Camaradas, les envio el discurso que se presentó en
la ciudad de Colón, ayer 20 de diciembre, a 23 años de la invasión yanky a Panamá.
El acto fue organizado por el Frente Amplio Colonense y realizado en local de
la Iglesia de San José de esa ciudad. La intervención central fué realizada por
el dirigente de nuestro partido el ca. Rolando Ernesto Carrasquilla Vasquez (mi
hermano).
Moises Carrasquilla V.
Coordinador de la Dirección Política
Partido del Pueblo
INTERVENCIÓN SOBRE LA INVASIÓN DEL 20 DE DICIEMBRE DE 1989
INTRODUCCIÓN
En este 23
aniversario del genocidio cometido contra el pueblo panameño, por parte del
gobierno imperialista de los Estados Unidos, utilizando a su ejército de asesinos, con las armas mas
sofisticadas y la tecnología más
desarrollada del momento, deseamos hacer una exposición que responda al
objetivo de la historia, “de que los hechos pasados se deben interpretar, para
tratar de comprender el presente y poder proyectarse hacia el futuro”. La
historia no es una poesía, que se aprende de memoria y se repiten las estrofas;
la historia es para interpretarla, sacar experiencias y utilizarlas para
explicarnos lo que está sucediendo en estos momentos.
Por eso,
mi intención es demostrar que la situación política actual de Panamá, es
producto y consecuencia lógica de la invasión del 20 de diciembre de 1989.
Antecedentes:
A partir
del golpe militar contra el ex presidente Arnulfo Arias en 1968, se formó una
situación que se caracterizó por el proceso Torrijista de descolonización,
democracia o participación de las masas y disminución del poder de las roscas
cerradas oligárquicas.
En el
desarrollo de ese proceso de Liberación
Nacional, se logró la firma de los Tratados Torrijos-Carter, que
suscribe un calendario de descolonización, que permitió derogar el Tratado
Hay-Bunau Varilla, eliminar el enclave colonial, recuperar la jurisdicción y soberanía en el territorio
de la Zona del Canal, sacar las bases
militares y las tropas extranjeras del país y pasar a manos panameñas la
administración del Canal. Con Torrijos se logra culminar la conformación del
Estado Nacional, aunque aún sigue bajo la dependencia de los Estados Unidos. Se
consolidó un Estado único, paso que era necesario para la independencia total.
Este logro no elimina la presencia imperialista en el país pues, EE UU sigue
manteniendo su poder estratégico, económico y militar, aunque en otras formas.
Este aspecto de la dependencia prevaleciente lo encontramos en el contenido del
Tratado de Neutralidad, donde esta se modernizó, disfrazó y se hizo más sutil.
Esta presencia norteamericana en el país, aparece en el Tratado de Neutralidad como, los “derechos
residuales de los Estados Unidos”.
Pero, lo
que hizo Torrijos, indudablemente, tiene un valor histórico: coronó una parte
importante de la independencia nacional y eso es imborrable pues, con ello se consolidó la nación panameña.
LA INVASION:
La
invasión de Estados Unidos a Panamá fue precedida por un complejo programa de
desestabilización, en el que se empleó el arsenal de la inteligencia
estadounidense, la guerra de baja intensidad y la propaganda mediática.
Cuando Estados
Unidos decide destruir a un país enemigo, por las razones que fuesen, aplica
sanciones de diversos tipos como: comercial, económica, financiera, política,
diplomática, así como presiones mediante instituciones u organizaciones
internacionales, con el fin de debilitar la base del poder político en dicho
país. De este modo busca asfixiar la economía del país y crear una crisis
artificial para que el descontento de las masas identifique como culpable a sus
dirigentes políticos y traten de derrocar al gobierno.
