Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
558 años después de su
asesinato, Juana de Arco ha vuelto a salir de sus cenizas. Fue con motivo del
incendio de la Catedral
de Notre Dame en París, que estalló el 15 de abril de 2019. Cuentan que, cuando ya el fuego
estaba controlado, los bomberos ingresaron a la catedral y lo primero que
vieron fue una hermosa cruz de oro sobre el altar. Esto sirvió para que algunos
recordaran que el último pedido de Juana de Arco, mártir y patrona de Francia,
antes de ser quemada en la hoguera en 1431, fue
que durante su ejecución
sostuvieran una cruz en alto "para poder verla a través de las
llamas".
¿QUIEN ERA JUANA DE ARCO?
Juana de Arco, también conocida como la Doncella de Orleans,
nació en Domrémy en enero de 1416, en el seno de una familia campesina francesa
acomodada.
Su breve existencia transcurrió en una Francia marcada por la Guerra de los Cien años,
que enfrentaba al país galo y a Inglaterra por el trono francés. Este
intermitente conflicto bélico, se había
iniciado en 1337 y durante los
116 años que duró, se llevaron a
cabo diferentes campañas militares.
JUANA A LOS 13 AÑOS DIJO ESCUCHAR
VOCES
La guerra estaba en pleno desarrollo. Las batallas se
hicieron cada vez más encarnizadas. Se enfrentaban el heredero al trono, Carlos
VII, con
Enrique VI de Inglaterra. Fue entonces cuando la doncella de Orleans,
que tenía 13 años, comenzó a decir que ella
veía alucinaciones que, según
ella, eran divinas. Aseguraba haber visto a visto a San Miguel, Santa Catalina
y Santa Margarita. Años más tarde dijo que
Dios le encomendó una misión: ayudar a Francia a recuperar el
trono. La Iglesia
católica y la inmensidad de fieles, reconoció como verdaderas estas
apariciones.
EN LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS
Cumpliendo la tarea que, según
ella, le había encomendado Dios, hacia 1428, Juana partió hacia Vaucouleurs,
lugar donde estaban acampadas las tropas de Carlos VII. La joven guerrera pidió
alistarse en sus filas. La rechazaron. Pero no cejó en su empeño.
Pocos meses después, los ingleses pasaron a la ofensiva y
llevaron a cabo el asedio de Orleans. El
ejército francés se trasladó a la
localidad de Chinon. Hasta allí acudió la joven Juana. Reiteró incansable su petición
a Carlos VII que le permitiera dirigir parte de sus tropas.
Con insistencia volvió a pedir
a Carlos VII que le permitiera dirigir a parte de sus tropas. En forma
increíble, Carlos VII aceptó que una muchacha
desconocida encabezara parte de
su ejército. Muy desesperada debía ser la situación de las huestes francesas.
Fue así como en 1429, Juana de Arco, dirigió un ejército de
más de cinco mil hombres y venció a los ingleses, rompiendo el cerco que estrangulaba Orleans. Después de esa victoria, Carlos VII fue coronado de manera simbólica
como rey de Francia en Reims.
Gracias al triunfo en Orleans,
de las tropas comandada por Juana de
Arco, Francia comenzó a aventajar a Inglaterra. Poco a poco fue recuperando territorios hasta que,
finalmente, reconquistó Francia. Pero eso no lo vería la joven doncella.
EL “PAGO
DE FRANCIA”
Con la victoria de Orleans y la coronación del rey Carlos
VII, la joven Juana de Arco, consideró cumplida
su misión. Dejó de oír las voces y quiso regresar a su casa.
Sin embargo, antes de partir, participó en dos
combates más: en París y en Compiègne.
En esta última batalla, el 24
de mayo de 1430, fue capturada por el duque de Borgoña. A pesar de haber conducido al triunfo a las
huestes francesas y de haber contribuido
a la coronación del rey Carlos VII, la Doncella de Orleans fue traicionada por los suyos. Por su propio rey y por los militares.
Temían a Juana de Arco por el poder que había alcanzado. Por
eso la
capturaron y la vendieron a los ingleses para que fuera procesada.
ANTE LA
INQUISICIÓN
Juana de Arco fue trasladada a Ruán. Cayó en las
garras de la Inquisición ,
el terrible tribunal eclesiástico. El proceso duró unos tres meses.
Durante todo ese tiempo, los inquisidores se aseguraron que la heroína francesa
no tuviera posibilidad de defensa. Ésta declaró que las voces que oía
procedían de los santos y de Dios. El tribunal la acusó de brujería y afirmó
que las voces a las que hacía referencia eran del diablo. Recordemos que solo seis años
antes la Iglesia
había reconocido como verdaderas esas apariciones. Ahora, para la Inquisición , eran obra
del demonio.
En un momento del proceso, agobiada por las amenazas de los miembros
del tribunal de la Iglesia Católica , Juana de Arco se retractó de sus
declaraciones. Entonces, le
conmutaron la pena de muerte por la
cadena perpetua.
Pero, tiempo después volvió a reafirmar que las voces que oía tenían origen divino,
por lo que la condenaron a muerte.
El 30 de mayo de 1431, con
unos 19 años, Juana de Arco murió quemada en la hoguera de la plaza de Ruán.
CAMBIA, TODO CAMBIA…
Pasó el tiempo. Y la Iglesia Católica ,
dando vuelta las páginas de la
historia, beatificó a la joven
combatiente en 1909, habiendo
pasado 478 años de su asesinato en la
hoguera. Más aún, la canonizó en 1920,
489 años luego de su martirio.
De bruja, de vocera del demonio,
la Doncella
de Orleans, se convirtió en Santa, en la patrona de Francia y en
símbolo de la unidad nacional.
¡Nada permanece igual, todo está en un permanente proceso
de cambio!