El Círculo Virtual de Estudios
Histórico-Políticos entrega el último de diez relatos relacionados con el
exilio. El éste, se habla del anhelado retorno a la patria.
Carlota Espina
Editora
PARTIR ES MORIR UN POCO
Iván
Ljubetic Vargas
Después de participar en el llamado “XV” Congreso,
volví a la RFA a mediados de junio de 1989.
Teniendo en cuenta la difícil situación que el
Partido vive en el exilio y el inicio de
los graves problemas en los países socialistas, en las informaciones que
entregué sobre el Congreso clandestino, omití los rasgos negativos y mi opinión
sobre éste. Tampoco hablé de ello con
nadie. Talvez fue un error de mi parte. Es que para entonces no tenía aún claro
que lo ocurrido en ese evento de mayo de 1989 se transformaría en una de las
causas –quizás la más relevante- de la crisis que se inició en nuestro Partido
en los años ochenta.
CONTINÚAN LAS
ACCIONES SOLIDARIAS
Proseguíamos las acciones solidarias con Chile.
Después de mi regreso sacamos dos ejemplares más en español de ‘Don Reca’ y otras dos ediciones en alemán.
Con Camilo seguíamos con las visitas de fin de semana
a diferentes ciudades. Dábamos cuenta del “XV” Congreso en Chile y aclarábamos
los problemas que surgían.
Penaban mucho en los comunistas alemanes de la RFA
los problemas de los países socialistas, en especial los de la República
Democrática Alemana. La llamada caída del Muro de Berlín, ocurrida en la noche del
jueves 9 al viernes 10 de noviembre de 1989, fue un golpe de muerte para los
camaradas del PC alemán. Ese viernes pudimos comprobar que la librería marxista
amaneció cerrada. Y no abrió sus puertas más. Otro tanto ocurrió que la sede
partidaria. Pero los comunistas alemanes seguían solidarizando con nosotros.
EL ÚLTIMO AÑO
NUEVO EN EL DESTIERRO
El 14 de diciembre de 1989 triunfó el
democratacristiano Patricio Aylwin, candidato de la Concertación, que contó con
el activo apoyo del Partido Comunista de Chile.
El Año Nuevo 1990, los militantes de la célula Alberto Molina lo
pasamos haciendo y vendiendo empanadas. Fue la última acción de este tipo que efectuamos.
Con la llegada del Presidente Aylwin a La Moneda, el
11 de marzo de 1990, terminaba formalmente la dictadura. Cesaban las acciones
solidarias.
Ahora, pasaba a un primer plano mantener funcionando
el Partido y preparar el retorno a la
patria. Los miembros del secretariado nos dimos como meta volver el año 1990.
“VISITAS DE
DOCTOR”
Mientras fui Encargado del Coordinador del Partido en
la RFA, me correspondió participar en reuniones de coordinación a nivel
europeo. Viajé a Amsterdam y Rotterdam en Holanda; a Bruselas, en Bélgica: a
Berlín, en la República Democrática Alemana; a Praga, en Checoslovaquia; a
Budapest, en Hungría; a Moscú, en la Unión Soviética. También a un Conferencia
“mundial”, efectuada en esta última capital.
Todas estas
actividades fueron verdaderas “visitas de doctor”. Llegábamos a la ciudad sede,
participábamos en la reunión y nos embarcaban de inmediato de vuelta. Lo que no
supe nunca si esto estaba planificado así por los camaradas del partido dueño
de casa o por los compañeros chilenos residentes en el respectivo país.
PREPARANDO EL RETORNO
En marzo de 1990 realizamos un activo de todos los
encargados de células de Alemania Federal. Allí informamos de la decisión de
regresar de varios miembros del
Coordinador y se eligieron nuevos dirigentes.
