domingo, 23 de diciembre de 2012

A 23 AÑOS DE LA INVASIÓN YANKY A PANAMÁ









Camaradas, les envio el discurso que se presentó en la ciudad de Colón, ayer 20 de diciembre, a 23 años de la invasión yanky a Panamá. El acto fue organizado por el Frente Amplio Colonense y realizado en local de la Iglesia de San José de esa ciudad. La intervención central fué realizada por el dirigente de nuestro partido el ca. Rolando Ernesto Carrasquilla Vasquez (mi hermano).


Moises Carrasquilla V.
Coordinador de la Dirección Política
Partido del Pueblo




INTERVENCIÓN SOBRE LA INVASIÓN DEL 20 DE DICIEMBRE DE 1989
INTRODUCCIÓN


En este 23 aniversario del genocidio cometido contra el pueblo panameño, por parte del gobierno imperialista de los Estados Unidos, utilizando a  su ejército de asesinos, con las armas mas sofisticadas y la tecnología  más desarrollada del momento, deseamos hacer una exposición que responda al objetivo de la historia, “de que los hechos pasados se deben interpretar, para tratar de comprender el presente y poder proyectarse hacia el futuro”. La historia no es una poesía, que se aprende de memoria y se repiten las estrofas; la historia es para interpretarla, sacar experiencias y utilizarlas para explicarnos lo que está sucediendo en estos momentos.

Por eso, mi intención es demostrar que la situación política actual de Panamá, es producto y consecuencia lógica de la invasión del 20 de diciembre de 1989.

Antecedentes:

A partir del golpe militar contra el ex presidente Arnulfo Arias en 1968, se formó una situación que se caracterizó por el proceso Torrijista de descolonización, democracia o participación de las masas y disminución del poder de las roscas cerradas oligárquicas.

En el desarrollo de ese proceso de Liberación  Nacional, se logró la firma de los Tratados Torrijos-Carter, que suscribe un calendario de descolonización, que permitió derogar el Tratado Hay-Bunau Varilla, eliminar el enclave colonial, recuperar  la jurisdicción y soberanía en el territorio de la Zona del Canal, sacar  las bases militares y las tropas extranjeras del país y pasar a manos panameñas la administración del Canal. Con Torrijos se logra culminar la conformación del Estado Nacional, aunque aún sigue bajo la dependencia de los Estados Unidos. Se consolidó un Estado único, paso que era necesario para la independencia total. Este logro no elimina la presencia imperialista en el país pues, EE UU sigue manteniendo su poder estratégico, económico y militar, aunque en otras formas. Este aspecto de la dependencia prevaleciente lo encontramos en el contenido del Tratado de Neutralidad, donde esta se modernizó, disfrazó y se hizo más sutil. Esta presencia norteamericana en el país, aparece en el  Tratado de Neutralidad como, los “derechos residuales de los Estados Unidos”.

Pero, lo que hizo Torrijos, indudablemente, tiene un valor histórico: coronó una parte importante de la independencia nacional y eso es imborrable pues, con ello  se consolidó la nación panameña.

LA INVASION:

La invasión de Estados Unidos a Panamá fue precedida por un complejo programa de desestabilización, en el que se empleó el arsenal de la inteligencia estadounidense, la guerra de baja intensidad y la propaganda mediática.

Cuando Estados Unidos decide destruir a un país enemigo, por las razones que fuesen, aplica sanciones de diversos tipos como: comercial, económica, financiera, política, diplomática, así como presiones mediante instituciones u organizaciones internacionales, con el fin de debilitar la base del poder político en dicho país. De este modo busca asfixiar la economía del país y crear una crisis artificial para que el descontento de las masas identifique como culpable a sus dirigentes políticos y traten de derrocar al gobierno.

En Panamá se aplicaron sanciones económicas, comerciales, financieras y monetarias. Se congelaron depósitos bancarios de reserva del país existentes en bancos norteamericanos; se redujo drásticamente la circulación del dólar; se retuvieron aviones de la empresa Air Panamá; se prohibió a ciudadanos y empresas de Estados Unidos entregar dineros y valores al gobierno panameño y se tendió un cerco diplomático para aislar al gobierno panameño y obligar la renuncia de Noriega como comandante de las Fuerzas de Defensas de Panamá.

Además, el gobierno norteamericano excluyó a Panamá de los beneficios de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, para reducir sus exportaciones; usó el veto contra Panamá en las instituciones internacionales de crédito; suspendió todos los programas de ayuda al desarrollo de Panamá; canceló las donaciones y retuvo todo tipo de pago: entre ellos, los de la Comisión del Canal al gobierno panameño de los servicios públicos  como luz y teléfono, así como alquileres de apartamentos y casas. Todas estas sanciones económicas hicieron caer el crecimiento económico de Panamá al 0 por ciento a finales de 1989.

