viernes, 21 de diciembre de 2012

PARTIR ES MORIR UN POCO










El Círculo Virtual de Estudios Histórico-Políticos entrega el último de diez relatos relacionados con el exilio. El éste, se habla del anhelado retorno a la patria.

Carlota Espina
Editora



PARTIR ES MORIR UN POCO

                                        
Iván Ljubetic Vargas

Después de participar en el llamado “XV” Congreso, volví a la RFA a mediados de junio de 1989.

Teniendo en cuenta la difícil situación que el Partido vive en el exilio y  el inicio de los graves problemas en los países socialistas, en las informaciones que entregué sobre el Congreso clandestino, omití los rasgos negativos y mi opinión sobre  éste. Tampoco hablé de ello con nadie. Talvez fue un error de mi parte. Es que para entonces no tenía aún claro que lo ocurrido en ese evento de mayo de 1989 se transformaría en una de las causas –quizás la más relevante- de la crisis que se inició en nuestro Partido en los años ochenta.

CONTINÚAN LAS ACCIONES SOLIDARIAS

Proseguíamos las acciones solidarias con Chile. Después de mi regreso sacamos dos ejemplares más en español de ‘Don Reca’  y otras dos ediciones en alemán.

Con Camilo seguíamos con las visitas de fin de semana a diferentes ciudades. Dábamos cuenta del “XV” Congreso en Chile y aclarábamos los problemas que surgían.

Penaban mucho en los comunistas alemanes de la RFA los problemas de los países socialistas, en especial los de la República Democrática Alemana. La llamada caída del Muro de Berlín, ocurrida en la noche del jueves 9 al viernes 10 de noviembre de 1989, fue un golpe de muerte para los camaradas del PC alemán. Ese viernes pudimos comprobar que la librería marxista amaneció cerrada. Y no abrió sus puertas más. Otro tanto ocurrió que la sede partidaria. Pero los comunistas alemanes seguían solidarizando con nosotros.

EL ÚLTIMO AÑO NUEVO EN EL DESTIERRO

El 14 de diciembre de 1989 triunfó el democratacristiano Patricio Aylwin, candidato de la Concertación, que contó con el activo apoyo del Partido Comunista de Chile. 

El Año Nuevo 1990, los  militantes de la célula Alberto Molina lo pasamos haciendo y vendiendo empanadas. Fue la última acción de este tipo que efectuamos.

Con la llegada del Presidente Aylwin a La Moneda, el 11 de marzo de 1990, terminaba formalmente la dictadura. Cesaban las acciones solidarias.

Ahora, pasaba a un primer plano mantener funcionando el Partido y preparar  el retorno a la patria. Los miembros del secretariado nos dimos como meta volver el año 1990.

“VISITAS DE DOCTOR”

Mientras fui Encargado del Coordinador del Partido en la RFA, me correspondió participar en reuniones de coordinación a nivel europeo. Viajé a Amsterdam y Rotterdam en Holanda; a Bruselas, en Bélgica: a Berlín, en la República Democrática Alemana; a Praga, en Checoslovaquia; a Budapest, en Hungría; a Moscú, en la Unión Soviética. También a un Conferencia “mundial”, efectuada en esta última capital.

Todas estas actividades fueron verdaderas “visitas de doctor”. Llegábamos a la ciudad sede, participábamos en la reunión y nos embarcaban de inmediato de vuelta. Lo que no supe nunca si esto estaba planificado así por los camaradas del partido dueño de casa o por los compañeros chilenos residentes en el respectivo país.

PREPARANDO EL RETORNO


En marzo de 1990 realizamos un activo de todos los encargados de células de Alemania Federal. Allí informamos de la decisión de regresar de varios miembros del  Coordinador y se eligieron nuevos dirigentes.

