En el 101º aniversario de su nacimiento:
Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER
Julieta Campusano Chávez nació en Tocopilla el 31 de
mayo de 1918. Su padre, Eleodoro Campusano, era
un obrero que laboraba para la Chile Exploration;
su madre, doña Jesús Chávez, lavandera.
La propia Julieta relata así su niñez y juventud:
“Fui
tejedora, costurera, dependiente de una tienda y después en una pulpería. Tuve
que trabajar desde muy joven, porque la necesidad en mi hogar era muy grande. A
mi padre lo habían despedido de una empresa norteamericana que trabajó en
Tocopilla”.
REINA DE LA PRIMAVERA
Lo que
no dice Julieta, lo cuenta el periodista Jorge Soza Egaña evocando la juventud
de ella: “Mi primer recuerdo viene en una ola del norte, de Tocopilla, su
ciudad natal. Eran las fiestas de la primavera y ella pasó en un carro adornado
con flores y un letrero que decía: ‘Julieta Campusano, candidata de la Villa Covadonga’.
Habían terminado las clases en mi escuelita, situada frente al mar, y nos
apiñamos para verla. ‘Es la más bella de todas’, dijo un niño que vivía en la Villa. En ésta
habitaban los trabajadores de la Chile Exploration,
la firma norteamericana que explotaba la planta eléctrica que suministraba
energía al mineral de Chuquicamata. Un día, el padre de la candidata fue
despedido y la familia emigró a Coquimbo. Después supe que Julieta fue reina”.
Tocopilla, 1920
SE INCORPORA A LAS JUVENTUDES COMUNISTAS
En
Coquimbo inició su larga trayectoria de luchadora política y social. Ingresó a
las Juventudes Comunistas en 1934, cuando tenía 16 años de edad.
Formó
parte de la delegación de 12 jóvenes enviados por Coquimbo al Congreso de la Alianza Libertadora
de la Juventud,
realizado en Santiago en septiembre de 1937.
Luis Corvalán la conoció en esa
ocasión. La recuerda así: “Era una lola gordita, llena de vida”.
En
1943, residiendo ya en Santiago, participó activamente en la comisión
preparatoria del Primer Congreso Nacional de Mujeres. Este tuvo lugar en 1944 y
de él surgió la
Federación Chilena de Instituciones Femeninas (FECHIF),
presidida por Amanda Labarca y Julieta Campusano, que tenía como principal
objetivo la obtención de los derechos políticos para las mujeres.
MIEMBRO DEL COMITÉ CENTRAL DEL PC
En el
XIII Congreso Nacional del Partido Comunista, efectuado en la capital entre el
8 y el 15 de diciembre de 1945, fue elegida miembro del Comité Central.
Luis
Corvalán señala que “Julieta ha sido la mejor encargada femenina que ha tenido
el Partido Comunista, y dicho esto sin desmerecer en absoluto la gestión cumplida
por otras compañeras que la antecedieron o la sucedieron”.
Formó
parte, designada por el Partido, de la comitiva que acompañó al candidato González
Videla, durante la campaña presidencial que culminó el 4 de septiembre de1946,
con el triunfo de éste.
EN LA
CÁRCEL
En
abril de 1947 fue elegida regidora por la Comuna de Santiago.
Tres
ministros comunistas formaron parte del primer gabinete de González Videla.
Abandonaron el gobierno a mediados de 1947. En octubre de ese año, consumada la
traición al programa jurado al pueblo, se inició la persecución contra los
comunistas. Cientos de ellos fueron relegados a Pisagua.
Julieta
Campusano fue detenida y enviada a prisión en avanzado estado de embarazo.
Entonces mostrando esa firmeza de toda su vida, exigió al gobierno y a las
autoridades carcelarias, que la
trasladaran a una clínica. Porfió hasta conseguirlo. Así fue como fue en
una clínica, y no en la cárcel como pretendió el traidor, donde dio a luz a su
hija Dolores.