Por otro lado, construyeron un cerco diplomático en torno a Panamá, mediante presiones a la comunidad internacional, para que desconocieran al gobierno panameño, rompieran relaciones diplomáticas, retiraran a sus representantes, suspendieran todo tipo de ayuda, rayando en la violación del  Derecho Internacional.

En los días previos, Estados Unidos empezó a aumentar su presencia militar en Panamá de manera inconsulta y arbitraria, de manera escalonada y en violación de los tratados Torrijos-Carter, que obligaban a la coordinación mediante la Junta Combinada de Defensa. Realizaron maniobras militares sin la aprobación panameña, muchas de ellas de alta peligrosidad en áreas prohibidas y sin controles de ninguna especie, especialmente dentro de la ciudad de Panamá. El Comando Sur, cuyo cuartel general estaba localizado en Quarry Heights, condujo entre 1988 y 1989 cientos de operaciones militares por tierra, mar y aire, fuera de las áreas autorizadas y dentro de jurisdicción panameña, sin solicitar la aprobación de Panamá, con el fin de provocar a las Fuerzas de Defensa y a la población.

El Presidente George Bush intervino abiertamente en las elecciones de 1989, al anunciar que había entregado 10 millones de dólares a la oposición, provenientes de las cuentas que el gobierno panameño mantenía en bancos de Estados Unidos y que fueron ilegalmente congelados desde marzo de 1988.

El gobierno panameño, a raíz de las sanciones, estaba en la ruina; no había dinero para pagar la planilla, ni para atender los gastos más elementales. Así, entre paros, demostraciones, falta de liquidez, desesperación y represión, Estados Unidos planificó las acciones militares que fructificaron en la invasión del 20 de diciembre de 1989.

La invasión a Panamá era como un presagio de lo que ocurriría  mientras se derrumbaba el campo socialista: era la primera acción militar de invasión que realizaba EU, postguerra fría. Con esta acción pretendió inaugurar un nuevo orden internacional bajo su égida y Panamá fue un tubo de ensayo para futuras agresiones. Aquí se aplicó por primera vez, el concepto de la “soberanía limitada de los Estados”. Desde el punto de vista militar, la invasión a Panamá se constituyó en un laboratorio para ensayar un “modelo de guerra total”, alterno al de la guerra de baja intensidad.

Con la terminación de la Guerra Fría, el imperialismo se propuso iniciar un nuevo estilo de dirigir las relaciones internacionales en un mundo, que ellos consideraban, que ahora iba a ser unipolar. Por eso, la invasión a Panamá significó para el Imperialismo el inicio y la cuna de su “Nuevo Orden Mundial”.

LOS HECHOS DE LA INVASION:

A la medianoche del 19 de diciembre, a partir de las 11:30 p.m., fuerzas de tierra, mar y aire convergieron sobre diversos sitios preseleccionados, especialmente las instalaciones de las Fuerzas de Defensa como, el aeropuerto de Punta Paitilla; el Cuartel Central, ubicado en el populoso barrio del Chorrillo; el Cuartel de Tinajitas, del Distrito de San Miguelito; el Fuerte Cimarrón, sede del Batallón 2,000, en Pacora; el Cuartel de Panamá Viejo; el Cuartel de Los Pumas, ubicado en el Aeropuerto de Tocumen; la Base Militar de Rio Hato, donde funcionaban dos Institutos militares de nivel secundario; la Base Naval de Coco Solo, en Colón, entre otros.

El ejercito de los Estados Unidos utilizó aviones Stealth F-117, invisibles a radares ortodoxos; helicópteros Apache con la mas alta tecnología, el bombardero Sheridan M-551, vehículos blindados M-113 y tanquetas; ametralladoras de varios calibres y municiones desconocidas, algunas posiblemente químicas; rayos laser y otras utilerías nuevas como chalecos, cascos especiales y visores nocturnos fueron utilizados contra un país que no poseía fuerza aérea, defensa anti-aérea, ni artillería pesada.

En el Chorrillo, un total de 4 mil viviendas fueron destruidas, dejando sin hogar a más de 14 mil personas. El pueblo de Pacora fue bombardeado con sustancias químicas lanzadas por helicópteros del Comando Sur. El cuartel de las FDP en la ciudad de Colón fue destruido sin dañar su fachada, matando a muchos de sus ocupantes. De esta manera, Panamá sirvió de “conejillo de india” para experimentar nuevas armas de guerra.

Las  pérdidas económicas de la invasión se calculan en 2 mil millones. La invasión a Panamá del 20 de diciembre de 1989, ha sido catalogada como la operación bélica más importante de Estados Unidos, después de la guerra de Viet Nam.

Ninguno de los gobiernos post invasión, ha tenido siquiera el interés de crear una comisión que investigue los diversos aspectos de la invasión, ya que todavía no sabemos cuántos muertos, heridos y desaparecidos fue el resultado.

