA BASE

En la calle Marcia me dijo: ¿y no estabas tan decidido, por qué  no fuiste capaz de oponerte?   ¿Y tú, que venías tan aleonada?

Comenzamos a trabajar juntos.  Luego de lograr la aprobación de Marcia, en cada parte de la Memoria colocamos un epígrafe de Federico Engels o  de Carlos Marx.

Los tres profesores designados para revisar la Memoria fueron  Hernán Ramírez, Olguita Poblete y Guillermo Feliú Cruz.

 

Olguita Poblete

 

Cuando le fuimos a entregar el trabajo a este último, nos recibió en la puerta de su casa, le echó una ojeada y se topó con algo de Engels o Marx. Enojado nos dijo: esto es   tendencioso y nos devolvió el libro.

Desesperados, porque pensamos que habíamos  perdido cerca de dos años de trabajo, corrimos a donde nuestro profesor guía. Cuando le contamos lo sucedido, sonrió y nos dijo  muy tranquilo: vayan de nuevo donde don Guillermo y díganle de parte mía que lo que él escribe también es tendencioso. Así lo hicimos. Gruñó el querido maestro y recibió nuestra obra.

Los tres profesores calificaron la Memoria con nota siete y la misma nota  obtuvimos en el examen  final, que era la defensa de  ella.

Gracias al convincente Hernán Ramírez unimos nuestros esfuerzos con Marcia  allá por 1952. Nos casamos en 1955. Y durante 65 vivimos juntos hasta el triste 23 de febrero de 2021. (Su esposa, Matilde Aguirre, me contó en una conversación que tuvimos una vez retornados a Chile que, Hernán siempre se acordaba de nosotros y que sonriendo decía que fue una especie padrino de nuestro matrimonio).

 

LA CLASE OBRERA

En 1956,  fue publicado su libro “Historia del Movimiento Obrero en Chile. Antecedentes- Siglo XIX”.

En la introducción de esta notable obra, escribió Hernán Ramírez:
“Ni la clase  obrera ni el movimiento por ella generado han merecido la  debida atención de los hombres de estudio; existe así, inédito, un gran capítulo de la historia nacional...  Ha llegado el momento de llenar este vacío”.

 

 


 

Uno de los méritos de este libro  fue demostrar con antecedentes irrefutables que la lucha obrera no apareció en Chile, como sostienen algunos historiadores, sólo en el siglo XX, sino en la centuria anterior. En 1834, se produjo en el mineral de plata de Chañarcillo la primera huelga obrera y durante los restantes años del siglo XIX hubo no menos de 110.

(En la Bibliografía, página 329, se lee: “Ljubetic V, Pedro I.  y Ortiz, Marcia: Estudio sobre el origen y desarrollo del proletariado  en Chile. Memoria de Prueba. Inédita. Santiago, 1954)

 

CON LA MODESTIA DE LOS GRANDES

Hernán Ramírez tenía una notable modestia y gran sentido autocrítico. En 1958  apareció su tercer libro: “Balmaceda y la Contrarrevolución de 1891”.   

                       


   

En él explicó:   “En 1951 publiqué un libro titulado ‘La guerra Civil de 1891. Antecedentes económicos’.  Esa obra, a pesar de sus defectos –que reconozco-, encontró benévola y favorable acogida; tanto así, que, a los pocos meses de publicada, la edición se agotó.

Desde entonces para acá –continúa el historiador-,  he tenido oportunidad suficiente para reflexionar sobre las observaciones muy atinadas hechas por lectores, colegas y críticos. Por otra parte, en estos siete años, realicé nuevas investigaciones  tanto en Chile como en Inglaterra... A la luz de los nuevos elementos de juicio que había logrado reunir, emprendí la tarea de rehacer el libro publicado en 1951, introduciendo algunas modificaciones importantes en su estructura”.


DIRIGENTE GREMIAL

Siendo dirigente del Centro Gremial del Liceo de Nueva Imperial, me correspondió viajar a Santiago para participar en reuniones  de la Sociedad Nacional de Profesores, que agrupaba a los maestros de liceos. En algunas de ellas me encontré con Hernán Ramírez.  Por ejemplo, en la Tercera Convención Nacional, efectuada en abril de 1958. Recuerdo que el  compañero  Ramírez presentó en esa ocasión un documentado trabajo sobre el profesorado secundario y el Estado Docente. Sus tesis sirvieron de base para algunas de las resoluciones aprobadas en esa Tercera Convención, realizada durante el  segundo Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo.