LA LEY MALDITA
En
septiembre de 1948, González Videla promulgó la mal llamada Ley de Defensa de la Democracia. Fueron
borrados 40 mil ciudadanos de los Registros Electorales. Uno de ellos, fue
Julieta.
Pero
ella siguió luchando. Jorge Soza la evoca: “La veo en un acto, en Santiago.
Aparece de pronto, burlando la
Ley Maldita dictada por el Congreso y promulgada en
septiembre de 1948. Me recordó a Gabriela Mistral: su mismo señorío. Irradiaba, como la Mistral: dignidad”
Julieta
Campusano trabajó activamente en la campaña presidencial de 1952 de Salvador
Allende. Es conocida una foto de ese año: en el proscenio de un acto aparece
ella, Elías Lafertte y el candidato del Frente del Pueblo.
Julieta Campusano, Elías Lafertte y Salvador
Allende durante la campaña presidencial de 1952
CON BUENA BRÚJULA POLÍTICA
El 8 de
marzo de 1958, falleció el secretario general del PC, el obrero Galo González.
“El Comité Central –escribe Luis Corvalán
en “De lo vivido y lo peleado”- me eligió como su secretario general.
Galo González, en su lecho de muerte, había alcanzado a decir José González que,
en su opinión, yo debería sucederlo. Julieta Campusano fue la primera en
expresar su acuerdo:
-Corvalán
–dijo- es un revolucionario formado por el Partido. Y se explayó en otras
consideraciones y palabras elogiosas que no puedo repetir.”
Al respecto,
Julieta Campusano expresó hacia 1975: “Corvalán recuerda siempre que fui la que
lo propuse para secretario general del Partido, y se reía porque dije que lo
proponía porque lo consideraba el más equilibrado de todos. Según mi concepto
él aparecía indiscutiblemente como el compañero que debía suceder al compañero
Galo...”
El 2 de
agosto de 1958, fue derogada la
Ley Maldita. El PC recobró su legalidad. Con ese motivo, el
Partido nombró una delegación formada por Luis Corvalán, Pablo Neruda y Julieta Campusano, quienes se
entrevistaron con el Presidente Carlos
Ibáñez del Campo para agradecerle la exitosa iniciativa que él había tomado en
orden a derogar la ley que mantenía a los comunista al margen de la igualdad de
derechos y que había pretendido mantenerlos al margen de la vida política.
FRATERNALMENTE SEVERA
Conocí
a la compañera Julieta en Temuco hacia fines de 1958. Por entonces, yo era el
secretario político de las Juventudes Comunistas de Cautín. Ella asistió a una
reunión de nuestro Comité Regional.
En mi
informe -todavía muy influido por el éxito
obtenido por la Jota
de Cautín en el Tercer Congreso Nacional de las Juventudes Comunistas de Chile,
realizado clandestinamente en Santiago, del 30 de enero al 2 de febrero de
1958, donde fuimos la mejor provincia y yo elegido para el CC- critiqué a los
miembros del CR de la Jota
por no cumplir con sus responsabilidades
como correspondía. Luego que interviniéramos todos, habló la sabia
camarada. Señaló las principales tareas para los comunistas chilenos en esos
momentos y estimuló el trabajo que realizábamos.
Terminada
la reunión, me llamó a un lado y me dijo fraternalmente: “Mijito, usted es un
buen dirigente, usted tiene una gran vitalidad y mucha conciencia comunista,
pero no puede exigir que los otros miembros del Regional caminen a su tranco.
Así los puede quebrar”
DIPUTADA
Julieta
Campusano fue elegida diputada por el Segundo Distrito de Santiago para el
período 1961- 1965.
Presentó
varias mociones, algunas fueron Leyes de la República: Por ejemplo, la Ley Nº 15.711 del 6 de
octubre de 1964, sobre expropiación de terrenos de la Comuna de Quinta
Normal para construir una plaza de
juegos infantiles; la Ley Nº
16.247 del 28 de abril de 1965, sobre un Empréstito a la Municipalidad de
Quinta Normal.