Preparar la vuelta no era cosa sencilla. Había que hacer los papeleos del caso ante las autoridades alemanes. Obtener los pasaportes en el Consulado de Frankfurt los que no lo tenían. Lograr el apoyo de la organización de las Naciones Unidas para las Migraciones Europeas para obtener el pago de pasajes y el traslado de nuestras cosas, pues en Chile no teníamos nada. Para esto último necesitábamos contratar una empresa que se encargara del embalar, embarcar y desembarcar en Valparaíso y llevarlas a Santiago.

COMIENZA EL REGRESO

Fue así como fueron partiendo hacia nuestro país, Beatriz Brinkmann; Camilo y su compañera Sonia; Pedro y Margarita.

En Marburg, al conocerse nuestra decisión de volver a Chile, cuestión no bien comprendida por algunos amigos alemanes, recibimos el cariñoso apoyo de muchos.

Por ejemplo, en la mañana del 18 de octubre  de 1990 fuimos invitados por  la Municipalidad de la ciudad. Nos recibió el Alcalde, militante de la Socialdemocracia Alemana. Hubo un brindis por nuestro feliz regreso a la patria, nos regaló un hermoso libro de Marburg. Cuando le agradecimos todas las atenciones recibidas por esa Municipalidad en nuestros casi 17 años de exilio en esa ciudad, nos dijo:  “Nosotros debemos agradecer a Chile y a los patriotas como ustedes. Yo mismo me incorporé a la política inspirado por ese gran demócrata que fue Salvador Allende.

Fue un hermoso gesto de la Municipalidad. Al salir de su edificio, en su frontis el gallo, como si  quisiera también despedirnos, nos cantó doce veces.

UNA INOLVIDABLE DESPEDIDA


El 21 de octubre de 1990, un día antes de nuestra partida los amigos y compañeros del Comité por Chile, del Partido Comunista Alemán, los del Archivo Fotográficos, chilenos de varias ciudades, ex alumnos de clases de español de Marcia, nos prepararon una inolvidable fiesta de despedida. Fue un restaurante de un compañero griego ubicado en los alrededores de Marburg. Mario Neculmán cantó, esta vez no con su guitarra, sino con un acordeón. Hubo muchas hermosas palabras. Nos reunieron una cantidad de dólares, que nos serían de enorme utilidad. La emoción nos hacía estremecer. En esa noche, como en muchas de las acciones vividas con esa maravillosa gente, nos hicieron comprender, en vivo y en directo, el hondo significado de la palabra solidaridad.

¡ADIOS QUERIDOS AMIGOS!

Al día siguiente, 22 de octubre, decenas de amigos nos fueron a despedir a la estación ferroviaria de Marburg. Ahí estuvieron Brigitte Walbe y Lutz Heusinger; Käte Dinnebier, la solidaria dirigente de la Federación de Sindicatos Alemanes; dirigentes del Partido Comunista Alemán; jóvenes comunistas alemanes; miembros del Comité por Chile; Mario Neculmán; Pavel, un  camarada español que militó con nosotros; compañeros turcos...

Llegó el tren que en que nos embarcaríamos. Abrazos. Saludos de despedida. Fotografías. Algunas banderas chilenas y rojas tremolando ese mediodía. Partió el tren. Nos hicimos señales hasta perdernos de vista.

Sentía, de verdad, que partir era morir un poco.

Ivo, que se quedó en  Alemania, nos acompañó un tramo. Nos despedimos de él en el tren.

MAÑANA VAMOS AL CAUPOLICÁN

Nosotros seguimos hasta Luxemburgo, donde nos esperaban compañeros chilenos. Hicimos tiempo en su casa. Luego nos acompañaron al Aeropuerto. Tomamos un avión soviético de Aeroflot. Hicimos escala en La Habana. Luego Santiago. Nos esperaban familiares y compañeros. Entre ellos Camilo Guzmán. Nos llevó hasta la dirección donde nos quedaríamos por algún tiempo: Simón Bolívar 1862, Ñuñoa. Al despedirse me dijo: Mañana te paso a buscar a las 10, para que vamos al Caupolicán. Hay un acto del Partido.



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