domingo, 31 de mayo de 2020

UNA COMUNISTA LLAMADA JULIETA CAMPUSANO



En el 101º aniversario de su nacimiento: 



                                            Iván Ljubetic Vargas, historiador del
                                             Centro de Extensión e Investigación
                                              Luis Emilio Recabarren, CEILER

                                            




Julieta Campusano Chávez nació en Tocopilla el 31 de mayo de 1918. Su padre, Eleodoro Campusano, era  un obrero que laboraba para la Chile Exploration; su madre, doña Jesús Chávez, lavandera.

La propia Julieta relata así su niñez y juventud:

“Fui tejedora, costurera, dependiente de una tienda y después en una pulpería. Tuve que trabajar desde muy joven, porque la necesidad en mi hogar era muy grande. A mi padre lo habían despedido de una empresa norteamericana que trabajó en Tocopilla”.

REINA DE LA PRIMAVERA

Lo que no dice Julieta, lo cuenta el periodista Jorge Soza Egaña evocando la juventud de ella: “Mi primer recuerdo viene en una ola del norte, de Tocopilla, su ciudad natal. Eran las fiestas de la primavera y ella pasó en un carro adornado con flores y un letrero que decía: ‘Julieta Campusano, candidata de la Villa Covadonga’. Habían terminado las clases en mi escuelita, situada frente al mar, y nos apiñamos para verla. ‘Es la más bella de todas’, dijo un niño que vivía en la Villa. En ésta habitaban  los trabajadores de la Chile Exploration, la firma norteamericana que explotaba la planta eléctrica que suministraba energía al mineral de Chuquicamata. Un día, el padre de la candidata fue despedido y la familia emigró a Coquimbo. Después supe que Julieta fue reina”.


                                                   Tocopilla, 1920


SE INCORPORA A LAS JUVENTUDES COMUNISTAS

En Coquimbo inició su larga trayectoria de luchadora política y social. Ingresó a las Juventudes Comunistas en 1934, cuando tenía 16 años de edad.

Formó parte de la delegación de 12 jóvenes enviados por Coquimbo al  Congreso de la Alianza Libertadora de la Juventud, realizado en Santiago en septiembre de 1937.  Luis Corvalán la conoció  en esa ocasión. La recuerda así: “Era una lola gordita, llena de vida”.
En 1943, residiendo ya en Santiago, participó activamente en la comisión preparatoria del Primer Congreso Nacional de Mujeres. Este tuvo lugar en 1944 y de él surgió la Federación Chilena de Instituciones Femeninas (FECHIF), presidida por Amanda Labarca y Julieta Campusano, que tenía como principal objetivo la obtención de los derechos políticos para las mujeres.


MIEMBRO DEL COMITÉ CENTRAL DEL PC

En el XIII Congreso Nacional del Partido Comunista, efectuado en la capital entre el 8 y el 15 de diciembre de 1945, fue elegida miembro del Comité Central.

Luis Corvalán señala que “Julieta ha sido la mejor encargada femenina que ha tenido el Partido Comunista, y dicho esto sin desmerecer en absoluto la gestión cumplida por otras compañeras que la antecedieron o la sucedieron”.

Formó parte, designada por el Partido, de la comitiva que acompañó al candidato González Videla, durante la campaña presidencial que culminó el 4 de septiembre de1946, con el triunfo de éste.

EN LA CÁRCEL

En abril de 1947 fue elegida regidora por la Comuna de Santiago.

Tres ministros comunistas formaron parte del primer gabinete de González Videla. Abandonaron el gobierno a mediados de 1947. En octubre de ese año, consumada la traición al programa jurado al pueblo, se inició la persecución contra los comunistas. Cientos de ellos fueron relegados a Pisagua.