En Panamá
se aplicaron sanciones económicas, comerciales, financieras y monetarias. Se
congelaron depósitos bancarios de reserva del país existentes en bancos
norteamericanos; se redujo drásticamente la circulación del dólar; se
retuvieron aviones de la empresa Air Panamá; se prohibió a ciudadanos y
empresas de Estados Unidos entregar dineros y valores al gobierno panameño y se
tendió un cerco diplomático para aislar al gobierno panameño y obligar la
renuncia de Noriega como comandante de las Fuerzas de Defensas de Panamá.
Además, el
gobierno norteamericano excluyó a Panamá de los beneficios de la Iniciativa de
la Cuenca del Caribe, para reducir sus exportaciones; usó el veto contra Panamá
en las instituciones internacionales de crédito; suspendió todos los programas
de ayuda al desarrollo de Panamá; canceló las donaciones y retuvo todo tipo de
pago: entre ellos, los de la Comisión del Canal al gobierno panameño de los
servicios públicos como luz y teléfono,
así como alquileres de apartamentos y casas. Todas estas sanciones económicas
hicieron caer el crecimiento económico de Panamá al 0 por ciento a finales de
1989.
Por otro
lado, construyeron un cerco diplomático en torno a Panamá, mediante presiones a
la comunidad internacional, para que desconocieran al gobierno panameño,
rompieran relaciones diplomáticas, retiraran a sus representantes, suspendieran
todo tipo de ayuda, rayando en la violación del
Derecho Internacional.
En los
días previos, Estados Unidos empezó a aumentar su presencia militar en Panamá
de manera inconsulta y arbitraria, de manera escalonada y en violación de los
tratados Torrijos-Carter, que obligaban a la coordinación mediante la Junta
Combinada de Defensa. Realizaron maniobras militares sin la aprobación
panameña, muchas de ellas de alta peligrosidad en áreas prohibidas y sin
controles de ninguna especie, especialmente dentro de la ciudad de Panamá. El
Comando Sur, cuyo cuartel general estaba localizado en Quarry Heights, condujo
entre 1988 y 1989 cientos de operaciones militares por tierra, mar y aire,
fuera de las áreas autorizadas y dentro de jurisdicción panameña, sin solicitar
la aprobación de Panamá, con el fin de provocar a las Fuerzas de Defensa y a la
población.
El
Presidente George Bush intervino abiertamente en las elecciones de 1989, al
anunciar que había entregado 10 millones de dólares a la oposición,
provenientes de las cuentas que el gobierno panameño mantenía en bancos de
Estados Unidos y que fueron ilegalmente congelados desde marzo de 1988.
El
gobierno panameño, a raíz de las sanciones, estaba en la ruina; no había dinero
para pagar la planilla, ni para atender los gastos más elementales. Así, entre
paros, demostraciones, falta de liquidez, desesperación y represión, Estados
Unidos planificó las acciones militares que fructificaron en la invasión del 20
de diciembre de 1989.
La
invasión a Panamá era como un presagio de lo que ocurriría mientras se derrumbaba el campo socialista:
era la primera acción militar de invasión que realizaba EU, postguerra fría.
Con esta acción pretendió inaugurar un nuevo orden internacional bajo su égida
y Panamá fue un tubo de ensayo para futuras agresiones. Aquí se aplicó por
primera vez, el concepto de la “soberanía limitada de los Estados”. Desde el
punto de vista militar, la invasión a Panamá se constituyó en un laboratorio
para ensayar un “modelo de guerra total”, alterno al de la guerra de baja
intensidad.
Con la
terminación de la Guerra Fría, el imperialismo se propuso iniciar un nuevo
estilo de dirigir las relaciones internacionales en un mundo, que ellos
consideraban, que ahora iba a ser unipolar. Por eso, la invasión a Panamá
significó para el Imperialismo el inicio y la cuna de su “Nuevo Orden Mundial”.
