La
Independencia de Chile del colonialismo español
fue un proceso resultado de factores objetivos y subjetivos.
La
historia "oficial", que interpreta los hechos históricos según los
intereses de las clases dominantes, ha inventado el mito del "18"
para hacer aparecer a los criollos, ricos terratenientes, como los forjadores
de la liberación de Chile del sistema colonial de España en el siglo XIX..
El
Cíirculo Virtual de Estudios Histórico-Políticos hace un aporte para esclarecer
este tema.
Carlota
Espina
Editora
O’HIGGINS Y EL VERDADERO SIGNIFICADO
DEL 18 DE SEPTIEMBRE
Iván Ljubetic Vargas
Hacia comienzos
del siglo XIX habían madurado en nuestro país las condiciones objetivas para
romper las cadenas que nos ataban al Imperio colonial español. Pero ellas no
eran suficientes para llevar a la práctica el movimiento emancipador. Se
requería, además, de condiciones subjetivas: la acción de hombres audaces,
capaces de comprender el momento histórico que se vivía y dispuestos a actuar,
arriesgando todo por la causa
libertaria. Una de esas personalidades, la principal de todas, fue Bernardo
O’Higgins Riquelme.
COMO NACE Y SE HACE UN HÉROE
Bernardo nació en Chillán el 20 de agosto de 1778.
Su padre, Ambrosio O’Higgins, fue un irlandés al
servicio del rey español. Ocupó diversos cargos: Intendente de Concepción,
Gobernador de Chile, Virrey del Perú.
Su madre, Isabel Riquelme, hermosa joven chillaneja,
se enamoró del ya maduro don Ambrosio y fruto de ese amor, nació Bernardo.
El nacimiento del
niño fue rodeado de gran secreto. Sus padres no estaban casados y los
prejuicio, convirtieron ese hecho en una vergüenza. Cuando Bernardo cumplió los
cuatro años, por orden de su padre fue arrancado del lado de la madre y
confiado a un comerciante portugués, Juan Albano Pereira, que vivía en Talca.
Más tarde se le envió a Lima y después a Inglaterra. En ese país tuvo por tutores a dos joyeros judíos, los
que se quedaban con la mayor parte del dinero que don Ambrosio le enviaba mensualmente.
Estudió comercio en una Academia ubicada en Richmond,
muy cerca de Londres. A pesar de las privaciones a que lo condenaban sus
apoderados, estudió con entusiasmo y dedicación. Se distinguió en las
asignaturas de Historia, Inglés, Francés y Matemáticas. En este último ramo
tuvo un maestro que ejerció gran y positiva influencia en él. Se trataba de
Francisco Miranda, revolucionario venezolano, exiliado en Europa por haber sido
expulsado de su patria por luchar contra el dominio español. Para poder subsistir hacía clases en
Richmond.
SE UNE A LA LUCHA LIBERTARIA
Miranda no había renunciado a sus ideales libertarios.
Junto a otros patriotas americanos organizó una institución secreta, la Logia Lautaro, para
unificar la lucha por la emancipación de sus países. Pronto se dio cuenta de
las grandes cualidades del joven Bernardo y se propuso ganarlo para la causa
libertaria.
Este estudiaba con pasión. Leía mucho. Uno de sus
libros favoritos era La Araucana de Alonso de Ercilla y Zúñiga. Se maravillaba
leyendo las hazañas del pueblo mapuche. En ocasiones derramó lágrimas de
emoción y de impotencia. Cómo le habría gustado haber vivido en ese pasado
glorioso, empuñando las armas contra el invasor. Pero para ello –pensaba
Bernardo- era ya muy tarde...
Pero las largas e interesantes conversaciones con el
patriota venezolano le hicieron comprender que él también y en ese momento
podía combatir por la misma causa libertaria de Lautaro y su pueblo.
Un día, Miranda le reveló la existencia de la
organización secreta y le invitó a
participar a participar en ella.
Bernardo abrazó emocionado al maestro y sus ojos se llenaron de lágrimas. A
partir de ese instante ató su alma a un ideal,
al que se mantendría fiel hasta su muerte: luchar por la emancipación de
Chile y todos los países de la
América morena.
Desde entonces, Bernardo sólo deseaba retornar a la
patria e incorporarse al combate libertario. Después de varios meses logró
embarcarse hacia América. En alta mar,
cumpliendo rigurosamente las instrucciones de Miranda, abrió un sobre lacrado que éste le había dado: eran consejos de cómo llevar adelante el trabajo
clandestino.
INICIA SU ACCIÓN REVOLUCIONARIA
Regresó a Chile en 1802. Volvió convertido en uno de los grandes
hacendados del país, pues su padre, a
última hora, perdonó al hijo que le
había perjudicado su brillante
carrera, cuando los agentes del soberano español
descubrieron sus pasos revolucionarios en Europa, hecho que le
significó perder su cargo de Virrey del Perú. Don Ambrosio en su lecho de
muerte le dejó como herencia la rica hacienda de Las Canteras, además de una
casa en Santiago. También le legó su apellido. Hasta ese momento se le había
conocido como Bernardo Riquelme.