Julieta Campusano fue detenida y enviada a prisión en avanzado estado de embarazo. Entonces mostrando esa firmeza de toda su vida, exigió al gobierno y a las autoridades carcelarias, que la  trasladaran a una clínica. Porfió hasta conseguirlo. Así fue como fue en una clínica, y no en la cárcel como pretendió el traidor, donde dio a luz a su hija Dolores.

LA LEY MALDITA

En septiembre de 1948, González Videla  promulgó la mal llamada Ley de Defensa de la Democracia. Fueron borrados 40 mil ciudadanos de los Registros Electorales. Uno de ellos, fue Julieta.

Pero ella siguió luchando. Jorge Soza la evoca: “La veo en un acto, en Santiago. Aparece de pronto, burlando la Ley Maldita dictada por el Congreso y promulgada en septiembre de 1948. Me recordó a Gabriela Mistral: su  mismo señorío. Irradiaba, como la Mistral: dignidad”
Julieta Campusano trabajó activamente en la campaña presidencial de 1952 de Salvador Allende. Es conocida una foto de ese año: en el proscenio de un acto aparece ella, Elías Lafertte y el candidato del Frente del Pueblo.


Julieta Campusano, Elías Lafertte y Salvador Allende durante la campaña presidencial de 1952



CON BUENA BRÚJULA POLÍTICA

El 8 de marzo de 1958, falleció el secretario general del PC, el obrero Galo González. “El Comité Central –escribe Luis Corvalán  en “De lo vivido y lo peleado”- me eligió como su secretario general. Galo González, en su lecho de muerte, había alcanzado a decir José González que, en su opinión, yo debería sucederlo. Julieta Campusano fue la primera en expresar su acuerdo:

-Corvalán –dijo- es un revolucionario formado por el Partido. Y se explayó en otras consideraciones y palabras elogiosas que no puedo repetir.”

Al respecto, Julieta Campusano expresó hacia 1975: “Corvalán recuerda siempre que fui la que lo propuse para secretario general del Partido, y se reía porque dije que lo proponía porque lo consideraba el más equilibrado de todos. Según mi concepto él aparecía indiscutiblemente como el compañero que debía suceder al compañero Galo...”

El 2 de agosto de 1958, fue derogada la Ley Maldita. El PC recobró su legalidad. Con ese motivo, el Partido nombró una delegación formada por Luis Corvalán,  Pablo Neruda y Julieta Campusano, quienes se entrevistaron con el Presidente  Carlos Ibáñez del Campo para agradecerle la exitosa iniciativa que él había tomado en orden a derogar la ley que mantenía a los comunista al margen de la igualdad de derechos y que había pretendido mantenerlos al margen de la vida política.

FRATERNALMENTE SEVERA

Conocí a la compañera Julieta en Temuco hacia fines de 1958. Por entonces, yo era el secretario político de las Juventudes Comunistas de Cautín. Ella asistió a una reunión de nuestro Comité Regional.

En mi informe -todavía muy influido por el éxito  obtenido por la Jota de Cautín en el Tercer Congreso Nacional de las Juventudes Comunistas de Chile, realizado clandestinamente en Santiago, del 30 de enero al 2 de febrero de 1958, donde fuimos la mejor provincia y yo elegido para el CC- critiqué a los miembros del CR de la Jota por no cumplir con sus responsabilidades  como correspondía. Luego que interviniéramos todos, habló la sabia camarada. Señaló las principales tareas para los comunistas chilenos en esos momentos y estimuló el trabajo que realizábamos.

Terminada la reunión, me llamó a un lado y me dijo fraternalmente: “Mijito, usted es un buen dirigente, usted tiene una gran vitalidad y mucha conciencia comunista, pero no puede exigir que los otros miembros del Regional caminen a su tranco. Así los puede quebrar”


DIPUTADA

Julieta Campusano fue elegida diputada por el Segundo Distrito de Santiago para el período 1961- 1965.