No ha habido una reclamación oficial al gobierno de los Estados Unidos por la destrucción de la economía y de propiedad nacional y estatal, mucho menos por las victimas. Ni siquiera se han atrevido a declarar el 20 de diciembre como día de duelo nacional.

CONSECUENCIAS:

La consecuencia objetiva del cambio violento de la situación, producto de la invasión, ha sido la destrucción del Estado que se originó con la República en 1903. Desde el punto de vista de la Nación, significó la destrucción del  Estado que históricamente le sirvió al imperialismo y a la oligarquía de sustentación o sea, un Estado mediatizado.

La existencia de la Nación panameña, que no ha podido ser destruida, abre otra perspectiva y es la de edificar un Estado Nacional independiente, soberano, autodeterminado, democrático, pluralista, participativo y de participación popular.

Al ser afectado seriamente el Estado existente con la invasión, los grupos oligárquicos que se sustentaban en él ven debilitada su influencia política en la sociedad. Desde el punto de vista ideológico, la destrucción de ese Estado que nació en 1903, ha afectado profundamente a los representantes del nacionalismo burgués y pequeño burgués, exponentes de la ideología liberal, la que sirvió siempre de marco teórico a dicho Estado. Por eso, los sectores populares tienen ahora la oportunidad histórica de participar en la construcción de un nuevo Estado, donde estén representados sus intereses.  

En esencia, el Estado que existía el 20 de diciembre de 1989, era el mismo que el de 1903. Aunque, la existencia de un proceso de liberación nacional abrió la posibilidad de la construcción de un nuevo Estado. Sin embargo, la invasión cerró en ese momento dicha posibilidad. Después de la invasión, los sectores políticos oligárquicos que se alternaron en el poder del Estado y del Gobierno, lo que hemos dado en llamar “el bipartidismo”, han tratado de reconstruir el viejo Estado, sin lograrlo plenamente ya que es obsoleto y antihistórico e incapaz de resolver los problemas básicos de la Nación y del pueblo panameño. Esto produce que estemos viviendo una situación de transición. Al darse la integración del territorio nacional, como resultado de los Tratados Torrijos-Carter, se crean las condiciones objetivas y materiales necesarias para la verdadera existencia del Estado Nacional panameño. Con esto, la perspectiva que despuntaba era hacia la culminación del Estado único, nacional, independiente, autodeterminado y realmente soberano.

La invasión del 20 de diciembre reinstaló la oligarquía en la administración del Estado tutelado, a través de un modelo bipartidista, de alternabilidad en el poder de fuerzas políticas de centro derecha enquistadas en las cúpulas del PRD y el Panameñismo, para alcanzar estabilidad política en el país, excluyendo a las fuerzas del movimiento popular y de izquierda.

La criminal invasión yanqui del 20 de diciembre de 1989, le impuso a nuestra Nación un nuevo rumbo neocolonialista y neoliberal, bajo la forma de un tipo de democracia excluyente, que sirvió para disfrazar ese nuevo rumbo. El resultado hoy es que ese orden político y administrativo bipartidista, post invasión, en su evolución es el que nos ha llevado a este Gobierno de derecha, que bajo la dirección del Presidente Martinelli nos esta empujando al abismo.

¿Qué es lo que esta pasando en Panamá ahora?

A tres años de gobierno de Ricardo Martinelli, lo que se destaca y se ha hecho popular, no son sus proyectos y obras materiales, sino el repudio y el rechazo a su política autoritaria, a la abierta corrupción de su política y la demagogia de sus promesas. Así, se ha ido generalizando una oposición popular de orígenes sociales muy diversos que ha desembocado en una reacción general, dando paso a una opción común muy amplia y abarcadora, cuyo efecto inmediato ha sido establecer una nueva correlación de fuerza en la coyuntura política, dando paso a una ofensiva popular y a un repliegue gubernamental.

Ante la tendencia ultraderechista y autocrática del gobierno de Martinelli lo saludable es fomentar la formación de los frentes de acción común, donde converjan diferentes fuerzas políticas, contra las pretensiones de los autócratas y su mafia de burócratas.

En Panamá existe un contraste entre el crecimiento económico y el desarrollo social. La burguesía financiera que dirige ese crecimiento económico, no garantiza el bienestar social de nuestro pueblo. Se observa un crecimiento material y de infraestructuras en el país pero, un cada vez mayor empobrecimiento de la población. El abismo entre los que más tienen y los que menos tienen se agranda.

La expresión política que tiene esta contradicción: crecimiento económico VS involución social, es el rechazo al autoritarismo del gobierno del CD, a la corrupción generalizada y a la politiquería de la partidocracia frente a las próximas elecciones. Ejemplos de este rechazo, recordemos las sublevaciones sociales ocurridas en Bocas del Toro, en la región del pueblo originario Ngäbe Buglé, la lucha contra la creación de la Sala V y el levantamiento popular en Colón, contra la venta de las tierras de la Zona Libre.