LOS HECHOS DE LA INVASION:
A la
medianoche del 19 de diciembre, a partir de las 11:30 p.m., fuerzas de tierra,
mar y aire convergieron sobre diversos sitios preseleccionados, especialmente
las instalaciones de las Fuerzas de Defensa como, el aeropuerto de Punta
Paitilla; el Cuartel Central, ubicado en el populoso barrio del Chorrillo; el
Cuartel de Tinajitas, del Distrito de San Miguelito; el Fuerte Cimarrón, sede
del Batallón 2,000, en Pacora; el Cuartel de Panamá Viejo; el Cuartel de Los
Pumas, ubicado en el Aeropuerto de Tocumen; la Base Militar de Rio Hato, donde
funcionaban dos Institutos militares de nivel secundario; la Base Naval de Coco
Solo, en Colón, entre otros.
El
ejercito de los Estados Unidos utilizó aviones Stealth F-117, invisibles a
radares ortodoxos; helicópteros Apache con la mas alta tecnología, el
bombardero Sheridan M-551, vehículos blindados M-113 y tanquetas;
ametralladoras de varios calibres y municiones desconocidas, algunas
posiblemente químicas; rayos laser y otras utilerías nuevas como chalecos,
cascos especiales y visores nocturnos fueron utilizados contra un país que no
poseía fuerza aérea, defensa anti-aérea, ni artillería pesada.
En el
Chorrillo, un total de 4 mil viviendas fueron destruidas, dejando sin hogar a
más de 14 mil personas. El pueblo de Pacora fue bombardeado con sustancias
químicas lanzadas por helicópteros del Comando Sur. El cuartel de las FDP en la
ciudad de Colón fue destruido sin dañar su fachada, matando a muchos de sus
ocupantes. De esta manera, Panamá sirvió de “conejillo de india” para
experimentar nuevas armas de guerra.
Las pérdidas económicas de la invasión se
calculan en 2 mil millones. La invasión a Panamá del 20 de diciembre de 1989,
ha sido catalogada como la operación bélica más importante de Estados Unidos,
después de la guerra de Viet Nam.
Ninguno de
los gobiernos post invasión, ha tenido siquiera el interés de crear una
comisión que investigue los diversos aspectos de la invasión, ya que todavía no
sabemos cuántos muertos, heridos y desaparecidos fue el resultado.
No ha
habido una reclamación oficial al gobierno de los Estados Unidos por la
destrucción de la economía y de propiedad nacional y estatal, mucho menos por
las victimas. Ni siquiera se han atrevido a declarar el 20 de diciembre como
día de duelo nacional.
CONSECUENCIAS:
La
consecuencia objetiva del cambio violento de la situación, producto de la
invasión, ha sido la destrucción del Estado que se originó con la República en
1903. Desde el punto de vista de la Nación, significó la destrucción del Estado que históricamente le sirvió al
imperialismo y a la oligarquía de sustentación o sea, un Estado mediatizado.
La
existencia de la Nación panameña, que no ha podido ser destruida, abre otra
perspectiva y es la de edificar un Estado Nacional independiente, soberano,
autodeterminado, democrático, pluralista, participativo y de participación
popular.
Al ser
afectado seriamente el Estado existente con la invasión, los grupos
oligárquicos que se sustentaban en él ven debilitada su influencia política en
la sociedad. Desde el punto de vista ideológico, la destrucción de ese Estado
que nació en 1903, ha afectado profundamente a los representantes del
nacionalismo burgués y pequeño burgués, exponentes de la ideología liberal, la
que sirvió siempre de marco teórico a dicho Estado. Por eso, los sectores
populares tienen ahora la oportunidad histórica de participar en la
construcción de un nuevo Estado, donde estén representados sus intereses.
En
esencia, el Estado que existía el 20 de diciembre de 1989, era el mismo que el
de 1903. Aunque, la existencia de un proceso de liberación nacional abrió la
posibilidad de la construcción de un nuevo Estado. Sin embargo, la invasión
cerró en ese momento dicha posibilidad. Después de la invasión, los sectores
políticos oligárquicos que se alternaron en el poder del Estado y del Gobierno,
lo que hemos dado en llamar “el bipartidismo”, han tratado de reconstruir el
viejo Estado, sin lograrlo plenamente ya que es obsoleto y antihistórico e
incapaz de resolver los problemas básicos de la Nación y del pueblo panameño.