Presentó varias mociones, algunas fueron Leyes de la República: Por ejemplo, la Ley Nº 15.711 del 6 de octubre de 1964, sobre expropiación de terrenos de la Comuna de Quinta Normal  para construir una plaza de juegos infantiles; la Ley Nº 16.247 del 28 de abril de 1965, sobre un Empréstito a la Municipalidad de Quinta Normal.

También participó activamente en la Ley de Jardines Infantiles, en la Ley de Jubilación de la Empleada de Casa Particulares y en la Ley de la Jubilación de la Mujer a los 60 años.

POR LOS CERROS DE COQUIMBO

Recuerdo que en el verano de 1965 fuimos con Marcia a pasar unos días de vacaciones a Coquimbo. El mismo día de nuestra llegada me presenté en el local del Partido por si podía ayudar en algo. Me recibieron muy fraternalmente y me dijeron: 
-Muchas gracias, compañero, pero usted, compañero, vino a descansar, pues descanse...

De todas formas, dejé el número del teléfono de la casa de mi cuñada, donde estábamos.

A las pocas horas sonó la campanilla del fono. Pidieron hablar conmigo. Tomé el teléfono.

- Compañero Iván -me dijeron- ha llegado la compañera Julieta y no tenemos quien la acompañe, podría...

Fue así, como Marcia y yo, salimos con la compañera Julieta a recorrer los cerros de Coquimbo. Allí pudimos comprobar la manera en que llegaba a la gente, como criticaba cualquier rasgo de machismo, como hablaba con mucha sencillez y convencimiento. Anduvimos harto, pero aprendimos mucho de ella.

En marzo, cuando ya habíamos regresado a Temuco,  supimos que  había sido elegida senadora por la Segunda Agrupación Provincial de Atacama y Coquimbo por el período 1965 – 1973.

Como senadora, integró la Comisión Permanente de Minería y  de la de Agricultura y Colonización. Fue, además, miembro de la Comisión Mixta de Presupuesto e integró el Comité Parlamentario del Partido Comunista entre 1968 y 1969.

CONTRA LOS MASACRADORES

El 11 de marzo de 1966, durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, tropas del ejército asesinaron  a 6 obreros y dos mujeres en el mineral de cobre de El Salvador, en el desarrollo de una huelga de solidaridad de esos mineros con sus hermanos de El Teniente.

En la sesión del 14 de ese mes del Senado, los parlamentarios democratacristianos propusieron una amnistía que borrara ese crimen. La senadora Campusano advirtió que aunque se aprobara esa amnistía “el pueblo no olvidará que el Gobierno de la ‘revolución en libertad’ manchó sus manos con sangre de chilenos y entre ellos, de dos mujeres proletarias”.

En medio de un debate muy agitado, hubo “insultos intercambiados entre los senadores democratacristianos José Foncea, Benjamín Prado, Alejandro Noemí y los senadores Raúl Ampuero, Jaime Barros y Julieta Campusano”.

El proyecto de amnistía fue aprobado por la Cámara Alta ese día 14 de junio de 1966, por 18 votos a favor, 8 en contra, una abstención y dos pareos.

PORTADORA DE LA SOLIDARIDAD

El 9 de marzo de 1969,  también durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, carabineros perpetraron la masacre de pampa Irigoin, en Puerto Montt, contra pobladores. Diez fueron las víctimas, además de varios heridos. A esa ciudad sureña llegaron el 10 de marzo, Salvador Allende, Presidente del Senado, Julieta Campusano, senadora comunista y Mario Palestro, diputado socialista. Los tres participaron en los masivos funerales llevados a cabo al día siguiente.

En la  36ª sesión extraordinaria del Senado, del 13 de marzo de 1969,  Julieta Campusano dijo en parte de su discurso con motivo de la masacre de Pampa Irigoin: “Las balas asesinas se llaman Frei, Pérez Zujovic. Ellos han dicho que no tolerarán ocupaciones ilegales. Pero para ellos, el hambre, la miseria, la vivienda insalubre y la condición de allegados, eso es legal”.