También
participó activamente en la Ley
de Jardines Infantiles, en la Ley
de Jubilación de la Empleada
de Casa Particulares y en la Ley
de la Jubilación
de la Mujer a
los 60 años.
POR LOS CERROS DE COQUIMBO
Recuerdo
que en el verano de 1965 fuimos con Marcia a pasar unos días de vacaciones a
Coquimbo. El mismo día de nuestra llegada me presenté en el local del Partido
por si podía ayudar en algo. Me recibieron muy fraternalmente y me
dijeron:
-Muchas
gracias, compañero, pero usted, compañero, vino a descansar, pues descanse...
De
todas formas, dejé el número del teléfono de la casa de mi cuñada, donde
estábamos.
A las
pocas horas sonó la campanilla del fono. Pidieron hablar conmigo. Tomé el
teléfono.
- Compañero
Iván -me dijeron- ha llegado la compañera Julieta y no tenemos quien la
acompañe, podría...
Fue
así, como Marcia y yo, salimos con la compañera Julieta a recorrer los cerros
de Coquimbo. Allí pudimos comprobar la manera en que llegaba a la gente, como
criticaba cualquier rasgo de machismo, como hablaba con mucha sencillez y
convencimiento. Anduvimos harto, pero aprendimos mucho de ella.
En
marzo, cuando ya habíamos regresado a Temuco,
supimos que había sido elegida
senadora por la
Segunda Agrupación Provincial de Atacama y Coquimbo por el
período 1965 – 1973.
Como
senadora, integró la
Comisión Permanente de Minería y de la de Agricultura y Colonización. Fue, además,
miembro de la Comisión
Mixta de Presupuesto e integró el Comité Parlamentario del
Partido Comunista entre 1968 y 1969.
CONTRA LOS MASACRADORES
El 11
de marzo de 1966, durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, tropas del
ejército asesinaron a 6 obreros y dos
mujeres en el mineral de cobre de El Salvador, en el desarrollo de una huelga
de solidaridad de esos mineros con sus hermanos de El Teniente.
En la
sesión del 14 de ese mes del Senado, los parlamentarios democratacristianos
propusieron una amnistía que borrara ese crimen. La senadora Campusano advirtió
que aunque se aprobara esa amnistía “el pueblo no olvidará que el Gobierno de
la ‘revolución en libertad’ manchó sus manos con sangre de chilenos y entre
ellos, de dos mujeres proletarias”.
En medio
de un debate muy agitado, hubo “insultos intercambiados entre los senadores
democratacristianos José Foncea, Benjamín Prado, Alejandro Noemí y los
senadores Raúl Ampuero, Jaime Barros y Julieta Campusano”.
El
proyecto de amnistía fue aprobado por la Cámara Alta ese día 14 de junio de 1966, por 18
votos a favor, 8 en contra, una abstención y dos pareos.
PORTADORA DE LA SOLIDARIDAD
El 9 de
marzo de 1969, también durante el
gobierno de Eduardo Frei Montalva, carabineros perpetraron la masacre de pampa
Irigoin, en Puerto Montt, contra pobladores. Diez fueron las víctimas, además
de varios heridos. A esa ciudad sureña llegaron el 10 de marzo, Salvador
Allende, Presidente del Senado, Julieta Campusano, senadora comunista y Mario
Palestro, diputado socialista. Los tres participaron en los masivos funerales
llevados a cabo al día siguiente.
En
la 36ª sesión extraordinaria del Senado,
del 13 de marzo de 1969, Julieta
Campusano dijo en parte de su discurso con motivo de la masacre de Pampa
Irigoin: “Las balas asesinas se llaman Frei, Pérez Zujovic. Ellos han dicho que
no tolerarán ocupaciones ilegales. Pero para ellos, el hambre, la miseria, la
vivienda insalubre y la condición de allegados, eso es legal”.
