EDITORIAL
En Pekín, los gobernantes da la República Popular China han recibido
entusiastamente al nuevo embajador de Pinochet. En los momentos en que nuestro
pueblo combate por la libertad. Justamente al encontrarse en huelga de hambre
los familiares de los presos políticos desaparecidos, cuando todas las fuerzas
democráticas de la humanidad condenaban a la tiranía fascista, los dirigentes
chinos consideraron oportuno reforzar su colaboración y su solidaridad con Pinochet.
Esto implica una política preconcebida y una definición reaccionaria, proimperialista,
anticomunista y antidemocrática. Esos son los hechos, tal como se presentan.
Dicha política y dicha definición se aplican en toda la línea. Se manifiestan,
de parte de los dirigentes chinos, en una orientación delirantemente
antisoviética. Para los pueblos del mundo es doloroso que los dirigentes chinos
dejen de lado cualquier recato en la adopción de posiciones antisoviéticas que
los confunden con los grupos más agresivos del imperialismo. Una vez más, queda
claro que la animosidad contra la Unión Soviética, el país de Lenin, envuelve
la animosidad contra la lucha de todos los pueblos del mundo por la libertad,
la democracia, la paz y el socialismo. Constituye un hecho repulsivo que los
dirigentes chinos sigan el camino de las campañas antisoviéticas que en su tiempo
fueron sostenidas por Hitler, Mussolini y otros de su calaña.
El imperialismo yanqui dispone de los dirigentes chinos y de su linea
antisoviética como instrumento para el desarrollo de su política opuesta a la
independencia de las naciones. La República Popular China aparece,
monstruosamente, coludida con las agresiones a Angola y Etiopía, confundiéndose
con los intentos de los racistas sudafricanos y la reacción de diversos pelajes
por ahogar en sangre esas revoluciones populares. La República Popular China ha
respaldado, también, la intervención de los ejércitos colonialistas de Francia
y otras potencias en Zaire, Chad y el Sahara Occidental.
Objetivamente, se empeñan los dirigentes chinos en apoyar todo lo que haga
la reacción extrema en cualquier punto del mundo. Se oponen a la demanda de los
pueblos de adoptar medidas concretas de desarme. Alientan a los grupos y
elementos imperialistas y revanchistas más belicosos de la OTAN contra la
distensión y la paz. Se pronuncian en favor de la caníbalesca bomba de
neutrones. Se ofrecen como adquirentes de armamentos de la OTAN y de Estados
Unidos. En este empeño, han entrado últimamente a promover provocaciones contra
la heroica República Socialista de Vietnam.
Por lo tanto, es claro que la ayuda económica y política que brindan a la
tiranía de Pinochet no es un hecho aislado. Corresponde a una deformación
chovinista que los conduce a renegar del internacionalismo proletario y a traicionar la
causa de la clase obrera y de los pueblos.
Los comunistas chilenos, que apoyamos
decididamente la revolución china y la saludamos en su tiempo como un
acontecimiento histórico trascendental, mantenemos invariables nuestros
sentimientos fraternales hacia el gran pueblo chino y tenemos la certeza de que
habrá de corregir a fondo los errores y horrores en que incurren dirigentes
oportunistas. A la vez, consideramos un deber desenmascarar la política de los
dirigentes chinos opuesta a la paz, a la independencia de las naciones, a la
democracia y al progreso social.
Publicado en: Boletín del Exterior N°30 - páginas 5 a 6
julio - agosto 1978
Partido Comunista de Chile