Preparar la vuelta no era cosa sencilla. Había que
hacer los papeleos del caso ante las autoridades alemanes. Obtener los
pasaportes en el Consulado de Frankfurt los que no lo tenían. Lograr el apoyo
de la organización de las Naciones Unidas para las Migraciones Europeas para obtener el pago de pasajes y el
traslado de nuestras cosas, pues en Chile no teníamos nada. Para esto último
necesitábamos contratar una empresa que
se encargara del embalar, embarcar y desembarcar en Valparaíso y llevarlas a
Santiago.
COMIENZA EL
REGRESO
Fue así como fueron partiendo hacia nuestro país,
Beatriz Brinkmann; Camilo y su compañera Sonia; Pedro y Margarita.
En Marburg, al conocerse nuestra decisión de volver a
Chile, cuestión no bien comprendida por algunos amigos alemanes, recibimos el
cariñoso apoyo de muchos.
Por ejemplo, en la mañana del 18 de octubre de 1990 fuimos invitados por la Municipalidad de la ciudad. Nos recibió el
Alcalde, militante de la Socialdemocracia Alemana. Hubo un brindis por nuestro
feliz regreso a la patria, nos regaló un hermoso libro de Marburg. Cuando le
agradecimos todas las atenciones recibidas por esa Municipalidad en nuestros
casi 17 años de exilio en esa ciudad, nos dijo:
“Nosotros debemos agradecer a Chile y a los patriotas como ustedes. Yo
mismo me incorporé a la política inspirado por ese gran demócrata que fue
Salvador Allende.
Fue un hermoso gesto de la Municipalidad. Al salir de
su edificio, en su frontis el gallo, como si
quisiera también despedirnos, nos cantó doce veces.
UNA INOLVIDABLE DESPEDIDA
El 21 de octubre de 1990, un día antes de nuestra
partida los amigos y compañeros del Comité por Chile, del Partido Comunista
Alemán, los del Archivo
Fotográficos, chilenos de varias ciudades, ex alumnos de clases de español de
Marcia, nos prepararon una inolvidable fiesta de despedida. Fue un restaurante
de un compañero griego ubicado en los alrededores de Marburg. Mario Neculmán
cantó, esta vez no con su guitarra, sino con un acordeón. Hubo muchas hermosas
palabras. Nos reunieron una cantidad de dólares, que nos serían de enorme
utilidad. La emoción nos hacía estremecer. En esa noche, como en muchas de las
acciones vividas con esa maravillosa gente, nos hicieron comprender, en vivo y
en directo, el hondo significado de la palabra solidaridad.
¡ADIOS
QUERIDOS AMIGOS!
Al día siguiente, 22 de octubre, decenas de amigos
nos fueron a despedir a la estación ferroviaria de Marburg. Ahí estuvieron
Brigitte Walbe y Lutz Heusinger; Käte
Dinnebier, la solidaria dirigente de la Federación de Sindicatos Alemanes;
dirigentes del Partido Comunista Alemán; jóvenes comunistas alemanes; miembros
del Comité por Chile; Mario Neculmán; Pavel, un
camarada español que militó con nosotros; compañeros turcos...
Llegó el tren que en que nos embarcaríamos. Abrazos.
Saludos de despedida. Fotografías. Algunas banderas chilenas y rojas tremolando
ese mediodía. Partió el tren. Nos hicimos señales hasta perdernos de vista.
Sentía, de verdad, que partir era morir un poco.
Ivo, que se quedó en
Alemania, nos acompañó un tramo. Nos despedimos de él en el tren.
MAÑANA VAMOS
AL CAUPOLICÁN
Nosotros seguimos hasta Luxemburgo, donde nos
esperaban compañeros chilenos. Hicimos tiempo en su casa. Luego nos acompañaron
al Aeropuerto. Tomamos un avión soviético de Aeroflot. Hicimos escala en La
Habana. Luego Santiago. Nos esperaban familiares y compañeros. Entre ellos
Camilo Guzmán. Nos llevó hasta la dirección donde nos quedaríamos por algún
tiempo: Simón Bolívar 1862, Ñuñoa. Al despedirse me dijo: Mañana te paso a
buscar a las 10, para que vamos al Caupolicán. Hay un acto del Partido.