SU OPINIÓN SOBRE LUIS CORVALÁN
Julieta
Campusano de ágil inteligencia, aguda observadora, trabajadora, muy
responsable, jugó un importante rol como
miembro del Comité Central. Tenía opiniones bien formadas.
Por
ejemplo, sobre el secretario general decía hacia 1975: “En realidad la
impresión que da Corvalán es que él
pensaba, pensaba mucho, se hacía su propio análisis de la situación. Entonces
el producto de ese análisis que él hacía, lo llevaba a la Comisión Política...
Siempre sus intervenciones en la Comisión Política eran interesantes. E invitaba a
los demás, que fuimos aprendiendo también, a que se pensaran las cosas, no a
hablar por hablar, sino a que hubiera un análisis de los planteamientos para
sacar una conclusión correcta, una línea correcta...
A
Corvalán, entre todos los méritos, yo le considero que tiene uno, el del
trabajo colectivo. Cuando preparaba un informe, él lo llevaba a la dirección
del Partido, para que se viera, para que se leyera, para que se le criticara.
No tenía ‘orgullo’ de su obra, de lo que él había hecho: cortaba, borraba,
hacía de nuevo y recogía la opinión de todos, hasta del más modesto miembro de
la dirección, que le podía hacer alguna sugerencia, algún alcance a lo que él
había preparado. No es una personalidad que aplaste. Es una personalidad que
está siempre en el medio del grupo... Y lo otro es que él trataba de exigir más
a los cuadros, que dieran más. Siempre estaba sosteniendo que cada uno de los
miembros de la
Comisión Política era capaz de dar más, y por lo tanto debía
dar más”.
EN EL TRIUNFO Y EL GOBIERNO POPULAR
El 4 de
septiembre de 1970, triunfó Salvador Allende. Julieta Campusano, junto a Luis
Corvalán y Pablo Neruda formaron la delegación del PC, que en la mañana del 5
de septiembre fue a visitar y saludar
al Presidente Electo.
El 3 de
noviembre de 1970 se inició el Gobierno Popular. Desde el primer día, el
Partido Comunista se entregó de lleno a cumplir con las principales tareas de
ese momento.
En
junio de 1971 tuvo lugar un Pleno del Comité Central dedicado a la “batalla de
la producción”. El Informe fue entregado por José Cademartori.
La
compañera Julieta Campusano, en parte de
su intervención, titulada
“Proyectar moral proletaria a las masas
trabajadoras”, dijo:
“Desde
que el Gobierno de la
Unidad Popular asumiera sus funciones han transcurrido cinco
meses, y desde entonces hasta ahora, gradualmente, hemos visto cómo día a día
aumenta la responsabilidad que tenemos los comunistas en el éxito o el fracaso
del Gobierno Popular…Por lo que significa, queremos destacar con satisfacción
de militante comunista, el aumento de la producción logrado en el carbón, en el
salitre, en el mineral de El Salvador y otras industrias como textiles,
acero... Ello no es una casualidad. Allí donde ha habido más luchas sociales, más vida sindical,
donde se ha sacado del economicismo a los trabajadores, ahí donde se ha elevado
el nivel político de la clase obrera, ahí precisamente es donde hemos logrado
los primeros triunfos de la gran batalla, por el aumento de la producción. Así
se responde al imperativo histórico que nos
demanda el Gobierno y el Programa de la Unidad Popular.
“Desde
aquí felicitamos a cada uno de esos obreros
y obreras. Pioneros del hombre nuevo. Iniciadores conscientes de estas
jornadas, expresión clara de la moral proletaria y del nuevo concepto del
trabajo social. Este es el camino de la victoria. A ese camino hay que conducir
a millones de chilenos”.
En
1973, Julieta Campusano fue promovida
al secretariado del Comité Central del
Partido. En marzo, reelegida Senadora
por el período 1973 -1981 Pero, a través
del Decreto Ley 27, de fecha 21 de septiembre de 1973, los fascistas eliminaron el Congreso Nacional.
