“No permitiremos que la
economía se sostenga a costa de la dignidad y salud de las y los trabajadores”.
Cuestionó leyes que están saliendo y que asalariados paguen con seguro de
cesantía.
Radio Racabarren. Web CUT. 01/05/2020. Radio
Recabarren, de la
Central Unitaria de Trabajadores (CUT), emitió un resumen del
discurso de la presidenta de la multisindical, Bárbara Figueroa, cuyos párrafos
destacados son los siguientes:
“Nadie impedirá que la voz de
las y los trabajadores se escuche, nunca podrán acallarla. No es que no queramos empresas, queremos
empresas con seguridad social”.
“No permitiremos que la
economía se sostenga a costa de la dignidad y salud de las y los trabajadores.
En tiempos de pandemia, la principal preocupación debe ser la seguridad de
todas y todos”.
“Desde los primeros anuncios del gobierno, presentamos un
Plan Nacional de Emergencia solicitando la cuarentena nacional, también
propuestas económicas para sostener con apoyo del Estado la economía”.
“No basta con lamentarnos, ¿por qué los trabajadores deben
subsidiar con su seguro de cesantía el sueldo que perdieron? Aquí quienes
tienen plata, el gran empresariado, deben aportar”.
“Todas las medidas del gobierno han apuntado a la
precarización laboral, dejando caer el peso de la crisis económica y sanitaria
sobre las y los trabajadores”.
“Se ha llegado a poner en tela de juicio el derecho a la
vida en este escenario, donde el Gobierno busca reactivar la economía a costa
de la seguridad de todas y todos”.
“En el caso del teletrabajo, ha profundizado el sesgo de
género, pues han sido las mujeres quienes se han visto más afectadas por esta
ley a raíz de todas las labores que además realizan en el hogar”.
“Emplazamos al gobierno y al Congreso a dejar de aprobar
leyes que son claramente antitrabajadores que imponen acuerdos individuales.
Una cosa es la urgencia, y otra es pasarnos gato por liebre”.
“Seguiremos defendiendo siempre la conformación
sindicatos, y en tiempos de pandemia, llamamos incluso a poder conformarnos vía
remota. La dignidad de las y los trabajadores depende de la organización”.
“El proyecto del gobierno de Renta Básica es completamente
insuficiente. La gran mayoría de las y los trabajadores hoy ven en
peligro sus puestos de trabajo, ¿qué persona vive con 65 mil pesos al mes?”
“Ninguna renta básica de emergencia puede estar debajo de
la línea de la pobreza; y eso significa un ingreso muy superior a lo que
plantea el gobierno”.
“Hacemos un llamado a la oposición urgente: actuar como
verdadera oposición al gobierno. No pedimos que rechacen todo, el llamado es a
mostrar un camino distinto, alternativas a las y los trabajadores”.
“Impuesto a las grandes fortunas, políticas de salvataje a
las pequeñas y medianas empresas; protección real del empleo; esas son las
medidas que desde el Congreso esperamos que se legislen”.
“La pandemia no ha detenido nuestra labor sindical; y un
reconocimiento a todas las y los trabajadores organizados que siguen en la
lucha defendiendo la dignidad en Chile”.
“Debemos avanzar en más y mejor organización sindical.
Donde hay organización, el empresariado no logra avasallarnos; donde falta
organización, los atropellos son pan de cada día”.
“Ante la ofensiva de esta
oligarquía gobernante, hay que hacer de la sindicalización la mejor herramienta
de las y los trabajadores”.
“Como CUT hacemos un llamado a organizarte, a ti, a toda y
todos, para que ninguna trabajadora ni trabajador caminen solos en este camino
de lucha por alcanzar la dignidad”.
“Como dijera en su último discurso nuestro Presidente
Mártir Salvador Allende: Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores. Con
nuestra fuerza y su recuerdo, ¡mil veces venceremos!”.
El siguiente es el
texto completo del discurso de Bárbara Figueroa en el Día Internacional de los
Trabajadores
El mundo enfrenta una de las
mayores crisis humanitarias de las que tengamos registro.
Ningún territorio; ningún Pueblo; ningún país; ningún Ser
Humano del planeta, está ajeno hoy a esta globalizada y crítica situación.
Tras las guerras mundiales, y
conflictos militares regionales de amplia repercusión en el planeta, las crisis
sanitarias producto de pandemias, se han convertido en una de las mayores
amenazas para la
Humanidad. No hay raza, situación social o económica,
nacionalidad, color de piel, género, que puedan protegernos frente a la
vulnerabilidad de un contagio. El COVID-19 nos ha demostrado, de forma
desgarradora, que solo de manera colectiva y solidaria, podremos enfrentar el desafío de la
sobrevivencia de la especie; de las naciones; y de los Pueblos.
Nadie puede negar, o disminuir, la profundidad de la
crítica situación que vivimos como Humanidad.
