Iván Ljubetic
Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Apenas se inició
el feriado de invierno en
En noviembre de
1951, el Partido Comunista y el Partido Socialista
de Chile, la fracción más pequeña en que
se había dividido el Partido Socialista, constituyeron el Frente del Pueblo,
primer paso de una larga y fructífera alianza entre los dos partidos obreros
chilenos. Esta coalición proclamó poco después la candidatura presidencial de
Allende, en una campaña que debía culminar el 4 de septiembre de 1952.
En San Antonio
contábamos con una numerosa y bien organizada Jota, el Partido Comunista estaba en muy bien pie y el Partido Socialista
de Chile era un pequeño, pero activo
núcleo.
Con esas fuerzas
llevamos adelante una excelente campaña electoral, siendo su punto
sobresaliente el trabajo de propaganda. Formamos una brigada formada por 25 jóvenes
comunistas, unos 10 militantes del PC y 5 socialistas.
Salíamos todas las noches a pintar. Así nuestra Comuna fue, en palabras del propio Allende, la que tuvo la mejor propaganda mural en 1952.
No dejamos pared
por pintar. Ninguna otra candidatura pudo competir con nosotros en San Antonio,
Barrancas, Llo-Lleo, Tejas Verdes, Lo Gallardo y otros lugares de
En varias
ocasiones nos encontrábamos en las calles con grupos de la candidatura de
Ibáñez. A veces surgían dificultades, que solían llegar a los golpes. Con las
otras dos candidaturas no teníamos problemas, pues no efectuaban propaganda
mural. Pegaban afiches, empleando grupos
de personas pagadas, que ponían poco empeño en trabajar y no defendían la propaganda del candidato que
los contrataba. Además, jamás hicieron contrapropaganda, destruyendo la
nuestra.
Una noche
sorprendimos a un pequeño grupo de ibañistas borrando nuestra propaganda en el
Estadio Municipal. Al vernos, arrancaron. Pero pillamos a dos de ellos y les
propinamos algunos golpes.
A la noche
siguiente pintábamos en el camino a Tejas Verdes, cuando llegó un camión de Ibáñez. Se bajaron al vernos.
Borraron nuestra propaganda, nos botaron toda la pintura que nos quedaba y
nos pegaron palos.
Manolo Lázaro,
hijo de un exiliado español -cuya
familia había llegado en el
Winnipeg- militante de
- Coño, esto no
se repetirá nunca más. ¡A partir de
mañana salgo con el revólver que usó mi padre en la guerra civil! Y ya veremos...
Al día siguiente
trajo el arma que nos mostró con orgullo. Mientras escribíamos en muros cercanos a
- Ojalá aparecieron
ahora esos matones. Se cumplió su deseo. Llegó un camión con unos 15 ibañistas,
armados de palos. Se bajaron y se
acercaban amenazadoramente.
Entonces le recordé a Manolo:
- ¡El revólver,
huevón, usa el revólver!
Los atacantes se
rieron pensando que era una bravata mía. Entonces el Manolo sacó el arma y
comenzó a gritar a todo pulmón:
-¿Esto es lo que
querían, cabrones? Ahora van a pagar lo
de anoche. Más de uno se va a ir con una bala en el culo...
El español era
bien conocido en Llo-Lleo por su decisión y lo arrebatado. Al verlo con el
revólver en la mano se pararon en seco. Botaron los palos y comenzaron a
retroceder sin volver las espaldas. No deseaban llevarse una bala en el
trasero. Estaban muertos de miedo.
-No dispare, por
favor, don Manuel, gritó uno.
-Cuento
hasta diez y comienzo la
balacera...
Corrieron despavoridos al camión. Yo temía que disparara y dejara la escoba. Sabíamos que era un rajado. Pero no disparó.
Cuando todo
pasó, me acerqué a Manolo para felicitarlo:
- Estuviste muy
bien. Le diste un buen susto a los ibañistas. Pero lo mejor es que te supiste
controlar, que no perdiste la calma y no heriste a nadie.
Me miró muy
serio y contestó:
-
Y cómo les iba a disparar, coño, si no tenía balas.
Además este aparato no funciona. Es una pieza de museo...