En el 477º aniversario de su fallecimiento:
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Nicolás Copérnico, el eminente astrónomo polaco, falleció en la ciudad de Frauenburg, Polonia,
el 24 de mayo de 1543, a
la edad de 70 años. Sus restos estuvieron durante siglos
desaparecidos. Sólo fueron hallados en el año 2005 debajo de un altar de la
catedral de Frombork.
SUS INICIOS
Había nacido en 1473 en Torun,
Polonia, en el seno de una rica familia
de comerciantes. Quedó huérfano a los diez años. Se hizo cargo de él un tío
materno, canónigo de la catedral de Frauenburg y luego obispo de Warmia. En 1491, siguiendo las indicaciones de su
tío y tutor, ingresó a la Universidad de
Cracovia. En 1496
pasó a Italia para completar su formación en Bolonia. Allí
cursó derecho canónico y recibió la influencia del humanismo italiano.
El estudio de los clásicos, reivindicados por el humanismo, fue decisivo en la
elaboración de la obra astronómica de Copérnico. Estudió medicina en Padua. En
1503 se doctoró en derecho canónico en la Universidad de
Ferrara. Ese mismo año regresó a su país, fijando su residencia en Frauenburg.
Se interesó también
por la teoría económica, ocupándose en particular de la reforma
monetaria, tema sobre el que publicó un tratado en 1528. Practicó asimismo la
medicina y cultivó sus intereses humanistas.
PRIMERA EXPOSICIÓN DE UN SISTEMA
HELIOCÉTRICO
Hacia 1507, Copérnico elaboró su primera exposición de un
sistema astronómico heliocéntrico, en el cual la Tierra orbitaba en torno al
Sol, en oposición con el tradicional sistema de Ptolomeo, en el que los
movimientos de todos los cuerpos celestes tenían como centro nuestro planeta.
En 1513 Copérnico fue invitado a participar en la reforma
del calendario juliano, y en 1533 sus enseñanzas fueron expuestas al papa
Clemente VII. En 1536, el cardenal Schönberg escribió a Copérnico desde Roma,
apremiándole para que hiciera públicos sus descubrimientos. Por entonces,
Copérnico ya había completado la redacción de su gran obra, “Sobre las
revoluciones de los cuerpos celestes”, un tratado astronómico donde defendía la
hipótesis heliocéntrica.
Nicolás Copérnico es uno de los hombres de ciencia que
contribuyó a derrotar las falsas formulaciones de la Iglesia Católica.
Fue el
iniciador de la revolución científica, que acompañó al Renacimiento
europeo y que, pasando por Galileo, llevaría un siglo después, por obra de
Newton, a la sistematización de la física y a un profundo cambio en las
convicciones filosóficas y religiosas.
Con toda justicia se ha llamado “revolución copernicana” a
esta ruptura, de tanta trascendencia que marcó un hito en la historia de la
humanidad. El gran aporte de Copérnico fue formular la teoría
heliocéntrica.
“SOBRE
LAS REVOLUCIONES DE LOS CUERPOS CELESTES”
El texto se articulaba de
acuerdo con el modelo formal del “Almagesto” de Ptolomeo, del que conservó la
idea tradicional de un universo finito y esférico, así como el principio de que
los movimientos circulares eran los únicos adecuados a la naturaleza de los
cuerpos celestes. Pero,
al mismo tiempo, contenía una serie de
tesis que entraban en contradicción con la antigua concepción del universo,
cuyo centro, para Copérnico, dejaba de ser la tierra.
Consciente de lo revolucionario de sus ideas y temeroso de
las consecuencias que podría sufrir, Copérnico mantuvo en secreto su obra. La
publicación de ella se produjo gracias a la intervención de un astrónomo
protestante, Georg Joachim von Lauchen, conocido como Rheticus. Éste visitó a
Copérnico entre los años 1539
a 1541 y lo convenció de la necesidad de imprimir el
tratado. Cuestión de la cual él mismo se
ocupó. La obra apareció pocas semanas antes del fallecimiento de su autor.