SU OPINIÓN SOBRE LUIS CORVALÁN

Julieta Campusano de ágil inteligencia, aguda observadora, trabajadora, muy responsable,  jugó un importante rol como miembro del Comité Central. Tenía opiniones bien formadas.





Por ejemplo, sobre el secretario general decía hacia 1975: “En realidad la impresión que da Corvalán  es que él pensaba, pensaba mucho, se hacía su propio análisis de la situación. Entonces el producto de ese análisis que él hacía, lo llevaba a la Comisión Política... Siempre sus intervenciones en la Comisión Política eran interesantes. E invitaba a los demás, que fuimos aprendiendo también, a que se pensaran las cosas, no a hablar por hablar, sino a que hubiera un análisis de los planteamientos para sacar una conclusión correcta, una línea correcta... 

A Corvalán, entre todos los méritos, yo le considero que tiene uno, el del trabajo colectivo. Cuando preparaba un informe, él lo llevaba a la dirección del Partido, para que se viera, para que se leyera, para que se le criticara. No tenía ‘orgullo’ de su obra, de lo que él había hecho: cortaba, borraba, hacía de nuevo y recogía la opinión de todos, hasta del más modesto miembro de la dirección, que le podía hacer alguna sugerencia, algún alcance a lo que él había preparado. No es una personalidad que aplaste. Es una personalidad que está siempre en el medio del grupo... Y lo otro es que él trataba de exigir más a los cuadros, que dieran más. Siempre estaba sosteniendo que cada uno de los miembros de la Comisión Política era capaz de dar más, y por lo tanto debía dar más”.



EN EL TRIUNFO Y EL GOBIERNO POPULAR

El 4 de septiembre de 1970, triunfó Salvador Allende. Julieta Campusano, junto a Luis Corvalán y Pablo Neruda formaron la delegación del PC, que en la mañana del 5 de septiembre fue a  visitar y saludar al  Presidente Electo.

El 3 de noviembre de 1970 se inició el Gobierno Popular. Desde el primer día, el Partido Comunista se entregó de lleno a cumplir con las principales tareas de ese momento.

En junio de 1971 tuvo lugar un Pleno del Comité Central dedicado a la “batalla de la producción”. El Informe fue entregado por José Cademartori.

La compañera Julieta Campusano, en parte de  su intervención,  titulada “Proyectar moral proletaria a las  masas trabajadoras”,  dijo:

“Desde que el Gobierno de la Unidad Popular asumiera sus funciones han transcurrido cinco meses, y desde entonces hasta ahora, gradualmente, hemos visto cómo día a día aumenta la responsabilidad que tenemos los comunistas en el éxito o el fracaso del Gobierno Popular…Por lo que significa, queremos destacar con satisfacción de militante comunista, el aumento de la producción logrado en el carbón, en el salitre, en el mineral de El Salvador y otras industrias como textiles, acero... Ello no es una casualidad. Allí donde ha  habido más luchas sociales, más vida sindical, donde se ha sacado del economicismo a los trabajadores, ahí donde se ha elevado el nivel político de la clase obrera, ahí precisamente es donde hemos logrado los primeros triunfos de la gran batalla, por el aumento de la producción. Así se responde al imperativo histórico que nos  demanda el Gobierno y el Programa de la Unidad Popular.

“Desde aquí felicitamos  a cada uno de esos obreros y obreras. Pioneros del hombre nuevo. Iniciadores conscientes de estas jornadas, expresión clara de la moral proletaria y del nuevo concepto del trabajo social. Este es el camino de la victoria. A ese camino hay que conducir a millones de chilenos”.

En 1973, Julieta Campusano  fue promovida al  secretariado del Comité Central del Partido. En marzo,  reelegida Senadora por el período 1973 -1981 Pero, a través  del Decreto Ley 27, de fecha 21 de septiembre de 1973,  los fascistas eliminaron el Congreso Nacional.