Tras el
golpe se asiló en la Embajada
de Holanda. Durante el exilio, que lo vivió en la República Demócrata
Alemana, Cuba, Holanda y Argentina, tuvo una
destacada actuación como dirigente comunista.
EN EL PLENO DE AGOSTO DE 1977
Julieta Campusano fue uno de los 41 miembros del
Comité Central y 20 invitados, que
tomaron parte en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Chile, efectuado en el exterior en agosto
de 1977. El informe fue rendido por el secretario general del Partido,
compañero Luis Corvalán.
En su
intervención, la compañera Julieta dijo:
“Al
escuchar el informe del compañero Corvalán se sintetiza toda una etapa de
lucha, en que las posiciones de la clase obrera, venciendo mil obstáculos, se
abren paso por conquistar el poder. Durante el curso de su lectura revivimos
toda esa intensa jornada. Los mil luminosos días del Gobierno Popular y la
brutalidad del golpe fascista. Gracias, compañero Corvalán, por habernos
trasladado al corazón mismo de nuestro pueblo...
“Confieso
que nunca como ahora me había costado tanto intervenir en una reunión del
Partido como en esta oportunidad...
“Durante
estos años la gesta heroica de la resistencia chilena, de sus trabajadores y
mujeres, viene contando con el respaldo solidario de masas inmensas en el
mundo. Solidaridad que ha sorprendido al imperialismo y que en vez de disminuir
ha ido creciendo...
“Pienso
que este Pleno es el de más alto nivel político a que he asistido en mis 23 años de miembro del Comité
Central. Estoy impresionada por la calidad de las intervenciones, por la
disposición revolucionaria manifestada por cada uno de los compañeros a acatar las resoluciones de la Dirección para trabajos
en el interior o donde quiera que sea...
“Así ha
sido a lo largo de la historia de nuestro Partido: así se ha forjado el acero
de nuestros militantes. En cada coyuntura el pueblo nos ha respondido, nuestro
Partido siempre ha estado a la altura de sus responsabilidades...”
EN EL EXILIO
En el
destierro me encontré en dos ocasiones con la compañera Julieta. Una de ellas fue en Ámsterdam,
Holanda, con motivo de un encuentro de dirigentes de los Coordinadores del PC
de Chile de Europa Occidental.
La
segunda oportunidad fue en Marburg, República Federal Alemana, donde yo
residía. Llegó a esta ciudad en gira por ese país, invitada por el Partido
Comunista Alemán.Uli Stang, secretario del PC Alemán de la ciudad, me comunicó
su visita y me propuso que ambos la acompañáramos en su estada en Marburg,
junto con una compañera española que le servía de intérprete. Salimos a conocer
la parte antigua de la ciudad.
Marburg, Alemania
Frente
al edificio de la
Municipalidad y a una bella plaza, Uli nos invitó a tomar
algo en un local. La compañera Julieta pidió té. Lo exigió caliente, como se
toma –explicó- en las loncheras de los trabajadores chilenos.
Esa
noche, los chilenos residentes en Marburg preparamos un pequeño encuentro en nuestro
departamento en homenaje a la querida
visita, al cual invitamos a algunos compañeros alemanes. La vivienda se
repletó.
RETORNO
CLANDESTINO A LA PATRIA
El 20
de marzo de 1987, junto con Mireya Baltra, ingresaron clandestinamente a
Chile por el paso cordillerano de Tronador, a la altura de Osorno. Desde
Argentina habían emprendido una travesía que duró 10 días. Una parte en
camioneta, a caballo, en carreta y a pie. Cruzaron la frontera. Llegaron a
Puerto Montt y de allí a Santiago, a donde
arribaron el domingo 22 de marzo
de 1987.
Pensaban
presentarse ante la Corte
de Apelaciones de la capital de inmediato, pero demoraron su acción al conocer
que recién lo había hecho Clodomiro
Almeyda, el 25 de marzo de 1987.