Una de ellas,  planteaba “la reducción del monstruoso horario de 36 horas que actualmente desempeñan los profesores de Educación Secundaria y declarar que ninguna reforma podrá prosperar mientras el profesorado carezca de tiempo suficiente para el estudio, la reflexión y el perfeccionamiento de su profesión docente”.

Otra resolución, sobre el estado Docente, exigía: “Que el total de subvenciones destinadas a colegios particulares se supriman y los dineros pasen  a integrar el Fondo Nacional de Educación.”   Era abril de 1958.

En esa Convención de los maestros secundarios del país, Hernán Ramírez fue elegido director de la Sociedad Nacional de Profesores, SONAP.

 

LA INDEPENDENCIA DE CHILE

En 1959 fue editado el cuarto libro de Hernán Ramírez. Su título “Antecedentes económicos de la Independencia de Chile”. En el Prefacio, el autor escribió: “El juicio que merezca este ensayo a los estudiosos y a los lectores interesados en la materia, será una referencia muy valiosa en la prosecución de mis estudios sobre la historia económica de Chile; me permitirá aquilatar en que medida la orientación de mis esfuerzos es correcta y científicamente válida”.

En esa obra planteó, refiriéndose a la principal causa de la Independencia:
”Hacia fines del siglo XVIII, las posibilidades de mayor expansión de nuestro país eran entrabadas por su calidad de colonia. Todos sus elementos, comprimidos por la potencia metropolitana y por estructura del Imperio habían llegado a un máximo de crecimiento posible dentro del molde colonial. Pero,  las férreas ligaduras que le ataban a España impedían que tales elementos –dotados ya de propias energías- pudieran continuar su desarrollo. Se suscitó de esta manera un antagonismo o contradicción entre los intereses de Chile y los de la Metrópoli”.

En otra parte agregaba: “Los pocos patriotas que ‘pensaron’ la Independencia, representaron la conciencia naciente de un profundo proceso en desarrollo; ellos actuaron con tesón y audacia y, colocados en una encrucijada pudieron dar cima a sus propósitos”.

 

CADA LIBRO UN APORTE

En 1960 publicó Hernán Ramírez su quinto libro, “Historia del imperialismo en Chile”.

 

                                      


 

Esta obra le sirvió de base para obtener el grado de Doctor en Ciencias Históricas en la Universidad Carolina de Praga.

En 1965 apareció su sexto libro. Título: “Orígenes y formación del Partido Comunista de Chile”. En el prefacio escribió: “El estudio de su pasado  (del Partido)  permite desentrañar con nitidez la dinámica de la lucha de clases en Chile; es decir, permite ver la totalidad de las fuerzas que operan en la sociedad, la naturaleza y orientación de esas fuerzas, las contradicciones  que hay entre ellas y la forma cómo se comportan”.

También en 1965 se publicó su obra “Estados Unidos y América Latina”.


DEMOCRACIA INTERNA

Entre el 10 y 17 de octubre de  1965 tuvo lugar el  XVII Congreso Nacional del Partido Comunista.  Participé formando parte de la delegación de los comunistas de Cautín y fue elegido miembro de la presidencia del congreso.

A ese evento asistió también el compañero Hernán Ramírez.

 

                           

Lenin

 

Recuerdo que  su intervención la dedicó a plantear la necesidad de profundizar la democracia interna del Partido. Sus tesis no encontraron  mayor eco en los congresales.  Debo confesar, que entonces no estuve de acuerdo con  él. Incluso intervine intentando rebatir sus posiciones. Estábamos aún impregnados de stalinismo.

Pero, con el correr de los años, entendí lo fundamental que es este tema. Y, al mismo tiempo,  comprendí cuan   visionaria y  valiente fue la posición del compañero Hernán Ramírez en ese Congreso del Partido celebrado en octubre de 1965.Ahora coincido plenamente con sus planteamientos.