O’Higgins se fue a vivir con su madre y su
hermanastra Rosita a la hacienda. Pero jamás se sintió terrateniente. Se dedicó
a ganar adeptos para la causa patriota y
constituir círculos secretos. Entre los que incorporó a la causa emancipadora
estaba el Intendente de Concepción.
Durante el período preparatorio de la Independencia,
O’Higgins jugó un importante papel que es desconocido u ocultado por los
historiadores reaccionarios. Fue buen conspirador y eficaz organizador. Llegó a
ser elegido delegado del distrito de La
Laja, en el que estaba
ubicada su hacienda, cargo que, con seguridad, le salvó de la cárcel o del
destierro, suerte que corrieron muchos de sus camaradas de lucha.
LOS CRIOLLOS
APROVECHAN LA OCASIÓN
España –la
metrópoli- fue invadida en 1808 por los
ejércitos de Napoleón Bonaparte. Envió a prisión al rey Fernando VII y colocó
en el trono a su hermano José Bonaparte. Los españoles resistieron. Llevaron a
cabo guerras de guerrillas y designaron
una Junta de Gobierno, paralela al poder del monarca impuesto.
Al conocerse en
Chile estos acontecimientos, los criollos
-ricos hacendados descendientes de españoles, pero nacidos en
Chile- vieron la oportunidad de desplazar
a los españoles del gobierno en Chile y tomarlo en sus manos. Los chapetones
(españoles) controlaban la
Real Audiencia. Los criollos, el Cabildo o Municipalidad.
Éste logró que el anciano y decrépito Gobernador, Mateo de Toro y Zambrano,
convocara un Cabildo Abierto para el 18
de septiembre de 1810. Los criollos se encargaron de la organización y
de la confección y distribución de las invitaciones, sin la cual no se podría
concurrir a la reunión. Aseguraron una amplísima mayoría de criollos. En la
invitación se convocaba a un Cabildo Abierto en el cual se adoptarían todas las
providencias para resguardar los intereses
en Chile del amadísimo rey don
Fernando VII.
LA
PRIMERA JUNTA
NACIONAL DE GOBIERNO
El 18 de
septiembre de 1810 amaneció primaveral. A las 9 de la mañana el Salón del
Consulado estaba repleto con unas 400 personas, cuyo ingreso fue rigurosamente
controlada a través de la invitación. Sólo pudieron ingresar quienes portaban
una invitación del Cabildo, en donde se leía:
“Para el 18 del
corriente, espera a usted el muy ilustre señor presidente con el ilustre
ayuntamiento en la sala del Real Tribunal del Consulado, para tratar de las
medidas de seguridad pública, discutiéndose allí que sistema de gobierno debe
adoptarse para conservar siempre estos dominios al señor don Fernando VII”.
Los chapetones
eran unos 20. El resto criollos.
A las 9,30 hizo su entrada Mateo de Toro y Zambrano,
seguido por los miembros del Cabildo. El Gobernador dio por abierta la reunión
y pidió al secretario que leyera la Convocatoria. Era
un documento lleno de alabanzas para el Gobernador.
Habló un criollo dando las razones para constituir
una Junta de Gobierno. Luego un español
para argumentar en contra. Fue interrumpido por los gritos de la mayoría
de los presentes: ¡Junta queremos!
¡Junta queremos! ...
Se procedió a elegir los miembros de la Junta: Presidente, Mateo de
Toro y Zambrano; vicepresidente: el obispo de Santiago, José Antonio Martínez
de Aldunate;Vocales: Juan Martínez de Rozas, Fernando Márquez de la Plata, Ignacio de la Carrera, Juan Enrique
Rosales y Francisco Javier de Reina; secretarios: Gaspar Marín y Gregorio de
Argomedo. De estos nueve miembros, sólo tres estaban por la emancipación de la
patria: el vocal Juan Martínez de Rozas y los dos secretarios.
EL “18”
NO ES EL DÍA DE INDEPENDENCIA
El objetivo de la Junta era mantener a Chile bajo el mandato del
rey hispano, evitando que cayera en manos de Napoleón.
La Junta efectuó varias medidas positivas: decretó la
libertad de comercio, tomó contacto con la Junta de Buenos Aires, formó una milicia y
convocó a elecciones para el Primer
Congreso Nacional.
El 18 de septiembre no es el día de la Independencia de
Chile, como afirma la historia oficial. Pero, contra los deseos y la voluntad
de los criollos ricos, esa Primera Junta de Gobierno fue el paso inicial, aún vacilante, hacia la
emancipación de nuestro país. Marcó el comienzo del proceso de la Independencia Nacional.