Este es de esos momentos en
que sólo el camino de la solidaridad puede ayudar a superar la pandemia en toda
su magnitud.
Por eso, pretender hacer de la crisis un campo de disputa
ideológica, o escenario para imponer posturas y privilegios, sólo nos puede llevar al fracaso. Y que, como
siempre ha sido en la historia, las consecuencias de esos fracasos los cargan
sobre sus hombros los más desposeídos; las y los más frágiles y desprotegidos;
y quienes invariablemente generan el real valor social en todos los países y en
todos los Pueblos: Ellas y ellos son las y los trabajadores del mundo.
La fragilidad de nuestra
especie, es quizás de las lecciones de humildad más importantes de este tiempo,
en que se asumía con mucha suficiencia, y hasta con prepotencia, que el avance
tecnológico o el desafío de explorar otros planetas, nos colocaba en un sitial
preferencial en la historia.
La pandemia, producto del contagio del COVID-19, además,
nos ha traído otras lecciones en su corto, pero agresivo avance en estos
meses. Ha develado que los países con
mejores herramientas para enfrentar la pandemia, son aquellos que,
contrariamente y pese a lo declarado por potencias mundiales como el gobierno
de los Estados Unidos y el de Brasil, en este último período, han privilegiado
el valor de la vida por sobre el valor del mercado; y han puesto a las personas en primer lugar,
por sobre la economía. Naciones que, a
contra corriente, han mantenido o fortalecido sus sistemas de salud
pública; países que han sostenido
políticas y sistemas de seguridad social con suficiencia; naciones en donde el
diálogo social no es un recurso discursivo, sino que es un instrumento eficaz
para enfrentar de manera integral y con el compromiso de todas y todos, las
políticas públicas que se requieren para enfrentar la pandemia en sus durísimos
efectos sanitarios y socioeconómicos sobre las personas; las familias; y las y
los trabajadores.
Son esos países los que han extremado las medidas de
seguridad y aislamiento físico, con el solo objeto de proteger la vida de sus
ciudadanos, y que han asumido que el costo de esas medidas, hoy, siempre podrá
ser compensado, si mañana la población está viva y cuenta con recursos
económicos para volver a poner en pie la economía.
La crisis sanitaria producto del COVID-19 evidencia, que no
basta con tomar buenas decisiones en salud, si ellas no vienen acompañadas de
un paquete integral de políticas de apoyo a los trabajadores y a la protección
del empleo, pues el mayor temor de un trabajador y trabajadora tras el miedo a
contagiarse, es quedar sin trabajo y vivir la incertidumbre de no tener qué
comer y cómo sostener a su familia.
El año 2020 nos desafía, como movimiento sindical, a
enfrentar este tiempo complejo a nivel mundial, sin perder de vista estas
reflexiones globales, pero teniendo también y por sobre todo, mucho sentido de
pertenencia con nuestra clase, la clase trabajadora, aquella que hoy padece en
su expresión más brutal, el efecto de esta crisis. La experiencia de la pandemia nos importa el
desafío de mirarnos y mirar el mundo, hacernos uno con las demandas del
movimiento sindical a nivel mundial y tener una especial atención con el
movimiento sindical de las Américas, si asumimos que solo unidos y en
solidaridad podemos enfrentar esta crisis, eso no tiene límites fronterizos, la
respuesta del movimiento sindical mundial ante la crisis debe ser una voz única
bregando por la defensa de nuestros derechos y la solidaridad ante todos
quienes sufren los costos de la crisis.
En este contexto, nos llena de esperanza la experiencia de
los hermanos argentinos al ver el compromiso con el diálogo social y el rol de
los sindicatos, en contraste con lo que vemos que padecen países como Brasil,
Ecuador, Colombia.
El bloqueo a naciones como Cuba, que ha pretendido
profundizar Estados Unidos en estos meses, es de una aberración indignante y
nos lleva a exigir como movimiento sindical el fin a ese bloqueo, que viola los derechos humanos de un
Pueblo entero. Las intervenciones en los países solo han llevado más dolor e
incertidumbre a las grandes mayorías, a los trabajadores y trabajadoras, a los
que se supone precisamente se busca proteger. No somos neutrales, en un tiempo
tan desolador como el que vivimos, nuestro llamado es al respeto de las
naciones y sus pueblos; al respeto de sus soberanías nacionales y su
autodeterminación. Más ahora.
En nuestro país, la pandemia ha implicado un radical giro
en las prioridades y la agenda pública. Hoy, primero de mayo del 2020, estaríamos
convocándonos en las calles para conmemorar las luchas del movimiento sindical,
pero también para festejar el triunfo del apruebo en el plebiscito nacional que
se iba a realizar el 26 de abril. Todas y todos convocados a proyectar los
desafíos de nuestra patria a partir de la oportunidad histórica de redactar una
nueva Constitución construida en democracia y donde una convención
constitucional fuera el instrumento para elegir de manera popular a los
constituyentes y garantizar así la paridad del proceso.
