A 493 años de la ejecución de
Tomás Münzer:
ALEMANIA SIGLO XVI: IGLESIA, REFORMADORES Y MASACRE DE CAMPESINOS
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de
Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
El 27 de mayo de 1527, hace
493 años, Tomás Münzer tras ser
torturado cruelmente, fue ejecutado. Pagó con su vida haber sido un revolucionario, leal hasta
la muerte, con los campesinos pobres.
ALEMANIA HACIA EL SIGLO XVI
A comienzos del siglo XVI
Alemania había adquirido notable desarrollo. Ya en las dos centurias
anteriores hubo un importante crecimiento de la industria y del comercio. Otro
tanto ocurrió con la producción de materias primas. Pero su población era aún
muy escasa y el país estaba fragmentado políticamente. A medida que decaía el
imperio feudal, se descomponía la unión de Alemania. Surgieron
príncipes con gran independencia y autoridad. Habían salido de la alta
nobleza y disfrutaban de todos los derechos de soberanía. La Iglesia tenía gran poder
económico y éste era patrimonio de su jerarquía feudal, que formaba parte de la
aristocracia: obispos, arzobispos, abades, priores y demás prelados. Los
predicadores del campo y de las ciudades -frailes y monjes- componían el sector
plebeyo de la Iglesia
y estaban excluidos del goce de sus riquezas.
LAS
CIUDADES Y CLASES SOCIALES
En las ciudades el poder
estaba en manos de las familias patricias. Eran las más ricas y controlaban el Ayuntamiento. La oposición
burguesa la formaban los burgueses ricos y medios, como también una parte de la
pequeña burguesía. También existía una oposición plebeya: burgueses venidos a menos y una multitud de vecinos sin
derechos ciudadanos: oficiales,
jornaleros y numerosos brotes del
lumpenproletariado (“proletariado andrajoso”).
Al lado de los restos degenerados de la vieja sociedad
feudal y corporativa, empezaba a manifestarse el elemento proletario –todavía
poco desarrollado- de la naciente sociedad burguesa.
Pero la gran masa de la nación eran los
superexplotados campesinos.
LOS BANQUEROS
En 1515 fue nombrado arzobispo de Maguncia,
Albrecht de Brandenburgo, convirtiéndose en un príncipe de alta importancia. Pero el nuevo arzobispo tenía sólo 24 años de
edad y para el cargo se requería tener a lo menos 30. Ese “detalle” se podía
solucionar con dinero. Para ello recurrió al banco de la familia Fugger por un
préstamo. Los fúcares, como les llamaban los españoles, habían fundado en
Augsburgo, Alemania, la primera entidad
financiera del mundo denominada banco.
Uno de los fúcares,
Jacob II (1459 – 1525),
facilitó el dinero con que el rey
español Carlos I pudo cohechar los votos que
en 1519 le permitieron ganar las elecciones que
lo transformaron en el poderoso
emperador Carlos V. En 1530, los Fugger solicitaron a éste la autorización para
conquistar Chile. El Emperador, que se encontraba endeudado con ellos hasta la
corona, accedió. Pero a última
hora los banqueros germanos se
arrepintieron. De no haber sido por así, estaríamos los chilenos hablando
alemán.
Las “indulgencias”
eran una forma impuesta por la Iglesia para obtener el perdón de pecados. Con el
correr del tiempo había ido cambiando el modo de lograr ese perdón. Anteriormente, en el siglo XI, bastaba con
participar en esas guerras de conquista impulsadas por la Iglesia , conocidas con el
nombre de Cruzadas. También se lograba ese mismo efecto enviando a un criado en
su lugar o pagando cierta suma de dinero.
Volvamos al caso de Albrecht de Brandenburgo, en el siglo XVI. La corte papal, previo pago de una elevada cantidad de dinero por parte de
éste, confirmó su nombramiento como arzobispo. Pero le puso como condición que
durante ocho años los territorios bajo su jurisdicción (Maguncia, Magdeburgo y
Brandenburgo) enviarían a Roma el total
del producto de la venta de las indulgencias, que habían sido decretadas por el
Papa León X para la construcción de la
basílica de San Pedro.
UN GRAN ESCÁDALO
Albrecht cumplió. Pero se dejó para sí cerca del 50% de lo
recaudado, para saldar con ello su deuda
con los Fugger.
La venta de las
indulgencias se constituyó en un gran escándalo. Juan Tetzel, un simple monje dominico de Pirna,
puso tanto entusiasmo en ese
negocio, que pronto se convirtió en el
encargado papal para las indulgencias. Su
excesiva dedicación hizo que, en abril de 1517, muchos habitantes de Witemburgo se
trasladaran a Jüterborg, pueblo ubicado al otro lado de la frontera sajona con Brandenburgo. Esto para escapar
de los sacerdotes vendedores de
indulgencias, que no estaban autorizados para ingresar a Sajonia.
LUTERO Y
LOS BURGUESES REFORMISTAS
Martín Lutero (1483 – 1546) se
opuso a la venta de las indulgencias. Era profesor de filosofía y moral en la Universidad de
Wittenberg. Se cuenta que el 31 de octubre de 1517 clavó en las puertas de la Iglesia del Castillo de
esa ciudad sus 95 tesis en contra de la práctica de la venta
de indulgencias.
