martes, 23 de marzo de 2021

LA GRAN REBELIÓN DE TÚPAC AMARU II

 


En su 283 natalicio:

 


 

                                      Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                      Centro de Extensión e Investigación

                                       Luis Emilio Recabarren,  CEILER

 

                                     

 “¡Volveré y seré millones!”

Las últimas palabras del peruano Túpac Amaru II (1738-1781) marcan un legado para la América indígena y obrera, libre, soberana y valiente. 

Su nombre era José Gabriel Condorcanqui Noguera, Marqués de Oropesa, llamado igualmente José Gabriel Túpac Amaru.  Nació en Surimana, Canas, Virreinato del Perú, el 19 de marzo de 1738. Hijo de Miguel Condorcanqui y Rosa Noguera. Por su condición de indígena noble realizó sus estudios con los jesuitas del Colegio San Francisco de Borja o Colegio de Caciques del Cusco.

Dominaba el quechua, castellano y latín, destacando entre sus lecturas los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega, las Siete Partidas de Alfonso el Sabio, las Sagradas Escrituras, el drama quechua Apu Ollantay, así como posterior y clandestinamente textos de Voltaire y Rousseau, en aquella época censurados.

El 25 de mayo de 1758, contrajo matrimonio con Micaela Bastidas Puyucahua con quien tuvo tres hijos: Hipólito, Mariano y Fernando (todos apellidados Condorcanqui Bastidas); seis años después de su matrimonio fue nombrado cacique de los territorios que le correspondían por elemental herencia. Condorcanqui fijó su residencia en la ciudad del Cuzco, desde donde viajaba constantemente para controlar el funcionamiento de sus tierras.

Debido a sus prósperas actividades económicas, Condorcanqui empezó a sufrir la presión de las autoridades españolas, en especial por presión de los arrieros que vivían en la región de la cuenca del Río de La Plata, quienes intentaban tener el monopolio del tránsito de mineral por el Alto Perú. Las autoridades españolas sometieron a Condorcanqui al pago de prebendas.

Había adoptado  el nombre de Túpac Amaru II, en honor de su antepasado el último Inca de Vilcabamba.

 

PREPARANDO LA REBELIÓN

Tupac Amaru II trabajo en su preparación y encabezó la rebelión. . 

Su esposa Micaela Bastidas así como familiares de ambos tuvieron una participación de primer orden en el movimiento, tanto en el reclutamiento, abastecimiento y hasta cierto punto en la toma de decisiones.

Con el apoyo de otros curacas, mestizos y algunos criollos, la rebelión se extendió, llegando a tener tropas de decenas de miles de combatientes. Entre sus ofrecimientos se hallaban la abolición tanto del reparto como de la alcabala, la aduana y la mita de Potosí.

 

 


La convocatoria de Túpac Amaru II buscó integrar a indígenas, criollos, mestizos y libertos negros en un frente anticolonial, pero no pudo evitar que la masificación del movimiento convirtiera el accionar en una lucha racial contra españoles y criollos (en general en el Virreinato los criollos no tenían en su actuar antagonismos con los españoles, siendo como muchos contrarios a las reformas borbónicas pero fieles a la corona en los demás aspectos).

Con fecha 14 de noviembre de 1780,  Túpac Amaru II fue el primero en pedir la libertad de toda América de cualquier dependencia, tanto de España como de su monarca, implicando esto no sólo la mera separación política sino la eliminación de diversas formas de explotación indígena (mita minera, reparto de mercancías, obrajes), de los corregimientos, alcabalas y aduanas.

El 16 de noviembre de 1780 decretó la abolición de la esclavitud negra por primera vez en América.

 

COMIENZA LA REBELIÓN

El 4 de noviembre de 1780 se inició la rebelión social más grande de la Historia de América contra la dominación española, encabezada por Túpac Amaru II. Estalló simultáneamente en 24 provincias, ubicadas desde el Cuzco hasta la frontera de Tucumán, extendiéndose a varias regiones de tres virreinatos: del Perú, de Buenos Aires y de Nueva Granada.

No se trató de un acto espontáneo fruto de la desesperación, sino de un bien organizado movimiento revolucionario, en que nada se dejó al azar durante diez años.

 

                        

 


El 4 de noviembre de 1780, el cruel corregidor de la provincia de Tinta, Antonio Arriaga, fue tomado prisionero por Túpac Amaru. Conducido a Tungasuca, se le ahorcó en la plaza pública. Túpac Amaru a la cabeza de un poderoso contingente marchó hacia la provincia de Quespicanchi. Luego destruyendo a su paso varios obrajes, liberando a los indígenas y distribuyendo entre ellos lo confiscado a los conquistadores

El 12 de noviembre se conoció en el Cuzco la noticia del levantamiento. Se iniciaron febrilmente los preparativos bélicos. Se envió una expedición contra el Inca. Fue derrotada en la batalla de Sungarara. En ese momento, Túpac Amaru estuvo en excelentes condiciones para apoderarse del Cuzco. No pudo hacerlo por carecer de suficientes armas de fuego.

