Del Primer Mensaje
del Presidente Salvador Allende al Congreso Pleno del 21 de Mayo de 1971:
Iván
Ljubetic Vargas, historiador del
Centro
de Extensión e Investigación
Luis
Emilio Recabarren, CEILER
Fue el 21 de mayo de 1971. Tanto en Chile como en el
mundo, todos esperaban expectantes lo
que el compañero Presidente plantearía al Congreso Pleno. Había
triunfado en las urnas el 4 de septiembre de 1970, el 24 de octubre fue proclamado Presidente de
la República
y el 3 de noviembre asumió la primera magistratura de la nación.
Su mensaje del 21 de mayo de 1971 constituyó una verdadera
clase magistral. Estuvo formado por una introducción y siete temas:
1.La superación del capitalismo
2.Nuestro camino al socialismo
3.El principio de la legalidad
4.El desarrollo institucional
5.Las libertades políticas
6.La violencia
7.Logran las libertades
sociales.
En parte de su mensaje dijo:
“Señores Miembros del Congreso Nacional: Aquí estoy para
incitarles a la hazaña de reconstituir la nación chilena tal como la soñamos. Un
Chile en que todos los niños empiecen su vida en igualdad de condiciones, por
la atención médica que reciben, por la educación que se les suministra, por lo que
comen. Un Chile en que la capacidad creadora de cada hombre y de cada mujer
encuentre cómo florecer, no en contra de los demás, sino en favor de una vida
mejor para todos.
NUESTRO CAMINO HACIA EL SOCIALISMO
Salvador Allende
comenzó explicando que se iniciaba un proceso sin precedentes en la historia de la humanidad:
“Cumplir estas aspiraciones
supone un largo camino y enormes esfuerzos de todos los chilenos. Supone,
además, como requisito previo fundamental, que podamos establecer los cauces
institucionales de la nueva forma de ordenación socialista en pluralismo y
libertad. La tarea es de complejidad extraordinaria porque no hay precedente en
que podamos inspirarnos. Pisamos un camino nuevo; marchamos sin guía por un
terreno desconocido; apenas teniendo como brújula nuestra fidelidad al
humanismo de todas las épocas -particularmente al humanismo marxista- y
teniendo como norte el proyecto de la sociedad que deseamos, inspirada en los
anhelos más hondamente enraizados en el pueblo chileno”.
Precisó que la tarea
era forjar un nuevo modelo de Estado:
“Científica y tecnológicamente hace tiempo que es posible
crear sistemas productivos para asegurar, a todos, los bienes fundamentales que
hoy sólo disfrutan las minorías. Las dificultades no están en la técnica y, en
nuestro caso, por lo menos, tampoco residen en la carencia de recursos
naturales o humanos. Lo que impide realizar los ideales es el modo de
ordenación de la sociedad, es la naturaleza de los intereses que la rigieron
hasta ahora, son los obstáculos con que se enfrentan las naciones dependientes.
Sobre aquellas situaciones estructurales y sobre estas compulsiones
institucionales debemos concentrar nuestra atención.
En términos más directos,
nuestra tarea es definir y poner en práctica como la vía chilena al socialismo,
un modelo nuevo de Estado, de economía y de sociedad, centrado en el hombre,
sus necesidades y sus aspiraciones. Para eso es preciso el coraje de los que osaron repensar
el mundo como un proyecto al servicio del hombre. No existen experiencias
anteriores que podamos usar como modelo, tenemos que desarrollar la teoría y la
práctica de nuevas formas de organización social, política y económica, tanto
para la ruptura con el subdesarrollo como para la creación socialista”.
Subrayó que al
centro del proyecto revolucionario socialista estaba el ser humano:
“Sólo podremos cumplirlo a condición de no desbordar ni
alejarnos de nuestra tarea. Si olvidáramos que nuestra misión es establecer un
proyecto social para el hombre, toda la lucha de nuestro pueblo por el
socialismo se convertiría en un intento reformista más. Si olvidásemos las
condiciones concretas de que partimos, pretendiendo crear aquí y ahora algo que
exceda nuestras posibilidades, también fracasaríamos”.
Señaló que es una
aspiración del pueblo chileno caminar hacia una sociedad socialista:
“Caminamos hacia el socialismo no por amor académico a un
cuerpo doctrinario. Nos impulsa la energía de nuestro pueblo que sabe el
imperativo ineludible de vencer el atraso y siente al régimen socialista como
el único que se ofrece a las naciones modernas para reconstruirse racionalmente
en libertad, autonomía y dignidad. Vamos al socialismo por el rechazo
voluntario, a través del voto popular, del sistema capitalista y dependiente
cuyo saldo es una sociedad crudamente desigualitaria, estratificada en clases
antagónicas, deformada por la injusticia social y degradada por el deterioro de
las bases mismas de la solidaridad humana.
En nombre de la reconstrucción socialista de la sociedad
chilena ganamos las elecciones presidenciales y confirmamos nuestra victoria en
la elección de regidores”.