Por entonces, Alemania se
dividía en tres campos bien definidos: el católico o reaccionario, el
revolucionario y el burgués reformista. A este último representaba Lutero. Era portavoz de una
burguesía que emergía en lucha contra el régimen feudal. En este primer
período, utilizando toda la vehemencia
de su temperamento de campesino vigoroso, exclamaba: “Si la furia de los curas
romanos siguiera, me parece que sería el mejor consejo y remedio atajarla por
la violencia, armándose reyes y
príncipes para atacar a esta
gente dañosa que al mundo entero envenena, y acabar con ella por las armas, no
con palabras. ¿No castigamos a los ladrones con espada, a los asesinos con
garrote, a los herejes con el fuego? ¿Por qué no atacamos pues a estos maestros
de la perdición cual son papas, cardenales, obispos y toda la gentuza de la Sodoma romana? ¿Por
qué no los atacamos con toda clase de armas y lavamos nuestras manos en su
sangre?”.
Martin Lutero
LUTERO TRAICIONA A LOS EXPLOTADOS
Como señala
Federico Engels en su obra ‘La
Guerra de los Campesinos en Alemania’, “es evidente que todo ataque general contra
el feudalismo debía primeramente dirigirse contra la Iglesia , y que todas las
doctrinas revolucionarias, sociales y políticas debían ser en primer lugar herejías teológicas”.
Cuando en 1517
Lutero atacó por primera vez el
dogma y las instituciones de la
Iglesia católica su
posición no tenía un carácter bien definido. En ese momento
necesitaba unir a todos los elementos de la oposición. Debía representar
a la totalidad de las herejías frente a la ortodoxia católica. Pero ese fervor revolucionario de los comienzos no duró mucho. Sin
embargo, el vehemente llamado de Lutero
encontró tierra fértil en las masas más explotadas, los campesinos. Estos, que constituían la
gran masa de la nación alemana, debían
soportar el peso íntegro de todo el edificio social: de los príncipes,
funcionarios, de la nobleza, frailes, patricios y burgueses.
Lutero pronto abandonó a los
elementos populares que formaban filas en
su movimiento reformista. Se
integró a la coalición de burgueses, aristócratas y monárquicos. Ya no lanzó más arengas encendidas
convocando a la guerra de exterminio contra Roma. Al contrario. Sus dardos
apuntarían ahora en otra dirección.
TOMÁS MÜNZER, UN REVOLUCIONARIO
Muy distinta fue la conducta
de Tomás Münzer. Había nacido en Stolberg, Alemania, el 21
de diciembre de 1489. Su erudición teológica le valió pronto el título de
doctor y un puesto de capellán en un convento de monjas. En 1522 se hizo
predicador en Altestedt. Allí empezó a
reformar el culto. Suprimió totalmente el uso del latín antes que Lutero se atreviese a hacerlo
y permitió que la Biblia se leyera entera. Organizó
la propaganda en toda la región.
Altestedt se transformó en el
centro anticlerical popular de Turingia. Predicó la violencia. Llamó a los príncipes sajones
y al pueblo a la lucha armada contra los curas romanos. Fue el valiente
portavoz del partido revolucionario de los campesinos y los plebeyos. Leal a ellos hasta su muerte.
Tomás Münzer fue durante un período seguidor de Martín
Lutero. Después lo repudió y llegó a llamarlo “doctor Mentiras”. Se
separó entonces de la Reforma
burguesa y se transformó en agitador político.
Tomás Münzer
La doctrina política de Tomás Münzer procedía directamente
de su pensamiento religioso revolucionario. Se adelantaba a la situación social
y política de su época. Lo mismo ocurría con
su teología, con relación a las ideas y conceptos entonces en boga. Su filosofía religiosa se acercaba al
ateísmo; su programa político tenía afinidad con el comunismo utópico. Estos
brotes de comunismo expresaban los anhelos de todo un sector de la sociedad
alemana. Y desde que Münzer los formuló por primera vez con cierta claridad,
los encontramos en todos los grandes movimientos populares.
Un acontecimiento puso a prueba a los dos reformadores, al
burgués y al revolucionario. Fue
la guerra de los campesinos en Alemania. La sublevación general de ellos se
inició el domingo 2 de abril de 1525. Münzer se puso a su cabeza.
EL
“DOCTOR MENTIRAS”
Los sectores reaccionarios,
olvidando viejos rencores, se unieron en
una santa alianza “contra las bandas asesinas de campesinos ladrones”. Ahí estaban
burgueses y príncipes, nobles y
curas, el Papa y Lutero. Este último se
lanzó contra los sublevados exclamando: “Hay que despedazarlos, degollarlos y
apuñalearlos, en secreto y en público. ¡Y los que puedan que los maten como se mata a un perro
rabioso! Por esto, queridos señores,
oídme y matad, degolladlos sin piedad. Dejad que hablen los
arcabuces, sino será mil veces peor”. Así predicaba ahora
el “doctor Mentiras”, como lo apodó Tomás Münzer.
Los príncipes y feudales, contando con ejércitos organizados, teniendo
caballería y cañones, vencieron a los
campesinos el 7 de julio de 1525. Los últimos focos de resistencia fueron exterminados el 25 de julio.
El más grandioso intento revolucionario del pueblo alemán
terminó derrotado. En esos casi cuatro meses de
desiguales combates perecieron unos 130 mil campesinos. Luego,
se desató una cruel represión contra los sobrevivientes.
Tomás Münzer fue hecho
prisionero, torturado y ejecutado el 27 de mayo de 1527, a la edad de 38 años.
Subió al cadalso con
la misma valentía que tuvo en toda su vida.
Martín Lutero
falleció en su lecho el 18 de febrero de 1546,
cuando tenía 53.