Hoy esperamos con ansias la llegada de octubre para
concretar este anhelo, fruto de las multitudinarias luchas populares y
movilizaciones sociales, donde contribuimos significativamente desde la unidad
de los actores sindicales y las convocatorias a paros y huelgas que tuvieron
como punto de inflexión la huelga general del 12 de noviembre del 2019; huelga
general que ha sido la más importante desde el retorno a la democracia, y que dejó en evidencia la fuerza de la lucha y
la unidad de la clase trabajadora, y el temor que genera en las clases
dominantes esta unidad. Al punto de acelerar el acuerdo entre
partidos de gobierno y parte de los
partidos de la oposición, para construir un acuerdo nacional que diera paso al
proceso constituyente, pero, con la exclusión de los actores y de los
movimientos sociales que han protagonizado las luchas; marchas; protestas;
paros; y diversas formas de acción y propuestas.
La protección de la vida hoy es nuestra primera prioridad,
pero como señalábamos al inicio de estas palabras, si hay algo que nos marcará
a fuego en esta pandemia, es que la Humanidad no sostiene, ni sostendrá su
supervivencia, desde el individualismo. Hoy, la esencia de lo humano, es ser sujetos colectivos; es ser
solidarios; es reconocernos en el otro, en su dolor y en su padecer. La crisis que enfrentamos solo acrecienta
esta necesidad por concretar las tareas pendientes en este necesario proceso
constituyente en ciernes.
Por eso, nos sorprenden los
anuncios de quienes pretenden decretar la muerte del proceso constituyente,
relativizando el desarrollo del plebiscito, como si la pandemia volviese a
fojas cero todos los debates y compromisos suscritos; todas las multitudinarias
luchas del pueblo chileno que generaron las condiciones para el inicio de este
proceso hacia una nueva constitución política.
Hoy, cuando la crisis
sanitaria nos golpea de manera brutal, mostrándonos la cara más aberrante de la
desigualdad, pretenden algunos que desechemos el debate constituyente, sin
entender que es precisamente este contexto, la prueba irrefutable de la
necesidad de construir una nueva constitución para Chile que asegure y
garantice derechos fundamentales, como el derecho a la salud y la vida, que hoy
nos están siendo negados.
Es el proceso constituyente,
también, la gran oportunidad de hacer frente a todas las lecciones que nos deja
la pandemia, donde el rol del Estado y el rol de los trabajadores se nos han
hecho más patente que nunca. Allí, donde ha existido organización; allí, donde ha existido el
Estado; se ha enfrentado de mejor forma esta crisis. Como país tenemos la gran
oportunidad de llegar a la construcción de una nueva Constitución con el
aprendizaje a cuestas de esta crisis sanitaria. Somos privilegiados en un
contexto, por momentos, tan desolador, y
ello, al movimiento sindical representando en la CUT , nos desafía a no perder de vista la urgencia
de las tareas del presente, pero junto con ello, no desatender el desafío de concretar una
nueva Constitución para Chile que supere la actual, heredada de la dictadura.
Esta urgencia se hace más patente, al enfrentar esta
crisis sanitaria con un gobierno que ha puesto en el centro de sus prioridades
la defensa y sostenibilidad de un modelo económico depredador; rentista; que
concentra la propiedad de la economía en muy pocos, por sobre toda
consideración. Se nos dice que solo sosteniendo la economía es que podemos
asegurar trabajo y se nos llama a la prudencia y responsabilidad. Se nos habla
como si la clase trabajadora, los trabajadores y trabajadoras organizados,
fuéramos intelectualmente incapaces de entender la importancia de tener una
economía sana, cuando lo que hemos dicho, insistentemente, no es que no nos
importe la economía, ni muchos menos que nos da lo mismo una crisis económica. Todo aquel que vive y pervive de su salario,
tiene más claro que nadie la importancia de que el desarrollo sea sostenible,
pues de lo contrario son nuestras fuentes de trabajo, nuestro salario, el que
se pone en riesgo. Somos los trabajadores y trabajadoras los
primeros en padecer y sufrir las crisis económicas.
Lo que hemos dicho, y lo
repetiremos una y mil veces, es que no es posible que el gobierno priorice
proteger a las grandes fortunas de este país, poniendo en riesgo la vida del
pueblo. Lo que denunciaremos en todo
espacio y en todo lugar, es que el gobierno protege más el modelo de ganancias
de los grandes capitales, que a los trabajadores y trabajadoras. Muchos países, hoy, junto con proteger la vida,
están también protegiendo sus economías. La gran diferencia con países como el
nuestro, es que en Chile el modelo económico se sostiene gracias a la
precariedad de los trabajadores y trabajadoras. Aquí, un empresario se hace
rico a punta de abusos a sus empleados y a costa de no pagar tributos al
Estado.
Es esta contradicción tan
vital la que hoy se pone en jaque en esta crisis.