 

LA PROPOSICIÓN DE FIDEL

En 1966 fue invitado por el Gobierno de Cuba a visitar la Isla. Fidel Castro le propuso que formara y dirigiera un equipo para escribir la historia del imperialismo en América Latina. Trabajar en esta línea, le parecía a Hernán Ramírez muy interesante, pues él desde Santiago iba a tener contactos con historiadores marxistas de la Patr4ia Grande. Esto lo daba otra  dimensión a su trabajo. Pero, contra su voluntad tuvo que abandonar esta importante iniciativa.  Ello, debido a que en 1967 en la Facultad  de Filosofía y Educación se creó una crisis al renunciar a su calidad de Decano el profesor Julio Heisse y  Hernán Ramírez  fue elegido por la unanimidad del Pleno de de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile. A partir de ese momento inició un vertiginoso proceso de modernización y democratización.

La elección de Hernán Ramírez fue vetada por el Consejo General Universitario de la Universidad de Chile. Éste decretó la intervención de la Facultad. Esto no tuvo lugar debido a que los estudiantes se tomaron la Casa Central de la Universidad, iniciando el proceso de la Reforma Universitaria, que generó en 1969 la nueva legalidad en esa casa de estudios. En base a ella, Hernán Ramírez fue elegido Decano con la nueva forma democrática.

 

EL DECANO DE LA REFORMA

Hernán Ramírez, como decano de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile, jugó un importante papel en las luchas por la reforma universitaria. 

En entrevista publicada por la revista Araucaria Nº 3  de 1978,  a la pregunta  de si   la Reforma 1967- 1969  fue  fundamentalmente obra del  movimiento estudiantil,  respondió:

“En gran medida, sí. Los estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso primero, de  la Universidad Católica de Chile enseguida y luego los de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile, fueron quienes asumieron la responsabilidad de promover el proceso reformista en sus respectivas corporaciones. Pero, muy rápidamente, encontraron eco entre los académicos...” 

El entrevistador interrumpe: “¿Y usted qué papel desempeñó? Porque recuerdo muy bien que se le llamó el ‘Decano de la Reforma’.”

 

                         

 


Contestó Hernán Ramírez, con su característica modestia:

“Me parece que en asuntos como los que ahora merecen nuestra atención, las actuaciones personales no cuentan mayormente. En realidad,  me correspondió desempeñar cierto papel en la reforma de la Universidad de Chile. Creo que, en esto, el azar y las circunstancias tuvieron mucho que hacer. Pienso que fundamentalmente fui intérprete, portavoz y ejecutor de la voluntad de mi Facultad, prácticamente de toda ella. En algún sentido, fui punto de convergencia de aspiraciones colectivas y pude actuar en función de ellas. Por otro lado, pienso que mi militancia política –que de ningún modo menoscababa mi condición de universitario, sino más bien la enriquecía- y aún mi calidad de profesor de Historia, me permitieron ser sensible a los procesos que tenían lugar en el país y comprender el lugar que en ellos correspondía a la Universidad”.

  

MURIÓ EN EL DESTIERRO

El 11 de septiembre de 1973 se produjo el golpe militar que instauró la dictadura fascista. Hernán Ramírez, como muchos otros patriotas, debió salir al exilio. Tenía 56 años.  Vivió el destierro en París, junto a su esposa la profesora Matilde Aguirre. Desde Francia siguió atentamente lo que ocurría en Chile.  Participó en las acciones solidarias con la lucha del pueblo contra la tiranía. Trabajó en la Universidad de Vincennes. 

Falleció en el exilio, en París, el 21 de octubre de 1979. En 1984 fue publicado por la Casa de Chile en México su libro “Las Fuerzas Armadas y la política en Chile”. En él se explica: 

 

                                     

 


“El profesor Hernán Ramírez Necochea trabajaba aún en el presente texto, cuando la muerte interrumpió una vida y una obra plenas de significado”.

  

EN HOMENAJE A LOS CAÍDOS

También en 1984, la editorial Progreso de Moscú publicó una segunda edición de “Origen y Formación del Partido Comunista de Chile”. En el prólogo  firmado  en París en junio de 1979, sólo cuatro meses antes de su fallecimiento, Hernán Ramírez  relató:

“Este libro debió haberse publicado en Chile a fines de 1973. Sin embargo, los acontecimientos que han tenido lugar a partir del 11 de septiembre de ese año impidieron que tal cosa sucediera. Sus originales fueron quemados  y sólo pudo salvarse una fracción del primer borrador manuscrito. Venciendo no pocas dificultades, pude rehacer el trabajo que el lector tiene ahora en sus manos”.