Esto produce que estemos viviendo una situación de transición. Al darse la
integración del territorio nacional, como resultado de los Tratados
Torrijos-Carter, se crean las condiciones objetivas y materiales necesarias para
la verdadera existencia del Estado Nacional panameño. Con esto, la perspectiva
que despuntaba era hacia la culminación del Estado único, nacional,
independiente, autodeterminado y realmente soberano.
La
invasión del 20 de diciembre reinstaló la oligarquía en la administración del
Estado tutelado, a través de un modelo bipartidista, de alternabilidad en el
poder de fuerzas políticas de centro derecha enquistadas en las cúpulas del PRD
y el Panameñismo, para alcanzar estabilidad política en el país, excluyendo a
las fuerzas del movimiento popular y de izquierda.
La
criminal invasión yanqui del 20 de diciembre de 1989, le impuso a nuestra
Nación un nuevo rumbo neocolonialista y neoliberal, bajo la forma de un tipo de
democracia excluyente, que sirvió para disfrazar ese nuevo rumbo. El resultado
hoy es que ese orden político y administrativo bipartidista, post invasión, en
su evolución es el que nos ha llevado a este Gobierno de derecha, que bajo la
dirección del Presidente Martinelli nos esta empujando al abismo.
¿Qué es lo que esta pasando en Panamá ahora?
A tres
años de gobierno de Ricardo Martinelli, lo que se destaca y se ha hecho
popular, no son sus proyectos y obras materiales, sino el repudio y el rechazo
a su política autoritaria, a la abierta corrupción de su política y la
demagogia de sus promesas. Así, se ha ido generalizando una oposición popular
de orígenes sociales muy diversos que ha desembocado en una reacción general,
dando paso a una opción común muy amplia y abarcadora, cuyo efecto inmediato ha
sido establecer una nueva correlación de fuerza en la coyuntura política, dando
paso a una ofensiva popular y a un repliegue gubernamental.
Ante la
tendencia ultraderechista y autocrática del gobierno de Martinelli lo saludable
es fomentar la formación de los frentes de acción común, donde converjan
diferentes fuerzas políticas, contra las pretensiones de los autócratas y su
mafia de burócratas.
En Panamá
existe un contraste entre el crecimiento económico y el desarrollo social. La
burguesía financiera que dirige ese crecimiento económico, no garantiza el
bienestar social de nuestro pueblo. Se observa un crecimiento material y de
infraestructuras en el país pero, un cada vez mayor empobrecimiento de la
población. El abismo entre los que más tienen y los que menos tienen se
agranda.
La
expresión política que tiene esta contradicción: crecimiento económico VS
involución social, es el rechazo al autoritarismo del gobierno del CD, a la
corrupción generalizada y a la politiquería de la partidocracia frente a las
próximas elecciones. Ejemplos de este rechazo, recordemos las sublevaciones
sociales ocurridas en Bocas del Toro, en la región del pueblo originario Ngäbe
Buglé, la lucha contra la creación de la Sala V y el levantamiento popular en
Colón, contra la venta de las tierras de la Zona Libre.
Las masas
populares han logrado victorias política, que han derrotado en estas batallas
al gobierno de Martinelli, poniéndolo de rodillas y obligándolo a retroceder
derogando las leyes que habían aprobado.
Pero
tenemos un gran déficit, el de tener un movimiento popular dividido y disperso,
que no permite aprovechar al máximo la situación internacional y nacional que nos son
favorables y a desarrollar las tareas que corresponden al momento de ofensiva
en que se encuentra el movimiento popular.
Es por
eso, que el mayor esfuerzo que debemos desarrollar en estos momentos entre
todas las fuerzas patrióticas, progresistas, democráticas y de izquierda, se
debe centrar en el trabajo de consolidar los frentes de unidad de acción, en
particular el Frente de Defensa de la Democracia y el Frente Amplio de Colón,
sin perder de vista que el carácter común es en torno al rechazo de la
política nefasta del gobierno.