Tras el golpe se asiló en la Embajada de Holanda. Durante el exilio, que lo vivió en la República Demócrata Alemana, Cuba, Holanda y Argentina, tuvo una   destacada actuación como dirigente comunista.

EN EL PLENO DE AGOSTO DE 1977

Julieta Campusano fue uno de los 41 miembros del Comité Central  y 20 invitados, que tomaron parte en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista  de Chile, efectuado en el exterior en agosto de 1977. El informe fue rendido por el secretario general del Partido, compañero Luis Corvalán.

En su intervención, la compañera Julieta dijo:

“Al escuchar el informe del compañero Corvalán se sintetiza toda una etapa de lucha, en que las posiciones de la clase obrera, venciendo mil obstáculos, se abren paso por conquistar el poder. Durante el curso de su lectura revivimos toda esa intensa jornada. Los mil luminosos días del Gobierno Popular y la brutalidad del golpe fascista. Gracias, compañero Corvalán, por habernos trasladado al corazón mismo de nuestro pueblo...

“Confieso que nunca como ahora me había costado tanto intervenir en una reunión del Partido como en esta oportunidad...

“Durante estos años la gesta heroica de la resistencia chilena, de sus trabajadores y mujeres, viene contando con el respaldo solidario de masas inmensas en el mundo. Solidaridad que ha sorprendido al imperialismo y que en vez de disminuir ha ido creciendo...
“Pienso que este Pleno es el de más alto nivel político a que he  asistido en mis 23 años de miembro del Comité Central. Estoy impresionada por la calidad de las intervenciones, por la disposición revolucionaria manifestada por cada uno de los compañeros a  acatar las resoluciones de la Dirección para trabajos en el interior o donde quiera que sea...

“Así ha sido a lo largo de la historia de nuestro Partido: así se ha forjado el acero de nuestros militantes. En cada coyuntura el pueblo nos ha respondido, nuestro Partido siempre ha estado a la altura de sus responsabilidades...”


EN EL EXILIO

En el destierro me encontré en dos ocasiones con la compañera  Julieta. Una de ellas fue en Ámsterdam, Holanda, con motivo de un encuentro de dirigentes de los Coordinadores del PC de Chile de Europa Occidental.

La segunda oportunidad fue en Marburg, República Federal Alemana, donde yo residía. Llegó a esta ciudad en gira por ese país, invitada por el Partido Comunista Alemán.Uli Stang, secretario del PC Alemán de la ciudad, me comunicó su visita y me propuso que ambos la acompañáramos en su estada en Marburg, junto con una compañera española que le servía de intérprete. Salimos a conocer la parte antigua de la ciudad.


                                              Marburg, Alemania

Frente al edificio de la Municipalidad y a una bella plaza, Uli nos invitó a tomar algo en un local. La compañera Julieta pidió té. Lo exigió caliente, como se toma –explicó- en las loncheras de los trabajadores chilenos.

Esa noche, los chilenos residentes en Marburg preparamos un pequeño encuentro en nuestro  departamento en homenaje a la querida visita, al cual invitamos a algunos compañeros alemanes. La vivienda se repletó.

RETORNO  CLANDESTINO A LA PATRIA

El 20 de marzo de 1987, junto  con  Mireya Baltra, ingresaron clandestinamente a Chile por el paso cordillerano de Tronador, a la altura de Osorno. Desde Argentina habían emprendido una travesía que duró 10 días. Una parte en camioneta, a caballo, en carreta y a pie. Cruzaron la frontera. Llegaron a Puerto Montt y de allí a Santiago, a donde  arribaron  el domingo 22 de marzo de 1987.

Pensaban presentarse ante la Corte de Apelaciones de la capital de inmediato, pero demoraron su acción al conocer que recién lo había hecho  Clodomiro Almeyda, el 25 de marzo de 1987.




