105 AÑOS DE IMPUNIDAD, GUERRA PREVENTIVA, DOCTRINA DE SEGURIDAD NACIONAL, DE
TERRORISMO DE ESTADO, DE UNA VERGÜENZA NACIONAL
En la historia de Chile está registrada la
participación de la Fuerzas Armadas en los procesos sociales y políticos, desde
el propio inicio de nuestras guerras independentistas a la fecha, en un mayor o
menor grado de intensidad, desde una suerte de neutralidad hasta una
intervención plena y casi siempre instigado por elementos ajenos a la
institución, en resguardo de intereses de la clase poderosa, los ricos, dueños,
en la cruda realidad, de los destinos de nuestro país.
Sin duda, una de las más relevantes de estas
intervenciones ha sido la matanza de la
escuela Domingo Santa María de Iquique, crimen ocurrido el 21 de diciembre de
1907 hace 105 años. Fueron masacrados, de acuerdo a estimaciones, unos 3000 o
más trabajadores de la industria del salitre junto a sus familiares. Hombres,
mujeres y niños, cayeron bajo la metralla y la fusilería al mando del Jefe de
la Guarnición de Iquique, el General
Roberto Silva Renard, amparado por las órdenes del Ministro del Interior Rafael
Sotomayor y el gobierno de Jorge Montt, representado en la región por el Intendente Carlos Eastman
y por supuesto con la complicidad y el contubernio de los poderosos dueños del
salitre, en su mayoría ingleses y que prácticamente se habían convertido en los
dueños del norte de Chile, de la provincia de Tarapacá, dueño del movimiento
financiero, Banco de Tarapacá, del transporte ferroviario y de la Compañía del
Agua. En esos años, el salitre era la
fuente principal de ingreso económico de Chile.
La Matanza fue la trágica culminación de la llamada
Gran Huelga del Salitre o la Gran Huelga de Tarapacá que prácticamente comenzó
el 4 de diciembre de ese año, 1907, cuando los trabajadores de la empresa de
ferrocarriles salitreros se declaran en huelga para pedir un mejor salario,
pago con cambio de un peso por 16
peniques, y lo resolvieron, luego otro sector de trabajadores salitreros
solicitaron igual beneficio, pero no se les dio, siguieron en huelga y fueron
apoyado por trabajadores de otras oficinas salitreras de primero fue la de San
Lorenzo, luego el Cantón de San Antonio, Santa lucia y luego otras y otras más
y así se fue expandiendo el movimiento y como no había solución, decidieron
bajar al Puerto Grande. Allá en Iquique se juntaron alrededor de 15 mil
trabajadores salitreros con sus familiares y contaron con el apoyo de otros
trabajadores del propio Iquique. Llegados en primera instancia al Hipódromo,
Sport Club, para luego ser concentrados en la escuela Domingo Santa María de
Iquique y en la Plaza Manuel Montt ubicadas al costado de la misma, en donde
ocuparon una carpa de circo que se encontraba en ella.
¿Qué querían? Sólo pedían cosas justas, y muy
razonables dadas la situación y condiciones de su trabajo, bajo una explotación
casi infrahumana. Pedían en primer lugar salarios dignos con cambio de 18
peniques, no fichas, mejoras en salud, educación, prevención de accidentes
entre otras cosas más.
Fue una matanza sin piedad y a pesar de que los
huelguistas sabían o sospechaban lo que iba a suceder, no abandonaron sus
posiciones. Los criminales, mencionados anteriormente, no recibieron castigo ni
otra cosa parecida muy por el contrario fueron premiados y promovidos, Silva
Renard fue ascendido a General de División. Una total impunidad para un
ejército que ya se había profesionalizado y ya se le inculcaba lo que conocemos
hoy como doctrina de seguridad nacional, Así mismo fue, fue una medida
preventiva .Era un mal ejemplo y no se podía mellar el prestigio del patrón
Se les masacró, no por lo que habían hecho sino por
lo que podían hacer, por temor a los trabajadores, a los que no se les iba a
dar ninguna solución a sus peticiones. Fue una acción de terrorismo de estado,
no tenían otro recurso para detener el
movimiento huelguístico, no fue una acción producto de pánico ni algo fuera de
control de parte de las fuerzas militares, fue una acción premeditada,
consciente y planificada por el gobierno y en defensa de los intereses del
imperialismo inglés, representado en esos momentos por los dueños de la
industria salitrera.
Estos hechos determinaron un natural retroceso del
desarrollo del movimiento obrero, de su proceso de organización y esto lo
analizaba Don Luis Emilio Recabarren en enero 1908: “Hasta hoy los obreros no han podido seguir un camino más seguro. Son
en su mayor parte ignorantes, sin orientaciones científicas sobre la lucha de
clases, sin métodos, sin una organización siquiera regular, son muy pocos
realmente inteligentes y con una prensa aunque numerosa, pero falta de rumbos
precisos en esta clase de luchas. Así se explica que sólo han pensado en la
violencia, y cuyo método ensayado ya en repetidas ocasiones y estrellado contra
las bayonetas y los cañones, debe señalar un cambio de táctica más inteligente,
menos violento, más eficaz, menos bulliciosa; la organización poderosa y
perfecta del proletariado en el terreno económico, político y cooperativo para
sustituir inteligentemente por estos tres caminos a la actual sociedad”. Y
así ocurrió, tras grandes y sacrificados esfuerzos la clase obrera, trabajadora, gana conciencia
y vuelve a surgir, se une y se organiza
y pronto surgen nuevas organizaciones de trabajadores como la Federación Obrera
de Chile, la FOCH, en 1909 y el Partido Obrero Socialista, Partido Comunista,
en 1912.
La contradicción fundamental de esta historia se
mantiene hoy. Los menos siguen apropiándose de nuestros recursos y de las
riquezas que producen, son capitales extranjeros, los más, los trabajadores,
siguen siendo los explotados que sufren desigualdades e injusticias. Hoy los
que son gobierno también usan los mismos medios y métodos para mantener tal
situación: criminalizan las luchas populares, el movimiento social, los
agreden. Represión y metralla es lo que se merecen, según ellos, por alterar el
orden público, el orden de las cosas, el
orden que resguarda sus intereses. Pero ante todo esto todavía hay y habrá
hombres y mujeres dispuestos a dar la vida por cambiar esta situación y también
hay solidaridad de otros pueblos como también ocurrió aquella fatídica tarde
del 21 de diciembre de 1907.
Si una cosa hay que resaltar, además de lo ya
dicho, es el alto grado de internacionalismo obrero que se dio en aquel
momento. En la industria salitrera compartían todas esas penurias bolivianos,
peruanos y argentinos, así como de otros países como España y debemos recordar
que el líder de este movimiento, José Briggs, era norteamericano. Los
trabajadores bolivianos y peruanos
requeridos por sus cónsules para que abandonaran la Escuela, ya que los
iban a masacrar, unánimemente respondieron: “con los chilenos vinimos, con los
chilenos morimos”.
Esta historia, de los inmolados, los masacrados,
los explotados, los perdedores, siempre presente, nos recuerda la imperativa
deuda de cambiar la situación a nuestro favor, es peligroso sin dudas, para
nosotros pero también para ellos: los ganadores de hoy. Es peligroso pero es un
deber insoslayable para los que estamos comprometidos con ya más de 100 años de
lucha por conquistar una sociedad mejor, el Socialismo.
Dr. Alex
Soza Orellana
Partido
Comunista de Chile en Cuba
La Habana,
19 de diciembre del 2012.