Permanecieron clandestinamente hasta el martes 12 de mayo, día en que se presentaron, en medio de la
expectación de los periodistas, ante la Corte de Apelaciones para poner un recurso de amparo reclamando su derecho de
vivir en la patria. Fueron acompañadas por los abogados democratacristianos
Jaime Castillo Velasco y Enrique Krauss. Empujadas por gendarmes y policías
Julieta y Mireya debieron abandonar el recinto judicial. Un auto las llevó
hasta la Comisión
de Derechos Humanos. Al cabo de pocos minutos el local fue rodeado por
policías. Una hora después, dos mujeres salían de allí, se subieron a un
vehículo que partió a toda velocidad. La
policía lo siguió por diferentes calles de Santiago. Cuando el sector
circundante de la Comisión
de Derechos Humanos estaba vacío, tranquilamente salieron de sus oficinas Julieta y Mireya y se trasladaron a los
domicilios de sus familiares.
Pasadas
las 21 horas fueron sacadas de sus hogares y
trasladadas en una patrullera de Investigaciones hasta el cuartel
central de la policía civil. Horas
después, llevadas al aeropuerto de Cerrillos y embarcadas rumbo a sus lugares
de relegación. Mireya a Puerto Aysén en el extremo sur; Julieta, a Sierra Gorda
en la Segunda Región.
Después trasladada a Camiña, pueblo ubicado a unos 100 kilómetros al Noreste de
Pisagua y a 2.200 metros sobre el nivel del mar.
Fue en
ese poblado de dos mil habitantes, donde Julieta Campusano cumplió el 31 de
mayo de 1987, sus 69 años.
Julieta Campusano, relegada en Camiña
CLARIDAD POLÍTICA
Cuando
en el Partido se discutía si se debía
llamar a inscribirse en los Registros Electorales para participar el Plebiscito
convocado por Pinochet para octubre de 1988, Julieta mostrando gran claridad
política y mucha audacia, fue la primera dirigente comunista en inscribirse en
los Registros Electorales.
Según
el programa “Escucha Chile” de Radio Moscú, de fecha 30 de octubre de
1987, una comisión de dirigentes comunistas formada por Julieta Campusano,
Mireya Baltra y Ociel Núñez explicaron que “el llamado a la inscripción
electoral fue asumido (por el Pleno del Comité Central de octubre de 1987) debido a los
planteamientos de otras fuerzas de izquierda y a la necesidad de remover un
obstáculo para la unidad de la oposición en una materia que califican de secundaria”.
Finalmente, el Pleno del CC del 16 de junio de 1988 llamó
a votar NO en el plebiscito. En una declaración pública afirmó: “Nuestro NO es
total, expresado en múltiples formas, en
todo momento, en todo lugar, como ha sido total nuestra oposición a la
dictadura desde el mismo 11 de septiembre de 1973”
EN EL CONGRESO CLANDESTINO DE 1989
Julieta
participó en el llamado XV Congreso Nacional del Partido Comunista de Chile
(que en verdad es el XIX), realizado clandestinamente en San Sebastián, en mayo
de 1989.
En ese
evento, el último de ese tipo en que participó dijo Julieta,
“Compañeros:
Qué
inmensa satisfacción revolucionaria sentimos los viejos comunistas que la vida
nos haya alcanzado para ser uno más de los delegados al 15 Congreso. Quiero
agradecer el honor de estar en la presidencia de este histórico Congreso. Creo
que la dirección con ello ha cumplido dos objetivos: por un lado la presencia
de la mujer comunista que a lo largo y ancho de la patria ha entregado su
abnegación, su heroísmo, su lucha en estos quince años contra la tiranía, esa
abnegación, esa amplitud para ver en cada una de sus tareas una tarea política
como es ese grupo de compañeras que han hecho posible su alimentación en estos
días. Por otro lado, pienso que también los compañeros han querido mostrar en
la presidencia del Congreso la continuidad del Partido, presentar a la vieja
guardia del Partido de que con más de 50 años de militancia están aún en sus
filas, a los que han luchado todos los días, a los que no han encontrado largo
el camino, a los que no se han desesperado en la derrota, a los que durante
décadas han sido, como en estos quince años, distinguidos con el odio de la
clase gobernante, a los que el hambre, la miseria, la cárcel, la cesantía, la
persecución, no los doblegaron, a los que jamás desconfiaron de la certeza de
sus ideas y que en cada represión no los abandonó la seguridad de que el pueblo
abriría camino...”