No se trata de vida, versus economías; se trata de vida,
versus este modelo económico depredador que se sostiene a costa de esquilmar a
quienes generan la riqueza. No aceptaremos
que se pretenda hacer una caricatura de nuestro rol; de nuestra crítica; y de
nuestras propuestas. Podrán cercenar
nuestras opiniones, negarnos espacios en los canales de televisión, radios y
medios escritos, pero con ello no impedirán que nuestra voz se escuche, pues
esto que nosotros denunciamos y por lo que hemos luchamos por décadas, lo viven
de manera descarnada cientos de miles de trabajadores hoy. Y esa voz de miles y
miles, no podrán acallarla ni con todo el poder económico que tienen.
Es esta crítica al modelo económico que defienden con uñas
y dientes las clases dominantes, a la que apuntamos cuando decimos que no es
posible poner por sobre el valor de una vida, la protección de una empresa. Nadie
quiere que cierre ninguna fuente laboral, pero ello no puede ser a costa de un
trabajo precario y poco digno, un salario que no permite vivir ni superar la
pobreza, de una jornada laboral extenuante, de impedirnos el derecho a negociar
colectivamente a todo nivel.
Si en nuestro país, es más importante proteger una empresa
o un negocio, aunque ello pueda costar la vida de sus trabajadores, entonces
tenemos mucho más que cuestionarnos como país y sociedad que solo la estrategia
para enfrentar la pandemia. Es muy probable que si seguimos por el camino que
señala el gobierno, y que acepta la oposición, haya más concentración de la
riqueza en uno de los países más desiguales del mundo. Y esto será
una tragedia social.
En materias de Seguridad y
Salud en el Trabajo, Chile sigue siendo un país inseguro, que cobra vidas de
trabajadores y donde las enfermedades laborales no son reconocidas por el
sistema de salud laboral, que administran las mutualidades, con una débil
fiscalización de la autoridad de seguridad social.
Según las estadísticas
oficiales dadas a conocer por la
SUSESO , en el año 2019, debimos lamentar la muerte de 360
trabajadores y trabajadoras en Chile. El 53% de los fallecidos murieron por la
participación de un vehículo, el 32% por la caída de altura, 22% aplastado o
golpeado y un 15% electrocutado, entre las principales causas.
En materia de enfermedades
laborales, las cifras son lamentables y debemos denunciar que 95 de cada 100
denuncias de los trabajadores por una enfermedad músculo-esquelética, fue rechazada. Y de las patologías mentales, el 81% de las
enfermedades que los trabajadores denunciaron fueron rechazadas por las propias
mutualidades, reafirmando lo que hemos denunciado que el sistema llamado de
“juez y parte”, ya no resiste y pone en riesgo al sistema en su conjunto de
Salud Laboral.
En lo relativo a la pandemia
por COVID-19, debemos lamentar la tardía reacción de la autoridad y de las
mutuales que se han visto ausentes de la lucha que hemos dado contra el Corona
Virus. No hemos visto acciones de
prevención en los lugares de trabajo, ni de aplicación de test o PCR para
trabajadores por las mutuales, no hemos visto un reconocimiento del origen
laboral de un contagio COVID-19 en los puestos de trabajo.
Recién ahora, cuando acaba de
fallecer una funcionaria del CESFAM de Gorbea, se aprobó considerar el contagio
como laboral para los y las trabajadoras de la Salud ; ¿Y qué ocurre con los trabajadores del
comercio y cadena de abastecimiento que siguen trabajando con altos índices de
contagio; con los recolectores de basura, con los funcionarios públicos que
atienden a la ciudadanía y muchos otros?.
La Salud Laboral ha sido la gran ausente en la
lucha contra la pandemia por el Corona Virus en Chile.
Es por ello que desde los primeros anuncios del gobierno,
desplegamos como CUT una estrategia ante lo que se veía venir: Presentamos el
17 de marzo un Plan Nacional de Emergencia con medidas en materia sanitaria,
solicitando tempranamente la cuarentena nacional con servicios esenciales y
turnos de emergencia para asegurar la cadena de suministros.
Presentamos propuestas económicas, pues tenemos plena
conciencia que decretar cuarentena nacional impactaría en las empresas y se
requería, por tanto, un paquete de medidas económicas para sostener con el apoyo
del Estado la economía y a los trabajadores informales e independientes.
Y presentamos un tercer eje de propuesta para proteger el
empleo e impedir el abuso y despidos que hemos conocido por parte de grandes
empresas y consorcios trasnacionales. Este
plan de emergencia nacional, presentado
por la CUT a la
ministra del trabajo el 17 de marzo, no tuvo respuesta por parte del gobierno.