El modelo heliocéntrico de Nicolás Copérnico fue una
aportación decisiva a la ciencia del Renacimiento. La concepción geocéntrica
del universo había imperado durante catorce siglos. El “Almagesto” de Tolomeo
era un desarrollo detallado y sistemático de los métodos de la astronomía
griega, que establecía un cosmos geocéntrico con la Luna , el Sol y los planetas
fijos en esferas girando alrededor de la Tierra. Con Copérnico, el Sol se convertía en el
centro inmóvil del universo, y la
Tierra quedaba sometida a dos movimientos: el de rotación
sobre sí misma y el de traslación alrededor del Sol. No obstante, el universo
copernicano seguía siendo finito y limitado por la esfera de las estrellas
fijas de la astronomía tradicional.
Ilustración del modelo
heliocéntrico en Sobre las revoluciones de los orbes celestes (1543)
LOS
PRECURSORES
No todo era original en la obra de Copérnico. En la Antigüedad ,
pitagóricos, como Aristarco de Samos,
habían realizado sobre bases metafísicas una primera formulación heliocéntrica.
A lo largo del siglo XIV, Nicolás de Oresme (1325-1382), Jean Buridan (muerto
en 1366) o Alberto de Sajonia (1316-1390) plantearon la posibilidad de que la Tierra se moviera. En
cualquier caso, Copérnico elaboró por primera vez un sistema heliocéntrico de
forma coherente.
La importancia de la obra de Copérnico es ser una obra
revolucionaria, precursora de grandes cambios científicos. Dicho carácter
revolucionario no está solo en sus escritos sino en poner en marcha unos
caminos que romperán las barreras del pensamiento. Con su obra se afianza la
gran idea, propia de la modernidad. La naturaleza va perdiendo su carácter
teológico, el hombre ya no es el centro del universo, sino que Copérnico le
desplaza a una posición móvil, como la de cualquier otro planeta.
A partir de Copérnico se desencadena la idea de que el
hombre ahora está gobernado por su Razón, que será la facultad del ser humano
que hace que tome parte en el ordenamiento del Universo. Así el hombre pasa a
ser un ser autónomo que basa dicha autonomía en su capacidad de raciocinio. La
razón humana puede ahora apoderarse de la Naturaleza : dominarla y controlarla. Así el
hombre deja de ser el centro físico del Universo para convertirse en el centro
racional del Universo. A partir de ahora nos enfrentamos al mundo, no
contemplándolo, sino construyendo hipótesis a través de las capacidades del
hombre, que contrastadas con la naturaleza se podrán dar por válidas o no.
Las ideas de Copérnico tan transgresoras para su época no
serían un problema para la
Iglesia hasta setenta años después del fallecimiento de
Copérnico. En 1616 la Iglesia
católica condenó su obra, cuando las
ideas del astrónomo eran ya sobradamente conocidas en toda Europa. Dos
años después de la muerte del astrónomo, en 1545, iba a iniciarse el Concilio
de Trento, en el que después de tres sesiones, en 1563, se expuso la necesidad
de una reforma radical de la
Iglesia y se propugnó un plan de recuperación y defensa de
los dogmas frente al mundo reformista. Los papas Pío V y Gregorio XIII, entre
los años 1566 y 1585, llevarán a cabo lo estipulado en Trento, además de
declararse enemigos de la teoría heliocéntrica y extremar su persecución contra
los herejes mediante la orden de la Inquisición.
PREVALECIÓ LA RAZÓN CIENTÍFICA
Pero el paso del tiempo y el progreso de las
investigaciones científicas fueron dando
la razón a las pioneras observaciones de Nicolás Copérnico.
Catedral
de Frombork, Polonia, bajo su altar están los restos de Copérnico