“Este
Partido tiene raíces profundas y sólidas, fue formado por Recabarren, por la fe
de Ricardo Fonseca, por Galo González y, por qué no decirlo, por el compañero
Luis Corvalán...”
“...Yo
aquí quiero repetir: cuando se es joven todos son revolucionarios, compañeros,
pero lo hermoso, lo grande, lo que hace la Juventud Comunista
y lo que hace el Partido es continuar cuando viejo siendo revolucionario”.
Yo
participé en ese congreso clandestino, representando a los comunistas chilenos
exiliados en la República Federal
Alemana. Fui testigo como con su valiosa
intervención, sabia y serena, la compañera Julieta contribuyó a poner “paños
fríos” en un debate que no siempre estuvo caracterizado por la fraternidad
comunista.
EL ADIOS A QUIEN ESTARÁ SIEMPRE PRESENTE
Julieta
Campusano falleció el martes 11 de junio
de 1991, a
los 73 años y después de haber militado
durante 55 años en las filas del Partido Comunista.
El
jueves 13 de junio, en la 6ª Sesión Ordinaria del Senado, su Presidente, Gabriel
Valdés Subercaseaux dijo: “Debo comunicar a la sala el sensible fallecimiento
de la exsenadora señora Julieta Campusano. Como ha sido tradicional en la Corporación, en mi
calidad de Presidente haré uso de la palabra, en el funeral, que se realizará en
la tarde de hoy, a las 16,30 horas en el Cementerio General de Santiago”.
En la
misma sesión, rindieron homenaje a Julieta Campusano los siguientes senadores:
Rolando Calderón, en nombre de los partidos
Socialistas-PPD y del PS de Chile; Jorge Lavanderos, del PDC; Mario
Papi, del Comité Radical Socialdemócrata; Francisco Prat, por Renovación
Nacional y William Thayer, a nombre del Comité Independiente de tres senadores.
Sus
funerales fueron una masiva expresión de dolor por la inmensa pérdida, y de cariño
y admiración hacia la ejemplar comunista.
Luis
Corvalán la recuerda como “una genuina
representante de la mujer batalladora, de la mujer del pueblo, que se
caracteriza por su rica sensibilidad ante los problemas de la gente, frente a
los dramas humanos”.
El
mismo dirigente comunista escribió en “De lo vivido y lo peleado”:
“Se nos
fue Julieta en junio de 1991. Poco antes, en un pleno del Comité Central, se
levantó para decirles a todos sus compañeros que tenía cáncer, que la
enfermedad estaba en estado muy avanzado, se generalizaba y le atacaba todo el
organismo, pero seguiría luchando hasta el último minuto de su vida.
Así era
esa figura majestuosa, que conquistó la simpatía del Partido, el cariño del
pueblo y el respeto de todos por su sencillez, su modestia, su tenacidad y
valentía. Sus exequias fueron una clara expresión de la alta consideración que
había para ella en todos los círculos democráticos. Ante sus restos mortales y
una multitudinaria concurrencia de gente hablaron, además del secretario
general del Partido, Volodia Teitelboim, de su hija María y de Rosa Olivares
del Norte Chico, el Presidente del Senado Gabriel Valdés, el Presidente de la Cámara de Diputados Antonio
Viera Gallo y el dirigente socialista Jorge Arrate a nombre de los partidos de la Concertación. En
ambas ramas del Parlamento se le
rindieron sendos homenajes”.
No
falté a esa última cita con la gran compañera, el jueves 13 de junio de 1991.