El 24 de marzo, al no tener respuesta frente a las
propuestas presentadas en el plan nacional de emergencia, solicitamos
nuevamente reunión con la ministra del trabajo para exigir la conformación de
una mesa de monitoreo de abusos laborales. Con el solo anuncio de la ley de
suspensión de contratos ya teníamos a cientos de trabajadores y trabajadoras en
las oficinas del seguro de cesantía preguntando cómo cobrar sus seguro para
completar su sueldo, o en la dirección del trabajo para saber si era legal o no
lo que sus empleadores les obligaban a firmar. Esta mesa de monitoreo recién
hace una semana está en vías de conformación, y aun no tenemos certeza si se
cumplirá el objetivo por el que pedimos su constitución, que es revisar las
malas prácticas de las empresas y revertir los abusos que se han cometido.
No hemos estado ausentes, que no nos inviten a los
matinales y canales de televisión, no quiere decir que no hayamos puesto
nuestra disposición de aportar y contribuir con propuestas desde el primer día
para proteger a los trabajadores y trabajadoras. Sin embargo, hemos sido
invisibilizados y no hemos sido escuchados, ya que el gobierno ha optado por
buscar respuestas a la crisis exclusivamente con la CPC , haciendo conferencias de
prensa donde los ministros, cual empleados privados, acompañan la vocería del
presidente de los empresarios.
Hoy el gobierno ha optado y se ha colocado del lado de los
poderes económicos, se ha colocado del lado del mercado y de las soluciones que
profundizan el negocio privado para salir de la crisis, vía seguros y créditos
de la banca, poniendo en tela de juicio la capacidad efectiva del Estado chileno
y de la autoridad para responder al interés de las grandes mayorías. A contra
pelo de lo que muestra la evidencia en el mundo y haciendo caso omiso de un
pueblo que despertó el 18 de octubre por el fin de los abusos, el Gobierno
privatiza la crisis, permite los abusos y el maltrato y sigue profundizando la
desigualdad que hoy tiene el rostro de miles de cesantes.
Las calles se plagaron de
consignas y demandas el año 2019, todas tras el “¡basta ya de abusos!”. Pero
también se irrumpió en las calles porque el crecimiento lento de la economía
nos estaba golpeando y eran precisamente los trabajadores los que estaban
pagando ese costo; grandes utilidades en las AFPs, las Isapres, en los sectores
de la banca, y sin embargo, toda la agenda de proyectos del gobierno buscaban
precarizar las condiciones de los trabajadores a punta de flexibilidad laboral
para rendir más con igual o menor salario.
Se nos amenazaba con el
reemplazo de nuestras funciones por robot, que las nuevas tecnologías
generarían una revolución laboral que nos haría prescindibles y miren, hoy
enfrentados a una pandemia, claman y lloran los empresarios porque termine la
cuarentena y así poder abrir sus comercios, porque solo con nuestro trabajo es
que se pone en marcha la economía. Tal como dijimos en muchos debates, la
revolución 4.0 parecía más una amenaza para aceptar más flexibilidad y
precarización, que un real desafío en el mundo laboral.
Empresas en quiebra y puestos
de trabajo que se perdían, mientras la promesa de este gobierno era que
traerían crecimiento y empleos. La expectativa económica no cumplida y una
economía frágil, también fueron el gatillante de millones y millones en las
calles, a partir del 18 de octubre.
Este debate, por tanto,
no es un debate novedoso, ni mucho menos un debate ausente en la
coyuntura que vivía nuestro país. Lo dramático hoy, es que junto con todas las
injusticias, hemos llegado a poner en tela de juicio el valor de la vida por
cuidar este modelo económico.
Por ello, no es extraño que la ciudadanía no confíe en las
medidas del gobierno, la sensación por momentos es de una profunda
incertidumbre, de temor por lo que venga y de ello se ha aprovechado el
empresariado, ha jugado con la dignidad de las personas al enfrentarlas a la
más radical de las decisiones, aceptar condiciones impuestas por el empleador
aun cuando no son compartidas, o ser despedido. Optar por la vida o el salario.
Cuando más se requiere protección y estabilidad, el
gobierno optó por aprobar una ley de teletrabajo que establece jornadas
ilimitadas y con nula capacidad de fiscalizar los posibles abusos que se
cometan. Cuando más se requiere seguridad y apoyo del Estado, el Gobierno opta
por imponer una ley que traslada todo el costo de la crisis a los propios
trabajadores, por la vía de pagar sus suspensiones con cargo al seguro de
cesantía, que no son sino los ahorros sacados de sus salarios, estableciendo
además que el único aporte que haga el Estado deberá ser devuelto por los
propios trabajadores en un plazo de 10 años. Para colmo, se encuentran ad
portas de aprobar una ley corta que permitirá el uso indiscriminado de la
suspensión individual de los contratos de trabajo incluso en las empresas
esenciales.