El pueblo
panameño y en especial las fuerzas democráticas han dado una demostración sin
igual de voluntad de lucha y convergencia en defensa de la propiedad estatal de
la Zona Libre de Colon y las reivindicaciones de la provincia.
Esta
amplia unidad de acción popular se expresó para manifestar su repudio
concentrado contra el orden
centralista-presidencialista, que ha llevado al tope del agotamiento al Estado
gobernado por Cambio Democrático.
La batalla
que comenzó en Colón contra la privatización de la Zona Libre de Colón, abrió
entonces las compuertas políticas del pueblo, para golpear en la esencia del
problema que realmente motiva su lucha. El pueblo en la calle ha puesto a la
orden del día y en la agenda nacional, el tipo de poder político que desea,
rechazando unitariamente el carácter del poder que ha llevado a la crisis
actual.
Esta es
una crisis del orden existente, impuesto por la invasión yanqui en 1989 y que
pasó por el fracaso del bipartidismo y ha llegado ahora al autoritarismo
monárquico de Martinelli.
El pueblo
en la calle, procedente de diversos sectores y de intereses diversos, están
identificados en un sentimiento y deseo común de poner pronto final al abuso y arbitrariedad presidencial, a su
indiferencia y desprecio por la opinión del pueblo y a sus abusos de
prepotencia que no tienen sustento ya, en la nueva situación política a la que
ha evolucionado nuestra realidad nacional.
La lógica
de todos estos hechos ha puesto objetivamente en la palestra la necesidad
inmediata de una Constituyente. La
forma de avanzar en la búsqueda de una salida pacífica de la crisis nacional,
es convocar ya, a una Constituyente soberana por la vía de una iniciativa
ciudadana, consagrada en el artículo 134 de la presente Constitución. Si
logramos implementar la convocatoria de una Constituyente con las masas en la
calle, se puede garantizar este tipo de Constituyente, deliberativa y
participativa, que tenga poder propio.
El
vehículo de esta iniciativa debe ser una Conferencia Nacional de todos los
estamentos y organizaciones que han contribuido a la derrota de la Ley de
privatización de la Zona Libre de Colón, integrados en el Frente Amplio
Colonense y el Frente de Defensa de la Democracia.
La lucha
del pueblo colonense, bajo la dirección del Frente Amplio Colonense, es la
misma lucha del pueblo ngäbe-buglé bajo la dirección de la Coordinadora y su
cacica Silvia Carrera, es la lucha del pueblo bocatoreño de Changuinola, es la
lucha de los educadores, profesores y maestros, de la juventud en general y los
estudiantes, de los diferentes frentes unitarios integrados por obreros y
trabajadores a través de CONATO, ULIP, CONUSI, Federaciones de profesionales
como COMENENAL, trabajadores canaleros, empleados públicos como ANFACSS,
FENASEP Y ASEUPA, de los diferentes estratos del campesinado, de las mujeres,
particularmente las amas de casas, de la sociedad civil, gremios empresariales
como la Cámara de Comercio de Colón, incluyendo a personalidades individuales,
las diversas etnias originarias y grupos minoritarios, especialmente de origen
afroantillano y chino.
Nuestro
deber es consolidar esta amplia unidad de acción popular.
LOOR A LOS
MARTIRES DE LA INVASIÓN DEL 20 DE DICIEMBRE
VIVA EL FRENTE AMPLIO COLONENSE
VIVA EL FRENTE DE DEFENSA DE LA DEMOCRACIA
VIVA EL PUEBLO COLONENSE
VIVA EL PUEBLO PANAMEÑO
POR UNA CONSTITUYENTE SOBERANA
¡HEMOS AVANZADO LA LUCHA CONTINÚA¡
Lic. Rolando Ernesto Carrasquilla
Vásquez
dirigente del partido del pueblo
20 de diciembre de 2012