Víctor
Jara, un verdadero ser humano.
El pueblo de Chile tiene motivos de sobra para declarar el orgullo por innumerables de sus hijos. Muchos
de los cuales están hoy en el ideario universal y forman parte de sus valores
culturales ; esos se han convertido en modelo de ser humano por la
dignidad, entrega y valor que su tiempo les requirió .
Hoy, evocamos la enorme figura de
uno de ellos que, con su arte, su hombría e inteligencia, se empinó convirtiéndose en figura universal y regio
representante de un gran pueblo, sobre todo de esa parte que más ha hecho y
hace, con denodados esfuerzos, en la forja de la Nación. Nos referimos a
Víctor Jara Martínez.
En el concierto de América Latina y en gran parte de este planeta, su
nombre es sinónimo de heroísmo y entrega
en la lucha por el bienestar de los
humildes. Pero además de gran calidad en
la creación artística.
Nace en el rural del centro-sur chileno; sus padres campesinos pobres –
Amanda y Manuel –lo inician en edad temprana en las laborares de
la tierra, obligados por las
carencias que golpeaban a la familia. A la vez que su padre le enseñaba el
arado, Amanda, cantaora popular, le pone en sus manos una guitarra, iniciando
el apostolado cultural de su vida. Esta,
la guitarra, se convierte desde entonces, en el arma que lo acompañará en mil
batallas por el bienestar y crecimiento
humano de los pobres de su Chile tan querido. Las primeras notas al rasgar las seis cuerdas, las conjugó bajo la batuta
de Amanda y al morir prematuramente su
mentora, entra a un seminario en San Bernardo. Hasta entonces nada académico
para su música y es ahí el comienzo del
aprendizaje ayudado por el conocimiento del canto gregoriano y la liturgia que
oyó en esa institución.
Desde entonces no para de aprender y su dedicación en la artes es, no sólo la de un intérprete,
sino también la de un investigador y la de un maestro. Su curiosidad
intelectual lo lleva a múltiples expresiones: El canto, la opera, el folklore
el teatro, la danza, el teatro mimo, el baile, la dirección artística, la
enseñanza, la creación y muchas otras expresiones que salieran de los sentido y
del sentimiento. Su artesanía lo emparentó con otros grandes de la época, Pablo
Neruda y Violeta Parra (Esta última lo
incita a seguir cantando). A ellos y con
ellos cantó y creó. Les dedicó hermosas páginas de su obra.
El teatro de la Universidad de Chile, Quilipayun, Cuncumén, Inti Illimani,
el coro del Municipal y tanto más. Supieron de él, por su presencia, en otros
países, Argentina, Uruguay, Cuba, Holanda, Checoslovaquia, Unión Soviética,
Francia y una larga relación y en todos cosechó simpatía y admiración
Dijimos que su guitarra fue arma en su vida
y agregamos ahora que siempre la
puso al servicio de su pueblo y de los más altos ideales. Fue soldado de las
causas nobles de Chile en el momento que le tocó vivir. El contenido
de su arte nunca fue vano ni creo por necia vanidad, lo hizo siempre dándole un
valor humano que llegara a todos los seres de nobles sentimientos y los sumara
a la batalla por un futuro mejor.
Desde muy joven abrazó las ideas de los comunistas, ingresó a sus
juventudes convirtiéndose en vanguardia y ejemplo. Se destacó en la lucha
contra lo reaccionario y egoísta del sistema imperante y, al triunfo de la
Unidad Popular con Allende a la cabeza, se sumergió en el ambiente victorioso y
creador que impulsó las tareas que este movimiento por un Chile distinto y mejor. Lo vimos en las
movilizaciones de obreros, estudiantes, campesinos, de intelectuales y en
general de pueblo. Cantó, bailo y compuso, siempre al servicio de la causa de
los humildes.
Noche y día, en la ciudad o el campo, en la mina o la fábrica, en la pampa
o en los cerros, en fin en la patria y
más allá, incansablemente trasmitió el mensaje del advenimiento popular, del
socialismo que prometía el bienestar y la libertad; De ese socialismo que ya transcurre en el siglo XXI en el Continente Americano, tierra de nativos y
mestizos, de blanco y negros, en fin de hombres libres continuadores de
irredentos que marcaron la marcha.
Víctor Jara Martínez, muere en las mazmorras improvisadas por la dictadura
traidora y criminal, cae después de la tortura y el salvajismo ensañado en ese
cuerpo hecho bronce y dignidad. Según compañeros que compartieron esos día, a
Víctor no se le oye una queja ni aún cuando la culata de un fusil le destrozara
las manos, esas mismas manos que hiciera vibrar los instrumentos para cantarle
a la vida y al amor. Después de mutilar la joven estatura de un comunista lo perforan con decenas de proyectiles que
sacian la cobardía de los hechores y sus amos
Un compañero que compartió su detención en la Universidad Técnica, le dice
a Víctor “ creo que llegó la hora de cambiar la guitarra por el fusil “ y él
contesta, “No, con ella quedan muchas batallas por dar “
La demente vesanía por acallar su
voz y su ejemplo pretendía amedrentar a millones de chilenos y
latinoamericanos; procuraba sembrar el
miedo en las almas y en los corazones de
quienes estaban determinados a caminar hacia un nuevo amanecer. Craso error,
las causas justas no mueren y siempre habrá hombres, mujeres y niños que
recojan los estandartes y la estatura de nombres buenos.
Víctor, tu voz y ejemplo son el motivo primero para seguir luchando, para
abrir las grandes alamedas que jóvenes y estudiantes ya empiezan a desbrozar
¡ Víctor Jara Martínez, está presente ¡
Ricardo Claudio Carvajal
Coordinador del PC de Chile en Cuba