Las dos principales iniciativas del ejecutivo en materia
laboral en medio de la pandemia, han sido para perpetuar abusos y
desigualdades. En el caso del teletrabajo además, contra toda tendencia
mundial, profundizando los sesgos de género, pues han sido principalmente las
mujeres las que han debido hacer frente a una ley de teletrabajo que no solo ha
implicado una sobrecarga laboral sino también un tensión permanente entre las
labores del hogar, cuidado de los hijos y cumplir con las funciones. Somos y
hemos sido principalmente las mujeres las afectadas con esta ley, profundizando
con ello las desigualdades que ya vivimos en el mundo del trabajo en materia de
brechas salariales. No obstante, estar
embarazadas no ha sido obstáculo para que se nos aplique suspensión del
contrato de trabajo, aun teniendo fuero.
Como movimiento sindical hemos sido claros, no dejaremos
de cumplir con nuestro rol aun en estas condiciones adversas, porque tenemos la
responsabilidad de llevar estos debates y denuncias a todos los rincones
posibles. Emplazar al gobierno pero también al parlamento, para impedir que se
sigan aprobando leyes que atentan contra los derechos de los trabajadores y
trabajadoras, como ha ocurrido con estas normas. Leyes que han sido aprobadas
sin debate alguno, impidiendo que se escuchara la voz de los sindicatos.
Leyes que además permiten la imposición de “acuerdos”
individuales entre empleadores y trabajadores, como si uno tuviese la opción de
“negociar” individualmente frente al empleador que tiene como herramienta dar y
quitar el empleo. Lo hemos dicho hasta el cansancio, NO HAY NEGOCIACIÓN EN LA RELACIÓN LABORAL
CUANDO LA ÚNICA HERRAMIENTA QUE TIENE EL TRABAJADOR ES LA NECESIDAD DE VIVIR DE
SU SALARIO. POR ESO PROMOVEMOS Y SEGUIREMOS DEFENDIENDO SIEMPRE LA PRESENCIA DEL
SINDICATO. Todo ello, legislado en un contexto de incertidumbre laboral
provocado por el propio Gobierno, por la vía de haber generado un dictamen
desde la Dirección
del Trabajo que promovió el no pago de salarios en casos de cierres de empresas
decretados por situaciones de cuarentena. Dictamen que además no ha sido
reconsiderado, a pesar de que fuimos los primeros en solicitarlo y así fue
comprometido en el Congreso por el propio Subsecretario del trabajo.
Para impedir que se apruebe un proyecto de apoyo a los
trabajadores informales, como si ser informal o trabajador independiente fuera
sinónimo de ser indigente. Proponiendo una renta básica de emergencia
vergonzosa, que tiene como único mérito el reconocer el drama que se vive en
millones de familias, pero con propuestas tan insuficientes en términos
económicos, temporales y de cobertura, que parece que el gobierno aún no se da
cuenta del grave problema que acecha al mundo.
La mitad de los trabajadores están en riesgo de perder
sus fuentes de trabajo y, de ellos, la mayoría están en el mundo informal.
Como CUT hemos propuesto una
Renta Básica de Emergencia que llegue a todos los informales y a los formales
con pérdida de empleo, que asegure que los trabajadores y sus familias no
caerán en la pobreza y que dure todo lo que sea necesarios para resguardar la
vida y la dignidad de las familias trabajadores, las que somos al menos el 95%
de país, los que sin trabajo y sin un sueldo caeremos en la precariedad.
Somos conscientes de que
nuestras propuestas no siempre serán coincidentes con la oposición. No
pretendemos que nuestras demandas sean el derrotero de los partidos, ni mucho
menos Pero no resulta comprensible en ningún contexto que so pretexto de
demostrar capacidad de gobernabilidad, la apuesta primera sea terminar
legislando con la derecha proyectos de ley nefastos. Una cosa es respetar el derecho de
las bancadas y partidos de no compartir las propuestas del mundo social, pero
una muy distinta es terminar avalando los proyectos del ejecutivo por la
incapacidad de actuar de manera conjunta y unitaria, porque la
irresponsabilidad de no hacerlo, la terminamos pagando nosotros al tener que
defendernos con lo poco que tenemos, para hacer frente a leyes que le entregan
todo el control a los empleadores, como está ocurriendo con la ley de
teletrabajo y de supuesta “protección” al empleo.
Por esta actitud mezquina e irresponsable, sí debe
responder la oposición, pues no hay partido alguno en el congreso que no diga
pretender representar a las grandes mayorías de este país: las capas o “clase”
medias, los trabajadores, las pymes, entre otras. Hoy, entre políticas híper
focalizadas con bonos o subsidios a los más pobres, y normas con plenas garantías a los
empresarios, existe un universo de millones de trabajadores y PYMES que están
en la más absoluta orfandad.
Es por ello, que hoy resulta imperioso hacer un llamado a
los partidos de oposición, un llamado prudente, pero urgente, a actuar con
mayor decisión en este tiempo y actuar como verdadera oposición al gobierno. Ello
no significa solo rechazar los malos proyectos de ley, es por sobre todo, el
llamado a mostrar un camino distinto al que ha seguido el gobierno, desde el
congreso.