A mediados de marzo se inició el ataque español contra la fortaleza del Inca en la provincia de Tinta. Luego de larga y heroica lucha, los indígenas fueron derrotados, debido a la inferioridad de sus armamentos. Se produjo de desbandada. Túpac Amaru cayó prisionero como consecuencia de una cobarde traición.

 

PRISIONERO

Tras ser capturado el 6 de abril de 1781, fue llevado a Cuzco encadenado y montado en una mula. Ingresó a la ciudad una semana después, "con semblante sereno" mientras las campanas de la Catedral repicaban celebrando su captura. Apresado en el convento de la Compañía de Jesús, fue sucesivamente interrogado y torturado al límite del fallecimiento, con el objetivo de arrancarle información acerca de sus compañeros de rebelión en Cuzco y otras ciudades, y de sus ejércitos que aún conservaban grandes territorios. Torturas que fueron inútiles ya que no dio confesión alguna. Más bien trató de enviar mensajes escritos con su propia sangre, pero estos fueron interceptados. La madrugada del 29 de abril a causa de los rigores del tormento le fracturaron el brazo derecho.

Un día durante el encierro cuando el visitador José Antonio de Areche, autoridad del interrogatorio y ejecución enviado por el rey Carlos III de España, entró intempestivamente al calabozo para exigirle, a cambio de promesas, los nombres de los cómplices de la rebelión, Túpac Amaru II le contestó: "Solamente tú y yo somos culpables, tú por oprimir a mi pueblo, y yo por tratar de libertarlo de semejante tiranía. Ambos merecemos la muerte.".

 

LA CRUEL EJECUCIÓN

El 18 de mayo de 1781, en evento público en la Plaza de Armas de Cuzco, se cumplió la ejecución de Túpac Amaru II, su familia y sus seguidores. Los prisioneros fueron sacados de sus calabozos, metidos en zurrones (un tipo de costal) y arrastrados por caballos todos a la vez, uno tras otro, hasta llegar a la plaza. Ya al pie del cadalso, Túpac Amaru II fue obligado, tal y como señalaba la sentencia, a presenciar la tortura y asesinato de sus aliados y amigos, su tío, sus dos hijos mayores y finalmente su esposa, en ese orden. Después, al igual que hicieron con varios de sus lugartenientes, con su tío y su hijo mayor, le cortaron la lengua.8

Luego se intentó descuartizarlo vivo, atando cada una de sus extremidades a sendos caballos para que estos tirasen de aquellas y las arrancaran. Un testigo describió los hechos:

"Atáronle a las manos y pies cuatro lazos, y asidos estos a la cincha de cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes: espectáculo que jamás se había visto en esta ciudad. No sé si porque los caballos no fuesen muy fuertes, o porque el indio [sic] en realidad fuese de hierro, no pudieron absolutamente dividirlo después que por un largo rato lo estuvieron tironeando, de modo que lo tenían en el aire, en un estado que parecía una araña."


 

Intento de desmembramiento de Túpac Amaru II.

Al ser la acción infructuosa sus verdugos optaron por decapitarlo y posteriormente despedazarlo. Su cabeza fue colocada en una lanza exhibida en Cuzco y Tinta, sus brazos en Tungasuca y Carabaya, y sus piernas en Livitaca (actual provincia de Chumbivilcas) y en Santa Rosa (actual provincia de Melgar, Puno). De igual forma despedazaron los cuerpos de su familia y seguidores, y los enviaron a otros pueblos y ciudades.

El hijo menor de Condorcanqui, Fernando, al ser un niño de 10 años, no fue ejecutado, mas se le obligó a presenciar el suplicio y muerte de toda su familia y a pasar por debajo de la horca de los ejecutados, para luego ser desterrado a África con órdenes de prisión perpetua. No obstante el navío zozobró y acabó en Cádiz, siendo encarcelado en las mazmorras de dicha ciudad (el virrey Agustín de Jáuregui sugirió que no fuera enviado a África sino a España por temor a que alguna potencia enemiga lo rescatara). Falleció en España en 1798.

 

NO SE DETUVO LA LUCHA

A pesar de la ejecución de Túpac Amaru II y de su familia, el gobierno virreinal no logró sofocar la rebelión. Con increíble rapidez los indígenas rehicieron sus fuerzas. A sólo 10 días de la derrota del Inca ya  estaban combatiendo. Diversos líderes les condijeron en la lucha: su primo Diego Cristóbal Túpac Amaru, Julián Tupac Catari y otros más. La rebelión  se extendió por el Alto Perú y la región de Jujuy.

El ejemplo de Túpac Amaru II continuó y continúa siendo bandera de lucha contra todo colonialismo y toda opresión.

 

Porque sus últimas palabras son un legado para los pueblos de la Patria Grande: “¡Volveré y seré millones”


Monumento a Tupac Amaru II en el Cuzco