Permanecieron clandestinamente hasta el  martes 12 de mayo,  día en que se presentaron, en medio de la expectación de los periodistas, ante la Corte de Apelaciones para poner un  recurso de amparo reclamando su derecho de vivir en la patria. Fueron acompañadas por los abogados democratacristianos Jaime Castillo Velasco y Enrique Krauss. Empujadas por gendarmes y policías Julieta y Mireya debieron abandonar el recinto judicial. Un auto las llevó hasta la Comisión de Derechos Humanos. Al cabo de pocos minutos el local fue rodeado por policías. Una hora después, dos mujeres salían de allí, se subieron a un vehículo que partió a toda  velocidad. La policía lo siguió por diferentes calles de Santiago. Cuando el sector circundante de la Comisión de Derechos Humanos estaba vacío, tranquilamente salieron de sus oficinas  Julieta y Mireya y se trasladaron a los domicilios de sus familiares.

Pasadas las 21 horas fueron sacadas de sus hogares y  trasladadas en una patrullera de Investigaciones hasta el cuartel central de  la policía civil. Horas después, llevadas al aeropuerto de Cerrillos y embarcadas rumbo a sus lugares de relegación. Mireya a Puerto Aysén en el extremo sur; Julieta, a Sierra Gorda en la Segunda Región. Después trasladada a Camiña, pueblo ubicado a unos 100 kilómetros al Noreste de Pisagua y a 2.200 metros sobre el nivel del mar.

Fue en ese poblado de dos mil habitantes, donde Julieta Campusano cumplió el 31 de mayo de 1987, sus 69 años.

                             Julieta Campusano, relegada en Camiña


CLARIDAD POLÍTICA

Cuando en el Partido se discutía  si se debía llamar a inscribirse en los Registros Electorales para participar el Plebiscito convocado por Pinochet para octubre de 1988, Julieta mostrando gran claridad política y mucha audacia, fue la primera dirigente comunista en inscribirse en los Registros Electorales.

Según el programa  “Escucha Chile”  de Radio Moscú, de fecha 30 de octubre de 1987, una comisión de dirigentes comunistas formada por Julieta Campusano, Mireya Baltra y Ociel Núñez explicaron que “el llamado a la inscripción electoral fue asumido  (por el  Pleno del Comité Central  de octubre de 1987) debido a los planteamientos de otras fuerzas de izquierda y a la necesidad de remover un obstáculo para la unidad de la oposición en una materia que califican  de secundaria”.

Finalmente,  el Pleno del CC del 16 de junio de 1988 llamó a votar NO en el plebiscito. En una declaración pública afirmó: “Nuestro NO es total, expresado en múltiples formas,  en todo momento, en todo lugar, como ha sido total nuestra oposición a la dictadura desde el mismo 11 de septiembre de 1973”

EN EL CONGRESO CLANDESTINO DE 1989

Julieta participó en el llamado XV Congreso Nacional del Partido Comunista de Chile (que en verdad es el XIX), realizado clandestinamente en San Sebastián, en mayo de 1989.

En ese evento, el último de ese tipo en que participó dijo Julieta,

“Compañeros:
Qué inmensa satisfacción revolucionaria sentimos los viejos comunistas que la vida nos haya alcanzado para ser uno más de los delegados al 15 Congreso. Quiero agradecer el honor de estar en la presidencia de este histórico Congreso. Creo que la dirección con ello ha cumplido dos objetivos: por un lado la presencia de la mujer comunista que a lo largo y ancho de la patria ha entregado su abnegación, su heroísmo, su lucha en estos quince años contra la tiranía, esa abnegación, esa amplitud para ver en cada una de sus tareas una tarea política como es ese grupo de compañeras que han hecho posible su alimentación en estos días. Por otro lado, pienso que también los compañeros han querido mostrar en la presidencia del Congreso la continuidad del Partido, presentar a la vieja guardia del Partido de que con más de 50 años de militancia están aún en sus filas, a los que han luchado todos los días, a los que no han encontrado largo el camino, a los que no se han desesperado en la derrota, a los que durante décadas han sido, como en estos quince años, distinguidos con el odio de la clase gobernante, a los que el hambre, la miseria, la cárcel, la cesantía, la persecución, no los doblegaron, a los que jamás desconfiaron de la certeza de sus ideas y que en cada represión no los abandonó la seguridad de que el pueblo abriría camino...”