Abrir un debate sano y democrático con el poder ejecutivo,
donde el congreso juegue un rol relevante y ponga en tensión la manera de
enfrentar esta crisis, como se está haciendo con los proyectos de ley
presentados en materia de pensiones; con la propuesta de declarar de interés
nacional a las AFP, que abre el camino para la nacionalización del sistema de
pensiones y el ingreso del proyecto en el senado, en que senadores de oposición
apuntan a la derogación del decreto 3500, tal como se ha demandado por la
coordinadora no más AFP. Ambas
iniciativas lo que hacen es nacionalizar los fondos de los trabajadores y
derogar la capitalización individual, terminando con el negocio en la
jubilación de los trabajadores, avanzando así hacia un verdadero sistema de
seguridad social, tal como hemos abogado desde la CUT y protegiendo así los
fondos de pensiones.
Este es el mejor momento para reinstalar debates que
fueron propuestos desde el congreso. Una reforma tributaria para este tiempo de
pandemia; un impuesto a las grandes fortunas para que sean los que más tienen,
los que más aporten en esta crisis; políticas de salvataje a empresas a
condición de no despedir trabajadores ni rebajar sus salarios; una real renta
social garantizada para quienes producto de la pandemia, no pueden generar ingresos.
El parlamento hoy tiene una gran oportunidad de reivindicar su papel en la
democracia, nuestra invitación es a hacerlo de conjunto, pero desafiándonos a
emplazar al gobierno, siendo más audaces e ir mucho más allá en las propuestas.
Hoy, es urgente poner en tensión este modelo económico que pone en riesgo
nuestra vida, pero que mañana puede llevarnos a una crisis de hambre si no
tomamos decisiones radicales hoy. Es tiempo de una reforma tributaria que saque
de nuestros hombros como trabajadores, el peso de la crisis.
Lo hemos dicho insistentemente, no queremos que los
trabajadores sean los que paguen los costos de la crisis, pero hoy además
decimos fuerte y claro que esta crisis deben pagarla quienes por años han
usufructuado de nuestro esfuerzo y trabajo; los que se han hecho ricos a costa
de esquilmar trabajadores deben hacer el esfuerzo principal para que no pasemos
de una crisis sanitaria a una crisis humanitaria.
Somos los trabajadores y
trabajadoras, con nuestro tesón, los que ponemos en marcha los países, y eso ha
quedado en evidencia de manera brutal en esta crisis. Sin los trabajadores de
la salud haciendo frente a la pandemia en los servicios de salud, aún a falta
de insumos, poniendo en riesgo su vida y a sus familias; los trabajadores recolectores
de basura; las trabajadoras de casa particular; los trabajadores del Estado, de
las empresas del comercio, de supermercados, de la minería, de la industria,
del transporte.
¡Qué sería de nuestro país sin
la labor esencial de estos y tantos miles de trabajadores. De los
invisibles, de los más golpeados, de los
que por décadas han luchado por sus derechos y solo han podido avanzar por su
coraje y persistencia, todos ellos son los que nos demuestran que sin su labor
nuestro país estaría detenido. La crisis sanitaria nos vuelve a mostrar la
urgencia de revalorizar el trabajo!.
Por ello es que no podemos
aceptar que siendo nosotros los que creamos valor y riqueza, seamos una vez más
los llamados a hacer el máximo esfuerzo. No es justo ni tolerable, porque mañana, cuando la crisis
sanitaria pase, para levantar la economía local, la economía de pequeña escala,
son nuestros salarios los que ayudarán al negocio de barrio, al emprendedor, al
trabajador de feria libre. No serán los dineros en paraísos fiscales los que
pondrán en marcha la economía, seremos los propios trabajadores con el fruto de
nuestro trabajo los que generaremos el crecimiento en nuestro país.
No se trata solo de un imperativo ético el proteger a los
trabajadores, es la manera en que de mejor forma podremos superar mañana la
crisis económica que se anuncia. No será sino por un crecimiento guiado por los
salarios que podremos sortear la recesión mundial, donde la repartición de la
riqueza hacia los trabajadores, tendrá la capacidad de hacer crecer al país de
manera más igualitaria y recuperar más rápido el trabajo para nuestros
compatriotas.
En el intertanto, son las expresiones de la más genuina y
desinteresada solidaridad en los territorios lo que nos está permitiendo
protegernos entre nosotros ante el abandono del estado;. Las ollas comunes, los
almuerzos comunitarios, las canastas de
mercadería, los sindicatos que han cambiado las actividades del primero de mayo
por víveres o apoyos económicos a los trabajadores más golpeados por la crisis;
los que han establecido un fondo común para apoyarse ante los posibles recortes,
todas estas expresiones son las que por miles se están produciendo en nuestro
país.