Las masas populares han logrado victorias política, que han derrotado en estas batallas al gobierno de Martinelli, poniéndolo de rodillas y obligándolo a retroceder derogando las leyes que habían aprobado.

Pero tenemos un gran déficit, el de tener un movimiento popular dividido y disperso, que no permite aprovechar al máximo la situación  internacional y nacional que nos son favorables y a desarrollar las tareas que corresponden al momento de ofensiva en que se encuentra el movimiento popular.

Es por eso, que el mayor esfuerzo que debemos desarrollar en estos momentos entre todas las fuerzas patrióticas, progresistas, democráticas y de izquierda, se debe centrar en el trabajo de consolidar los frentes de unidad de acción, en particular el Frente de Defensa de la Democracia y el Frente Amplio de Colón, sin perder de vista que el carácter común es en torno al rechazo de la política  nefasta del gobierno.

El pueblo panameño y en especial las fuerzas democráticas han dado una demostración sin igual de voluntad de lucha y convergencia en defensa de la propiedad estatal de la Zona Libre de Colon y las reivindicaciones de la provincia.

Esta amplia unidad de acción popular se expresó para manifestar su repudio concentrado  contra el orden centralista-presidencialista, que ha llevado al tope del agotamiento al Estado gobernado por Cambio Democrático.

La batalla que comenzó en Colón contra la privatización de la Zona Libre de Colón, abrió entonces las compuertas políticas del pueblo, para golpear en la esencia del problema que realmente motiva su lucha. El pueblo en la calle ha puesto a la orden del día y en la agenda nacional, el tipo de poder político que desea, rechazando unitariamente el carácter del poder que ha llevado a la crisis actual.

Esta es una crisis del orden existente, impuesto por la invasión yanqui en 1989 y que pasó por el fracaso del bipartidismo y ha llegado ahora al autoritarismo monárquico de Martinelli.

El pueblo en la calle, procedente de diversos sectores y de intereses diversos, están identificados en un sentimiento y deseo común de poner pronto final al  abuso y arbitrariedad presidencial, a su indiferencia y desprecio por la opinión del pueblo y a sus abusos de prepotencia que no tienen sustento ya, en la nueva situación política a la que ha evolucionado nuestra realidad nacional.

La lógica de todos estos hechos ha puesto objetivamente en la palestra la necesidad inmediata de una Constituyente. La forma de avanzar en la búsqueda de una salida pacífica de la crisis nacional, es convocar ya, a una Constituyente soberana por la vía de una iniciativa ciudadana, consagrada en el artículo 134 de la presente Constitución. Si logramos implementar la convocatoria de una Constituyente con las masas en la calle, se puede garantizar este tipo de Constituyente, deliberativa y participativa, que tenga poder propio.

El vehículo de esta iniciativa debe ser una Conferencia Nacional de todos los estamentos y organizaciones que han contribuido a la derrota de la Ley de privatización de la Zona Libre de Colón, integrados en el Frente Amplio Colonense y el Frente de Defensa de la Democracia.

La lucha del pueblo colonense, bajo la dirección del Frente Amplio Colonense, es la misma lucha del pueblo ngäbe-buglé bajo la dirección de la Coordinadora y su cacica Silvia Carrera, es la lucha del pueblo bocatoreño de Changuinola, es la lucha de los educadores, profesores y maestros, de la juventud en general y los estudiantes, de los diferentes frentes unitarios integrados por obreros y trabajadores a través de CONATO, ULIP, CONUSI, Federaciones de profesionales como COMENENAL, trabajadores canaleros, empleados públicos como ANFACSS, FENASEP Y ASEUPA, de los diferentes estratos del campesinado, de las mujeres, particularmente las amas de casas, de la sociedad civil, gremios empresariales como la Cámara de Comercio de Colón, incluyendo a personalidades individuales, las diversas etnias originarias y grupos minoritarios, especialmente de origen afroantillano y chino.

Nuestro deber es consolidar esta amplia unidad de acción popular.

LOOR A LOS MARTIRES DE LA INVASIÓN DEL 20 DE DICIEMBRE
VIVA EL FRENTE AMPLIO COLONENSE
VIVA EL FRENTE DE DEFENSA DE LA DEMOCRACIA
VIVA EL PUEBLO COLONENSE
VIVA EL PUEBLO PANAMEÑO
POR UNA CONSTITUYENTE SOBERANA
¡HEMOS AVANZADO LA LUCHA CONTINÚA¡

Lic. Rolando Ernesto Carrasquilla Vásquez
dirigente del partido del pueblo
20 de diciembre de 2012