Proclamó que se
cumplirá lo planteado en la campaña electoral:
“Esta es nuestra bandera, en torno a la cual movilizaremos
políticamente al pueblo como el actor de nuestro proyecto y como legitimador de
nuestra acción. Nuestros planes de gobierno son el Programa de la Unidad Popular con
que concurrimos a las elecciones. Y nuestras obras no sacrificarán la atención
de las necesidades de los chilenos de ahora en provecho de empresas ciclópeas. Nuestro
objetivo no es otro que la edificación progresiva de una nueva estructura de
poder fundada en las mayorías, y centrada en satisfacer en el menor plazo
posible los apremios más urgentes de las generaciones actuales”.
Ratificó el
compromiso del Gobierno Popular de resolver las necesidades más urgentes del
pueblo:
“Atender a las reivindicaciones populares es la única
forma de contribuir de hecho a la solución de los grandes problemas humanos;
porque ningún valor universal merece ese nombre si no es reductible a lo
nacional, a lo regional y hasta a las condiciones locales de existencia de cada
familia.
Nuestro ideario podría parecer demasiado sencillo para los
que prefieren las grandes promesas. Pero el pueblo necesita abrigar sus
familias en casas decentes, con un mínimo de facilidades higiénicas, educar a
sus hijos en escuelas que no hayan sido hechas sólo para pobres, comer lo
suficiente en cada día del año, el pueblo necesita trabajo, amparo en la
enfermedad y en la vejez, respeto a su personalidad. Eso es lo que aspiramos
dar en un plazo previsible a todos los chilenos. Lo que ha sido negado a
América Latina a lo largo de siglos. Lo que algunas naciones empiezan a
garantizar ahora a toda una población.
Enfatizó en la
necesidad de movilizar al pueblo en la tarea de satisfacer las necesidades
populares:
“Empero, detrás de esta tarea y como requisito fundamental
para llevarla a cabo, se impone otra igualmente trascendental. Es movilizar la
voluntad de los chilenos para dedicar nuestras manos, nuestras mentes y
nuestros sentimientos a recuperar al pueblo para sí mismos a fin de integrarnos
en la civilización de este tiempo como dueños de nuestro destino y herederos
del patrimonio de técnicas, de saber, de arte, de cultura. Orientar
el país hacia la atención de esas aspiraciones fundamentales es el único modo
de satisfacer las necesidades populares, de suprimir diferencias con los más
favorecidos. Y, sobre todo, de dar tarea a la juventud, abriéndole amplias
perspectivas de una existencia fecunda como edificadora de la sociedad en que
le tocará vivir”.
Estableció los cinco
puntos esenciales del proceso revolucionario en marcha:
Conciudadanos del Congreso. El mandato que se nos ha
confiado compromete todos los recursos materiales y espirituales del país.
Hemos llegado a un punto en que el retroceso o el inmovilismo significarían una
catástrofe nacional irreparable. Es mi obligación, en esta hora, como primer
responsable de la suerte de Chile, exponer claramente el camino por el que
estamos avanzando y el peligro y la esperanza que, simultáneamente, nos depara.
El Gobierno Popular sabe que la superación de un período
histórico está determinada por los factores sociales y económicos que ese mismo
período ha conformado previamente. Ellos encuadran los agentes y modalidades
del cambio histórico. Desconocerlo sería ir contra la naturaleza de las cosas.
En el proceso revolucionario que vivimos, son cinco los
puntos esenciales en que confluye nuestro combate político y social: la
legalidad, la institucionalidad, las libertades políticas, la violencia y la
socialización de los medios de producción: cuestiones que afectan al presente y
al futuro de cada conciudadano”.
Salvador Allende
finalizó su Mensaje al Congreso Pleno del 21 de Mayo de 1971 diciendo:
“El pueblo chileno, en proceso ascendente de madurez y de
organización, ha confiado al Gobierno Popular la defensa de sus intereses. Ello
obliga al Gobierno a actuar con una total identificación e integración con las
masas, a interpretarlas orientándolas. Y le impide distanciarse con actuaciones
retardadas o precipitadas. Hoy más que nunca, la sincronización entre el
pueblo, los partidos populares y el Gobierno debe ser precisa y dinámica.
Cada etapa histórica responde
a los condicionamientos de lo anterior y crea los elementos y agentes de la que
sigue. Recorrer la etapa de transición sin restricciones en las libertades
políticas, sin vacío legal o institucional, es para nuestro pueblo un derecho y
una legítima reivindicación. Porque está prefigurando en términos concretos su plena realización
material en la sociedad socialista. El Gobierno Popular cumplirá con su
responsabilidad en este momento decisivo.
En la organización y
conciencia de nuestro pueblo, manifestada a través de los movimientos y
partidos de masas, de los sindicatos, radica el principal agente constructor
del nuevo régimen social. En movilización permanente y multiforme, según las
exigencias objetivas de cada momento. Esperamos que esta responsabilidad, no necesariamente
desde el Gobierno, sea compartida por la Democracia Cristiana
que deberá manifestar su consecuencia con los principios y programas que tantas
veces expuso al país”.