La dignidad de quien recibe una canasta familiar por la
necesidad que tiene, pero que por dentro también le duele no poder trabajar y
así no depender más que de su esfuerzo para vivir, es la dignidad que nos mueve
este primero de mayo, y que nos llevó a convocarnos a conmemorar el Día
Internacional de los trabajadores y trabajadoras, pese a todas las
restricciones.
Y si bien el escenario que enfrentamos es un escenario
complejo y lleno de riesgos, existe también en esta disputa una puerta hacia
oportunidades. Lo señalábamos recién, la autogestión en los territorios; las
acciones de solidaridad que se están reproduciendo por miles a los largo y
ancho de nuestro país; las acciones de resistencia y rebelión popular frente a
una autoridad que no ha estado a la altura; son expresión de las múltiples
formas en que esta crisis sanitaria nos demuestra que por sobre toda acción
política central, hay un pueblo activo y organizado para defenderse y
protegerse.
Como movimiento sindical también tenemos reflexiones que
hacer en este proceso, el uso de nuevas tecnologías para mantenernos
comunicados y conectados, las plataformas virtuales para reunirnos y debatir,
los espacios de foros y cursos virtuales para mantenernos en permanente
formación son procesos que nos han desafiado y de los que estamos aprendiendo
al calor de esta crisis. Quizás uno de las grandes lecciones para el movimiento
sindical en este periodo es que el uso de las herramientas tecnologías son un
campo fértil para profundizar nuestra democracia interna y hacer de nuestros
procesos, procesos más participativos; es lo que reclamamos y demandamos de la
autoridad, más participación, y hoy, nosotros podemos también poner en práctica
mayores y mejores espacios de participación para nuestros afiliados, para
perfeccionar nuestra democracia interna.
A partir del uso de esta nuevas herramientas, hemos
sostenido de manera permanente reuniones e intercambios con las organizaciones
de salud, a través de la secretaria de salud de la CUT ; nos hemos reunidos con
nuestras federaciones, confederaciones y sindicatos bases, nos hemos
organizados con nuestras CUT provinciales y realizado reuniones permanente
también con la mesa del sector público. La pandemia no ha detenido nuestra
actividad sindical y resulta relevante destacarlo por los cientos de dirigentes
que a nivel nacional han estado cumpliendo con sus labores y compromisos con
sus asociados. Nuestro reconocimiento a todos ellos en este día.
Pero por sobre todas las lecciones, la más relevante para
nuestra vida como sindicalistas es que en situaciones extremas como las que
estamos viviendo, cobra más fuerza, sentido y razón la organización. Hoy
más que nunca, se reafirma que debemos avanzar en más y mejor organización
sindical. Donde existen sindicatos fuertes y trabajadores unidos, los
empleadores no han podido imponer sus prácticas abusivas; donde los
trabajadores tenemos organizaciones débiles, atomizadas y estamos divididos, los
empleadores han encontrado terreno fértil para, a partir de nuestras propias
tensiones, imponer los abusos.
Pero donde no existe organización sindical ha sido donde
al amparo de las leyes, los empleadores se han aprovechado de manera descarada.
Hoy el llamado a organizarse no es un llamado al vacío, es una urgente
necesidad. Sólo organizados podremos hacer frente a esta y próximas crisis. Los
trabajadores organizados en sindicatos son los que más han podido resistir la
ofensiva de oligarquía gobernante, sindicalizarse es entonces la mejor
estrategia para los trabajadores y además la única que nos permitirá romper la
larga cadena de abusos a las que nos vemos enfrentados. El sindicato debe
organizar lo que el mercado desintegra!
Transitamos un tiempo particularmente complejo para la Humanidad , la propia OIT
nos señala el desafío de que la crisis sanitaria no se transforme en una
posterior crisis de desempleo y pobreza; tenemos la responsabilidad histórica
de tomar decisiones y actuar con sentido de urgencia, sin poder hacer uso –por
ahora- de nuestra herramienta por excelencia para presionar, que es la
movilización.
Pero no estamos detenidos, ni en calma. Tenemos, como
sindicalistas, una gran oportunidad de relevar el rol del trabajo y su valor en
un tiempo lleno de incertidumbre y adversidad.
Este es el momento donde se pone a prueba la estatura de
las organizaciones.
Como CUT, hemos decidido estar del lado de los audaces, de
los que se rebelan, de los que te llaman, trabajador y trabajadora, a organizarte
para que nunca más sientas que caminas solo; somos millones los que acompañamos
cada paso que das, desde nuestras
distintas funciones y trincheras, en todo rincón del mundo, nuestros pasos son
acompañamos por miles que transitaron antes que nosotros, y miles que seguirán
recorriendo las calles y caminos que marquemos hoy. Somos la última frontera en
la defensa de los derechos humanos y del trabajo, y no hay poder económico que
pueda derribarnos.
¡Viva Chile! ¡Viva el Pueblo! ¡Vivan los
Trabajadores y Trabajadoras!