“Este Partido tiene raíces profundas y sólidas, fue formado por Recabarren, por la fe de Ricardo Fonseca, por Galo González y, por qué no decirlo, por el compañero Luis Corvalán...”

“...Yo aquí quiero repetir: cuando se es joven todos son revolucionarios, compañeros, pero lo hermoso, lo grande, lo que hace la Juventud Comunista y lo que hace el Partido es continuar cuando viejo siendo revolucionario”.

Yo participé en ese congreso clandestino, representando a los comunistas chilenos exiliados en  la República Federal Alemana. Fui testigo como con  su valiosa intervención, sabia y serena, la compañera Julieta contribuyó a poner “paños fríos” en un debate que no siempre estuvo caracterizado por la fraternidad comunista.


EL ADIOS A QUIEN ESTARÁ SIEMPRE  PRESENTE

Julieta Campusano falleció el  martes 11 de junio de 1991, a los 73 años  y después de haber militado durante 55 años en las filas del Partido Comunista.

El jueves 13 de junio, en la 6ª Sesión Ordinaria del Senado, su Presidente, Gabriel Valdés Subercaseaux dijo: “Debo comunicar a la sala el sensible fallecimiento de la exsenadora señora Julieta Campusano. Como ha sido tradicional en la Corporación, en mi calidad de Presidente haré uso de la palabra, en el funeral, que se realizará en la tarde de hoy, a las 16,30 horas en el Cementerio General de Santiago”.

En la misma sesión, rindieron homenaje a Julieta Campusano los siguientes senadores: Rolando Calderón, en nombre de los partidos  Socialistas-PPD y del PS de Chile; Jorge Lavanderos, del PDC; Mario Papi, del Comité Radical Socialdemócrata; Francisco Prat, por Renovación Nacional y William Thayer, a nombre del Comité Independiente de tres senadores.

Sus funerales fueron una masiva expresión de dolor por la inmensa pérdida, y de cariño y admiración hacia la ejemplar comunista.

Luis Corvalán la recuerda como  “una genuina representante de la mujer batalladora, de la mujer del pueblo, que se caracteriza por su rica sensibilidad ante los problemas de la gente, frente a los dramas humanos”.

El mismo dirigente comunista escribió en “De lo vivido y lo peleado”:

“Se nos fue Julieta en junio de 1991. Poco antes, en un pleno del Comité Central, se levantó para decirles a todos sus compañeros que tenía cáncer, que la enfermedad estaba en estado muy avanzado, se generalizaba y le atacaba todo el organismo, pero seguiría luchando hasta el último minuto de su vida.

Así era esa figura majestuosa, que conquistó la simpatía del Partido, el cariño del pueblo y el respeto de todos por su sencillez, su modestia, su tenacidad y valentía. Sus exequias fueron una clara expresión de la alta consideración que había para ella en todos los círculos democráticos. Ante sus restos mortales y una multitudinaria concurrencia de gente hablaron, además del secretario general del Partido, Volodia Teitelboim, de su hija María y de Rosa Olivares del Norte Chico, el Presidente del Senado Gabriel Valdés, el Presidente de la Cámara de Diputados Antonio Viera Gallo y el dirigente socialista Jorge Arrate a nombre de los partidos de la Concertación. En ambas ramas  del Parlamento se le rindieron sendos homenajes”.

No falté a esa última cita con la gran compañera, el jueves 13 de junio de 1991.