  

                                     

 


 

Más adelante señaló: “He reescrito este libro en un tiempo de tinieblas para mi Patria... Con él he querido, antes que nada, rendir mi modesto  y emocionado homenaje de admiración y respeto a todos mis compatriotas que fueron inmolados o martirizados, que sufrieron y sufren el terror, que no se han doblegado, que conservan su integridad de hombres y de ciudadanos dignos y que combatieron y combaten –hasta el sacrificio- por el restablecimiento de la paz, la justicia y la libertad de Chile y por la reanudación del curso de una historia nacional que nos enorgullece y que ha sido ominosamente  interrumpido.”


ACTO EN EL PEDAGÓGICO EN 1989

 

          


  

LA MENTIRA TIENEN PATAS CORTAS

Con fecha 10 de marzo de 1991 El Mercurio publicó en su sección cartas una nota del historiador Sergio Villalobos, entonces director de la Biblioteca Nacional, donde escribió:

”Con la obra de Harold Blakemore (historiador inglés) ocurrió algo muy singular. En estado de  investigación, los papeles de su tesis doctoral fueron facilitados generosamente a Hernán Ramírez, quien estaba ocupado del mismo tema y pudo contar, así, con buenas informaciones y derroteros que fueron utilizados en Balmaceda y la contrarrevolución de 1891. El investigador chileno, sin embargo, no reconoció la deuda contraída”.

El Mercurio en su edición del 17 de marzo de 1991 volvió sobre mismo tema, con un artículo con motivo del fallecimiento de ese historiador británico, que intentó  borrar las huellas del imperialismo inglés en la contrarrevolución de 1891.

 

LA VERDAD DE LOS HECHOS

Pongamos los puntos sobre las íes. Se equivocó el señor Villalobos. En  “Balmaceda y la contrarrevolución de 1891”, el historiador Ramírez Necochea consignó 163 fuentes de su investigación; de ellas, siete  inglesas. En la página 239 hizo  expresa mención a la tesis de Blakemore, “The Chilean Revolution of 1891”. Mayo de 1955. Inédita.                                       

Por lo demás, las tesis fundamentales sobre la contrarrevolución del 91, Ramírez las expuso –como ya hemos señalado-  en su primer libro publicado en 1951, cuando Blakemore tenía 21 años y aún no comenzaba a estudiar este tema.

 

EL MERCURIO RINDE HONORES A UN FASCISTA

Las interpretaciones sobre los hechos de 1891 son totalmente distintas entre  ambos historiadores. Según Blakemore fue una revolución contra una dictadura, como él califica al progresista gobierno del presidente  Balmaceda, en la cual –según el inglés-  no hubo mayor ingerencia británica.

Según Ramírez Necochea, fue una contrarrevolución,  financiada por el imperialista británico John Thomas North y la oligarquía criolla.

¿Por qué El Mercurio rindió tantos homenajes a Blakemore?  Lo explica el mismo matutino:  “Por la ayuda que prestó al país presentando nuestros puntos de vista en los momentos en que el gobierno chileno tenía una pésima imagen en el extranjero”. El Mercurio se refería a la dictadura de Pinochet.

En febrero de 1990, el tirano condecoró al inglés con la Orden al Mérito Bernardo O’Higgins,  “en reconocimiento por su multifacética labor en pro de nuestro país”.

 

NUESTRO HOMENAJE

El aporte de Hernán Ramírez Necochea, como investigador e historiador es inmenso. Elaboró las tesis para entender las claves  de la Independencia de Chile, del movimiento obrero en el siglo XIX, de  la contrarrevolución de 1891, de  la Historia del Partido Comunista de Chile,  del Imperialismo en Chile y en América Latina y de las Fuerzas Armadas en nuestro país.

Rendimos homenaje a un militante comunista y  dirigente sindical del Magisterio, que mantuvo siempre en alto las banderas de la revolución y de la educación pública.

Evocamos al decano de la Reforma Universitaria.

Recordamos sobre todo al maestro, al compañero, al colega,  al amigo. Al hombre sencillo, amable, solidario y consecuente.

 

Y este homenaje que  tributamos  a Hernán Ramírez Necochea, lo hacemos extensivo a su querida esposa y compañera, la profesora Matilde Aguirre, fallecida  el 28 de noviembre de 2005.